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El destino de una revista es hacer patente el espíritu propio de su época. La
actualidad de ese espíritu es más importante para ella que su unidad o claridad, por tanto
una revista estaría condenada -como los periódicos- a la insustancialidad más completa si
en ella no pudiera configurarse una vida con fuerza suficiente para salvar todo cuanto
resulte problemático con base en su propia afirmación.
W. Benjamin
Culdbura es un empeño de: Fernando Ortega, Fernando Arnaiz, José Mª Izarra, Alfonso Hernando, Jesús
Borro, Jesús Pérez, Luis Carlos Blanco, Félix J. Alonso y José Luis del Río, entre otros.
©de los textos (faltas de ortografía incluidas), ilustraciones y fotos, los respectivos autores.
©del logo, grafismo y maquetación: el maquetista.
Contacto: culdbura@gmail.com
Página3
Sumario
El nacimiento de una revista, José María Izarra............................................... Pág. 5
Una foto con Orson Wells, Lino Varela Cerviño ....................................................... 9
Tres mujeres, Carlos de la Sierra ......................................................................... 11
El Temerario, camino del desguace, Alfonso Hernando ......................................... 15
Arte urbano en Burgos, la cara B de la ciudad; Jesús Borro Fernández .................. 19
Pero Garcia Burgalés, un trovador del siglo XIII, Alejandro Britos ....................... 23
Tatuaje, Ignacio Galaz......................................................................................... 31
Él, pronombre personal, Luis Carlos Blanco.......................................................... 35
Esperando a la reina, Félix J. Alonso Camarero ..................................................... 39
Arts. Proyecto 4, Jesús Pérez Saiz........................................................................ 44
Hijos de la luz, Manuel Arandilla .......................................................................... 49
Desayuno en la hierba, Soledad Medina............................................................... 53
El hijo, Eliseo González........................................................................................ 54
Las nubes, Miguel Ángel Barbero .......................................................................... 55
Homenaje a Antonio Machado, José Luis del Río Galarón....................................... 57
El canto de los mirlos, Esther Pardiñas................................................................. 58
Gestos, Ana Mayoral ........................................................................................... 60
Nuestra ciudad. Temporada de baños, Montserrat Díaz Miguel .............................. 61
Una orquesta, Tarot y Piratas, Alberto Herrero ................................................... 63
La luz no sabe doblar esquinas (fragmentos), Pedro Olaya ................................. 67
Muertes absurdas, Eloy Luna .............................................................................. 70
Carpeta de Asunción Molinos, Estela Rojo Hernández ........................................... 73
Página4
Página5
El nacimiento de una revista
Antes de nacer, cualquier
publicación (en este caso, una revista)
tiene imperativamente que ser idea. Y la
idea de una revista sin ánimo de lucro, de
carácter cultural (mayormente literario),
sin más costes que el trabajo personal
invertido por los colaboradores, virtual en
tanto que impalpable, inodora e insípida
(esto último porque nadie va a poder
llevársela a la boca), suele suscitarse en
un individuo que, sin apercibirse de ello,
es portador, en esos instantes críticos, de
una cabeza totalmente despejada (o sea,
sin muebles ni objetos, y sin ideas de
ningún tipo), circunstancia bastante más
difícil de ocasionarse de lo que pudiera
parecer. Tanto es así, que, ignorando los
inconvenientes (por qué no iba a
tenerlos) y el proceso de gestación con
sus correspondientes mareos, dolores y
antojos (¿acaso pensaba que iba a
desarrollarse de manera inadvertida?), no
es de extrañar que, al sentirse concebido,
en una descarga de adrenalina y
parafraseando a Arquímedes, exclamase:
“¡Eureka!”
El individuo de que se trata recurre
entonces a los amigos para que lo ayuden
a sacar adelante al nasciturus,
exponiéndoles entusiásticamente en una
reunión conjunta las bondades que lo
adornarán. Aun así, a los asistentes la
criatura se les figura pobre y enclenque,
y aducen que, ya que no iba a poder
tocarse, por lo menos debería tener
buena presencia, resultar llamativa y
entrar por los ojos, y de no ser así, mejor
que la abortaran.
El padre, en su infinito amor hacia
la criatura de sus entrañas, a la que no
quiere abortar bajo ningún concepto, aun
a sabiendas de que va a mentar a Dios en
vano, se atreve a jurar que la neonata
será extraordinariamente bella.
En consecuencia, la cejuda, grave
y ponderada concurrencia otorga al padre
el beneficio de la duda y decide apoyarlo
en su embarazo. El padre invita, a
continuación, a que, entre todos,
busquen un nombre para la futura
publicación. Altillo, propone rápidamente
uno de los asistentes, porque la cultura
siempre tiene que estar por encima de
cualquier otro aspecto del ser humano. Al
padre, sin embargo, le resulta chocante
que, siendo esa la razón dada por el
motejador, no haya elegido cumbre,
cúspide, cima, siquiera techo, más que
nada para indicar una distancia
considerable en vertical entre lo pedestre
y lo sublime, entre lo de abajo y lo de
arriba; pero Altillo, así, en diminutivo, le
causaba impresión de cicatería, de
prevención, de por sí o por no. La
propuesta, en cualquier caso, se queda
sin apoyos; entre otros motivos, porque
el mismo proponente apunta unas
cuantas referencias coincidentes en la
Web.
Página6
Culdbura, reclama otro, alegando
que el neologismo alude tanto a la
materia de que conocerá la revista como
a su especificidad geográfica, llevando en
sus adentros el valor adicional del logo
distintivo, el cual presenta forma de
trébol de dos hojas (de ahí que el
ponente lo haya llamado díbol): la “d”
contrapuesta a la “b” y esta compartiendo
cabeza con la “p”, de tal suerte que
podría leerse “culdbura” y “culdpura”.
Enrevesado, dicen unos. Simplemente
feo, opinan otros. Al padre no acaba de
convencerlo: preferiría quitar la “p”. Hay
un par de sujetos, no obstante, a los que
no les suena mal y, juzgan, podría acabar
haciendo fortuna en los oídos a poco que
se reiterara.
Nómadas, plantea otro. Gusta, y
una mayoría se decanta por él. No
obstante, uno de los contertulios advierte
de que convendría hacer una búsqueda
en Internet para mirar las coincidencias
halladas, no fuera a ser que el nombre en
cuestión estuviese registrado.
Por si Nómadas no pudiera
elevarse a definitivo, se prosigue con el
examen de la nómina. Se desecha Trazos
y Tramas porque la “r” insistida suena
mucho a motor y porque, además,
recuerda demasiado a otros binomios
(“Cañas y barro”, novela de Blasco
Ibáñez; “Tapas y Cañas”, franquicia de
hostelería; “Patrones y Manteles”, revista
de labores), a pesar de la buena defensa
que hace del apelativo su procurador:
trazos (los de la escritura), tramas (las
de las ilustraciones y dibujos). Asimismo
se desechan Arlanzón (a algunos Pico y
Vena, tanto por separado como en
conjunto, les parecían mejores opciones);
CUpuntoBU, Cultura.BU, Burgos.C,
BU.CU, porque, aun siendo las
variaciones que mejor cuadraban a
nuestro tiempo y a la naturaleza de la
nombrable, el punto podría ser
interpretado como filipino por los más
susceptibles; Es Hora de Leer, porque
despedía un tufillo autoritario; Cierzo,
porque este airón es más propio de
Zaragoza que de Burgos; Crisol de
Letras, porque no había intención por
parte de ninguno de los allí presentes de
fundirlas y purificarlas; Punto de
Encuentro, por archimanido, igual que “el
de fuga”; La Esquina de Calíope y
Noticias de Calíope, porque, a pesar de la
musicalidad de ambos sintagmas, la
aludida no era ninguna puta, y porque,
bajo su advocación, no están ni la poesía
lírica ni el teatro, entre otras disciplinas
artísticas; Riodeletras, porque a la
mayoría de los opinantes un río así se les
hacía sopero, y más después de haber
descartado a otros tres, muchísimo más
sugerentes; y, por último, La Diosa Flora,
porque si Calíope no era admisible por
restrictiva, mucho menos la diosa del
reino vegetal, por más que fuera epónimo
de una plaza del Burgos más castizo.
En fin, se acuerda elegir Nómadas
y el díbol como logo; en caso de que
Nómadas resultara fallido ―se apostilla―
por las razones expuestas, Culdbura sería
la alternativa. Se acuerda también crear
una cuenta de correo para enviar las
colaboraciones, y la suscripción a una de
esas páginas web que ofrecen albergue
gratuito a toda clase de publicaciones.
Además, se propone el 23 de abril como
fecha de lanzamiento del número 0. La
del 8 de febrero, que es la que le hubiera
gustado al maquetador, ya no podía ser.
Se habla, asimismo, de la presentación
de la criatura a los medios y de otros
asuntos, pero de manera vaga y dejando
su concreción para cuando la marcha de
los acontecimientos así lo requiriese; en
todo caso, para más adelante. Con lo que
se da por finalizada la reunión.
Ya esa misma noche, uno de los
asistentes da la alarma vía correo
electrónico: con el membrete de
“nómadas”, solo o con añadidos varios,
Página7
con determinante anexo, en singular y en
plural, se habían bautizado desde revistas
literarias hasta semanarios de viajes,
pasando por un boletín informativo de
aficionados a la meteorología y una guía
de amantes de los fantasmas. Enterado el
padre de la criatura, lo participa a los
compromisarios. El maquetista, a su vez
responsable del nombre Culdbura, viendo
que la ocasión la pintaban calva,
comunicó al padre que desde ese mismo
momento se ponía a trabajar con el logo
y la denominación de su autoría.
Al día siguiente, el maquetador
recibe la llamada del que había planteado
el nombre de Nómadas. Que él no veía la
razón de que no se mantuviera, ya que
no existía otra revista literaria con ese
título; la que aparecía se llamaba El
Nómada, y la que se llamaba
exactamente igual versaba sobre
meteorología. Por esa regla de tres, le
replicó su interlocutor, un solo nombre
propio, hubiese valido para llamar a todas
los hombres. Daniel, por ejemplo. Todos,
Daniel, pero cada cual con sus propias
huellas digitales. Mutatis mutandis, era el
mismo razonamiento. Totalmente
desatinado. En definitiva, se negó a
negociar sobre el asunto.
Un día después, recibió un nuevo
correo del gestante para que
reconsiderara su actitud, ya que eran
muchos los compromisarios a los que no
les gustaba Culdbura. A lo que el
maquetista contestó que, invalidado
Nómadas, Culdbura era la elección,
habida cuenta de que se había erigido
como cabecera de reserva en la reunión
convocada al efecto, y que él no estaba
dispuesto a volver para atrás. O Culdbura
o dejaban de contar con él, máxime
cuando ya se había encargado de crear la
cuenta para recibir las colaboraciones de
la revista y había realizado la suscripción
en dos páginas de alojamiento gratuito de
publicaciones en formato PDF, con cargo
al mismo nombre, escrito Flor de Errantes
en una y Florderrantes en la otra (no le
habían permitido ―eso manifiesta―
Errantes a secas), en memoria del
nombre desechado; como apellidos,
Culdbura Culdbura; sexo, había elegido
mujer; fecha de nacimiento, seleccionó la
del día de autos, 28/02/2015, pero la
aplicación no se lo consiente (en realidad,
tuvo que clicar el botón cancelar porque
no le permitía nacer en fecha alguna); en
profesión, puso cantante de ópera y,
como aficiones, la brisca y el ganchillo.
Con todo, sabedores de que tiene la
sartén por el mango, aún recibe la visita
y las noticias de otros asistentes a la
reunión inicial para hacerle saber lo
horripilante que era Culdbura y lo
bonitos, eufónicos, evocadores,
equilibrados… (debería arbitrarse una
tasa para los epítetos) que eran los
nombres propuestos por ellos. Si ya tenía
pocas dudas sobre lo acertado de la
elección, tales intentonas lo confirmaron
en su arriscamiento. O Culdbura o
dejaban de contar con él.
Una semana después, empezó a
preocuparse: ninguna reacción a su
respuesta y ninguna colaboración en la
dirección de correo electrónico creada ad
hoc. Estaba claro, no se habían tragado
su farol, y aguardaban a que se
interesara por la marcha del embarazo
(interés que sus detractores
interpretarían como señal de
allanamiento) para apoderarse de su
voluntad. ¡Estaban apañados!
Transcurre otra semana, y el buen
maquetador llama al embarazado con la
disculpa de felicitarlo por haber salvado
de las fauces de un bull terrier al único
ejemplar de pato mandarín existente en
el cauce urbano del río en la ciudad de
Burgos, noticia aparecida en el periódico
local de la fecha. De paso, le pregunta
por la revista y, antes de manifestarle, en
un alarde de firmeza, su disposición para
Página8
negociar un nuevo título, el otro le
responde que Culdbura sigue su curso, y
que esa misma tarde le mandaría un par
de colaboraciones que había recibido en
su correo particular. ¡Sorpresa!
¡A maquetar!
El 23 de abril de 2015 nacía
Culdbura. Fue un parto inducido, para
hacerlo coincidir con el día y el mes de la
data, tan señalados. Bien estaba, pero al
maquetador le hubiese gustado más que
se hubiese producido el 8 de febrero,
conmemoración del estreno de El
nacimiento de una nación, epígrafe
remedado para encabezar esta crónica.
¿El motivo? En los primeros fotogramas
del film, sobreimpresa, aparece la
siguiente Reivindicación para el arte de
las películas: “No tememos a la censura
porque no pretendemos ofender con
obscenidades ni inmoralidades, pero
demandamos el derecho de mostrar el
lado oscuro de lo erróneo para resaltar
así la luminosidad de la virtud. Es la
misma libertad de la que goza el arte de
lo escrito. Ese arte al que le debemos la
Biblia y las obras de Shakespeare”.
Es la reivindicación que,
cambiando “las películas” por “la
escritura” y “goza” por “gozaba”
suscribiría cualquier hombre de bien,
categoría de la que, a priori, no cabe
excluir a nadie, ni siquiera a ningún
literato. Pero ya no existe la censura
como institución fácilmente identificable
del Estado. Ahora la censura está en
todas partes. Cualquiera puede ser un
censor en tanto que integrante de una
sociedad catequizada por los diferentes
grupos de influencia a través de los
medios de comunicación de masas.
Adicionalmente, muchas de las
obscenidades e inmoralidades de hace un
siglo han dejado de considerarse como
tales; al igual que el lado oscuro de lo
erróneo, por cuanto lo políticamente
correcto ha suplantado a la virtud. El
colmo de los colmos es que tanto la Biblia
como Shakespeare y todos los clásicos
están siendo reescritos a la luz de la
corrección política.
En este contexto, no sería de
extrañar que Culdbura, acorde con su mal
nombre y en la medida de su
insignificancia, contribuyese a la derrota
de la humanidad.
Por el bien de tanta gente.
José M.ª Izarra
http://bibliote28.wix.com/creando
pagina#!jos-mara-izarra/c5hv
En Buenavista
Página9
UNA FOTO CON ORSON
Juan Alcubilla tuvo un final tan trágico como su propia vida. Con él compartí largas
charlas sobre cine y disfruté hasta el último día de su amarga existencia, escuchando sus
entretenidas reflexiones de cinéfilo empedernido.
Alcubilla aseguraba a quien quisiera escucharle, que un día paseando por el
Espolón, se encontró sentado en un banco a Luis Buñuel. Con el que compartió una breve
pero inolvidable conversación. A mi me maravillaba imaginarme el plano de Juan Alcubilla
caminando por el paseo del Espolón con el genio de Calanda y con frecuencia le decía a
Juan que me volviese a contar este sorprendente encuentro. Para desgracia de Alcubilla
(para muchos ignorantes no era más que un enfermo mental decrépito y extravagante),
pocos fueron probablemente los que dieron veracidad a este encuentro.
Foto Villafranca
Página10
Ojeando el Diario de Burgos del 1 de marzo, descubro para mi sorpresa en un
artículo de Rodrigo Pérez Barredo, que Orson Welles también estuvo en Burgos, y como
no, paseando por el Espolón. Era diciembre de 1953. Sin embargo, en esta ocasión si que
hay material gráfico que lo demuestra. Allí estaba Villafranca para inmortalizar la noticia.
Contemplo con detenimiento la foto que aparece en el artículo de Rodrigo: Orson Welles
aparece con media sonrisa y un gran puro habano en la boca. Su aspecto es jovial y
vigoroso. Junto a él hay una muchacha emocionada que le pide un autógrafo. Sonríe a
Welles con admiración (esa mañana al salir de casa quien podía imaginarse que iba a
estar junto al director de Ciudadano Kane).
La instantánea (que muestra sin disimulo las heridas del tiempo) tiene toda la
fuerza propia del blanco y negro. La composición es perfecta: Welles y la muchacha
(ambos de oscuro) en primer término. El fondo (gris) con los plátanos convergiendo hacia
el infinito. La mirada de ella, seductora y directa. La mirada de Welles, esquiva y discreta.
Ambos en plano medio, separados perfectamente del fondo. Una foto para la historia. Esa
historia de la ciudad que conocemos gracias a grandes como Villafranca.
Pienso automáticamente al ver esta instantánea, en Juan Alcubilla. Reflexiono sobre
la importancia que tiene la fotografía para fundamentar nuestros recuerdos y nuestras
versiones de la vida. Me digo que esta joven de la foto pudo contar a sus nietos que se
encontró en el Espolón con Orson Welles y que nadie va a dudar de su palabra, porque allí
estaba Villafranca para aportar la prueba irrefutable que lo demuestra. Porque sin
memoria gráfica los recuerdos se emborronan, se confunden, y en el peor de los casos se
tergiversan y se manipulan. De ahí la importancia de que en nuestras vidas haya un
soporte visual (fijo o en movimiento) que complemente nuestro discurso. Fotografías de
nuestra infancia, con nuestros familiares más cercanos, recuerdos de nuestros
compañeros de clase, de nuestras primeras vacaciones, de nuestras novias y novios, de
nuestros amigos, de nuestro pueblo, de los que ya no están, de lo que ya no está…
Vuelvo a Juan Alcubilla. Pienso que le faltó la foto para ser creído por todo el
mundo. En el infortunio de no tener un Villafranca cerca. De narrar un hecho sin un
soporte visual. De cómo los discursos se evaporan con el tiempo y solo queda eso… la
instantánea, el tiempo suspendido en una milésima de segundo... la magia de la memoria
gráfica.
(Agradecimiento a Eliseo Villafranca por la cesión de la fotografía para su publicación)
Lino Varela Cerviño
http://www.linovarela.com/
Juan Alcubilla Reglero
http://www.cccb.org/rcs_gene/inmotionang.pdf)
Página11
Tres escritoras en Haworth
Cuando llega a Haworth, el paso
del viajero queda disuelto en una
atmósfera irreal, melancólica,
ensoñadora, triste, medieval, untuosa.
Domina la piedra ennegrecida, húmeda y
resbaladiza de las losas, la fuerza
agresiva de las pizarras, el verde
exultante de los musgos que se aferran
desesperadamente a las paredes de los
vetustos edificios. Haworth es un
pequeño pueblecito de West Riding, lugar
extraño anclado en el tiempo de los
santos días del pasado y batido de
vientos racheados, fríos y desapacibles
procedentes de Yorkshire. Caminando por
las calles empinadas, flanqueadas de
casas oscuras con tejados puntiagudos,
se diría que el visitante puede palpar el
espeso velo que trata de ocultar la
pesadumbre de un paisaje en estado
primigenio y salvaje en sus
manifestaciones.
El matrimonio del reverendo
Patrick Brontë y Mary Bramwell
engrendra seis hijos entre 1813 y 1820,
cinco mujeres: Elizabeth, Mary, Charlotte,
Emily Jane y Anne, la más joven, y un
varón, Patrick Bramwell, cuarto por orden
de nacimiento; buena persona, aunque
muy distante y frío, Patrick se retrata
junto a sus hermanas escritoras en un
famoso cuadro, del que más tarde él
mismo se borra.
Se puede decir que 1846 es un año
feliz para las Brontë, si por felicidad se
entiende que no hay que lamentar
muertes en la familia -habían muerto
para entonces la madre, la tía Elizabeth y
dos de las hermanas, Elizabeth y Mary-.
Patrick revolotea alrededor de su padre.
Después de las experiencias viajeras de
Charlotte y Emily por Europa, y de Anne,
que había trabajado de institutriz, las tres
hermanas están de nuevo en Haworth.
Charlotte, Emily y Anne, bajo el influjo y
dominio de la primera de ellas, deciden
reunir sus poemas, seleccionar los
mejores y enviar el resultado a una
editorial. El librito resultante, Poemas, es
publicado con gastos a cargo de las
autoras, que ocultan sus nombres bajo
los seudónimos Currer, Ellis y Acton Bell,
manteniendo las iniciales de sus nombres
verdaderos. Apenas venden un puñado
de ejemplares, pero reúnen, en
contrapartida, varias críticas favorables.
