1. La fiesta de la EPIFANIA La Manifestación del Hijo de Dios
El origen de la celebración
El núcleo de la fe cristiana es la revelación del amor
de Dios a los hombres en la resurrección de
Jesús, como una oferta de perdón y Vida nueva para
todos los creyentes.
Pero también las palabras, acciones y toda la vida
de Jesús son una MANIFESTACION de la presencia
de Dios entre los hombres (Hech 10,38).
Por eso en Oriente se comenzó a festejar la
EPIFANÍA (gr. Manifestación) del Hijo de Dios en el
mundo:
En el NACIMIENTO de Jesús en Belén (según las
tradiciones de Jerusalén, Antioquía y resto de Siria).
En su BAUTISMO en el Jordán (según la tradición
egipcia),
En el primer signo de Jesús durante las BODAS DE
CANÁ (según el obispo Epifanio de Salamina).
La celebración de la EPIFANÍA se trasladó también a Occidente.
Más tarde el DÍA DEL NACIMIENTO DEL SEÑOR ese día se fue separando de la EPIFANÍA, que quedó
significando la manifestación del Mesías a las naciones, representados en los magos que siguieron la
estrella.
2. La fiesta de la EPIFANIA La Manifestación del Hijo de Dios
Hemos venido a adorarlo
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos
magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está
el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente
y hemos venido a adorarlo».
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén.
Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del
pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías.
«En Belén de Judea, -le respondieron-, porque así está escrito por el Profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales
ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi
pueblo, Israel"».
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con
precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a
Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y
cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle
homenaje».
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente
los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño.
Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la
casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron
homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y
mirra.
Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de
Herodes, volvieron a su tierra por otro camino» (Mt 2,1-12).
3. La fiesta de la EPIFANIA La Manifestación del Hijo de Dios
Unos magos de Oriente
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos
magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está
el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente
y hemos venido a adorarlo» (Mt 2,1-2).
Mateo describe la infancia de Jesús según el modelo de las grandes figuras
de la historia de Israel:
Como SALOMÓN es visitado por reyes de Oriente (1 Re 10,1-13)
como MOISÉS es salvado de la matanza de los niños ( Ex 1-2).
Según Herodoto, los magos «La reina de Sabá había oído la fama de Salomón... y vino a probarle
procedían de una tribu meda que por medio de enigmas. Llegó a Jerusalén con gran número de
se convirtió en casta sacerdotal camellos que traían aromas, gran cantidad de oro y piedras preciosas;
de los persas. Practicaban la llegada que fue donde Salomón, le dijo todo cuanto tenía en su
adivinación, la medicina y la corazón.
astrología, que no tiene muy Salomón resolvió todas sus preguntas. No hubo ninguna proposición
buena fama en la Biblia: oscura que el rey no le pudiese resolver» (1 Re 10,1-3)
«Daniel, Ananías, Misael y Azarías quedaron al servicio del rey. Y en cuantas cosas de sabiduría o de
inteligencia les consultó el rey, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos que había
en todo su reino» (cf. Dn 1,20;
«No hay nadie en el mundo capaz de descubrir lo que quiere el rey; y por eso mismo ningún rey, por
grande y poderoso que sea, pregunta jamás cosa semejante a ningún mago, adivino o caldeo» (Dn 2,2-10).
4. La fiesta de la EPIFANIA La Manifestación del Hijo de Dios
De magos a reyes
«Y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y
postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron
dones, oro, incienso y mirra» (Mt 2,11).
La tradición convertirá a los Magos en REYES, interpretando el salmo:
«que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas le paguen tributo. Que los
reyes de Arabia y de Sebá le traigan regalos» (Sal 72,10).
Incluso desarrollará narrativamente el relato del Evangelio, fijando el número
en tres, teniendo en cuenta los regalos ofrecidos:
ORO, INCIENSO MIRRA.
