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EL ÁNGEL QUE BAILABA CON EL DIABLO
Había una vez una hermosa y curiosa ángel que bajaba a la tierra de su familia, los humanos para
espiarlos, su nombre era Anaciel. Ella amaba su música, bailes y fiestas, ya que en el paraíso
aquellas actividades mundanas estaban prohibidas.
Moría de ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no poder ocultar sus alas observaba
a aquel pueblo desde la oscuridad del bosque que estaba junto a él.
Así, esperaba a que la música comenzara y bailaba en soledad entre medio de aquellos árboles.
Un día fue descubierta por un demonio que también visitaba la tierra en busca de diversión, pero
no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo llamado Noré. A él le entretenía verla
bailar, le parecía graciosa y muy bella. Como todo Diablo era un maestro del engaño y por ende
podía tomar la forma que él quisiese, así que se transformaba en diferentes animales para estar
cerca sin que Anaciel lo notase, hasta el momento en que decidió hacerse presente ante ella. Le
confesó que hacía un tiempo la observaba en secreto y le preguntó que buscaba en la tierra, ya
que sabía que las leyes de los angeles eran mas rigurosas y tenían prohibido el contacto con los
humanos, no así los demonios que podian hacer y deshacer a su gusto.
Ella tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder participar en
ninguna permanecía oculta allí para admirarlos de lejos. Fue entonces cuando una idea cruzó la
mente de Noré - Yo puedo ir y venir entre los humanos, con mi magia logro cambiar mi apariencia.
Si lo deseas puedo hacer lo mismo contigo - le propuso
- ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió ella
- Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió él
Anaciel no podía evitar dudar, desde pequeña le habían enseñado que no debía confiar en los
demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder participar en una de esas fiestas era tan
grande que decidió aceptar su propuesta.
Así el diablo uso su magia, ocultó las alas de ella y cambió su color de cabello, luego hizo lo mismo
sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar sus rasgos. Anaciel estaba sorprendida, nunca
había visto una habilidad así, definitivamente él era un ser poderoso.
Noré la tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba haciendo cada vez más
fuerte en el pecho de ella.
Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna cuyos clientes siempre
estaban dispuestos a celebrar.
Ella no podía ocultar el brillo en sus ojos y él, galante, la invitó a bailar
- Pero... ¿ y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Anaciel
- Sólo déjate llevar...- le susurró Noré mientras con el brazo derecho tomaba su cintura, y con la
izquierda su delicada mano.
Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que la miraba a los ojos de
forma seductora. Ella no ocultaba su alegría, sus movimientos fluían perfectos con los de él. No
tardaron en llamar la atención, a la vista de todos era una joven pareja, ninguno de los presentes
podía jamás imaginar que un ángel y un diablo bailaban en el medio del salón.
Luego de ello, Noré la invitó a probar la comida y bebida hecha por los humanos, él se desenvolvía
con total naturalidad entre ellos, dejando en claro que no era la primera vez que lo hacía.
Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Anaciel había pasado una
velada inolvidable en compañía del ser menos pensado.
Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron nuevamente al bosque,
recuperando así sus verdaderas apariencias
- Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mi... confieso que al
principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses a cambio fuese bailar - dijo ella
- ¿Y quien dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él
- ¿Qué quieres decir? -
Noré se acercó rápidamente a ella, le tomó el rostro y de sus labios robo un tierno beso. Anaciel
quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue totalmente inesperado, provocando que se
sonrrojara por completo
- ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tu y simplemente me conformaría
con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba su rostro
- Yo... no...- continuaba ella sin poder ordenar sus pensamientos
- Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido de mi mente -
- Pero... no puede ser...-
- ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos en ti?, soy un Diablo,
las normas no van conmigo - continuó seduciendola.
Ella, avergonzada, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente por que era
consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenua y que aquel atrevido Diablo sólo
estuviese jugando con ella, después de todo era la primera vez que tenía contacto con uno de
ellos.
- Por favor mirame y dime que sientes - insistió Noré mientras volvía a acercarse
- Lo siento, será mejor que me vaya... - respondió ella, se dio media vuelta y lentamente comenzó
a caminar hasta invocar una puerta al paraíso.
Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al verla irse le dijo en voz
alta - ¡Sí deseas volver a vivir lo de esta noche sólo ven aquí!, Siempre estaré esperándote... -
Anaciel volteó por última vez sólo para ver que la observaba con un gesto de satisfacción en su
rostro, todo había sido tan repentino, no sabía que pensar, si creer o no en sus palabras. Pero que
el Diablo tuviese la habilidad de engañar no quería decir que todo en él fuese falsedad pues, como
todo ser, también poseía un corazón.
Al día siguiente la mente del ángel estaba llena de sentimientos encontrados, trató de reflexionar
sobre lo ocurrido la noche anterior, y si debía ser completamente honesta consigo misma tenía
que aceptar que había disfrutado mucho de la compañía de Noré, incluso de aquel beso robado.
Así que, llenándose de valor, decidió ir al mundo humano esa noche, sin si quiera tener certeza de
que él estaría allí.
Ya en el bosque sus latidos no dejaban de acelerarse, ¿Cómo debía actuar?, ¿Qué respuesta le
daría?, ¿De verdad él asistiría?, las preguntas no paraban de acumularse en su cabeza y con ellas
los nervios sólo iban en aumento. Pero todas sus dudas desaparecieron cuando él nuevamente se
hizo presente ante ella. Sorprendida, sin querer exclamó - Viniste! -
Noré no pudo evitar reír - Claro que vendría, ¿Creiste que mentía? - le dijo mientras se acercaba
más a ella.
- Bueno... yo...-
- Es verdad que tenemos la habilidad de engañar con facilidad pero por esa misma razón cuando
decimos la verdad tiene más peso que cualquiera. Y cuando queremos algo lo hacemos con mas
fuerza que ningún otro...- terminó mirándola directo a los ojos.
Anaciel se sentía muy tímida a su lado, aquel Diablo la hacia estremecer con sus palabras tan
directas, tenía una personalidad avazayante. Él era consciente de ello y parecía divertirse
avergonzandola.
- ¿Y bien? ¿Que buscas de mi? - preguntó mientras la arinconaba contra un gran árbol
- Eh? ...-
- Yo ya te dije el por qué estaría aquí, porque me gustas. ¿Y tu por qué?, ¿Acaso esperas otro favor
de mi? - continuó
- Yo...- comenzó a sentirse nerviosa y evitaba mirarlo
- Dime -
Anaciel apoyó su mano derecha en el pecho de él, lentamente levantó la vista y le respondió - Por
que me gusta estar contigo... -
Noré se sorprendió con aquella respuesta, no esperaba que le dijese algo así y más aún viéndolo
con esos enormes y hermosos ojos verdes. Con su pureza había logrado hacer sonrrojar a aquel
Diablo impetuoso.
Él sonrió amablemente y le dijo - Sí me miras así haré lo que sea por ti...- tomó su mano y la besó
con ternura.
Para ella era un misterio, quería saber más de él, era atrevido pero a la vez tan dulce - ¿Deseas que
vayamos nuevamente al pueblo? - le preguntó
- Me gustaría mucho...- respondió Anaciel
- Entonces no perdamos tiempo, quiero aprovechar cada segundo contigo - terminó él.
Nuevamente pasaron una noche increíble entre la gente de pueblo, ocultos bajo aquel hechizo.
Cuando llegó el momento de partir, una vez más se encontraban solos en la oscuridad del bosque -
Ya es hora de que regrese...- dijo el ángel.
Noré le tomó la mano - Espera, ¿Acaso no me darás nada a cambio por lo de hoy? - dijo con una
sonrisa seductora.
Anaciel lo miró en silencio por un momento y se acercó tímidamente hacia él, Noré no entendía
que pretendía hacer hasta que vio que ella lentamente cerró sus ojos y quedó de pie frente a él,
como esperando a que la besara igual que la noche anterior. Ese gesto inocente terminó de robar
por completo el corazón del Diablo, quien no desaprovechó la oportunidad para besarla
dulcemente mientras la rodeaba con sus brazos.
Así fue como inicio aquella historia de amor prohibido, que echaba raíces en la tierra de los
humanos. Con el paso del tiempo aquellos sentimientos se fortalecieron más, a su lado aquel
Diablo aprendió lo que era amar, y ella comprendió que nunca debía dejarse guiar por los que
otros pudiesen asegurar, ya que sólo con sus propios ojos debía ver para poder juzgar.
Era su mayor secreto, nadie podía saber de su amor, sus encuentros en el mundo humano eran
puro romance y pasión. Ella amaba su rebeldía y desparpajo, y él su dulzura y alegría. Podían
entregar el corazón en las manos del otro sin dudar. Pero por más cuidadosos que fuesen sabían
que en algún momento alguien de sus mundos podría descubrirlos, así que vivían su relación como
si no hubiese un mañana, llegando incluso a hacer el amor una noche que se hospedaron en el
pueblo.
No sabían que sería de ellos en un futuro, pero decidieron dejarse llevar por sus sentimientos.
Hasta que aquello tan temido por Noré ocurrió, esa noche, simplemente, Anaciel no llegó.
Él la esperó nervioso en aquel bosque, pero nunca apareció, y así varios días más. El Diablo se
sentía morir por dentro, necesitaba saber que había ocurrido con su amada pero no quería iniciar
un conflicto con los ángeles, necesitaba pensar claramente las cosas. Hasta que finalmente ella un
día regresó a él.
Allí le contó que sus superiores la habían descubierto, pero que creían que mantenía una relación
con un humano, como castigo por ello la encerraron por unos días para que reflexionase. Pero en
cuanto pudo nuevamente escapó. Noré sabía que los ángeles eran muy rigurosos con quienes
rompían las normas y que los próximos castigos sólo serían peores. A él nada le ocurriría, pues en
su mundo era un príncipe y se hacía su voluntad. Pero la peor parte la llevaría ella y no podría
hacer nada para salvarla pues su límite era entrar en guerra con ellos.
Aquella situación despertaba toda la furia del Diablo pero Anaciel con su dulzura lograba aplacarlo
diciendo que podía soportarlo. Esa noche ella le pidió que no pensase en nada más que amarla y
Noré respeto cada uno de sus deseos.
Cuando llegó el momento de despedirse - No te vayas, quédate aquí conmigo. Si regresas ahora a
tu mundo temo no volver a verte...- le pidió él
- Te prometo que pase lo que pase regresaré... por favor esperame aquí mañana... - respondió ella
mientras acariciaba su mejilla y se marchó.
El día siguiente fue eterno para el Diablo, la incertidumbre oprimía su pecho evitando que pudiese
pensar en otra cosa, hasta que la oscuridad nuevamente cayó en la tierra de los humanos. El
tiempo pasaba y ella no llegaba, Noré comenzaba a ponerse nervioso, no podía imaginar que le
había ocurrido. Hasta que en un momento, de la nada, Anaciel apareció. Angustiada, se abrazó con
fuerza a él, esto llamó su atención - ¿Anaciel, que ocurre?, ¿Sucedió algo? - preguntó
- Noré...-
De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguíendola - Anaciel si no regresas ahora
mismo perderás tus alas y quedarás condenada al destierro! - exclamó - No puede ser, es un
Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus escapes?!, Haz perdido la cabeza?! -
Noré estaba dispuesto a enfrentarse con él pero ella lo detuvo - No lo hagas Noré... no te
involucres, podrías ocasionar una guerra...-
- ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel
- Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se defendió
- Una cosa es que espies a los humanos para observar sus costumbres y otra es que vengas a estas
tierras para reunirte con un demonio, es una deshonra! -
- Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a encerrarme jamás -
dijo ella con determinación.
- Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se marchó .
- Anaciel... - susurró Noré
- ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó ella
- Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él.
Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus falsas identidades. Ya
en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer Anaciel?... No puedes perder tus alas por
esto... - dijo él
- No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tu y yo Noré...- respondió ella
mientras se abrazaba a él.
Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor tiempo posible con Noré.
Aquel Diablo la amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de ella era suficiente
para desatar toda la pasión que había en su corazón.
Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos que llegaron a
imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener.
Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Anaciel que no dudaría en entregar sus
alas con tal de estar al lado de Noré. Pero pronto descubriría que los sacrificios por amor tenían un
límite.
Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel que en esa ocasión
persiguió a Anaciel. ¿Será que habían desistido de la idea del castigo?, no, todo estaba a punto de
volverse más difícil.
Un día llegó a manos de ella una nota en una paloma blanca, provenía del paraíso. Al leerla quedó
impactada, no podía disimular su conmoción - ¿Qué ocurre Anaciel?, ¿Qué dice? - preguntó Noré
que estaba junto a ella.
- Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de no hacerlo mi familia
será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio es un pecado de deshonor familiar...-
respondió afectada
- No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no símplemente te dejan ir? -
- Es por que soy candidata a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine nuestra sangre si no
el azar. Hace un tiempo fui llevada a un palacio en mi mundo donde se me prepararía para mi
futuro. Algunos estaban al tanto de que venía aquí por que me gustaba ver las cosas humanas y
me lo permitian. Pero seguramente jamás creyeron que podría encontrar el amor en esta tierra y
mucho menos que sería un Diablo - explicó ella
- Anaciel...-
- Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe no concibo otra
forma de felicidad que no sea estar a tu lado Noré...- confesó mientras acariciaba el rostro de él
- Yo me siento igual...-
- No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las plumas de mi alas hasta
quitarmelas... Pero no puedo permitir que un inocente sufra por mi culpa, y mucho menos si son
mis padres. Estoy segura de que no saben nada de todo esto...-
- ¿Como lo sabes? -
- Por que si están tratando de convencerme de regresar es por que quieren solucionarlo entre
nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo -
- Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...-
Anaciel entristeció su mirada - Perdóname Noré... Pero ese es mi límite...-
El Diablo la rodeo con sus brazos, presionandola contra su pecho - No tienes que pedirme perdón,
lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo quiero que sepas que lo que siento por ti
es para siempre -
- Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan difíciles...- suspiró ella
- Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos por que somos diferentes,
porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en nuestros mundos...- terminó él.
Anaciel decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma noche.
Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto, amandose en esa pequeña
libertad. Antes de irse Noré le pidió bailar una última vez, pero siendo ellos mismo, sin disfraces,
mirándose tal cuáles eran, sólos entre esas cuatro paredes.
Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron hasta el bosque en el
medio de la noche como ella prometió, se entregaría por propia voluntad.
Allí la estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarla de regreso. Iban tomados de
la mano, aquella imagen impactó al guardián, comprobó que lo que le habían dicho era verdad, un
ángel y un diablo juntos entre los humanos.
Una inmensa tristeza invadió el pecho de Anaciel, no quería soltar la mano de su amado, él
también se resistía a la idea de que se fuese. Resignada, se colocó frente a él, aunque casi no podía
ni mirarlo, y con un tímido beso le dijo adiós.
Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se detuvo, volvió
corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a Noré.
- No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía ella entre sollozos
- Por favor no llores Anaciel... sabés que es lo único que puede herirme...-
- Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...-
Ella lloraba sin consuelo, Noré se sentía culpable por aquella situación, pensaba que si no la
hubiese buscado, si no la hubiese ilusonado desde un primer momento, Anaciel no tendría que
pasar por todo eso. Fue entonces cuando decidió tomar una drástica decisión, había una sola cosa
que podía hacer para ayudarla - Mirame Anaciel...- le dijo con una voz serena y la besó
apasionadamente - Si algún día mi recuerdo regresa a tu corazón estaré aquí... esperándote -
sonrió él
- A que te refiere- - intentó preguntar ella y derepente Noré besó su frente, haciendo que cayera
inconciente en sus brazos.
El guardián quedó atónito ante esa acción - Pero que les has hecho?! - preguntó indignado a aquel
guardián que lentamente se acercaba a él cargando a Anaciel para luego entregarsela - Ella está
bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que tenía conmigo...- explicó
- Quieres decir que ella no recordará ni siquiera haberte conocido...? -
- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.
- Te conozco, tu eres Noré, tercer príncipe del infierno -
- Así es -
- ¿Como pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el corazón de un ser tan
puro?...-
- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se lleva en sus manos
para siempre mi corazón - dijo señalandola.
El ángel quedó en silencio por un momento - Me resulta difícil de creer tu benevolencia - dijo
- Estás en lo cierto, si por mi fuese hubiese arrasado con la mitad de ustedes sólo para que nos
dejasen en paz. Pero sé que ella no quería que nadie saliese herido por nuestra causa -
- Eres muy arrogante al afirmar algo así -
- Claro que lo soy, soy un Diablo -
- ¿Por qué haces esto? -
- ... Porque la amo. Algún día cambiaré las reglas del juego y será mía para siempre, pero hasta ese
entonces esto es lo mejor para ella. Todo es por su bien - dijo por último Noré y desapareció en la
oscuridad.
El ángel miró a Anaciel que aún permanecía inconciente y murmuró para si - Quien diría que un
ángel tan joven sería capaz de domar a una de las peores bestias del infierno...- y regresó al
paraíso.
Tal como aquel Diablo prometió, Anaciel no recordaba nada de lo sucedido prácticamente hasta su
llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo humano. Sus superiores decidieron que lo
mejor era no mencionar el tema y todo quedó como si nada de eso hubiese existido.
El tiempo pasó y la curiosidad de ella por la música humana despertó, haciéndola regresar a esa
tierra, esta vez seguida a escondidas por un guardián. Pero al constatar que no había rastros del
Diablo la dejaba ir en soledad por el bosque.
Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Anaciel, como si hubiese olvidado algo que era muy
importante, pero por más que lo intentaba no podía recordarlo.
Al igual que antes de que todo comenzara, cuando la música del pueblo llegaba hasta donde ella
estaba bailaba sola entre medio de los árboles, o quizás no tan sola, si no en compañía de un
pequeño y hermoso pájaro de color violeta que siempre estaba rondandola en el lugar, llegando
incluso a posarse en sus manos. Anaciel, ni siquiera aquel guardián, podían imaginar que esa ave
era Noré que, cumpliendo su promesa, cada noche esperó su regreso. Pero esta vez para amarla
desde la distancia, en silencio.
Verla sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque la amaba tal cual era, con sus hermosas
alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no necesitaba que ella hiciese un sacrificio por
amor, pensaba que no era justo que sufriese de esa forma.
El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo. Aquel ángel se había
llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su bien, y en ese momento sintió
que aquello era lo mejor, hasta que llegase el día en pudiesen estar juntos.
Cuatro estaciones pasaron desde aquel trágico día en que Anaciel y Noré tuvieron que separarse,
sin embargo el joven Diablo continuó visitando en secreto a su amada, manteniendo así
inamovibles sus sentimientos por ella.
Anaciel seguía siendo celosamente custodiada por un guardián, ya que aún era una firme
candidata a suceder a un arcángel.
Cientos de veces Noré se preguntó cuando sería el momento indicado para volver a aparecer ante
ella, y a veces en ocasiones en que la desesperación por tocarla lo invadía, se arrepentía de haber
borrado sus recuerdos. Ya que en todo ese tiempo nunca vio una mínima señal de que ellos
volviesen.
Hasta una noche qué, una vez más, él la vistió en su forma de ave...
- Oh!, tú de nuevo...- comentó Anaciel mientras lo tomaba entre sus manos - Siempre estás aquí,
sería extraño ya no verte... eres como una compañía para mi...- lo acarició - me siento un poco
extraña hablando con un ave - sonrió ella.
Se sentó en las raíces de un árbol a admirar las luces lejanas del pueblo, y entre suspiros continuó -
Me gusta venir aquí, pero también me hace sentir sola...
A veces siento que estoy buscando algo que perdí en este lugar... pero ni siquiera sé que es... sólo
es una sensación... -
Noré estaba sorprendido, era la primera vez en todo ese tiempo que la oía pensar en voz alta.
- Tal vez debería darte un nombre, mmm... No... Nor... Noré!, es un lindo nombre aunque un poco
extraño jeje - rio ella - A veces viene a mi cabeza, seguro debo haberlo leído en algún lado... bueno
debo irme, pero seguro te veré de nuevo mañana - terminó mientras lo dejaba sujeto a una rama -
Adiós pequeño - se despidió con una sonrisa y finalmente volvió al paraíso.
Noré sintió que su corazón se detenía, necesitaba quedarse un momento quieto para ordenar sus
pensamientos, ¿Era posible que Anaciel pudiese recordarlo?. Sentía como si estuviese a punto de
tomar su mano pero por apenas unos centímetros no lo lograba.
¿Qué debía hacer ahora?, ¿Cómo podía presentarse nuevamente ante ella?, ¿Qué había cambiado
en la situación?, ¿Podrían estar juntos?, todas esas preguntas giraban en su mente y lo llenaban de
dudas.
La ansiedad trataba de arrastrarlo a la desesperación, pero él se esforzaba por no dejarse llevar.
Necesitaba pensar claramente como acercarse a ella, distanciarla de la custodia y, llegado el caso
en que no lo recordase, enamorarla de nuevo. Escucharla decir su nombre lo había llenado de
nostalgia y deseos, de esperanzas de tenerla de nuevo.
Pero lo que nunca imaginó es que alguien seguía sus pasos en las sombras...
La noche siguiente Noré se demoraría un poco en llegar a su encuentro ya que había mandado a
hacer un somnífero especial para así deshacerse del guardián. Mientras tanto en la tierra de los
humanos, la joven ángel recorría el bosque disfrutando de las alegres melodías que provenían del
pueblo, cuando de repente se encontró con una hermosa y solitaria rosa blanca que descansaba
en las raíces de un árbol.
- Que bella es....- comentó Anaciel quien la tomó entre sus manos, y en un mínimo descuido se
hirió con una de sus espinas - Auch!... tiene demasiadas espinas para ser sólo una rosa...- se
lamentó. Inexplicablemente ante sus ojos aquella flor cambió de color y se volvió completamente
roja - Pero... ¿Qué sucede?...- se preguntó
- Jaja, ahora eres mía preciosa - irrumpió una voz desconocida, y de la oscuridad emergió un
Diablo de cabello blanco eh imponente figura
- No puede ser... un Diablo... - susurró asustada.
- Anaciel cuidado!!! - reaccionó el guardián, pero el Diablo con un sólo movimiento inmovilizó su
cuerpo
- No intervengas... es inútil, ella acaba de hacer un pacto de sangre conmigo - sonrió él.
Anaciel estaba aterrorizada, apenas podía moverse, el Diablo se acercó a ella y con un chasquido
de sus dedos hizo que aquella rosa se convirtiese en cadenas y grilletes que rodearon el cuello y
manos de la joven ángel.
Tomó la cadena del cuello y mirándola a los ojos le dijo - Ahora eres mía - desapareciendo así
ambos en el medio de la oscuridad.
Apenas se fue, el guardián recuperó la movilidad - No puede ser...- se dijo a si mismo y corrió a
llamar a otro ángel.
Al poco tiempo llegó Noré como un ave y al ver a aquellos dos ángeles discutiendo se sorprendió,
ya que uno de ellos era Zarasel, el guardián a quien en aquella ocasión le había entregado a su
amada. Pero de la sorpresa pasó a la desesperación cuando escuchó a uno de ellos decir - Un
Diablo se la llevó, la engañó con una rosa blanca -, y ahí fue cuando decidió hacerse visible
- ¿Dónde está Anaciel? - preguntó sin rodeos
- ¡Eres tú de nuevo! - dijo indignado Zarasel - Tú deberías decirnoslo, ya que otro Diablo la raptó -
continuó
- ¿Quién? -
- No lo conozco, pero dijo que había hecho un pacto de sangre con ella mediante una rosa, tenía el
cabello blanco... - respondió el ángel más joven
- Cabello blanco... y una rosa dices?... entonces fue Hazar...- dijo impactado Noré
- ¿Hazar?, ¿Quién es? -
- Hazar, segundo príncipe del infierno. Otra bestia insaciable y portador del pecado de la
Lujuria...Tu hermano mayor, ¿verdad? - dijo Zarasel.
- Sí - afirmó Noré.
- ¡¡Esto es inaceptable!!, raptar de esa forma a un ángel es una clara provocación a una guerra!! -
exclamó el guardián
- Vamos por ella señor Zarasel, salvemos a la señorita Anaciel - agregó el ángel
- Es inútil, si hizo un pacto de sangre no podrán sacarla de allí, su alma no pasará por las puertas
del infierno - respondió Noré
- Pero... ¿Cómo es posible que haya arrastrado un alma viva al haberno?, él no debería tener
poder sobre los vivos...- preguntó el ángel
- No tiene poder sobre los vivos, pero mediante el pacto de sangre hace que esa alma sea su
esclava y puede hacer lo que quiera con ella -
- Que desagradable, sabía que a ese Diablo le gustaba llevarse a las mujeres hermosas pero
desconocía la forma en que lo hacía... De todos modos no podemos quedarnos de brazos
cruzados, iremos por ella - exclamó Zarasel
- Yo la traeré de vuelta - continuó Noré
- ¿Crees que confiaríamos en un Diablo?, debes estar bromeando -
- Soy el único que puede ir y venir entre los reinos del infierno, aunque llamen a la guerra si no
rompen el pacto de sangre no podrán sacarla de allí -
- ¿Acaso te enfrentarás a tu propio hermano por un ángel? -
- Yo enfrentaría a cualquiera por ella - dijo con determinación Noré.