La suerte está echada. Las tres
hermanas, decididas a publicar, prueban
suerte por separado. Primero Charlotte,
con El Profesor, donde recoge su
profunda experiencia amorosa en sus
años en la vieja Europa Continental. La
novela, rechazada por varios editores, no
se publicaría hasta 1857, tras la muerte
de la autora. Charlotte insiste en una
nueva historia sobre una institutriz, Jane
Eire. Esta vez sí que conoce el sabor del
éxito. Ahora, como por arte de magia, su
nombre se extiende por toda la Isla. En
pocos meses se imprimen y agotan tres
Página12
ediciones. La belleza del texto,
perfumado de esencia de romanticismo
sombrío, ya anuncia alguno de los
elementos que componen la alquimia de
la novela victoriana. Anne, la hermana
pequeña, también publica ese año Agnes
Grey, con un cierto éxito. Se trata casi de
una autobiografía, donde la menor de las
Brontë narra su experiencia en las dos
casas donde fue institutriz. La tercera
hermana, segunda en orden entre las
supervivientes, Emily, utilizando el
seudónimo de E. Bell, envía a un editor
su única novela conocida, Cumbres
Borrascosas. Lo cierto es que Wuthering
Heights apenas suscita interés entre los
lectores. Es una novela, hay que decirlo,
salvaje, hermosa y vital. Los personajes,
sus actitudes, pasiones y vicios palpitan
entre las páginas y desfilan ante el espejo
oscuro desde el que proyectan un reflejo
nebuloso y fascinante de la dureza de los
campos de West Riding.
Muy avanzado el año 1848, Patrick
Bramwell es encontrado inconsciente,
tirado en la calle. Permanece un tiempo
en coma y fallece sin recuperar la
consciencia. El entierro de Patrick, en un
día lluvioso y malsano, encadena otro
suceso tristísimo. Emily, resfriada, entra
en una fase depresiva y rechaza cualquier
medicina. Está seriamente afectada por la
muerte de su hermano y devorada por la
tuberculosis. El día 19 de diciembre de
1848, con 30 años, parte hacia su Reino
de Angria, allí donde, sin duda, Patrick ya
la esperaba para hacerla su princesa.
Pocos meses después, ya en 1849, una
afección de las vías respiratorias prende
en Anne, la hermana más pequeña. En un
intento de mejorar su salud, la familia la
envía al balneario de Scarborough, junto
al mar. Nada es posible. Lejos del
consuelo de su familia, Anne fallece en el
mes de mayo de este año.
Ya están solos Charlotte y su
padre, únicos inquilinos en la vicaría de
Haworth. Charlotte, como vía de escape a
tanta muerte seguida, escribe Shirley,
que alcanza un notable éxito. En 1853
publica Vilette, en cuyo relato habla de
sus dos hermanas. En junio de 1854 la
escritora se casa con el reverendo Arthur
Bell Nichols, aun contando con el rechazo
de su padre. Seis meses después,
embarazada de tres meses, y mientras
trabaja en Emma, que sería publicada
póstumamente, Charlotte contrae un
enfriamiento sin importancia. La
tuberculosis, otra vez, se complica con el
embarazo y la más fuerte de las
hermanas Brontë muere el 31 de marzo
de 1855, a la edad de 39 años. El
reverendo Patrick Brontë sobrevive a
todos su hijos, pues está en este mundo
hasta 1861.
Impresiona ver el cementerio de
Haworth, encastrado entre la trasera de
la vicaría y la fachada de la casa familiar
de los Brontë. Lápidas oscuras engullidas
por la tierra húmeda que las circunda. En
el cielo, ventoso y fiero, revolotean grajos
y pájaros funestos. Graznidos secos;
vientos aullantes procedentes de las
cercanas cumbres borrascosas; nubes de
basalto ensombrecen las pizarras grises
de tejados hermosos. Y abajo, en la
tierra, en el fondo de la tierra del
cementerio, perfumada de olores
untuosos y terribles, sabes que
permanecen los restos de los hombres
Brontë, de las niñas y mujeres Brontë,
menos los de la pobre Anne, y te sientes,
viajero, intimidado, diminuto,
emocionado.
Dicen que hay duendes, trasgos y
elfos que poseen el secreto mediante el
cual vuelven amargas las hierbas, en
grandes círculos, y así impiden que los
animales las forrajeen. También dicen
que los Reyes Increados sólo habitan en
los sueños de los niños, de los inocentes
y de los infelices. Dicen que esta es una
historia que fue y no fue… Dice Emily
Página13
Brontë, en su poema The Prisoner: “…No
obstante, haced saber a mi tirano que yo
no estoy condenada a la interminable
sucesión de años de penalidad y de
sombrío desespero; cada noche viene a
mi un mensajero de esperanza que, a
cambio de una vida corta, me ofrece la
libertad eterna..”. No se puede decir
mejor un sueño.
Carlos de la Sierra.
https://carlosdelasierra.wordpress.
com/libros/
En Aula Cultura
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Casa de cultura de Gamonal
Parralillos
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El Temerario, camino del desguace
La luz del crepúsculo se muestra por momentos incierta; en otros, reverbera con
desasosiego, como un presagio del infierno. A veces es sucia; otras, solemne.
Un penacho de estridente fuego compite con los fulgores del sol en el otro lado del
cuadro, en el otro lado del mundo. Un pequeño y chaparro barco de vapor desata toda su
fuerza y arrastra al Temerario que aparenta mansedumbre. Al magnífico barco le llega la
luz del sol hervida por el crepúsculo y él la devuelve apacible, envuelta en suaves tonos,
vestida de blanca elegancia. Esa luz, hija del instante, parece contener una rabia
almacenada durante siglos, un deseo infinito de venganza. El Temerario en su último e
inevitable viaje acoge con desdén tanta tramoya. En el fondo de su marchito corazón se
muestra orgulloso, se sabe señor frente a ese plebeyo, a esa cucaracha negra de fuego
que le lleva a trompicones a su destrucción. La cucaracha, hecha enteramente de metal,
refulge al sol que rechina agonizante desde el otro extremo. Es chaparro, pero su
chimenea se yergue altanera, desafiando con su fuego al atardecer desbocado. El
progreso no repara en los colores tristes del mundo que desfallece. El progreso siempre
desafiando al mundo, pero no inútilmente temerario.
Sí, es un nuevo mundo hecho de vapor, hecho de Lluvia, vapor, velocidad. Es
preciso ir muy deprisa, enormemente deprisa, no como el Temerario, parsimonioso. Por
eso debe ser destruido el anciano barco. Es hermoso, pero estéril. Solo llegamos a
entrever las barrocas líneas de sus nobles maderas, sus superfluos y enrevesados perfiles.
Su castillo de popa, sin duda recargado con profusos y carcomidos motivos, está
convenientemente oculto. Al pequeño y anónimo encargado de las pompas fúnebres le
sobran todas esas florituras. Le basta su potente chimenea.
Ya son del pasado todas las heroicas gestas de los marineros, todo el épico viaje
hasta Ítaca, todos los pillajes de los vikingos, todos los atormentados esclavos que
murieron con sus cuerpos bruñidos. Ya no hay barcos piratas ni Islas del Tesoro. Solo son
un recuerdo en la literatura. El Temeroso es su último bastión. Antes, dicen, hubo
hombres que con sus almas y sus manos hicieron barcos; allí vivieron y muchas veces
murieron. Ahora solo vapor y comercio.
Todos los amos nuevos son exigentes, así se dice en el Prometeo Encadenado. El
progreso exige, como los dioses antiguos, un sacrificio, y solo se sacrifica lo excelso, lo
más valioso. El Temerario, siempre templado, sabrá estar a la altura en la hora final.
La velocidad desgarra el paisaje de la lluvia. La chimenea desgarra la quietud del
sol agonizante. En realidad, El Temeroso ya ha muerto, le han arrancado sus velas, su
fuerza, su alma. Solo queda su carcasa blanquecina y deslucida, nunca más el viento
hinchará su vieja alma viajera. El pobre galeón no es más que un cadáver arrastrado por
el espíritu del carbón, de la velocidad hecha de fuegos del infierno. El anónimo vapor no
necesita del viento, no necesita del mundo. Lo aborrece y lo desprecia. Las tormentas ya
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no son más que un inconveniente pasajero. A su alrededor merodean algunos barcos que
aún conservan sus velas, que todavía respiran con dificultad. La visión del horrísono fulgor
les aterroriza, saben que pronto seguirán la senda de El Temerario. Saben que el mundo
nunca volverá a ser aquel resplandeciente hogar de los airosos veleros, saben que el
futuro estará cargado de altísimas chimeneas vomitando su poder, su hegemonía, su luz
hecha de tinieblas refulgentes.
Alfonso Hernando
http://www.diariodeburgos.es/noticia/Z8B1122CF-B988-D20A-
1F9C435A37BD0F80/20130116/cultura/homenajeara/musico/francisco/salinas/v/centenario
NOTA: Este texto es una variación sobre el cuadro de Turner (1775-1851) El Temerario conducido al desguace (1838)
(Título original: The Fighting Temeraire tugged to her Last Berth to be broken up), con alguna alusión a otro cuadro
del mismo autor: Lluvia, velocidad y vapor (1844) (Título original: Rain, Steam and Speed - The Great Western
Railway).
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Maestro Cerezo, en Fanzara (Castellón)
Maestro Cerezo, en la Llana de adentro
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Maestro Cerezo, en alguna parte
Medianera CAB
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Arte urbano en Burgos, la cara B de la
ciudad
Aunque podamos pensar en los grafitis como algo moderno, perverso, irreverente,
impensable en la época de nuestros padres («¡Antes esto no ocurría, menuda juventud!»),
no hay que echar mucho la vista atrás para recordar flechas y corazones enlazando
nombres en los chopos de Fuente Prior –por mencionar un parque-, mutilaciones arbóreas
éstas que podríamos situar como rudimentarios precursores de los esprays y aerosoles.
También he visto muchos tipos de inscripciones de diferentes épocas en las paredes
enyesadas de iglesias y ermitas, aunque tal vez el grafiti más antiguo de la provincia de
Burgos lo podríamos ubicar en la cueva del Puente de Ojo Guareña, cuando se documentó
en sus oscuras paredes calcáreas una expedición de soldados romanos comandados por
un tal Nicolavo en el año 235 de nuestra era: uno de los milicianos –tal vez fruto de un
ataque de pánico- salió por patas y no alcanzó el final de la cueva, dudosa hazaña que
quedó registrada; y es que no somos tan diferentes de estos antepasados nuestros que ya
iban escribiendo en vertical.
La ciudad de Burgos, y más concretamente el área de Gamonal, es territorio
abonado para los grafiteros, que de forma legal o ilegal tienen ilustrados muchos metros
cuadrados de paredes de lonjas, almacenes y viejos locales; las zonas más ricas en estas
manifestaciones de arte urbano son las traseras del Parque Buenavista, el Parque de los
Poetas, Lavaderos, la trasera del Florentino Díaz Reig… al igual que las fábricas en
esqueleto de San Pedro de la Fuente, o las paredes de la calle Rivalamora, visibles desde
la autovía. Cada cual tiene su opinión propia acerca de los grafitis, ¿arte o vandalismo?
Muchos comerciantes, sin embargo, acuden a artistas urbanos para decorar sus
establecimientos, en perjuicio de neones y cartelería ya pasada de moda, y hasta Arturo
Pérez Reverte utilizó el leit-motiv del grafiti en una de sus últimas novelas, «El
francotirador paciente»; no cabe duda de que el arte urbano cada vez genera más
respeto, siempre que se emplee de una forma respetuosa, el verdadero problema es
definir la delgada línea que separa los dos campos, el del artista callejero y el del vándalo
con espray.
Y es que en el libro del escritor murciano, ya se empieza poniendo el listón muy
alto, cuando uno de sus protagonistas afirma eso de «si es legal no es grafiti»; un
recorrido por el bulevar del ferrocarril nos enseña también esa cara B de la capital
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castellana, el mínimo resquicio de vivienda abandonada, puente de autovía o tapia de
cemento (el entorno del Quinta Avenida, por ejemplo) es pasto de las firmas de grafiteros
o tags: Arre; Reals; Toner; Boros; Skole; Lumis… son algunos de los más comunes en
nuestra ciudad, además de las figuras consagradas, auténticos diseñadores gráficos, entre
cuyas facetas también destaca la ilustración de murales. Entre estos últimos podemos
destacar los nombres de Miguel Maestro Cerezo, artista gráfico burgalés afincado en
Valencia, que entre otros muchos trabajos, ilustró una medianera en la calle San Isidro de
nuestra ciudad, por iniciativa del Museo CAB; y también a Sebas Velasco (1988), con un
largo currículum en premios en pintura al aire libre y exposiciones individuales y
colectivas.
Entorno del Quinta Avenida
Los códigos de los grafiteros resultan desconocidos para la mayoría de los mortales,
por eso hemos querido entrevistar a Miguel Maestro Cerezo, que empezó con esto de los
grafitis con tan solo 15 años, entre las naves abandonadas de San Pedro y San Felices;
Miguel opina que la popularización del grafiti para promocionar marcas o relatos de
escritores famosos «era algo inevitable, ya que a todo el mundo le atrae lo salvaje, cada
vez es más aceptado por la sociedad debido a corrientes como lo que llaman street art, y
otros términos donde clasifican las acciones urbanas; al ser estas manifestaciones más
poéticas y cercanas a la ilustración, pueden hacer que los viandantes se impliquen más,
haciendo una lectura personal de lo que ven, sintiendo de esta manera una mayor
cercanía a las obras».
En cuanto a las motivaciones, «la gente que de verdad pinta grafiti, empieza mucho
antes de entrar en la Universidad, el hecho de que muchos escritores [de grafitis] estudien
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Bellas Artes es un camino lógico para ellos. Pero las personas que empiezan a pintar a
edades avanzadas, no duran mucho dentro del movimiento, ya que se trata de algo muy
vocacional, fuera de modas. Tal vez actualmente, el enfoque mediático que está teniendo
el grafiti, esté cambiando este rol». Cuando es preguntado acerca de los lugares
prohibidos, Miguel nos explica que «el grafiti es salvaje, no tiene reglas, luego va la moral
de cada persona y lo que cada individuo entiende como correcto o incorrecto, es todo muy
relativo».
Preguntado por el mediático grafitero británico, Banksy, lo compara con una marca
consolidada, del estilo de Nike o Adidas, logos postmodernos, una etiqueta más.
Finalmente, le pedimos su opinión acerca de la campaña Keep Britain tidy, cuyos
portavoces identifican el grafiti con el vandalismo, Maestro Cerezo afirma que «ese tipo de
preguntas sólo sirven para crear una polémica que no beneficia a nadie, creo que
deberíamos centrarnos en intentar crear una gestión mejor de nuestras ciudades, que es
donde habitamos y vivimos. Los ayuntamientos deberían de reajustar algunas de sus
líneas de actuación: una buena gestión de grafitis (y de otras artes) hacen que la ciudad
crezca; con el presupuesto de lo que cuesta una rotonda se podría gestionar un festival de
arte para varios años, y la repercusión positiva que genera en el día a día hace necesaria
una seria reflexión sobre este asunto».
Tomamos buena nota, pues la sociedad no debe dar la espalda a este movimiento
que está ahí, consolidado desde hace mucho tiempo, y que tal vez lo único que necesite
es un cauce adecuado y ordenado para plasmar todos esos pensamientos, tan cercanos al
cómic y a la poesía, una manifestación cultural más, pese a quien pese.
Maestrocerezo.org
Instagram: @cere86
Texto de Jesús Borro Fernández
http://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_Borro
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Músicos en la archivolta central de la portada románica
de la iglesia de San Pedro, en Miñón de Santibáñez
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PERO GARCIA BURGALÉS, UN TROVADOR
DEL SIGLO XIII.
Es imperdonable el ostracismo que ha sufrido la literatura medieval no escrita en castellano, bien por intereses
culturales, históricos o políticos, lo que ha privado, al público en general, de innumerables, maravillosas y
vitalistas composiciones escritas en árabe, hebreo, galaico-portugués, mozárabe, provenzal o catalán. La
poesía medieval es otro reflejo más de las muchas culturas y reinos que coexistieron en la península ibérica, su
variedad es asombrosa y fascinante, desde la refinada y voluptuosa poesía escrita en árabe -no sólo en época
Omeya, sino también en la baja edad Media-, hasta la polivalente poesía en hebreo, navegando entre lo
litúrgico y lo báquico, sin olvidarnos de la cultura trovadoresca que impregna la poesía en catalán o las
despiadadas sátiras de la cantigas galaico-portuguesas.
Dentro de esta infinidad de autores olvidados y poemas no escritos en castellano se encuentra un autor
burgalés que vivió en el siglo XIII, llamado Pero Garcia Burgalés, posiblemente el poeta burgalés conocido
más antiguo, y que compuso su obra en galaico-portugués. Pero, ¿qué llevo a nuestro Pero García a escribir en
galaico-portugués? ¿Y por qué un siglo más tarde, otro burgalés, Alfonso Álvarez de Villasandino, continúa
escribiendo en esta lengua? Hagamos un poco de historia.
A principios del siglo XII, en la región francesa de Aquitania, al suroeste de Francia, surge una nueva poesía,
escrita por trovadores, de gran perfección formal y de temática innovadora. El trovador, una especie de
cantautor del medievo, componía la letra y la música de sus piezas, que bien eran cantadas por él mismo o por
juglares. Las composiciones de los trovadores son sobre todo de temática amorosa, aunque también las hay
morales y satíricas, haciendo gala de una extrema idealización de la mujer que responde a un código feudal,
como es la relación señor feudal-vasallo, extrapolada en este caso a la relación amada-amante.
La lengua en la que componían era en occitano o provenzal, y la moda rápidamente se extenderá por toda
Europa, debido a la grandísima aceptación que en las diferentes cortes tienen este tipo de composiciones, lo
que establece un continuo ir y venir de los trovadores aquitanos de reino en reino, y posibilita la aparición de
nuevos trovadores en otros territorios alejados de Aquitania. A mediados del siglo XII la “nueva lírica” está
establecida en Portugal, Castilla y Aragón y, sobre todo, en Cataluña.
No cabe duda que el Camino de Santiago facilitó la llegada de trovadores franceses al oeste de la península, y
la asimilación por parte de los autóctonos de las prácticas y la composición en occitano. Sin embargo, a
comienzos del siglo XIII, los trovadores vinculados a los reinos de Castilla y León y Portugal comienzan a
componer en galaico-portugués, extendiéndose dicha moda hasta el siglo XV. Sirva como ejemplo el rey
Alfonso X, el cual utilizaba el galaico-portugués para sus composiciones líricas y el castellano para sus obras
históricas.
Pero Garcia Burgalés compuso sus cantigas a mediados del siglo XIII. Poco se sabe de él. Podemos afirmar
que era oriundo de Burgos por su segundo apellido, práctica utilizada en la época para señalar el origen de la
persona.
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Su actividad artística, y quizá política, se desarrolla en el círculo de trovadores cercanos a la corte de Alfonso
X -monarca que protegió, alentó y cultivó las prácticas trovadorescas-, dato que extraemos de sus cantigas de
escarnio y maldecir, las cuales se mofan de diversos personajes públicos de la corte alfonsí, como Fernán
Díaz, o de otros trovadores de la corte como Fernando Escalho, Roi Quemado, o de “soldadeiras” –cortesanas
cuyo oficio era el de cantar y bailar ante el rey, los cortesanos o aquel que pagaba sus servicios- como Maria
Balteira o Maria Negra.
Recientes estudios nombran a un tal Pero Garcia de Burgos como uno de los beneficiados en el repartimiento
de tierras de Valencia (1238) y de Jerez (1264), efectuados por Alfonso X. El reparto de tierras conquistadas
era una práctica frecuente que realizaban los reyes, de este modo se beneficiaba a personajes cercanos a la
corona. Sería mucha casualidad que en la corte alfonsí hubiera otro Pero Garcia de Burgos que no fuese
nuestro trovador, más cuando ésta se encontraba lejos de la ciudad del Arlanzón, por lo que podemos afirmar
que se trata de nuestro autor.
Además, por otro lado, una de las composiciones de Peo Garcia, en concreto una “tençon” –composiciones
escritas recíprocamente por dos trovadores, donde alternativamente los trovadores desarrollan una cuestión,
generalmente consejos de amor- parece estar coescrita con el mismísimo Alfonso X. En esta “tençon” Pero
Garcia aconseja al “Senhor” –trato que se daba al rey- sobre cómo combatir los males causados por el amor;
éste se lo agradece y le dice que pondrá en práctica sus consejos.
Se conservan cerca de un millar de cantigas escritas en galaico-portugués, pertenecientes a ciento setenta
trovadores distintos y que han llegado hasta nuestros días recopiladas en tres cancioneros: el Cancionero de
Ajuda (escrito sobre el año 1280), y los cancioneros del siglo XVI conocidos como el Colocci-Brancuti y el de
la Biblioteca Vaticana, ambos copias de un cancionero original del siglo XIV. Cincuenta y tres de esas
cantigas recogidas en estos tres cancioneros tienen la autoría de Pero Garcia, siendo uno de los autores más
fecundos. Lamentablemente no se conserva la partitura musical de las composiciones, aunque originalmente,
como cualquier cantiga, la tuvieron.
La temática de las cantigas de Pero Garcia Burgalés es la habitual en los trovadores galaico-portugueses.
Podemos dividirla en tres bloques principales: cantigas de amor, cantigas de amigo y cantigas de escarnio y
maldecir.
