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       García Lorca                   Gabriela Mistral

      Rosalía de Castro               Pablo Neruda

      Jorge Luis Borges               José Martí

     Antonio Machado              Gustavo Adolfo Bécquer

      Mario Benedetti               Miguel de Unamuno
Biografía
Federico García Lorca
                        Federico      García    Lorca    (Fuente
                        vaqueros, 5 de junio de 1898 -
                        Víznar, 19 de agosto de 1936). Poeta y
                        dramaturgo                      español.
                        En 1915 comienza a estudiar Filosofía y
                        Letras, así como Derecho, en la
                        Universidad de Granada. Forma parte
                        de El Rinconcillo, centro de reunión de
                        los artistas granadinos donde conoce a
                        Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917
                        realiza una serie de viajes por España
                        con        sus       compañeros       de
                        estudios, conociendo a Antonio
                        Machado. En 1919 se traslada a Madrid
                        y se instala en la Residencia de
                        Estudiantes,       coincidiendo      con
                        numerosos literatos e intelectuales.
                                   siguiente
ALBA             CANCIONES PARA TERMINAR
       Mi corazón oprimido
    Siente junto a la alborada      AGUA, ¿DÓNDE VAS?...
      El dolor de sus amores
  Y el sueño de las distancias.       Agua, ¿dónde vas?
     La luz de la aurora lleva       Riyendo voy por el río
     Semilleros de nostalgias         a las orillas del mar.
        Y la tristeza sin ojos
      De la médula del alma.           Mar, ¿adónde vas?
   La gran tumba de la noche
       Su negro velo levanta         Río arriba voy buscando
      Para ocultar con el día       fuente donde descansar.
 La inmensa cumbre estrellada.
¡Qué haré yo sobre estos campos     Chopo, y tú ¿qué harás?
     Cogiendo nidos y ramas
       Rodeado de la aurora         No quiero decirte nada.
    Y llena de noche el alma!           Yo... ¡temblar!
   ¡Qué haré si tienes tus ojos
    Muertos a las luces claras     ¡Qué deseo, qué no deseo,
    Y no ha de sentir mi carne       por el río y por la mar!
     El calor de tus miradas!
 ¿Por qué te perdí por siempre     (Cuatro pájaros sin rumbo
      En aquella tarde clara?       en el alto chopo están).
    Hoy mi pecho está reseco
   Como una estrella apagada         Federico García Lorca
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CASIDAS
                 VIII
CASIDA DE LA MUCHACHA DORADA
       La muchacha dorada
                               Vino el alba sin mancha,
       se bañaba en el agua
                                 con mil caras de vaca,
        y el agua se doraba.
                                   yerta y amortajada
       Las algas y las ramas
                                con heladas guirnaldas.
    en sombra la asombraban
                               La muchacha de lágrimas
       y el ruiseñor cantaba
                                se bañaba entre llamas,
     por la muchacha blanca.
                                  y el ruiseñor lloraba
        Vino la noche clara,
                                con las alas quemadas.
       turbia de plata mata,
                                  La muchacha dorada
      con peladas montañas
                                  era una blanca garza
        bajo la brisa parda.
                                   y el agua la doraba.
       La muchacha mojada
      era blanca en el agua,
       y el agua, llamarada.



                                   volver
Biografía
Rosalía de Castro
                    (Santiago de Compostela, España, 1837-
                    Padrón, id., 1885) Escritora española en
                    lenguas castellana y gallega. Perteneciente
                    por línea materna a una familia noble, su
                    adolescencia estuvo dominada por una
                    profunda crisis debida al descubrimiento de
                    su condición de hija ilegítima de un
                    sacerdote, y por una delicada salud, que
                    jamás mejoró.

                    Su primer libro, La flor, se publicó en
                    Madrid en 1857 y recibió elogiosas críticas
                    de Manuel Martínez Murguía, crítico
                    destacado del Renacimiento gallego, con
                    quien Rosalía de Castro contrajo
                    matrimonio al año siguiente. Vivió en medio
                    de            constantes            penurias
                    económicas, dedicada a su hogar y a sus
                    hijos; la muerte de su madre y la de uno de
                    sus hijos fueron dos duros golpes para ella.




                                siguiente
En las orillas del Sar (1884)

                  -68-                     Poema Las Campanas de Rosalía de Castro
  Del mar azul las transparentes olas
     mientras blandas murmuran                        Yo las amo, yo las oigo,
sobre la arena, hasta mis pies rodando,          cual oigo el rumor del viento,
  tentadoras me besan y me buscan.                  el murmurar de la fuente
                                                      o el balido de cordero.
Inquietas lamen de mi planta el borde,               Como los pájaros, ellas,
 lánzanme airosas su nevada espuma,             tan pronto asoma en los cielos
y pienso que me llaman, que me atraen                 el primer rayo del alba,
       hacia sus salas húmedas.
                                                     le saludan con sus ecos.
      Mas cuando ansiosa quiero             Y en sus notas, que van prolongándose
    seguirlas por la líquida llanura,              por los llanos y los cerros,
se hunde mi pie en la linfa transparente              hay algo de candoroso,
        y ellas de mí se burlan.                  de apacible y de halagüeño.
                                                Si por siempre enmudecieran,
 Y huyen abandonándome en la playa             ¡qué tristeza en el aire y el cielo!
    a la terrena, inacabable lucha,                ¡Qué silencio en la iglesia!
  como en las tristes playas de la vida
                                              ¡Qué extrañeza entre los muertos!
 me abandonó inconstante la fortuna.

                                                      siguiente
Poema Lágrima Triste En Mi Dolor Vertida
         de Rosalía de Castro
                                                        Dicen que no hablan las plantas
 A la memoria del poeta gallego Aurelio
                    Aguirre
    Lágrima triste en mi dolor vertida,       Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los
 perla del corazón que entre tormentas                               pájaros,
   fue en largas horas de pesar nacida,      Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
      en fúnebre memoria convertida           Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo
    la flor será que a tu corona enlace;                              paso,
      las horas de la vida turbulentas                    De mí murmuran y exclaman:
                                                            —Ahí va la loca soñando
   ajan las flores y el laurel marchitan;      Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
pero lágrimas, ¡ay!, que el alma esconde,   Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
  llanto de duelo que el dolor fecunda,     Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
 si el triste hueco de una tumba anega
       y sus húmedos hálitos inunda,        —Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
 ni el sol de fuego que en Oriente nace     Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
       seco su manantial a dejar llega        Con la eterna primavera de la vida que se apaga
                                              Y la perenne frescura de los campos y las almas,
      ni en sutiles vapores le deshace,      Aunque los unos se agostan y aunque las otras se
  ¡y es manantial fecundo el llanto mío                           abrasan.
  para verter sobre un sepulcro amado
      de mil recuerdos caudaloso río!       Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
                                              Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?

