Este documento describe la historia de la comunidad japonesa en Mexicali, incluyendo su llegada en el siglo XX, su contribución a la agricultura y desarrollo económico, y el impacto de la Segunda Guerra Mundial cuando muchos fueron forzados a trasladarse del norte de México. También discute cómo la comunidad japonesa ha adoptado aspectos de la cultura mexicana y ha continuado influyendo en la economía de Mexicali a través de inversiones en industria y otros negocios.
1. Comunidad Japonesa en Mexicali
Universidad Autónoma de Baja California
Facultad de Ciencias Humanas
Materia:
Tecnologías de la información
Tema:
Trabajo Final
“Comunidad Japonesa en Mexicali”
Maestra:
Claudia Figueroa
Integrantes:
Chee Agramon Gengis
Dominguez Castellanos Rene
Hernández Soria Jesús
Herrera Cardiel Edna Guadalupe
Lugo Cárdenas Perla Rubí
Salazar Alan
Fecha:
18 noviembre 2011
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2. Comunidad Japonesa en Mexicali
Índice
Introducción
“Los japoneses en Mexicali”
“Aspectos culturales adoptados por los mexicalenses”
Conclusión
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3. Comunidad Japonesa en Mexicali
Introducción
La comunidad japonesa ha estado presente en México desde 1888 y en Mexicali han sido parte
importante del desarrollo histórico y económico siendo algo que desconocido la mayoría de los
habitantes de esta ciudad, los japoneses y sus hijos ya mexicanos han buscado siempre la
manera de adaptarse sin perder sus costumbres, idioma o religión, este texto es para aquellos
que quieran saber un poco más sobre aspectos históricos, como han ayudado al desarrollo
industrial de la región, su influencia en los deportes y parte de su cultura e influencia en la
sociedad mexicalense sobre todo en los jóvenes a través de los videojuegos, el anime y la
música.
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4. Comunidad Japonesa en Mexicali
“Los japoneses en Mexicali”
Durante la revolución mexicana en su etapa armada, los japoneses (lo mismo que los chinos)
decidieron trasladarse, ante la violencia revolucionaria y la xenofobia reinante en los grandes
centros urbanos como Guadalajara y la ciudad de México, y a una zona del país que se mantuvo
relativamente tranquila durante los años álgidos de la revolución mexicana: la parte norte de
Baja California. Esta última decisión provocó que a partir de 1921, la migración japonesa se
incrementara gracias, sobre todo, al yobiyose, un sistema de requerimiento que consistía en
que un japonés podía ingresar a México siempre y cuando otro japonés ya residente en México
lo invitara a nuestro país. Y como para entonces los mayores contingentes de japoneses se
localizaban en Baja California, fue aquí donde la mayoría de los nuevos migrantes se asentaron,
específicamente en Ensenada (por invitación de los pescadores japoneses) y en Mexicali ( por
invitación de agricultores y profesionistas ya avecindados). Por cada tres japoneses que
llegaban a residir a Baja California, dos se quedaban en Mexicali y uno en Ensenada.
Los japoneses residentes de Mexicali y con el apoyo de la Colorado River Land Company
cultivaron, entre otros productos, tomate, espárrago, ejote, calabaza y chiles pimiento y pasilla,
parte de cuya cosecha exportaban a los Estados Unidos, la actividad económica-agrícola de los
inmigrantes japoneses que llegaron a Mexicali, fue mucho más importante, ya que
desmontaron miles de hectáreas y pusieron especial empeño en el cultivo del algodón. Además
instalaron bombas y abrieron canales de regadío. En realidad ellos fueron los pioneros del
posterior emporio algodonero. Había dos grupos de japoneses en Mexicali, el que prestaba sus
servicios en calidad de peón y el que administraba fincas algodoneras. Algunas veces el capital
era propio pero otras, preventa de inversionistas norteamericanos, como el de la Compañía
Industrial Japonesa del Pacífico. El inversionista aportaba el capital necesario, y en ocasiones,
facilitaba la maquinaria agrícola, y el inmigrante contribuía con su trabajo. Las tierras eran
propiedad de la Colorado River Land Company, a quienes los japoneses arrendaban. Una vez
levantada la cosecha, se restituía al inversionista el capital con el interés previamente fijado, y
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la ganancia se distribuía entre los socios. Por otra parte, el algodón que producían era de
primera calidad y lo exportaban a los Estados Unidos.
