La Santa Muerte se deja ver. Muchos creen que es un mal augurio, que la muerte esta acechando. No.
Cada persona tiene su día y hora escrito desde el principio de los tiempos. Cuando la Santa Muerte se aparece, es para avisarnos de alguna tragedia, algún peligro en ciernes, para dar la voz de alarma y retirar del sitio a aquello a los que no les ha llegado la hora.
Robos han sido evitados.
Asaltos han sido frustrados.
Secuestros no han ocurrido.
Vidas se han salvado.
Todo gracias a la aparición de la Santa Muerte.
Estas son las historias verdaderas de J.H, (Ciudad Juárez), A. B., que vio la Santa Muerte en Culiacán y vivio para contarlo, y de C.A. en Carolina del Norte que supo que La Niña le estaba diciendo que no era su hora.
1. LAS APARICIONES DE LA SANTA MUERTE
Presentado por
Los Rituales de la Santa Muerte
La Santa Muerte se deja ver. Muchos creen que es un mal augurio, que la muerte
esta acechando. No.
Cada persona tiene su día y hora escrito desde el principio de los tiempos. Cuando
la Santa Muerte se aparece, es para avisarnos de alguna tragedia, algún peligro en
ciernes, para dar la voz de alarma y retirar del sitio a aquello a los que no les ha
llegado la hora.
Robos han sido evitados.
Asaltos han sido frustrados.
Secuestros no han ocurrido.
Vidas se han salvado
Todo gracias a la aparición de la Santa Muerte.
2. J.H aun tiembla, pero de alivio. Una noche de otoño él y su hermano caminaban
justo frente al Bancomer de Paseo triunfo de la Republica, en Ciudad Juárez. Iban
a comer en un restaurante cercano.
De repente, el hermano cambia de opinión, y le dice J.H “no, allí no... vámonos de
aquí”. Cogió a su hermano del brazo, dio la vuelta y salieron del lugar dice “como
alma que lleva el diablo.” Cuando se alejaban, le dijo “vi a la Santa Muerte. Estaba
en el medio de la calle, diciéndome “váyanse, no tienen nada que hacer aquí”. Esa
noche, dos personas fueron asaltadas a mano armada en la zona, y una falleció.
A.B Vio la Santa Muerte en Culiacán. Sentada en el asiento del pasajero de su
auto. A.B estaba, dice, pasando un mal momento. Se había separado de su
esposo, estaba criando sola a su hijo de dos años, había perdido su trabajo.
Había bebido. No estaba en condiciones de manejar. La Santa Muerte, dice
llorando, se viro hacia el asiento de atrás, y señalo al pequeño, sentado en el
asiento trasero, sin cinto, sin sillita infantil.
A.B dice que se reviro contra La Nina, y en ese momento deseo la muerte. Airada,
trato de encender el auto. Pero la llave no funciono. El carro estaba muerto. La
batería era nueva, pero estaba muerta.
Nuevamente, dice, la San Muerte señalo a su hijo. Esta vez, AB. Se echo a llorar,
desesperada, arrepentida. Cuando se calmo, se bajo del carro, tomo a su hijo en
los brazos, lo beso, le pido perdón y entro a la casa.
Esa noche, después de rezar por primera vez en mucho tiempo, tiro por el lavabo
todo el alcohol que tenía en la casa. Eventualmente, con mucho trabajo y fe, A.B
salió del bache. Su marido no volvió, pero el amor toco nuevamente a su puerta, y
hoy tiene dos hijos.
Nunca olvidara el día en que La Santa Muerte le salvo la vida.
3. C.A Necesitaba ayuda. Las deudas la ahogaban. Vivía en un refugio con sus hijos.
Su esposo estaba en la cárcel.
No quería vivir.
Cuando su esposo se fue a Carolina del Norte la primera vez, el dinero llegaba fijo.
Trabajaba en jardinería y construcción, y ganaba lo suficiente. Ella lo siguió, con
los dos niños. Se asentaron en Raleigh, ella encontró trabajo en una taquería, y
comenzaron a vivir el sueño americano. Los niños iban a la colegio, se hicieron
miembros de una iglesia, sonaban con hacerse ciudadanos.
Pero la madre de su esposo se enfermo en México. El quiso ir a verla, porque
sabía que no le quedaba mucho tiempo. Cruzo la frontera, se despidió de su
madre, la enterró, y trato de regresar. Pero ya no era igual. Era más difícil, más
caro. Más riesgoso.
En la plaza encontró un coyote. Era muy caro, pero le dio confianza. El viaje
comenzó bien. El coyote se hizo muy amigo. Le trataba como uno de los suyos.
Hasta le pedía que a veces dirigiera los grupos, diera ordenes. Hasta le pido que
guardara un cuaderno en su mochila, que en la de el no tenia espacio.
Pronto entendería por qué. Al cruzar la frontera, por el Valle del Sur, en Texas,
fueron avistados. Unos corrieron hacia el norte, otros hacia el sur. El esposo de
C.A fue arrestado por la patrulla fronteriza, junto con varios pollos, y dos
cabecillas. Pensó que simplemente lo deportarían, y lo volvería a intentar al día
siguiente.
Pero los migras querían saber quién era el coyote. Y todos apuntaron hacia el
marido de C.A. Y el cuaderno en su mochila lo delató. Tenía cifras, nombres,
cantidades. Ciudades de partida y de destino. Lo habían preparado para ser el
cabeza de turco.
C.A se desespero. Gasto el dinero que tenía y el que no tenía en abogados. Pero a
su esposo le echaron 3 años.