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Jorge Luis
Borges                       (1899-1986)

             Nacido el 24 de agosto de 1899 en Buenos
             Aires, e hijo de un profesor, estudió en
             Ginebra y vivió durante una breve temporada
             en España relacionándose con los escritores
             ultraístas.    En     1921      regresó     a
             Argentina, donde participó en la fundación de
             varias publicaciones literarias y filosóficas
             como Prisma (1921-1922), Proa (1922-1926)
             y Martín Fierro en la que publicó
             esporádicamente; escribió poesía lírica
             centrada en temas históricos de su país, que
             quedó recopilada en volúmenes como Fervor
             de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente
             (1925) y Cuaderno San Martín (1929). De esta
             época datan sus relaciones con Ricardo
             Güiraldes, Macedonio Fernández, Alfonso
             Reyes y Oliveiro Girondo.

                        siguiente
A un gato                                  Al triste



   No son más silenciosos los espejos        Ahí está lo que fue: la terca espada
    ni más furtiva el alba aventurera;         del sajón y su métrica de hierro,
     eres, bajo la luna, esa pantera          los mares y las islas del destierro
    que nos es dado divisar de lejos.            del hijo de Laertes, la dorada
  Por obra indescifrable de un decreto       luna del persa y los sin fin jardines
    divino, te buscamos vanamente;               de la filosofía y de la historia,
más remoto que el Ganges y el poniente,         el oro sepulcral de la memoria
   tuya es la soledad, tuyo el secreto.    y en la sombra el olor de los jazmines.
   Tu lomo condesciende a la morosa         Y nada de eso importa. El resignado
   caricia de mi mano. Has admitido,            ejercicio del verso no te salva
 desde esa eternidad que ya es olvido,       ni las aguas del sueño ni la estrella
      el amor de la mano recelosa.        que en la arrasada noche olvida el alba.
  En otro tiempo estás. Eres el dueño           Una sola mujer es tu cuidado,
 de un ámbito cerrado como un sueño.         igual a las demás, pero que es ella.


                                                     siguiente
Amorosa anticipación
              Alhambra


                                            Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
         Grata la voz del agua            ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito
 a quien abrumaron negras arenas,                                   y de niña,
       grato a la mano cóncava                ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o
  el mármol circular de la columna,                                  silencios
 gratos los finos laberintos del agua                     serán favor tan misterioso
          entre los limoneros,                        como el mirar tu sueño implicado
       grata la música del zéjel,                          en la vigilia de mis brazos.
   grato el amor y grata la plegaria           Virgen milagrosamente otra vez por la virtud
   dirigida a un Dios que está solo,                         absolutoria del sueño,
            grato el jazmín.                 quieta y resplandeciente como una dicha que la
                                                                 memoria elige,
            Vano el alfanje                   me darás esa orilla de tu vida que tú misma no
ante las largas lanzas de los muchos,                                 tienes,
          vano ser el mejor.                                   Arrojado a quietud
Grato sentir o presentir, rey doliente,               divisaré esa playa última de tu ser
   que tus dulzuras son adioses,                       y te veré por vez primera, quizá,
    que te será negada la llave,                            como Dios ha de verte,
que la cruz del infiel borrará la luna,               desbaratada la ficción del Tiempo
 que la tarde que miras es la última.                          sin el amor, sin mí.
                                                                  volver
Antonio                 Biografía
Machado   (Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español.
          Aunque influido por el modernismo y el
          simbolismo, su obra es expresión lírica del
          ideario de la Generación del 98. Hijo del
          folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano
          menor       del     también     poeta    Manuel
          Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883
          se instaló con su familia en Madrid.
          Doctorado       en     filosofía    y      letras
          (1918), desempeñó su cátedra en Segovia y en
          1928 fue elegido miembro de la Real Academia
          Española. Al comenzar la Guerra Civil se
          encontraba en Madrid, desde donde se trasladó
          con su madre y otros familiares al pueblo
          valenciano de Rocafort y luego a Barcelona. En
          enero de 1939 emprendió camino al exilio, pero
          la muerte lo sorprendió en el pueblecito francés
          de Colliure.


                        siguiente
A un olmo seco



   Al olmo viejo, hendido por el rayo         Antes que te derribe, olmo del Duero,
          y en su mitad podrido,             con su hacha el leñador, y el carpintero
 con las lluvias de abril y el sol de mayo     te convierta en melena de campana,
   algunas hojas verdes le han salido.            lanza de carro o yugo de carreta;
                                                antes que rojo en el hogar, mañana,
     ¡El olmo centenario en la colina              ardas de alguna mísera caseta,
que lame el Duero! Un musgo amarillento                al borde de un camino;
    le mancha la corteza blanquecina            antes que te descuaje un torbellino
   al tronco carcomido y polvoriento.        y tronche el soplo de las sierras blancas;
                                             antes que el río hasta la mar te empuje
   No será, cual los álamos cantores                    por valles y barrancas,
   que guardan el camino y la ribera,            olmo, quiero anotar en mi cartera
    habitado de pardos ruiseñores.                 la gracia de tu rama verdecida.
                                                          Mi corazón espera
      Ejército de hormigas en hilera            también, hacia la luz y hacia la vida,
  va trepando por él, y en sus entrañas             otro milagro de la primavera.
    urden sus telas grises las arañas.


                                                      siguiente
YO VOY SOÑANDO CAMINOS
                                Y todo el campo un momento
                                 se queda, mudo y sombrío,
  Yo voy soñando caminos
                                 meditando. Suena el viento
   de la tarde. ¡Las colinas
                                    en los álamos del río.
 doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas! ...
                                 La tarde más se oscurece;
   ¿Adònde el camino irá?
                                  y el camino que serpea
  Yo voy cantando, viajero
                                  y débilmente blanquea
   a lo largo del sendero...
                                 se enturbia y desaparece.
—La tarde cayendo está—.
     «En el corazòn tenía
                                 Mi cantar vuelve a plañir:
  la espina de una pasiòn;
                                  «Aguda espina dorada,
 logré arrancármela un día,
                                  quién te pudiera sentir
  ya no siento el corazòn.»
                                  en el corazòn clavada.»




                                      volver
Biografía
Mario       Poeta y novelista uruguayo nacido en 1920 en
Benedetti   Paso de Los Toros.
            Recibió la formación primaria y secundaria en
            Montevideo y a los dieciocho años se trasladó a
            Buenos Aires
            donde residió por varios años. En 1945 formó
            parte del famoso semanario «Marcha» donde
            colaboró como periodista
            hasta 1974.
            Ocupó el cargo de director del Departamento de
            Literatura Hispanoamericana en la Facultad de
            Humanidades y Ciencias
            de la Universidad de Montevideo.
            Desde 1983 se radicó en España permaneciendo
            allí la mayor parte del año. Obtuvo el VIII Premio
            Reina Sofía de Poesía
            y recibió el título de Doctor Honoris Causa por la
            Universidad de Alicante.
            Su vasta producción literaria abarca todos los
            géneros, incluyendo famosas letras de
            canciones, cuentos y ensayos,
            traducidos en su mayoría a varios idiomas.


