El documento describe cómo la supuesta crisis económica se ha utilizado para desmantelar progresivamente los derechos y servicios sociales de los ciudadanos en los últimos 4 años. Se están privatizando los servicios básicos de salud, educación y dependencia, aumentando los costos y reduciendo el acceso. Además, se están recortando los derechos laborales y aumentando las desigualdades salariales entre hombres y mujeres. Como resultado, muchos jóvenes se ven obligados a emigrar en busca de oportunidades, mientras que el mundo rural
1. EL DESMANTELAMIENTO SOCIAL
ANTE LA SUPUESTA CRISIS
Este Departamento de Formación Socio Política de Burgos lleva un año
analizando la realidad que empuja y mece nuestras vidas y queremos haceros
partícipes de nuestra reflexión para, a partir de ella, recorrer juntos el tiempo de
esperanza que tenemos por delante.
Después de muchos esfuerzos y luchas durante decenios para conseguir una
serie de derechos, llevamos 4 años siendo maltratados progresivamente bajo el
acoso injusto y ofensivo de una crisis que pone en tela de juicio nuestro sistema
socio-laboral. Lo que se llamaba la sociedad del bienestar.
Y era cierto: estábamos bien. Teníamos ilusión por la vida, la nuestra y la de
nuestra gente. Éramos conscientes de que otras personas carecían de bienes
fundamentales para desarrollar sus proyectos con libertad, la llamada brecha
Norte/Sur, y conscientes de nuestra responsabilidad en ello colaborábamos para
que se fueran equilibrando las distancias.
Había un problema subyacente: muchos jóvenes no habían entendido el
sentido del trabajo como cooperación en el desarrollo, la construcción y el
sostenimiento de esta sociedad y, simplemente, se movían porque les daban dinero
que podían gastar sin control porque pensaban que era la manera establecida de
vivir en sociedad.
Pero resulta que nos engañaban y nos engañábamos. Unos decidían el precio
de las cosas, pero no para cubrir las necesidades de las personas, sino para
enriquecerse sin límite; otros aventuraban un futuro ficticio organizándolo por
encima de sus posibilidades. La inconsciencia de unos, no es comparable a la de
otros. Y por tanto, las responsabilidades tampoco.
Y seguimos inmersos en el engaño. Con la disculpa de la crisis que, en su
mayor parte, han generado tanto los agentes financieros como el sistema político
con sus especulaciones y abusos, nos están despojando de todo para cubrir sus
desnudeces.
Se está desmantelando el sistema sanitario, el de las guarderías, la ejecución
de la atención a las dependencias, especialmente los discapacitados, la aplicación de
la ley de desarrollo rural, las ayudas a los estudiantes, los derechos más elementales
como el trabajo, la vivienda, la alimentación…
2. Dicen que no hay dinero y buscan privatizar los servicios básicos con el
consiguiente encarecimiento, despersonalización y alejamiento de los mismos.
Por mucho que digan que se han apretado ellos el cinturón, siguen ganando
muy por encima de lo que le dan a cualquier obrero cualificado. Aumentan las
diferencias entre los salarios de los hombres y de las mujeres. Aumentan los pagos,
copagos, tasas judiciales… con el agravante de que lo que auguran como
provisional muy probablemente será definitivo.
Los despidos por enfermedad, embarazo, urgencias familiares… impiden
conciliar mínimamente la vida familiar y laboral.
Estamos perdiendo población porque no se garantiza a corto plazo un
trabajo digno. Muchos de nuestros mejores jóvenes se tienen que ir fuera. Como les
pasó a los mejores jóvenes de África, América del Sur, países del este de Europa…
que buscaban una salida entre nosotros. Hoy ellos son los que más sufren las
limitaciones de tanta carencia y se ven abocados a regresar masivamente a sus
lugares de origen. Estos inmigrantes ya no tienen ni siquiera la condición de
personas, porque se les considera competidores y depredadores de lo poco que
queda.
El mundo rural está siendo abandonado por las clases políticas debido a su
decreciente productividad, sus escasos votos y la poca capacidad para reclamar sus
derechos. La pobreza así, se hace más intensa, extensa y crónica.
Últimamente es la libertad de expresión y manifestación la que se está
cercenando en aras de una supuesta intocabilidad del estamento políticoadministrativo o policial frente a la sociedad.
Decididamente el mundo está en buena parte en manos de personas e
instituciones sin escrúpulos que han visto en la crisis la oportunidad de hacer su
agosto y que tratan de despojarnos progresivamente de nuestros derechos.
La iglesia no puede permanecer callada ante tanta ignominia y debe ponerse
al lado de los desposeídos para defender sus derechos y presionar a los agentes
sociales con el fin de restaurar la cobertura social de las necesidades de los
ciudadanos, de todos los ciudadanos. Los nativos y los que vienen de fuera. Ya que
nuestra misión es anunciar algo nuevo buscando reconstruir la fraternidad que se
nos dio al ser hechos hijos del mismo Padre.