Treinta y seis composiciones de Pero Garcia Burgalés son cantigas de amor. Se trata de poemas que recogen
los principios de amor cortés, ya utilizadas por los trovadores provenzales. Generalmente hablan de amores no
correspondidos, tratando a la mujer amada, como ya se señaló, como a un señor feudal que ejerce su poder
sobre el enamorado. En los textos nunca se revela el nombre de la amada, dando así mayor pié a la
idealización de la dama. Es reseñable un conjunto de cuatro cantigas de nuestro autor, conocido como “el ciclo
de las tres damas”, en ellas Pero Garcia acomete la osadía de nombrar a tres mujeres -Joana, Sancha y Maria-
dando a entender que una de ellas es el objeto de su amor, jugando al despiste, sin revelar cuál de las tres
damas es en realidad. Estas cantigas son un fiel reflejo de la osadía del autor burgalés, de su creativa inquietud
y búsqueda de originalidad; cansado de la convención –no se puede nombrar a la amada- va un paso más allá,
rompiendo la norma sin transgredirla, nombrando a la dama, sin nombrarla. También son frecuentes las
composiciones de Pero García, al igual que de otros autores, en las que se narra el dolor del poeta ante la
muerte de la amada y las quejas a Dios por “habérsela arrebatado” al enamorado. En una de sus cantigas, muy
atrevida y original para la época, muestra a un poeta destrozado por la muerte de su amada, de la cual culpa a
Dios, maldiciéndole y renegando de su existencia, algo, si no extraordinario –pensemos en la poesía de los
goliardos-, sí poco frecuente en la literatura medieval.
También los cancioneros recogen del Burgalés dos “cantigas de amigo”. Las “cantigas de amigo” son
composiciones que el trovador pone en boca de una mujer, la cual se lamenta del desdén, engaño o no
correspondencia de su enamorado. Este tipo de cantigas beben directamente de la lírica popular, en forma y
métrica, jugando con la repetición de versos y estrofas.
Las “cantigas de escarnio” representan el tercer bloque habitual de la lírica galaico-portuguesa. Se trata de
composiciones creadas para difamar, criticar o ridiculizar a algún trovador u otro personaje, bien haciendo
hincapié en algún defecto, la falta de virtud, o la inclinación sexual del agredido. Podemos leer trece
composiciones de nuestro autor, en ellas aparecen nombre de personajes vinculados a la corte de Alfonso X.
Las “cantigas de escarnio y maldecir” de Garcia Burgalés son muy variadas, composiciones de alto contenido
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También los cancioneros recogen del Burgalés dos “cantigas de amigo”. Las “cantigas de amigo” son
composiciones que el trovador pone en boca de una mujer, la cual se lamenta del desdén, engaño o no
correspondencia de su enamorado. Este tipo de cantigas beben directamente de la lírica popular, en forma y
métrica, jugando con la repetición de versos y estrofas.
Las “cantigas de escarnio” representan el tercer bloque habitual de la lírica galaico-portuguesa. Se trata de
composiciones creadas para difamar, criticar o ridiculizar a algún trovador u otro personaje, bien haciendo
hincapié en algún defecto, la falta de virtud, o la inclinación sexual del agredido. Podemos leer trece
composiciones de nuestro autor, en ellas aparecen nombre de personajes vinculados a la corte de Alfonso X.
Las “cantigas de escarnio y maldecir” de Garcia Burgalés son muy variadas, composiciones de alto
contenido erótico, difamaciones despiadadas, poemas jocosos...
También se conservan dos “tençaos”, una de ellas, a la que ya he hemos hecho referencia, es la coescrita con
Alfonso X; recordemos que el monarca castellano protegió las letras y las ciencias, incluso llegó a escribir
obra lírica: las Cantigas de Santa María –cuatrocientos veinte composiciones, de las que se conserva la
partitura, aunque se pone en duda su autoría en todas ellas- y medio centenar de composiciones profanas. La
otra “tençao” fue coescrita con un tal “Lourenço” -probablemente un juglar portugués del que se conservan
diez y siete cantigas-, en ella rivalizan ambos autores alardeando sobre el arte de trovar de cada uno.
Para estudios más profundos sobre la estructura, versificación y análisis de sus cantigas indagar en las
siguientes monografías: “Canzioniere (Poesie d’amore, d’amico e di scherno de Pedro Garcia Burgalés)”,
de Simone Marcenaro, Edizioni dell’Orso, Alessandria, 2012; “Les Chansons de Pero Garcia Burgalés:
Troubadour Galicien-portugais du XIIIe Siecle”, de Pierre Blasco, Fondation Calouste Gulbenkian, París,
1984. Es curioso que la obra de Pero Garcia Burgalés no esté impresa en castellano –salvo algún poema
disperso en un par de antologías- y sí en francés e italiano. Para leer todas sus cantigas en galaico-portugués
y leer una versión en castellano de las mismas consultar el siguiente blog:
http://perogarciaburgales.blogspot.com.es
Alejandro Britos
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Joana, dix'eu, Sancha e Maria
eno meu cantar, com gram coita d'amor;
e pero nom dixe por qual morria
de todas três, nem qual quero melhor,
nem qual me faz por si o sem perder,
nem qual me faz ora por si morrer,
de Joana, de Sancha, de Maria.
Tanto houve medo que lhe pesaria
que nom dixe qual era mia senhor
de todas três, nem a por que morria,
nen'a que eu vi parecer melhor
de quantas donas vi e mais valer
em todo bem; non'a quige dizer
tant'houve medo que lhe pesaria.
E pero mais tolher nom me podia
do que me tolhe, pero m'hei pavor:
tolhe-mi o corpo que já nunca dia
éste, nem noite, que haja sabor
de mim nem d'al! Que mi há mais a tolher?
Nem vej'ela, que moiro por veer,
que éste o mais que me tolher podia!
E por aquest'eu viver nom querria,
per bõa fé, ca vivo na maior
coita do mundo des aquele dia
que a nom vi, ca nom houve sabor
de mim nem d'al, nem vi nunca prazer.
E pois me vej'em tal coita viver,
Deus me confonda se viver querria!
Ca esta dona me tolheu poder
de rogar Deus e fezo-me perder
pavor de morte, que ante havia.
VERSIÓN:
Sufriendo por amor, dije en mi cantar Juana, Sancha y María, aunque no dije por cuál de las tres moría, ni a
cuál de ellas amo más, ni cuál me hace perder la razón, ni por cuál de las tres muero, si es por Juana, por
Sancha o por María.
Tuve tanto miedo de afligirla que no dije cuál de las tres es mi señora, ni por cuál de ellas moría, ni cuál, de
cuantas damas vi, me pareció más hermosa y con mejores aptitudes en todo. No se lo quise decir, tanto
miedo tuve de afligirla.
Y aunque no hay ningún obstáculo que me lo impida, me da miedo: me lo impide el cuerpo, que ya no hay
día, ni noche alguna, que me gusten o agraden. ¿Qué más me lo puede impedir? No la veo, y muero por
verla, que este es el peor impedimento.
Y es por esto que no quisiera vivir, en verdad, pues vivo con el mayor sufrimiento del mundo, desde
aquel día en que dejé de verla, que ya nada me gusta ni agrada, ni me place. Y puesto que en tal
sufrimiento me veo vivir, que Dios me turbe si vivir quiero,
pues esta dama me impide rogar a Dios y me ha hecho perder el miedo a morir que antes yo
sentía.
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Nunca Deus quis nulha cousa gram bem
nem de coitado nunca se doeu,
pero dizem que coitado viveu;
ca, se s'El del doesse, doer-s'-ia
de mi, que faz mui coitado viver,
a meu pesar, pois que me foi tolher
quanto bem eu eno mund'atendia.
Mais enquant'eu já vivo for, por en
nom creerei que o Judas vendeu
nem que por nós na cruz morte prendeu
nem que filh'est de Santa Maria;
e outra cousa vos quero dizer:
ca foi coitado nom quero creer,
ca do coitad'a doer-s'haveria.
Ainda vos d'El direi outra rem:
pois quanto bem havia me tolheu
e quant'El sempre no mund'entendeu
de que eu mui gram pesar prenderia,
per bõa fé, dali mi o fez prender;
por esto nom quer'eu per El creer,
e quanto per El crive, fiz folia.
E se El aqui houvess'a viver
e lh'eu por en podesse mal fazer,
per bõa fé, de grado lho faria!
Mais - mal pecado! - nom hei en poder
e nom Lhi poss'outra guerra fazer;
mais por torpe tenh'eu quem per El fia!.
VERSIÓN:
Dios nunca amó demasiado nada, ni jamás se compadeció de pena alguna, aunque digan que vivió sufriendo;
porque si Él hubiera sufrido, sufriría por mí, que muy a mi pesar me hace vivir angustiado, pues se ha llevado
todo el bien que yo tenía en este mundo.
Pero ahora, mientras esté vivo, no creeré que Judas lo vendió, ni que por nosotros murió en la cruz, ni que es
hijo de Santa María; y otra cosa os quiero decir: no quiero creer que sufriera tormento, porque del tormento
debiera dolerse.
Aún os diré otra cosa de Él: todo lo que tenía, y todo lo que Él comprendió que me causaría grandísimo pesar,
me lo arrebató; por ello no quiero creer en Él, y todo lo que creí en Él fue una locura.
Y si Él estuviese aquí y yo pudiera hacerle el mal, en verdad, de buen grado se lo haría.
Pero, desgraciado de mí, no tengo tal poder y no le puedo combatir; eso sí, por estúpido tengo a quien de Él se
fía.
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Maria Negra, des[a]ventuirada!
E por que quer tantas pissas comprar,
pois lhe na mãa nom querem durar
e lh'assi morrem aa malfada[da]?
E num caralho grande que comprou,
o onte ao serãa o esfolou,
e outra pissa tem já amormada.
E já ela é probe tornada,
comprando pissas, vedes que ventuira!
Pissa que compra pouco lhe dura,
sol que a mete na sa pousada;
ca lhi convém que ali moira entom
de polmoeira ou de torcilhom,
ou, per força, fica end'aaguada.
Muit'é pera ventuira menguada,
de tantas pissas no ano perder,
que compra caras, pois lhe vam morrer;
e est'é pola casa molhada
em que as mete, na estrabaria;
[e] pois lhe morrem, a velha sandia
per pissas será em terra deitada.
VERSIÓN:
María Negra, desventurada, ¿por qué quieres comprar tantos nabos, pues no te aguantan en la mano, y
languidecen así los pobres? Y un gigantesco nabo que compró, por la noche ya estaba pelado, y ahora tiene
un nabo amuermado.
Que de tanto comprar nabos se ha arruinado, ved qué infortunio, nabo que compra, a penas lo mete en su
posada, poco le dura; y no muere de repente de neumonía o de cólico, o por desgaste, sino golpeado y
magullado.
Es mucha la mala suerte de perder tantos nabos al cabo del año, que los compra muy caros para que luego
mueran en la húmeda posada donde los mete: en el establo; porque cuando muera la vieja loca, a causa de
tantos nabos, sobre la tierra será arrojada.
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Tatuaje
Trenes rigurosamente vigilados,
esta es la novela que he empezado a
traducir estos días. Siento el efecto
benéfico del sol en mi espalda mientras
oigo el chapoteo de los bañistas en el
agua clorada. La hierba, a estas alturas
del verano, está demasiado pisoteada;
ese maltrato se hace extremo en las
zonas de mayor tránsito, donde han
aparecido calvas. Aquí en Zamora
deben aprovecharse los meses de julio
y agosto para disfrutar del calor. No me
gusta nadar, pero sí leer el periódico y
observar al resto de usuarios de las
instalaciones municipales. No sé si lo he
mencionado pero soy traductor de
literatura checa (el único de Zamora y
uno de los pocos de España). Mi madre
era de Brno, por lo que el aprendizaje
de la lengua no supuso ningún
problema. Las moscas están
insoportables esta mañana: quizás les
atraiga la capa de crema extendida
sobre la piel o tal vez barrunten
tormenta. Todos los días, tumbado
sobre la toalla, miro en derredor y
comparo mi cuerpo con el de los que
me rodean. Como nunca he hecho
deporte no tengo los músculos
desarrollados y mis piernas son
demasiado delgadas si las comparamos
con el tronco. De lo que más me
avergüenzo es de mi pecho de pezones
apuntados, una anomalía ―así lo veo
yo― que me dota de un aspecto
andrógino. Podría recurrir a la cirugía
plástica, pero los quirófanos me aterran
y el sueldo de un traductor no da para
mucho.
La veo. Viene hacia aquí. Es la
chica que trabaja como auxiliar en la
farmacia del barrio. Nunca la había visto
por la piscina. Lleva un bañador de lycra
de color pistacho que a duras penas
contiene sus mollas (me atrevería a
afirmar que su obesidad raya lo
mórbido, aunque ella camina con total
despreocupación y puede que hasta con
coquetería). Trato de ocultarme tras El
Mundo, en concreto la sección de
Internacional, si bien la maniobra
resulta inútil pues se encamina resuelta
hacia mi terreno.
―Hola ―saluda mientras extiende
su toalla paralela a la mía.
―Hola ―musito.
―Qué blanquito estás. ¿Usas un
factor de protección adecuado? En la
farmacia…
―Cincuenta, un cincuenta
―respondo colocando el periódico sobre
mis mamas.
He de reconocer que el trato con
ella es, como mínimo, semanal, ya que
soy un consumidor compulsivo de
aspirinas. Durante años mi padre me
inculcó que el ácido acetilsalicílico
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resultaba la panacea más barata y me
convertí en un adicto. Sé hasta su
nombre: Rosita. Mientras la observo de
reojo pienso que me vendría bien una
dosis de su falta de complejos, de su
desenvoltura, puesto que soy un tipo
atenazado por ellos: puedo pasarme
media hora delante del espejo
modificando mi peinado o cambiando
una camisa por otra. Mi exmujer se
desesperaba ante mi carácter irresoluto.
Menos mal que, pese a su genio
volcánico (ese tipo de volcanes
sorpresivos que explotan cuando ni
siquiera han mostrado fumarolas
previas), era de buen conformar;
ambos estábamos centrados en el
trabajo ―ella también es traductora― y
vivíamos en un apartamento chiquito
con un gato siamés. Contemplando a
Rosi mientras extiende el protector
solar por sus hombros me viene la
imagen de mi ex: seca y fibrosa de
cuerpo, de manos grandes y hermosos
ojos dorados. Tenía algo de hombruno
(le encantaba mi pecho afeminado),
sensación que afiancé cuando, al poco
de separarnos, se echó una novia. No
he vuelto a verla desde entonces
(tampoco al gato).
Son las dos. Por los altavoces una
voz estridente ruega que el usuario
fulano de tal salga a la calle para retirar
un vehículo modelo A de color B y con
matrícula C que se encuentra mal
aparcado (me alegro de no tener
coche). El sol aprieta. Un mocoso llora
porque quiere un polo de fresa y su
madre le dice que nones (me alegro de
no tener hijos). Un sesentón de pellejo
amojamado no quita ojo a dos
quinceañeras que juegan bajo la ducha
sabiéndose vigiladas (me alegro de… no
me alegro de nada, que tengo cuarenta
y siete tacos, pronto superaré la
cincuentena y no tardaré en tener la
edad de ese mirón). Dirijo la vista a
Rosi, echada boca abajo sobre la toalla
como un cetáceo varado en la playa
―qué malo soy― y descubro el tatuaje
de una araña en uno de sus omoplatos.
También hay unas letras mayúsculas
debajo: SAZ. La araña es negra, con
unas llamativas manchas rojas en lo
que presumo es el abdomen.
―¿Y ese tatuaje? ―pregunto.
―¿A que es bonito? ―Rosi levanta
la cabeza y sonríe―. Me lo hice la
semana pasada. Es una viuda negra.
―¿No es una especie mortal?
―La que habita en la región
mediterránea no lo es.
―¿Y esas letras?
―Sociedad Aracnológica
Zamorana.
Nunca sospeché que en Zamora
hubiese personas interesadas en las
arañas. En mi casa aparecen cuando
presagian la lluvia. Entonces me dedico
a perseguirlas con saña (de ahí que me
diera repelús contemplar aquel tatuaje
tan realista). Continué charlando con
Rosi hasta las dos y media. No sé por
qué pero decidí invitarla a una ración de
chopitos regada con cerveza. La comida
se prolongó, pues mi acompañante
tenía buen apetito. Cuando terminó el
helado de tres bolas ―nata fresa y
vainilla― se sintió satisfecha y me
dirigió una mirada maternal. Consideré
que sería grato dejarse abrazar por
tanta carne.
―La araña, ¿es macho o hembra?
Rosi desencajó su trasero de la
silla de aluminio y rebuscó en un bolso
enorme de color fucsia.
―Es una hembra ―respondió
mientras sacaba un paquete de
cigarrillos y un encendedor de
gasolina―. Los machos son bastante
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más pequeños. Lo llaman dimorfismo
sexual.
Al cabo de una semana estábamos
caminando por las calles de Zamora
cogidos del brazo, y es que las mujeres
con conocimientos científicos me
pueden. Una vez que intimamos, mi
pareja me confesó que la SAZ estaba
compuesta por un solo miembro: ella.
Le sugerí que hiciese propaganda en la
farmacia pero me dijo que nadie llevaría
al local una araña para que la
identificara (a lo sumo los parroquianos,
durante la temporada de setas, le traían
ejemplares dudosos para que les evitara
una indigestión o algo más grave).
Decidí sumarme a la asociación sin
saber que Rosi había redactado
estatutos, uno de cuyos artículos ―el
primero por más señas― exigía que
todo miembro debía lucir el tatuaje de
un arácnido (por fortuna no especificaba
en qué parte del cuerpo). Cuando supe
esto ya había firmado el contrato de
adhesión (mi recién estrenada novia era
muy protocolaria) y la vuelta atrás
supondría un deshonor y a buen seguro
una ruptura.
Estuve unos días consultando el
libro que Rosi me prestó, una suerte de
enciclopedia de las arañas con
fotografías explícitas. En ocasiones,
cuando rozaba con las yemas de los
dedos esas fotos, temía que en
cualquier momento uno de aquellos
bichos saltara del libro a mi mano y me
clavara sus quelíceros venenosos. Elegí
por fin el macho de la viuda negra, por
contemporizar con Rosi, y me resigné a
que el tatuador inyectara tinta en la
epidermis de mi omoplato izquierdo,
donde no podría ver el resultado por
mucho que torciera el cuello (de propina
añadió las tres letras consabidas).
Antes, con la aguja aún en la mano, me
preguntó:
―¿Estás seguro de que quieres
tatuarte este bicho?
Asentí.
―Con el tiempo hay gente que se
arrepiente del dibujo, sobre todo los
más jóvenes y los que escogieron el
nombre de su pareja de entonces.
―Tengo cuarenta y siete años y mi
pareja actual no es una araña
―respondí con ironía―, así que
adelante.
Pasaron los meses. Yo me sentía
cada vez más atraído por Rosi a medida
que mis complejos iban desapareciendo
en su compañía. Sin embargo algo me
preocupaba, pues de un tiempo a esta
parte sufría una pesadilla recurrente: el
tatuaje de la espalda crecía,
extendiéndose por mi piel y
confundiéndose con mi organismo hasta
que yo y el macho de la viuda negra
éramos uno. En ese instante me
despertaba sobrecogido y me palpaba la
espalda con dedos frenéticos.
Permanecía despierto entre las sábanas
hasta el amanecer, pues ya no lograba
conciliar el sueño; entonces me
levantaba y desayunaba un puñado de
copos de maíz en un tazón con leche
caliente; luego me dedicaba a traducir
sin pausa hasta el mediodía, momento
en que me encaminaba a la piscina para
encontrarme con Rosi.
También empecé a obsesionarme
con el inicio de una narración de Kafka,
esa en la que Gregorio Samsa, el joven
protagonista, despierta convertido en
un insecto monstruoso. Por mi pareja
sabía que las arañas no son insectos,
pero esa diferencia biológica no me
tranquilizaba.
Me estoy acercando al final de la
historia (y de mi vida). Esta mañana he
despertado ―como temía―
transformado en una araña monstruosa,
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un macho de viuda negra a escala
humana. Tumbado boca arriba en la
cama, mis cuatro pares de ojos a duras
penas distinguían el movimiento aún
torpe de mis ocho apéndices articulados
o patas. Cuando hube recorrido la casa
y devorado las arañitas que encontré a
mi paso salí al jardín. Del seto de boj
partía un hilo de seda en dirección a la
farmacia (recordé que se me habían
terminado las aspirinas). Durante el
trayecto he tenido suerte: los
viandantes mostraban tanta indiferencia
hacia mí como los personajes de La
metamorfosis hacia el pobre Gregorio
Samsa. Acaso pensaran que yo era un
nuevo reclamo publicitario de algún
videojuego o el concursante exótico de
un reality show, dada la dificultad para
sorprender a los telespectadores de
nuestros días a que se enfrentan los
profesionales de televisión. No
obstante, ante la posibilidad de que
algún ama de casa arrojase una
manzana sobre mi prosoma, he optado
por caminar sobre la fachada de los
edificios, a unos cinco metros del suelo.
Me he mareado un poco pero pronto he
alcanzado la puerta de la botica, casi
tapada por innumerables hilos de seda.