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Allende



       Para matar al hombre de la paz                     para matar al hombre de la paz
 para golpear su frente limpia de pesadillas        tuvieron que imaginar que era una tropa
   tuvieron que convertirse en pesadilla               una armada una hueste una brigada
      para vencer al hombre de la paz                tuvieron que creer que era otro ejército
  tuvieron que congregar todos los odios         pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
    y además los aviones y los tanques             y tenía en sus manos un fusil y un mandato
       para batir al hombre de la paz             y eran necesarios más tanques más rencores
 tuvieron que bombardearlo hacerlo llama             más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza       porque el hombre del paz era una fortaleza

        para matar al hombre de la paz                   para matar al hombre de la paz
     tuvieron que desatar la guerra turbia         para golpear su frente limpia de pesadillas
        para vencer al hombre de la paz               tuvieron que convertirse en pesadilla
     y acallar su voz modesta y taladrante               para vencer al hombre de la paz
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo   tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
       y matar más para seguir matando              matar y matar más para seguir matando
         para batir al hombre de la paz                y condenarse a la blindada soledad
    tuvieron que asesinarlo muchas veces            para matar al hombre que era un pueblo
                                                      tuvieron que quedarse sin el pueblo.
 porque el hombre de la paz era una fortalez



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Amor de tarde
                                                            El infinito

       Es una lástima que no estés conmigo
       cuando miro el reloj y son las cuatro
     y acabo la planilla y pienso diez minutos       De un tiempo a esta parte
    y estiro las piernas como todas las tardes               el infinito
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
    y me doblo los dedos y les saco mentiras.
                                                          se ha encogido
                                                         peligrosamente.
      Es una lástima que no estés conmigo
       cuando miro el reloj y son las cinco            Quién iba a suponer
     y soy una manija que calcula intereses           que segundo a segundo
 o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas               cada migaja
 o un oído que escucha como ladra el teléfono          de su pan sin límites
o un tipo que hace números y les saca verdades.
                                                       iba así a despeñarse
      Es una lástima que no estés conmigo               como canto rodado
        cuando miro el reloj y son las seis.               en el abismo.
           Podrías acercarte de sorpresa
      y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
        yo con la mancha roja de tus labios
       tú con el tizne azul de mi carbónico.


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Biografía
Gabriela
Mistral
           Gabriela Mistral fue galardonada en 1951
           con el Premio Nacional de Literatura de
           Chile. Ha sido asimismo la primera
           ganadora del Premio Nobel de Literatura
           de América Latina. Además de poeta, fue
           una destacada profesora tanto en su Chile
           natal como en el exterior. Existe desde
           1997 en Chile la Orden al Mérito Docente
           y Cultural Gabriela Mistral, así como
           también su imagen figura en un billete.
           "Desolación", "Besos", "Caricia", "Canción
           amarga", "Piececitos" y "Dame la mano"
           son algunas de sus obras fundamentales.




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Gasta trazas de dueño; no le
              Amo amor                            ablandan excusas.
                                            Rasga vasos de flor, hiende el
                                                    hondo glaciar.
                                                No te vale decirle que
                                                 albergarlo rehúsas:
Anda libre en el surco, bate el ala en el    ¡lo tendrás que hospedar!
                 viento,
late vivo en el sol y se prende al pinar.     Tiene argucias sutiles en la
   No te vale olvidarlo como al mal                    réplica fina,
             pensamiento:                   argumentos de sabio, pero en
                                                      voz de mujer.
       ¡le tendrás que escuchar!
                                                   Ciencia humana te
                                             salva, menos ciencia divina:
Habla lengua de bronce y habla lengua            ¡le tendrás que creer!
                de ave,
 ruegos tímidos, imperativos de mar.         Te echa venda de lino; tú la
 No te vale ponerle gesto audaz, ceño               venda toleras.
                grave:                      Te ofrece el brazo cálido, no le
      ¡lo tendrás que hospedar!                       sabes huir.
                                               Echa a andar, tú le sigues
                                               hechizada aunque vieras
                                                ¡que eso para en morir!
                                                 siguiente
Canción amarga



 ¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío,         El cordero está espesando
   a la reina con el rey!           el vellón que he de tejer.
                                    Y son tuyas las majadas,
 Este verde campo es tuyo.        ¿De quién más podrían ser?
 ¿De quién más podría ser?
  Las oleadas de la alfalfa           Y la leche del establo
  para ti se han de mecer.        que en la ubre ha de correr,
                                   y el manojo de las mieses
   Este valle es todo tuyo.       ¿de quién más podrían ser?
 ¿De quién más podría ser?
  Para que los disfrutemos        (¡Ay! ¡No es cierto que tiritas
 los pomares se hacen miel.           como el Niño de Belén
                                    y que el seno de tu madre
(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas        se secó de padecer!)
    como el Niño de Belén
  y que el seno de tu madre         ¡Sí! ¡Juguemos, hijo mío,
     se secó de padecer!)              a la reina con el rey!



                                        volver
Biografía
Pablo Neruda
               Neftalí Ricardo Reyes Basoalto (quien
               escribiría posteriormente con el
               seudónimo de Pablo Neruda) nació en
               Parral el año 1904, hijo de don José del
               Carmen      Reyes    Morales,    obrero
               ferroviario y doña Rosa Basoalto
               Opazo, maestra de escuela, fallecida
               poco años después del nacimiento del
               poeta.
                Muere en Santiago el 23 de septiembre
                de 1973. Le había afectado mucho el
                golpe de estado contra Salvador
                Allende. Póstumamente se publicaron
                sus memorias en 1974, con el título
                Confieso que he vivido.




                        siguiente
POEMA 15
                                             Me gustas cuando callas y estás como
 Me gustas cuando callas porque estás                       distante.
            como ausente,                    Y estás como quejándote, mariposa en
 y me oyes desde lejos, y mi voz no te                       arrullo.
                                          Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
                 toca.
                                            déjame que me calle con el silencio tuyo.
  Parece que los ojos se te hubieran
                volado                    Déjame que te hable también con tu silencio
   y parece que un beso te cerrara la      claro como una lámpara, simple como un
                 boca.                                        anillo.
                                           Eres como la noche, callada y constelada.
Como todas las cosas están llenas de mi      Tu silencio es de estrella, tan lejano y
                  alma                                       sencillo.
 emerges de las cosas, llena del alma
                                           Me gustas cuando callas porque estás como
                  mía.                                       ausente.
  Mariposa de sueño, te pareces a mi      Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
                 alma,                     Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
 y te pareces a la palabra melancolía.     Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


                                                      siguiente
POEMA 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.       Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,        Mi alma no se contenta con haberla perdido.
     y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
                                                           Como para acercarla mi mirada la busca.
  El viento de la noche gira en el cielo y canta.         Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.   La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
  Yo la quise, y a veces ella también me quiso.        Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.       Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
    La besé tantas veces bajo el cielo infinito.         Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

  Ella me quiso, a veces yo también la quería.          De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
 Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.               Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.       Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.        Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

  Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.        Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
  Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.         Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.         Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
La noche está estrellada y ella no está conmigo.       y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.