A partir de 1934, el gobierno de México comenzó a aplicar una ley agraria en todo el territorio
nacional que convertía en ejidos las tierras organizadas para el cultivo algodonero bajo el
sistema latifundista, con lo que es estableció la base de veinte hectáreas de tierras de riego
como unidad de dotación por cada beneficiado. La Colorado River Land Company recibió la
aplicación de esta ley. En ese entonces los inmigrantes japoneses administraban una extensión
de 81000 hectáreas y calculaban recoger 10000 pacas de algodón, por un valor de 450000
dólares. La inversión ascendía a 300000 dólares, de los cuales 200000 dólares habían sido
aportados por la Compañía Industrial Japonesa. Los agricultores japoneses lucharon para que se
respetaran sus cosechas pero fue en vano.
Para 1940, los japoneses no tenían ni cien hectáreas cultivadas en el entones Territorio Norte
de Baja California. Para sobrevivir, como los chinos, se dedicaron a aquellas actividades que no
ponían en peligro, como lo dijera don Lázaro Cárdenas, el ritmo económico y social de nuestra
nacionalidad. En Mexicali, se recluyeron en el comercio y las actividades profesionales. Como
evidente, los que aguantaron el mal tiempo fueron los que tenían la capacidad económica para
poner un negocio o abrir un consultorio médico. Una buena parte simplemente regresó a
Japón. Este golpe económico mermó las expectativas de prosperidad de la comunidad japonesa
en Baja California. Hubo una especie de decepción generalizada. Era, en muchos casos, toda
una vida de trabajo y esfuerzo que terminaba sin reconocimiento, sin retribución por parte del
gobierno mexicano. Así, cada quien tomó un rumbo distinto. Los miembros de una misma
familia se dividieron: unos regresaron a la tierra de sus antepasados, mientras otros cambiaron
de actividad para seguir ganándose la vida. Los más preparados o pudientes pusieron modestos
negocios que pronto tuvieron éxito. De tales negocios, el que más impulso tuvo entonces fue el
de la refresquerías y el de la venta de sodas, que acabó consolidándose más tarde en la
empresa embotelladora Royal Crown Cola.
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El domingo 7 de diciembre de 1941, el puerto de Pearl Harbor fue bombardeado por la aviación
japonesa sin una previa declaración de guerra por parte de Japón. México, en el marco de los
acuerdos de la Habana de 1940, que declaraban que cualquier atentado por una potencia no
americana a algún país del continente implicaría una defensa conjunta, no tuvo otra opción
que declarar el rompimiento de las relaciones diplomáticas con los países del eje, empezando
con Japón el 8 de diciembre, apenas 24 horas después del ataque de esta nación a los Estados
Unidos.
México se abstuvo de cualquier declaración de guerra y enarboló la bandera del país neutral en
el conflicto. Su neutralidad no fue obstáculo, sin embargo, para tomar las medidas pertinentes
para que los estadounidenses no se sintieran nerviosos con los japoneses que vivian tan cerca
de su frontera sur. Pero la acción más trascendental por parte del presidente de la República, el
General Manuel Ávila Camacho, fue nombrar al general Lázaro Cárdenas comandante del
pacífico, con la encomienda de establecer su cuartel general en forma temporal en el puerto de
Ensenada, para poder, desde ahí, coordinar los trabajadores de defensa de Baja California, la
construcción de una base naval en la bahía de Magdalena y la comunicación expedita con las
fuerzas armadas de los Estados Unidos, presentadas por el general John L. Witt, comandante de
la defensa occidental, ya que desde el 11 de diciembre de 1941, la costa oeste fue declarada
teatro de guerra y se hallaba en alerta máxima, previendo un ataque japonés que, debido al
audaz plan sorpresa de Yamamoto en Pearl Harbor, parecía estar a punto de ocurrir. Todas las
pesadillas de los estadounidenses con respecto al “peligro amarillo” se habían materializado en
la conciencia colectiva de Norteamérica, y provocarían una reacción nacional de odio y
desconfianza generalizada que repercutirían tanto en la comunidad japonesa de ambas
californias como en las relaciones entre México y su vecino del norte. Así, los japoneses se
volvió sinónimo de traición, de espionaje.
Ante la situación, el nombramiento de Lázaro Cárdenas ayudo a calmar el caos existente en
Baja California y a clarificar las acciones pertinentes para hacer que México pudiera responder
al doble reto de un ataque japonés y de la injerencia estadounidense en la península. A lo
primero se respondió ya el mismo 11 de diciembre con la orden de concretar a nueve
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inmigrantes japoneses cuyos nombres estaban en la lista negra del FBI, por lo que el gobierno
estadounidense no los quería cerca de su territorio, pues los consideraba espías de Japón. A
estos inmigrantes se les dieron 24 horas de plazo para abandonar Baja California. Otros más
siguieron a estos cada vez que las autoridades estadounidenses, con el transcurso de los días,
recabaron mayor información.