Me empujaba el instinto (la llamada de
lo salvaje, que dice un anuncio de
perfume). Sé que ella está al fondo del
embudo de telarañas que conduce a su
santuario. Tan gorda. Tan amorosa. Y
con esas manchas lujuriosas en el
opistosoma, tan coloraditas. Advierto
que actúo de forma mecánica, sin que
la voluntad humana rija mis acciones;
supongo que los nuevos genes me han
preparado para la ceremonia del
cortejo, harto complicada, todo hay que
decirlo. Debo acercarme con tiento y
atarle las patas ―simbólicamente― con
un hilo rizado. Por lo demás la suerte
está echada: tras el apareamiento seré
devorado por Rosi y la Asociación
Aracnológica Zamorana volverá a ser un
club unipersonal. Si ya lo decía yo, que
solo llevan tatuajes las fulanas, los
presidiarios y demás ralea, toda gente
de mal vivir y peor acabar. ¿Quién ha
visto a un traductor de checo (y de
alemán) tatuado como un marinero? Ay,
el amor, que todo lo puede. Bésame con
tus mandíbulas, bomboncito de café.
Ignacio Galaz
http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_G
alaz_Ballesteros
Página35
Él, pronombre personal
No era errante, aunque errase por
los rastrojos y prados de su pueblo,
pastoreando sus ovejas, allá en la Ribera,
entre su pueblo, Moradillo de Roa, y el
pueblo de su madre; ésta nació en
Castrillo de Duero, donde vio la luz “El
Empecinado”.
Él sólo conocía sus entornos físicos
y humanos; no aprendió a leer en los
libros, pero sí en su vida, aunque ésta se
la gobernaron, en parte, por la imposición
de ciertas vicisitudes ajenas a su
dignidad; quizá deseó ser insumiso y no
supo cómo, aunque la idea libertaria
hurgase en su cerebro mientras intentaba
trazar su camino.
Su historia es tan sencilla como la
llaneza que siempre mostró; no obstante,
cuando comenzaron las letras a moldear,
éstas en voz de Margarita, el
pensamiento de Él, éste supo pensar por
libre.
Él no quería ir a la guerra de Cuba
y no sabía cómo negarse; pero cuando
pesaba sesenta y cinco kilos de buena
salud lo metieron en el barco que surcó
hacia la isla caribeña. ¿A quién tenía que
defender Él? ¿Quién protegería sus
humildes intereses que dejó junto al
camino? Preguntas sin respuestas que tal
vez se hizo antes de partir. A su retorno,
hecho milagroso en las voces de su
pueblo, ÉL pesaba cuarenta y cinco kilos
de mermada salud.
Algo le sorprendió en su pueblo,
cercano a Roa. Tal vez los adobes ya no
se hacían con el mismo barro, o sus
ovejas ya no lo reconocían.
Decidió venirse a la ciudad con el
final del siglo diecinueve metido en el
calendario. En sus bolsillos trajo la
herencia de una tía materna; gracias.
Cuando el alcalde de Moradillo le
preguntó la causa de su exilio Él
respondió con esta frase: “Aunque viera
quemarse el pueblo me subiría al pico
Ajares para verlo arder; pero no bajaría a
echar una herrada de agua. Nunca tornó
a su pueblo. No obstante, aquí en la
ciudad, siempre fue hospitalario con su
familia y cualquiera que llegase desde la
vega raudense. En su casa siempre había
caldo y lecho altruistas para el transeúnte
menesteroso.
Conoció a Margarita y ésta le
concedió el Sí. Primero en el barrio de Las
Huelgas, después en el camino del
Polvorín de Santa Ana, y,
definitivamente, en la finca que
adquirieron en las afueras de la ciudad,
junto a la carretera de Roa, como si
alguna añoranza invisible enfilase la
senda hacia sus raíces.
Mientras los hijos iban llegando
Margarita leía para Él, la prensa diaria o
algún libro. Él escuchaba atento mientras
extraía la riqueza de las ubres ovinas, y
de vez en cuando izaba su cabeza para
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observar el perfil de Margarita,
proyectado por la luz de un candil sobre
la pared del aprisco; ella era una sombra
vestida de negro, con ademanes tiernos y
cierta sabiduría. Él gozaba aquella silueta,
y en un susurro le decía: qué pena, en las
sobras no se reflejan las sonrisas.
Como la necesidad era mayor que
la economía Él se ajustaba, entre tiempos
de labor propia, con sus caballerías y su
carro; solía transportar carbón desde la
estación ferroviaria a la fábrica del gas en
el Barrio de Gimeno; más tarde entró a
formar parte de la plantilla productora de
gas.
En la prensa del día cinco de abril
de mil novecientos uno salió la noticia
siguiente: El cargador Valentín se cayó de
un vagón y resultó con fuertes
contusiones. Cuando Margarita le leía la
prensa, mientras Él se recuperaba, la
mujer exclamó: ¡Qué casualidad...! El
mismo día que te caíste del vagón,
Valentín, el gobernador civil declaró la
necesidad de expropiar tierras en tu
pueblo; dicen que harán una carretera
entre Fuentecén y Pardilla. Cien años
después el mismo diario lo evocaba en las
efemérides. Su hijo Ricardo recortó la
noticia con el empaño de la mirada.
Probablemente aquella caída y la
casualidad de las expropiaciones, unidas
al agravio físico y psíquico que se trajo de
Cuba, dejaron a Valentín en un
permanente dolor corporal y la
pesadumbre de verse con su integridad
física sesgada.
Pastoreaba su rebaño por los
términos de la Hijosa o cercanías de
Villargámar. Pero su loma preferida era lo
que se denomina alto de San Zoles. Él
decía que es el mejor punto para disfrutar
todas las perspectivas de la ciudad de
Burgos; mejor, incluso, que lo que se
llega a percibir desde el castillo que se le
enfrenta.
Lo he comprobado infinidad de
veces y es verdad. He podido recrearme,
desde su memoria, la línea del río
Arlanzón que avanza hasta la vista más
hermosa ofrecida por la catedral, y que
se puede ver el curso de sus aguas desde
Ibeas de Juarros por el este hasta su
alejamiento por el oeste entre Tardajos y
San Mamés. En este alto de San Zoles,
donde hoy se planta una gran torre de
comunicaciones, Valentín, Él, se llenaba
con todos los acontecimientos
ciudadanos. Abajo, en lo más cercano, los
trenes transitaban igual que siempre: con
el retraso ya normalizado. Hoy sólo nos
queda el hangar y la memoria de la
antigua estación, aquella anterior a la
que ahora se hunde poco a poco entre los
desvíos, surgidos éstos sin cambios de
agujas metafóricos.
El último día que subió a dicha
loma, quizá con la ilusión de ver a su hija
mayor que partía en el tren correo para
dirigiese a su casa en Estepar, o Estépar
según la pronunciación popular, a Él se le
clavó el horror.
Ocurrió el día veinticuatro de
marzo de mil novecientos treinta y tres.
Probablemente dejaba correr las ideas
por el recuerdo, su empeño por llevar a
sus hijos, cuando eran bebés, a bañarlos
con el vapor de las locomotoras, por
aquel dicho popular que ensalzaba tales
prácticas y que protegían a los niños de
la tos ferina.
De pronto Valentín vio que un
hombre corría, sorteaba los rieles
bruñidos por el sol, y se veía con claridad
que la intención de aquella persona era
llegar hasta el altozano donde Él se
hallaba oteando.
Enseguida reconoció en quien huía
a su hijo Teodosio, el hombre que había
demostrado su insumisión a la milicia, en
dos ocasiones; el mismo que fue llevado
entre dos mosquetones al cuartel de
artillería; aquél hombre que se declarase
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sin banderas ni fronteras, ni cruces, ni
medias lunas; el mismo que se enfrentó a
los poderes; aquél que engañó al coronel
del regimiento donde lo obligaron a
abanderarse. Sí, lo engañó: solicitó un
permiso para casarse y la autoridad
militar se lo concedió: Teodosio nunca se
casó, le sobraban los papeles y las
armas. Sí, aquella era la persona que
siempre llevaba sus ideas desarmadas.
Valentín distinguió que su hijo
corría alocadamente, y también pudo
discernir que lo perseguía una bala de
máuser.
Horrorizado, vio abatir a su hijo
junto a los manantiales que entonces
surtían al monasterio de las Huelgas.
El certificado de defunción que
entregaron al padre y que leyó la madre
dice así: muerte por hemorragia cerebral
ocasionada por disparo de arma de fuego.
En ningún momento les informaron de
quién disparo el fusil ni las verdaderas
intenciones del tirador, aunque los
rumores decía que fue un disparo al aire.
El silencio de Valentín lo decía
todo, su mirada torva hacia el infinito
delataban su dolor, el sufrimiento de su
salud y la pena de su corazón. Pero al
destino de Él, negado por su
pensamiento, no le parecía haber
ofrecido, todavía, suficientes agravios al
hombre.
Él dejó de pastorear sus ovejas por
aquella loma, túmulo que para Él
simbolizaba la muerte, lugar de paso para
otras gentes que Él agradecía cuando,
desde su ventana, observaba en la
memoria.
Evocación que oscurecieron las
tropas nazis venidas en ayuda de los
golpistas contra la segunda República
Española. Los soldados germanos
profanaron la dignidad del aquel
monumento simbólico para Él. Allí, los
alemanes, colocaron unos cañones
antiaéreos; y por si ésta era corta ofensa,
el alto mando del regimiento se acercó a
la casa de Valentín y le requisaron las dos
mejores habitaciones. Los vehículos
auxiliares los escondieron bajo los
frutales que Él cuidaba con esmero y
sobre los surcos que esperaban las
hortalizas. La famosa disciplina de aquella
milicia les fue impuesta con disimulado
“respeto” y vigilancia astuta, continua.
Cuando había amenaza de bombardeo
sacaban a toda la familia de la casa; a
Valentín en angarillas.
¿Qué salud le podía quedar ya a Él
después de tanto agravio?
Pocos años después se despidió
con estas palabras: Me secuestraron la
vida para anticiparme el deceso. Y la
causa de ello, Margarita, está en la
falsedad de esas palabras, inventadas por
el poder para mantener su imperio; sí,
esas palabras malévolas que salen en los
periódicos que lees: patriotismo,
bandera, milicia, guerra..., contra la
naturaleza humana.
Luis Carlos Blanco Izquierdo
http://www.editorialdossoles.es/C_01_
30.htm
Página38
En Plaza Roma
En parque de los Poetas
Página39
Esperando a la reina
Me llaman Alonsillo, tengo catorce
años y soy de Villatoro, el casal de ahí
mismo, ¿lo conoce usted? Cuatro casucas
tiene como aquel que dice y otras tantas
tenadas donde personas y animales
compartimos la existencias.
El paseante conoció a Alonsillo,
pasado el verano de aquel año
memorable de 1170, durante uno de
sus paseos por el cerro de san Miguel. El
zagal pastoreaba su hato de ovejas
cuando se le acercó para enhebrar una
conversación superflua de jubilado. Era
un muchacho alto y talludo para su
confesada edad y no debía de llevar
mucho tiempo en el desempeño del
solitario oficio de pastor que suele
imprimir un rictus de saturnismo en quien
vive días y días en la más completa
soledad. Su mirada era limpia y su gesto
risueño, si bien sus ojos se movían en la
conversación de manera inquieta y
huidiza como los de las alimañas.
En casa somos cinco: mi padre, mi
madre, mi hermano, mi hermana
Blanquita, de pocos meses, y yo… Mis
padres trabajan para el señor como bien
comprenderá; mi padre en el campo
todo el santo día pues cuando no tiene
que faenar para el señor ha de atender
los dos pegujales que se le permite
cultivar en propiedad. Mi madre ahora no
sale a las tierras por aquello de cuidar de
la niña y porque además es la nodriza de
la pequeñína que ha parido la señora que
vive en Burgos. Cada día tiene que estar
yendo y viniendo. La señora dice que no
debe hacer nada para que dé leche
abundante y buena. De vez en cuando mi
madre trae cosas de comer que le da la
señora, almojábanas, hojuelas o
buñuelos, que mi hermano y yo
hurtamos para gozarlas a escondidas.
Qué buena leche debe de dar mi madre
con tan deliciosos alimentos, me digo,
para que la pequeña de la señora salga
una niña robusta y guapa y de paso
también nuestra Blanquita. De manera
que entre unas cosas y otras ahora hay
mucho más que hacer en casa y en el
campo, y solo somos dos, mi padre y yo
porque mi hermano como dicen que es
tonto y él, yo creo, se lo hace más
todavía para aprovecharse, anda todo el
día de acá para allá matando moscas.
Alonsillo no baja la cabeza ni habla
poco como sería el caso de un joven
solitario. No se le ha ido todavía de los
ojos esa franqueza propia de quien está a
punto de ser ganado por la malicia,
impronta que el tiempo tornará en
granujería en unos, cinismo en otros y
en unos pocos en desvergüenza. Bajo su
nariz y sobre sus labios que emanan
cierta sensualidad, un reguero de
pelusilla apunta ya a la pubertad.
La cosa fue que como seis meses
antes ya se hablaba en el poblado del
gran acontecimiento que se iba a
producir. Al regresar del campo todas las
Página40
conversaciones a la hora de encerrar las
ovejas eran siempre sobre lo mismo: que
llegaba la nueva reina. Al principio casi
nadie daba este rumor como cierto.
Luego siguieron llegando más: que la
reina se llamaba Leonor y que era una
niña todavía. Cuando se supo que era
rubia y muy guapa e hija de unos reyes
que reinaban en un poderoso reino
lejano, los vecinos se demoraban en sus
conversaciones a la luz de los candiles y
ponían caras de admiración o de
asombro.
Alonsillo tiene el pelo largo y algo
enmarañado a causa del sudor y de la
suciedad. Nos encontramos a finales de
octubre y sigue todavía el tiempo seco
del largo verano, de manera que el zagal
tiene la cara tan renegrida como los
brazos que son extremadamente
delgados pero duros como alambres.
Viste una camiseta color crudo, debe de
ser de cáñamo, llena de agujeros y unos
calzones raídos de estameña marrón que
le llegan hasta las rodillas. Cubren sus
pies bastas sandalias de cuero cerradas,
cuyas correas atadas a la canilla le
sujetan los anchos piugos con que
defiende sus piernas de las pequeñas
agresiones inferidas por espinos,
aulagas y otros arbustos ásperamente
secos con los que tiene que vérselas a
diario.
De pronto un día la llanada del
cerro se llenó de gente y empezaron a
surgir tiendas de campaña por todas
partes. Los soldados me dijeron entonces
que no me acercara por allí con mis
ovejas. Casi al mismo tiempo unos
vaqueros trajeron al pueblo una manada
de toros y cabestros y los encerraron en
la cerca donde suelen encerrar los
caballos que de vez en cuando el señor
manda comprar a los tratantes de las
ferias. “Son para los festejos que se van
a celebrar en honor de la nueva reina”,
dijeron los vaqueros. Entonces supimos
con absoluta certeza que la reina niña
estaba al caer. La noche que alcancé el
caserío y oí decir que la comitiva real
había llegado a Soria, la gente andaba
loca de impaciencia. Todos, hombres,
mujeres, viejos y chicos se relamían por
el espectáculo que iban a presenciar: la
pequeña reina Leonor, según decían,
venía con un gran séquito y mucha
riqueza. Le pregunté a mi padre si yo
podría ir también pero mi padre, hombre
seco donde los haya, me dijo que no
podía dejar el ganado encerrado en la
tenada: las ovejas no entendían de
fiestas y tenían que comer todos los días.
A mí, solo de ver lo animado que andaba
todo el mundo, me entró mucha pena
porque yo no podría hacer lo que harían
todos, parientes y vecinos ¿Por qué tenía
que ser diferente a los demás y pasarme
todos los días del año en el campo sin
poder ir a ninguna otra parte? Me sentí
tan desgraciado que no hacía más que
maldecir mi suerte y odiar el rebaño.
Como Alonsillo está reviviendo su
frustración reciente, sin duda la
frustración más sentida de su corta vida,
tunde con el largo cayado el primer
arbusto que se le pone delante, o le atiza
a una piedra, o simplemente lo blande
haciéndolo zumbar en el aire. Debe de
ser de madera de fresno o de aliso,
imperfectamente descortezado pero con
un lustre que le hace resplandecer
uniformemente como si fuera una
espada. Al zagal no le importa que el
paseante, un extraño al fin y al cabo,
esté delante presenciando sus
demostraciones de furia contenida por
verse condenado al oficio de pastor.
Con esa tristeza me dormí esa
noche. Recuerdo que soñé con una
mariposa de bonitas alas azules pintadas
de púrpura. Me pareció tan hermosa que
corrí tras ella. Entonces inesperadamente
hizo una pirueta en el vuelo y fue a
posarse sobre mi hombro. Intenté cogerla
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pero ella me dijo: “¿Para qué quieres
cogerme? Me desharías el vestido; todo
su colorido quedaría entre tus dedos.
Simplemente he venido a decirte que no
te preocupes por si mañana no puedes
ver a la reina. Me manda ella decirte
esto: algún día me verás y me tendrás
cerca para poder admirarme”. Este sueño
sin embargo ni me consoló ni me llevó a
renunciar a mi propósito. La cosa fue que
al despertarme como no quería
perderme por nada la gran fiesta, se me
ocurrió una idea que en aquel primer
momento tuve por afortunada. Le dije a
mi hermano, un año menor que yo, que
me acompañara, que íbamos a cazar un
gazapo de los que a él tanto le gustan.
Cazar un conejo no resulta difícil en
cualquier punto del cerro. Como usted
habrá observado están por todas partes y
yo, la verdad, señor, no los tengo mucho
aprecio por aquello de que hacen la
competencia a mis ovejas comiéndose la
hierba. Así conseguí convencer a mi
hermano para que viniera conmigo. Se
quedaría un rato a cargo del ganado
mientras yo me acercaba al castillo.
Alonsillo se pasa el palo por detrás
de su cabeza y lo utiliza como percha de
sus brazos de alambre mientras sus ojos
se van cerrando contagiados por el
embrujo de los recuerdos de aquella
tarde setembrina… El paseante, que se ha
fatigado para coronar el cerro, las
piernas cada vez más reticentes a
obedecer, no puede por menos que
enfrentar a la imagen del zagal la de
aquel que fue él cuando tenía su misma
edad, también campesino, también la piel
tatuada por los soles de agosto, hasta
evocar las mismas esperanzas ante la
vida que se acerca y el mismo revolotear
de proyectos ante el mundo lleno de
alicientes que le espera. Sucederá con su
vida, su tiempo de gozar y sufrir, lo que
el azar quiera que suceda.
Guié las ovejas hacia la vega hasta
el pie del cerro, a espaldas del castillo.
Por lo menos oiría los clarines anunciando
la entrada de la gran comitiva en la
ciudad. Al mediodía tuve la suerte de que
hacía calor y las ovejas no parecían tener
muchas ganas de seguir triscando.
Apenas se moverían, me dije. Así que
crucé el cerro hasta avistar la ciudad por
el este. No hacía falta adivinar por donde
llegaría la reina Leonor. Todo el itinerario
estaba marcado por un gentío
endomingado que se apiñaba a ambos
lados de la ruta. Esperé sentado a la
sombra de un rublo y de vez en cuando
me daba la vuelta para ver qué hacían las
ovejas y qué hacía mi hermano. No había
peligro de que hicieran daño. No había
sembrados ni había huertos por allí. A
veces, qué poco le cuesta a uno ¿verdad,
señor? ver las cosas pintadas con el color
de su conveniencia. De pronto allá a lo
lejos divisé una gran nube de polvo.
Aquel debía de ser el séquito de la reina
niña. Sí, porque al instante las campanas
de todas las iglesias se pusieron a tocar
desaforadamente. Qué algarabía y qué
espectáculo, señor… Nunca había visto ni
vería en mi vida algo semejante. La gente
empezó a gritar y a dar vivas a la reina.
Las ventanas estaban engalanadas y
llenas de gente lo mismo que las calles.
Muchas mujeres y niños llevaban ramos
de flores para arrojarlos al paso de la
niña Leonor. Cuando la polvareda se fue
acercando empecé a distinguir a los
jinetes y los carruajes, y ya me olvidé de
mis ovejas por completo y de mi
hermano. Fue como un sueño
maravilloso. Soldados y más soldados,
algunos de los cuales supe luego que
eran soldados gascones. Hombres que
parecían gigantes de aspecto oscuro
sobre grandes caballos oscuros. Y
príncipes y caballeros y obispos
ricamente vestidos sobre caballos
aparatosamente enjaezados. Y muchas
damas hermosas, ataviadas con lujo
sobre carruajes engalanados y una tropa
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de juglares de plaza y camino que parecía
una hueste de tantos como venían. Unos
hablaban con la gente y la hacían reír
con sus gracias mientras otros ensayaban
mil piruetas y contorsiones… Y luego más
soldados y mucha más gente que los
seguía entre música variada y resonar de
tambores. Puedo decirle, señor, que soy
un hombre afortunado por haber visto
llegar a la reina niña. Cuando cruzó el
puente de Santamaría venía montada
sobre un caballo blanco junto al rey
Alfonso. Este cabalgaba sobre otro, negro
zaino, que de puro lustroso rebrillaba
como si fuera también blanco. Sendos
palafreneros colgaban de las bridas.
Apenas pude distinguir la cara de la reina
niña. Traía la cabeza cubierta con un velo
del mismo color del que tenía el cielo
aquella tarde, un azul levísimo. Después,
los soldados dieron una batida por los
alrededores del castillo y tuve que
marcharme.
El paseante comprueba por
doquier las huellas del reciente
asolamiento. La vegetación no se ha
recuperado todavía de la gran fiesta que
tuvo lugar aquí a principios de setiembre.
Sin las numerosas tiendas de campaña
que se levantaron para dar techo a un
buen número de invitados, sin embargo,
permanecen las mataduras negruzcas de
las muchas fogatas que se prendieron.