                                                                     volver
José Martí             Biografía
             Hijo de padres españoles, de clase
             humilde, radicados en Cuba, nació en la
             Habana el 28 de enero de 1853.
             Estudió bajo el cuidado del poeta Rafael María
             de Mendive quien detectó muy pronto su gran
             talento.
             A los dieciséis años fue encarcelado por sus
             ideas revolucionarias y posteriormente
             indultado y deportado
             a España. Continuó su educación en la
             Universidad de Zaragoza donde se licenció en
             las carreras de Filosofía
             y Letras y en Derecho, ambas en 1874.

             Murió en combate en 1895 durante su lucha
             contra las tropas españolas en Dos Ríos, actual
             provincia de Granma,
             en el oriente cubano.



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Alas nacer vi en los hombros
                                   De las mujeres hermosas:
I - Yo soy un hombre sincero...
                                    Y salir de los escombros,
                                     Volando las mariposas.
  Yo soy un hombre sincero
   De donde crece la palma,
                                   He visto vivir a un hombre
  Y antes de morirme quiero
                                    Con el puñal al costado,
  Echar mis versos del alma.
                                   Sin decir jamás el nombre
                                  De aquella que lo ha matado.
  Yo vengo de todas partes,
   Y hacia todas partes voy:
                                    Rápida, como un reflejo,
   Arte soy entre las artes,
                                   Dos veces vi el alma, dos:
  En los montes, monte soy.
                                  Cuando murió el pobre viejo,
                                   Cuando ella me dijo adiós.
 Yo sé los nombres extraños
  De las yerbas y las flores,
                                   Temblé una vez -en la reja,
   Y de mortales engaños,
                                     A la entrada de la viña,-
   Y de sublimes dolores.
                                    Cuando la bárbara abeja
                                   Picó en la frente a mi niña.
Yo he visto en la noche oscura
    Llover sobre mi cabeza
                                   Gocé una vez, de tal suerte
  Los rayos de lumbre pura
                                  Que gocé cual nunca: -cuando
      De la divina belleza.
                                   La sentencia de mi muerte
                                    Leyó el alcaide llorando.
                                      siguiente
Yo he puesto la mano osada,
                                    De horror y júbilo yerta,
   Oigo un suspiro, a través        Sobre la estrella apagada
    De las tierras y la mar,      Que cayó frente a mi puerta.
    Y no es un suspiro, -es
  Que mi hijo va a despertar.      Oculto en mi pecho bravo
                                    La pena que me lo hiere:
    Si dicen que del joyero       El hijo de un pueblo esclavo
      Tome la joya mejor,          Vive por él, calla y muere.
   Tomo a un amigo sincero
  Y pongo a un lado el amor.     Todo es hermoso y constante,
                                    Todo es música y razón,
  Yo he visto al águila herida     Y todo, como el diamante,
     Volar al azul sereno,          Antes que luz es carbón.
    Y morir en su guarida
    La víbora del veneno.         Yo sé que el necio se entierra
                                 Con gran lujo y con gran llanto.
Yo sé bien que cuando el mundo    Y que no hay fruta en la tierra
    Cede, lívido, al descanso,      Como la del camposanto.
   Sobre el silencio profundo
   Murmura el arroyo manso.       Callo, y entiendo, y me quito
                                     La pompa del rimador:
                                  Cuelgo de un árbol marchito
                                      Mi muceta de doctor.
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Gustavo Adolfo
   Bécquer
                 (Gustavo Adolfo Domínguez Bastida;
                 Sevilla, 1836-Madrid, 1870) Poeta
                 español. Hijo y hermano de
                 pintores, quedó huérfano a los diez
                 años y vivió su infancia y su
                 adolescencia en Sevilla, donde estudió
                 humanidades y pintura.

                 En 1861 contrajo matrimonio con Casta
                 Esteban, hija de un médico, con la que
                 tuvo tres hijos. El matrimonio nunca fue
                 feliz, y el poeta se refugió en su trabajo
                 o en la compañía de su hermano
                 Valeriano en las escapadas de éste a
                 Toledo para pintar.




                         siguiente
En las largas noches
   Cerraron sus ojos        del helado invierno,
que aún tenía abiertos,     cuando las maderas
    taparon su cara         crujir hace el viento
 con un blanco lienzo,       y azota los vidrios
  y unos sollozando,         el fuerte aguacero,
   otros en silencio,         de la pobre niña
  de la triste alcoba       a veces me acuerdo.
   todos se salieron.
                               Allí cae la lluvia
 La luz que en un vaso       con un son eterno;
    ardía en el suelo,         allí la combate
    al muro arrojaba         el soplo del cierzo.
  la sombra del lecho;       Del húmedo muro
y entre aquella sombra      tendida en el hueco,
   veíase a intérvalos          ¡acaso de frío
     dibujarse rígida      se hielan sus huesos...!
  la forma del cuerpo.
                                         ***
   Despertaba el día,
 y, a su albor primero,   ¿Vuelve el polvo al polvo?
   con sus mil rüidos      ¿Vuela el alma al cielo?
 despertaba el pueblo.       ¿Todo es sin espíritu,
 Ante aquel contraste      podredumbre y cieno?
   de vida y misterio,       No sé; pero hay algo
    de luz y tinieblas,    que explicar no puedo,
yo pensé un momento:           algo que repugna
                          aunque es fuerza hacerlo,
 —¡Dios mío, qué solos        el dejar tan tristes,
se quedan los muertos!      tan solos los muertos.



                          siguiente
RIMA VII                               RIMA XVII

     Del salón en el ángulo oscuro,      Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
     de su dueña tal vez olvidada,       hoy llega al fondo de mi alma el sol,
     silenciosa y cubierta de polvo      hoy la he visto... La he visto y me ha
               veíase el arpa.                          mirado...
                                                     ¡Hoy creo en Dios!
  ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
  como el pájaro duerme en las ramas,                  RIMA XXI
     esperando la mano de nieve
           que sabe arrancarlas!          —¿Qué es poesía?, dices, mientras
                                                      clavas
—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio      en mi pupila tu pupila azul,
   así duerme en el fondo del alma,         ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo
    y una voz, como Lázaro, espera                  preguntas?
   que le diga: «¡Levántate y anda!».            Poesía... eres tú.



