Procedimientos para la planificación en los Centros Educativos tipo V ( multi...
Lección 9 | Notas de Elena | Cristo. la ley y el evangelio
1. Lección 9
Cristo, la Ley y
el evangelio
Sábado 24 de mayo
Aunque debemos dirigir al pecador a Jesús porque es el único que
puede quitar el pecado, también debemos explicarle lo que es el pe
cado y hacerle sentir que debe cesar de transgredir la ley de Dios.
Puede ser salvo de sus pecados, pero no en sus pecados. Muchos
años después de la muerte de Cristo, Pablo pregunta: “¿Qué diremos,
pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el
pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley
no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7). De esta manera Pablo exal
ta la ley de Dios y muestra la sabiduría divina para ayudamos a de
tectar el pecado y descubrir los defectos de carácter moral. A la luz
de la ley se ve la terrible deformidad del pecado.
La ley dada en el Sinaí es una copia de la mente y la voluntad del
Dios infinito. Es reverenciada por los ángeles. La obediencia a sus
requerimientos perfeccionará el carácter cristiano y, mediante Cristo,
restaurará en el ser humano la condición que tenía antes de la caída.
Los pecados prohibidos en la ley, no encontrarán cabida en el cielo.
Fue el amor de Dios por la raza humana lo que lo llevó a expresar
su voluntad en el Decálogo. El pecado había oscurecido la percep
ción moral, y Dios descendió al Monte Sinaí para declarar su ley y
escribirla en tablas de piedra. También expresó su amor por los seres
humanos al enviar profetas y maestros para que les recordasen su ley.
Dios le ha dado al ser humano una regla completa de cómo vivir.
Si la obedece, le dará vida mediante los méritos de Cristo. Si la des
obedece, tiene poder para condenarlo. La ley lo lleva a Cristo, y Cris
to le muestra nuevamente su ley (Review and Herald, 27 de septiem
bre de 1881).
2. La ley de Dios es el espejo que le muestra al hombre los defectos
de su carácter. Pero a los que se complacen en la injusticia no les es
agradable ver su deformidad moral. No aprecian a este fiel espejo
porque les revela sus pecados; por lo tanto, en vez de entrar en guerra
contra sus mentes camales, combaten contra el espejo verdadero y
fiel que les dio Jehová precisamente con el propósito de que no sean
engañados, sino para que se les revelen sus defectos de carácter.
El descubrimiento de estos defectos, ¿debiera inducirles a odiar el
espejo o a odiarse a sí mismos? ¿Debieran rechazar el espejo que
descubre sus defectos? No. Los pecados en que se complacen, que el
fiel espejo les muestra que existen en su carácter, cerrarán ante ellos
los portales del cielo a menos que sean desechados y lleguen a ser
perfectos ante Dios (Comentario bíblico adventista, tomo 6, pp.
1076, 1077).
Es sofistería de Satanás la idea de que la muerte de Cristo intro
dujo la gracia para ocupar el lugar de la ley. La muerte de Jesús no
modificó ni anuló ni menoscabó en el menor grado la ley de los Diez
Mandamientos. Esa preciosa gracia ofrecida a los hombres por medio
de la sangre del Salvador, establece la ley de Dios. Desde la caída del
hombre, el gobierno moral de Dios y su gracia son inseparables.
Ambos van de la mano a través de todas las dispensaciones. “La mi
sericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron”
(Salmo 85:10)...
La condescendencia y la agonía del amado Hijo de Dios no fueron
soportadas para concederle al hombre libertad para transgredir la ley
del Padre y no obstante sentarse con Cristo en su trono. Fueron para
que mediante los méritos de Jesús, y el ejercicio del arrepentimiento
y la fe, hasta el pecador más culpable pudiera recibir perdón y obte
ner fortaleza para vivir una vida de obediencia. El pecador no es sal
vado en sus pecados, sino de sus pecados.
Los que profesan guardar la ley de Dios y sin embargo en el cora
zón se entregan al pecado, son condenados por el Testigo Verdadero.
Pretenden ser ricos en el conocimiento de la verdad; pero no están en
armonía con sus principios sagrados. La verdad no santifica sus vi
das. La Palabra de Dios declara que quien profesa observar los man
damientos, pero cuya vida contradice su fe, es ciego, miserable, po
Domingo 25 de mayo: El pecado y la Ley
3. bre y desnudo.
La ley de Dios es el espejo que presenta una imagen completa del
hombre tal cual es, y sostiene delante de él el modelo correcto. Algu
nos se alejarán y olvidarán este cuadro, mientras otros emplearán
epítetos injuriosos contra la ley, como si esto pudiera remediar sus
defectos de carácter. Pero otros, al verse condenados por la ley, se
arrepentirán de su transgresión y, mediante la fe en los méritos de
Cristo, perfeccionarán el carácter cristiano (Fe y obras, pp. 29-31).