Comer, beber, cantar y bailar al son de
flauta y pandereta hasta las tantas de la
madrugada durante los días de
celebración de la boda regia… Con razón
las ovejas no se centran en el pasto y
tienden a la movilidad y a la dispersión.
Pero el pastor, en un alarde de
competencia, las va conteniendo con la
energía de sus exclamaciones que ellas
parecen entender a la perfección, o con la
autoridad del largo cayado.
La cosa fue que cuando volví a
buscarlos, el rebaño estaba comiéndose
un berzal, allá cerca del caserío. ¡Ah esa
machorra, la Juana!, un día la mato, que
es la incitadora, la que lleva siempre a las
demás a salirse de madre… Y mi
hermano, ¿dónde estaba mi hermano?
Total que después de sacar las ovejas del
huerto, tundir a la Juana y alejarlas lo
más deprisa que pude de allí para que no
sospecharan si es que nadie las había
visto metidas en el huerto, empecé a
buscar a mi hermano hasta que lo
encontré durmiendo no muy lejos de
donde le había dejado. Tengo que decir
que nadie se enteró del desafuero, cosa
que para mí fue un milagro que debo a
Nuestra Señora del Valle o quizás al
favor de la pequeña reina. De verdad se
lo digo, señor, que para mí es ya como
una santa que vela por la gente como
yo… Desde aquel día no he podido llevar
mis ovejas a otro sitio que no sea este
cerro, donde estoy seguro volveré a
verla, como me prometió la mariposa de
mi sueño. Mire, señor –apunta Alonsillo
de pronto con su largo palo hacia el
puñado del reses-, la Juana es esa
ovejona ojinegra que va la primera que
parece la mandamás y que nunca se
cansa de comer, como si tuviera un
agujero en el buche.
Félix J. Alonso Camarero
http://poemasporciudadjuarez.blog
spot.com.es/2012/08/felix-j-alonso-
camarero-burgos.html
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En Santa Dorotea
En antigua Clesa
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Arts. Proyecto 4
En casa él no bien. No sabe por
qué tanta agua cuando solo. Y por qué
sube. Él casi ahoga mientras jodido
esqueleto lirón mueve milímetro a
milímetro por techo sala. ¿Qué busca?
¿Por qué comunica risrisss? Él no siente
bien y risrisss no. Por eso calla. Y piensa
ganas meter cabeza en cubo mierda y
tomar por el culo. Solución buena aunque
él opta salir. Donde sea. Fuera casa.
Busca gente. Mucha. Igual en
séverlasaC. SéverlasaC distinto. Recuerda
juego Narcopoly ahí. Niña doce años
coletas lazo azul cielo tumbada en
espacio imitación desierto imitación
vertedero. Cabeza cortada motosierra.
Manos cortadas altura muñecas. Juego
qué hacer para romper ángel doce años.
Para añadir humillación a humillación
metida por ano pobre niña. Juego
también dejar huesos blancos blancos.
¿Cómo?
En séverlasaC hoy concierto.
Grupo formado una persona. Patillas
barba roja cara; patillas piernas. Pero no
enano; solo casi enano. Y cabezón. Toca
él solo contrabajo batería saxo
filarmónica y cosa rara con alas de puta
rosa. Un instrumento cada vez. Y no
música. Ruido.
Coge contrabajo pasa arco por
cuerda sol —o por otra— y dice cerrad
ojos imaginad. […] Él imagina cigüeña
manos Sumo-man cuando Sumo-Man
estrangula cuello. Escucha sonido justo
antes dedos rompen tráquea pobre ave
viajera niños París. Uhhhh escalofrío él.
Uh uh. Por eso abre ojos para ave
canguro desaparece. Y desaparece. Y
descubre músico artista casi enano
desnudo buen humor. Jajá. Desnudo y
loco porque patillas abiertas justo debajo
foco dos mil vatios (w) que debe calentar
mucho cojones. Ay ay ay ay. Si no quita
pelos blancos huevos inflados olor
chamusquina. Si no quita huevo morado
mala pinta. Mala mala.
Él se acerca foco por comprobar si
color morado efecto luz pero Enano mete
hostia en dientes y eso no gusta. Eso
mosca joder aunque con brazo enano
tamaño gigante él levanta hombros
pasar. Luego gente ríe jajá y él ríe jajá.
Después tira suelo a sí mismo coge
cabeza contener sangre boca-nariz e
increíble pasa porque justo momento ese
Momento Chica.
Chica no sueño/alucinación. Chica
Real. Y curioso Chica resulta familiar. ¿He
visto antes ya?
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Igual sí Amor igual déjà vu. Igual
karma chi lo sa dice. Y aprieta pañuelo en
bocanariz.
Enano Cabrón prende fuego alas
puta rosa y dice eh mamón jajá.
Él levanta mano saluda y Chica
sujeta brazo alto; cabeza atrás.
Chica cura él bien. Baila bien.
Bailan dos. Cada sonido Enano,
movimiento. Movimiento todos. Y cuando
Enano grita ¿quién quiere otra hostia?
todos saludan él jajá. Después Enano
coge mazas batería mete cabezón dentro
bombo. Toca. Dice desnudaos. Dice
bailad. Venga desnudos. Sin abrir ojos ni
parar. Quien abre ojos…, dice, y saca
cinta métrica amarillo sastre.
Quiero cuerpos sentir
articulaciones rotas ¿ok?
Él no experimentado antes pero
gusta. Levanta manos ojos ciegos y dobla
articulación igual cuello codorniz muerta
en cama paja trigo cosechado allá
mediado agosto pero entonces Enano
mete puño dientes.
Jajá.
Todos jajá menos él que jajó joder
mierda Cabrón…
Intento protesta acaba con otro
puño en nariz.
Que salude jajá.
¿Por qué?
Has mirado Chica.
Él no mirado. No abierto ojos. No
hecho. Solo pensado porque Chica Bonita
Bonita. Porque imagen preciosa Chica
dobla para alzar cuello codorniz kaput y
deja ver lunar en pecho izquierdo cerca
pezón izquierdo que él quiere gustar.
Igual que culo melocotón y selva
frondosa pelos coño negrotes donde
culebra roja busca manjar. Pero no
abierto ojos. Joder. Y no gusta Enano
Cabrón porque Enano Cabrón castiga
pensamiento impuro como Jodida Iglesia
y no obra. Por eso gracias Chica me voy.
Pero no va. No. No lo hace porque Chica
besa frente suya busca pañuelo y lo
acuna. Y luego dice Positivo Amor piensa
Risa. Ironía. Busca Dolorosa. Redención.
Amor.
Él gusta oír Amor. Y olor a Chica
magnolia. Y mullidito pechos en tripita.
¿Quieres tocar?
Curioso cómo ropa y luz cambian
cosas. En calle fuera séverlasaC él mira
Chica y gusta pero no atreve toca. Ella
mete pañuelo agujero nariz y dice seco
bien.
Gracias.
Y así ya. Nada más. Él borra gota
sangre en suelo pie y levanta cejas por
hacer algo. Y quizá porque a veces en
cabeza suya surge sofá negro al revés
colgado techo alto alto. Y no sabe qué
hacer. Con esas mezclas. Recorren
cabeza suya como esqueleto lirón
tatarabuelo de González techo. E inútil sí
pero negro negro. Y en esas viene
Hermana parecida a Chica pero distinta a
Chica.
Mi Hermana artista presenta.
¿Hace qué?
Cosas.
¿Gemelas?
Sí.
Enchanté.
¿Es tonto?
En casa duele cabeza. Pero puños
no responsables. No solo. Ni sofá muerto.
Duele. Desespera. Y agua come. Pared
blanca. Puto sofá. Lirón. Absurdo pantalla
vacía hormiga gira gira y marea. Hormiga
Página46
llega a cabeza cuando agua cubre suelo.
Él harto harto. Solución cubo mierda cubo
mierda. Mamá qué hacer.
Mamá no buena idea. Mamá casa
tortazo espabila hijo. Mamá mata
hormiga spray cucaracha aroma limón. Y
luego hijo Mariló buena. Mariló cuida
idiota tú. Mariló mejores filete pollo yo
comido.
Mamá abruma. Con Mamá él
pequeño pequeño tonto tonto. Por eso
Mamá llama Mariló y luego Mamá besito
en la frente. Pero Mamá huele pis. Y él no
gusta pis. Ni filetepollo. Solo que si Mamá
va agua rodea isla suya mar.
Llama Chica número escrito
pañuelo.
¿Cómo estás?
¿Tú?
En medio mar.
¿Qué ves?
Agua allá cristal.
No agarrar.
¿Agarrar?
¿Ves gaviotas?
Hormigas.
Cierra ojos. ¿Me ves?
Lunar negro. Desnuda mar.
¿Quieres amar?
…
¿Follar?
…
¿Hundir el mar?
Hermana espera él en puerta
madera roble Montes de León
semiabierta. No pelo cabeza. No dientes.
Hace entrar. Apoya dedo boca suya dice
shhhh. Dice futón. Después lo desnuda a
él coge cosita mete boca sin dientes
chupa y cuando tamaño grande pone
cuatro patas dice mete.
Más grita. Más. Golpea. Fuerte.
Más. Hermana vuelto loca cambia
posición tumba él supino. Luego pone ella
encima dice ahora te follo yo Pepón.
¿Pepón?
Hermana araña pecho levanta
mucho cadera deja caer fuerte y ay ay
ay. Él duele golpe caderas Hermana y
cada vez cae abre ojos, ve techo viga
negra. Al final dice MaMá.
¿MaMá? ¿MaMá?
MaMá repite él. Pero miedo porque
Hermana araña grita Pepón y mete dedos
ojos arrancar.
Despierta ya.
Duele testículo derecho más alto y
sale sangre ojo, aunque ojo ve planta
diáfana muro grueso ventana pequeña.
Entra rayo sol que ilumina
cerradura armario chino dibujos dinastía
Hong. O Jong. O Pong. Dibujos máscara
guerrera hermosas damas enfermeras
Mong.
De armario sale Chica cámara
Polaroid revelado automático hace foto.
Luego Chica papel secante mano absorbe
sangre ojo pide perdón:
Hermana Artista. Tú ayudado ella.
Chica cura herida delicadeza
enfermera china dinastía Cong, corta pelo
pubis y echa crema raíz sándalo torcido
Montaña Azul. Él intenta habla, pero ella
apoya dedo boca sonido shhh. Aunque
cariño dice tumba yo masaje tú y acaricia
cosita suya dolorida como si cosita
dolorida Patito Feo.
Página47
Ahora Chica dice mira muestra
Arte granero. Tres horcas cuelgan viga
negra y pared sur Gran Coño Mural.
Dentro GCM, ochocientas siete fotos
tamaño dos por tres y medio. Y dos por
tres y medio importante para Hermana
porque dos representa dos y tres y medio
equivale justamente a uno y medio más
que dos y puede ser símbolo y medida de
proporción exacta equivalente a algo que
Hermana no quiere aclarar.
Hermana subida andamio pared
sur mueve mano y Chica entrega pelo
pubis y foto recién revelada para sumar a
807 de GCM.
¿Te gusta Amor?
¿Qué contestar?
Días pasan pasan crece fotos pelo
mural.
Él ve fotos pelos de otros fotos de
otras. A veces él dentro armario dinastía
china con Polaroid. A veces él enfermero
tierno cura heridas causa Hermana en
chicas chicos. Y cuando rayo luz cae
cerradura armario en medio nenúfares
lago chino él sale con Chica pone dedo
boca dice shhhh hace foto aprieta papel
secante y corta pelo tijeras.
¿Gusta ti?
Objetivo no gustar dice Chica.
Objetivo crear. Patitos Feos ayudan.
Alimentan Hermana porque Hermana
necesita Patitos germinar. Por eso en
armario tú encuentras australiano
nigeriano ruso chileno y esquimal.
Encuentras zombi y hombre sin cabeza.
Juego ahorcado baile prisionero.
¿Entiendes?
Sí.
Tú puedes ayudar.
Ya.
¿Te importa anal?
¿Yo a ti?
Hermana a ti dice Chica pero él no
gusta. Culo inviolable límite ningún
hombre puede pasar. No. No gusta. Pero
cuando Chica acaricia él cuando Chica
muestra lunar para ti después te doy algo
más él rinde deja hacer. Luego vaselina
juega Chica mete dedo culo uy. Mete dos
tres dedos culo uy uy. ¿Ves?
Él levanta cejas hombros. ¿Qué
hacer? Aunque cuando Hermana saca
armario dinástico consolador africano se
asusta porque no vaselina suficiente.
Imposible suficiente. Y Amor dice Chica
yo ayudar. Yo untar ojete agrandar. Entra
suave. Verás. Pero entra y ahhh
ahhhhhh. Por eso él sale corre atraviesa
puerta doble roble leonés.
Principio Mariló bien. Mariló maja.
Cura fisura trasera dolorosa y le da mano
sofá ríe chiste —va un barco a un muelle
y rebota— hombre bizco jajá. Y enredo
matrimonio jajá. Y con ella no agua. Pero
pasa tiempo y Mariló pesada porque
Mariló habla habla. Y mucho drama
porque él no bebe agua no lava agua. Y
come, sweety, filetepollo duerme bien.
Luego canta cubanito cubanito asécame
tu sabé hasé y un día aplasta esqueleto
lirón escoba. Y eso colma vaso. Y vete a
tomar por el culo cubanito salsón.
Llama Chica dice meto cabeza
cubo mierda no puedo no puedo no
puedo más.
Qué guay.
¿Parece a ti?
Hermana tiene cubo mierda
setenta nueve días y gusta; mucha
mosca bzzzz pero gusta.
Yo harto harto y ganas mete
cabeza.
¿Y por qué no?
Página48
Por ti.
A mí gusta idea Artista cabeza ahí.
Ya.
…
…
¿Sabes? Hermana monta vídeo.
¿Tú ayudar?
Chica explica vídeo dos cochecitos
bebé. Explica bebés deformes casi
muertos. Difíciles conseguir pero
Hermana habla mamá desesperada y
voilá. Hermana Grande. Arte Grande. Tú
yo ayudar. Pasear cochecitos vestidos
político monseñor pro-vida-no-importa-
cómo. ¿Quieres?
Él dice sí. Pasean parque suelo
goma crema color. Columpio mueve.
Tobogán refleja sol incide dentro capota
cochecito azul.
¿No son preciosos? dice Chica
Político. Tú di qué bendición.
Qué bendición.
Preciosos son.
Pero preciosos no. Bendición no.
Bebé Uno brazos pulpo desiguales Bebé
Dos ojos no. Bebé Uno grita grita grita.
Supervivencia Máxima Doce Meses Dolor.
Y él no soporta. No. No. No. Por eso Odio.
Por eso agua sube granero flota paja. Por
eso Rabia aunque Chica dice ven. Y Chica
acerca cubo caca Hermana abundante
calabacín de temporada y dice ten mete
cabeza tú. Positivo tú. No miedo. Arte tú.
Jesús Pérez Saiz
http://escueladeesc
ritores.com/profeso
res/jesus-perez-
saiz/
Traseras Florentino Díaz Reig
Página49
HIJOS DE LA LUZ
Sólo hay una ciencia: la Ciencia de la Cruz. Lo demás son saberes insustanciales.
Por la Cruz somos Hijos de la Vida, Hijos de la Luz. Espíritu.
Según las “disciplinas” de los hombres, somos hijos del mundo, hijos terrenales.
Materia.
Anteponer el mundo a la Vida es el gran error de la humanidad; el origen de todas las
catástrofes.
Así que está todo del revés.
Solamente dando un vuelco a nuestro modo de conocer, podremos salvarnos.
Pues el problema del hombre de hoy no es político, ni económico ni social, sino
epistemológico.
La Vida ante todo. La matriz de todo. La fuente de todo.
El mundo sólo podrá humanizarse si se convierte en manantial que acreciente el caudal
de la Vida.
El hombre debe rehacer su camino: partir de lo invisible para llegar a lo visible.
Ser Vida que inunde el mundo.
Ser un hombre verdadero.
Hermano de todos los hermanos.
Hijos del Padre.
Manuel Arandilla
https://www.youtube.com/user/manuelarandilla
Página50
De Sebas Velasco
De Sebas Velasco
Página51
De Sebas Velasco
De Sebas Velasco
Página52
Página53
Desayuno en la yerba
Cocina para mí
espuma original sin pecado,
caldo de vida marina,
concierto de moléculas sin tregua.
El caos feliz en la sopera bulle.
Comamos
polvo de estrellas,
secretos adeenes,
Antecesor en huesos,
la inocencia sin ruinas de la tierra.
Es hora de jugar,
los chamanes pintan
rojos bisontes en las cuevas.
Desayunemos desnudos en la yerba
antes de que la luna nos mire sin piedad,
como al hombre venido del hielo
que morirá mañana.
Esto es el paraíso, no otra cosa:
tus ojos-pájaros,
carnívoros tus dedos.
Soledad Medina
http://www.editorialdossoles.es/C_02_15.htm
Tres notas didácticas:
1.― El título es el mismo que el del cuadro de Edouard Manet “Dejeneur sur l’herbe”. (1863)
2.― Antecesor (8º verso) se refiere al Homo Antecesor de Atapuerca, hace un millón de años.
3.― “Hombre venido del hielo”, encontrado en los Alpes italianos y que se encuentra expuesto en el Museo
Arqueológico de Alto Adige en la ciudad de Bolzano. Se le data hace 5.300 años
Página54
El hijo
Por las grietas que a lo largo de los años
se han formado en las paredes de la casa,
por el auricular de ese teléfono mudo,
por la rendija ciega de la puerta de la calle
se ha fugado el dolor. A ningún sitio.
A veces abre su armario ―hace tanto
que pensó tirar las cosas que él dejó―
y acaricia su ropa, sus zapatos, e introduce su mano
en un bolsillo de una gabardina azul,
como si comenzaran a faltarle los recuerdos.
“Te escribo desde la ciudad de barro, Tombuctú.
Observa bien la casa. Tras esa ventana abierta…”
Tumbada en su cama relee una y otra vez la postal
con los ojos cerrados, aferrada a su ausencia,
como si le asombrara no sentir más dolor
y el dolor fuese un niño. Un niño perdido
en las inmensas llanuras del tiempo, tras la ventana abierta
del odio y de la oscuridad.
Eliseo González
https://books.google.es/books?id=xdioBH-
mkHAC&pg=PP4&lpg=PP4&dq=Eliseo+Gonz%C3%A1lez+%2B+Burgos&source=bl&ots=-
eWl_RDsBU&sig=zza_VsrlE87Toi4SYEaOmq8RwCU&hl=es&sa=X&ei=9gMPVdXAFonvarXegdgB&ved=0CF
QQ6AEwDQ#v=onepage&q=Eliseo%20Gonz%C3%A1lez%20%2B%20Burgos&f=false
Página55
Las nubes
Aventurera nube del claro junio:
pasas y pasas
leve,
grácil,
fugaz como un deseo...
con soberana majestad
dilapidas tu reinado,
que en la plenitud del firmamento azul
se desvanece...
disipas airosa
los frágiles anhelos
que fundan tus fantásticas figuras,
y te vas
y te vas
fugitiva como llegaste:
de la nada a la nada...
viniste
con un viento sin memoria
y te vas
con un viento hacia el olvido...
como se van los días,
como se van los hombres
M. A. Barbero
http://www.editorialdossoles.es/C_02_23.htm
Página56
San Saturio desde el Duero (Soria), de Jesús Castro Ibeas
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Culdbura nº 0

  • 1.