                                                    volver
Miguel de
Unamuno
            (Bilbao, 1864 - Salamanca, 1936)
            Escritor,    poeta     y     filósofo
            español, principal exponente de la
            Generación del 98.

            Entre 1880 y 1884 estudió filosofía y
            letras    en     la   universidad    de
            Madrid, época durante la cual leyó a T.
            Carlyle, Herber Spencer, Friedrich Hegel
            y Karl Marx. Se doctoró con la tesis
            Crítica del problema sobre el origen y
            prehistoria de la raza vasca, y poco
            después accedió a la cátedra de lengua y
            literatura griega en la universidad de
            Salamanca, en la que desde 1901 fue
            rector y catedrático de historia de la
            lengua castellana.


                     siguiente
¡Dime qué dices, mar!                   ¿Qué es tu vida, alma mía?

¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime!
   Pero no me lo digas; tus cantares     ¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
 son, con el coro de tus varios mares,                ¡Lluvia en el lago!
   una voz sola que cantando gime.        ¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
                                                   ¡Viento en la cumbre!
    Ese mero gemido nos redime
   de la letra fatal, y sus pesares,       ¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
  bajo el oleaje de nuestros azares,             ¡Sombra en la cueva!,
   el secreto secreto nos oprime.                   ¡Lluvia en el lago!,
                                                 ¡Viento en la cumbre!,
 La sinrazón de nuestra suerte abona,             ¡Sombra en la cueva!
    calla la culpa y danos el castigo;
  la vida al que nació no le perdona;        Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
                                               y es el viento sollozo sin partida,
 de esta enorme injusticia sé testigo,     pesar, la sombra sin ningún consuelo,
que así mi canto con tu canto entona,     y lluvia y viento y sombra hacen la vida.
   y no me digas lo que no te digo.




                                                   siguiente
Al amor de la lumbre

     Dulcissime vanus Homems

  Al amor de la lumbre cuya llama
                                             Dormirse en el olvido del
 como una cresta de la mar ondea.                  recuerdo...
   Se oye fuera la lluvia que gotea
 sobre los chopos. Previsora el ama
                                        ¡Dormirse en el olvido del recuerdo,
 supo ordenar se me temple la cama           en el recuerdo del olvido,
  con sahumerio. En tanto la Odisea      y que en el claustro maternal me
  montes y valles de mi pecho orea
                                                       pierdo
   de sus ficciones con la rica trama
                                           y que en él desnazco perdido!
 preparándome el sueño. Del castaño
que más de cien generaciones de hoja     ¡Tú, mi bendito porvenir pasado,
   criara y vio morir, cabe el escaño        mañana eterno en el ayer;
                                         tú, todo lo que fue ya eternizado,
  abrasándose el tronco con su roja        mi madre, mi hija, mi mujer!
 brasa me reconforta. ¡Dulce engaño
  la ballesta de mi inquietud afloja!