«Y, al mismo tiempo, un ángel se apresuró a ir al país de los persas, para prevenir a los reyes magos, y
para ordenarles que fuesen a adorar al niño recién nacido. Y ellos, después de haber sido guiados por una
estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el punto y hora en que la Virgen acababa de ser
madre. Porque, en aquella época, el reino de los persas dominaba, por su poder y por sus victorias, sobre
todos los reyes que existían en los países de Oriente. Y los reyes de los magos eran tres hermanos: el
primero, MELKON, que imperaba sobre los persas; el segundo, BALTASAR, que prevalecía sobre los
indios; y el tercero, GASPAR, que poseía el país de los árabes. Habiéndose reunido por obediencia al
mandato de Dios, se presentaron en Judea en el instante en que María había dado a luz. Y, habiendo
apresurado su marcha, se encontraron allí en el tiempo preciso del nacimiento de Jesús».
Evangelio Armenio de la infancia 5,10 (Siglo VI)
5. La fiesta de la EPIFANIA La Manifestación del Hijo de Dios
Las representaciones antiguas
«Dijo José a Simeón: «Creo que son unos adivinos, pues
efectivamente no están quietos un momento, siempre están
observando y discutiendo entre sí. Y me parecen además
forasteros, pues su vestimenta es distinta a la nuestra: su
traje es amplísimo y de color oscuro. Finalmente tienen
también birretes en sus cabezas y llevan unos pantalones
ceñidos a sus piernas»
Libro de la infancia del Salvador n.89 (s. IX EC)
Arriba: Los magos, según el mosaico de la iglesia de
S.Apolinar, en Ravena (s. VI EC).
Abajo: Sarcófago paleocristiano de Castiliscar (340-350 EC).
En ambos casos se los representa con atuendo persa.
También son representados así en la Basílica de la
Natividad de Belén. Eso hizo que fuera la única iglesia de
Tierra Santa salvada de la destrucción durante la invasión
persa a comienzos del siglo VII.
6. La fiesta de la EPIFANIA La Manifestación del Hijo de Dios
La Estrella de Oriente
«La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en
el lugar donde estaba el niño» (Mt 2,9).
Al mencionar la estrella, Mateo no piensa en un fenómeno de tipo natural.
En el mundo helenístico se utilizaba este lenguaje para recordar a la gente su
destino, «su estrella».
El tema de las señales anunciadoras del nacimiento de un gran hombre
estaba muy extendido. En el caso de Alejandro la ruina del Templo de Diana
en Éfeso el día de su nacimiento anunciaba su futura conquista de Asia (cf.
Plutarco, Alejandro 3).
Lo mismo sucedía en el mundo judío. Se contaba que unos astrólogos
habían anunciado al rey el nacimiento de Abraham:
«han visto una ESTRELLA que subía por los cielos... Esto significa que un
NIÑO se hará dueño del mundo entero» (Midrash Sefer ha-Yashar).
La estrella simboliza al rey-Mesías. El texto «Un ASTRO subirá a Jacob y un HOMBRE surgirá de
de Números 24,17 ha sido traducido en la Israel».
Biblia griega de la manera siguiente:
«Un REY se levantará de la casa de Jacob y un
La traducción aramea precisa todavía más:
SALVADOR de la casa de Israel».
Y de Jesús, viniendo al final de los
tiempos, se dice: «Yo soy el Retoño y el descendiente de David, la
ESTRELLA brillante de la mañana» (Ap 22,16).
7. La fiesta de la EPIFANIA La Manifestación del Hijo de Dios
De Oriente y de Occidente al Reino de los Cielos
«La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo
en el lugar donde estaba el niño.
Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la
casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron
homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y
mirra.
Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de
Herodes, volvieron a su tierra por otro camino» (Mt 2,9-12).
Mateo insiste mucho en el hecho de que el Mesías inaugura una
religión abierta a todos los pueblos:
«Muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a
la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos»
(Mt 8,11)
«Esta Buena Noticia del Reino será proclamada en el mundo
entero como testimonio delante de todos los pueblos» (24,14)
«Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo» (28,19).