Hay que reconocer que los espías japoneses expulsados de la frontera y concentrados en otras
ciudades del país compartieron su suerte con inmigrantes alemanes e italianos. La Secretaría de
Gobernación también hizo su trabajo y al menos se capturaron radios de onda corta y
transmisiones de alta frecuencia. Los primeros, sin embargo, eran de uso común por la
comunidad japonesa y servían para que sus integrantes supieran las noticias directamente
desde su país natal y no perdieran su vinculación cultural con éste. Los transmisores, en
cambio, denotaban espionaje o, cuando menos, una labor informática que en nada se
relacionaba con lo que sus dueños, que eran miembros de la comunidad japonesa fronteriza,
decían dedicarse oficialmente. Y desde la perspectiva estadounidense, el que los japoneses
mexicanos tuvieran en el techo de sus negocios antenas tan poderosas solo podía significar que
estaban recibiendo órdenes directas de Tokio para llevar a cabo sabotajes o ataque en
cubiertos contra las cercanas bases militares (San Diego y Yuma) de los Estados Unidos un
riesgo, en todos los sentidos inaceptable para ellos.
El 2 de enero de 1942 el éxodo hacia el sur alcanzó a toda la comunidad japonesa residente en
los estados norteños que colindan con los Estados Unidos. El gobierno Mexicano había decidido
no darle motivos a los estadounidenses para que como deseaban, mandaran tropas a
“proteger” las costas de Baja California. Por ello, los japoneses peninsulares fueron el primer
blanco en este nuevo capítulo de las relaciones diplomáticas y militares con los Estados Unidos.
El plazo dado para abandonar sus casas era de 8 días a partir del 2 de enero. El conflicto
resultante tuvo que ver no solo con lo abrupto del traslado, sino con la actitud de los propios
inmigrantes al venir a México: su meta esencial era hacer dinero y regresar a Japón. Como
cualquier inmigrante, no se plantearon el pedir la nacionalidad mexicana y siguieron viviendo
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por años con la creencia de (o esperanza) de que tarde o temprano habrían de regresar a su
país natal. Sus hijos, imbuidos de esta misma creencia, tampoco fueron documentados como
mexicanos, de ahí cuando llego la orden de marchar al sur, en su gran mayoría seguían siendo
ciudadanos japoneses y tal estatus de residencia en el país no les permitió dar una batalla
efectiva ante la arbitraria decisión del gobierno de México con respecto a ellos. Tómese aquí en
cuanta que nuestro país no había declarado la guerra a Japón y solo había retirado a su
embajador, por lo que técnicamente los inmigrantes japoneses no eran ciudadanos de un país
beligerante con el nuestro.
Para decir lo menos, el traslado intempestivo de los japoneses fronterizos fue traumático. Al
principio, de diciembre de 1941 al 2 de mayo de 1942, fecha en que se declaró el estado de
guerra contra los países del eje por el ataque submarino contra barcos petroleros mexicanos, la
concentración de japoneses en el centro del país fue selectiva no total. Mexicali y Tijuana, más
que Ensenada o Santo Tomás, fueron los lugares en el que el trabajo de clasificación y traslado
se hizo con mayor rigor y sin miramientos. Por causa del traslado, solo los que se habían
nacionalizado pudieron conservar sus propiedades. Los demás japoneses debieron rematar
todo lo que tenían para tener dinero en efectivo. Así, autos, casas y toda clase de objetos de
valor fueron a manos de sus vecinos o amigos. Hubo quienes apenas tuvieron tiempo de
entregarle la llave de su casa al vecino de enseguida, confiando en la honorabilidad del
receptor, quien, en muchos casos termino apropiándose de casas, objetos suntuarios y terrenos
que no eran suyos. De ahí que al final de la guerra, cuando las primeras familias japonesas
representaron, algunos encontraron que habían perdido todo lo constituido a lo largo de una
vida de trabajo. Otras familias en cambio, descubrieron que sus casas estaban como las habían
dejado cuatro años atrás y que sus vecinos mexicalenses tan ceremoniosos como el japonés, les
entregaba sus propiedades en perfecto estado, como si solo hubieran salido de la ciudad por un
fin de semana.