El guardián y el Diablo se miraron de forma desafiante por un momento mientras los rodeaba un
silencio incómodo.
- Señor Zarasel...- interrumpió en voz baja el ángel
- Tienes tres días para traerla aquí de vuelta, pasado ese lapso la guerra será inevitable - sentenció
el guardián
- De acuerdo, yo me encargo - dijo por último Noré y desapareció.
Zarasel se marchó para informar de lo sucedido a sus superiores y su decisión
- Es una locura... confiar el futuro de un arcángel en las manos de un Diablo...- se decía a si mismo.
Mientras tanto en el Infierno, Hazar admiraba a una Anaciel desvanecida que permanecía
prisionera en una de sus jaulas de cristal.
El Diablo que estaba sentado a su lado le acariciaba el rostro para hacerla reaccionar - Despierta
preciosa...- le susurró al oído y con eso ella despertó. Asustada preguntó - ¿Dónde estoy?... ¿Quien
eres?...-
- Mi nombre es Hazar, segundo príncipe del infierno, bienvenida a mi morada preciosa Anaciel - le
dijo besando su mano
Al verse notó que su vestido era diferente - ¿Qué me has hecho? -
- Nada, aún... jaja. Es sólo que así te ves mucho mejor - con una de sus manos le tomó el rostro y
se acercó lentamente a ella - No tengas miedo, no te haré daño... sé apreciar la belleza de una
mujer - continuó acercándose hasta besar delicadamente su cuello, Anaciel se sonrojó, estaba
asustada pero no podía oponer resistencia ya que su cuerpo parecía no moverse - Así que era
cierto... puedo sentir el olor de mi hermano en ti...-
- ¿Qué quieres decir?...- preguntó sin entender
- ¿Qué?, ¿Acaso no recuerdas a mi hermano? -
- ¿Hermano?... otro Diablo?...-
- Ahh ya veo... así que él hizo eso contigo... bueno, mejor para mí si no lo recuerdas, así podré ser
el único en tu mente - sonrió
Anaciel tenía deseos de llorar, se sentía desprotegida ante aquel ser que había encadenado su
alma
- No te angusties preciosa, siempre que me obedezcas no tendré que usar la magia del pacto para
controlarte. Si lo deseas también puedo ser un príncipe para ti... o un animal salvaje... lo que tú
prefieras - le dijo mientras acariciaba su pelo.
- Me das miedo... no confío en ti... ¿Qué quieres de mi?...- preguntó ella
- Honestamente en un principio era para fastidiar a alguien, pero cuando te vi sembraste una duda
en mi, y necesito saber la verdad, por eso te traje hasta aquí -
- ¿A qué te refieres?...-
En ese momento tocaron la puerta - Señor Hazar a llegado el Espectro que mando a llamar - dijo
un sirviente desde fuera
- Perfecto, hazlo pasar -
Entró a la habitación una figura de aspecto cadaverico y ropas negras - Con permiso Señor -
- Adelante Arza, aquí está ella -
- Oh! en verdad lo hizo, no puedo creer que se haya atrevido a traer un ángel hasta el Infierno -
- Ya me conoces, los límites no existen para mi. ¿Puedes hacerlo? -
- ¿Leer su alma?, claro, aquí traje el espejo de la vida -
- Entonces hagámoslo -
- ¿Qué es eso?, ¿Qué piensan hacerme? - preguntó asustada Anaciel
- No te preocupes, esto no te dolerá...- le dijo el Espectro.
Mientras tanto, en el tercer infierno, Noré había regresado a su propio palacio en busca de una
espada que le había sido otorgada por su padre como guardián del infierno de la ira, al igual que a
cada uno de sus hermanos. Cuando estaba a punto de marcharse con el arma, fue interceptado
por Vittorio, cuarto príncipe y portador de La Pereza
- Vittorio, ¿Qué haces aquí? - preguntó sorprendido Noré
- Vine a ver que es lo que está pasando, últimamente tú y Hazar han estado actuando extraño,
pero hoy todo está revolucionado por aquí, díme que sucede -
Noré a regañadientes respondió - Recuerdas que te hable de Anaciel?...-
- Si -
- Hazar la arrastró hasta aquí con un pacto de sangre, tengo que sacarla de este lugar lo antes
posible o los ángeles llamarán a la guerra -
- Ese idiota... en verdad lo hizo...-
- ¿De qué hablas?, ¿Sabes que planea Hazar? -
- Sé de algo que me dijo hace un tiempo Rustem, él habla más seguido con Hazar...-
- ¿Qué sabes? -
- Hace un tiempo que Hazar te sigue a escondidas al mundo humano, dijo que tenía curiosidad por
Anaciel -
- Desgraciado... ni siquiera lo noté -
- Pero de repente le surgió la loca idea de que esa ángel es la reencarnación de una mujer a la que
él amo en el pasado...-
- ¿Qué... dices?... tiene que ser una broma - dijo impactado Noré.
- No es una broma, está totalmente convencido de ello. Incluso dijo que la única forma de saber
quien era ella en su vida pasada era que un Espectro leyese su alma a través del espejo de la vida,
y para eso debía traerla hasta aquí. Rustem trató de convencerlo de que traer un ángel al infierno
era una locura, pero veo que no tuvo éxito -
- Ah perdido la cabeza...-
- Pero... y si resulta que tiene razón?...-
- Eh? Que dices? -
- ¿Y si es verdad que ella es esa persona del pasado?, ¿Qué harás? -
Noré hizo un breve silencio y respondió - No me importa quien haya sido ella en su vida pasada, en
esta vida es Anaciel, mi Anaciel. No dejaré que él haga lo que quiera con ella...-
Y al mismo tiempo, en el palacio de Hazar...
- Mire señor, el reflejo que ve en el espejo es ella en su vida anterior - dijo el Espectro mientras
sostenía aquel espejo frente a Anaciel.
- Lo sabía... lo supe desde el primer momento en que te vi... esos ojos son inolvidables para mi...
eres tú... mi hermosa Anna...- le dijo Hazar a una perpleja Anaciel que miraba en su reflejo la
imagen de una joven similar a ella...
- ¿Quién... es ella?... ¿ Quién es Anna?...¡¿Qué está pasando?! - preguntó asustada Anaciel.
Hazar la tomó de los hombros por detrás y le dijo -Tranquila, entiendo que puede ser confuso,
pero ella eres tú en tu vida anterior - sonrió
- ¿Señor que hará ahora?, ¿Desea seguir con el plan? - preguntó el Espectro.
- Claro Arza, ve y has los preparativos. Quiero que se haga lo más pronto posible - respondió
satisfecho.
- Entendido señor - dijo por último y se retiró.
Anaciel había quedado helada, sentada dentro de la jaula, no podía terminar de comprender la
situación. El Diablo tomó asiento a su lado y acariciando su rostro suspiró - Veo que sigues
asustada, puedo explicartelo si lo deseas preciosa -
Ella sólo lo observó en silencio sin poder decir una palabra.
- Me miras igual que Anna la primera vez que nos encontramos... esos hermosos ojos verdes,
brillantes, llenos de incertidumbre y temor...-
- ¿Quién es Anna?...-
- Esto fue hace mucho tiempo... cuando solía ir al mundo humano para divertirme. Las mujeres
humanas son hermosas, atrevidas y algunas lujuriosas, pero no hay nada más atractivo para un
Diablo que un ser inocente y puro... Anna era una humilde muchacha de un pueblo que visitaba,
era joven, de cuerpo pequeño pero esbelto y de una inocencia que me volvía loco... era perfecta.
Habíamos cruzado palabra sólo un par de veces, era tan pura que no me atrevía ni a tocarla, hasta
que un día lo hice. La cortejé, insistí una y otra vez hasta que finalmente la hice mía. Creí que tenía
la situación bajo control, pero luego me di cuenta que quien me había hecho suyo era ella...
Esa dependencia hacia Anna me asustó, no quería aceptar que yo, un poderoso príncipe del
infierno, hubiese caído prisionero del amor de una niña... quería dejar de verla, pero de sólo saber
que me esperaba cada noche era suficiente para correr hacia ella. Así que intenté que se alejara
de mi asustándola, una noche le revelé que era un Diablo, pero al verme lo único que dijo es que
mis verdaderos ojos eran mucho mas hermosos... ¿Cómo podría no quererla?, decía amarme tal
cual era, no tenía escapatoria.
Entonces tomé el único camino que me quedaba, simplemente desaparecí, la abandoné sin decirle
nada.
Traté de olvidarla con otras mujeres, en otros lugares, pero fue imposible, seguía tan viva en mi
como el primer día. Cuando decidí volver por ella descubrí la fragilidad de los humanos... pues
había fallecido producto de una enfermedad.
Si núnca la hubiese dejado tal vez podría haberla salvado. Sentí que el corazón se me partió, pero
decidí esperarla en su siguiente vida.
La busque entre los humanos, incluso en el mismo infierno, y ahora que te veo todo tiene sentido,
un ser tan inocente sólo podía reencarnar en un ángel - sonrió Hazar
- Pero... yo no soy ella...-
- Claro que lo eres, es increíble como un alma, aunque pase de cuerpo en cuerpo, conserva la
misma esencia...
En cuanto te vi supe quien eras, los mismos gestos, personalidad, todo -
- Yo... no sé quien eres... -
- Eso no es importante para mi, yo a ti sí te conozco y es suficiente. Supongo que debo agradecerle
a cierta persona, de no ser por él nunca te hubiese encontrado je je - rio con ironía
- ¿Y qué harás conmigo ahora?, ¿Acaso me tendrás aquí encerrada por siempre? -
- No, tengo mejores planes para ti... te convertiré en un demonio -
- ¿Qué...?
- Lo que oíste preciosa, con mi sangre Arza hará una posión y te volverás un demonio, así ya no
tendré que preocuparme de que los ángeles vengan por ti. Serás mía para siempre -
- Estás loco...-
- Ja ja ja!, Claro que estoy loco!, hace años que estoy loco por ti... ¿imaginas lo que sentí cuando
volví a buscarte y sólo encontré una lápida?..- le dijo mientras se acercaba más a ella mirándola
con sus ojos brillantes.
Anaciel intentó evadirlo pero él con un sólo movimiento de su mano la obligó a recostarse en
aquella jaula.
Hazar se abalanzó a medias sobre ella y le susurró - ¿Sabes cuál fue tú único pecado?, robar el
corazón de un Diablo... cuando amamos somos esclavos de nuestros sentimientos, al punto tal que
haremos cualquier cosa por tener lo que queremos, incluso perseguirlas en cien vidas -
Sin poder moverse, estaba limitada solo a escucharlo en silencio. En un momento Hazar tomó su
rostro con ambas manos y la besó intensamente, ella quedó impactada por tal acción.
- No sabes como extrañaba la sensación de tus labios dulces...- le dijo apenas separados por unos
centímetros, luego bajó lentamente por su cuello - y tu piel tan suave, es como la recordaba...
despierta viejos y salvajes deseos en mi... pero aún no, ya tendremos tiempo para eso preciosa -
sonrió.
Anaciel respiró aliviada - Déjame ir, estás en un error... no soy ella -
El Diablo se puso de pie - Ja ja no estoy equivocado, soy consciente de lo que digo y hago... No
quisiera tener que dejarte encerrada, pero como aún te resistes, no quiero que cometas una
locura en mi ausencia - le dijo y cerró la jaula - Ya te perdí una vez, no dejaré que pase de nuevo...-
terminó y se retiró de la habitación cerrando una enorme puerta atrás de él.
La joven ángel seguía asustada, pero se decía a si misma que no tenía tiempo para llorar,
necesitaba encontrar la manera de salir de allí.
Al los minutos que Hazar se fue, ella recuperó nuevamente el control sobre su cuerpo. Intentó
todo lo que estaba a su alcanze, pero aquella jaula era un cubo perfecto de cristal que no podía
romper.
El tiempo siguió corriendo y Anaciel pasó de la determinación por escapar a la aceptación con
tristeza de su destino, ya que no veía forma de salir, poco a poco iba perdiendo la fe.
Hasta que en un momento comenzó a oir fuertes ruidos que venían de afuera, no podía distinguir
que era, pero parecían ser gruñidos y pisadas que cada vez se sentían más y más cerca. En un
momento la puerta se abrió con violencia y entraron dos enormes perros del infierno que
asustaron terriblemente a Anaciel, nunca antes había visto criaturas así de feroces. Lentamente se
fueron acercando a la jaula, ella no podía dejar de mirarlos con lágrimas en sus ojos por el miedo,
hasta que en un momento distinguió la figura de un hombre que se acercaba deprisa. Parecía
gritar su nombre, pero no podía escucharlo bien, y al verlo en detenimiento pudo notar que, al
igual que Hazar, tenía cuernos en su cabeza, se trataba de Noré.
Para ella era un completo desconocido, su única certeza es que era un Diablo y por alguna razón se
lo veía desesperado. Con la empuñadura de su espada, Noré golpeó repetidas veces el cristal hasta
que logró romperlo - Anaciel, vamos! - exclamó él.
- ¿Quien eres...? - preguntó ella desconfiada.
- Eso no importa ahora, he venido a sacarte de aquí. Ven conmigo por favor - insistió.
La ángel, sin más opción, decidió tomar su mano y juntos salieron corriendo por los pasillos del
lugar escoltados por aquellos feroces perros.
En su camino se interponían los demonios sirvientes de Hazar - ¡Belzet al frente!, ¡Zero detrás de
nosotros! - ordenó el Diablo. Noré controlaba a los perros como si fuesen soldados de ataque y así
abrirse paso hacia la salida.
En un momento fueron rodeados por un grupo de temibles demonios que buscaban hacerse
nuevamente con Anaciel - Señor Noré devuelva el ángel, le pertenece al Señor Hazar - dijo un
sirviente principal.
- Núnca, ella vendrá conmigo - respondió lleno de determinación.
- Lo siento, pero no podemos dejar que se la lleve -
- Entonces enfréntenme, si se atreven -
Las criaturas avanzaban hacia él - Belzet, Zero, protejan a Anaciel! - terminó por decir el Diablo y
se enfrentó a los demonios con su espada en la mano derecha y la otra totalmente desarmada.
La fuerza y destreza que desplegaba eran impactantes, Noré era un guerrero formidable, al igual
que sus hermanos, un soldado del infierno.
En medio de la adrenaliana un pensamiento atravesó su cabeza, Anaciel no conocía ese lado
salvaje y violento de él, temió que al presenciar eso ella le tuviese miedo. Pero rápidamente se
dijo a si mismo que ya no era importante si le temía, mientras pudiese sacarla sana y salva de allí.
El enfrentamiento duró apenas unos minutos, Noré había resultado victorioso y rápidamente
escapó del palacio de Hazar. Al salir del mismo se dirigió a las enormes puertas que estaban por
fuera del lugar, una llevaba al primer reino, el del orgullo, mientras que la otra al suyo, el infierno
de la ira.
Su intención era ir hacia el reino del orgullo, pero aquella puerta estaba sellada con una poderosa
magia. Así que sin más opción, y viendo que otros demonios venían por ellos, decidió volver a su
reino ya en la compañía de Anaciel.
Atravesaron la puerta y él velozmente la cerró con su magia para que más nadie pudiese cruzar.
Podía escucharse como las criaturas intentaban atravesar sin éxito, agitado, Noré resoplaba de
alivio ante la mirada de una Anaciel aún confundida por la situación.
Con todo lo sucedido él ni siquiera había tenido la oportunidad de hablarle de manera apropiada,
se acercó a ella con esa intención, pero al verla se dejó llevar por la emoción y la abrazó con todas
sus fuerzas - No sabes cuanto deseaba volver a abrazarte... moría por tocarte una vez más... mi
ángel...- dijo con ternura.
Anaciel se sonrojó, y en un susurro preguntó - Quién...eres?...-.
Mientras tanto en algún lugar del quinto infierno, Hazar se encontraba en el templo del Espectro,
entregando su sangre para conjurar la posión - ¿Con esto será suficiente? - preguntó el Diablo,
dejando caer la sangre que brotaba de la palma de su mano.
- Sí señor, se lo aseguro - respondió Arza.
En ese momento se hizo presente el quinto príncipe y guardián de la Codícia, Salomón - Así que
aquí estabas - dijo mientras veía a Hazar cerrar su herida.
- Que sorpresa Salomón, ¿qué te trae por estos rincones? -
- Este es mi territorio, es normal que me interese si veo movimientos extraños, y más si se trata de
ti Hazar...-
- Sí!, ¿y ahora que tramas Hazar? Je je - Rio una voz desde la oscuridad, era Kalir, sexto príncipe y
portador de la Gula.
- ¿Tú también Kalir? - se sorprendió Hazar.
- ¿Y qué esperabas?, todos hablan de que regresaste de afuera con un ángel en tus brazos, quiero
saber más al respecto. Tú y Noré núnca dejan de entretenernos, ¿verdad? Ja ja - rio con sarcasmo.
- ¿Un ángel?, así que finalmente lo hiciste... la trajiste hasta aquí - continuó Salomón.
- Así es, ¿Lo dudabas? - sonrió Hazar.
- De ti ya nada me sorprende, pero si estás en este lugar es por que tramas algo más.
¿Comprobaste que se trata de ella? -
- Sí, es ella, es Anna -
- ¿Y que piensas hacer ahora? -
- La convertiré en un demonio, es la única forma en que los ángeles no podrán quitarmela -
- ¿Convertirla en un demonio?... ¿sabes que ella puede morir verdad?... si fuese humana sería
posible, sus cuerpos son más maleables, pero en un ángel su naturaleza divina buscará rechazar la
maldición y moriría en el proceso... -
- Sí, sé que es una posibilidad -
- ¿Y qué harás si eso sucede?, eres consciente de que Noré te matará si algo le ocurre a ese ángel,
¿Es lo que estás buscando? -
- Ja ja, no me interesa pelear con mi hermanito, si logró convertirla en un demonio será mía y si
muere de todos modos su alma ya me pertenece, haga lo que haga Noré está batalla ya la he
ganado -
- Bueno, de todos modos es como si estuviese haciéndole un favor al tratar de convertirla, de
quedarse como un ángel no sobrevivirá en este lugar por la atmósfera del infierno, a menos que la
tengas encerrada en una de tus jaulas - dijo Kalir.
- Así es -
- Sí llegase a morir, ¿me dejarías comer su corazón?. Los corazones de las mujeres hermosas son
deliciosos, pero núnca he probado el de un ángel ja ja - preguntó con sinismo Kalir.
- Ja ja, te aprecio Kalir pero estas demente, jamás te dejaría ponerle un sólo dedo encima, viva o
muerta ella es mía - respondió intimidante Hazar.
- ¿Por qué haces esto Hazar?, ¿Por qué vas tan lejos? - interrogó Salomón.
Hazar hizo un breve silencio y reflexionó - Por qué estoy desesperado Salomón... ahora que la he
vuelto a encontrar siento que si no la tengo me muero... ustedes no lo entienden por que no
saben lo que se siente, ni siquiera yo termino de entenderlo... Sólo sé que el cuerpo me lo pide, los
recuerdos me abruman... con sólo verla se despierta toda clase de emociones en mi... y si Noré
quiere quitarmela tendrá que matarme, si es que puede... - declaró Hazar con una mirada llena de
fuego...
- ¿Quien eres?...- preguntó nuevamente Anaciel.
- Yo... soy Noré - respondió él.
- Noré?... ¿Eres un Diablo también?...-
- Sí...-
Ella lo miró en silencio por un segundo - ¿Por qué tú- - intentó preguntar pero repentinamente se
sintió mal.
- Anaciel!, ¿Qué ocurre?, ¿Te sientes mal? - se preocupó Noré.
- Estoy... mareada.... y muy cansada...- terminó de decir ella y se desvaneció.
Él la tomó en sus brazos - Está respirando...- dijo aliviado, subió a Belzet cargando con ella y se
marcharon a su palacio.
A llegar al mismo fueron recibidos por un sirviente principal - Señor Noré - dijo el demonio.
- Garono ven conmigo - ordenó el joven Diablo mientras cargaba a Anaciel.
La llevó hasta su cuarto y la recostó en su enorme cama mientras ella aún seguía sin reaccionar -
¿Qué le ocurre Garono?, ¿Por qué se siente mal? - preguntó Noré.
- A simple vista señor puedo decir que es por la atmósfera del infierno, puede resultar tóxica y
consumir su energía por ser un ángel, lo mismo pasaría con usted en el paraíso - respondió él
sirviente.
- Entiendo... ¿No hay nada que pueda evitarlo? -
- Veré que puedo hacer, tenerla en un lugar cerrado sin respirar directamente el aire de fuera la
hará sentirse mejor, pero aún así... -
- Lo sé, ahora entiendo por qué Hazar la tenía en esa jaula. Sabía sobre esto... - comentó Noré
mientras acariciaba el rostro de ella - Garono, manda a llamar a Vittorio, necesito hablar con él -
- Entendido señor, enviaré por él - dijo el sirviente y se marchó de la habitación cerrando la puerta.
- Te prometo que te sacaré de aquí... sea como sea... no te dejaré morir en este lugar...- susurró el
joven Diablo mientras se acercaba más a Anaciel, que aún permanecía dormida, y con ternura
robó un suave beso de sus labios, para luego quedarse a su lado esperando a que despierte
mientras tomaba su delicada mano.
Al tiempo Anaciel despertó sobresaltada, y lo primero que vio fue a aquel Diablo que le sonreía
amablemente - ¿Cómo te sientes? - preguntó él.
- Bi... bien - respondió confundía aún - ¿Qué me ocurrió? -
- Te desmayaste por respirar el aire del infierno, pero aquí dentro estarás bien -
- ¿Donde estamos? -
- Este es mi palacio -
La joven ángel miró a su alrededor y notó que, aunque estaba en una cómoda cama, toda las
aberturas de la habitacion estaban cerradas - ¿Soy... tu prisionera también?...- preguntó mientras
intentaba cubrirse con la sábana.
- No, no, tranquila... yo sólo quiero ayudarte -
-¿Ayudarme?... nosotros nos conocemos?...-
- Si, somos... amigos - respondió dudoso Noré, no quería asustarla con sentimientos de amor, ya
que sabía que Hazar seguramente le había hecho pasar un mal momento por lo mismo, y continuó
- Le di mi palabra a Zarasel de que te sacaría de aquí, después de todo soy un príncipe del infierno
y todo lo que afecte a mantener cierto equilibrio entre nuestros mundos también me incumbe -
- ¿Conoces a Zarasel? - se sorprendió ella, si conocía a semejante guardián Anaciel comenzó a
pensar que él le estaba diciendo la verdad.
- Así es, primero debo romper el pacto de sangre que mi hermano te obligó a hacer, de esa forma
lograré que tu alma pase por las puertas principales del infierno -
- ¿Eres el hermano de Hazar?... ahora entiendo... por eso es que él dijo que sentía el olor de su
hermano en mi... ¿Eras tú no es así?, así que en verdad somos amigos... pero... ¿Por qué no puedo
recordarte?...- preguntó mientras se acercaba más a él para tratar de reconocer su rostro.
- Te lo explicaré luego... ahora necesito que me digas que te hizo él, ¿Te dijo que planea? -
- Todo fue muy confuso... dice que soy Anna... y que me convertirá en un demonio, así los ángeles
no podrán venir por mi...-
- ¡¿CONVERTIRTE EN UN DEMONIO?!, ¡ese infeliz a perdido la cabeza! - dijo molesto Noré.
- Todo esto me da miedo... sólo quiero salir de aquí... me siento muy indefensa a su lado...-
comentó con lágrimas en sus ojos Anaciel.
- No llores por favor... no tolero verte triste...- la consoló él mientras secaba delicadamente sus
lágrimas con su mano, ella se sorprendió con ese gesto - Te sacaré de aquí y podrás volver a bailar
en el bosque... como a ti te gusta...-
- Eh?... como lo sabés?...-
Noré sólo sonrió y continuó - Debes sentirte incómoda con esa ropa, te traje este vestido, es de los
que te gustan usar -
Anaciel miró a su lado y sobre la cama había tendido un hermoso vestido, efectivamente era de los
que ella amaba llevar puesto. Volvió su mirada a él y preguntó - ¿Cómo es que sabes tanto de mi...
y yo apenas conozco tu nombre?...-
- Ya te lo dije, somos amigos...- sonrió nuevamente él y se puso de pie - Bueno, te dejaré
descansar, todo esto debe ser demasiado para ti. Iré a resolver unos asuntos pero volveré por ti...
No es mi intención que te quedes encerrada en esta habitación. Puedes recorrer todo el lugar si
quieres - dijo mientras se acercaba a la puerta.