Lunes 26 de mayo: La Ley e Israel (Deuteronomio 30:15-18)
Dios eligió a Israel como su pueblo para que, al guardar sus man
damientos, pudiera dar al mundo una ilustración de la belleza de ca
rácter, del poder moral, y de las virtudes que pueden lograrse al te
merlo y honrarlo. También deseaba revelar mediante sus hijos e hijas
las ventajas recibidas al andar en armonía con los principios de su
ley. Al obedecer las leyes del cielo, los seres humanos alcanzan una
belleza de carácter que los capacita para ser colaboradores con Dios
(Review andHerald, 31 de agosto de 1905).
El propósito de Dios para sus instituciones hoy puede leerse tam
bién en el propósito que trató de realizar mediante la nación judía.
Quería impartir ricas bendiciones a todos los pueblos por medio de
Israel. Así quería preparar el camino para la difusión de su luz en el
mundo entero. Al seguir costumbres corruptas, las naciones del mun
do habían perdido el conocimiento de Dios. Sin embargo, en su mise
ricordia Dios no quería raerlas de la existencia. Se proponía darles
oportunidad de conocerle por medio de su iglesia. Quería que los
principios revelados por su pueblo fuesen el medio de restaurar en el
hombre la imagen moral de Dios.
Cristo era su instructor. Así como los acompañó en el desierto y
mientras se establecían en la tierra prometida, iba a ser su Maestro y
Guía. En el tabernáculo y el templo, su gloria moraba en una santa
manifestación sobre el propiciatorio. Manifestaba constantemente en
su favor las riquezas de su amor y paciencia.
Dios deseaba hacer de su pueblo Israel una alabanza y una gloria.
Le dio toda ventaja espiritual. No privó a sus hijos de nada que favo
reciese la formación del carácter que los haría representantes suyos.
La obediencia a las leyes de Dios iba a hacer de ellos maravillas
4. de prosperidad entre las naciones del mundo. El que podía darles
sabiduría y habilidad en todo trabajo y arte, continuaría siendo su
Maestro, y los ennoblecería y elevaría por medio de la obediencia a
sus leyes. Si eran obedientes, los preservaría de las enfermedades que
afligían a otras naciones, y serían bendecidos con vigor intelectual.
La gloria de Dios, su majestad y poder, habían de revelarse en toda
su prosperidad. Habían de ser un reino de sacerdotes y príncipes. El
Señor les proporcionó toda facilidad para que llegasen a ser la mayor
nación de la tierra.
De la manera más definida, les presentó su propósito por medio
de Moisés y les dio a conocer los términos de su prosperidad. “Por
que tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios —dijo—, Jehová tu Dios te
ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos
que están sobre la haz de la tierra... Conoce, pues, que Jehová tu Dios
es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le
aman y guardan sus mandamientos, hasta las mil generaciones...Y
será que, por haber oído estos derechos, y guardado y puéstolos por
obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que
juró a tus padres; y te amará, y te bendecirá, y te multiplicará... Ben
dito serás más que todos los pueblos” (Deuteronomio 7:6-14) {Joyas
de los testimonios, tomo 2, pp. 479, 480).
Martes 27 de mayo: La Ley y las naciones (Hechos 10:34, 35)
Todo el mundo natural está destinado a ser intérprete de las cosas
de Dios. Para Adán y Eva en su hogar del Edén, la naturaleza estaba
llena del conocimiento de Dios, rebosante de instrucción divina. Para
sus oídos atentos, hacía repercutir la voz de la sabiduría. La sabiduría
hablaba al ojo y era recibida en el corazón; porque ellos comulgaban
con Dios en sus obras creadas. Tan pronto como la santa pareja trans
gredió la ley del Altísimo, el esplendor del rostro de Dios se apartó
de la faz de la naturaleza. Esta, ahora está arruinada y mancillada por
el pecado. Pero las lecciones objetivas de Dios no se han obliterado;
aun ahora, cuando se la estudia e interpreta correctamente, habla de
su Creador...
En el mundo natural, Dios ha puesto en las manos de los hijos de
los hombres la llave que ha de abrir el alfolí de su Palabra. Lo invisi
ble queda ilustrado por lo que se ve; la sabiduría divina, la verdad
5. eterna y la gracia infinita se entienden por las cosas que Dios ha he
cho. (Consejos para los maestros, pp. 178, 179).