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  • 3. Para leer los poemas elegir la estantería del autor y hacer clic García Lorca Gabriela Mistral Rosalía de Castro Pablo Neruda Jorge Luis Borges José Martí Antonio Machado Gustavo Adolfo Bécquer Mario Benedetti Miguel de Unamuno
  • 4. Biografía Federico García Lorca Federico García Lorca (Fuente vaqueros, 5 de junio de 1898 - Víznar, 19 de agosto de 1936). Poeta y dramaturgo español. En 1915 comienza a estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la Universidad de Granada. Forma parte de El Rinconcillo, centro de reunión de los artistas granadinos donde conoce a Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917 realiza una serie de viajes por España con sus compañeros de estudios, conociendo a Antonio Machado. En 1919 se traslada a Madrid y se instala en la Residencia de Estudiantes, coincidiendo con numerosos literatos e intelectuales. siguiente
  • 5. ALBA CANCIONES PARA TERMINAR Mi corazón oprimido Siente junto a la alborada AGUA, ¿DÓNDE VAS?... El dolor de sus amores Y el sueño de las distancias. Agua, ¿dónde vas? La luz de la aurora lleva Riyendo voy por el río Semilleros de nostalgias a las orillas del mar. Y la tristeza sin ojos De la médula del alma. Mar, ¿adónde vas? La gran tumba de la noche Su negro velo levanta Río arriba voy buscando Para ocultar con el día fuente donde descansar. La inmensa cumbre estrellada. ¡Qué haré yo sobre estos campos Chopo, y tú ¿qué harás? Cogiendo nidos y ramas Rodeado de la aurora No quiero decirte nada. Y llena de noche el alma! Yo... ¡temblar! ¡Qué haré si tienes tus ojos Muertos a las luces claras ¡Qué deseo, qué no deseo, Y no ha de sentir mi carne por el río y por la mar! El calor de tus miradas! ¿Por qué te perdí por siempre (Cuatro pájaros sin rumbo En aquella tarde clara? en el alto chopo están). Hoy mi pecho está reseco Como una estrella apagada Federico García Lorca siguiente
  • 6. CASIDAS VIII CASIDA DE LA MUCHACHA DORADA La muchacha dorada Vino el alba sin mancha, se bañaba en el agua con mil caras de vaca, y el agua se doraba. yerta y amortajada Las algas y las ramas con heladas guirnaldas. en sombra la asombraban La muchacha de lágrimas y el ruiseñor cantaba se bañaba entre llamas, por la muchacha blanca. y el ruiseñor lloraba Vino la noche clara, con las alas quemadas. turbia de plata mata, La muchacha dorada con peladas montañas era una blanca garza bajo la brisa parda. y el agua la doraba. La muchacha mojada era blanca en el agua, y el agua, llamarada. volver
  • 7. Biografía Rosalía de Castro (Santiago de Compostela, España, 1837- Padrón, id., 1885) Escritora española en lenguas castellana y gallega. Perteneciente por línea materna a una familia noble, su adolescencia estuvo dominada por una profunda crisis debida al descubrimiento de su condición de hija ilegítima de un sacerdote, y por una delicada salud, que jamás mejoró. Su primer libro, La flor, se publicó en Madrid en 1857 y recibió elogiosas críticas de Manuel Martínez Murguía, crítico destacado del Renacimiento gallego, con quien Rosalía de Castro contrajo matrimonio al año siguiente. Vivió en medio de constantes penurias económicas, dedicada a su hogar y a sus hijos; la muerte de su madre y la de uno de sus hijos fueron dos duros golpes para ella. siguiente
  • 8. En las orillas del Sar (1884) -68- Poema Las Campanas de Rosalía de Castro Del mar azul las transparentes olas mientras blandas murmuran Yo las amo, yo las oigo, sobre la arena, hasta mis pies rodando, cual oigo el rumor del viento, tentadoras me besan y me buscan. el murmurar de la fuente o el balido de cordero. Inquietas lamen de mi planta el borde, Como los pájaros, ellas, lánzanme airosas su nevada espuma, tan pronto asoma en los cielos y pienso que me llaman, que me atraen el primer rayo del alba, hacia sus salas húmedas. le saludan con sus ecos. Mas cuando ansiosa quiero Y en sus notas, que van prolongándose seguirlas por la líquida llanura, por los llanos y los cerros, se hunde mi pie en la linfa transparente hay algo de candoroso, y ellas de mí se burlan. de apacible y de halagüeño. Si por siempre enmudecieran, Y huyen abandonándome en la playa ¡qué tristeza en el aire y el cielo! a la terrena, inacabable lucha, ¡Qué silencio en la iglesia! como en las tristes playas de la vida ¡Qué extrañeza entre los muertos! me abandonó inconstante la fortuna. siguiente
  • 9. Poema Lágrima Triste En Mi Dolor Vertida de Rosalía de Castro Dicen que no hablan las plantas A la memoria del poeta gallego Aurelio Aguirre Lágrima triste en mi dolor vertida, Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los perla del corazón que entre tormentas pájaros, fue en largas horas de pesar nacida, Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros, en fúnebre memoria convertida Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo la flor será que a tu corona enlace; paso, las horas de la vida turbulentas De mí murmuran y exclaman: —Ahí va la loca soñando ajan las flores y el laurel marchitan; Con la eterna primavera de la vida y de los campos, pero lágrimas, ¡ay!, que el alma esconde, Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, llanto de duelo que el dolor fecunda, Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado. si el triste hueco de una tumba anega y sus húmedos hálitos inunda, —Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha, ni el sol de fuego que en Oriente nace Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, seco su manantial a dejar llega Con la eterna primavera de la vida que se apaga Y la perenne frescura de los campos y las almas, ni en sutiles vapores le deshace, Aunque los unos se agostan y aunque las otras se ¡y es manantial fecundo el llanto mío abrasan. para verter sobre un sepulcro amado de mil recuerdos caudaloso río! Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños, Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos? volver
  • 10. Jorge Luis Borges (1899-1986) Nacido el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, e hijo de un profesor, estudió en Ginebra y vivió durante una breve temporada en España relacionándose con los escritores ultraístas. En 1921 regresó a Argentina, donde participó en la fundación de varias publicaciones literarias y filosóficas como Prisma (1921-1922), Proa (1922-1926) y Martín Fierro en la que publicó esporádicamente; escribió poesía lírica centrada en temas históricos de su país, que quedó recopilada en volúmenes como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). De esta época datan sus relaciones con Ricardo Güiraldes, Macedonio Fernández, Alfonso Reyes y Oliveiro Girondo. siguiente
  • 11. A un gato Al triste No son más silenciosos los espejos Ahí está lo que fue: la terca espada ni más furtiva el alba aventurera; del sajón y su métrica de hierro, eres, bajo la luna, esa pantera los mares y las islas del destierro que nos es dado divisar de lejos. del hijo de Laertes, la dorada Por obra indescifrable de un decreto luna del persa y los sin fin jardines divino, te buscamos vanamente; de la filosofía y de la historia, más remoto que el Ganges y el poniente, el oro sepulcral de la memoria tuya es la soledad, tuyo el secreto. y en la sombra el olor de los jazmines. Tu lomo condesciende a la morosa Y nada de eso importa. El resignado caricia de mi mano. Has admitido, ejercicio del verso no te salva desde esa eternidad que ya es olvido, ni las aguas del sueño ni la estrella el amor de la mano recelosa. que en la arrasada noche olvida el alba. En otro tiempo estás. Eres el dueño Una sola mujer es tu cuidado, de un ámbito cerrado como un sueño. igual a las demás, pero que es ella. siguiente
  • 12. Amorosa anticipación Alhambra Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta Grata la voz del agua ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito a quien abrumaron negras arenas, y de niña, grato a la mano cóncava ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o el mármol circular de la columna, silencios gratos los finos laberintos del agua serán favor tan misterioso entre los limoneros, como el mirar tu sueño implicado grata la música del zéjel, en la vigilia de mis brazos. grato el amor y grata la plegaria Virgen milagrosamente otra vez por la virtud dirigida a un Dios que está solo, absolutoria del sueño, grato el jazmín. quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige, Vano el alfanje me darás esa orilla de tu vida que tú misma no ante las largas lanzas de los muchos, tienes, vano ser el mejor. Arrojado a quietud Grato sentir o presentir, rey doliente, divisaré esa playa última de tu ser que tus dulzuras son adioses, y te veré por vez primera, quizá, que te será negada la llave, como Dios ha de verte, que la cruz del infiel borrará la luna, desbaratada la ficción del Tiempo que la tarde que miras es la última. sin el amor, sin mí. volver