- Noré...? -
- ¿Si? -
- Gracias...-
- No me agradezcas... es lo mínimo que puedo hacer, todo esto es mi culpa... No he hecho más
que meterte en problemas desde que te conocí...- terminó de decir con misterio y se marchó
cerrando la puerta.
Anaciel quedó pensando sobre sus últimas palabras sin entender a que se refería. Todo era muy
confuso, ¿Cómo podía ser que el mismo día se topase con dos Diablos tan distintos entre sí?, uno
posesivo y lujurioso, el otro amable y encantador.
No sabía que hacer, Noré era un misterio para ella, aunque no podía recordar nada de él, quería
confiar en sus palabras. El hecho de que supiese sobre ella en el bosque y los vestidos que usaba le
daban el indicio de que al menos no mentía cuando decía conocerla.
Se quedó recostada en aquella cómoda cama un tiempo más, luego se colocó el vestido que le dio
y se propuso salir a explorar aquel lugar, pero al abrir la puerta se topó con que fuera de esta
estaban apostados los perros de Noré.
Eran enormes, Anaciel no pudo evitar impresionarse, ni siquiera se atrevía a cruzar entre medio de
ellos. En ese momento apareció el joven Diablo - Ah!, disculpa, olvide decirte que dejaría a Belzet y
Zero cuidándote, ¿quieres salir?. Ven, no tengas miedo - .
Ella pasó temerosa al lado de ambos hasta llegar a él - ¿Te asustan? - le preguntó.
- Sí... se ven feroces -
- Dame tu mano, déjame mostrarte algo -
Noré tomó su mano y la colocó lentamente sobre la cabeza de Belzet, para sorpresa de Anaciel el
perro se mostró completamente dócil - Belzet y Zero son mis sirvientes, ellos te cuidarán siempre
que yo no esté cerca -
- Increíble, son muy suaves... se ven tan agresivos -
- ¿Lo ves?, no siempre lo que parece malo en verdad lo es - le dijo mientras la miraba a los ojos
sonriendo.
Anaciel sólo pudo observarlo en silencio.
- Ven conmigo, te mostraré el resto del lugar - continuó él, y la guió tomando su mano.
Era un palacio en verdad enorme, rodeado de lujo en un estilo gótico y servido por pequeñas y
extrañas criaturas, demonios que seguían fielmente las órdenes del Diablo.
Mientras caminaban por uno de los pasillos ella preguntó - Dices que eres un príncipe del infierno,
¿Entonces eres un guardián? -
- Así es, soy el guardián del infierno de la Ira -
- ¿Y qué significa ser un guardián? -
- Yo me encargo de custodiar las almas que han muerto bajo el pecado de la ira, una vez que han
cumplido sus sentencias se ve la posibilidad de liberarlas para así reencarnar -
- Es increíble, no lo sabía en detalle -
- Sí, se podria decir que somos los que hacemos el trabajo sucio después de la muerte... en
realidad nunca fue de mi interés ser un guardián, pero mi padre nos obligó a competir entre
nosotros para así asignarnos un infierno a cada uno de la hermanos -
- ¿Tienes más hermanos? -
- Sí, somos siete en total -
- ¡¿Siete?! - se sorprendió ella.
- No te preocupes, trataré de que no te causen problemas - sonrió él - Llegamos, quería mostrarte
este lugar...- dijo él y abrió una enorme puerta que daba paso a un bello salón.
- Que hermoso es... nunca imaginé que pudiese existir un lugar así en el Infierno...- exclamó
asombrada Anaciel.
- Cualquier lugar es hermoso si tu estás...- dijo en voz baja Noré, pero ella pudo oírlo y quedó
mirándolo.
El joven Diablo chasqueó los dedos y una hermosa melodía comenzó a sonar - ¿Música?...-
preguntó ella.
Él extendió su mano y dijo - Bailamos...? -.
Anaciel estaba impactada, no podía evitar preguntarse ¿Quién era este Diablo tan galante?, ¿Qué
había detrás de tanta amabilidad?... Sin saber por qué, tomó su mano y él la acercó más hasta
rodear su cintura - Pero... yo no sé bailar...- se excusó ella.
- Sólo déjate llevar...- la convenció él.
Apenas dieron el primer paso juntos fue como si se conocieran de toda una vida, bailaban con tal
fluidez que parecía que núnca se hubieran separado.
Anaciel se sentía felíz, no pudo evitar esbozar una sonrisa, y él simplemente no podía dejar de
mirarla con ternura.
Cuando la música acabó, ambos quedaron en el medio del salón, mirándose fijamente, se podía
sentir cierta tensión entre ellos.
Hasta que ella rompió el silencio con una pregunta - ¿Quién eres en verdad?...-.
Noré sonrió - Alguien que haría lo que sea por ti... mientras me mires así...- y besó su mano.
La joven ángel se ruborizó por completo, sintió que su corazón se aceleró terriblemente, y en eso
alguien tocó la puerta, era Garono - Señor Noré, ¿podría venir un momento?, lo necesitamos - dijo
el sirviente.
- Disculpame Anaciel, regreso en un momento. Siéntete libre de estar donde quieras, Belzet y Zero
estarán cerca -
- Gracias...- dijo ella aún apenada y Noré se retiró.
Estaba aturdida por sus emociones, ¿Qué es lo que le sucedía?, ¿Era posible que se sintiera atraída
por ese Diablo?.
Decidió quedarse en ese salón tratando de tranquilizar su corazón.
Pasó un tiempo allí sentada y en un momento notó que el techo era bastante alto así que, para
matar el tiempo, decidió intentar volar, ya que si pasaba mucho tiempo sin hacerlo sus alas se
volvían perezosas y olvidaba como hacerlo correctamente.
Lo intentó varias veces, pero sumado a la debilidad de su cuerpo por el ambiente ni siquiera podía
elevarse unos centímetros del suelo.
En ese instante llegó Vittorio, luego de recibir el llamado de Noré.
Iba por el pasillo cuando, por entre medio de una puerta apenas abierta, vio a Anaciel. Estaba de
espaldas a él, decidió intentarlo una vez más y desplegó sus hermosas alas. Vittorio quedó
impactado, nunca antes había visto a un ángel de cerca. Logró volar hasta el techo pero
inesperadamente una de sus alas falló comenzando así a caer, rápidamente Vittorio entró al salón
y la atrapó entre sus brazos evitando que se lastimase.
Cruzaron miradas por un momento, definitivamente ella no se parecía a nada que hubiese visto
antes ya que Vittorio, por propia voluntad, núnca había salido del infierno. Le parecía extraña pero
hermosa - Gracias... - dijo ella aún asustada por la caída.
- Estas... bien?...- preguntó él que no podía dejar de mirarla y la bajó delicadamente.
- Sí, debo haber fallado por el cansancio -
- No deberías intentar volar si no tienes fuerzas, te harás daño...-
- Tienes razón, lo siento...-
- No es para que te disculpes...-
- Es que siento que hace mucho no muevo mis alas, y si no lo hago pierdo la costumbre -
- Entiendo... - dijo Vittorio manteniendo cierta distancia, pero por dentro pensaba en lo hermosa
que era.
En ese momento apareció Noré - Vittorio?, ya estás aquí - se sorprendió.
- Acabo de llegar...-
- Ya veo, Anaciel él es uno de mis hermanos, Vittorio, el cuarto príncipe - lo presentó.
- Así que es tu hermano... gracias por lo de antes Vittorio - agradeció nuevamente ella.
- No fue nada...-
- ¿De que hablan?, ¿Qué ocurrió? - preguntó Noré.
- Estaba intentando volar pero mi ala falló y caí, Vittorio evitó que me lastimara atrapándome -
- ¿Tú Vittorio?, eso es raro en ti - agregó Noré.
- No es para tanto...No podía dejar que se lastimara, sé lo que es ella para ti...-
- ¿Qué quieres decir? - preguntó ella.
- No es nada Anaciel, no le hagas caso - irrumpió Noré - Discúlpanos, pero debo hablar a solas con
mi hermano -
- Esta bien - dijo ella, y ellos se retiraron a hablar al balcón.
- ¿Qué fue eso de recién?... No me digas que no le has dicho quien eres - interrogó Vittorio.
- No. Ella no me recuerda... y para no asustarla como Hazar le dije que éramos amigos -
- Ya veo... -
- Me siento miserable, por que una parte de mi está feliz de tenerla aquí pese a las circunstancias -
- Sí, todo es una locura... entonces?, ¿de que querías hablar?...-
- Seré directo, necesito pedirte dos favores -
- ¿Dos favores?... interesante...-
- Para sacarla de aquí primero debo deshacer el pacto de sangre con Hazar, el único que podría
hacerlo es Loxur, pero cuando intenté pasar al primer infierno la puerta estaba sellada,
seguramente el maldito de Hazar lo hizo. Así que necesito que le pidas a Rustem que nos traiga la
joya de transporte, esa que está en la entrada principal y transporta las almas a los infiernos. Con
ella podremos ir directamente al reino del orgullo sin la necesidad de pasar por la puerta. "
Como Rustem es el único capaz de volar, puede alcanzarla a la altura que está -
- ¿Y por qué no se lo pides tú?...-
- Ya sabes que Rustem es bastante volátil y si yo se lo pido sólo jugará conmigo, en cambio contigo
es más serio, te escuchará -
- Comprendo... ¿y el segundo favor?...-
- Ese sería en caso de que no hallemos a Loxur a tiempo, tendré que recurrir a la segunda
opción...-
- ¿Te refieres a...-
- Sí, mataré a Hazar. Sé que por propia voluntad no la liberará así que no me dejará más opción
que matarlo para romper el pacto...-
- ¿Estás seguro de hacer eso?... sabes las consecuencias...-
- Sí, por eso el segundo favor sería que si algo me pasa tú seas quien la saque de aquí luego de
liberarla -
- Entiendo...-
- Lamentablemente todo está en contra de ella, Zarazel me dio un plazo de tres días para sacarla
de aquí, pero de la forma que este lugar le afecta, no resistirá... y para peor Hazar quiere
convertirla en un demonio a riesgo de que pueda morir -
- ¿Convertirla en un demonio?... definitivamente esta loco -
- Al paso que va ni siquiera podré sacar su alma de aquí, ese desgraciado la tendrá para siempre...
¿Qué dices?, ¿Me ayudarás? -
Vittorio hizo un breve silencio, miró hacia dentro del palacio y vio a Anaciel acariciando a los
perros de Noré - Dime... ¿De verdad vale la pena ir tan lejos por ella?...- preguntó.
Noré volteó a verla y respondió - No tienes idea... haría cualquier cosa por ella. Tal vez si algún día
te decides a salir al mundo exterior te enamores de alguien así como lo hice yo -
- No gracias... Prefiero seguir así y no exponerme a hacer tantas estupideces como ustedes - dijo
con sarcasmo Vittorio.
- Ja ja, tienes razón... pero es algo que no se puede controlar. ¿Me ayudarás? -
- Esta bien... Iré a hablar con Rustem...-
- Sabía que podía contar contigo, te estaré siempre en deuda -
- Dejémoslo ahí... volveré apenas tenga novedades -
- Entiendo, gracias -
Vittorio hizo un gesto de saludo en silencio y se marchó.
Mientras tanto, en el segundo infierno, Hazar acababa de regresar a su palacio, topándose con el
rastro de sangre y destrucción que había dejado Noré a su paso.
Cuando fue a la habitación donde tenía a Anaciel, se encontró con la jaula destruida y unas pocas
plumas que habían quedado en ella.
- Así que se la llevó el infeliz... -
- Disculpe señor Hazar, no pudimos detenerlo...- dijo el sirviente.
- No te preocupes, conozco a Noré, sé de lo que es capaz - respondió mientras tomaba una de las
plumas y la admiraba - Actuó más rápido de lo que esperaba... pero sólo necesito pensar como el
salvaje de mi hermano para adivinar que hará... y creo que ya sé que es lo que planea... pronto la
recuperaré...-.
Luego de todo lo sucedido Noré fue hasta su habitación, allí estaba Anaciel, se había quedado
dormida nuevamente debido a la falta de energía.
Se sentó a su lado en la cama y notó que ella lloraba entre sueños, era la primera vez que la veía
así.
Delicadamente con su mano secó sus lágrimas y ante ello Anaciel despertó - Disculpa no quería
despertarte - se disculpó él.
- No te preocupes... estoy bien - respondió ella mientras se sentaba a su lado en la cama.
- Es que te vi llorando y pensé que tenías un mal sueño -
- No era eso... de verdad estoy bien... pero tú sí te ves preocupado, ¿Qué ocurre? -
- Debo sacarte de aquí lo antes posible... Vittorio me ayudará, pero igual siento que el tiempo se
agota...-.
Anaciel sólo lo miraba en silencio - Pero no temas, encontraré la manera, te lo prometo - continuó
él.
Ella tocó su mano y dijo - No tengo miedo, yo confío en ti... Noré -
- Eh?...- se sorprendió el joven Diablo e inesperadamente Anaciel le dio un tierno besó en la
mejilla.
Noré quedó impactado por aquella acción, pero no sólo por eso, también por la forma en que dijo
su nombre con tanta confianza - No puede ser... Anaciel... tú... - trató de preguntar él.
Ella sólo lo miró con una dulce sonrisa - Siempre fuiste tú verdad?... eso tan importante que no
podía recordar... eras tú...- dijo y una lágrima rodó por su mejilla.
Aquellos gestos de amor y frases sueltas al azar habían hecho un sendero de migajas en la mente
de Anaciel, logrando armar parcialmente un rompecabezas en su cabeza mientras dormía, y
llegando a recuperar parte de sus recuerdos tan preciados...
- ¿Qué es lo que recuerdas?...- preguntó nervioso Noré.
- Sólo algunas cosas... por ejemplo, cuando nos enamoramos y el momento de nuestra
despedida... todo lo que vivímos aún está borroso para mi - respondió mientras acariciaba el
rostro de él.
- Entiendo...-
- Pero puedo recordar este pequeño detalle... - dijo y tomó de los hombros a Noré, obligándolo a
recostar su cabeza en el pecho de ella - sé que te gustaba estar así...- continuó, mientras deslizaba
su mano en el cabello de él.
El joven Diablo se sorprendió, estaba conmovido, oír el latir sereno del corazón de Anaciel era un
remedio que calmaba su ansiedad.
- Dime... ¿Por qué te olvidé Noré? - preguntó ella.
- Perdóname... yo fui quien lo hizo. El día de nuestra despedida estabas sufriendo tanto que sólo
quise liberarte de esa carga...-
- Ya veo... no te preocupes, no debes disculparte. Sé que lo hiciste por que me amas... pero por
favor prométeme una cosa -
-¿Qué?...-
- Que pase lo que pase no me harás olvidarte de nuevo, por que yo no me arrepiento de haberte
conocido... y nunca lo haré - afirmó con dulzura.
- Anaciel...-
- Prométemelo Noré...-
- Lo prometo - dijo y, aun recostado sobre su pecho, se abrazó con fuerza a ella.
- ¿Tú siempre estuviste allí verdad?... junto a mí en el bosque -
- Sí...-
- Lo sabía... yo no iba a ese lugar sólo por la música, lo hacía por que algo en mi corazón me decía
"alguien te espera allí "... todo este tiempo te estuve buscando sin saberlo... la incertidumbre me
mataba -
Noré la miró a los ojos y preguntó -¿De verdad?... pero yo borré todos nuestros recuerdos de tu
mente... cómo es posible? -
Anaciel tomó su rostro con ambas manos y le dio un suave beso en los labios - Puedes borrar un
nombre, pero no desaparecer un sentimiento...- respondió con una sonrisa.
Él la abrazó nuevamente - Anaciel... tengo miedo de lo que sea capaz de hacer... por que ya no
deseo dejarte ir nunca más... pero no quiero ser como Hazar... anhelo ser alguien que pueda
amarte como lo mereces...-
- No te preocupes por sentir que no quieres dejarme ir... por que soy yo quien no quiere soltar tu
mano...- respondió mientras correspondía aquel abrazo.
- No sé como lo logras, pero siempre dices cosas que logran aliviar mi tormentoso corazón...- dijo
él y terminó por desarmarse en los brazos de Anaciel.
En sólo un instante había logrado hacer desaparecer la angustia y desesperación de todo un año
sin poder si quiera hablarle.
Definitivamente era la única capaz de serenar las emociones de aquel príncipe del infierno.
Así pasaron el tiempo disfrutando de su mutua compañía, como lo hacían apenas llevado tiempo
de conocerse, hasta que Anaciel nuevamente comenzó a sentir sueño y Noré la dejó descansar en
su cama, retirándose a ocuparse de otros asuntos.
Al rato, regresó a la habitación, pero jamás esperó ver lo que encontraría allí dentro. Al abrir la
puerta vio a un niño arrodillado al lado de la cama y observando muy de cerca a la joven ángel que
aún dormía, se trataba de Rustem, el séptimo príncipe y guardián del infierno de la Envidia.
- Pero qué?! - dijo entre dientes Noré, rápidamente lo tomó de sus ropas y lo arrastró fuera de la
habitación hasta el salón principal.
- Rustem! Qué demonios crees que haces?!, por empezar, ¡¿Qué rayos haces aquí?! - preguntó
indignado el joven Diablo.
- Sueltame Noré! Como te atreves a arrastrarme así idiota! - exclamó Rustem.
- Ya empezaron a pelear...- dijo Vittorio mientras entraba al salón.
- Vittorio, ¿tú lo trajiste aquí? -
- ¿Y qué esperabas que hiciese?... necesitabas su ayuda y dijo que lo pensaría después de
conocerla...-
- Noré, ¿Qué ocurre? - preguntó Anaciel quien se había despertado por los gritos de ambos -
¿Quién es él? -.
A regañadientes Noré los presentó - Anaciel, él es Rustem, otro de mis hermanos y séptimo
príncipe -
- Qué lindo!, tienes un hermano pequeño - dijo emocionada.
- Hola Anaciel, es un gusto conocerte - saludo sonriente.
- Igualmente Rustem -
- ¡Que hermosa eres!. Yo también quisiera un ángel así para mi -
- No es un juguete Rustem, no puedes tenerla por capricho...- murmuró Vittorio.
- Pero es tan bonita y sus alas se ven tan suaves! - exclamó mientras se abrazaba a su cintura.
- No la toques con tanta confianza enano atrevido! - dijo celoso Noré
- Noré déjalo es sólo un niño...- lo apañó Anaciel y Rustem volteó a verlo con un gesto burlón en su
rostro.
- Voy a matarte enano....- afirmó ofuscado el joven Diablo.
- Calmate Noré, pareces otro niño...- dijo Vittorio poniendo su mano en el hombro de este.
En ese momento Noré recordó que una de las cosas que más le gustaba a Anaciel en el mundo
humano era estar con los niños, así que contra Rustem llevaba las de perder.
El pequeño príncipe tenía una actitud irritante y traviesa, logrando sacar de quisio a su hermano
mayor. Le divertía molestarlo, ya que Noré siempre reaccionaba pero, además de eso, a Rustem le
encantaban las mujeres hermosas y las cosas bonitas.
- Mejor vayamos al grano de una vez antes de que los convierta en piedra a ambos... Rustem, ya la
conociste, ¿ahora que harás?...- preguntó Vittorio.
El niño lo pensó por un momento - Esta bien, traeré la joya... pero sólo si ella me da un beso -
respondió descaradamente.
- Qué dices?! - exclamó Noré.
- ¿Cuál es el problema?, es sólo un beso en la mejilla -
- Eres un enano descarado -
- Y tú un Diablo estúpido y egoísta, tienes algo tan bonito y la quieres toda para ti so- - en medio
de la discusión Anaciel sorprendió a Rustem dándole un tierno besó en la mejilla, Noré y Vittorio
también se sorprendieron.
El pequeño Diablo se ruborizó - De verdad... lo hiciste...- dijo mientras se tocaba la mejilla.
- Sí, dijiste que si lo hacía nos ayudarías - sonrió ella.
- Pero...¿ y si estaba mintiendo?-
- ¿Por qué mentirías? -
- ¿De verdad... eres así de inocente? - dijo confundido.
- Bueno ya obtuviste lo que querías, ¿Vas a traernos la joya si o no? - preguntó ya fastidiado Noré.
- Ella me tomó por sorpresa, exijo que me dé otro así puedo disfrutarlo - dijo Rustem con
desparpajo.
- No lo hará!, ya agotaste mi paciencia enano -
- No me digas que estas celoso de un niño, Diablo estúpido, me das pena -
Y así Noré y Rustem continuaron peleando mientras Anaciel se colocó al lado de Vittorio para
verlos de lejos, aquella situación la hacia reír.
- En verdad son divertidos - comentó ella
- Tal vez, pero Rustem tiene razón...-
-¿En qué? -
- En que eres demasiado inocente, esa inocencia es peligrosa, te hace vulnerable...-
- Tal vez... pero me gusta pensar que si le brindas tu confianza a los demás, ellos se vuelven
incapaces de traicionarte - sonrió ella.
Vittorio la miró algo indiferente y dijo - Tienes una forma curiosa de pensar...-
- ¿Tú crees?, es gracias Noré que cambie mi manera de ver las cosas. Antes vivía temerosa de
ustedes, del mundo que era ajeno al mío, por las enseñanzas que había recibido... pero cuando me
permití conocerlo me di cuenta que sólo debo juzgar luego de ver con mis propios ojos. Sé que no
todos los Diablos son como él, también los hay como Hazar, pero ¿Por qué no darme la
oportunidad de confiar un poco más?.. es una forma de aprender y conocer -
- ¿Así?... y según tú que tipo de Diablo soy?...- preguntó Vittorio.
- Mmm... eres reservado y tranquilo, alguien que no expone sus emociones, pero por la forma en
que me ayudaste en aquella ocasión diría que eres amable -
- Dices que soy amable por que te ayudé?... ¿Cómo sabes que fue amabilidad y no por interés?...-
intentó ponerla a prueba, pero Anaciel lo anuló completamente con su respuesta
- No lo sé, de eso se trata confiar... - sonrió.
Vittorio se sorprendió por la sencillez y honestidad de su respuesta, esbozó una casi imperceptible
sonrisa y dijo - Tienes una filosofía de vida interesante... -
- Gracias -
Por otro lado, la discusión entre Noré y Rustem parecía no tener fin, el pequeño reveló sus
particulares alas negras y voló hasta donde estaba Anaciel para ir a su encuentro - Rustem!,
¡Tienes alas!, no lo sabía - dijo sorprendida ella.
- Sí, soy el único de los siete que puede volar, como ves tenemos algo en común hermosa Anaciel -
dijo galante.
En eso se acercó Noré ya agotado por la situación - Definitivamente no puedo con este mocoso -
- Cálmate Noré... con esa actitud sólo empeoras las cosas...- lo aconsejó Vittorio.
- Así es Diablo idiota!, tienes una forma muy egocéntrica de pedir un favor - continuó provocándo.
- Escucha Rustem - intervino Anaciel - aún no termino de entender como funcionan las cosas aquí
pero, por lo que me dijo Noré, el único que puede traer la joya eres tú. La necesitamos para ir con
tu hermano Loxur y que me libere del pacto con Hazar... me agrada estar con ustedes, pero me
temo que no podré resistir mucho tiempo más... si nos ayudas te estaría inmensamente
agradecida, por favor...- le pidió mirándolo a los ojos.
Rustem lo pensó un segundo - Esta bien, no puedo negarme al pedido de una dama tan hermosa
como tú - dijo y besó delicadamente su mano.
Aunque era mucho más joven, Rustem se esforzaba por actuar como un caballero frente a una
mujer, ya que según sus propias palabras le atraían las cosas bonitas y le gustaba que ellas le
prestasen atención.
- Te lo agradezco -
- Sí algún día te cansas del bruto de mi hermano espérame Anaciel, cuando crezca seré el príncipe
que necesitas. La diferencia de edad no será un problema para mi - dijo con total desparpajo.
La joven ángel sólo rio divertida por su loca propuesta - Qué ocurrente eres Rustem je je -
- Maldito enano precoz, ya me hartaste. Belzet comételo! - ordenó Noré y el perro comenzó a
perseguir al pequeño Diablo por todo el salón.
La discusión duró un poco más pero parecía que Anaciel había logrado convencer a Rustem de
cooperar con ellos.
Para que los ánimos se calmasen, Vittorio se retiró al balcón a hablar con el pequeño, mientras
que Anaciel quedó en el salón con Noré - Perdóname Anaciel, no quería que vieses ese lado tan
vergonzoso mío... por eso no deseaba hablar con Rustem en persona, siempre termina
irritándome con su actitud - dijo tocándose la cabeza mientras permanecía sentado en un sillón.
Ella estaba de pie frente a él - No te preocupes por eso, yo me divertí, me gusta conocer aspectos
que no sabía de ti - sonrió - me interesa saberlo todo -
- Créeme, no querrás conocer todo de mi...- dijo algo misterioso.