  • 2. El destino de una revista es hacer patente el espíritu propio de su época. La actualidad de ese espíritu es más importante para ella que su unidad o claridad, por tanto una revista estaría condenada -como los periódicos- a la insustancialidad más completa si en ella no pudiera configurarse una vida con fuerza suficiente para salvar todo cuanto resulte problemático con base en su propia afirmación. W. Benjamin Culdbura es un empeño de: Fernando Ortega, Fernando Arnaiz, José Mª Izarra, Alfonso Hernando, Jesús Borro, Jesús Pérez, Luis Carlos Blanco, Félix J. Alonso y José Luis del Río, entre otros. ©de los textos (faltas de ortografía incluidas), ilustraciones y fotos, los respectivos autores. ©del logo, grafismo y maquetación: el maquetista. Contacto: culdbura@gmail.com
  • 3. Página3 Sumario El nacimiento de una revista, José María Izarra............................................... Pág. 5 Una foto con Orson Wells, Lino Varela Cerviño ....................................................... 9 Tres mujeres, Carlos de la Sierra ......................................................................... 11 El Temerario, camino del desguace, Alfonso Hernando ......................................... 15 Arte urbano en Burgos, la cara B de la ciudad; Jesús Borro Fernández .................. 19 Pero Garcia Burgalés, un trovador del siglo XIII, Alejandro Britos ....................... 23 Tatuaje, Ignacio Galaz......................................................................................... 31 Él, pronombre personal, Luis Carlos Blanco.......................................................... 35 Esperando a la reina, Félix J. Alonso Camarero ..................................................... 39 Arts. Proyecto 4, Jesús Pérez Saiz........................................................................ 44 Hijos de la luz, Manuel Arandilla .......................................................................... 49 Desayuno en la hierba, Soledad Medina............................................................... 53 El hijo, Eliseo González........................................................................................ 54 Las nubes, Miguel Ángel Barbero .......................................................................... 55 Homenaje a Antonio Machado, José Luis del Río Galarón....................................... 57 El canto de los mirlos, Esther Pardiñas................................................................. 58 Gestos, Ana Mayoral ........................................................................................... 60 Nuestra ciudad. Temporada de baños, Montserrat Díaz Miguel .............................. 61 Una orquesta, Tarot y Piratas, Alberto Herrero ................................................... 63 La luz no sabe doblar esquinas (fragmentos), Pedro Olaya ................................. 67 Muertes absurdas, Eloy Luna .............................................................................. 70 Carpeta de Asunción Molinos, Estela Rojo Hernández ........................................... 73
  • 5. Página5 El nacimiento de una revista Antes de nacer, cualquier publicación (en este caso, una revista) tiene imperativamente que ser idea. Y la idea de una revista sin ánimo de lucro, de carácter cultural (mayormente literario), sin más costes que el trabajo personal invertido por los colaboradores, virtual en tanto que impalpable, inodora e insípida (esto último porque nadie va a poder llevársela a la boca), suele suscitarse en un individuo que, sin apercibirse de ello, es portador, en esos instantes críticos, de una cabeza totalmente despejada (o sea, sin muebles ni objetos, y sin ideas de ningún tipo), circunstancia bastante más difícil de ocasionarse de lo que pudiera parecer. Tanto es así, que, ignorando los inconvenientes (por qué no iba a tenerlos) y el proceso de gestación con sus correspondientes mareos, dolores y antojos (¿acaso pensaba que iba a desarrollarse de manera inadvertida?), no es de extrañar que, al sentirse concebido, en una descarga de adrenalina y parafraseando a Arquímedes, exclamase: “¡Eureka!” El individuo de que se trata recurre entonces a los amigos para que lo ayuden a sacar adelante al nasciturus, exponiéndoles entusiásticamente en una reunión conjunta las bondades que lo adornarán. Aun así, a los asistentes la criatura se les figura pobre y enclenque, y aducen que, ya que no iba a poder tocarse, por lo menos debería tener buena presencia, resultar llamativa y entrar por los ojos, y de no ser así, mejor que la abortaran. El padre, en su infinito amor hacia la criatura de sus entrañas, a la que no quiere abortar bajo ningún concepto, aun a sabiendas de que va a mentar a Dios en vano, se atreve a jurar que la neonata será extraordinariamente bella. En consecuencia, la cejuda, grave y ponderada concurrencia otorga al padre el beneficio de la duda y decide apoyarlo en su embarazo. El padre invita, a continuación, a que, entre todos, busquen un nombre para la futura publicación. Altillo, propone rápidamente uno de los asistentes, porque la cultura siempre tiene que estar por encima de cualquier otro aspecto del ser humano. Al padre, sin embargo, le resulta chocante que, siendo esa la razón dada por el motejador, no haya elegido cumbre, cúspide, cima, siquiera techo, más que nada para indicar una distancia considerable en vertical entre lo pedestre y lo sublime, entre lo de abajo y lo de arriba; pero Altillo, así, en diminutivo, le causaba impresión de cicatería, de prevención, de por sí o por no. La propuesta, en cualquier caso, se queda sin apoyos; entre otros motivos, porque el mismo proponente apunta unas cuantas referencias coincidentes en la Web.
  • 6. Página6 Culdbura, reclama otro, alegando que el neologismo alude tanto a la materia de que conocerá la revista como a su especificidad geográfica, llevando en sus adentros el valor adicional del logo distintivo, el cual presenta forma de trébol de dos hojas (de ahí que el ponente lo haya llamado díbol): la “d” contrapuesta a la “b” y esta compartiendo cabeza con la “p”, de tal suerte que podría leerse “culdbura” y “culdpura”. Enrevesado, dicen unos. Simplemente feo, opinan otros. Al padre no acaba de convencerlo: preferiría quitar la “p”. Hay un par de sujetos, no obstante, a los que no les suena mal y, juzgan, podría acabar haciendo fortuna en los oídos a poco que se reiterara. Nómadas, plantea otro. Gusta, y una mayoría se decanta por él. No obstante, uno de los contertulios advierte de que convendría hacer una búsqueda en Internet para mirar las coincidencias halladas, no fuera a ser que el nombre en cuestión estuviese registrado. Por si Nómadas no pudiera elevarse a definitivo, se prosigue con el examen de la nómina. Se desecha Trazos y Tramas porque la “r” insistida suena mucho a motor y porque, además, recuerda demasiado a otros binomios (“Cañas y barro”, novela de Blasco Ibáñez; “Tapas y Cañas”, franquicia de hostelería; “Patrones y Manteles”, revista de labores), a pesar de la buena defensa que hace del apelativo su procurador: trazos (los de la escritura), tramas (las de las ilustraciones y dibujos). Asimismo se desechan Arlanzón (a algunos Pico y Vena, tanto por separado como en conjunto, les parecían mejores opciones); CUpuntoBU, Cultura.BU, Burgos.C, BU.CU, porque, aun siendo las variaciones que mejor cuadraban a nuestro tiempo y a la naturaleza de la nombrable, el punto podría ser interpretado como filipino por los más susceptibles; Es Hora de Leer, porque despedía un tufillo autoritario; Cierzo, porque este airón es más propio de Zaragoza que de Burgos; Crisol de Letras, porque no había intención por parte de ninguno de los allí presentes de fundirlas y purificarlas; Punto de Encuentro, por archimanido, igual que “el de fuga”; La Esquina de Calíope y Noticias de Calíope, porque, a pesar de la musicalidad de ambos sintagmas, la aludida no era ninguna puta, y porque, bajo su advocación, no están ni la poesía lírica ni el teatro, entre otras disciplinas artísticas; Riodeletras, porque a la mayoría de los opinantes un río así se les hacía sopero, y más después de haber descartado a otros tres, muchísimo más sugerentes; y, por último, La Diosa Flora, porque si Calíope no era admisible por restrictiva, mucho menos la diosa del reino vegetal, por más que fuera epónimo de una plaza del Burgos más castizo. En fin, se acuerda elegir Nómadas y el díbol como logo; en caso de que Nómadas resultara fallido ―se apostilla― por las razones expuestas, Culdbura sería la alternativa. Se acuerda también crear una cuenta de correo para enviar las colaboraciones, y la suscripción a una de esas páginas web que ofrecen albergue gratuito a toda clase de publicaciones. Además, se propone el 23 de abril como fecha de lanzamiento del número 0. La del 8 de febrero, que es la que le hubiera gustado al maquetador, ya no podía ser. Se habla, asimismo, de la presentación de la criatura a los medios y de otros asuntos, pero de manera vaga y dejando su concreción para cuando la marcha de los acontecimientos así lo requiriese; en todo caso, para más adelante. Con lo que se da por finalizada la reunión. Ya esa misma noche, uno de los asistentes da la alarma vía correo electrónico: con el membrete de “nómadas”, solo o con añadidos varios,
  • 7. Página7 con determinante anexo, en singular y en plural, se habían bautizado desde revistas literarias hasta semanarios de viajes, pasando por un boletín informativo de aficionados a la meteorología y una guía de amantes de los fantasmas. Enterado el padre de la criatura, lo participa a los compromisarios. El maquetista, a su vez responsable del nombre Culdbura, viendo que la ocasión la pintaban calva, comunicó al padre que desde ese mismo momento se ponía a trabajar con el logo y la denominación de su autoría. Al día siguiente, el maquetador recibe la llamada del que había planteado el nombre de Nómadas. Que él no veía la razón de que no se mantuviera, ya que no existía otra revista literaria con ese título; la que aparecía se llamaba El Nómada, y la que se llamaba exactamente igual versaba sobre meteorología. Por esa regla de tres, le replicó su interlocutor, un solo nombre propio, hubiese valido para llamar a todas los hombres. Daniel, por ejemplo. Todos, Daniel, pero cada cual con sus propias huellas digitales. Mutatis mutandis, era el mismo razonamiento. Totalmente desatinado. En definitiva, se negó a negociar sobre el asunto. Un día después, recibió un nuevo correo del gestante para que reconsiderara su actitud, ya que eran muchos los compromisarios a los que no les gustaba Culdbura. A lo que el maquetista contestó que, invalidado Nómadas, Culdbura era la elección, habida cuenta de que se había erigido como cabecera de reserva en la reunión convocada al efecto, y que él no estaba dispuesto a volver para atrás. O Culdbura o dejaban de contar con él, máxime cuando ya se había encargado de crear la cuenta para recibir las colaboraciones de la revista y había realizado la suscripción en dos páginas de alojamiento gratuito de publicaciones en formato PDF, con cargo al mismo nombre, escrito Flor de Errantes en una y Florderrantes en la otra (no le habían permitido ―eso manifiesta― Errantes a secas), en memoria del nombre desechado; como apellidos, Culdbura Culdbura; sexo, había elegido mujer; fecha de nacimiento, seleccionó la del día de autos, 28/02/2015, pero la aplicación no se lo consiente (en realidad, tuvo que clicar el botón cancelar porque no le permitía nacer en fecha alguna); en profesión, puso cantante de ópera y, como aficiones, la brisca y el ganchillo. Con todo, sabedores de que tiene la sartén por el mango, aún recibe la visita y las noticias de otros asistentes a la reunión inicial para hacerle saber lo horripilante que era Culdbura y lo bonitos, eufónicos, evocadores, equilibrados… (debería arbitrarse una tasa para los epítetos) que eran los nombres propuestos por ellos. Si ya tenía pocas dudas sobre lo acertado de la elección, tales intentonas lo confirmaron en su arriscamiento. O Culdbura o dejaban de contar con él. Una semana después, empezó a preocuparse: ninguna reacción a su respuesta y ninguna colaboración en la dirección de correo electrónico creada ad hoc. Estaba claro, no se habían tragado su farol, y aguardaban a que se interesara por la marcha del embarazo (interés que sus detractores interpretarían como señal de allanamiento) para apoderarse de su voluntad. ¡Estaban apañados! Transcurre otra semana, y el buen maquetador llama al embarazado con la disculpa de felicitarlo por haber salvado de las fauces de un bull terrier al único ejemplar de pato mandarín existente en el cauce urbano del río en la ciudad de Burgos, noticia aparecida en el periódico local de la fecha. De paso, le pregunta por la revista y, antes de manifestarle, en un alarde de firmeza, su disposición para
  • 8. Página8 negociar un nuevo título, el otro le responde que Culdbura sigue su curso, y que esa misma tarde le mandaría un par de colaboraciones que había recibido en su correo particular. ¡Sorpresa! ¡A maquetar! El 23 de abril de 2015 nacía Culdbura. Fue un parto inducido, para hacerlo coincidir con el día y el mes de la data, tan señalados. Bien estaba, pero al maquetador le hubiese gustado más que se hubiese producido el 8 de febrero, conmemoración del estreno de El nacimiento de una nación, epígrafe remedado para encabezar esta crónica. ¿El motivo? En los primeros fotogramas del film, sobreimpresa, aparece la siguiente Reivindicación para el arte de las películas: “No tememos a la censura porque no pretendemos ofender con obscenidades ni inmoralidades, pero demandamos el derecho de mostrar el lado oscuro de lo erróneo para resaltar así la luminosidad de la virtud. Es la misma libertad de la que goza el arte de lo escrito. Ese arte al que le debemos la Biblia y las obras de Shakespeare”. Es la reivindicación que, cambiando “las películas” por “la escritura” y “goza” por “gozaba” suscribiría cualquier hombre de bien, categoría de la que, a priori, no cabe excluir a nadie, ni siquiera a ningún literato. Pero ya no existe la censura como institución fácilmente identificable del Estado. Ahora la censura está en todas partes. Cualquiera puede ser un censor en tanto que integrante de una sociedad catequizada por los diferentes grupos de influencia a través de los medios de comunicación de masas. Adicionalmente, muchas de las obscenidades e inmoralidades de hace un siglo han dejado de considerarse como tales; al igual que el lado oscuro de lo erróneo, por cuanto lo políticamente correcto ha suplantado a la virtud. El colmo de los colmos es que tanto la Biblia como Shakespeare y todos los clásicos están siendo reescritos a la luz de la corrección política. En este contexto, no sería de extrañar que Culdbura, acorde con su mal nombre y en la medida de su insignificancia, contribuyese a la derrota de la humanidad. Por el bien de tanta gente. José M.ª Izarra http://bibliote28.wix.com/creando pagina#!jos-mara-izarra/c5hv En Buenavista
  • 9. Página9 UNA FOTO CON ORSON Juan Alcubilla tuvo un final tan trágico como su propia vida. Con él compartí largas charlas sobre cine y disfruté hasta el último día de su amarga existencia, escuchando sus entretenidas reflexiones de cinéfilo empedernido. Alcubilla aseguraba a quien quisiera escucharle, que un día paseando por el Espolón, se encontró sentado en un banco a Luis Buñuel. Con el que compartió una breve pero inolvidable conversación. A mi me maravillaba imaginarme el plano de Juan Alcubilla caminando por el paseo del Espolón con el genio de Calanda y con frecuencia le decía a Juan que me volviese a contar este sorprendente encuentro. Para desgracia de Alcubilla (para muchos ignorantes no era más que un enfermo mental decrépito y extravagante), pocos fueron probablemente los que dieron veracidad a este encuentro. Foto Villafranca
  • 10. Página10 Ojeando el Diario de Burgos del 1 de marzo, descubro para mi sorpresa en un artículo de Rodrigo Pérez Barredo, que Orson Welles también estuvo en Burgos, y como no, paseando por el Espolón. Era diciembre de 1953. Sin embargo, en esta ocasión si que hay material gráfico que lo demuestra. Allí estaba Villafranca para inmortalizar la noticia. Contemplo con detenimiento la foto que aparece en el artículo de Rodrigo: Orson Welles aparece con media sonrisa y un gran puro habano en la boca. Su aspecto es jovial y vigoroso. Junto a él hay una muchacha emocionada que le pide un autógrafo. Sonríe a Welles con admiración (esa mañana al salir de casa quien podía imaginarse que iba a estar junto al director de Ciudadano Kane). La instantánea (que muestra sin disimulo las heridas del tiempo) tiene toda la fuerza propia del blanco y negro. La composición es perfecta: Welles y la muchacha (ambos de oscuro) en primer término. El fondo (gris) con los plátanos convergiendo hacia el infinito. La mirada de ella, seductora y directa. La mirada de Welles, esquiva y discreta. Ambos en plano medio, separados perfectamente del fondo. Una foto para la historia. Esa historia de la ciudad que conocemos gracias a grandes como Villafranca. Pienso automáticamente al ver esta instantánea, en Juan Alcubilla. Reflexiono sobre la importancia que tiene la fotografía para fundamentar nuestros recuerdos y nuestras versiones de la vida. Me digo que esta joven de la foto pudo contar a sus nietos que se encontró en el Espolón con Orson Welles y que nadie va a dudar de su palabra, porque allí estaba Villafranca para aportar la prueba irrefutable que lo demuestra. Porque sin memoria gráfica los recuerdos se emborronan, se confunden, y en el peor de los casos se tergiversan y se manipulan. De ahí la importancia de que en nuestras vidas haya un soporte visual (fijo o en movimiento) que complemente nuestro discurso. Fotografías de nuestra infancia, con nuestros familiares más cercanos, recuerdos de nuestros compañeros de clase, de nuestras primeras vacaciones, de nuestras novias y novios, de nuestros amigos, de nuestro pueblo, de los que ya no están, de lo que ya no está… Vuelvo a Juan Alcubilla. Pienso que le faltó la foto para ser creído por todo el mundo. En el infortunio de no tener un Villafranca cerca. De narrar un hecho sin un soporte visual. De cómo los discursos se evaporan con el tiempo y solo queda eso… la instantánea, el tiempo suspendido en una milésima de segundo... la magia de la memoria gráfica. (Agradecimiento a Eliseo Villafranca por la cesión de la fotografía para su publicación) Lino Varela Cerviño http://www.linovarela.com/ Juan Alcubilla Reglero http://www.cccb.org/rcs_gene/inmotionang.pdf)
  • 11. Página11 Tres escritoras en Haworth Cuando llega a Haworth, el paso del viajero queda disuelto en una atmósfera irreal, melancólica, ensoñadora, triste, medieval, untuosa. Domina la piedra ennegrecida, húmeda y resbaladiza de las losas, la fuerza agresiva de las pizarras, el verde exultante de los musgos que se aferran desesperadamente a las paredes de los vetustos edificios. Haworth es un pequeño pueblecito de West Riding, lugar extraño anclado en el tiempo de los santos días del pasado y batido de vientos racheados, fríos y desapacibles procedentes de Yorkshire. Caminando por las calles empinadas, flanqueadas de casas oscuras con tejados puntiagudos, se diría que el visitante puede palpar el espeso velo que trata de ocultar la pesadumbre de un paisaje en estado primigenio y salvaje en sus manifestaciones. El matrimonio del reverendo Patrick Brontë y Mary Bramwell engrendra seis hijos entre 1813 y 1820, cinco mujeres: Elizabeth, Mary, Charlotte, Emily Jane y Anne, la más joven, y un varón, Patrick Bramwell, cuarto por orden de nacimiento; buena persona, aunque muy distante y frío, Patrick se retrata junto a sus hermanas escritoras en un famoso cuadro, del que más tarde él mismo se borra. Se puede decir que 1846 es un año feliz para las Brontë, si por felicidad se entiende que no hay que lamentar muertes en la familia -habían muerto para entonces la madre, la tía Elizabeth y dos de las hermanas, Elizabeth y Mary-. Patrick revolotea alrededor de su padre. Después de las experiencias viajeras de Charlotte y Emily por Europa, y de Anne, que había trabajado de institutriz, las tres hermanas están de nuevo en Haworth. Charlotte, Emily y Anne, bajo el influjo y dominio de la primera de ellas, deciden reunir sus poemas, seleccionar los mejores y enviar el resultado a una editorial. El librito resultante, Poemas, es publicado con gastos a cargo de las autoras, que ocultan sus nombres bajo los seudónimos Currer, Ellis y Acton Bell, manteniendo las iniciales de sus nombres verdaderos. Apenas venden un puñado de ejemplares, pero reúnen, en contrapartida, varias críticas favorables. La suerte está echada. Las tres hermanas, decididas a publicar, prueban suerte por separado. Primero Charlotte, con El Profesor, donde recoge su profunda experiencia amorosa en sus años en la vieja Europa Continental. La novela, rechazada por varios editores, no se publicaría hasta 1857, tras la muerte de la autora. Charlotte insiste en una nueva historia sobre una institutriz, Jane Eire. Esta vez sí que conoce el sabor del éxito. Ahora, como por arte de magia, su nombre se extiende por toda la Isla. En pocos meses se imprimen y agotan tres
  • 12. Página12 ediciones. La belleza del texto, perfumado de esencia de romanticismo sombrío, ya anuncia alguno de los elementos que componen la alquimia de la novela victoriana. Anne, la hermana pequeña, también publica ese año Agnes Grey, con un cierto éxito. Se trata casi de una autobiografía, donde la menor de las Brontë narra su experiencia en las dos casas donde fue institutriz. La tercera hermana, segunda en orden entre las supervivientes, Emily, utilizando el seudónimo de E. Bell, envía a un editor su única novela conocida, Cumbres Borrascosas. Lo cierto es que Wuthering Heights apenas suscita interés entre los lectores. Es una novela, hay que decirlo, salvaje, hermosa y vital. Los personajes, sus actitudes, pasiones y vicios palpitan entre las páginas y desfilan ante el espejo oscuro desde el que proyectan un reflejo nebuloso y fascinante de la dureza de los campos de West Riding. Muy avanzado el año 1848, Patrick Bramwell es encontrado inconsciente, tirado en la calle. Permanece un tiempo en coma y fallece sin recuperar la consciencia. El entierro de Patrick, en un día lluvioso y malsano, encadena otro suceso tristísimo. Emily, resfriada, entra en una fase depresiva y rechaza cualquier medicina. Está seriamente afectada por la muerte de su hermano y devorada por la tuberculosis. El día 19 de diciembre de 1848, con 30 años, parte hacia su Reino de Angria, allí donde, sin duda, Patrick ya la esperaba para hacerla su princesa. Pocos meses después, ya en 1849, una afección de las vías respiratorias prende en Anne, la hermana más pequeña. En un intento de mejorar su salud, la familia la envía al balneario de Scarborough, junto al mar. Nada es posible. Lejos del consuelo de su familia, Anne fallece en el mes de mayo de este año. Ya están solos Charlotte y su padre, únicos inquilinos en la vicaría de Haworth. Charlotte, como vía de escape a tanta muerte seguida, escribe Shirley, que alcanza un notable éxito. En 1853 publica Vilette, en cuyo relato habla de sus dos hermanas. En junio de 1854 la escritora se casa con el reverendo Arthur Bell Nichols, aun contando con el rechazo de su padre. Seis meses después, embarazada de tres meses, y mientras trabaja en Emma, que sería publicada póstumamente, Charlotte contrae un enfriamiento sin importancia. La tuberculosis, otra vez, se complica con el embarazo y la más fuerte de las hermanas Brontë muere el 31 de marzo de 1855, a la edad de 39 años. El reverendo Patrick Brontë sobrevive a todos su hijos, pues está en este mundo hasta 1861. Impresiona ver el cementerio de Haworth, encastrado entre la trasera de la vicaría y la fachada de la casa familiar de los Brontë. Lápidas oscuras engullidas por la tierra húmeda que las circunda. En el cielo, ventoso y fiero, revolotean grajos y pájaros funestos. Graznidos secos; vientos aullantes procedentes de las cercanas cumbres borrascosas; nubes de basalto ensombrecen las pizarras grises de tejados hermosos. Y abajo, en la tierra, en el fondo de la tierra del cementerio, perfumada de olores untuosos y terribles, sabes que permanecen los restos de los hombres Brontë, de las niñas y mujeres Brontë, menos los de la pobre Anne, y te sientes, viajero, intimidado, diminuto, emocionado. Dicen que hay duendes, trasgos y elfos que poseen el secreto mediante el cual vuelven amargas las hierbas, en grandes círculos, y así impiden que los animales las forrajeen. También dicen que los Reyes Increados sólo habitan en los sueños de los niños, de los inocentes y de los infelices. Dicen que esta es una historia que fue y no fue… Dice Emily
  • 13. Página13 Brontë, en su poema The Prisoner: “…No obstante, haced saber a mi tirano que yo no estoy condenada a la interminable sucesión de años de penalidad y de sombrío desespero; cada noche viene a mi un mensajero de esperanza que, a cambio de una vida corta, me ofrece la libertad eterna..”. No se puede decir mejor un sueño. Carlos de la Sierra. https://carlosdelasierra.wordpress. com/libros/ En Aula Cultura
  • 14. Página14 Casa de cultura de Gamonal Parralillos
  • 15. Página15 El Temerario, camino del desguace La luz del crepúsculo se muestra por momentos incierta; en otros, reverbera con desasosiego, como un presagio del infierno. A veces es sucia; otras, solemne. Un penacho de estridente fuego compite con los fulgores del sol en el otro lado del cuadro, en el otro lado del mundo. Un pequeño y chaparro barco de vapor desata toda su fuerza y arrastra al Temerario que aparenta mansedumbre. Al magnífico barco le llega la luz del sol hervida por el crepúsculo y él la devuelve apacible, envuelta en suaves tonos, vestida de blanca elegancia. Esa luz, hija del instante, parece contener una rabia almacenada durante siglos, un deseo infinito de venganza. El Temerario en su último e inevitable viaje acoge con desdén tanta tramoya. En el fondo de su marchito corazón se muestra orgulloso, se sabe señor frente a ese plebeyo, a esa cucaracha negra de fuego que le lleva a trompicones a su destrucción. La cucaracha, hecha enteramente de metal, refulge al sol que rechina agonizante desde el otro extremo. Es chaparro, pero su chimenea se yergue altanera, desafiando con su fuego al atardecer desbocado. El progreso no repara en los colores tristes del mundo que desfallece. El progreso siempre desafiando al mundo, pero no inútilmente temerario. Sí, es un nuevo mundo hecho de vapor, hecho de Lluvia, vapor, velocidad. Es preciso ir muy deprisa, enormemente deprisa, no como el Temerario, parsimonioso. Por eso debe ser destruido el anciano barco. Es hermoso, pero estéril. Solo llegamos a entrever las barrocas líneas de sus nobles maderas, sus superfluos y enrevesados perfiles. Su castillo de popa, sin duda recargado con profusos y carcomidos motivos, está convenientemente oculto. Al pequeño y anónimo encargado de las pompas fúnebres le sobran todas esas florituras. Le basta su potente chimenea. Ya son del pasado todas las heroicas gestas de los marineros, todo el épico viaje hasta Ítaca, todos los pillajes de los vikingos, todos los atormentados esclavos que murieron con sus cuerpos bruñidos. Ya no hay barcos piratas ni Islas del Tesoro. Solo son un recuerdo en la literatura. El Temeroso es su último bastión. Antes, dicen, hubo hombres que con sus almas y sus manos hicieron barcos; allí vivieron y muchas veces murieron. Ahora solo vapor y comercio. Todos los amos nuevos son exigentes, así se dice en el Prometeo Encadenado. El progreso exige, como los dioses antiguos, un sacrificio, y solo se sacrifica lo excelso, lo más valioso. El Temerario, siempre templado, sabrá estar a la altura en la hora final. La velocidad desgarra el paisaje de la lluvia. La chimenea desgarra la quietud del sol agonizante. En realidad, El Temeroso ya ha muerto, le han arrancado sus velas, su fuerza, su alma. Solo queda su carcasa blanquecina y deslucida, nunca más el viento hinchará su vieja alma viajera. El pobre galeón no es más que un cadáver arrastrado por el espíritu del carbón, de la velocidad hecha de fuegos del infierno. El anónimo vapor no necesita del viento, no necesita del mundo. Lo aborrece y lo desprecia. Las tormentas ya
  • 16. Página16 no son más que un inconveniente pasajero. A su alrededor merodean algunos barcos que aún conservan sus velas, que todavía respiran con dificultad. La visión del horrísono fulgor les aterroriza, saben que pronto seguirán la senda de El Temerario. Saben que el mundo nunca volverá a ser aquel resplandeciente hogar de los airosos veleros, saben que el futuro estará cargado de altísimas chimeneas vomitando su poder, su hegemonía, su luz hecha de tinieblas refulgentes. Alfonso Hernando http://www.diariodeburgos.es/noticia/Z8B1122CF-B988-D20A- 1F9C435A37BD0F80/20130116/cultura/homenajeara/musico/francisco/salinas/v/centenario NOTA: Este texto es una variación sobre el cuadro de Turner (1775-1851) El Temerario conducido al desguace (1838) (Título original: The Fighting Temeraire tugged to her Last Berth to be broken up), con alguna alusión a otro cuadro del mismo autor: Lluvia, velocidad y vapor (1844) (Título original: Rain, Steam and Speed - The Great Western Railway).
