El maestro expresa su profundo agradecimiento hacia sus alumnos, a quienes se refiere cariñosamente como "tigres". Gracias a ellos, se siente privilegiado de poder enseñar y compartir la maravilla de la vida. Sus alumnos lo han hecho sentir como un maestro al verlos florecer y superar obstáculos. A pesar de tener 50 años de carrera, siente que ha vivido poco en comparación con el universo, pero valora haber podido compartir esa experiencia junto a sus alumnos.
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Escuela Bilingüe Oyster Adams
Washington D.C.
3. Al abrirse una flor...
en cada mañana,
de las muchas que he vivido,
miro en los ojos de mis “tigres”
el milagro de la vida.
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4. Reconozco, la grandeza
de la dignidad humana
en la sonrisa de mis “tigres”.
Y, por eso, en silencio, digo GRACIAS .
GRACIAS por el inmenso privilegio
que me han dado,
al dejarme enseñarles compartiendo así,
la maravilla de la vida. .
5. Me han hecho MAESTRO.
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Un sembrador de mies,
un obrero de la paz,
un arquitecto de la tolerancia
y un humilde albañil
del pensamiento positivo.
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6. ¿Cómo no habría de serlo?
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Cuando, a cada instante,
soy testigo pleno
del florecer de mis alumnos,
retando a la incomprensión
y a las “reglas”de la vida.
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7. ¿Cómo no podría serlo?
Si mis “tigres”caminan
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mirando hacia adelante
con pasos fuertes y seguros .
Si ellos son, para mis inviernos,
una fuente inacabable de primavera,
de esperanza y de futuro.
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8. ¿Cómo no podría serlo?
Si cuando me extienden sus manos,
las mías se agigantan.
Se hacen francas, generosas,
se hacen manos sin límites,
se hacen manos de MAESTRO.
9. Mis “tigres” me dan su luz ardiente,
haciendo brillar en mí
el sol de la esperanza.
En su fe, puedo renacer
de la oscuridad y del silencio;
y, todo junto a ellos, se dignifica
al saberme su MAESTRO.
10. Mis “tigres” abren diariamente.
los pétalos del arcoiris
en el tedio de las rutinas escolares.
Ellos hacen el milagro,
llenan de color y de alegría
las páginas inéditas de mi vida,
de la vida inédita de un MAESTRO.
11. Entonces miro atrás, muy lejos.
Miro la senda,
por cincuenta años recorrida,
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con tantos sueños, día a día acariciados.
Miro el ayer, tan largo,
con tantas madrugadas de esperanza
y con mil ocasos, casi exhaustos.
12. Y así, en el balance del ayer y del mañana,
puedo reconocer que lo vivido,
en cincuenta años,
aunque sea tan poco,
en la inmensidad del universo,
tiene el valor de haberlo dado,
del haberlo compartido
y del haberlo vivido
con mis “tigres”...
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¡PLENAMENTE AGRADECIDO!