El documento discute el papel de la familia en la socialización y educación de los niños. Algunos expertos enfatizan el papel de la escuela, mientras que otros insisten en que la familia es el primer agente de socialización. También analiza cómo la crisis religiosa ha afectado a la familia y ya no puede considerarse una "escuela de fe". Finalmente, argumenta que la fe cristiana se refiere principalmente a tener confianza en la persona de Jesús, no sólo en las verdades que enseñó.
1. David villa saldarriaga<br />8º2<br />Trabajo de religión<br />Alberto estrada Hernández<br />Profesor<br />Institución educativa colegio Loyola<br />Para la ciencia y la innovación<br />Medellín<br />Los expertos no se ponen de acuerdo sobre la capacidad de la familia actual en la socialización de las nuevas generaciones. Mientras algún (José Antonio Marina) pone todo el peso en la educación escolar, otros (Luis Rojos Marcos, Javier Alzo) insisten en el papel esencial de la familia. Este último se expresaba recientemente en los siguientes términos: «En mi opinión, el asunto de fondo es que todavía no nos hemos tomado en serio la importancia de la familia como agente primero de socialización y educación. La familia fue, es y será muy probablemente, en el futuro inmediato, el primer agente de socialización de los niños y preadolescentes. Otra cosa es que los padres lo hagan más o menos bien, sean más o menos conscientes de su insustituible papel, estén más o menos capacitados para llevar a cabo su labor, o que la sociedad, en fin, reconozca esa labor..»1 Si se piensa en la socialización de la fe, el panorama aparece, sin embargo, bastante sombrío. La actual crisis religiosa ha afectado, como es natural, a la familia, verdadera «caja de resonancia» de cuanto ocurre en la sociedad. Ya no se puede decir que la familia es una «escuela de fe». Por lo general, lo que se transmite en muchos hogares no es fe, sino indiferencia y silencio religioso. No pretendo en esta modesta reflexión entrar en análisis de carácter sociológico o pedagógico. Quiero darle a estas líneas un tono positivo y práctico. Estoy convencido de que, entre nosotros, la familia es el espacio en el que se está jugando, en buena parte, la fe o la increencia de la nueva generaciones.<br />La situación actual de los docentes es un tema bastante complejo, aunque no difícil de resolver, si así se lo quisiera, si existiera verdadera voluntad política para promover cambios sustantivos. Sin embargo, para no caer en una piñerización de la realidad, debemos admitir que tampoco es un problema actual, de este Gobierno o de los anteriores de la Concertación y se arrastra desde hace muchas décadas atrás, podríamos dar como fecha de inicio el día en que el mercado hizo su entrada triunfal en el sistema educativo, promoviéndolo y promocionándolo igual como se pueden ofrecer papas, ropa usada o importaciones de baratijas chinas a bajo costo y el único que obtendría dividendos jugosos al final del juego serían los financistas; luego, eufemismo mediante, se pasarían a llamar “sostenedores”. O sea, vender calidad a cambio de arancelar escuelas, especular con el mercado laboral a cambio de bajos salarios. Ah, y si le gusta, porque afuera hay una cola de 20 personas, que con su mismo sueldo le pago a dos... o a tres.<br />la fe es quot;
la primera de las virtudes teologales: luz y conocimiento sobrenatural con que un ser se cree lo que Dios dice y la Iglesia proponequot;
. En este sentido, tener fe es aceptar una serie de verdades. Es, por tanto, esencialmente un acto intelectual. Pero, cuando hablamos de la fe, no nos referimos sólo a eso. Porque tener quot;
fe en alguienquot;
es quot;
fiarsequot;
de esa persona. Es, por eso, quot;
confiarquot;
y quot;
ser fielquot;
(tener quot;
fidelidadquot;
) hacia aquél en quien confiamos o en quien tenemos depositada nuestra fe. En este segundo significado, la fe ya no es esencialmente un quot;
acto intelectualquot;
, sino una quot;
experienciaquot;
, que nos lleva a fiarnos y a ser fieles, no ya sólo a lo que quot;
dijoquot;
el Señor Jesús, sino, antes que eso, a la quot;
personaquot;
misma del Señor Jesús. O sea, la fe cristiana, antes que fidelidad a las quot;
verdadesquot;
que enseñó el Señor, es fidelidad a la quot;
vidaquot;
que llevó el Señor.<br />Pero ocurre que el Señor Jesús, antes de ser el quot;
Señor de la gloriaquot;
, fue quot;
Jesús de Nazaretquot;
. Es decir, antes de ser el Señor glorificado, fue el Jesús terreno. Por tanto, la fe cristiana es, por supuesto, fe en el Señor glorificado. Pero, antes que eso (y juntamente con eso), tiene que ser fe en el Jesús que, según los evangelios, recorrió los caminos y aldeas de Galilea y, al final, fue asesinado en una cruz en Jerusalén. La fe cristiana no puede prescindir de la vida y de la historia de Jesús.<br />El problema que tiene el cristianismo es que la fe fue explicada, primero, por san Pablo (entre los años 50 al 55). Y mucho más tarde (entre los años 70 al 80) fue explicada por los evangelios. Y aquí empezó el problema. Porque Pablo no conoció al Jesús terreno. Pablo sólo conoció al Cristo Resucitado. Y, por consiguiente, explicó la fe, no como una experiencia que se refiere a algo que se vive en esta vida, sino como una experiencia que se refiere a verdades que trascienden este mundo y tienen su centro en el otro mundo. Por eso, cuando Jesús les decía a los enfermos: quot;
Tu fe te ha salvadoquot;
, se refería obviamente a que la confianza y la fidelidad, que aquellas pobres gentes ponían a Jesús, las liberaba de sufrimientos, penas y otras desgracias de esta vida. Mientras que, cuando Pablo dice quot;
estamos salvados por la fequot;
, se refiere a la salvación sobrenatural y eterna, algo que trasciende este mundo. Pero, además, el problema se complica cuando caemos en la cuenta de que Pablo presenta la fe como fe en Cristo crucificado, que sufrió y murió por nuestros pecados, y que así, con su pasión y su muerte, se constituyó en quot;
sacrificioquot;
de quot;
expiaciónquot;
, que aplacó la ira de Dios contra los pecadores. Hasta el punto de que Pablo llega a decir que Dios quot;
no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotrosquot;
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