  • 13. Antonio Biografía Machado (Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid. Doctorado en filosofía y letras (1918), desempeñó su cátedra en Segovia y en 1928 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al comenzar la Guerra Civil se encontraba en Madrid, desde donde se trasladó con su madre y otros familiares al pueblo valenciano de Rocafort y luego a Barcelona. En enero de 1939 emprendió camino al exilio, pero la muerte lo sorprendió en el pueblecito francés de Colliure. siguiente
  • 14. A un olmo seco Al olmo viejo, hendido por el rayo Antes que te derribe, olmo del Duero, y en su mitad podrido, con su hacha el leñador, y el carpintero con las lluvias de abril y el sol de mayo te convierta en melena de campana, algunas hojas verdes le han salido. lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ¡El olmo centenario en la colina ardas de alguna mísera caseta, que lame el Duero! Un musgo amarillento al borde de un camino; le mancha la corteza blanquecina antes que te descuaje un torbellino al tronco carcomido y polvoriento. y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje No será, cual los álamos cantores por valles y barrancas, que guardan el camino y la ribera, olmo, quiero anotar en mi cartera habitado de pardos ruiseñores. la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera Ejército de hormigas en hilera también, hacia la luz y hacia la vida, va trepando por él, y en sus entrañas otro milagro de la primavera. urden sus telas grises las arañas. siguiente
  • 15. YO VOY SOÑANDO CAMINOS Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, Yo voy soñando caminos meditando. Suena el viento de la tarde. ¡Las colinas en los álamos del río. doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas! ... La tarde más se oscurece; ¿Adònde el camino irá? y el camino que serpea Yo voy cantando, viajero y débilmente blanquea a lo largo del sendero... se enturbia y desaparece. —La tarde cayendo está—. «En el corazòn tenía Mi cantar vuelve a plañir: la espina de una pasiòn; «Aguda espina dorada, logré arrancármela un día, quién te pudiera sentir ya no siento el corazòn.» en el corazòn clavada.» volver
  • 16. Biografía Mario Poeta y novelista uruguayo nacido en 1920 en Benedetti Paso de Los Toros. Recibió la formación primaria y secundaria en Montevideo y a los dieciocho años se trasladó a Buenos Aires donde residió por varios años. En 1945 formó parte del famoso semanario «Marcha» donde colaboró como periodista hasta 1974. Ocupó el cargo de director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Montevideo. Desde 1983 se radicó en España permaneciendo allí la mayor parte del año. Obtuvo el VIII Premio Reina Sofía de Poesía y recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. Su vasta producción literaria abarca todos los géneros, incluyendo famosas letras de canciones, cuentos y ensayos, traducidos en su mayoría a varios idiomas. siguiente
  • 17. Allende Para matar al hombre de la paz para matar al hombre de la paz para golpear su frente limpia de pesadillas tuvieron que imaginar que era una tropa tuvieron que convertirse en pesadilla una armada una hueste una brigada para vencer al hombre de la paz tuvieron que creer que era otro ejército tuvieron que congregar todos los odios pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo y además los aviones y los tanques y tenía en sus manos un fusil y un mandato para batir al hombre de la paz y eran necesarios más tanques más rencores tuvieron que bombardearlo hacerlo llama más bombas más aviones más oprobios porque el hombre de la paz era una fortaleza porque el hombre del paz era una fortaleza para matar al hombre de la paz para matar al hombre de la paz tuvieron que desatar la guerra turbia para golpear su frente limpia de pesadillas para vencer al hombre de la paz tuvieron que convertirse en pesadilla y acallar su voz modesta y taladrante para vencer al hombre de la paz tuvieron que empujar el terror hasta el abismo tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte y matar más para seguir matando matar y matar más para seguir matando para batir al hombre de la paz y condenarse a la blindada soledad tuvieron que asesinarlo muchas veces para matar al hombre que era un pueblo tuvieron que quedarse sin el pueblo. porque el hombre de la paz era una fortalez siguiente
  • 18. Amor de tarde El infinito Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos De un tiempo a esta parte y estiro las piernas como todas las tardes el infinito y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras. se ha encogido peligrosamente. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco Quién iba a suponer y soy una manija que calcula intereses que segundo a segundo o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas cada migaja o un oído que escucha como ladra el teléfono de su pan sin límites o un tipo que hace números y les saca verdades. iba así a despeñarse Es una lástima que no estés conmigo como canto rodado cuando miro el reloj y son las seis. en el abismo. Podrías acercarte de sorpresa y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico. volver
  • 19. Biografía Gabriela Mistral Gabriela Mistral fue galardonada en 1951 con el Premio Nacional de Literatura de Chile. Ha sido asimismo la primera ganadora del Premio Nobel de Literatura de América Latina. Además de poeta, fue una destacada profesora tanto en su Chile natal como en el exterior. Existe desde 1997 en Chile la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral, así como también su imagen figura en un billete. "Desolación", "Besos", "Caricia", "Canción amarga", "Piececitos" y "Dame la mano" son algunas de sus obras fundamentales. siguiente
  • 20. Gasta trazas de dueño; no le Amo amor ablandan excusas. Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar. No te vale decirle que albergarlo rehúsas: Anda libre en el surco, bate el ala en el ¡lo tendrás que hospedar! viento, late vivo en el sol y se prende al pinar. Tiene argucias sutiles en la No te vale olvidarlo como al mal réplica fina, pensamiento: argumentos de sabio, pero en voz de mujer. ¡le tendrás que escuchar! Ciencia humana te salva, menos ciencia divina: Habla lengua de bronce y habla lengua ¡le tendrás que creer! de ave, ruegos tímidos, imperativos de mar. Te echa venda de lino; tú la No te vale ponerle gesto audaz, ceño venda toleras. grave: Te ofrece el brazo cálido, no le ¡lo tendrás que hospedar! sabes huir. Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras ¡que eso para en morir! siguiente
  • 21. Canción amarga ¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío, El cordero está espesando a la reina con el rey! el vellón que he de tejer. Y son tuyas las majadas, Este verde campo es tuyo. ¿De quién más podrían ser? ¿De quién más podría ser? Las oleadas de la alfalfa Y la leche del establo para ti se han de mecer. que en la ubre ha de correr, y el manojo de las mieses Este valle es todo tuyo. ¿de quién más podrían ser? ¿De quién más podría ser? Para que los disfrutemos (¡Ay! ¡No es cierto que tiritas los pomares se hacen miel. como el Niño de Belén y que el seno de tu madre (¡Ay! ¡No es cierto que tiritas se secó de padecer!) como el Niño de Belén y que el seno de tu madre ¡Sí! ¡Juguemos, hijo mío, se secó de padecer!) a la reina con el rey! volver
  • 22. Biografía Pablo Neruda Neftalí Ricardo Reyes Basoalto (quien escribiría posteriormente con el seudónimo de Pablo Neruda) nació en Parral el año 1904, hijo de don José del Carmen Reyes Morales, obrero ferroviario y doña Rosa Basoalto Opazo, maestra de escuela, fallecida poco años después del nacimiento del poeta. Muere en Santiago el 23 de septiembre de 1973. Le había afectado mucho el golpe de estado contra Salvador Allende. Póstumamente se publicaron sus memorias en 1974, con el título Confieso que he vivido. siguiente