  • 17. Página17 Maestro Cerezo, en Fanzara (Castellón) Maestro Cerezo, en la Llana de adentro
  • 18. Página18 Maestro Cerezo, en alguna parte Medianera CAB
  • 19. Página19 Arte urbano en Burgos, la cara B de la ciudad Aunque podamos pensar en los grafitis como algo moderno, perverso, irreverente, impensable en la época de nuestros padres («¡Antes esto no ocurría, menuda juventud!»), no hay que echar mucho la vista atrás para recordar flechas y corazones enlazando nombres en los chopos de Fuente Prior –por mencionar un parque-, mutilaciones arbóreas éstas que podríamos situar como rudimentarios precursores de los esprays y aerosoles. También he visto muchos tipos de inscripciones de diferentes épocas en las paredes enyesadas de iglesias y ermitas, aunque tal vez el grafiti más antiguo de la provincia de Burgos lo podríamos ubicar en la cueva del Puente de Ojo Guareña, cuando se documentó en sus oscuras paredes calcáreas una expedición de soldados romanos comandados por un tal Nicolavo en el año 235 de nuestra era: uno de los milicianos –tal vez fruto de un ataque de pánico- salió por patas y no alcanzó el final de la cueva, dudosa hazaña que quedó registrada; y es que no somos tan diferentes de estos antepasados nuestros que ya iban escribiendo en vertical. La ciudad de Burgos, y más concretamente el área de Gamonal, es territorio abonado para los grafiteros, que de forma legal o ilegal tienen ilustrados muchos metros cuadrados de paredes de lonjas, almacenes y viejos locales; las zonas más ricas en estas manifestaciones de arte urbano son las traseras del Parque Buenavista, el Parque de los Poetas, Lavaderos, la trasera del Florentino Díaz Reig… al igual que las fábricas en esqueleto de San Pedro de la Fuente, o las paredes de la calle Rivalamora, visibles desde la autovía. Cada cual tiene su opinión propia acerca de los grafitis, ¿arte o vandalismo? Muchos comerciantes, sin embargo, acuden a artistas urbanos para decorar sus establecimientos, en perjuicio de neones y cartelería ya pasada de moda, y hasta Arturo Pérez Reverte utilizó el leit-motiv del grafiti en una de sus últimas novelas, «El francotirador paciente»; no cabe duda de que el arte urbano cada vez genera más respeto, siempre que se emplee de una forma respetuosa, el verdadero problema es definir la delgada línea que separa los dos campos, el del artista callejero y el del vándalo con espray. Y es que en el libro del escritor murciano, ya se empieza poniendo el listón muy alto, cuando uno de sus protagonistas afirma eso de «si es legal no es grafiti»; un recorrido por el bulevar del ferrocarril nos enseña también esa cara B de la capital
  • 20. Página20 castellana, el mínimo resquicio de vivienda abandonada, puente de autovía o tapia de cemento (el entorno del Quinta Avenida, por ejemplo) es pasto de las firmas de grafiteros o tags: Arre; Reals; Toner; Boros; Skole; Lumis… son algunos de los más comunes en nuestra ciudad, además de las figuras consagradas, auténticos diseñadores gráficos, entre cuyas facetas también destaca la ilustración de murales. Entre estos últimos podemos destacar los nombres de Miguel Maestro Cerezo, artista gráfico burgalés afincado en Valencia, que entre otros muchos trabajos, ilustró una medianera en la calle San Isidro de nuestra ciudad, por iniciativa del Museo CAB; y también a Sebas Velasco (1988), con un largo currículum en premios en pintura al aire libre y exposiciones individuales y colectivas. Entorno del Quinta Avenida Los códigos de los grafiteros resultan desconocidos para la mayoría de los mortales, por eso hemos querido entrevistar a Miguel Maestro Cerezo, que empezó con esto de los grafitis con tan solo 15 años, entre las naves abandonadas de San Pedro y San Felices; Miguel opina que la popularización del grafiti para promocionar marcas o relatos de escritores famosos «era algo inevitable, ya que a todo el mundo le atrae lo salvaje, cada vez es más aceptado por la sociedad debido a corrientes como lo que llaman street art, y otros términos donde clasifican las acciones urbanas; al ser estas manifestaciones más poéticas y cercanas a la ilustración, pueden hacer que los viandantes se impliquen más, haciendo una lectura personal de lo que ven, sintiendo de esta manera una mayor cercanía a las obras». En cuanto a las motivaciones, «la gente que de verdad pinta grafiti, empieza mucho antes de entrar en la Universidad, el hecho de que muchos escritores [de grafitis] estudien
  • 21. Página21 Bellas Artes es un camino lógico para ellos. Pero las personas que empiezan a pintar a edades avanzadas, no duran mucho dentro del movimiento, ya que se trata de algo muy vocacional, fuera de modas. Tal vez actualmente, el enfoque mediático que está teniendo el grafiti, esté cambiando este rol». Cuando es preguntado acerca de los lugares prohibidos, Miguel nos explica que «el grafiti es salvaje, no tiene reglas, luego va la moral de cada persona y lo que cada individuo entiende como correcto o incorrecto, es todo muy relativo». Preguntado por el mediático grafitero británico, Banksy, lo compara con una marca consolidada, del estilo de Nike o Adidas, logos postmodernos, una etiqueta más. Finalmente, le pedimos su opinión acerca de la campaña Keep Britain tidy, cuyos portavoces identifican el grafiti con el vandalismo, Maestro Cerezo afirma que «ese tipo de preguntas sólo sirven para crear una polémica que no beneficia a nadie, creo que deberíamos centrarnos en intentar crear una gestión mejor de nuestras ciudades, que es donde habitamos y vivimos. Los ayuntamientos deberían de reajustar algunas de sus líneas de actuación: una buena gestión de grafitis (y de otras artes) hacen que la ciudad crezca; con el presupuesto de lo que cuesta una rotonda se podría gestionar un festival de arte para varios años, y la repercusión positiva que genera en el día a día hace necesaria una seria reflexión sobre este asunto». Tomamos buena nota, pues la sociedad no debe dar la espalda a este movimiento que está ahí, consolidado desde hace mucho tiempo, y que tal vez lo único que necesite es un cauce adecuado y ordenado para plasmar todos esos pensamientos, tan cercanos al cómic y a la poesía, una manifestación cultural más, pese a quien pese. Maestrocerezo.org Instagram: @cere86 Texto de Jesús Borro Fernández http://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_Borro
  • 22. Página22 Músicos en la archivolta central de la portada románica de la iglesia de San Pedro, en Miñón de Santibáñez
  • 23. Página23 PERO GARCIA BURGALÉS, UN TROVADOR DEL SIGLO XIII. Es imperdonable el ostracismo que ha sufrido la literatura medieval no escrita en castellano, bien por intereses culturales, históricos o políticos, lo que ha privado, al público en general, de innumerables, maravillosas y vitalistas composiciones escritas en árabe, hebreo, galaico-portugués, mozárabe, provenzal o catalán. La poesía medieval es otro reflejo más de las muchas culturas y reinos que coexistieron en la península ibérica, su variedad es asombrosa y fascinante, desde la refinada y voluptuosa poesía escrita en árabe -no sólo en época Omeya, sino también en la baja edad Media-, hasta la polivalente poesía en hebreo, navegando entre lo litúrgico y lo báquico, sin olvidarnos de la cultura trovadoresca que impregna la poesía en catalán o las despiadadas sátiras de la cantigas galaico-portuguesas. Dentro de esta infinidad de autores olvidados y poemas no escritos en castellano se encuentra un autor burgalés que vivió en el siglo XIII, llamado Pero Garcia Burgalés, posiblemente el poeta burgalés conocido más antiguo, y que compuso su obra en galaico-portugués. Pero, ¿qué llevo a nuestro Pero García a escribir en galaico-portugués? ¿Y por qué un siglo más tarde, otro burgalés, Alfonso Álvarez de Villasandino, continúa escribiendo en esta lengua? Hagamos un poco de historia. A principios del siglo XII, en la región francesa de Aquitania, al suroeste de Francia, surge una nueva poesía, escrita por trovadores, de gran perfección formal y de temática innovadora. El trovador, una especie de cantautor del medievo, componía la letra y la música de sus piezas, que bien eran cantadas por él mismo o por juglares. Las composiciones de los trovadores son sobre todo de temática amorosa, aunque también las hay morales y satíricas, haciendo gala de una extrema idealización de la mujer que responde a un código feudal, como es la relación señor feudal-vasallo, extrapolada en este caso a la relación amada-amante. La lengua en la que componían era en occitano o provenzal, y la moda rápidamente se extenderá por toda Europa, debido a la grandísima aceptación que en las diferentes cortes tienen este tipo de composiciones, lo que establece un continuo ir y venir de los trovadores aquitanos de reino en reino, y posibilita la aparición de nuevos trovadores en otros territorios alejados de Aquitania. A mediados del siglo XII la “nueva lírica” está establecida en Portugal, Castilla y Aragón y, sobre todo, en Cataluña. No cabe duda que el Camino de Santiago facilitó la llegada de trovadores franceses al oeste de la península, y la asimilación por parte de los autóctonos de las prácticas y la composición en occitano. Sin embargo, a comienzos del siglo XIII, los trovadores vinculados a los reinos de Castilla y León y Portugal comienzan a componer en galaico-portugués, extendiéndose dicha moda hasta el siglo XV. Sirva como ejemplo el rey Alfonso X, el cual utilizaba el galaico-portugués para sus composiciones líricas y el castellano para sus obras históricas. Pero Garcia Burgalés compuso sus cantigas a mediados del siglo XIII. Poco se sabe de él. Podemos afirmar que era oriundo de Burgos por su segundo apellido, práctica utilizada en la época para señalar el origen de la persona.
  • 24. Página24 Su actividad artística, y quizá política, se desarrolla en el círculo de trovadores cercanos a la corte de Alfonso X -monarca que protegió, alentó y cultivó las prácticas trovadorescas-, dato que extraemos de sus cantigas de escarnio y maldecir, las cuales se mofan de diversos personajes públicos de la corte alfonsí, como Fernán Díaz, o de otros trovadores de la corte como Fernando Escalho, Roi Quemado, o de “soldadeiras” –cortesanas cuyo oficio era el de cantar y bailar ante el rey, los cortesanos o aquel que pagaba sus servicios- como Maria Balteira o Maria Negra. Recientes estudios nombran a un tal Pero Garcia de Burgos como uno de los beneficiados en el repartimiento de tierras de Valencia (1238) y de Jerez (1264), efectuados por Alfonso X. El reparto de tierras conquistadas era una práctica frecuente que realizaban los reyes, de este modo se beneficiaba a personajes cercanos a la corona. Sería mucha casualidad que en la corte alfonsí hubiera otro Pero Garcia de Burgos que no fuese nuestro trovador, más cuando ésta se encontraba lejos de la ciudad del Arlanzón, por lo que podemos afirmar que se trata de nuestro autor. Además, por otro lado, una de las composiciones de Peo Garcia, en concreto una “tençon” –composiciones escritas recíprocamente por dos trovadores, donde alternativamente los trovadores desarrollan una cuestión, generalmente consejos de amor- parece estar coescrita con el mismísimo Alfonso X. En esta “tençon” Pero Garcia aconseja al “Senhor” –trato que se daba al rey- sobre cómo combatir los males causados por el amor; éste se lo agradece y le dice que pondrá en práctica sus consejos. Se conservan cerca de un millar de cantigas escritas en galaico-portugués, pertenecientes a ciento setenta trovadores distintos y que han llegado hasta nuestros días recopiladas en tres cancioneros: el Cancionero de Ajuda (escrito sobre el año 1280), y los cancioneros del siglo XVI conocidos como el Colocci-Brancuti y el de la Biblioteca Vaticana, ambos copias de un cancionero original del siglo XIV. Cincuenta y tres de esas cantigas recogidas en estos tres cancioneros tienen la autoría de Pero Garcia, siendo uno de los autores más fecundos. Lamentablemente no se conserva la partitura musical de las composiciones, aunque originalmente, como cualquier cantiga, la tuvieron. La temática de las cantigas de Pero Garcia Burgalés es la habitual en los trovadores galaico-portugueses. Podemos dividirla en tres bloques principales: cantigas de amor, cantigas de amigo y cantigas de escarnio y maldecir. Treinta y seis composiciones de Pero Garcia Burgalés son cantigas de amor. Se trata de poemas que recogen los principios de amor cortés, ya utilizadas por los trovadores provenzales. Generalmente hablan de amores no correspondidos, tratando a la mujer amada, como ya se señaló, como a un señor feudal que ejerce su poder sobre el enamorado. En los textos nunca se revela el nombre de la amada, dando así mayor pié a la idealización de la dama. Es reseñable un conjunto de cuatro cantigas de nuestro autor, conocido como “el ciclo de las tres damas”, en ellas Pero Garcia acomete la osadía de nombrar a tres mujeres -Joana, Sancha y Maria- dando a entender que una de ellas es el objeto de su amor, jugando al despiste, sin revelar cuál de las tres damas es en realidad. Estas cantigas son un fiel reflejo de la osadía del autor burgalés, de su creativa inquietud y búsqueda de originalidad; cansado de la convención –no se puede nombrar a la amada- va un paso más allá, rompiendo la norma sin transgredirla, nombrando a la dama, sin nombrarla. También son frecuentes las composiciones de Pero García, al igual que de otros autores, en las que se narra el dolor del poeta ante la muerte de la amada y las quejas a Dios por “habérsela arrebatado” al enamorado. En una de sus cantigas, muy atrevida y original para la época, muestra a un poeta destrozado por la muerte de su amada, de la cual culpa a Dios, maldiciéndole y renegando de su existencia, algo, si no extraordinario –pensemos en la poesía de los goliardos-, sí poco frecuente en la literatura medieval. También los cancioneros recogen del Burgalés dos “cantigas de amigo”. Las “cantigas de amigo” son composiciones que el trovador pone en boca de una mujer, la cual se lamenta del desdén, engaño o no correspondencia de su enamorado. Este tipo de cantigas beben directamente de la lírica popular, en forma y métrica, jugando con la repetición de versos y estrofas. Las “cantigas de escarnio” representan el tercer bloque habitual de la lírica galaico-portuguesa. Se trata de composiciones creadas para difamar, criticar o ridiculizar a algún trovador u otro personaje, bien haciendo hincapié en algún defecto, la falta de virtud, o la inclinación sexual del agredido. Podemos leer trece composiciones de nuestro autor, en ellas aparecen nombre de personajes vinculados a la corte de Alfonso X. Las “cantigas de escarnio y maldecir” de Garcia Burgalés son muy variadas, composiciones de alto contenido
  • 25. Página25 También los cancioneros recogen del Burgalés dos “cantigas de amigo”. Las “cantigas de amigo” son composiciones que el trovador pone en boca de una mujer, la cual se lamenta del desdén, engaño o no correspondencia de su enamorado. Este tipo de cantigas beben directamente de la lírica popular, en forma y métrica, jugando con la repetición de versos y estrofas. Las “cantigas de escarnio” representan el tercer bloque habitual de la lírica galaico-portuguesa. Se trata de composiciones creadas para difamar, criticar o ridiculizar a algún trovador u otro personaje, bien haciendo hincapié en algún defecto, la falta de virtud, o la inclinación sexual del agredido. Podemos leer trece composiciones de nuestro autor, en ellas aparecen nombre de personajes vinculados a la corte de Alfonso X. Las “cantigas de escarnio y maldecir” de Garcia Burgalés son muy variadas, composiciones de alto contenido erótico, difamaciones despiadadas, poemas jocosos... También se conservan dos “tençaos”, una de ellas, a la que ya he hemos hecho referencia, es la coescrita con Alfonso X; recordemos que el monarca castellano protegió las letras y las ciencias, incluso llegó a escribir obra lírica: las Cantigas de Santa María –cuatrocientos veinte composiciones, de las que se conserva la partitura, aunque se pone en duda su autoría en todas ellas- y medio centenar de composiciones profanas. La otra “tençao” fue coescrita con un tal “Lourenço” -probablemente un juglar portugués del que se conservan diez y siete cantigas-, en ella rivalizan ambos autores alardeando sobre el arte de trovar de cada uno. Para estudios más profundos sobre la estructura, versificación y análisis de sus cantigas indagar en las siguientes monografías: “Canzioniere (Poesie d’amore, d’amico e di scherno de Pedro Garcia Burgalés)”, de Simone Marcenaro, Edizioni dell’Orso, Alessandria, 2012; “Les Chansons de Pero Garcia Burgalés: Troubadour Galicien-portugais du XIIIe Siecle”, de Pierre Blasco, Fondation Calouste Gulbenkian, París, 1984. Es curioso que la obra de Pero Garcia Burgalés no esté impresa en castellano –salvo algún poema disperso en un par de antologías- y sí en francés e italiano. Para leer todas sus cantigas en galaico-portugués y leer una versión en castellano de las mismas consultar el siguiente blog: http://perogarciaburgales.blogspot.com.es Alejandro Britos
  • 27. Página27 Joana, dix'eu, Sancha e Maria eno meu cantar, com gram coita d'amor; e pero nom dixe por qual morria de todas três, nem qual quero melhor, nem qual me faz por si o sem perder, nem qual me faz ora por si morrer, de Joana, de Sancha, de Maria. Tanto houve medo que lhe pesaria que nom dixe qual era mia senhor de todas três, nem a por que morria, nen'a que eu vi parecer melhor de quantas donas vi e mais valer em todo bem; non'a quige dizer tant'houve medo que lhe pesaria. E pero mais tolher nom me podia do que me tolhe, pero m'hei pavor: tolhe-mi o corpo que já nunca dia éste, nem noite, que haja sabor de mim nem d'al! Que mi há mais a tolher? Nem vej'ela, que moiro por veer, que éste o mais que me tolher podia! E por aquest'eu viver nom querria, per bõa fé, ca vivo na maior coita do mundo des aquele dia que a nom vi, ca nom houve sabor de mim nem d'al, nem vi nunca prazer. E pois me vej'em tal coita viver, Deus me confonda se viver querria! Ca esta dona me tolheu poder de rogar Deus e fezo-me perder pavor de morte, que ante havia. VERSIÓN: Sufriendo por amor, dije en mi cantar Juana, Sancha y María, aunque no dije por cuál de las tres moría, ni a cuál de ellas amo más, ni cuál me hace perder la razón, ni por cuál de las tres muero, si es por Juana, por Sancha o por María. Tuve tanto miedo de afligirla que no dije cuál de las tres es mi señora, ni por cuál de ellas moría, ni cuál, de cuantas damas vi, me pareció más hermosa y con mejores aptitudes en todo. No se lo quise decir, tanto miedo tuve de afligirla. Y aunque no hay ningún obstáculo que me lo impida, me da miedo: me lo impide el cuerpo, que ya no hay día, ni noche alguna, que me gusten o agraden. ¿Qué más me lo puede impedir? No la veo, y muero por verla, que este es el peor impedimento. Y es por esto que no quisiera vivir, en verdad, pues vivo con el mayor sufrimiento del mundo, desde aquel día en que dejé de verla, que ya nada me gusta ni agrada, ni me place. Y puesto que en tal sufrimiento me veo vivir, que Dios me turbe si vivir quiero, pues esta dama me impide rogar a Dios y me ha hecho perder el miedo a morir que antes yo sentía.