“Industria e inversión japonesa”
En 1950 las leyes de fomento a la inversión privada beneficiaron a los japoneses que
aprovecharon para comenzar sus empresas y traer trasnacionales. Con el paso de los años Baja
California se volvió el sitio ideal para el asentamiento de maquiladoras. El capital japonés no
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solo se ha invertido en la industria, también en restaurantes y centros de convenciones. En las
décadas siguientes, y particularmente en los años ochenta del siglo XX, los japoneses
regresaron a Mexicali en plan de negocios y con las más importantes compañías japonesas
(SONY, SANYO, MITSUBICHI) respaldándose. Volvieron así, a reconquistar a Mexicali con sus
empresas maquiladoras y su nuevo espíritu empresarial.
“Aspectos culturales adoptados por los mexicalenses”
Actividades deportivas.
1. Karate-do y Taekwondo
En Mexicali existen variados estilos y muchas escuelas de
karate y Taekwondo, con un gran número de estudiantes
que a nivel nacional e internacional han destacado
grandemente. Mexicali frecuentemente tiene campeones
mundiales en estos deportes, en sus diferentes técnicas. En
karate japonés se tuvo un campeón mundial de Kata que lo obtuvo en Hungría.
2. Cosplay
El cosplay es el nombre que recibe la interpretación de
personajes de películas, anime, manga y videojuegos.
Actualmente es una actividad que se ha vuelto cotidiana en
Mexicali, fomentando la creatividad y el interés por una
cultura completamente diferente a la nuestra.
3. Anime y Manga
En algunas obras correspondientes a estos géneros se muestran costumbres, vestimenta,
música, comida e ideologías del país del sol naciente, haciendo de ellos dos medios muy
importantes por los cuales los jóvenes mexicalenses, y mexicanos en general, han creado un
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gusto y curiosidad por conocer aún
más allá sobre la cultura japonesa y en
especial, aprender su idioma.
4. Videojuegos
Si bien los orígenes de los videojuegos
no se vieron en Japón, en este país es
donde se da su auge gracias al trabajo
de compañías como Nintendo, Atari y
SEGA, y diseñadores como Shigeru
Miyamoto, entre otros. Este medio de
entretenimiento se expandió muy
rápidamente por todo el mundo y no tardó en aparecer en tierras cachanillas. A día de hoy
sigue siendo uno de los medios de entretenimiento más importante, alcanzando en muchos
aspectos al cine, y junto con el anime y manga, contribuyen a que los mexicalenses se sumerjan
en el conocimiento sobre el país nipón y su visión del mundo.
5. Música japonesa: J-POP y J.ROCK
El j-pop (pop japonés) y el j-rock (rock
japonés) son dos géneros musicales muy
populares que no solo han tenido éxito en
su tierra natal, también ha traspasado sus
fronteras hasta llegar al mercado
occidental en donde los jóvenes lo han
adoptado y adaptado a su vida cotidiana.
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Con novedosas modas y bailes pegajosos, han sido blanco de fanatismo por parte de la
sociedad mexicalense, aunque cada día es más común, para aquellos que no están involucrados
de ninguna forma con las expresiones artísticas orientales, resulta en un gusto “extraño” y
quizá exagerado. Actualmente, el aspecto musical ha tomado mucha relevancia en los eventos
que se llevan a cabo en la ciudad, llegando al grado de realizar concursos de baile, fomentando
así la relación con un estilo de vida totalmente diferente.
1. Karate-do y 2. Cosplay 3. Anime y Manga 4. Video-juegos 5. Música japonesa:
Taekwondo J-POP y J.ROCK
Disciplina donde Interpretación de Dibujos que Medio de Géneros musicales
han destacado personajes de representan de entretenimiento muy populares.
grandemente los anime, manga y una manera clara que se ha
mexicaleneses. videojuegos. las costumbres extendido por
japonesas. todo el mundo.
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Conclusión
Vimos en este texto como los japoneses han participado en la historia no solo de Méxicali, sino
también de México, siempre tratando de integrarse de la mejor manera posible, ganándose la
amistad de los mexicanos, a pesar de los problemas que tuvieron que pasar durante el periodo
que duro la segunda guerra mundial, reponiéndose a esto sin albergar ningún resentimiento,
siempre trabajando incansablemente, además han tenido la confianza de invertir en el país y
establecido compañías, otra manera de acercar su cultura es a través de la comida gusto
adquirido por los jóvenes, así como los videojuegos y el anime con los que tienen contacto
desde niños que es parte de su cotidianidad y parte de ellos es que cada vez es más común ver
chicos y chicas disfrazados de sus personajes favoritos.
Esperamos que esta investigación sirva para que los mexicalenses se den cuenta de que los
japoneses fueron parte importante en el desarrollo de la ciudad y lo son todavía.
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