- Eh?, ¿Por qué no?. Yo no soy alguien interesante, supongo que ya lo sabés todo de mi... era una
simple ángel a la que un día le dijeron que había sido seleccionada por el oráculo para suceder a
un arcángel. Nunca había cuestionado nada que se hubiese preestablecido para mi hasta que te
conocí... sabés que hubiese entregado mis alas sin dudar pero...-
- Lo sé, tu familia...-
- Así es, nunca tuve interés en ocupar un lugar de autoridad, si hubiese tenido una mínima señal
de que ellos estarían bien no me habría marchado de tu lado...-
- Sí... lo comprendo...-
- Estoy preocupada por ellos ahora, mis superiores deben estar muy molestos con todo esto...-
- No te preocupes, te sacaré de aquí y verás que ellos estarán bien - le dijo mientras tomaba sus
manos y la miraba a los ojos.
Una pregunta sobrevolaba implícitamente en el aire, aunque ninguno de los dos se atrevía a
hacerla, ¿Qué pasaría con ellos cuando todo acabase?, ¿Podrían estar juntos o volverían a
separarse?. Era un interrogante que no podían responder pero que al estar presente en sus
corazones los impulsaba a disfrutar de cada momento juntos.
- Hay algo que quiero preguntarte... tú y yo hemos...-
- ¿Si hemos hecho el amor? - se adelantó Noré - Sí, muchas veces... pero si quieres podemos
recordarlo ahora mismo...- sugirió mientras la tomaba de la cintura.
- Noré...- susurró apenada Anaciel.
- Ja ja, estoy jugando, adoro ver cuando te avergüenzas...- bromeó con su atrevido sentido del
humor.
Mientras en el balcón Vittorio y Rustem mantenían otra conversación
- Así que en verdad es posible -
- ¿ A qué te refieres? -
- A que una criatura como ella pueda amar a un Diablo como nosotros - dijo Vittorio mientras veía
de lejos como Anaciel se abrazaba a Noré.
- Claro que es posible, lo estás viendo con tus propios ojos... ¿Qué es lo que te incomoda? -
preguntó Rustem.
Vittorio permaneció en silencio y él continuó - Noré quizás no lo haya notado pero yo sí, ¿Te gustó
no es así? -
- No digas tonterías...-
- No tienes por qué ocultarmelo, sabes que no le diré nada a él -
- ¿Cómo podría gustarme?, apenas y la conozco...-
- Eso no tiene nada que ver, los Diablos somos débiles a las criaturas como ella. A mi me gusta por
que es bonita, en este lugar no se encuentran cosas así -
- Tal vez es cierto, me gusta... pero nunca podría igualar los sentimientos de Noré. Ser capaz de ir
tan lejos por un mujer, no soy esa clase de ser, pero entiendo que necesita desesperadamente
sacarla de aquí si no morirá... Prefiero no tenerla cerca para no generar sentimientos en mi... no
quiero sentir nada al verla -
- ¿Por qué le temes a tener emociones? -
- Por que somos tan salvajes que ni siquiera podemos dominarlas... -
- Bueno, mejor así, no necesitamos otro Diablo estúpido enamorado del mismo ángel - dijo con
total liviandad - pero cuando tenga la edad suficiente para salir de aquí iré a la tierra de los
humanos y conseguiré una para mí ja ja - terminó por decir lleno de confianza.
- Eres un desastre Rustem...- dijo ya agotado Vittorio - Aunque me parece extraña, es agradable...
debo admitir que ha despertado mi curiosidad por el mundo exterior...-
- Eso sí que es llamativo en ti. Bueno, iré a buscar esa maldita joya así terminamos con esto de una
vez -
- Me sorprende que accedieras tan fácil...-
- Oye! No soy un desalmado, tampoco es que quiera verla morir aquí. Ella me dio un beso así que
cumpliré mi parte del trato. Además si no la sacamos de aquí tendremos una guerra ¿no es así?, y
eso sí sería un fastidio -
- Tienes razón...-
- Volveré en cuanto tenga la joya - dijo por último el pequeño Diablo y se marchó.
Vittorio quedó sólo en aquel balcón reflexionando sobre lo que sentía y pensaba.
Si debía ser honesto consigo mismo tenía que admitir que Anaciel había despertado algo más que
curiosidad en él, ¿Cómo un ser que venía de un mundo completamente opuesto podía resultarle
agradable?, era una pregunta que no salía de su cabeza.
Pero al verla junto a Noré la única palabra que podía pensar para definirlos era "Equilibrio", dos
seres nacidos en contextos completamente diferentes que no se oponían entre si, si no que se
complementaban. Definitivamente era un vínculo muy fuerte en el cual no se atrevía a intevernir y
prefería no seguir indagando sobre sus emociones para no cruzar ese límite que le permitía estar
cerca y distante a la vez.
Y al mismo tiempo, en el paraíso, se tomaba una decisión que cambiaría drásticamente el futuro
de la joven ángel
- Guardián Zarasel - dijo un arcángel de aspecto misterioso.
- Sí señor, a sus órdenes - respondió el guardián.
- Luego de escuchar tu informe sobre el paradero de Anaciel, y el acuerdo al que llegaste con ese
Diablo, el Consejo a llegado a una decisión final, no llamaremos a la guerra por ella -
- ¿Cómo dice?...- se sorprendió él.
- Lo que oyes, una criatura que resulta tal tentación para seres despreciables como los diablos no
hace más que causarnos problemas y alterar el balance entre nuestros mundos, no sacrificaré
soldados por su bienestar -
- Pero señor, ella es una víctima en todo esto! -
- Silencio Zarasel, que seas su hermano no te da derecho a opinar sobre este asunto, estas aquí
para acatar órdenes -
El guardián quedó en silencio y el arcángel continuó - Tú y yo sabemos que lo más probable es que
muera ahí abajo, pero llegado el caso en que ese Diablo logre sacarla, tienes la orden directa de
matarla. Una vez que su existencia como ángel desaparezca, automáticamente el oráculo
designará a un nuevo sucesor y ese si nos encargaremos de que no se escape de nuestra manos,
no cometerémos el error de darle tanta libertad como a esa jovencita -
- Matarla?... -
- Ya escuchaste, si te preocupa tu bienestar y el del resto de tu familia harás lo que se te ordena
como el guardián que eres. Sino serán acusados de traición -
- Entiendo...-
- Sí crees que no puedes hacerlo dímelo y se lo pediré a alguien más -
- No... yo lo haré, es mi hermana... me aseguraré de que no sufra...-
- Perfecto, entonces así será. Te lo advierto Zarasel, no intentes engañarnos, recuerda que puedo
sentir su presencia divina donde sea que esté. En estos momentos sigue con vida en el Infierno,
pero sabré inmediatamente cuando muera -
- He comprendido cuáles son mis órdenes señor -
- Ya puedes retirarte - dijo por último el arcángel y el guardián se marchó.
Zarasel se encontraba en una terrible contradicción, aquella espada con la cual había jurado
proteger a su hermana Anaciel, ahora se convertiría en la guillotina que dictaminaría su sentencia
de muerte...
- ¡¿Zarasel es tu hermano?! - dijo sorprendido Noré.
- Sí, así es. Disculpa, pensé que te lo había dicho antes...- respondió Anaciel.
- No, no lo sabía. Tampoco lo hubiese imaginado. Son muy diferentes...-
- Sí... sé que Zarasel puede ser rudo, pero es un buen hermano. Tener que ser un guardián no ha
sido fácil para él...-
- ¿A qué te refieres? -
- Él es mi hermano mayor, el único que tengo, siempre fuimos muy unidos, lo compartíamos todo.
De muy joven demostró ser un habilidoso guerrero y cuando los arcángeles lo descubrieron lo
llevaron a un palacio para prepararlo y que sea un guardián divino, así que repentinamente nos
separaron... Cada tanto el venía a visitarnos, yo lo extrañaba mucho, pero decía que no podía
oponerse a las decisiones de los arcángeles, su voluntad es absoluta.
Cuando nos encontrábamos en público ni siquiera podía tratarlo como a un igual, debía dirigirme a
él como mi superior, eso me llevó tiempo entenderlo, ya no podía ser afectuosa con él.
Cuando el oráculo me designó como sucesora yo era muy pequeña y mi hermano abogó para que
creciese con mis padres el mayor tiempo posible y no tuviese que ser separada de ellos como le
ocurrió a él, diciendo que se haría cargo de mi seguridad. Ahí fue cuando entendí que su amor por
mi seguía intacto, hasta que llegó el momento en que no pudo aplazarlo más y fui llevada al
palacio.
Me sentía muy sola ahí dentro, que tuviésemos que tratarnos con tanta distancia pese a que
nuestras miradas decían otra cosa era muy triste. De seguro está muy preocupado por mi en estos
momentos...- dijo ella y entristeció su mirada.
- No te preocupes, aunque creo que él me detesta, le prometí que te sacaría de aquí... no estoy
seguro de que confíe en mi palabra, pero así será -
- Entiendo...-
- No estés triste... te mostraré algo que quizás te guste - dijo Noré mientras se ponía de pie y
caminaba en dirección a un hermoso piano blanco que estaba en la esquina del salón.
Tomó asiento y con sus propias manos interpretó una simple pero hermosa melodía, Anaciel
sonrió impresionada - ¿Te gustó? - preguntó él.
- Sí, fue muy hermosa -
- La hice para ti -
- ¿Para mi? , ¿Sabes hacer música? - preguntó ella mientas se acercaba más.
- Aún no del todo, es algo complejo, pero aprenderé a hacer cualquier cosa que te haga felíz - dijo
con una sonrisa.
- Noré... siempre eres tan gentil...- agradeció ella mientras lo abrazaba por detrás y le daba un
tierno beso en la mejilla.
En medio de esa atmósfera romántica, ninguno de los dos podía imaginar que estaban siendo
espiados desde afuera por un diminuto sirviente de Hazar.
Aquel Diablo, desde la intimidad de su habitación en el segundo reino, podía ver a través de una
bola de cristal todo lo que los ojos de ese demonio alcanzaban.
Y allí estaba ella, verla amar a Noré de esa forma lo hería profundamente, podía sentir como el
fuego de los celos ardía en su pecho.
Mientras bebía una copa de sangre, Hazar comenzaba a perderse en sus recuerdos. Profundas
memorias que había intentado con desesperación olvidar, de aquellos días en que conoció a
Anna...
Muchos años atrás, Hazar recorría las calles de diferentes pueblos en busca de compañía femenina
y del placer que esta traía. Bajo una cabellera rubia e imnóticos ojos color miel seducía a cuanta
dama cruzara en su camino, haciéndose llamar Alan.
Sus favoritas eran las mujeres casadas o comprometidas, ya que eran atrevidas y desenvueltas en
la intimidad.
Así, pasaba los días de su juventud divirtiéndose en el mundo humano, sin aferrarse a nada, sólo
siguiendo sus más básicos instintos lujuriosos.
Otra de las cosas que disfrutaba era del café preparado por los humanos, su aroma agradable y
sabor eran una tentación para él, así que le gustaba recorrer los bares y cafés de los diferentes
pueblos que visitaba, y en uno de ellos la conoció...
Una joven dulce y muy hermosa, de sonrisa contagiosa y brillantes ojos verdes, llamada Anna.
La muchacha trabajaba como mesera de un pequeño café durante la tarde hasta la noche.
Desde que la vio por primera vez Hazar no pudo quitarle los ojos de encima, apenas estaba
entrando en la madurez, era de baja estatura pero de cuerpo esbelto, cabello corto castaño y de
apariencia humilde. No era para nada llamativa, pero su belleza natural resultaba innegable.
Aunque la joven lo atendía de manera amable, Hazar apenas podía responderle, se sentía
intimidado por su presencia inocente.
Hasta el día en que ella accidentalmente tocó su mano mientras retiraba la taza de su mesa -
Disculpe joven -
- No, se preocupe señorita no es nada -
- Viene muy seguido aquí, veo que disfruta de la lectura - comentó ella al ver un libro sobre la
mesa.
- Sí, este tipo de literatura es agradable en compañía de un buen café -
- Es verdad, mi nombre es Anna, ¿Cuál es el suyo? -
- Soy Hazar - respondió él y se sorprendió a si mismo. No sabía el por qué, pero acababa de decirle
su nombre real, ya no podía retractarse.
- ¿Hazar?, es un nombre hermoso. ¿Es extranjero? -
- Mis padres lo son -
- Oh, ya entiendo. Bueno, debo seguir trabajando pero seguro nos seguiremos viendo ¿verdad?.
Fue un gusto joven Hazar - sonrió ella y estiró su mano en señal de querer estrechar la de él.
Hazar sonrió, tomó delicadamente su mano y la besó, no pudo evitar seguir su impulso - Es un
placer señorita Anna - terminó por decir mientras la miraba con ojos seductores.
Ella se sonrojó por aquel gesto y lentamente se fue a continuar con su labor.
Aquel Diablo estaba encantado, su mano le pareció tan pequeña y delicada, su reacción tímida lo
cautivó, quería saberlo todo sobre ella.
Así que, además de asistir al café, comenzó a espiarla para saber sobre su vida.
Durante el día asistía a un modesto hospital vestida como enfermera, en algunas ocasiones a la
biblioteca del pueblo y por la tarde hasta la noche trabajaba en el café para luego regresar a su
casa, pero siempre sola.
Parecía la situación ideal, una hermosa joven solitaria era una víctima perfecta para seducir.
Al principio, Hazar pensó que sería algo sencillo, pero luego se dio cuenta de que no sabía ni como
iniciar. Anna no era como las otras mujeres que el conocía, damas aburridas de la rutina de sus
parejas y deseosas de tener un amante, no, ella era autosuficiente, muy activa y no parecía
demostrar interés en tener pareja.
Así que comenzó a planear sus encuentros para que pareciesen casuales, y una tarde en la
biblioteca local ...
Anna estaba tratando de alcanzar un libro de un estante superior, pero al ser de baja estatura le
resultaba imposible, fue entonces cuando de sorpresa Hazar apareció detrás de ella y se lo entregó
- ¿Esté es el que deseabas? - preguntó él.
- Sí, muchas gra... , joven Hazar! - se sorprendió ella - Es la primera vez que lo veo aquí -.
- Yo también a ti, tal vez simplemente no nos habíamos cruzado - sonrió
- Sí, debe ser -
-¿Qué lees? -
- Medicina, pronto tendré un examen, estoy estudiando para ser enfermera -
- Enfermera, que interesante... yo ya me iba al café, solo vine a cambiar los libros, ¿te diriges hacia
allá?-
- Oh sí, ya casi es la hora, debo ir a trabajar -
- ¿Te importa si te acompaño? -
Ella se sorprendió - No, no me molesta...-
- Bien, ¿Vamos? - sonrió seductor y se marcharon juntos.
El plan del Diablo era involucrarse lentamente en la vida diaria de la joven, Hazar no era de
tomarse tanto trabajo para conseguir lo que quería, pero mientras más la conocía, más se sentía
incapaz de obligarla a nada.
Aunque habían empezado a tratarse diariamente, aún no se atrevía a cortejarla abiertamente
pues ella no demostraba ningún tipo de interés en él. La situación lo presionaba, ya que no era el
único detrás de ella, al ser tan hermosa muchos hombres que concurrían al café se mostraban
interesados en la joven.
Algunos eran más insistentes que otros, pero todos terminaban siendo rechazados.
Aquella situación comenzó a despertar lentamente un sentimiento desconocido para Hazar, los
celos. Aunque confiaba en que ninguno estaba a su altura y que terminarían fracasando a la hora
de conquistarla, el sólo hecho de que se atraviesen a mirarla lo molestaba.
Pero todo cambió una noche de invierno, el frío recorría las calles del pueblo cuya oscuridad se
hacía más profunda conforme avanzaba la estación, Anna se retiró un poco más tarde de lo
habitual del local para regresar a su hogar.
Siempre se había sentido muy segura pese a volver sola de noche, pero a esa hora ya nadie
transitaba por el lugar, así que apresuró su paso y al pasar por un callejón fue sorprendida por uno
de los hombres que la pretendía - Anna!, te estaba esperando - exclamó el joven.
- Que hace aquí?! - se asustó ella y lentamente retrocedía.
- He venido por ti hermosa -
- Ya le dije que no estoy interesada en usted, déjeme en paz - intentó correr pero aquel hombre la
atrapó del brazo con fuerza.
- Vamos hermosa, ya no te hagas la difícil - dijo mientras intentaba arrastrarla.
Ella por el miedo sólo cerró sus ojos un instante y sintió como el muchacho abruptamente la soltó,
cayendo así al suelo. Y al mirar nuevamente descubrió que otro hombre tomaba por el cuello al
joven, se trataba de Hazar, quien había sido testigo de todo, pues la seguía cada noche a
escondidas de camino a su casa.
- Joven... Hazar...- murmuró ella.
Mientras lo aprisionaba contra la pared, aquel hombre, rápidamente, sacó una navaja de su
bolsillo y le hizo un pequeño corte en rostro.
Con su otra mano, el Diablo tomó su muñeca y la quebró usando apenas un mínimo de su fuerza.
Se moría de ganas de aplastar su garganta pero se contuvo
- Escuchame bien basura, si te acercas de nuevo a ella te juro que te arrancaré los brazos...- lo
amenazó en un susurro, mirándolo con sus impactantes ojos demoníacos que brillaban en la
oscuridad - Ahora vete, no se te ocurra volver por aquí - terminó por decir y lo arrojó al suelo con
violencia, obligándolo a huir despavorido.
Mientras lo veía irse, Hazar sintió como la sangre bajaba por su rostro, podía haber cerrado
inmediatamente la herida pero si ella lo veía llamaría su atención, así que lo dejó como estaba.
Lentamente se acercó y la ayudó a ponerse de pie - ¿Estás bien Anna? - preguntó gentil.
Asustada y con lágrimas en sus ojos se abrazó timidamente a él - Joven Hazar... muchas gracias...-
Estaba sorprendido, era la primera vez que veía su fragilidad, siempre tan alegre y llena de
energía, aquella faceta le era totalmente desconocida.
Al tenerla tan cerca pudo notar lo pequeña que era a su lado, deseaba abrazarla con todas sus
fuerzas pero se limitó a acariciar su cabeza.
Ella levantó la vista y notó su herida - ¿Está bien?... lo lastimó -
- No te preocupes por esto, no es nada... déjame acompañarte a tu casa, por si ese loco regresa -
- Sí por favor...- respondió la joven y se fueron juntos en el medio de la noche.
Al llegar a su casa, Anna lo invitó a pasar - Por favor déjeme curarle esa herida, es lo menos que
puedo hacer...- le pidió ella y este aceptó.
Tal como sospechaba, la muchacha vivía sola en aquella pequeña pero acogedora casa. Hizo que
Hazar tomará asiento en la sala de estar y se dispuso a curarlo.
Era tan delicada y gentil, el Diablo no podia dejar de mirarla, estaba rendido ante sus manos - ¿Por
qué estaba ahí joven Hazar? - preguntó ella mientras terminaba de ponerle una venda.
- Por favor, sólo dime Hazar, me gusta salir a caminar por las noches. Me sorprendió verte tan
tarde, iba a preguntarte si querías que te acompañase para estar más segura y vi todo lo que
sucedió -
- Ya veo... muchas gracias de nuevo -
- ¿Ya te había sucedido algo así antes? -
- Algunos hombres suelen ser muy insistentes... pero nunca de esa forma, en verdad me asustó
mucho -
- Entiendo -
- Sé que ya es muy tarde, pero puedo ofrecerte algo de beber -
- Me caería bien un café -
- Es buena idea, hace frío. Enseguida te traigo uno - sonrió.
Café de por medio, Hazar quería saber aún más sobre ella, así que amablemente preguntó - ¿Vives
sola aquí? -
- ¿Lo notaste?... Sí, ya hace unos años vivo sola. Mis padres murieron de una enfermedad en la
sangre. Fue muy triste, en apenas unos meses se fueron...a pesar de ser muy joven el dueño del
café aceptó dejarme trabajar para él, así logro mantenerme a mi misma, pero decidí que quiero
ser enfermera para ayudar a los enfermos cuando lo necesiten, es mi vocación...- dijo con orgullo.
- Ya veo... -
- Por eso déjame agradecerte nuevamente lo de hoy... si ese hombre me hubiese llevado no sé
que sería de mi... nadie me buscaría, ya que no tengo familia...-
- Yo lo haría -
- Eh? -
- Yo te buscaría, después de todo te has vuelto parte de mi vida - sonrió él.
Compartieron una larga y agradable charla, el Diablo disfrutaba mucho de su compañia, pero
habia llegado el momento de retirarse.
Ya en la puerta, amablemente se despidieron, repentinamente Hazar decidió que ya no quería
darle más vueltas al asunto y, a riesgo de que lo rechazara, declaró sus intenciones con ella.
- Anna...- dijo misterioso mientras tomaba la mano de la joven - me gustas... estoy interesado en ti
desde hace tiempo. Si me lo permites, quisiera cortejarte -
- Hazar...- se sorprendió ella - pero... yo no estoy interesada en tener una pareja...-
- Por favor Anna... dame la oportunidad de enamorarte - le pidió mirándola con sus ojos
seductores.
Ella no pudo evitar sonrojarse - Esta bien...- respondió tímida.
Él besó su mano y le susurró - Te prometo que no te arrepentirás...- y se marchó con una sonrisa
en su rostro.
La joven en cierta medida también se sentía atraída por Hazar, pero hasta ese ese momento
realmente no buscaba tener una pareja, había una poderosa razón que aún no se atrevía a decirle
a nadie.
La noche siguiente Hazar la espero a la salida de su trabajo - Anna -
- Hazar!, ¿Qué haces aquí? - se sorprendió ella.
- Te dije que te cortejaría, ¿recuerdas?, ¿Tienes un momento para mi? -
- Sí...-
- Hay un lugar al que me gustaría llevarte - sonrió y en pleno anochecer la llevó hasta una antigua
taberna, muy alegre y llena de música.
- Se ve divertido! - dijo emocionada.
- Sí, aunque eres joven, estás tan ocupada que nunca te diviertes, ¿Me equivoco? -
- Tienes razón...-
- Vamos a bailar -
- ¡¿Qué?!, pero yo no sé hacerlo... -
- Eso no importa, sólo debes divertirte - terminó por decir y le tendió la mano en señal de
invitación.
Ella tímidamente la tomó y Hazar la guió bailando. Anna sólo podía sonreír, era la primera vez que
se divertía en compañía de alguien más.
Pasaron una velada increíble juntos, y de regreso a la casa de la joven se detuvieron en un rosedal.
Tomaron asiento en un banca entre medio de las flores rojas y ella suspiró - Me encanta este
lugar, amo las rosas pero las blancas son mis favoritas - dijo mientras acariciaba los pétalos de una
rosa roja a su lado.
- Blancas?... mira esto...- dijo y simulando hacer un truco de magia sacó de la manga de su sacó
una rosa blanca que había hecho el mismo.
- No puede ser... ¿cómo hiciste eso? - preguntó asombrada.
- Es un pequeño truco que aprendí de un viejo mago en otro pueblo - sonrió.
- Es preciosa...-
- No tanto como tú, nada se compara con tu belleza...-
- Eres misterioso... - dijo avergonzada.
- Y tu diferente... No voy a mentirte, he conocido muchas mujeres, pero ninguna como tú... tan
especial...-
- ¿Especial?...-
- Sí, tan dulce y hermosa... me traés loco... - continuó sin dejar de mirar esos enormes ojos verdes
que lo imnotizaban.
- Puedo preguntar... desde cuando me ves así?...-
- Desde la primera vez que te vi... supe enseguida que quería que fueses mía...- respondió él sin
reservas. Hazar era un experto en el engaño pero en aquella ocasión, sin saber por qué, le estaba
abriendo su corazón a una simple niña.
Anna estaba conmovida, era la primera vez que un hombre se le confesaba con tanto sentimiento,
la hacía estremecer.
Ya de regreso en su casa, se disponían a despedirse desde la entrada.
Hazar no pretendía conseguir nada de ella esa noche, sólo disfrutar estar a su lado.
- Muchas gracias por lo de esta noche, en verdad me divertí - sonrió la joven.
- De nada, es sólo una noche de las muchas que vendrán si me aceptas...- sonrió seductor él.
- Lo pensaré...- susurró ella tímida.
- Nos vemos preciosa - dijo por último Hazar y cuando estaba dando media vuelta para irse ella lo
llamó - Espera! -
- Que ocurr- iba a preguntar pero Anna lo sorprendió abalanzándose sobre él y haciendo puntas de
pie le dio un tierno beso en la mejilla. Sorprendido por aquella acción, no pudo evitar conmoverse.
Ella sólo sonrió y entró a su casa.
Hazar se sentía estúpido, ¿Cómo podía ser que un Diablo como él, que venía de disfrutar noches
enteras de lujuria, se estremeciera por un simple beso en la mejilla?. La respuesta era simple, era
por ella, todo lo que viniese de Anna lo enloquecía.
Ella también sentía que se estaba enamorando.
Así, tuvieron varias salidas más hasta que un día, sin explicación, la joven empezó a evitarlo.