  • 23. POEMA 15 Me gustas cuando callas y estás como Me gustas cuando callas porque estás distante. como ausente, Y estás como quejándote, mariposa en y me oyes desde lejos, y mi voz no te arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: toca. déjame que me calle con el silencio tuyo. Parece que los ojos se te hubieran volado Déjame que te hable también con tu silencio y parece que un beso te cerrara la claro como una lámpara, simple como un boca. anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Como todas las cosas están llenas de mi Tu silencio es de estrella, tan lejano y alma sencillo. emerges de las cosas, llena del alma Me gustas cuando callas porque estás como mía. ausente. Mariposa de sueño, te pareces a mi Distante y dolorosa como si hubieras muerto. alma, Una palabra entonces, una sonrisa bastan. y te pareces a la palabra melancolía. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. siguiente
  • 24. POEMA 20 Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, Mi alma no se contenta con haberla perdido. y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» Como para acercarla mi mirada la busca. El viento de la noche gira en el cielo y canta. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. Ella me quiso, a veces yo también la quería. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, La noche está estrellada y ella no está conmigo. y éstos sean los últimos versos que yo le escribo. volver
  • 25. José Martí Biografía Hijo de padres españoles, de clase humilde, radicados en Cuba, nació en la Habana el 28 de enero de 1853. Estudió bajo el cuidado del poeta Rafael María de Mendive quien detectó muy pronto su gran talento. A los dieciséis años fue encarcelado por sus ideas revolucionarias y posteriormente indultado y deportado a España. Continuó su educación en la Universidad de Zaragoza donde se licenció en las carreras de Filosofía y Letras y en Derecho, ambas en 1874. Murió en combate en 1895 durante su lucha contra las tropas españolas en Dos Ríos, actual provincia de Granma, en el oriente cubano. siguiente
  • 26. Alas nacer vi en los hombros De las mujeres hermosas: I - Yo soy un hombre sincero... Y salir de los escombros, Volando las mariposas. Yo soy un hombre sincero De donde crece la palma, He visto vivir a un hombre Y antes de morirme quiero Con el puñal al costado, Echar mis versos del alma. Sin decir jamás el nombre De aquella que lo ha matado. Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes voy: Rápida, como un reflejo, Arte soy entre las artes, Dos veces vi el alma, dos: En los montes, monte soy. Cuando murió el pobre viejo, Cuando ella me dijo adiós. Yo sé los nombres extraños De las yerbas y las flores, Temblé una vez -en la reja, Y de mortales engaños, A la entrada de la viña,- Y de sublimes dolores. Cuando la bárbara abeja Picó en la frente a mi niña. Yo he visto en la noche oscura Llover sobre mi cabeza Gocé una vez, de tal suerte Los rayos de lumbre pura Que gocé cual nunca: -cuando De la divina belleza. La sentencia de mi muerte Leyó el alcaide llorando. siguiente
  • 27. Yo he puesto la mano osada, De horror y júbilo yerta, Oigo un suspiro, a través Sobre la estrella apagada De las tierras y la mar, Que cayó frente a mi puerta. Y no es un suspiro, -es Que mi hijo va a despertar. Oculto en mi pecho bravo La pena que me lo hiere: Si dicen que del joyero El hijo de un pueblo esclavo Tome la joya mejor, Vive por él, calla y muere. Tomo a un amigo sincero Y pongo a un lado el amor. Todo es hermoso y constante, Todo es música y razón, Yo he visto al águila herida Y todo, como el diamante, Volar al azul sereno, Antes que luz es carbón. Y morir en su guarida La víbora del veneno. Yo sé que el necio se entierra Con gran lujo y con gran llanto. Yo sé bien que cuando el mundo Y que no hay fruta en la tierra Cede, lívido, al descanso, Como la del camposanto. Sobre el silencio profundo Murmura el arroyo manso. Callo, y entiendo, y me quito La pompa del rimador: Cuelgo de un árbol marchito Mi muceta de doctor. volver
  • 28. Gustavo Adolfo Bécquer (Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836-Madrid, 1870) Poeta español. Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su infancia y su adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico, con la que tuvo tres hijos. El matrimonio nunca fue feliz, y el poeta se refugió en su trabajo o en la compañía de su hermano Valeriano en las escapadas de éste a Toledo para pintar. siguiente
  • 29. En las largas noches Cerraron sus ojos del helado invierno, que aún tenía abiertos, cuando las maderas taparon su cara crujir hace el viento con un blanco lienzo, y azota los vidrios y unos sollozando, el fuerte aguacero, otros en silencio, de la pobre niña de la triste alcoba a veces me acuerdo. todos se salieron. Allí cae la lluvia La luz que en un vaso con un son eterno; ardía en el suelo, allí la combate al muro arrojaba el soplo del cierzo. la sombra del lecho; Del húmedo muro y entre aquella sombra tendida en el hueco, veíase a intérvalos ¡acaso de frío dibujarse rígida se hielan sus huesos...! la forma del cuerpo. *** Despertaba el día, y, a su albor primero, ¿Vuelve el polvo al polvo? con sus mil rüidos ¿Vuela el alma al cielo? despertaba el pueblo. ¿Todo es sin espíritu, Ante aquel contraste podredumbre y cieno? de vida y misterio, No sé; pero hay algo de luz y tinieblas, que explicar no puedo, yo pensé un momento: algo que repugna aunque es fuerza hacerlo, —¡Dios mío, qué solos el dejar tan tristes, se quedan los muertos! tan solos los muertos. siguiente
  • 30. RIMA VII RIMA XVII Del salón en el ángulo oscuro, Hoy la tierra y los cielos me sonríen, de su dueña tal vez olvidada, hoy llega al fondo de mi alma el sol, silenciosa y cubierta de polvo hoy la he visto... La he visto y me ha veíase el arpa. mirado... ¡Hoy creo en Dios! ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas como el pájaro duerme en las ramas, RIMA XXI esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! —¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas —¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio en mi pupila tu pupila azul, así duerme en el fondo del alma, ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo y una voz, como Lázaro, espera preguntas? que le diga: «¡Levántate y anda!». Poesía... eres tú. volver
  • 31. Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864 - Salamanca, 1936) Escritor, poeta y filósofo español, principal exponente de la Generación del 98. Entre 1880 y 1884 estudió filosofía y letras en la universidad de Madrid, época durante la cual leyó a T. Carlyle, Herber Spencer, Friedrich Hegel y Karl Marx. Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, y poco después accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y catedrático de historia de la lengua castellana. siguiente
  • 32. ¡Dime qué dices, mar! ¿Qué es tu vida, alma mía? ¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime! Pero no me lo digas; tus cantares ¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?, son, con el coro de tus varios mares, ¡Lluvia en el lago! una voz sola que cantando gime. ¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre? ¡Viento en la cumbre! Ese mero gemido nos redime de la letra fatal, y sus pesares, ¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?, bajo el oleaje de nuestros azares, ¡Sombra en la cueva!, el secreto secreto nos oprime. ¡Lluvia en el lago!, ¡Viento en la cumbre!, La sinrazón de nuestra suerte abona, ¡Sombra en la cueva! calla la culpa y danos el castigo; la vida al que nació no le perdona; Lágrimas es la lluvia desde el cielo, y es el viento sollozo sin partida, de esta enorme injusticia sé testigo, pesar, la sombra sin ningún consuelo, que así mi canto con tu canto entona, y lluvia y viento y sombra hacen la vida. y no me digas lo que no te digo. siguiente
  • 33. Al amor de la lumbre Dulcissime vanus Homems Al amor de la lumbre cuya llama Dormirse en el olvido del como una cresta de la mar ondea. recuerdo... Se oye fuera la lluvia que gotea sobre los chopos. Previsora el ama ¡Dormirse en el olvido del recuerdo, supo ordenar se me temple la cama en el recuerdo del olvido, con sahumerio. En tanto la Odisea y que en el claustro maternal me montes y valles de mi pecho orea pierdo de sus ficciones con la rica trama y que en él desnazco perdido! preparándome el sueño. Del castaño que más de cien generaciones de hoja ¡Tú, mi bendito porvenir pasado, criara y vio morir, cabe el escaño mañana eterno en el ayer; tú, todo lo que fue ya eternizado, abrasándose el tronco con su roja mi madre, mi hija, mi mujer! brasa me reconforta. ¡Dulce engaño la ballesta de mi inquietud afloja! volver