A veces los que no tienen otro conocimiento de Dios que el reci
bido por operación de la gracia divina, han manifestado bondad hacia
sus siervos, protegiéndolos con peligro de su propia vida. El Espíritu
Santo está implantando la gracia de Cristo en el corazón de muchos
nobles buscadores de la verdad, y despierta sus simpatías en forma
que contraría su naturaleza y su educación anterior. La “luz verdade
ra, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo” (S. Juan
1:9), resplandece en su alma; y esta luz, si la siguen, guiará sus pies
hacia el reino de Dios. El profeta Miqueas dijo: “Aunque more en
tinieblas, Jehová será mi luz... Hasta que juzgue mi causa y haga mi
juicio él me sacará a luz; veré su justicia” (Miqueas 7:8, 9).
El plan de salvación trazado por el Cielo es bastante amplio para
abarcar todo el mundo. Dios anhela impartir el aliento de vida a la
humanidad postrada. Y no permitirá que se quede chasqueado nadie
que anhele sinceramente algo superior y más noble que cuanto puede
ofrecer el mundo. Envía constantemente sus ángeles a aquellos que,
si bien están rodeados por las circunstancias más desalentadoras,
oran con fe para que algún poder superior a sí mismos se apodere de
ellos y les imparta liberación y paz. De varias maneras Dios se les
revelará, y los hará objeto de providencias que establecerán su con
fianza en Aquel que se dio a sí mismo en rescate por todos (Profetas
y reyes, pp. 279, 280).
Aquellos a quienes Cristo elogia en el juicio, pueden haber sabido
poca teología, pero albergaron sus principios. Por la influencia del
Espíritu divino, fueron una bendición para los que los rodeaban. Aun
entre los paganos, hay quienes han abrigado el espíritu de bondad;
antes que las palabras de vida cayesen en sus oídos, manifestaron
amistad para con los misioneros, hasta el punto de servirles con peli
gro de su propia vida. Entre los paganos hay quienes adoran a Dios
ignorantemente, quienes no han recibido jamás la luz por un instru
mento humano, y sin embargo no perecerán. Aunque ignorantes de la
ley escrita de Dios, oyeron su voz hablarles en la naturaleza e hicie
ron las cosas que la ley requería. Sus obras son evidencia de que el
Espíritu de Dios tocó su corazón, y son reconocidos como hijos de
Dios {El Deseado de todas las gentes, p. 593).
6. Como legislador, Jesús ejercía la autoridad de Dios; sus órdenes y
decisiones eran apoyadas por el Soberano del trono eterno. La gloria
del Padre era revelada en el Hijo... Estaba tan perfectamente relacio
nado con Dios, tan completamente imbuido de su luz, que el que había
visto al Hijo, había visto al Padre. Su voz era como la voz, de Dios...
Dice: “Yo soy en el Padre y el Padre en mi”. “Nadie conoce al Hijo,
sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien
el Hijo lo quiera revelar”. “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”
(Juan 14:11; Mateo 11:27; Juan 14:9) (A fin de conocerle, p. 40).
Desde que Jesús vino a morar con nosotros, sabemos que Dios
conoce nuestras pruebas y simpatiza con nuestros pesares. Cada hijo
e hija de Adán puede comprender que nuestro Creador es el amigo de
los pecadores. Porque en toda doctrina de gracia, toda promesa de
gozo, todo acto de amor, toda atracción divina presentada en la vida
del Salvador en la tierra, vemos a “Dios con nosotros”...
Mientras andaba haciendo bien y sanando a todos los afligidos de
Satanás, demostró claramente a los hombres el carácter de la ley de
Dios y la naturaleza de su servicio. Su vida testifica que para noso
tros también es posible obedecer la ley de Dios.
Por su humanidad, Cristo tocaba a la humanidad; por su divini
dad, se asía del trono de Dios. Como Hijo del hombre, nos dio un
ejemplo de obediencia; como Hijo de Dios, nos imparte poder para
obedecer (El Deseado de todas las gentes, pp. 15, 16).
Cristo, la Majestad del cielo, vino a esta tierra en forma humana,
manifestando bondad, simpatía y amor divinos por la raza caída al
colocarse a la cabeza de la familia humana. Vino a redimir a los pe
cadores y a vestirlos con su justicia. Como Salvador del mundo, es
tuvo sometido a tentaciones. El enemigo lo atacó en todo punto.
Constantemente se aproximó a él con la sugerencia de que si transi
gía con el mundo podría ganarlo.
Cristo es nuestro ejemplo... Aunque estaba en el mundo, no era del
mundo. No se conformó a las prácticas mundanas para alcanzar el
propósito de su vida. No se complació a sí mismo. Debía mantenerse
dentro de la norma más elevada. Cualquier desviación de la más estric
ta rectitud moral hubiera echado a perder toda la obra de su vida.