Hazar no podía entender el por qué, se preguntaba una y otra vez que había hecho mal, ¿Será que
lo había descubierto?, ¿Había descuidado su disfraz?. No, estaba muy atento a no bajar la guardia
respecto a ello.
Se sentía morir cada vez que intentaba acercarse y ella salía corriendo sin decirle nada.
No quería obligarla a nada, hasta que un día no pudo evitarlo, necesitaba una respuesta.
Una noche de intensa lluvia la espero en la entrada de su casa - Anna...- la nombró.
Ella se sorprendió pero intentó pasar a su lado y entrar sin responder, Hazar la tomó del brazo y la
obligó a mirarlo - Dime que sucede Anna -
- Déjame Hazar... -
- No puedo... mírame por favor, dame una respuesta...-
- Tengo miedo... me da miedo estar enamorada de ti... de ser ingenua y dejarme engañar por
alguien con tanta experiencia como tú ...- dijo entre sollozos - todo el tiempo pienso en ti... no me
siento yo misma, me da miedo... sólo déjame Hazar...-
El Diablo quedó impactado por aquellas palabras que guardaban algo de lógica, una niña inocente
que apenas cumpliría dieciocho años contra un joven adulto que había vivido tanto como él.
Hazar la rodeó con sus fuertes brazos y la besó apasionadamente, Anna simplemente no pudo
resistirse, y así bajo aquella intensa lluvia tuvieron su primer beso - No puedo dejarte... aún no te
has dado cuenta que ya eres mía Anna?...- le dijo con una sonrisa seductora.
El Angel que bailaba con el Diablo.pdf
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  • 1. EL ÁNGEL QUE BAILABA CON EL DIABLO Había una vez una hermosa y curiosa ángel que bajaba a la tierra de su familia, los humanos para espiarlos, su nombre era Anaciel. Ella amaba su música, bailes y fiestas, ya que en el paraíso aquellas actividades mundanas estaban prohibidas.
  • 2. Moría de ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no poder ocultar sus alas observaba a aquel pueblo desde la oscuridad del bosque que estaba junto a él. Así, esperaba a que la música comenzara y bailaba en soledad entre medio de aquellos árboles. Un día fue descubierta por un demonio que también visitaba la tierra en busca de diversión, pero no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo llamado Noré. A él le entretenía verla bailar, le parecía graciosa y muy bella. Como todo Diablo era un maestro del engaño y por ende podía tomar la forma que él quisiese, así que se transformaba en diferentes animales para estar cerca sin que Anaciel lo notase, hasta el momento en que decidió hacerse presente ante ella. Le confesó que hacía un tiempo la observaba en secreto y le preguntó que buscaba en la tierra, ya que sabía que las leyes de los angeles eran mas rigurosas y tenían prohibido el contacto con los humanos, no así los demonios que podian hacer y deshacer a su gusto. Ella tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder participar en ninguna permanecía oculta allí para admirarlos de lejos. Fue entonces cuando una idea cruzó la mente de Noré - Yo puedo ir y venir entre los humanos, con mi magia logro cambiar mi apariencia. Si lo deseas puedo hacer lo mismo contigo - le propuso - ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió ella - Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió él Anaciel no podía evitar dudar, desde pequeña le habían enseñado que no debía confiar en los demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder participar en una de esas fiestas era tan grande que decidió aceptar su propuesta. Así el diablo uso su magia, ocultó las alas de ella y cambió su color de cabello, luego hizo lo mismo sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar sus rasgos. Anaciel estaba sorprendida, nunca había visto una habilidad así, definitivamente él era un ser poderoso. Noré la tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba haciendo cada vez más fuerte en el pecho de ella. Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna cuyos clientes siempre estaban dispuestos a celebrar. Ella no podía ocultar el brillo en sus ojos y él, galante, la invitó a bailar - Pero... ¿ y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Anaciel - Sólo déjate llevar...- le susurró Noré mientras con el brazo derecho tomaba su cintura, y con la izquierda su delicada mano. Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que la miraba a los ojos de forma seductora. Ella no ocultaba su alegría, sus movimientos fluían perfectos con los de él. No tardaron en llamar la atención, a la vista de todos era una joven pareja, ninguno de los presentes podía jamás imaginar que un ángel y un diablo bailaban en el medio del salón. Luego de ello, Noré la invitó a probar la comida y bebida hecha por los humanos, él se desenvolvía con total naturalidad entre ellos, dejando en claro que no era la primera vez que lo hacía. Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Anaciel había pasado una
  • 3. velada inolvidable en compañía del ser menos pensado. Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron nuevamente al bosque, recuperando así sus verdaderas apariencias - Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mi... confieso que al principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses a cambio fuese bailar - dijo ella - ¿Y quien dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él - ¿Qué quieres decir? - Noré se acercó rápidamente a ella, le tomó el rostro y de sus labios robo un tierno beso. Anaciel quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue totalmente inesperado, provocando que se sonrrojara por completo - ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tu y simplemente me conformaría con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba su rostro - Yo... no...- continuaba ella sin poder ordenar sus pensamientos - Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido de mi mente - - Pero... no puede ser...- - ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos en ti?, soy un Diablo, las normas no van conmigo - continuó seduciendola. Ella, avergonzada, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente por que era consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenua y que aquel atrevido Diablo sólo estuviese jugando con ella, después de todo era la primera vez que tenía contacto con uno de ellos. - Por favor mirame y dime que sientes - insistió Noré mientras volvía a acercarse - Lo siento, será mejor que me vaya... - respondió ella, se dio media vuelta y lentamente comenzó a caminar hasta invocar una puerta al paraíso. Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al verla irse le dijo en voz alta - ¡Sí deseas volver a vivir lo de esta noche sólo ven aquí!, Siempre estaré esperándote... - Anaciel volteó por última vez sólo para ver que la observaba con un gesto de satisfacción en su rostro, todo había sido tan repentino, no sabía que pensar, si creer o no en sus palabras. Pero que el Diablo tuviese la habilidad de engañar no quería decir que todo en él fuese falsedad pues, como todo ser, también poseía un corazón. Al día siguiente la mente del ángel estaba llena de sentimientos encontrados, trató de reflexionar sobre lo ocurrido la noche anterior, y si debía ser completamente honesta consigo misma tenía que aceptar que había disfrutado mucho de la compañía de Noré, incluso de aquel beso robado. Así que, llenándose de valor, decidió ir al mundo humano esa noche, sin si quiera tener certeza de que él estaría allí. Ya en el bosque sus latidos no dejaban de acelerarse, ¿Cómo debía actuar?, ¿Qué respuesta le daría?, ¿De verdad él asistiría?, las preguntas no paraban de acumularse en su cabeza y con ellas los nervios sólo iban en aumento. Pero todas sus dudas desaparecieron cuando él nuevamente se hizo presente ante ella. Sorprendida, sin querer exclamó - Viniste! - Noré no pudo evitar reír - Claro que vendría, ¿Creiste que mentía? - le dijo mientras se acercaba
  • 4. más a ella. - Bueno... yo...- - Es verdad que tenemos la habilidad de engañar con facilidad pero por esa misma razón cuando decimos la verdad tiene más peso que cualquiera. Y cuando queremos algo lo hacemos con mas fuerza que ningún otro...- terminó mirándola directo a los ojos. Anaciel se sentía muy tímida a su lado, aquel Diablo la hacia estremecer con sus palabras tan directas, tenía una personalidad avazayante. Él era consciente de ello y parecía divertirse avergonzandola. - ¿Y bien? ¿Que buscas de mi? - preguntó mientras la arinconaba contra un gran árbol - Eh? ...- - Yo ya te dije el por qué estaría aquí, porque me gustas. ¿Y tu por qué?, ¿Acaso esperas otro favor de mi? - continuó - Yo...- comenzó a sentirse nerviosa y evitaba mirarlo - Dime - Anaciel apoyó su mano derecha en el pecho de él, lentamente levantó la vista y le respondió - Por que me gusta estar contigo... - Noré se sorprendió con aquella respuesta, no esperaba que le dijese algo así y más aún viéndolo con esos enormes y hermosos ojos verdes. Con su pureza había logrado hacer sonrrojar a aquel Diablo impetuoso. Él sonrió amablemente y le dijo - Sí me miras así haré lo que sea por ti...- tomó su mano y la besó con ternura. Para ella era un misterio, quería saber más de él, era atrevido pero a la vez tan dulce - ¿Deseas que vayamos nuevamente al pueblo? - le preguntó - Me gustaría mucho...- respondió Anaciel - Entonces no perdamos tiempo, quiero aprovechar cada segundo contigo - terminó él. Nuevamente pasaron una noche increíble entre la gente de pueblo, ocultos bajo aquel hechizo. Cuando llegó el momento de partir, una vez más se encontraban solos en la oscuridad del bosque - Ya es hora de que regrese...- dijo el ángel. Noré le tomó la mano - Espera, ¿Acaso no me darás nada a cambio por lo de hoy? - dijo con una sonrisa seductora. Anaciel lo miró en silencio por un momento y se acercó tímidamente hacia él, Noré no entendía que pretendía hacer hasta que vio que ella lentamente cerró sus ojos y quedó de pie frente a él, como esperando a que la besara igual que la noche anterior. Ese gesto inocente terminó de robar por completo el corazón del Diablo, quien no desaprovechó la oportunidad para besarla dulcemente mientras la rodeaba con sus brazos. Así fue como inicio aquella historia de amor prohibido, que echaba raíces en la tierra de los humanos. Con el paso del tiempo aquellos sentimientos se fortalecieron más, a su lado aquel Diablo aprendió lo que era amar, y ella comprendió que nunca debía dejarse guiar por los que otros pudiesen asegurar, ya que sólo con sus propios ojos debía ver para poder juzgar. Era su mayor secreto, nadie podía saber de su amor, sus encuentros en el mundo humano eran puro romance y pasión. Ella amaba su rebeldía y desparpajo, y él su dulzura y alegría. Podían entregar el corazón en las manos del otro sin dudar. Pero por más cuidadosos que fuesen sabían
  • 5. que en algún momento alguien de sus mundos podría descubrirlos, así que vivían su relación como si no hubiese un mañana, llegando incluso a hacer el amor una noche que se hospedaron en el pueblo. No sabían que sería de ellos en un futuro, pero decidieron dejarse llevar por sus sentimientos. Hasta que aquello tan temido por Noré ocurrió, esa noche, simplemente, Anaciel no llegó. Él la esperó nervioso en aquel bosque, pero nunca apareció, y así varios días más. El Diablo se sentía morir por dentro, necesitaba saber que había ocurrido con su amada pero no quería iniciar un conflicto con los ángeles, necesitaba pensar claramente las cosas. Hasta que finalmente ella un día regresó a él. Allí le contó que sus superiores la habían descubierto, pero que creían que mantenía una relación con un humano, como castigo por ello la encerraron por unos días para que reflexionase. Pero en cuanto pudo nuevamente escapó. Noré sabía que los ángeles eran muy rigurosos con quienes rompían las normas y que los próximos castigos sólo serían peores. A él nada le ocurriría, pues en su mundo era un príncipe y se hacía su voluntad. Pero la peor parte la llevaría ella y no podría hacer nada para salvarla pues su límite era entrar en guerra con ellos. Aquella situación despertaba toda la furia del Diablo pero Anaciel con su dulzura lograba aplacarlo diciendo que podía soportarlo. Esa noche ella le pidió que no pensase en nada más que amarla y Noré respeto cada uno de sus deseos. Cuando llegó el momento de despedirse - No te vayas, quédate aquí conmigo. Si regresas ahora a tu mundo temo no volver a verte...- le pidió él - Te prometo que pase lo que pase regresaré... por favor esperame aquí mañana... - respondió ella mientras acariciaba su mejilla y se marchó. El día siguiente fue eterno para el Diablo, la incertidumbre oprimía su pecho evitando que pudiese pensar en otra cosa, hasta que la oscuridad nuevamente cayó en la tierra de los humanos. El tiempo pasaba y ella no llegaba, Noré comenzaba a ponerse nervioso, no podía imaginar que le había ocurrido. Hasta que en un momento, de la nada, Anaciel apareció. Angustiada, se abrazó con fuerza a él, esto llamó su atención - ¿Anaciel, que ocurre?, ¿Sucedió algo? - preguntó - Noré...- De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguíendola - Anaciel si no regresas ahora mismo perderás tus alas y quedarás condenada al destierro! - exclamó - No puede ser, es un Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus escapes?!, Haz perdido la cabeza?! - Noré estaba dispuesto a enfrentarse con él pero ella lo detuvo - No lo hagas Noré... no te involucres, podrías ocasionar una guerra...- - ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel - Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se defendió - Una cosa es que espies a los humanos para observar sus costumbres y otra es que vengas a estas tierras para reunirte con un demonio, es una deshonra! - - Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a encerrarme jamás - dijo ella con determinación. - Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se marchó .
  • 6. - Anaciel... - susurró Noré - ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó ella - Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él. Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus falsas identidades. Ya en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer Anaciel?... No puedes perder tus alas por esto... - dijo él - No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tu y yo Noré...- respondió ella mientras se abrazaba a él. Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor tiempo posible con Noré. Aquel Diablo la amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de ella era suficiente para desatar toda la pasión que había en su corazón. Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos que llegaron a imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener. Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Anaciel que no dudaría en entregar sus alas con tal de estar al lado de Noré. Pero pronto descubriría que los sacrificios por amor tenían un límite. Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel que en esa ocasión persiguió a Anaciel. ¿Será que habían desistido de la idea del castigo?, no, todo estaba a punto de volverse más difícil. Un día llegó a manos de ella una nota en una paloma blanca, provenía del paraíso. Al leerla quedó impactada, no podía disimular su conmoción - ¿Qué ocurre Anaciel?, ¿Qué dice? - preguntó Noré que estaba junto a ella. - Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de no hacerlo mi familia será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio es un pecado de deshonor familiar...- respondió afectada - No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no símplemente te dejan ir? - - Es por que soy candidata a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine nuestra sangre si no el azar. Hace un tiempo fui llevada a un palacio en mi mundo donde se me prepararía para mi futuro. Algunos estaban al tanto de que venía aquí por que me gustaba ver las cosas humanas y me lo permitian. Pero seguramente jamás creyeron que podría encontrar el amor en esta tierra y mucho menos que sería un Diablo - explicó ella - Anaciel...- - Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe no concibo otra forma de felicidad que no sea estar a tu lado Noré...- confesó mientras acariciaba el rostro de él - Yo me siento igual...- - No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las plumas de mi alas hasta quitarmelas... Pero no puedo permitir que un inocente sufra por mi culpa, y mucho menos si son mis padres. Estoy segura de que no saben nada de todo esto...- - ¿Como lo sabes? - - Por que si están tratando de convencerme de regresar es por que quieren solucionarlo entre nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo - - Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...- Anaciel entristeció su mirada - Perdóname Noré... Pero ese es mi límite...- El Diablo la rodeo con sus brazos, presionandola contra su pecho - No tienes que pedirme perdón,
  • 7. lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo quiero que sepas que lo que siento por ti es para siempre - - Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan difíciles...- suspiró ella - Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos por que somos diferentes, porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en nuestros mundos...- terminó él. Anaciel decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma noche. Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto, amandose en esa pequeña libertad. Antes de irse Noré le pidió bailar una última vez, pero siendo ellos mismo, sin disfraces, mirándose tal cuáles eran, sólos entre esas cuatro paredes. Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron hasta el bosque en el medio de la noche como ella prometió, se entregaría por propia voluntad. Allí la estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarla de regreso. Iban tomados de la mano, aquella imagen impactó al guardián, comprobó que lo que le habían dicho era verdad, un ángel y un diablo juntos entre los humanos. Una inmensa tristeza invadió el pecho de Anaciel, no quería soltar la mano de su amado, él también se resistía a la idea de que se fuese. Resignada, se colocó frente a él, aunque casi no podía ni mirarlo, y con un tímido beso le dijo adiós. Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se detuvo, volvió corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a Noré. - No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía ella entre sollozos - Por favor no llores Anaciel... sabés que es lo único que puede herirme...- - Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...- Ella lloraba sin consuelo, Noré se sentía culpable por aquella situación, pensaba que si no la hubiese buscado, si no la hubiese ilusonado desde un primer momento, Anaciel no tendría que pasar por todo eso. Fue entonces cuando decidió tomar una drástica decisión, había una sola cosa que podía hacer para ayudarla - Mirame Anaciel...- le dijo con una voz serena y la besó apasionadamente - Si algún día mi recuerdo regresa a tu corazón estaré aquí... esperándote - sonrió él - A que te refiere- - intentó preguntar ella y derepente Noré besó su frente, haciendo que cayera inconciente en sus brazos. El guardián quedó atónito ante esa acción - Pero que les has hecho?! - preguntó indignado a aquel guardián que lentamente se acercaba a él cargando a Anaciel para luego entregarsela - Ella está bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que tenía conmigo...- explicó - Quieres decir que ella no recordará ni siquiera haberte conocido...? - - Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse. - Te conozco, tu eres Noré, tercer príncipe del infierno - - Así es - - ¿Como pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el corazón de un ser tan puro?...- - ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se lleva en sus manos para siempre mi corazón - dijo señalandola. El ángel quedó en silencio por un momento - Me resulta difícil de creer tu benevolencia - dijo - Estás en lo cierto, si por mi fuese hubiese arrasado con la mitad de ustedes sólo para que nos dejasen en paz. Pero sé que ella no quería que nadie saliese herido por nuestra causa -
  • 8. - Eres muy arrogante al afirmar algo así - - Claro que lo soy, soy un Diablo - - ¿Por qué haces esto? - - ... Porque la amo. Algún día cambiaré las reglas del juego y será mía para siempre, pero hasta ese entonces esto es lo mejor para ella. Todo es por su bien - dijo por último Noré y desapareció en la oscuridad. El ángel miró a Anaciel que aún permanecía inconciente y murmuró para si - Quien diría que un ángel tan joven sería capaz de domar a una de las peores bestias del infierno...- y regresó al paraíso. Tal como aquel Diablo prometió, Anaciel no recordaba nada de lo sucedido prácticamente hasta su llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo humano. Sus superiores decidieron que lo mejor era no mencionar el tema y todo quedó como si nada de eso hubiese existido. El tiempo pasó y la curiosidad de ella por la música humana despertó, haciéndola regresar a esa tierra, esta vez seguida a escondidas por un guardián. Pero al constatar que no había rastros del Diablo la dejaba ir en soledad por el bosque. Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Anaciel, como si hubiese olvidado algo que era muy importante, pero por más que lo intentaba no podía recordarlo. Al igual que antes de que todo comenzara, cuando la música del pueblo llegaba hasta donde ella estaba bailaba sola entre medio de los árboles, o quizás no tan sola, si no en compañía de un pequeño y hermoso pájaro de color violeta que siempre estaba rondandola en el lugar, llegando incluso a posarse en sus manos. Anaciel, ni siquiera aquel guardián, podían imaginar que esa ave era Noré que, cumpliendo su promesa, cada noche esperó su regreso. Pero esta vez para amarla desde la distancia, en silencio. Verla sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque la amaba tal cual era, con sus hermosas alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no necesitaba que ella hiciese un sacrificio por amor, pensaba que no era justo que sufriese de esa forma. El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo. Aquel ángel se había llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su bien, y en ese momento sintió que aquello era lo mejor, hasta que llegase el día en pudiesen estar juntos. Cuatro estaciones pasaron desde aquel trágico día en que Anaciel y Noré tuvieron que separarse, sin embargo el joven Diablo continuó visitando en secreto a su amada, manteniendo así inamovibles sus sentimientos por ella. Anaciel seguía siendo celosamente custodiada por un guardián, ya que aún era una firme candidata a suceder a un arcángel. Cientos de veces Noré se preguntó cuando sería el momento indicado para volver a aparecer ante ella, y a veces en ocasiones en que la desesperación por tocarla lo invadía, se arrepentía de haber borrado sus recuerdos. Ya que en todo ese tiempo nunca vio una mínima señal de que ellos volviesen. Hasta una noche qué, una vez más, él la vistió en su forma de ave... - Oh!, tú de nuevo...- comentó Anaciel mientras lo tomaba entre sus manos - Siempre estás aquí, sería extraño ya no verte... eres como una compañía para mi...- lo acarició - me siento un poco extraña hablando con un ave - sonrió ella. Se sentó en las raíces de un árbol a admirar las luces lejanas del pueblo, y entre suspiros continuó - Me gusta venir aquí, pero también me hace sentir sola...
