3. La ira
La ira es una emoción humana completamente normal y, en
ocasiones, resulta adaptativa. Pero cuando escapa a nuestro
control y se vuelve destructiva, puede conducirnos a situaciones
problemáticas; en el trabajo, en las relaciones personales, etc.
Afecta a la calidad global de nuestra vida y nos puede hacer
sentir como si estuviéramos a merced de una emoción
impredecible y poderosa.
5. Manifestaciones
fisiológicas de la
ira
La inducción de emociones genera cambios profundos en el sistema
nervioso autónomo y en el sistema endocrino. Se altera también la
actividad cerebral, en especial en los lóbulos frontales y temporales.
Tal como Charles Darwin (1809-1882) ya señaló, cada una de las
seis emociones básicas —felicidad, tristeza, sorpresa, aversión
(asco), miedo e ira— se acompaña de patrones de respuesta
fisiológica específicos.
Así, en el caso concreto de la ira, la respuesta fisiológica se
caracteriza por un incremento de la frecuencia cardiaca y la tensión
arterial sistólica, además de un aumento de la resistencia vascular
periférica, de modo que la tensión arterial diastólica sube (al
contrario de lo que sucede con el miedo). En el sistema
neuroendocrino, el efecto de la ira y de la agresión ofensiva (en
humanos y en primates no humanos) supone unos niveles altos de
testosterona (hormona vinculada a la conducta agresiva y
dominante), así como niveles bajos de cortisol. Ya en el sistema
nervioso central, destaca la actividad cerebral asimétrica de los
lóbulos frontales que se produce cuando experimentamos
emociones.
6. Manifestacion
es fisiológicas
de la ira
Igualmente, se han observado alteraciones bioquímicas en
el cerebro de los afectados, con una disminución de los niveles
de serotonina e insulina, mostrando menor actividad las áreas
prefrontales asociadas con el control de impulsos, y mayor actividad
en la amígdala, relacionado con la vivencia emocional.
8. La amígdala
Una vez que la amígdala ha decidido que el estímulo requiere una
respuesta de miedo o rabia, envía señales a otros lugares del
cerebro para poner en marcha los distintos componentes de estas
emociones. Por un lado, envía señales a la corteza cerebral para
desencadenar la emoción subjetiva interna, y por otro lado
desencadena la expresión externa de la misma.
9. Expresando la
ira
La manera instintiva, natural de expresar nuestra ira es
responder agresivamente. La ira es una respuesta natural, de
adaptación a las amenazas, nos inspira poder, agresividad,
sentimientos y conductas, que nos permiten luchar y
defendernos. Una cierta cantidad de ira, por lo tanto, es
necesaria para nuestra supervivencia.
10. Expresando la
ira
Por otra parte, no podemos agredir a cada persona u objeto que nos
irrita o nos molesta. Las leyes, las normas sociales, y el sentido
común establecen los límites sobre nuestras expresiones de rabia.
Las personas utilizan una variedad de procesos conscientes e
inconscientes para lidiar con sus sentimientos de enfado. Los tres
principales son expresar, reprimir y calmarse. Expresar los
sentimientos de enfado de manera asertiva es lo más adecuado. Para
ello hay que aprender a dejar claro cuáles son nuestras necesidades,
y cómo conseguir resolverlas sin herir al otro. Ser asertivo no
significa ser agresivo o exigente, significa ser respetuoso con uno
mismo y con los demás.
La ira puede ser suprimida, para poder convertirla o redirigirla. Esto
ocurre cuando dejamos de focalizar nuestro sentimiento de enfado y
tratamos de centrarnos en algo positivo. El objetivo es inhibir o
reprimir la rabia y convertirla en un comportamiento más
constructivo. El peligro en este tipo de respuesta es que si no se
permite su expresión externa, la ira puede volverse contra uno
mismo. La ira hacia adentro puede causar hipertensión, presión
arterial alta o depresión. También puede crear otros problemas o
expresiones patológicas de la ira, tales como el comportamiento
pasivo-agresivo (vengarse de las personas indirectamente, sin
decirles por qué, en lugar de enfrentarlos a la cara).