A fin de salvar a la humanidad, Cristo descendió al nivel de ella...
Miércoles 28 de mayo: Gracia y verdad (Juan 1:17)
7. Vino a esta tierra para ser tentado en todos los puntos, tal como son
tentados los seres humanos. En el desierto Satanás se aproximó a él y
lo asaltó en los grandes puntos en los cuales ataca a los hombres,
pero el Salvador no cedió ante el enemigo. No fue vencido ni en un
solo punto, aunque las tentaciones fueron tan reales para él como lo
son para nosotros hoy...
Cristo vino a esta tierra humana para inaugurar una reforma espi
ritual. Vino a mostrar cómo el hombre puede descartar toda ostenta
ción y exhibicionismo; cómo puede vivir de acuerdo con los princi
pios puros y vitales de la reforma. Vino a instituir un plan por medio
del cual el carácter humano pueda llegar a ser puro. Por su gracia,
desea colocar a los hombres y a las mujeres muy cerca del trono de
Dios (Alza tus ojos, p. 193).
Jueves 29 de mayo: La Ley y el evangelio (Romanos 1:16,17)
La mezcla de juicio y misericordia es lo que hace la salvación
plena y completa. La combinación de los dos es lo que nos induce, a
medida que contemplamos al Redentor del mundo y la ley de Jehová,
a exclamar: “Tu benignidad me ha engrandecido”. Sabemos que el
evangelio es un sistema perfecto y completo que revela la inmutabi
lidad de la ley de Dios. Inspira el corazón con esperanza y con amor
hacia Dios. La misericordia nos invita a entrar por las puertas en la
ciudad de Dios, y la justicia es inmolada para conceder a cada alma
obediente plenos privilegios como miembro de la familia real, hijo
del Rey celestial.
Si fuéramos defectuosos de carácter, no podríamos pasar por las
puertas que la misericordia ha abierto para el obediente, pues la justi
cia está a la entrada y exige santidad y pureza en todos los que quie
ran ver a Dios. Si la justicia fuera extinguida, y si fuera posible que
la misericordia divina abriera las puertas a todo el género humano sin
tener en cuenta el carácter, habría en el cielo una condición peor de
descontento y rebelión que la que hubo antes de que Satanás fuera
expulsado. Se quebrantarían la paz, la felicidad y la armonía del cie
lo. El traslado de la tierra al cielo no cambiará los caracteres de los
hombres; la felicidad de los redimidos en el cielo es el resultado de
los caracteres formados en esta vida a semejanza de la imagen de
Cristo. Los santos en el cielo primero habrán sido santos en la tierra.
8. La salvación para el hombre que Cristo ganó con un sacrificio tan
grande, es la única que tiene valor, es la que nos salva del pecado: la
causa de todas las calamidades y desgracias de nuestro mundo. La
misericordia ofrecida al pecador constantemente lo está atrayendo a
Jesús. Si responde y acude arrepentido y confesando sus pecados, si
con fe se aferra a la esperanza puesta ante él por el evangelio, Dios
no despreciará al corazón quebrantado y contrito. De esta manera no
es debilitada la ley de Dios, sino que se quebranta el poder del peca
do y el cetro de la misericordia se extiende al pecador penitente...
El evangelio de las buenas nuevas no debía ser interpretado como
algo que permite que los hombres vivan en continua rebelión contra
Dios, transgrediendo su ley justa y santa. Los que pretenden entender
las Escrituras, ¿por qué no pueden ver que el requisito de Dios bajo
la gracia es exactamente el mismo que impuso en el Edén: perfecta
obediencia a su ley? En el juicio Dios preguntará a los que dicen ser
cristianos: ¿por qué afirmasteis creer en mi Hijo pero continuasteis
transgrediendo mi ley? ¿Quién exigió esto de vuestras manos: hollar
mis reglas de justicia? “Ciertamente el obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los cameros”. El
evangelio del Nuevo Testamento no es la norma del Antiguo Testa
mento rebajada para llegar hasta el pecador y salvarlo en sus peca
dos. Dios pide obediencia de todos sus súbditos, obediencia completa
a todos sus mandamientos. Ahora, como siempre, demanda perfecta
justicia como el único título para el cielo. Cristo es nuestra esperanza
y nuestro refugio. Su justicia solo es atribuida al obediente. Acepté
mosla por fe para que el Padre no encuentre ningún pecado en noso
tros (Comentario bíblico adventista, tomo 6, pp. 1071, 1072).
Viernes 30 de mayo: Para estudiar y meditar
El evangelismo, pp. 174-176; Lafe por la cual vivo, pp. 90, 91.