  • 9. A veces siento que estoy buscando algo que perdí en este lugar... pero ni siquiera sé que es... sólo es una sensación... - Noré estaba sorprendido, era la primera vez en todo ese tiempo que la oía pensar en voz alta. - Tal vez debería darte un nombre, mmm... No... Nor... Noré!, es un lindo nombre aunque un poco extraño jeje - rio ella - A veces viene a mi cabeza, seguro debo haberlo leído en algún lado... bueno debo irme, pero seguro te veré de nuevo mañana - terminó mientras lo dejaba sujeto a una rama - Adiós pequeño - se despidió con una sonrisa y finalmente volvió al paraíso. Noré sintió que su corazón se detenía, necesitaba quedarse un momento quieto para ordenar sus pensamientos, ¿Era posible que Anaciel pudiese recordarlo?. Sentía como si estuviese a punto de tomar su mano pero por apenas unos centímetros no lo lograba. ¿Qué debía hacer ahora?, ¿Cómo podía presentarse nuevamente ante ella?, ¿Qué había cambiado en la situación?, ¿Podrían estar juntos?, todas esas preguntas giraban en su mente y lo llenaban de dudas. La ansiedad trataba de arrastrarlo a la desesperación, pero él se esforzaba por no dejarse llevar. Necesitaba pensar claramente como acercarse a ella, distanciarla de la custodia y, llegado el caso en que no lo recordase, enamorarla de nuevo. Escucharla decir su nombre lo había llenado de nostalgia y deseos, de esperanzas de tenerla de nuevo. Pero lo que nunca imaginó es que alguien seguía sus pasos en las sombras... La noche siguiente Noré se demoraría un poco en llegar a su encuentro ya que había mandado a hacer un somnífero especial para así deshacerse del guardián. Mientras tanto en la tierra de los humanos, la joven ángel recorría el bosque disfrutando de las alegres melodías que provenían del pueblo, cuando de repente se encontró con una hermosa y solitaria rosa blanca que descansaba en las raíces de un árbol. - Que bella es....- comentó Anaciel quien la tomó entre sus manos, y en un mínimo descuido se hirió con una de sus espinas - Auch!... tiene demasiadas espinas para ser sólo una rosa...- se lamentó. Inexplicablemente ante sus ojos aquella flor cambió de color y se volvió completamente roja - Pero... ¿Qué sucede?...- se preguntó - Jaja, ahora eres mía preciosa - irrumpió una voz desconocida, y de la oscuridad emergió un Diablo de cabello blanco eh imponente figura - No puede ser... un Diablo... - susurró asustada. - Anaciel cuidado!!! - reaccionó el guardián, pero el Diablo con un sólo movimiento inmovilizó su cuerpo - No intervengas... es inútil, ella acaba de hacer un pacto de sangre conmigo - sonrió él. Anaciel estaba aterrorizada, apenas podía moverse, el Diablo se acercó a ella y con un chasquido de sus dedos hizo que aquella rosa se convirtiese en cadenas y grilletes que rodearon el cuello y manos de la joven ángel. Tomó la cadena del cuello y mirándola a los ojos le dijo - Ahora eres mía - desapareciendo así ambos en el medio de la oscuridad. Apenas se fue, el guardián recuperó la movilidad - No puede ser...- se dijo a si mismo y corrió a llamar a otro ángel. Al poco tiempo llegó Noré como un ave y al ver a aquellos dos ángeles discutiendo se sorprendió, ya que uno de ellos era Zarasel, el guardián a quien en aquella ocasión le había entregado a su amada. Pero de la sorpresa pasó a la desesperación cuando escuchó a uno de ellos decir - Un
  • 10. Diablo se la llevó, la engañó con una rosa blanca -, y ahí fue cuando decidió hacerse visible - ¿Dónde está Anaciel? - preguntó sin rodeos - ¡Eres tú de nuevo! - dijo indignado Zarasel - Tú deberías decirnoslo, ya que otro Diablo la raptó - continuó - ¿Quién? - - No lo conozco, pero dijo que había hecho un pacto de sangre con ella mediante una rosa, tenía el cabello blanco... - respondió el ángel más joven - Cabello blanco... y una rosa dices?... entonces fue Hazar...- dijo impactado Noré - ¿Hazar?, ¿Quién es? - - Hazar, segundo príncipe del infierno. Otra bestia insaciable y portador del pecado de la Lujuria...Tu hermano mayor, ¿verdad? - dijo Zarasel. - Sí - afirmó Noré. - ¡¡Esto es inaceptable!!, raptar de esa forma a un ángel es una clara provocación a una guerra!! - exclamó el guardián - Vamos por ella señor Zarasel, salvemos a la señorita Anaciel - agregó el ángel - Es inútil, si hizo un pacto de sangre no podrán sacarla de allí, su alma no pasará por las puertas del infierno - respondió Noré - Pero... ¿Cómo es posible que haya arrastrado un alma viva al haberno?, él no debería tener poder sobre los vivos...- preguntó el ángel - No tiene poder sobre los vivos, pero mediante el pacto de sangre hace que esa alma sea su esclava y puede hacer lo que quiera con ella - - Que desagradable, sabía que a ese Diablo le gustaba llevarse a las mujeres hermosas pero desconocía la forma en que lo hacía... De todos modos no podemos quedarnos de brazos cruzados, iremos por ella - exclamó Zarasel - Yo la traeré de vuelta - continuó Noré - ¿Crees que confiaríamos en un Diablo?, debes estar bromeando - - Soy el único que puede ir y venir entre los reinos del infierno, aunque llamen a la guerra si no rompen el pacto de sangre no podrán sacarla de allí - - ¿Acaso te enfrentarás a tu propio hermano por un ángel? - - Yo enfrentaría a cualquiera por ella - dijo con determinación Noré. El guardián y el Diablo se miraron de forma desafiante por un momento mientras los rodeaba un silencio incómodo. - Señor Zarasel...- interrumpió en voz baja el ángel - Tienes tres días para traerla aquí de vuelta, pasado ese lapso la guerra será inevitable - sentenció el guardián - De acuerdo, yo me encargo - dijo por último Noré y desapareció. Zarasel se marchó para informar de lo sucedido a sus superiores y su decisión - Es una locura... confiar el futuro de un arcángel en las manos de un Diablo...- se decía a si mismo. Mientras tanto en el Infierno, Hazar admiraba a una Anaciel desvanecida que permanecía prisionera en una de sus jaulas de cristal. El Diablo que estaba sentado a su lado le acariciaba el rostro para hacerla reaccionar - Despierta preciosa...- le susurró al oído y con eso ella despertó. Asustada preguntó - ¿Dónde estoy?... ¿Quien eres?...-
  • 11. - Mi nombre es Hazar, segundo príncipe del infierno, bienvenida a mi morada preciosa Anaciel - le dijo besando su mano Al verse notó que su vestido era diferente - ¿Qué me has hecho? - - Nada, aún... jaja. Es sólo que así te ves mucho mejor - con una de sus manos le tomó el rostro y se acercó lentamente a ella - No tengas miedo, no te haré daño... sé apreciar la belleza de una mujer - continuó acercándose hasta besar delicadamente su cuello, Anaciel se sonrojó, estaba asustada pero no podía oponer resistencia ya que su cuerpo parecía no moverse - Así que era cierto... puedo sentir el olor de mi hermano en ti...- - ¿Qué quieres decir?...- preguntó sin entender - ¿Qué?, ¿Acaso no recuerdas a mi hermano? - - ¿Hermano?... otro Diablo?...- - Ahh ya veo... así que él hizo eso contigo... bueno, mejor para mí si no lo recuerdas, así podré ser el único en tu mente - sonrió Anaciel tenía deseos de llorar, se sentía desprotegida ante aquel ser que había encadenado su alma - No te angusties preciosa, siempre que me obedezcas no tendré que usar la magia del pacto para controlarte. Si lo deseas también puedo ser un príncipe para ti... o un animal salvaje... lo que tú prefieras - le dijo mientras acariciaba su pelo. - Me das miedo... no confío en ti... ¿Qué quieres de mi?...- preguntó ella - Honestamente en un principio era para fastidiar a alguien, pero cuando te vi sembraste una duda en mi, y necesito saber la verdad, por eso te traje hasta aquí - - ¿A qué te refieres?...- En ese momento tocaron la puerta - Señor Hazar a llegado el Espectro que mando a llamar - dijo un sirviente desde fuera - Perfecto, hazlo pasar - Entró a la habitación una figura de aspecto cadaverico y ropas negras - Con permiso Señor - - Adelante Arza, aquí está ella - - Oh! en verdad lo hizo, no puedo creer que se haya atrevido a traer un ángel hasta el Infierno - - Ya me conoces, los límites no existen para mi. ¿Puedes hacerlo? - - ¿Leer su alma?, claro, aquí traje el espejo de la vida - - Entonces hagámoslo - - ¿Qué es eso?, ¿Qué piensan hacerme? - preguntó asustada Anaciel - No te preocupes, esto no te dolerá...- le dijo el Espectro. Mientras tanto, en el tercer infierno, Noré había regresado a su propio palacio en busca de una espada que le había sido otorgada por su padre como guardián del infierno de la ira, al igual que a cada uno de sus hermanos. Cuando estaba a punto de marcharse con el arma, fue interceptado por Vittorio, cuarto príncipe y portador de La Pereza - Vittorio, ¿Qué haces aquí? - preguntó sorprendido Noré - Vine a ver que es lo que está pasando, últimamente tú y Hazar han estado actuando extraño, pero hoy todo está revolucionado por aquí, díme que sucede - Noré a regañadientes respondió - Recuerdas que te hable de Anaciel?...- - Si - - Hazar la arrastró hasta aquí con un pacto de sangre, tengo que sacarla de este lugar lo antes
  • 12. posible o los ángeles llamarán a la guerra - - Ese idiota... en verdad lo hizo...- - ¿De qué hablas?, ¿Sabes que planea Hazar? - - Sé de algo que me dijo hace un tiempo Rustem, él habla más seguido con Hazar...- - ¿Qué sabes? - - Hace un tiempo que Hazar te sigue a escondidas al mundo humano, dijo que tenía curiosidad por Anaciel - - Desgraciado... ni siquiera lo noté - - Pero de repente le surgió la loca idea de que esa ángel es la reencarnación de una mujer a la que él amo en el pasado...- - ¿Qué... dices?... tiene que ser una broma - dijo impactado Noré. - No es una broma, está totalmente convencido de ello. Incluso dijo que la única forma de saber quien era ella en su vida pasada era que un Espectro leyese su alma a través del espejo de la vida, y para eso debía traerla hasta aquí. Rustem trató de convencerlo de que traer un ángel al infierno era una locura, pero veo que no tuvo éxito - - Ah perdido la cabeza...- - Pero... y si resulta que tiene razón?...- - Eh? Que dices? - - ¿Y si es verdad que ella es esa persona del pasado?, ¿Qué harás? - Noré hizo un breve silencio y respondió - No me importa quien haya sido ella en su vida pasada, en esta vida es Anaciel, mi Anaciel. No dejaré que él haga lo que quiera con ella...- Y al mismo tiempo, en el palacio de Hazar... - Mire señor, el reflejo que ve en el espejo es ella en su vida anterior - dijo el Espectro mientras sostenía aquel espejo frente a Anaciel. - Lo sabía... lo supe desde el primer momento en que te vi... esos ojos son inolvidables para mi... eres tú... mi hermosa Anna...- le dijo Hazar a una perpleja Anaciel que miraba en su reflejo la imagen de una joven similar a ella... - ¿Quién... es ella?... ¿ Quién es Anna?...¡¿Qué está pasando?! - preguntó asustada Anaciel. Hazar la tomó de los hombros por detrás y le dijo -Tranquila, entiendo que puede ser confuso, pero ella eres tú en tu vida anterior - sonrió - ¿Señor que hará ahora?, ¿Desea seguir con el plan? - preguntó el Espectro. - Claro Arza, ve y has los preparativos. Quiero que se haga lo más pronto posible - respondió satisfecho. - Entendido señor - dijo por último y se retiró. Anaciel había quedado helada, sentada dentro de la jaula, no podía terminar de comprender la situación. El Diablo tomó asiento a su lado y acariciando su rostro suspiró - Veo que sigues asustada, puedo explicartelo si lo deseas preciosa - Ella sólo lo observó en silencio sin poder decir una palabra. - Me miras igual que Anna la primera vez que nos encontramos... esos hermosos ojos verdes, brillantes, llenos de incertidumbre y temor...- - ¿Quién es Anna?...- - Esto fue hace mucho tiempo... cuando solía ir al mundo humano para divertirme. Las mujeres humanas son hermosas, atrevidas y algunas lujuriosas, pero no hay nada más atractivo para un
  • 13. Diablo que un ser inocente y puro... Anna era una humilde muchacha de un pueblo que visitaba, era joven, de cuerpo pequeño pero esbelto y de una inocencia que me volvía loco... era perfecta. Habíamos cruzado palabra sólo un par de veces, era tan pura que no me atrevía ni a tocarla, hasta que un día lo hice. La cortejé, insistí una y otra vez hasta que finalmente la hice mía. Creí que tenía la situación bajo control, pero luego me di cuenta que quien me había hecho suyo era ella... Esa dependencia hacia Anna me asustó, no quería aceptar que yo, un poderoso príncipe del infierno, hubiese caído prisionero del amor de una niña... quería dejar de verla, pero de sólo saber que me esperaba cada noche era suficiente para correr hacia ella. Así que intenté que se alejara de mi asustándola, una noche le revelé que era un Diablo, pero al verme lo único que dijo es que mis verdaderos ojos eran mucho mas hermosos... ¿Cómo podría no quererla?, decía amarme tal cual era, no tenía escapatoria. Entonces tomé el único camino que me quedaba, simplemente desaparecí, la abandoné sin decirle nada. Traté de olvidarla con otras mujeres, en otros lugares, pero fue imposible, seguía tan viva en mi como el primer día. Cuando decidí volver por ella descubrí la fragilidad de los humanos... pues había fallecido producto de una enfermedad. Si núnca la hubiese dejado tal vez podría haberla salvado. Sentí que el corazón se me partió, pero decidí esperarla en su siguiente vida. La busque entre los humanos, incluso en el mismo infierno, y ahora que te veo todo tiene sentido, un ser tan inocente sólo podía reencarnar en un ángel - sonrió Hazar - Pero... yo no soy ella...- - Claro que lo eres, es increíble como un alma, aunque pase de cuerpo en cuerpo, conserva la misma esencia... En cuanto te vi supe quien eras, los mismos gestos, personalidad, todo - - Yo... no sé quien eres... - - Eso no es importante para mi, yo a ti sí te conozco y es suficiente. Supongo que debo agradecerle a cierta persona, de no ser por él nunca te hubiese encontrado je je - rio con ironía - ¿Y qué harás conmigo ahora?, ¿Acaso me tendrás aquí encerrada por siempre? - - No, tengo mejores planes para ti... te convertiré en un demonio - - ¿Qué...? - Lo que oíste preciosa, con mi sangre Arza hará una posión y te volverás un demonio, así ya no tendré que preocuparme de que los ángeles vengan por ti. Serás mía para siempre - - Estás loco...- - Ja ja ja!, Claro que estoy loco!, hace años que estoy loco por ti... ¿imaginas lo que sentí cuando volví a buscarte y sólo encontré una lápida?..- le dijo mientras se acercaba más a ella mirándola con sus ojos brillantes. Anaciel intentó evadirlo pero él con un sólo movimiento de su mano la obligó a recostarse en aquella jaula. Hazar se abalanzó a medias sobre ella y le susurró - ¿Sabes cuál fue tú único pecado?, robar el corazón de un Diablo... cuando amamos somos esclavos de nuestros sentimientos, al punto tal que haremos cualquier cosa por tener lo que queremos, incluso perseguirlas en cien vidas - Sin poder moverse, estaba limitada solo a escucharlo en silencio. En un momento Hazar tomó su rostro con ambas manos y la besó intensamente, ella quedó impactada por tal acción. - No sabes como extrañaba la sensación de tus labios dulces...- le dijo apenas separados por unos
  • 14. centímetros, luego bajó lentamente por su cuello - y tu piel tan suave, es como la recordaba... despierta viejos y salvajes deseos en mi... pero aún no, ya tendremos tiempo para eso preciosa - sonrió. Anaciel respiró aliviada - Déjame ir, estás en un error... no soy ella - El Diablo se puso de pie - Ja ja no estoy equivocado, soy consciente de lo que digo y hago... No quisiera tener que dejarte encerrada, pero como aún te resistes, no quiero que cometas una locura en mi ausencia - le dijo y cerró la jaula - Ya te perdí una vez, no dejaré que pase de nuevo...- terminó y se retiró de la habitación cerrando una enorme puerta atrás de él. La joven ángel seguía asustada, pero se decía a si misma que no tenía tiempo para llorar, necesitaba encontrar la manera de salir de allí. Al los minutos que Hazar se fue, ella recuperó nuevamente el control sobre su cuerpo. Intentó todo lo que estaba a su alcanze, pero aquella jaula era un cubo perfecto de cristal que no podía romper. El tiempo siguió corriendo y Anaciel pasó de la determinación por escapar a la aceptación con tristeza de su destino, ya que no veía forma de salir, poco a poco iba perdiendo la fe. Hasta que en un momento comenzó a oir fuertes ruidos que venían de afuera, no podía distinguir que era, pero parecían ser gruñidos y pisadas que cada vez se sentían más y más cerca. En un momento la puerta se abrió con violencia y entraron dos enormes perros del infierno que asustaron terriblemente a Anaciel, nunca antes había visto criaturas así de feroces. Lentamente se fueron acercando a la jaula, ella no podía dejar de mirarlos con lágrimas en sus ojos por el miedo, hasta que en un momento distinguió la figura de un hombre que se acercaba deprisa. Parecía gritar su nombre, pero no podía escucharlo bien, y al verlo en detenimiento pudo notar que, al igual que Hazar, tenía cuernos en su cabeza, se trataba de Noré. Para ella era un completo desconocido, su única certeza es que era un Diablo y por alguna razón se lo veía desesperado. Con la empuñadura de su espada, Noré golpeó repetidas veces el cristal hasta que logró romperlo - Anaciel, vamos! - exclamó él. - ¿Quien eres...? - preguntó ella desconfiada. - Eso no importa ahora, he venido a sacarte de aquí. Ven conmigo por favor - insistió. La ángel, sin más opción, decidió tomar su mano y juntos salieron corriendo por los pasillos del lugar escoltados por aquellos feroces perros. En su camino se interponían los demonios sirvientes de Hazar - ¡Belzet al frente!, ¡Zero detrás de nosotros! - ordenó el Diablo. Noré controlaba a los perros como si fuesen soldados de ataque y así abrirse paso hacia la salida. En un momento fueron rodeados por un grupo de temibles demonios que buscaban hacerse nuevamente con Anaciel - Señor Noré devuelva el ángel, le pertenece al Señor Hazar - dijo un sirviente principal. - Núnca, ella vendrá conmigo - respondió lleno de determinación. - Lo siento, pero no podemos dejar que se la lleve - - Entonces enfréntenme, si se atreven - Las criaturas avanzaban hacia él - Belzet, Zero, protejan a Anaciel! - terminó por decir el Diablo y se enfrentó a los demonios con su espada en la mano derecha y la otra totalmente desarmada. La fuerza y destreza que desplegaba eran impactantes, Noré era un guerrero formidable, al igual que sus hermanos, un soldado del infierno. En medio de la adrenaliana un pensamiento atravesó su cabeza, Anaciel no conocía ese lado
  • 15. salvaje y violento de él, temió que al presenciar eso ella le tuviese miedo. Pero rápidamente se dijo a si mismo que ya no era importante si le temía, mientras pudiese sacarla sana y salva de allí. El enfrentamiento duró apenas unos minutos, Noré había resultado victorioso y rápidamente escapó del palacio de Hazar. Al salir del mismo se dirigió a las enormes puertas que estaban por fuera del lugar, una llevaba al primer reino, el del orgullo, mientras que la otra al suyo, el infierno de la ira. Su intención era ir hacia el reino del orgullo, pero aquella puerta estaba sellada con una poderosa magia. Así que sin más opción, y viendo que otros demonios venían por ellos, decidió volver a su reino ya en la compañía de Anaciel. Atravesaron la puerta y él velozmente la cerró con su magia para que más nadie pudiese cruzar. Podía escucharse como las criaturas intentaban atravesar sin éxito, agitado, Noré resoplaba de alivio ante la mirada de una Anaciel aún confundida por la situación. Con todo lo sucedido él ni siquiera había tenido la oportunidad de hablarle de manera apropiada, se acercó a ella con esa intención, pero al verla se dejó llevar por la emoción y la abrazó con todas sus fuerzas - No sabes cuanto deseaba volver a abrazarte... moría por tocarte una vez más... mi ángel...- dijo con ternura. Anaciel se sonrojó, y en un susurro preguntó - Quién...eres?...-. Mientras tanto en algún lugar del quinto infierno, Hazar se encontraba en el templo del Espectro, entregando su sangre para conjurar la posión - ¿Con esto será suficiente? - preguntó el Diablo, dejando caer la sangre que brotaba de la palma de su mano. - Sí señor, se lo aseguro - respondió Arza. En ese momento se hizo presente el quinto príncipe y guardián de la Codícia, Salomón - Así que aquí estabas - dijo mientras veía a Hazar cerrar su herida. - Que sorpresa Salomón, ¿qué te trae por estos rincones? - - Este es mi territorio, es normal que me interese si veo movimientos extraños, y más si se trata de ti Hazar...- - Sí!, ¿y ahora que tramas Hazar? Je je - Rio una voz desde la oscuridad, era Kalir, sexto príncipe y portador de la Gula. - ¿Tú también Kalir? - se sorprendió Hazar. - ¿Y qué esperabas?, todos hablan de que regresaste de afuera con un ángel en tus brazos, quiero saber más al respecto. Tú y Noré núnca dejan de entretenernos, ¿verdad? Ja ja - rio con sarcasmo. - ¿Un ángel?, así que finalmente lo hiciste... la trajiste hasta aquí - continuó Salomón. - Así es, ¿Lo dudabas? - sonrió Hazar. - De ti ya nada me sorprende, pero si estás en este lugar es por que tramas algo más. ¿Comprobaste que se trata de ella? - - Sí, es ella, es Anna - - ¿Y que piensas hacer ahora? - - La convertiré en un demonio, es la única forma en que los ángeles no podrán quitarmela - - ¿Convertirla en un demonio?... ¿sabes que ella puede morir verdad?... si fuese humana sería posible, sus cuerpos son más maleables, pero en un ángel su naturaleza divina buscará rechazar la maldición y moriría en el proceso... - - Sí, sé que es una posibilidad - - ¿Y qué harás si eso sucede?, eres consciente de que Noré te matará si algo le ocurre a ese ángel,
  • 16. ¿Es lo que estás buscando? - - Ja ja, no me interesa pelear con mi hermanito, si logró convertirla en un demonio será mía y si muere de todos modos su alma ya me pertenece, haga lo que haga Noré está batalla ya la he ganado - - Bueno, de todos modos es como si estuviese haciéndole un favor al tratar de convertirla, de quedarse como un ángel no sobrevivirá en este lugar por la atmósfera del infierno, a menos que la tengas encerrada en una de tus jaulas - dijo Kalir. - Así es - - Sí llegase a morir, ¿me dejarías comer su corazón?. Los corazones de las mujeres hermosas son deliciosos, pero núnca he probado el de un ángel ja ja - preguntó con sinismo Kalir. - Ja ja, te aprecio Kalir pero estas demente, jamás te dejaría ponerle un sólo dedo encima, viva o muerta ella es mía - respondió intimidante Hazar. - ¿Por qué haces esto Hazar?, ¿Por qué vas tan lejos? - interrogó Salomón. Hazar hizo un breve silencio y reflexionó - Por qué estoy desesperado Salomón... ahora que la he vuelto a encontrar siento que si no la tengo me muero... ustedes no lo entienden por que no saben lo que se siente, ni siquiera yo termino de entenderlo... Sólo sé que el cuerpo me lo pide, los recuerdos me abruman... con sólo verla se despierta toda clase de emociones en mi... y si Noré quiere quitarmela tendrá que matarme, si es que puede... - declaró Hazar con una mirada llena de fuego... - ¿Quien eres?...- preguntó nuevamente Anaciel. - Yo... soy Noré - respondió él. - Noré?... ¿Eres un Diablo también?...- - Sí...- Ella lo miró en silencio por un segundo - ¿Por qué tú- - intentó preguntar pero repentinamente se sintió mal. - Anaciel!, ¿Qué ocurre?, ¿Te sientes mal? - se preocupó Noré. - Estoy... mareada.... y muy cansada...- terminó de decir ella y se desvaneció. Él la tomó en sus brazos - Está respirando...- dijo aliviado, subió a Belzet cargando con ella y se marcharon a su palacio. A llegar al mismo fueron recibidos por un sirviente principal - Señor Noré - dijo el demonio. - Garono ven conmigo - ordenó el joven Diablo mientras cargaba a Anaciel. La llevó hasta su cuarto y la recostó en su enorme cama mientras ella aún seguía sin reaccionar - ¿Qué le ocurre Garono?, ¿Por qué se siente mal? - preguntó Noré. - A simple vista señor puedo decir que es por la atmósfera del infierno, puede resultar tóxica y consumir su energía por ser un ángel, lo mismo pasaría con usted en el paraíso - respondió él sirviente. - Entiendo... ¿No hay nada que pueda evitarlo? - - Veré que puedo hacer, tenerla en un lugar cerrado sin respirar directamente el aire de fuera la hará sentirse mejor, pero aún así... - - Lo sé, ahora entiendo por qué Hazar la tenía en esa jaula. Sabía sobre esto... - comentó Noré mientras acariciaba el rostro de ella - Garono, manda a llamar a Vittorio, necesito hablar con él - - Entendido señor, enviaré por él - dijo el sirviente y se marchó de la habitación cerrando la puerta. - Te prometo que te sacaré de aquí... sea como sea... no te dejaré morir en este lugar...- susurró el joven Diablo mientras se acercaba más a Anaciel, que aún permanecía dormida, y con ternura
  • 17. robó un suave beso de sus labios, para luego quedarse a su lado esperando a que despierte mientras tomaba su delicada mano. Al tiempo Anaciel despertó sobresaltada, y lo primero que vio fue a aquel Diablo que le sonreía amablemente - ¿Cómo te sientes? - preguntó él. - Bi... bien - respondió confundía aún - ¿Qué me ocurrió? - - Te desmayaste por respirar el aire del infierno, pero aquí dentro estarás bien - - ¿Donde estamos? - - Este es mi palacio - La joven ángel miró a su alrededor y notó que, aunque estaba en una cómoda cama, toda las aberturas de la habitacion estaban cerradas - ¿Soy... tu prisionera también?...- preguntó mientras intentaba cubrirse con la sábana. - No, no, tranquila... yo sólo quiero ayudarte - -¿Ayudarme?... nosotros nos conocemos?...- - Si, somos... amigos - respondió dudoso Noré, no quería asustarla con sentimientos de amor, ya que sabía que Hazar seguramente le había hecho pasar un mal momento por lo mismo, y continuó - Le di mi palabra a Zarasel de que te sacaría de aquí, después de todo soy un príncipe del infierno y todo lo que afecte a mantener cierto equilibrio entre nuestros mundos también me incumbe - - ¿Conoces a Zarasel? - se sorprendió ella, si conocía a semejante guardián Anaciel comenzó a pensar que él le estaba diciendo la verdad. - Así es, primero debo romper el pacto de sangre que mi hermano te obligó a hacer, de esa forma lograré que tu alma pase por las puertas principales del infierno - - ¿Eres el hermano de Hazar?... ahora entiendo... por eso es que él dijo que sentía el olor de su hermano en mi... ¿Eras tú no es así?, así que en verdad somos amigos... pero... ¿Por qué no puedo recordarte?...- preguntó mientras se acercaba más a él para tratar de reconocer su rostro. - Te lo explicaré luego... ahora necesito que me digas que te hizo él, ¿Te dijo que planea? - - Todo fue muy confuso... dice que soy Anna... y que me convertirá en un demonio, así los ángeles no podrán venir por mi...- - ¡¿CONVERTIRTE EN UN DEMONIO?!, ¡ese infeliz a perdido la cabeza! - dijo molesto Noré. - Todo esto me da miedo... sólo quiero salir de aquí... me siento muy indefensa a su lado...- comentó con lágrimas en sus ojos Anaciel. - No llores por favor... no tolero verte triste...- la consoló él mientras secaba delicadamente sus lágrimas con su mano, ella se sorprendió con ese gesto - Te sacaré de aquí y podrás volver a bailar en el bosque... como a ti te gusta...- - Eh?... como lo sabés?...- Noré sólo sonrió y continuó - Debes sentirte incómoda con esa ropa, te traje este vestido, es de los que te gustan usar - Anaciel miró a su lado y sobre la cama había tendido un hermoso vestido, efectivamente era de los que ella amaba llevar puesto. Volvió su mirada a él y preguntó - ¿Cómo es que sabes tanto de mi... y yo apenas conozco tu nombre?...- - Ya te lo dije, somos amigos...- sonrió nuevamente él y se puso de pie - Bueno, te dejaré descansar, todo esto debe ser demasiado para ti. Iré a resolver unos asuntos pero volveré por ti... No es mi intención que te quedes encerrada en esta habitación. Puedes recorrer todo el lugar si quieres - dijo mientras se acercaba a la puerta.
