1. Los tres caminos...
Camino número uno. El mundo está repleto de gente mala; gente
que anda en la borrachera, el robo y en toda clase de maldad y de
placeres perversos. Los que andan en este camino muchas veces ni
profesan ser buena gente. De estas personas y del camino en que
andan, Jesús dijo: “Ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva
a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7.13).
Camino número dos. En este mundo también existen unas pocas
personas que se dedican por completo a la santidad en la vida diaria.
Estas personas viven sus vidas en el temor del Dios que va a juzgar al
mundo, negándose de cualquier cosa que les presente un riesgo
espiritual. Hasta se atreven a negarse de cosas que todo el mundo tiene,
como por ejemplo, el televisor, por amor a Dios y a la pureza. Estas
personas mantienen muy limpias sus conciencias, rehusando hacer
cualquier cosa que saben que no le agrada a Dios. Este tipo de personas
viven sus vidas como si el mundo no fuera su hogar permanente. De
estas personas y del camino en que andan, Jesús dijo: “Estrecha es la
puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la
hallan” (Mateo 7.14).
Camino número tres. Pero, además, hay un montón de “buena
gente” que, al parecer, son demasiado buenas como para clasificarles
entre la gente que camina en el camino número uno. No obstante,
tampoco se pudiera decir que las mismas están en el camino número
dos... Pues, ¡parece que se trata del camino número tres! En este tercer
camino andan muchos de los que se hacen llamar cristianos. Ellos no
son tan “fanáticos” como los cristianos que andan en el camino número
dos, pero con todo, afirman ser cristianos verdaderos, evangélicos
entregados al Señor.
Pero, detengámonos por un momento... Aquí algo parece un poco
extraño... ¿Qué es eso de tres caminos? Conviene hacernos una
pregunta sincera:
¿Acaso hay tres caminos?
2. Por favor, toma tu Biblia y busca para ver si encuentras que hay tres
caminos.
¿Ya lo buscaste? ¿No es cierto que hallaste que en toda la Biblia no se
encuentra ningún otro camino que no sea uno de los dos caminos a los
que Jesús se refirió en Mateo 7.13–14? Aquí están esos versículos:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso
el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y
pocos son los que la hallan”.
Dos puertas, dos caminos. ¡Tremendo!
Pero, ahora se nos presentan varias preguntas un poco
inquietantes:
· ¿Qué de ese camino que positivamente parece ser una tercera
opción?
· ¿Qué de toda la gente que anda en lo que ciertamente parece ser el
tercer camino?
· ¿Por qué Jesús no hace mención de ese montón de gente que no
anda por el camino angosto, pero que tampoco andan en el desenfreno
característico del camino espacioso? ¿Acaso se le olvidó clasificar a esa
gente y el camino en que andan?
Pues, vamos a hacer un análisis de la gente que anda en los dos
caminos mencionados por Jesús. Tal vez al hacer este análisis se nos
aclare lo de la gente que bien parece andar por el tercer camino:
¿Cómo son los que andan en el camino espacioso?
Permitamos que la misma descripción que nos dio Jesús
conteste esta pregunta.
Jesús dijo que la puerta a la entrada de este camino es ancha. Esto
significa que ninguna persona tiene que batallar para entrar allí; puede
entrar junto con cualquier cosa que pertenece a su propia manera de
vivir. Esa persona puede entrar con sus vicios, sus pecados pasados y
3. presentes, sus deseos malos y su egoísmo. También puede entrar con
su ambición, su enojo y sus revistas pornográficas. Una persona así
puede entrar con todo esto y más porque la puerta de esa entrada es
ancha. Y después de entrar, tal persona puede seguir guardando todo
esto porque el camino también es espacioso.
Uno no tiene que esforzarse para entrar en el camino espacioso. Hasta
todos nosotros hemos entrado allí por naturaleza. Esto es como si nos
echáramos a un río cuya corriente nos lleva muy tranquilamente... y allí
vamos río abajo, sin tener que batallar en contra de nuestra naturaleza.
¿Cómo son los que andan en el camino angosto?
Otra vez, permitamos que la descripción de Jesús nos enseñe
la respuesta.
Jesús dijo que la puerta al camino angosto es estrecha. Esto quiere
decir que la persona que lleva equipaje no puede entrar por esta puerta.
Esa persona no puede entrar con su orgullo; de esto habló Jesús al
decir: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18.3). Además, esa persona
no puede entrar allí con sus vicios; de esto habló Jesús al decir: “Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame” (Lucas 9.23). Mucho menos esa persona puede
entrar allí con su enojo, ni con su ambición, ni con su pornografía. Esas
cosas todas las tiene que dejar atrás antes de entrar por la puerta
estrecha. Y después que la persona entra por esta puerta ya no le queda
espacio para alargar la mano y coger otra vez su equipaje, porque el
mismo camino es angosto.
Tal vez ahora tú estés pensando: Ah, pero qué camino más restrictivo.