11. Trastornos
El trastorno explosivo intermitente se caracteriza por un
comportamiento de violencia descontrolada, que se incluye dentro
de los trastornos del control de impulsos, y que consiste en que la
persona que lo sufre estalla ante cualquier frustración por mínima
que sea, sin necesidad de que haya un estado de ánimo alterado
previo, pudiendo ser el detonante de su conducta cualquier
contrariedad que le surja: una palabra inadecuada, un tono burlón,
un objeto en medio de su camino, una música un poco alta…,
situaciones que al resto de las personas sólo les causarían leves
molestias.
12. Trastornos
Tras estos brotes de ira o reacciones desproporcionadas, en las que
la persona con trastorno explosivo intermitente no ha tenido en
cuenta las consecuencias de sus actos o el posible castigo que
conlleva, el afectado se cuestiona el porqué de su modo de actuar,
apareciendo un sentimiento de culpa por no haber sabido control
esos impulsos.
13. Manejo de la
Ira
El objetivo del manejo de la ira es reducir los sentimientos y el
despertar fisiológico que provoca. A veces no podemos deshacernos
de las cosas o las personas que nos enfurecen, ni se pueden cambiar,
pero podemos aprender a controlar nuestras emociones.
14. Modificaciones
Transformar el elemento fisiológico es el primer paso, pero si nos
quedamos aquí y no reflexionamos sobre las causas que nos han
provocado la ira cuando nos acerquemos de nuevo a la persona que
nos ha provocado la ira no tendremos ninguna estrategia de acción
alternativa y volveremos a caer fácilmente en el mal humor e
incluso de nuevo en un enfado extremo.
Por eso el segundo paso es eliminar el impulso a la acción: piense
que es inadmisible actuar con violencia, con agresividad, que gritar
es otra forma de atacar a los demás, de humillarles y de hacerles
daño, al igual que insultarles. Debe darse cuenta de que ese tipo de
acciones a las que la ira nos impulsa son inadecuadas.
15. Modificar el
estado mental
“reestructuración cognitiva”. Se trata de modificar su forma de
pensar para no centrarse en los elementos negativos y a no exagerar
las circunstancias añadiéndoles elementos trágicos.
16. Tolerancia
La tolerancia es un valor moral que implica el respeto integro hacia
el otro , hacia sus ideas, prácticas o creencias, independientemente
de que choquen o sean diferentes de las nuestras.
En este sentido, la tolerancia es también el reconocimiento de las
diferencias inherentes a la naturaleza humana, a la diversidad de las
culturas, las religiones o las maneras de ser o de actuar.
Por ello, la tolerancia es una actitud fundamental para la vida en
sociedad. Una persona tolerante puede aceptar opiniones o
comportamientos diferentes a los establecidos por su entorno social
o por sus principios morales.
17. tratamientos
El tratamiento farmacológico, se busca equilibrar los niveles de
serotonina a través de inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (IRSS), así como controlar el estado de ánimo mediante
el uso de estabilizadores, además de fenitoína, betabloqueantes,
agonistas alfa 2 y antipsicóticos.
18. tratamientos
Con respecto al tratamiento no farmacológico, que debe acompañarle
destaca:
Terapia conductual, en la que se presta especial atención al desarrollo
de habilidades de manejo de las situaciones, mediante el entrenamiento
en situaciones (role-play), donde se le enseña al paciente a buscar
otras salidas, como contar hasta diez en orden inverso o cambiar el
foco de atención de aquello que le provoca tanta ira.
Técnicas de relajación, tanto de visualización positiva como de
respiración profunda, con las que se consigue ganar un tiempo extra,
desde que el sujeto se irrita hasta que estalla, lo suficiente para que se
pierda esa motivación inicial, y no se desencadene el episodio de ira.
Entrenamiento en habilidades sociales, para compensar los efectos
perniciosos de su trastorno, a la vez que le ayuda a expresar su malestar
de forma sosegada.
Entrenamiento cognitivo, con el que se ayuda a la persona a valorar las
situaciones en su justa medida, en vez de ver todo como una amenaza o
una agresión hacia su persona.