  • 18. - Noré...? - - ¿Si? - - Gracias...- - No me agradezcas... es lo mínimo que puedo hacer, todo esto es mi culpa... No he hecho más que meterte en problemas desde que te conocí...- terminó de decir con misterio y se marchó cerrando la puerta. Anaciel quedó pensando sobre sus últimas palabras sin entender a que se refería. Todo era muy confuso, ¿Cómo podía ser que el mismo día se topase con dos Diablos tan distintos entre sí?, uno posesivo y lujurioso, el otro amable y encantador. No sabía que hacer, Noré era un misterio para ella, aunque no podía recordar nada de él, quería confiar en sus palabras. El hecho de que supiese sobre ella en el bosque y los vestidos que usaba le daban el indicio de que al menos no mentía cuando decía conocerla. Se quedó recostada en aquella cómoda cama un tiempo más, luego se colocó el vestido que le dio y se propuso salir a explorar aquel lugar, pero al abrir la puerta se topó con que fuera de esta estaban apostados los perros de Noré. Eran enormes, Anaciel no pudo evitar impresionarse, ni siquiera se atrevía a cruzar entre medio de ellos. En ese momento apareció el joven Diablo - Ah!, disculpa, olvide decirte que dejaría a Belzet y Zero cuidándote, ¿quieres salir?. Ven, no tengas miedo - . Ella pasó temerosa al lado de ambos hasta llegar a él - ¿Te asustan? - le preguntó. - Sí... se ven feroces - - Dame tu mano, déjame mostrarte algo - Noré tomó su mano y la colocó lentamente sobre la cabeza de Belzet, para sorpresa de Anaciel el perro se mostró completamente dócil - Belzet y Zero son mis sirvientes, ellos te cuidarán siempre que yo no esté cerca - - Increíble, son muy suaves... se ven tan agresivos - - ¿Lo ves?, no siempre lo que parece malo en verdad lo es - le dijo mientras la miraba a los ojos sonriendo. Anaciel sólo pudo observarlo en silencio. - Ven conmigo, te mostraré el resto del lugar - continuó él, y la guió tomando su mano. Era un palacio en verdad enorme, rodeado de lujo en un estilo gótico y servido por pequeñas y extrañas criaturas, demonios que seguían fielmente las órdenes del Diablo. Mientras caminaban por uno de los pasillos ella preguntó - Dices que eres un príncipe del infierno, ¿Entonces eres un guardián? - - Así es, soy el guardián del infierno de la Ira - - ¿Y qué significa ser un guardián? - - Yo me encargo de custodiar las almas que han muerto bajo el pecado de la ira, una vez que han cumplido sus sentencias se ve la posibilidad de liberarlas para así reencarnar - - Es increíble, no lo sabía en detalle - - Sí, se podria decir que somos los que hacemos el trabajo sucio después de la muerte... en realidad nunca fue de mi interés ser un guardián, pero mi padre nos obligó a competir entre nosotros para así asignarnos un infierno a cada uno de la hermanos - - ¿Tienes más hermanos? - - Sí, somos siete en total -
  • 19. - ¡¿Siete?! - se sorprendió ella. - No te preocupes, trataré de que no te causen problemas - sonrió él - Llegamos, quería mostrarte este lugar...- dijo él y abrió una enorme puerta que daba paso a un bello salón. - Que hermoso es... nunca imaginé que pudiese existir un lugar así en el Infierno...- exclamó asombrada Anaciel. - Cualquier lugar es hermoso si tu estás...- dijo en voz baja Noré, pero ella pudo oírlo y quedó mirándolo. El joven Diablo chasqueó los dedos y una hermosa melodía comenzó a sonar - ¿Música?...- preguntó ella. Él extendió su mano y dijo - Bailamos...? -. Anaciel estaba impactada, no podía evitar preguntarse ¿Quién era este Diablo tan galante?, ¿Qué había detrás de tanta amabilidad?... Sin saber por qué, tomó su mano y él la acercó más hasta rodear su cintura - Pero... yo no sé bailar...- se excusó ella. - Sólo déjate llevar...- la convenció él. Apenas dieron el primer paso juntos fue como si se conocieran de toda una vida, bailaban con tal fluidez que parecía que núnca se hubieran separado. Anaciel se sentía felíz, no pudo evitar esbozar una sonrisa, y él simplemente no podía dejar de mirarla con ternura. Cuando la música acabó, ambos quedaron en el medio del salón, mirándose fijamente, se podía sentir cierta tensión entre ellos. Hasta que ella rompió el silencio con una pregunta - ¿Quién eres en verdad?...-. Noré sonrió - Alguien que haría lo que sea por ti... mientras me mires así...- y besó su mano. La joven ángel se ruborizó por completo, sintió que su corazón se aceleró terriblemente, y en eso alguien tocó la puerta, era Garono - Señor Noré, ¿podría venir un momento?, lo necesitamos - dijo el sirviente. - Disculpame Anaciel, regreso en un momento. Siéntete libre de estar donde quieras, Belzet y Zero estarán cerca - - Gracias...- dijo ella aún apenada y Noré se retiró. Estaba aturdida por sus emociones, ¿Qué es lo que le sucedía?, ¿Era posible que se sintiera atraída por ese Diablo?. Decidió quedarse en ese salón tratando de tranquilizar su corazón. Pasó un tiempo allí sentada y en un momento notó que el techo era bastante alto así que, para matar el tiempo, decidió intentar volar, ya que si pasaba mucho tiempo sin hacerlo sus alas se volvían perezosas y olvidaba como hacerlo correctamente. Lo intentó varias veces, pero sumado a la debilidad de su cuerpo por el ambiente ni siquiera podía elevarse unos centímetros del suelo. En ese instante llegó Vittorio, luego de recibir el llamado de Noré. Iba por el pasillo cuando, por entre medio de una puerta apenas abierta, vio a Anaciel. Estaba de espaldas a él, decidió intentarlo una vez más y desplegó sus hermosas alas. Vittorio quedó impactado, nunca antes había visto a un ángel de cerca. Logró volar hasta el techo pero inesperadamente una de sus alas falló comenzando así a caer, rápidamente Vittorio entró al salón y la atrapó entre sus brazos evitando que se lastimase. Cruzaron miradas por un momento, definitivamente ella no se parecía a nada que hubiese visto antes ya que Vittorio, por propia voluntad, núnca había salido del infierno. Le parecía extraña pero
  • 20. hermosa - Gracias... - dijo ella aún asustada por la caída. - Estas... bien?...- preguntó él que no podía dejar de mirarla y la bajó delicadamente. - Sí, debo haber fallado por el cansancio - - No deberías intentar volar si no tienes fuerzas, te harás daño...- - Tienes razón, lo siento...- - No es para que te disculpes...- - Es que siento que hace mucho no muevo mis alas, y si no lo hago pierdo la costumbre - - Entiendo... - dijo Vittorio manteniendo cierta distancia, pero por dentro pensaba en lo hermosa que era. En ese momento apareció Noré - Vittorio?, ya estás aquí - se sorprendió. - Acabo de llegar...- - Ya veo, Anaciel él es uno de mis hermanos, Vittorio, el cuarto príncipe - lo presentó. - Así que es tu hermano... gracias por lo de antes Vittorio - agradeció nuevamente ella. - No fue nada...- - ¿De que hablan?, ¿Qué ocurrió? - preguntó Noré. - Estaba intentando volar pero mi ala falló y caí, Vittorio evitó que me lastimara atrapándome - - ¿Tú Vittorio?, eso es raro en ti - agregó Noré. - No es para tanto...No podía dejar que se lastimara, sé lo que es ella para ti...- - ¿Qué quieres decir? - preguntó ella. - No es nada Anaciel, no le hagas caso - irrumpió Noré - Discúlpanos, pero debo hablar a solas con mi hermano - - Esta bien - dijo ella, y ellos se retiraron a hablar al balcón. - ¿Qué fue eso de recién?... No me digas que no le has dicho quien eres - interrogó Vittorio. - No. Ella no me recuerda... y para no asustarla como Hazar le dije que éramos amigos - - Ya veo... - - Me siento miserable, por que una parte de mi está feliz de tenerla aquí pese a las circunstancias - - Sí, todo es una locura... entonces?, ¿de que querías hablar?...- - Seré directo, necesito pedirte dos favores - - ¿Dos favores?... interesante...- - Para sacarla de aquí primero debo deshacer el pacto de sangre con Hazar, el único que podría hacerlo es Loxur, pero cuando intenté pasar al primer infierno la puerta estaba sellada, seguramente el maldito de Hazar lo hizo. Así que necesito que le pidas a Rustem que nos traiga la joya de transporte, esa que está en la entrada principal y transporta las almas a los infiernos. Con ella podremos ir directamente al reino del orgullo sin la necesidad de pasar por la puerta. " Como Rustem es el único capaz de volar, puede alcanzarla a la altura que está - - ¿Y por qué no se lo pides tú?...- - Ya sabes que Rustem es bastante volátil y si yo se lo pido sólo jugará conmigo, en cambio contigo es más serio, te escuchará - - Comprendo... ¿y el segundo favor?...- - Ese sería en caso de que no hallemos a Loxur a tiempo, tendré que recurrir a la segunda opción...- - ¿Te refieres a...- - Sí, mataré a Hazar. Sé que por propia voluntad no la liberará así que no me dejará más opción que matarlo para romper el pacto...-
  • 21. - ¿Estás seguro de hacer eso?... sabes las consecuencias...- - Sí, por eso el segundo favor sería que si algo me pasa tú seas quien la saque de aquí luego de liberarla - - Entiendo...- - Lamentablemente todo está en contra de ella, Zarazel me dio un plazo de tres días para sacarla de aquí, pero de la forma que este lugar le afecta, no resistirá... y para peor Hazar quiere convertirla en un demonio a riesgo de que pueda morir - - ¿Convertirla en un demonio?... definitivamente esta loco - - Al paso que va ni siquiera podré sacar su alma de aquí, ese desgraciado la tendrá para siempre... ¿Qué dices?, ¿Me ayudarás? - Vittorio hizo un breve silencio, miró hacia dentro del palacio y vio a Anaciel acariciando a los perros de Noré - Dime... ¿De verdad vale la pena ir tan lejos por ella?...- preguntó. Noré volteó a verla y respondió - No tienes idea... haría cualquier cosa por ella. Tal vez si algún día te decides a salir al mundo exterior te enamores de alguien así como lo hice yo - - No gracias... Prefiero seguir así y no exponerme a hacer tantas estupideces como ustedes - dijo con sarcasmo Vittorio. - Ja ja, tienes razón... pero es algo que no se puede controlar. ¿Me ayudarás? - - Esta bien... Iré a hablar con Rustem...- - Sabía que podía contar contigo, te estaré siempre en deuda - - Dejémoslo ahí... volveré apenas tenga novedades - - Entiendo, gracias - Vittorio hizo un gesto de saludo en silencio y se marchó. Mientras tanto, en el segundo infierno, Hazar acababa de regresar a su palacio, topándose con el rastro de sangre y destrucción que había dejado Noré a su paso. Cuando fue a la habitación donde tenía a Anaciel, se encontró con la jaula destruida y unas pocas plumas que habían quedado en ella. - Así que se la llevó el infeliz... - - Disculpe señor Hazar, no pudimos detenerlo...- dijo el sirviente. - No te preocupes, conozco a Noré, sé de lo que es capaz - respondió mientras tomaba una de las plumas y la admiraba - Actuó más rápido de lo que esperaba... pero sólo necesito pensar como el salvaje de mi hermano para adivinar que hará... y creo que ya sé que es lo que planea... pronto la recuperaré...-. Luego de todo lo sucedido Noré fue hasta su habitación, allí estaba Anaciel, se había quedado dormida nuevamente debido a la falta de energía. Se sentó a su lado en la cama y notó que ella lloraba entre sueños, era la primera vez que la veía así. Delicadamente con su mano secó sus lágrimas y ante ello Anaciel despertó - Disculpa no quería despertarte - se disculpó él. - No te preocupes... estoy bien - respondió ella mientras se sentaba a su lado en la cama. - Es que te vi llorando y pensé que tenías un mal sueño - - No era eso... de verdad estoy bien... pero tú sí te ves preocupado, ¿Qué ocurre? - - Debo sacarte de aquí lo antes posible... Vittorio me ayudará, pero igual siento que el tiempo se
  • 22. agota...-. Anaciel sólo lo miraba en silencio - Pero no temas, encontraré la manera, te lo prometo - continuó él. Ella tocó su mano y dijo - No tengo miedo, yo confío en ti... Noré - - Eh?...- se sorprendió el joven Diablo e inesperadamente Anaciel le dio un tierno besó en la mejilla. Noré quedó impactado por aquella acción, pero no sólo por eso, también por la forma en que dijo su nombre con tanta confianza - No puede ser... Anaciel... tú... - trató de preguntar él. Ella sólo lo miró con una dulce sonrisa - Siempre fuiste tú verdad?... eso tan importante que no podía recordar... eras tú...- dijo y una lágrima rodó por su mejilla. Aquellos gestos de amor y frases sueltas al azar habían hecho un sendero de migajas en la mente de Anaciel, logrando armar parcialmente un rompecabezas en su cabeza mientras dormía, y llegando a recuperar parte de sus recuerdos tan preciados... - ¿Qué es lo que recuerdas?...- preguntó nervioso Noré. - Sólo algunas cosas... por ejemplo, cuando nos enamoramos y el momento de nuestra despedida... todo lo que vivímos aún está borroso para mi - respondió mientras acariciaba el rostro de él. - Entiendo...- - Pero puedo recordar este pequeño detalle... - dijo y tomó de los hombros a Noré, obligándolo a recostar su cabeza en el pecho de ella - sé que te gustaba estar así...- continuó, mientras deslizaba su mano en el cabello de él. El joven Diablo se sorprendió, estaba conmovido, oír el latir sereno del corazón de Anaciel era un remedio que calmaba su ansiedad. - Dime... ¿Por qué te olvidé Noré? - preguntó ella. - Perdóname... yo fui quien lo hizo. El día de nuestra despedida estabas sufriendo tanto que sólo quise liberarte de esa carga...- - Ya veo... no te preocupes, no debes disculparte. Sé que lo hiciste por que me amas... pero por favor prométeme una cosa - -¿Qué?...- - Que pase lo que pase no me harás olvidarte de nuevo, por que yo no me arrepiento de haberte conocido... y nunca lo haré - afirmó con dulzura. - Anaciel...- - Prométemelo Noré...- - Lo prometo - dijo y, aun recostado sobre su pecho, se abrazó con fuerza a ella. - ¿Tú siempre estuviste allí verdad?... junto a mí en el bosque - - Sí...- - Lo sabía... yo no iba a ese lugar sólo por la música, lo hacía por que algo en mi corazón me decía "alguien te espera allí "... todo este tiempo te estuve buscando sin saberlo... la incertidumbre me mataba - Noré la miró a los ojos y preguntó -¿De verdad?... pero yo borré todos nuestros recuerdos de tu mente... cómo es posible? - Anaciel tomó su rostro con ambas manos y le dio un suave beso en los labios - Puedes borrar un nombre, pero no desaparecer un sentimiento...- respondió con una sonrisa. Él la abrazó nuevamente - Anaciel... tengo miedo de lo que sea capaz de hacer... por que ya no
  • 23. deseo dejarte ir nunca más... pero no quiero ser como Hazar... anhelo ser alguien que pueda amarte como lo mereces...- - No te preocupes por sentir que no quieres dejarme ir... por que soy yo quien no quiere soltar tu mano...- respondió mientras correspondía aquel abrazo. - No sé como lo logras, pero siempre dices cosas que logran aliviar mi tormentoso corazón...- dijo él y terminó por desarmarse en los brazos de Anaciel. En sólo un instante había logrado hacer desaparecer la angustia y desesperación de todo un año sin poder si quiera hablarle. Definitivamente era la única capaz de serenar las emociones de aquel príncipe del infierno. Así pasaron el tiempo disfrutando de su mutua compañía, como lo hacían apenas llevado tiempo de conocerse, hasta que Anaciel nuevamente comenzó a sentir sueño y Noré la dejó descansar en su cama, retirándose a ocuparse de otros asuntos. Al rato, regresó a la habitación, pero jamás esperó ver lo que encontraría allí dentro. Al abrir la puerta vio a un niño arrodillado al lado de la cama y observando muy de cerca a la joven ángel que aún dormía, se trataba de Rustem, el séptimo príncipe y guardián del infierno de la Envidia. - Pero qué?! - dijo entre dientes Noré, rápidamente lo tomó de sus ropas y lo arrastró fuera de la habitación hasta el salón principal. - Rustem! Qué demonios crees que haces?!, por empezar, ¡¿Qué rayos haces aquí?! - preguntó indignado el joven Diablo. - Sueltame Noré! Como te atreves a arrastrarme así idiota! - exclamó Rustem. - Ya empezaron a pelear...- dijo Vittorio mientras entraba al salón. - Vittorio, ¿tú lo trajiste aquí? - - ¿Y qué esperabas que hiciese?... necesitabas su ayuda y dijo que lo pensaría después de conocerla...- - Noré, ¿Qué ocurre? - preguntó Anaciel quien se había despertado por los gritos de ambos - ¿Quién es él? -. A regañadientes Noré los presentó - Anaciel, él es Rustem, otro de mis hermanos y séptimo príncipe - - Qué lindo!, tienes un hermano pequeño - dijo emocionada. - Hola Anaciel, es un gusto conocerte - saludo sonriente. - Igualmente Rustem - - ¡Que hermosa eres!. Yo también quisiera un ángel así para mi - - No es un juguete Rustem, no puedes tenerla por capricho...- murmuró Vittorio. - Pero es tan bonita y sus alas se ven tan suaves! - exclamó mientras se abrazaba a su cintura. - No la toques con tanta confianza enano atrevido! - dijo celoso Noré - Noré déjalo es sólo un niño...- lo apañó Anaciel y Rustem volteó a verlo con un gesto burlón en su rostro. - Voy a matarte enano....- afirmó ofuscado el joven Diablo. - Calmate Noré, pareces otro niño...- dijo Vittorio poniendo su mano en el hombro de este. En ese momento Noré recordó que una de las cosas que más le gustaba a Anaciel en el mundo humano era estar con los niños, así que contra Rustem llevaba las de perder. El pequeño príncipe tenía una actitud irritante y traviesa, logrando sacar de quisio a su hermano mayor. Le divertía molestarlo, ya que Noré siempre reaccionaba pero, además de eso, a Rustem le
  • 24. encantaban las mujeres hermosas y las cosas bonitas. - Mejor vayamos al grano de una vez antes de que los convierta en piedra a ambos... Rustem, ya la conociste, ¿ahora que harás?...- preguntó Vittorio. El niño lo pensó por un momento - Esta bien, traeré la joya... pero sólo si ella me da un beso - respondió descaradamente. - Qué dices?! - exclamó Noré. - ¿Cuál es el problema?, es sólo un beso en la mejilla - - Eres un enano descarado - - Y tú un Diablo estúpido y egoísta, tienes algo tan bonito y la quieres toda para ti so- - en medio de la discusión Anaciel sorprendió a Rustem dándole un tierno besó en la mejilla, Noré y Vittorio también se sorprendieron. El pequeño Diablo se ruborizó - De verdad... lo hiciste...- dijo mientras se tocaba la mejilla. - Sí, dijiste que si lo hacía nos ayudarías - sonrió ella. - Pero...¿ y si estaba mintiendo?- - ¿Por qué mentirías? - - ¿De verdad... eres así de inocente? - dijo confundido. - Bueno ya obtuviste lo que querías, ¿Vas a traernos la joya si o no? - preguntó ya fastidiado Noré. - Ella me tomó por sorpresa, exijo que me dé otro así puedo disfrutarlo - dijo Rustem con desparpajo. - No lo hará!, ya agotaste mi paciencia enano - - No me digas que estas celoso de un niño, Diablo estúpido, me das pena - Y así Noré y Rustem continuaron peleando mientras Anaciel se colocó al lado de Vittorio para verlos de lejos, aquella situación la hacia reír. - En verdad son divertidos - comentó ella - Tal vez, pero Rustem tiene razón...- -¿En qué? - - En que eres demasiado inocente, esa inocencia es peligrosa, te hace vulnerable...- - Tal vez... pero me gusta pensar que si le brindas tu confianza a los demás, ellos se vuelven incapaces de traicionarte - sonrió ella. Vittorio la miró algo indiferente y dijo - Tienes una forma curiosa de pensar...- - ¿Tú crees?, es gracias Noré que cambie mi manera de ver las cosas. Antes vivía temerosa de ustedes, del mundo que era ajeno al mío, por las enseñanzas que había recibido... pero cuando me permití conocerlo me di cuenta que sólo debo juzgar luego de ver con mis propios ojos. Sé que no todos los Diablos son como él, también los hay como Hazar, pero ¿Por qué no darme la oportunidad de confiar un poco más?.. es una forma de aprender y conocer - - ¿Así?... y según tú que tipo de Diablo soy?...- preguntó Vittorio. - Mmm... eres reservado y tranquilo, alguien que no expone sus emociones, pero por la forma en que me ayudaste en aquella ocasión diría que eres amable - - Dices que soy amable por que te ayudé?... ¿Cómo sabes que fue amabilidad y no por interés?...- intentó ponerla a prueba, pero Anaciel lo anuló completamente con su respuesta - No lo sé, de eso se trata confiar... - sonrió. Vittorio se sorprendió por la sencillez y honestidad de su respuesta, esbozó una casi imperceptible sonrisa y dijo - Tienes una filosofía de vida interesante... - - Gracias -
  • 25. Por otro lado, la discusión entre Noré y Rustem parecía no tener fin, el pequeño reveló sus particulares alas negras y voló hasta donde estaba Anaciel para ir a su encuentro - Rustem!, ¡Tienes alas!, no lo sabía - dijo sorprendida ella. - Sí, soy el único de los siete que puede volar, como ves tenemos algo en común hermosa Anaciel - dijo galante. En eso se acercó Noré ya agotado por la situación - Definitivamente no puedo con este mocoso - - Cálmate Noré... con esa actitud sólo empeoras las cosas...- lo aconsejó Vittorio. - Así es Diablo idiota!, tienes una forma muy egocéntrica de pedir un favor - continuó provocándo. - Escucha Rustem - intervino Anaciel - aún no termino de entender como funcionan las cosas aquí pero, por lo que me dijo Noré, el único que puede traer la joya eres tú. La necesitamos para ir con tu hermano Loxur y que me libere del pacto con Hazar... me agrada estar con ustedes, pero me temo que no podré resistir mucho tiempo más... si nos ayudas te estaría inmensamente agradecida, por favor...- le pidió mirándolo a los ojos. Rustem lo pensó un segundo - Esta bien, no puedo negarme al pedido de una dama tan hermosa como tú - dijo y besó delicadamente su mano. Aunque era mucho más joven, Rustem se esforzaba por actuar como un caballero frente a una mujer, ya que según sus propias palabras le atraían las cosas bonitas y le gustaba que ellas le prestasen atención. - Te lo agradezco - - Sí algún día te cansas del bruto de mi hermano espérame Anaciel, cuando crezca seré el príncipe que necesitas. La diferencia de edad no será un problema para mi - dijo con total desparpajo. La joven ángel sólo rio divertida por su loca propuesta - Qué ocurrente eres Rustem je je - - Maldito enano precoz, ya me hartaste. Belzet comételo! - ordenó Noré y el perro comenzó a perseguir al pequeño Diablo por todo el salón. La discusión duró un poco más pero parecía que Anaciel había logrado convencer a Rustem de cooperar con ellos. Para que los ánimos se calmasen, Vittorio se retiró al balcón a hablar con el pequeño, mientras que Anaciel quedó en el salón con Noré - Perdóname Anaciel, no quería que vieses ese lado tan vergonzoso mío... por eso no deseaba hablar con Rustem en persona, siempre termina irritándome con su actitud - dijo tocándose la cabeza mientras permanecía sentado en un sillón. Ella estaba de pie frente a él - No te preocupes por eso, yo me divertí, me gusta conocer aspectos que no sabía de ti - sonrió - me interesa saberlo todo - - Créeme, no querrás conocer todo de mi...- dijo algo misterioso. - Eh?, ¿Por qué no?. Yo no soy alguien interesante, supongo que ya lo sabés todo de mi... era una simple ángel a la que un día le dijeron que había sido seleccionada por el oráculo para suceder a un arcángel. Nunca había cuestionado nada que se hubiese preestablecido para mi hasta que te conocí... sabés que hubiese entregado mis alas sin dudar pero...- - Lo sé, tu familia...- - Así es, nunca tuve interés en ocupar un lugar de autoridad, si hubiese tenido una mínima señal de que ellos estarían bien no me habría marchado de tu lado...- - Sí... lo comprendo...- - Estoy preocupada por ellos ahora, mis superiores deben estar muy molestos con todo esto...-
  • 26. - No te preocupes, te sacaré de aquí y verás que ellos estarán bien - le dijo mientras tomaba sus manos y la miraba a los ojos. Una pregunta sobrevolaba implícitamente en el aire, aunque ninguno de los dos se atrevía a hacerla, ¿Qué pasaría con ellos cuando todo acabase?, ¿Podrían estar juntos o volverían a separarse?. Era un interrogante que no podían responder pero que al estar presente en sus corazones los impulsaba a disfrutar de cada momento juntos. - Hay algo que quiero preguntarte... tú y yo hemos...- - ¿Si hemos hecho el amor? - se adelantó Noré - Sí, muchas veces... pero si quieres podemos recordarlo ahora mismo...- sugirió mientras la tomaba de la cintura. - Noré...- susurró apenada Anaciel. - Ja ja, estoy jugando, adoro ver cuando te avergüenzas...- bromeó con su atrevido sentido del humor. Mientras en el balcón Vittorio y Rustem mantenían otra conversación - Así que en verdad es posible - - ¿ A qué te refieres? - - A que una criatura como ella pueda amar a un Diablo como nosotros - dijo Vittorio mientras veía de lejos como Anaciel se abrazaba a Noré. - Claro que es posible, lo estás viendo con tus propios ojos... ¿Qué es lo que te incomoda? - preguntó Rustem. Vittorio permaneció en silencio y él continuó - Noré quizás no lo haya notado pero yo sí, ¿Te gustó no es así? - - No digas tonterías...- - No tienes por qué ocultarmelo, sabes que no le diré nada a él - - ¿Cómo podría gustarme?, apenas y la conozco...- - Eso no tiene nada que ver, los Diablos somos débiles a las criaturas como ella. A mi me gusta por que es bonita, en este lugar no se encuentran cosas así - - Tal vez es cierto, me gusta... pero nunca podría igualar los sentimientos de Noré. Ser capaz de ir tan lejos por un mujer, no soy esa clase de ser, pero entiendo que necesita desesperadamente sacarla de aquí si no morirá... Prefiero no tenerla cerca para no generar sentimientos en mi... no quiero sentir nada al verla - - ¿Por qué le temes a tener emociones? - - Por que somos tan salvajes que ni siquiera podemos dominarlas... - - Bueno, mejor así, no necesitamos otro Diablo estúpido enamorado del mismo ángel - dijo con total liviandad - pero cuando tenga la edad suficiente para salir de aquí iré a la tierra de los humanos y conseguiré una para mí ja ja - terminó por decir lleno de confianza. - Eres un desastre Rustem...- dijo ya agotado Vittorio - Aunque me parece extraña, es agradable... debo admitir que ha despertado mi curiosidad por el mundo exterior...- - Eso sí que es llamativo en ti. Bueno, iré a buscar esa maldita joya así terminamos con esto de una vez - - Me sorprende que accedieras tan fácil...- - Oye! No soy un desalmado, tampoco es que quiera verla morir aquí. Ella me dio un beso así que cumpliré mi parte del trato. Además si no la sacamos de aquí tendremos una guerra ¿no es así?, y eso sí sería un fastidio -
  • 27. - Tienes razón...- - Volveré en cuanto tenga la joya - dijo por último el pequeño Diablo y se marchó. Vittorio quedó sólo en aquel balcón reflexionando sobre lo que sentía y pensaba. Si debía ser honesto consigo mismo tenía que admitir que Anaciel había despertado algo más que curiosidad en él, ¿Cómo un ser que venía de un mundo completamente opuesto podía resultarle agradable?, era una pregunta que no salía de su cabeza. Pero al verla junto a Noré la única palabra que podía pensar para definirlos era "Equilibrio", dos seres nacidos en contextos completamente diferentes que no se oponían entre si, si no que se complementaban. Definitivamente era un vínculo muy fuerte en el cual no se atrevía a intevernir y prefería no seguir indagando sobre sus emociones para no cruzar ese límite que le permitía estar cerca y distante a la vez. Y al mismo tiempo, en el paraíso, se tomaba una decisión que cambiaría drásticamente el futuro de la joven ángel - Guardián Zarasel - dijo un arcángel de aspecto misterioso. - Sí señor, a sus órdenes - respondió el guardián. - Luego de escuchar tu informe sobre el paradero de Anaciel, y el acuerdo al que llegaste con ese Diablo, el Consejo a llegado a una decisión final, no llamaremos a la guerra por ella - - ¿Cómo dice?...- se sorprendió él. - Lo que oyes, una criatura que resulta tal tentación para seres despreciables como los diablos no hace más que causarnos problemas y alterar el balance entre nuestros mundos, no sacrificaré soldados por su bienestar - - Pero señor, ella es una víctima en todo esto! - - Silencio Zarasel, que seas su hermano no te da derecho a opinar sobre este asunto, estas aquí para acatar órdenes - El guardián quedó en silencio y el arcángel continuó - Tú y yo sabemos que lo más probable es que muera ahí abajo, pero llegado el caso en que ese Diablo logre sacarla, tienes la orden directa de matarla. Una vez que su existencia como ángel desaparezca, automáticamente el oráculo designará a un nuevo sucesor y ese si nos encargaremos de que no se escape de nuestra manos, no cometerémos el error de darle tanta libertad como a esa jovencita - - Matarla?... - - Ya escuchaste, si te preocupa tu bienestar y el del resto de tu familia harás lo que se te ordena como el guardián que eres. Sino serán acusados de traición - - Entiendo...- - Sí crees que no puedes hacerlo dímelo y se lo pediré a alguien más - - No... yo lo haré, es mi hermana... me aseguraré de que no sufra...- - Perfecto, entonces así será. Te lo advierto Zarasel, no intentes engañarnos, recuerda que puedo sentir su presencia divina donde sea que esté. En estos momentos sigue con vida en el Infierno, pero sabré inmediatamente cuando muera - - He comprendido cuáles son mis órdenes señor - - Ya puedes retirarte - dijo por último el arcángel y el guardián se marchó. Zarasel se encontraba en una terrible contradicción, aquella espada con la cual había jurado proteger a su hermana Anaciel, ahora se convertiría en la guillotina que dictaminaría su sentencia de muerte...
