Este documento resume la historia de Narciso y Eco de la mitología griega. Narciso era un hombre extremadamente guapo del que se enamoró la ninfa Eco, pero él la rechazó. Más tarde, Narciso se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua y se consumió de amor por sí mismo, muriendo al final. Eco permaneció en una cueva repitiendo las últimas palabras de Narciso. El documento también menciona brevemente la ópera "Narciso" compuesta por Domenico Scarlatti.
2. Eco era una oréade (ninfa de la montaña) del monte
Helicón, que amaba su propia voz. Fue criada por
ninfas y educada por las Musas.
Parlanchina y alegre.
Con su charla incesante
entretenía a Hera,
esposa de Zeus. Y estos
eran los momentos que
él aprovechaba para
mantener sus relaciones
extraconyugales.
Hera, furiosa cuando supo de ello, culpó a
Eco de entretenerla en connivencia con
Zeus, y ya que la entretenía con aquellas
charlas incesantes, la condenó a no poder
hablar, sino solamente podría repetir el
final de las frases que escuchara.
3. Avergonzada, abandonó los bosques que
solía frecuentar, recluyéndose en una
cueva cercana a un riachuelo.
4. Narciso era un muchacho precioso, de encanto
irresistible, hijo de la ninfa Liríope.
Su madre, ansiosa
por averiguar el
destino de su hijo,
consultó al adivino
ciego Tiresias.
«¿Vivirá hasta la
ancianidad?», le
preguntó
«Hasta tanto no se conozca a sí mismo», replicó
Tiresias. De modo que la madre se aseguró de que el
hijo no viera nunca su imagen en el espejo
5. Al crecer, el chico resultó ser extraordinariamente
hermoso y despertaba amor en todos cuantos lo conocían
Aunque nunca había
visto su cara, podía
adivinar a través de las
reacciones ajenas que
era bello; pero nunca
se sentía seguro,
de modo que para ganar confianza y seguridad en sí
mismo dependía de que los demás le dijeran cuan bello
era. En consecuencia, se convirtió en un joven
absorbido por su propia persona.
6. Narciso daba largos paseos sumido en sus
cavilaciones, y uno de esos paseos le llevó a las
inmediaciones de la cueva donde Eco moraba.
Ella le miró embelesada, quedando prendada de él,
pero no reunió el valor suficiente para acercarse.
Narciso encontró
agradable la ruta que
había seguido ese día y la
repitió en más ocasiones.
Eco le esperaba y le seguía en su
paseo, siempre a distancia,
temerosa de ser vista, hasta que un
día, un ruido que hizo al pisar una
ramita puso a Narciso sobre aviso
de su presencia, descubriéndola
7. ¿Quién está ahí?, gritó él.
¡Ahí! , regresó la respuesta de Eco. ¡Ven aquí!, dijo Narciso,
bastante irritado.
¡Aquí!, repitió ella, y
corrió desde los árboles,
extendiendo sus brazos
para abrazarlo.
¡Vete!, gritó airado. ¡No puede haber
nada entre alguien como tú y el bello
Narciso!
¡Narciso!, suspiró Eco tristemente; y
desapareció avergonzada,
murmurando una oración silenciosa a
los dioses para que este joven
orgulloso pudiera algún día saber lo
que significaba amar en vano. Y los
dioses la oyeron.
8. Narciso regresó a la laguna para beber y observó el rostro
más perfecto que había visto nunca.
Instantáneamente se
enamoró del
impresionante joven
que tenía delante
9. Se sonrió, y el bello rostro le devolvió la sonrisa. Se
inclinó hacia el agua y besó los rosados labios, pero
su contacto rompió la clara superficie y el bello
joven se desvaneció como un sueño.
Tan pronto como se
retiró y se quedó quieto,
la imagen regresó.
¡No me desprecies de ese modo!, le
suplicó Narciso a la imagen.
Soy el que todos los demás aman en
vano.
¡En vano!, gritó Eco desde el bosque
con tristeza.
10. Una y otra vez Narciso se acercó a la laguna para abrazar
al bello joven, y en cada ocasión, como si de una burla se
tratara, la imagen desaparecía.
Narciso pasó horas,
días y semanas
contemplando el agua,
sin comer ni dormir;
tan solo murmuraba:
¡Ay de mí!
11. Pero las únicas palabras que le llegaban eran las de la
infeliz Eco
Por último, su apesadumbrado corazón
dejó de latir y quedó frío e inmóvil entre
los lirios acuáticos
Los dioses se conmovieron ante la
visión de tan bello cadáver y le
transformaron en la flor que ahora
lleva su nombre.
12. Eco se retiró a su cueva, donde permaneció quieta, sin moverse, repitiendo en
voz baja, un susurro apenas, las últimas palabras que le había oído ... "qué
estúpida... qué estúpida... qué... estu... pida...".
Y dicen que allí se
consumió de pena Eco,
tan quieta, que llegó a
convertirse en parte de
la propia piedra de la
cueva...
hasta que no quedó nada de ella excepto su
voz; e incluso hoy en día solo se le deja decir la
última palabra pronunciada.
13. ‘Narciso.
Tu olor.
Y el fondo del río.
Quiero quedarme a tu vera. Giuseppe Domenico Scarlatti
Flor del amor.
Narciso. (Nápoles, 26 de octubre de 1685 -
Madrid, 23 de julio de 1757)
Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos. Compositor italiano de música
barroca afincado en España,
Pájaros y mariposas
compuso varias óperas para el
japonizan en los míos. teatro privado de la reina polaca
Casimira. En 1.719 se trasladó a
Tú diminuto y yo grande. Londres a dirigir su ópera Narciso
Flor del amor. en el King´s Theatre.
Narciso.
Los fragmentos en esta
Las ranas, ¡qué listas son! presentación son 'Vieni, o
Pero no dejan tranquilo caro‘ - 'Mio bel sol‘ y 'Non lo
el espejo en que se miran
credo, non lo spero'
tu delirio y mi delirio.
Narciso.
Mi dolor.
Y mi dolor mismo.
‘Narciso‘‘ Federico García Lorca http://glarcar.blogspot.com.es
glarcar@hotmail.com