Seguro que los que andan por ahí son bastante tristes. Pero si te fijas un
poco, tú vas a notar que los que andan por el camino angosto son de los
más alegres que existen en todo el mundo. Isaías previó la alegría de los
que andan por el camino angosto al escribir el pasaje que se halla en
Isaías 35.8–10. Además, él previó otras dos características de los
caminantes en este camino; la santidad y la seguridad. Lee estos
4. versículos: “Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de
Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con
ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se
extraviará. No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará,
para que caminen los redimidos. Y los redimidos de Jehová volverán, y
vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y
tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido” (Isaías 35.8–
10).
Pues, ahora hemos visto un poco de cómo son los que andan por los
dos caminos trazados por Jesús en Mateo 7.13–14. Sin embargo, nos
queda todavía contestar la pregunta:
¿Qué del tercer camino?
Lo cierto es que el “tercer camino” es un mito. Punto final. Es nada más
uno de los muchísimos carriles que forman parte del camino ancho y
espacioso. Es el carril más popular entre la gente religiosa porque ahí
se recomienda por lo menos cierta apariencia de virtud y decoro; con
todo, no es un tercer camino, sino parte del camino espacioso que lleva
a la perdición.
Este carril religioso es mucho más placentero que el camino estrecho y
angosto por donde andan los “legalistas”. Por ejemplo, este carril lleva
una capa de pavimento muy liso, mientras que el camino angosto ni
está pavimentado. Y, además, aparecen muchos versículos bíblicos y
coros cristianos pintados en el pavimento. Por todos lados,
especialmente los días domingos, se escucha que la gente que transita
por este carril canta los coros y repiten para sí los versículos bíblicos.
Por lo tanto, muchos de los que andan en este carril del camino
espacioso piensan que están en el camino correcto que los lleva al cielo.
La popularidad del “tercer camino” se debe a que es el camino que le
parece bueno al hombre natural. Pero en realidad no es bueno: “Hay
camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de
muerte” (Proverbios 16.25).
5. Otra razón por la que este “tercer camino” es tan popular es porque los
pastores del pueblo de Dios muchas veces enseñan que hay otro camino
además del angosto y el espacioso. El profeta Isaías comparó a tales
pastores a los “perros mudos” que no pueden ladrar. Él dice que “todos
ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el
dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos
no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno
busca su propio provecho, cada uno por su lado. Venid, dicen, tomemos
vino, embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o
mucho más excelente” (Isaías 56.10–12).
¡Qué descripción más parecida a muchos líderes del pueblo de Dios en
la actualidad! Ellos buscan ser pastores, no por amor a Dios y a su
pueblo, sino porque buscan una vida placentera y un trabajo que pague
bien. Pero no echemos sobre ellos la culpa entera. Los religiosos de hoy
también buscan a pastores que les enseñen un camino más cómodo que
el que nos enseña Jesús. De ellos profetizó Pablo cuando escribió a
Timoteo de esta forma: “Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana
doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros
conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4.3).
¿Cómo, pues, nos guardaremos del engaño del “tercer
camino”?
Hermano, es asunto del corazón de cada uno de nosotros. Cada cual es
responsable por el camino en que anda. A continuación te presento
cinco pasos necesarios para que nos guardemos del engaño del “tercer
camino”:
1. En primer lugar, tenemos que desear sinceramente conocer
nuestro camino. La Biblia nos recuerda que “la ciencia del prudente
está en entender su camino” (Proverbios 14.8).
2. Si al entender nuestro camino vemos que andamos mal,
tenemos que arrepentirnos. Dios dijo así a los israelitas que habían
torcido su camino: “Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras
rebeliones” (Jeremías 3.22). Dios todavía está buscando a los que están
6. dispuestos a dejar sus caminos llenos de rebeliones y religiosidades
para volverse a él.
3. Tenemos que buscar con todo el corazón el camino angosto.
Jesús dijo: “Buscad, y hallaréis” (Mateo 7.7). Santiago 1.5 dice que
debemos pedir a Dios sabiduría. Y Dios dijo algo a los israelitas en
Jeremías 6.16 que sirve también para nosotros: “Paraos en los caminos,
y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino,
y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma”.
4. Es necesario que hagamos la justicia que ya conocemos. De esta
forma, Dios abrirá delante de nosotros el camino que debemos llevar.
Proverbios 11.5 explica lo que pasa si lo hacemos así: “La justicia del
perfecto enderezará su camino”.
5. En quinto lugar, enfoquemos siempre en Jesús, quien dijo: “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”
(Juan 14.6).
Y para los pastores del rebaño de Dios, quisiera añadirles esto:
Apacienten la grey de Dios con palabras de verdad, sin temor de lo que
digan los hombres, y enseñen aplicaciones prácticas para los principios
que encuentren en la Biblia. No se permitan darle la impresión al
rebaño que existe un camino fácil que llega al cielo, el mitológico
“tercer camino”.
Hermano, al fin de mi vida yo deseo hallarme en el camino que lleva a
la vida eterna. Y para hallarme en ese camino en aquel día de mi
muerte, yo necesito empezar a caminar allí ahora mismo.
Yo estoy decidido. ¿Y tú?
--Rodney Q. Mast