  • 28. - ¡¿Zarasel es tu hermano?! - dijo sorprendido Noré. - Sí, así es. Disculpa, pensé que te lo había dicho antes...- respondió Anaciel. - No, no lo sabía. Tampoco lo hubiese imaginado. Son muy diferentes...- - Sí... sé que Zarasel puede ser rudo, pero es un buen hermano. Tener que ser un guardián no ha sido fácil para él...- - ¿A qué te refieres? - - Él es mi hermano mayor, el único que tengo, siempre fuimos muy unidos, lo compartíamos todo. De muy joven demostró ser un habilidoso guerrero y cuando los arcángeles lo descubrieron lo llevaron a un palacio para prepararlo y que sea un guardián divino, así que repentinamente nos separaron... Cada tanto el venía a visitarnos, yo lo extrañaba mucho, pero decía que no podía oponerse a las decisiones de los arcángeles, su voluntad es absoluta. Cuando nos encontrábamos en público ni siquiera podía tratarlo como a un igual, debía dirigirme a él como mi superior, eso me llevó tiempo entenderlo, ya no podía ser afectuosa con él. Cuando el oráculo me designó como sucesora yo era muy pequeña y mi hermano abogó para que creciese con mis padres el mayor tiempo posible y no tuviese que ser separada de ellos como le ocurrió a él, diciendo que se haría cargo de mi seguridad. Ahí fue cuando entendí que su amor por mi seguía intacto, hasta que llegó el momento en que no pudo aplazarlo más y fui llevada al palacio. Me sentía muy sola ahí dentro, que tuviésemos que tratarnos con tanta distancia pese a que nuestras miradas decían otra cosa era muy triste. De seguro está muy preocupado por mi en estos momentos...- dijo ella y entristeció su mirada. - No te preocupes, aunque creo que él me detesta, le prometí que te sacaría de aquí... no estoy seguro de que confíe en mi palabra, pero así será - - Entiendo...- - No estés triste... te mostraré algo que quizás te guste - dijo Noré mientras se ponía de pie y caminaba en dirección a un hermoso piano blanco que estaba en la esquina del salón. Tomó asiento y con sus propias manos interpretó una simple pero hermosa melodía, Anaciel sonrió impresionada - ¿Te gustó? - preguntó él. - Sí, fue muy hermosa - - La hice para ti - - ¿Para mi? , ¿Sabes hacer música? - preguntó ella mientas se acercaba más. - Aún no del todo, es algo complejo, pero aprenderé a hacer cualquier cosa que te haga felíz - dijo con una sonrisa. - Noré... siempre eres tan gentil...- agradeció ella mientras lo abrazaba por detrás y le daba un tierno beso en la mejilla.
  • 29. En medio de esa atmósfera romántica, ninguno de los dos podía imaginar que estaban siendo espiados desde afuera por un diminuto sirviente de Hazar. Aquel Diablo, desde la intimidad de su habitación en el segundo reino, podía ver a través de una bola de cristal todo lo que los ojos de ese demonio alcanzaban. Y allí estaba ella, verla amar a Noré de esa forma lo hería profundamente, podía sentir como el fuego de los celos ardía en su pecho. Mientras bebía una copa de sangre, Hazar comenzaba a perderse en sus recuerdos. Profundas memorias que había intentado con desesperación olvidar, de aquellos días en que conoció a Anna... Muchos años atrás, Hazar recorría las calles de diferentes pueblos en busca de compañía femenina y del placer que esta traía. Bajo una cabellera rubia e imnóticos ojos color miel seducía a cuanta dama cruzara en su camino, haciéndose llamar Alan. Sus favoritas eran las mujeres casadas o comprometidas, ya que eran atrevidas y desenvueltas en la intimidad. Así, pasaba los días de su juventud divirtiéndose en el mundo humano, sin aferrarse a nada, sólo siguiendo sus más básicos instintos lujuriosos. Otra de las cosas que disfrutaba era del café preparado por los humanos, su aroma agradable y sabor eran una tentación para él, así que le gustaba recorrer los bares y cafés de los diferentes pueblos que visitaba, y en uno de ellos la conoció... Una joven dulce y muy hermosa, de sonrisa contagiosa y brillantes ojos verdes, llamada Anna. La muchacha trabajaba como mesera de un pequeño café durante la tarde hasta la noche. Desde que la vio por primera vez Hazar no pudo quitarle los ojos de encima, apenas estaba entrando en la madurez, era de baja estatura pero de cuerpo esbelto, cabello corto castaño y de apariencia humilde. No era para nada llamativa, pero su belleza natural resultaba innegable. Aunque la joven lo atendía de manera amable, Hazar apenas podía responderle, se sentía intimidado por su presencia inocente. Hasta el día en que ella accidentalmente tocó su mano mientras retiraba la taza de su mesa - Disculpe joven - - No, se preocupe señorita no es nada - - Viene muy seguido aquí, veo que disfruta de la lectura - comentó ella al ver un libro sobre la mesa. - Sí, este tipo de literatura es agradable en compañía de un buen café - - Es verdad, mi nombre es Anna, ¿Cuál es el suyo? -
  • 30. - Soy Hazar - respondió él y se sorprendió a si mismo. No sabía el por qué, pero acababa de decirle su nombre real, ya no podía retractarse. - ¿Hazar?, es un nombre hermoso. ¿Es extranjero? - - Mis padres lo son - - Oh, ya entiendo. Bueno, debo seguir trabajando pero seguro nos seguiremos viendo ¿verdad?. Fue un gusto joven Hazar - sonrió ella y estiró su mano en señal de querer estrechar la de él. Hazar sonrió, tomó delicadamente su mano y la besó, no pudo evitar seguir su impulso - Es un placer señorita Anna - terminó por decir mientras la miraba con ojos seductores. Ella se sonrojó por aquel gesto y lentamente se fue a continuar con su labor. Aquel Diablo estaba encantado, su mano le pareció tan pequeña y delicada, su reacción tímida lo cautivó, quería saberlo todo sobre ella. Así que, además de asistir al café, comenzó a espiarla para saber sobre su vida. Durante el día asistía a un modesto hospital vestida como enfermera, en algunas ocasiones a la biblioteca del pueblo y por la tarde hasta la noche trabajaba en el café para luego regresar a su casa, pero siempre sola. Parecía la situación ideal, una hermosa joven solitaria era una víctima perfecta para seducir. Al principio, Hazar pensó que sería algo sencillo, pero luego se dio cuenta de que no sabía ni como iniciar. Anna no era como las otras mujeres que el conocía, damas aburridas de la rutina de sus parejas y deseosas de tener un amante, no, ella era autosuficiente, muy activa y no parecía demostrar interés en tener pareja. Así que comenzó a planear sus encuentros para que pareciesen casuales, y una tarde en la biblioteca local ... Anna estaba tratando de alcanzar un libro de un estante superior, pero al ser de baja estatura le resultaba imposible, fue entonces cuando de sorpresa Hazar apareció detrás de ella y se lo entregó - ¿Esté es el que deseabas? - preguntó él. - Sí, muchas gra... , joven Hazar! - se sorprendió ella - Es la primera vez que lo veo aquí -. - Yo también a ti, tal vez simplemente no nos habíamos cruzado - sonrió - Sí, debe ser - -¿Qué lees? - - Medicina, pronto tendré un examen, estoy estudiando para ser enfermera - - Enfermera, que interesante... yo ya me iba al café, solo vine a cambiar los libros, ¿te diriges hacia allá?- - Oh sí, ya casi es la hora, debo ir a trabajar -
  • 31. - ¿Te importa si te acompaño? - Ella se sorprendió - No, no me molesta...- - Bien, ¿Vamos? - sonrió seductor y se marcharon juntos. El plan del Diablo era involucrarse lentamente en la vida diaria de la joven, Hazar no era de tomarse tanto trabajo para conseguir lo que quería, pero mientras más la conocía, más se sentía incapaz de obligarla a nada. Aunque habían empezado a tratarse diariamente, aún no se atrevía a cortejarla abiertamente pues ella no demostraba ningún tipo de interés en él. La situación lo presionaba, ya que no era el único detrás de ella, al ser tan hermosa muchos hombres que concurrían al café se mostraban interesados en la joven. Algunos eran más insistentes que otros, pero todos terminaban siendo rechazados. Aquella situación comenzó a despertar lentamente un sentimiento desconocido para Hazar, los celos. Aunque confiaba en que ninguno estaba a su altura y que terminarían fracasando a la hora de conquistarla, el sólo hecho de que se atraviesen a mirarla lo molestaba. Pero todo cambió una noche de invierno, el frío recorría las calles del pueblo cuya oscuridad se hacía más profunda conforme avanzaba la estación, Anna se retiró un poco más tarde de lo habitual del local para regresar a su hogar. Siempre se había sentido muy segura pese a volver sola de noche, pero a esa hora ya nadie transitaba por el lugar, así que apresuró su paso y al pasar por un callejón fue sorprendida por uno de los hombres que la pretendía - Anna!, te estaba esperando - exclamó el joven. - Que hace aquí?! - se asustó ella y lentamente retrocedía. - He venido por ti hermosa - - Ya le dije que no estoy interesada en usted, déjeme en paz - intentó correr pero aquel hombre la atrapó del brazo con fuerza. - Vamos hermosa, ya no te hagas la difícil - dijo mientras intentaba arrastrarla. Ella por el miedo sólo cerró sus ojos un instante y sintió como el muchacho abruptamente la soltó, cayendo así al suelo. Y al mirar nuevamente descubrió que otro hombre tomaba por el cuello al joven, se trataba de Hazar, quien había sido testigo de todo, pues la seguía cada noche a escondidas de camino a su casa. - Joven... Hazar...- murmuró ella. Mientras lo aprisionaba contra la pared, aquel hombre, rápidamente, sacó una navaja de su bolsillo y le hizo un pequeño corte en rostro. Con su otra mano, el Diablo tomó su muñeca y la quebró usando apenas un mínimo de su fuerza. Se moría de ganas de aplastar su garganta pero se contuvo
  • 32. - Escuchame bien basura, si te acercas de nuevo a ella te juro que te arrancaré los brazos...- lo amenazó en un susurro, mirándolo con sus impactantes ojos demoníacos que brillaban en la oscuridad - Ahora vete, no se te ocurra volver por aquí - terminó por decir y lo arrojó al suelo con violencia, obligándolo a huir despavorido. Mientras lo veía irse, Hazar sintió como la sangre bajaba por su rostro, podía haber cerrado inmediatamente la herida pero si ella lo veía llamaría su atención, así que lo dejó como estaba. Lentamente se acercó y la ayudó a ponerse de pie - ¿Estás bien Anna? - preguntó gentil. Asustada y con lágrimas en sus ojos se abrazó timidamente a él - Joven Hazar... muchas gracias...- Estaba sorprendido, era la primera vez que veía su fragilidad, siempre tan alegre y llena de energía, aquella faceta le era totalmente desconocida. Al tenerla tan cerca pudo notar lo pequeña que era a su lado, deseaba abrazarla con todas sus fuerzas pero se limitó a acariciar su cabeza. Ella levantó la vista y notó su herida - ¿Está bien?... lo lastimó - - No te preocupes por esto, no es nada... déjame acompañarte a tu casa, por si ese loco regresa - - Sí por favor...- respondió la joven y se fueron juntos en el medio de la noche. Al llegar a su casa, Anna lo invitó a pasar - Por favor déjeme curarle esa herida, es lo menos que puedo hacer...- le pidió ella y este aceptó. Tal como sospechaba, la muchacha vivía sola en aquella pequeña pero acogedora casa. Hizo que Hazar tomará asiento en la sala de estar y se dispuso a curarlo. Era tan delicada y gentil, el Diablo no podia dejar de mirarla, estaba rendido ante sus manos - ¿Por qué estaba ahí joven Hazar? - preguntó ella mientras terminaba de ponerle una venda. - Por favor, sólo dime Hazar, me gusta salir a caminar por las noches. Me sorprendió verte tan tarde, iba a preguntarte si querías que te acompañase para estar más segura y vi todo lo que sucedió - - Ya veo... muchas gracias de nuevo - - ¿Ya te había sucedido algo así antes? - - Algunos hombres suelen ser muy insistentes... pero nunca de esa forma, en verdad me asustó mucho - - Entiendo - - Sé que ya es muy tarde, pero puedo ofrecerte algo de beber - - Me caería bien un café - - Es buena idea, hace frío. Enseguida te traigo uno - sonrió.
  • 33. Café de por medio, Hazar quería saber aún más sobre ella, así que amablemente preguntó - ¿Vives sola aquí? - - ¿Lo notaste?... Sí, ya hace unos años vivo sola. Mis padres murieron de una enfermedad en la sangre. Fue muy triste, en apenas unos meses se fueron...a pesar de ser muy joven el dueño del café aceptó dejarme trabajar para él, así logro mantenerme a mi misma, pero decidí que quiero ser enfermera para ayudar a los enfermos cuando lo necesiten, es mi vocación...- dijo con orgullo. - Ya veo... - - Por eso déjame agradecerte nuevamente lo de hoy... si ese hombre me hubiese llevado no sé que sería de mi... nadie me buscaría, ya que no tengo familia...- - Yo lo haría - - Eh? - - Yo te buscaría, después de todo te has vuelto parte de mi vida - sonrió él. Compartieron una larga y agradable charla, el Diablo disfrutaba mucho de su compañia, pero habia llegado el momento de retirarse. Ya en la puerta, amablemente se despidieron, repentinamente Hazar decidió que ya no quería darle más vueltas al asunto y, a riesgo de que lo rechazara, declaró sus intenciones con ella. - Anna...- dijo misterioso mientras tomaba la mano de la joven - me gustas... estoy interesado en ti desde hace tiempo. Si me lo permites, quisiera cortejarte - - Hazar...- se sorprendió ella - pero... yo no estoy interesada en tener una pareja...- - Por favor Anna... dame la oportunidad de enamorarte - le pidió mirándola con sus ojos seductores. Ella no pudo evitar sonrojarse - Esta bien...- respondió tímida. Él besó su mano y le susurró - Te prometo que no te arrepentirás...- y se marchó con una sonrisa en su rostro. La joven en cierta medida también se sentía atraída por Hazar, pero hasta ese ese momento realmente no buscaba tener una pareja, había una poderosa razón que aún no se atrevía a decirle a nadie. La noche siguiente Hazar la espero a la salida de su trabajo - Anna - - Hazar!, ¿Qué haces aquí? - se sorprendió ella. - Te dije que te cortejaría, ¿recuerdas?, ¿Tienes un momento para mi? - - Sí...-
  • 34. - Hay un lugar al que me gustaría llevarte - sonrió y en pleno anochecer la llevó hasta una antigua taberna, muy alegre y llena de música. - Se ve divertido! - dijo emocionada. - Sí, aunque eres joven, estás tan ocupada que nunca te diviertes, ¿Me equivoco? - - Tienes razón...- - Vamos a bailar - - ¡¿Qué?!, pero yo no sé hacerlo... - - Eso no importa, sólo debes divertirte - terminó por decir y le tendió la mano en señal de invitación. Ella tímidamente la tomó y Hazar la guió bailando. Anna sólo podía sonreír, era la primera vez que se divertía en compañía de alguien más. Pasaron una velada increíble juntos, y de regreso a la casa de la joven se detuvieron en un rosedal. Tomaron asiento en un banca entre medio de las flores rojas y ella suspiró - Me encanta este lugar, amo las rosas pero las blancas son mis favoritas - dijo mientras acariciaba los pétalos de una rosa roja a su lado. - Blancas?... mira esto...- dijo y simulando hacer un truco de magia sacó de la manga de su sacó una rosa blanca que había hecho el mismo. - No puede ser... ¿cómo hiciste eso? - preguntó asombrada. - Es un pequeño truco que aprendí de un viejo mago en otro pueblo - sonrió. - Es preciosa...- - No tanto como tú, nada se compara con tu belleza...- - Eres misterioso... - dijo avergonzada. - Y tu diferente... No voy a mentirte, he conocido muchas mujeres, pero ninguna como tú... tan especial...- - ¿Especial?...- - Sí, tan dulce y hermosa... me traés loco... - continuó sin dejar de mirar esos enormes ojos verdes que lo imnotizaban. - Puedo preguntar... desde cuando me ves así?...- - Desde la primera vez que te vi... supe enseguida que quería que fueses mía...- respondió él sin reservas. Hazar era un experto en el engaño pero en aquella ocasión, sin saber por qué, le estaba abriendo su corazón a una simple niña. Anna estaba conmovida, era la primera vez que un hombre se le confesaba con tanto sentimiento, la hacía estremecer.
  • 35. Ya de regreso en su casa, se disponían a despedirse desde la entrada. Hazar no pretendía conseguir nada de ella esa noche, sólo disfrutar estar a su lado. - Muchas gracias por lo de esta noche, en verdad me divertí - sonrió la joven. - De nada, es sólo una noche de las muchas que vendrán si me aceptas...- sonrió seductor él. - Lo pensaré...- susurró ella tímida. - Nos vemos preciosa - dijo por último Hazar y cuando estaba dando media vuelta para irse ella lo llamó - Espera! - - Que ocurr- iba a preguntar pero Anna lo sorprendió abalanzándose sobre él y haciendo puntas de pie le dio un tierno beso en la mejilla. Sorprendido por aquella acción, no pudo evitar conmoverse. Ella sólo sonrió y entró a su casa. Hazar se sentía estúpido, ¿Cómo podía ser que un Diablo como él, que venía de disfrutar noches enteras de lujuria, se estremeciera por un simple beso en la mejilla?. La respuesta era simple, era por ella, todo lo que viniese de Anna lo enloquecía. Ella también sentía que se estaba enamorando. Así, tuvieron varias salidas más hasta que un día, sin explicación, la joven empezó a evitarlo. Hazar no podía entender el por qué, se preguntaba una y otra vez que había hecho mal, ¿Será que lo había descubierto?, ¿Había descuidado su disfraz?. No, estaba muy atento a no bajar la guardia respecto a ello. Se sentía morir cada vez que intentaba acercarse y ella salía corriendo sin decirle nada. No quería obligarla a nada, hasta que un día no pudo evitarlo, necesitaba una respuesta. Una noche de intensa lluvia la espero en la entrada de su casa - Anna...- la nombró. Ella se sorprendió pero intentó pasar a su lado y entrar sin responder, Hazar la tomó del brazo y la obligó a mirarlo - Dime que sucede Anna - - Déjame Hazar... - - No puedo... mírame por favor, dame una respuesta...- - Tengo miedo... me da miedo estar enamorada de ti... de ser ingenua y dejarme engañar por alguien con tanta experiencia como tú ...- dijo entre sollozos - todo el tiempo pienso en ti... no me siento yo misma, me da miedo... sólo déjame Hazar...- El Diablo quedó impactado por aquellas palabras que guardaban algo de lógica, una niña inocente que apenas cumpliría dieciocho años contra un joven adulto que había vivido tanto como él. Hazar la rodeó con sus fuertes brazos y la besó apasionadamente, Anna simplemente no pudo resistirse, y así bajo aquella intensa lluvia tuvieron su primer beso - No puedo dejarte... aún no te has dado cuenta que ya eres mía Anna?...- le dijo con una sonrisa seductora.