  • 29. Página29 Nunca Deus quis nulha cousa gram bem nem de coitado nunca se doeu, pero dizem que coitado viveu; ca, se s'El del doesse, doer-s'-ia de mi, que faz mui coitado viver, a meu pesar, pois que me foi tolher quanto bem eu eno mund'atendia. Mais enquant'eu já vivo for, por en nom creerei que o Judas vendeu nem que por nós na cruz morte prendeu nem que filh'est de Santa Maria; e outra cousa vos quero dizer: ca foi coitado nom quero creer, ca do coitad'a doer-s'haveria. Ainda vos d'El direi outra rem: pois quanto bem havia me tolheu e quant'El sempre no mund'entendeu de que eu mui gram pesar prenderia, per bõa fé, dali mi o fez prender; por esto nom quer'eu per El creer, e quanto per El crive, fiz folia. E se El aqui houvess'a viver e lh'eu por en podesse mal fazer, per bõa fé, de grado lho faria! Mais - mal pecado! - nom hei en poder e nom Lhi poss'outra guerra fazer; mais por torpe tenh'eu quem per El fia!. VERSIÓN: Dios nunca amó demasiado nada, ni jamás se compadeció de pena alguna, aunque digan que vivió sufriendo; porque si Él hubiera sufrido, sufriría por mí, que muy a mi pesar me hace vivir angustiado, pues se ha llevado todo el bien que yo tenía en este mundo. Pero ahora, mientras esté vivo, no creeré que Judas lo vendió, ni que por nosotros murió en la cruz, ni que es hijo de Santa María; y otra cosa os quiero decir: no quiero creer que sufriera tormento, porque del tormento debiera dolerse. Aún os diré otra cosa de Él: todo lo que tenía, y todo lo que Él comprendió que me causaría grandísimo pesar, me lo arrebató; por ello no quiero creer en Él, y todo lo que creí en Él fue una locura. Y si Él estuviese aquí y yo pudiera hacerle el mal, en verdad, de buen grado se lo haría. Pero, desgraciado de mí, no tengo tal poder y no le puedo combatir; eso sí, por estúpido tengo a quien de Él se fía.
  • 30. Página30 Maria Negra, des[a]ventuirada! E por que quer tantas pissas comprar, pois lhe na mãa nom querem durar e lh'assi morrem aa malfada[da]? E num caralho grande que comprou, o onte ao serãa o esfolou, e outra pissa tem já amormada. E já ela é probe tornada, comprando pissas, vedes que ventuira! Pissa que compra pouco lhe dura, sol que a mete na sa pousada; ca lhi convém que ali moira entom de polmoeira ou de torcilhom, ou, per força, fica end'aaguada. Muit'é pera ventuira menguada, de tantas pissas no ano perder, que compra caras, pois lhe vam morrer; e est'é pola casa molhada em que as mete, na estrabaria; [e] pois lhe morrem, a velha sandia per pissas será em terra deitada. VERSIÓN: María Negra, desventurada, ¿por qué quieres comprar tantos nabos, pues no te aguantan en la mano, y languidecen así los pobres? Y un gigantesco nabo que compró, por la noche ya estaba pelado, y ahora tiene un nabo amuermado. Que de tanto comprar nabos se ha arruinado, ved qué infortunio, nabo que compra, a penas lo mete en su posada, poco le dura; y no muere de repente de neumonía o de cólico, o por desgaste, sino golpeado y magullado. Es mucha la mala suerte de perder tantos nabos al cabo del año, que los compra muy caros para que luego mueran en la húmeda posada donde los mete: en el establo; porque cuando muera la vieja loca, a causa de tantos nabos, sobre la tierra será arrojada.
  • 31. Página31 Tatuaje Trenes rigurosamente vigilados, esta es la novela que he empezado a traducir estos días. Siento el efecto benéfico del sol en mi espalda mientras oigo el chapoteo de los bañistas en el agua clorada. La hierba, a estas alturas del verano, está demasiado pisoteada; ese maltrato se hace extremo en las zonas de mayor tránsito, donde han aparecido calvas. Aquí en Zamora deben aprovecharse los meses de julio y agosto para disfrutar del calor. No me gusta nadar, pero sí leer el periódico y observar al resto de usuarios de las instalaciones municipales. No sé si lo he mencionado pero soy traductor de literatura checa (el único de Zamora y uno de los pocos de España). Mi madre era de Brno, por lo que el aprendizaje de la lengua no supuso ningún problema. Las moscas están insoportables esta mañana: quizás les atraiga la capa de crema extendida sobre la piel o tal vez barrunten tormenta. Todos los días, tumbado sobre la toalla, miro en derredor y comparo mi cuerpo con el de los que me rodean. Como nunca he hecho deporte no tengo los músculos desarrollados y mis piernas son demasiado delgadas si las comparamos con el tronco. De lo que más me avergüenzo es de mi pecho de pezones apuntados, una anomalía ―así lo veo yo― que me dota de un aspecto andrógino. Podría recurrir a la cirugía plástica, pero los quirófanos me aterran y el sueldo de un traductor no da para mucho. La veo. Viene hacia aquí. Es la chica que trabaja como auxiliar en la farmacia del barrio. Nunca la había visto por la piscina. Lleva un bañador de lycra de color pistacho que a duras penas contiene sus mollas (me atrevería a afirmar que su obesidad raya lo mórbido, aunque ella camina con total despreocupación y puede que hasta con coquetería). Trato de ocultarme tras El Mundo, en concreto la sección de Internacional, si bien la maniobra resulta inútil pues se encamina resuelta hacia mi terreno. ―Hola ―saluda mientras extiende su toalla paralela a la mía. ―Hola ―musito. ―Qué blanquito estás. ¿Usas un factor de protección adecuado? En la farmacia… ―Cincuenta, un cincuenta ―respondo colocando el periódico sobre mis mamas. He de reconocer que el trato con ella es, como mínimo, semanal, ya que soy un consumidor compulsivo de aspirinas. Durante años mi padre me inculcó que el ácido acetilsalicílico
  • 32. Página32 resultaba la panacea más barata y me convertí en un adicto. Sé hasta su nombre: Rosita. Mientras la observo de reojo pienso que me vendría bien una dosis de su falta de complejos, de su desenvoltura, puesto que soy un tipo atenazado por ellos: puedo pasarme media hora delante del espejo modificando mi peinado o cambiando una camisa por otra. Mi exmujer se desesperaba ante mi carácter irresoluto. Menos mal que, pese a su genio volcánico (ese tipo de volcanes sorpresivos que explotan cuando ni siquiera han mostrado fumarolas previas), era de buen conformar; ambos estábamos centrados en el trabajo ―ella también es traductora― y vivíamos en un apartamento chiquito con un gato siamés. Contemplando a Rosi mientras extiende el protector solar por sus hombros me viene la imagen de mi ex: seca y fibrosa de cuerpo, de manos grandes y hermosos ojos dorados. Tenía algo de hombruno (le encantaba mi pecho afeminado), sensación que afiancé cuando, al poco de separarnos, se echó una novia. No he vuelto a verla desde entonces (tampoco al gato). Son las dos. Por los altavoces una voz estridente ruega que el usuario fulano de tal salga a la calle para retirar un vehículo modelo A de color B y con matrícula C que se encuentra mal aparcado (me alegro de no tener coche). El sol aprieta. Un mocoso llora porque quiere un polo de fresa y su madre le dice que nones (me alegro de no tener hijos). Un sesentón de pellejo amojamado no quita ojo a dos quinceañeras que juegan bajo la ducha sabiéndose vigiladas (me alegro de… no me alegro de nada, que tengo cuarenta y siete tacos, pronto superaré la cincuentena y no tardaré en tener la edad de ese mirón). Dirijo la vista a Rosi, echada boca abajo sobre la toalla como un cetáceo varado en la playa ―qué malo soy― y descubro el tatuaje de una araña en uno de sus omoplatos. También hay unas letras mayúsculas debajo: SAZ. La araña es negra, con unas llamativas manchas rojas en lo que presumo es el abdomen. ―¿Y ese tatuaje? ―pregunto. ―¿A que es bonito? ―Rosi levanta la cabeza y sonríe―. Me lo hice la semana pasada. Es una viuda negra. ―¿No es una especie mortal? ―La que habita en la región mediterránea no lo es. ―¿Y esas letras? ―Sociedad Aracnológica Zamorana. Nunca sospeché que en Zamora hubiese personas interesadas en las arañas. En mi casa aparecen cuando presagian la lluvia. Entonces me dedico a perseguirlas con saña (de ahí que me diera repelús contemplar aquel tatuaje tan realista). Continué charlando con Rosi hasta las dos y media. No sé por qué pero decidí invitarla a una ración de chopitos regada con cerveza. La comida se prolongó, pues mi acompañante tenía buen apetito. Cuando terminó el helado de tres bolas ―nata fresa y vainilla― se sintió satisfecha y me dirigió una mirada maternal. Consideré que sería grato dejarse abrazar por tanta carne. ―La araña, ¿es macho o hembra? Rosi desencajó su trasero de la silla de aluminio y rebuscó en un bolso enorme de color fucsia. ―Es una hembra ―respondió mientras sacaba un paquete de cigarrillos y un encendedor de gasolina―. Los machos son bastante
  • 33. Página33 más pequeños. Lo llaman dimorfismo sexual. Al cabo de una semana estábamos caminando por las calles de Zamora cogidos del brazo, y es que las mujeres con conocimientos científicos me pueden. Una vez que intimamos, mi pareja me confesó que la SAZ estaba compuesta por un solo miembro: ella. Le sugerí que hiciese propaganda en la farmacia pero me dijo que nadie llevaría al local una araña para que la identificara (a lo sumo los parroquianos, durante la temporada de setas, le traían ejemplares dudosos para que les evitara una indigestión o algo más grave). Decidí sumarme a la asociación sin saber que Rosi había redactado estatutos, uno de cuyos artículos ―el primero por más señas― exigía que todo miembro debía lucir el tatuaje de un arácnido (por fortuna no especificaba en qué parte del cuerpo). Cuando supe esto ya había firmado el contrato de adhesión (mi recién estrenada novia era muy protocolaria) y la vuelta atrás supondría un deshonor y a buen seguro una ruptura. Estuve unos días consultando el libro que Rosi me prestó, una suerte de enciclopedia de las arañas con fotografías explícitas. En ocasiones, cuando rozaba con las yemas de los dedos esas fotos, temía que en cualquier momento uno de aquellos bichos saltara del libro a mi mano y me clavara sus quelíceros venenosos. Elegí por fin el macho de la viuda negra, por contemporizar con Rosi, y me resigné a que el tatuador inyectara tinta en la epidermis de mi omoplato izquierdo, donde no podría ver el resultado por mucho que torciera el cuello (de propina añadió las tres letras consabidas). Antes, con la aguja aún en la mano, me preguntó: ―¿Estás seguro de que quieres tatuarte este bicho? Asentí. ―Con el tiempo hay gente que se arrepiente del dibujo, sobre todo los más jóvenes y los que escogieron el nombre de su pareja de entonces. ―Tengo cuarenta y siete años y mi pareja actual no es una araña ―respondí con ironía―, así que adelante. Pasaron los meses. Yo me sentía cada vez más atraído por Rosi a medida que mis complejos iban desapareciendo en su compañía. Sin embargo algo me preocupaba, pues de un tiempo a esta parte sufría una pesadilla recurrente: el tatuaje de la espalda crecía, extendiéndose por mi piel y confundiéndose con mi organismo hasta que yo y el macho de la viuda negra éramos uno. En ese instante me despertaba sobrecogido y me palpaba la espalda con dedos frenéticos. Permanecía despierto entre las sábanas hasta el amanecer, pues ya no lograba conciliar el sueño; entonces me levantaba y desayunaba un puñado de copos de maíz en un tazón con leche caliente; luego me dedicaba a traducir sin pausa hasta el mediodía, momento en que me encaminaba a la piscina para encontrarme con Rosi. También empecé a obsesionarme con el inicio de una narración de Kafka, esa en la que Gregorio Samsa, el joven protagonista, despierta convertido en un insecto monstruoso. Por mi pareja sabía que las arañas no son insectos, pero esa diferencia biológica no me tranquilizaba. Me estoy acercando al final de la historia (y de mi vida). Esta mañana he despertado ―como temía― transformado en una araña monstruosa,
  • 34. Página34 un macho de viuda negra a escala humana. Tumbado boca arriba en la cama, mis cuatro pares de ojos a duras penas distinguían el movimiento aún torpe de mis ocho apéndices articulados o patas. Cuando hube recorrido la casa y devorado las arañitas que encontré a mi paso salí al jardín. Del seto de boj partía un hilo de seda en dirección a la farmacia (recordé que se me habían terminado las aspirinas). Durante el trayecto he tenido suerte: los viandantes mostraban tanta indiferencia hacia mí como los personajes de La metamorfosis hacia el pobre Gregorio Samsa. Acaso pensaran que yo era un nuevo reclamo publicitario de algún videojuego o el concursante exótico de un reality show, dada la dificultad para sorprender a los telespectadores de nuestros días a que se enfrentan los profesionales de televisión. No obstante, ante la posibilidad de que algún ama de casa arrojase una manzana sobre mi prosoma, he optado por caminar sobre la fachada de los edificios, a unos cinco metros del suelo. Me he mareado un poco pero pronto he alcanzado la puerta de la botica, casi tapada por innumerables hilos de seda. Me empujaba el instinto (la llamada de lo salvaje, que dice un anuncio de perfume). Sé que ella está al fondo del embudo de telarañas que conduce a su santuario. Tan gorda. Tan amorosa. Y con esas manchas lujuriosas en el opistosoma, tan coloraditas. Advierto que actúo de forma mecánica, sin que la voluntad humana rija mis acciones; supongo que los nuevos genes me han preparado para la ceremonia del cortejo, harto complicada, todo hay que decirlo. Debo acercarme con tiento y atarle las patas ―simbólicamente― con un hilo rizado. Por lo demás la suerte está echada: tras el apareamiento seré devorado por Rosi y la Asociación Aracnológica Zamorana volverá a ser un club unipersonal. Si ya lo decía yo, que solo llevan tatuajes las fulanas, los presidiarios y demás ralea, toda gente de mal vivir y peor acabar. ¿Quién ha visto a un traductor de checo (y de alemán) tatuado como un marinero? Ay, el amor, que todo lo puede. Bésame con tus mandíbulas, bomboncito de café. Ignacio Galaz http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_G alaz_Ballesteros
  • 35. Página35 Él, pronombre personal No era errante, aunque errase por los rastrojos y prados de su pueblo, pastoreando sus ovejas, allá en la Ribera, entre su pueblo, Moradillo de Roa, y el pueblo de su madre; ésta nació en Castrillo de Duero, donde vio la luz “El Empecinado”. Él sólo conocía sus entornos físicos y humanos; no aprendió a leer en los libros, pero sí en su vida, aunque ésta se la gobernaron, en parte, por la imposición de ciertas vicisitudes ajenas a su dignidad; quizá deseó ser insumiso y no supo cómo, aunque la idea libertaria hurgase en su cerebro mientras intentaba trazar su camino. Su historia es tan sencilla como la llaneza que siempre mostró; no obstante, cuando comenzaron las letras a moldear, éstas en voz de Margarita, el pensamiento de Él, éste supo pensar por libre. Él no quería ir a la guerra de Cuba y no sabía cómo negarse; pero cuando pesaba sesenta y cinco kilos de buena salud lo metieron en el barco que surcó hacia la isla caribeña. ¿A quién tenía que defender Él? ¿Quién protegería sus humildes intereses que dejó junto al camino? Preguntas sin respuestas que tal vez se hizo antes de partir. A su retorno, hecho milagroso en las voces de su pueblo, ÉL pesaba cuarenta y cinco kilos de mermada salud. Algo le sorprendió en su pueblo, cercano a Roa. Tal vez los adobes ya no se hacían con el mismo barro, o sus ovejas ya no lo reconocían. Decidió venirse a la ciudad con el final del siglo diecinueve metido en el calendario. En sus bolsillos trajo la herencia de una tía materna; gracias. Cuando el alcalde de Moradillo le preguntó la causa de su exilio Él respondió con esta frase: “Aunque viera quemarse el pueblo me subiría al pico Ajares para verlo arder; pero no bajaría a echar una herrada de agua. Nunca tornó a su pueblo. No obstante, aquí en la ciudad, siempre fue hospitalario con su familia y cualquiera que llegase desde la vega raudense. En su casa siempre había caldo y lecho altruistas para el transeúnte menesteroso. Conoció a Margarita y ésta le concedió el Sí. Primero en el barrio de Las Huelgas, después en el camino del Polvorín de Santa Ana, y, definitivamente, en la finca que adquirieron en las afueras de la ciudad, junto a la carretera de Roa, como si alguna añoranza invisible enfilase la senda hacia sus raíces. Mientras los hijos iban llegando Margarita leía para Él, la prensa diaria o algún libro. Él escuchaba atento mientras extraía la riqueza de las ubres ovinas, y de vez en cuando izaba su cabeza para
  • 36. Página36 observar el perfil de Margarita, proyectado por la luz de un candil sobre la pared del aprisco; ella era una sombra vestida de negro, con ademanes tiernos y cierta sabiduría. Él gozaba aquella silueta, y en un susurro le decía: qué pena, en las sobras no se reflejan las sonrisas. Como la necesidad era mayor que la economía Él se ajustaba, entre tiempos de labor propia, con sus caballerías y su carro; solía transportar carbón desde la estación ferroviaria a la fábrica del gas en el Barrio de Gimeno; más tarde entró a formar parte de la plantilla productora de gas. En la prensa del día cinco de abril de mil novecientos uno salió la noticia siguiente: El cargador Valentín se cayó de un vagón y resultó con fuertes contusiones. Cuando Margarita le leía la prensa, mientras Él se recuperaba, la mujer exclamó: ¡Qué casualidad...! El mismo día que te caíste del vagón, Valentín, el gobernador civil declaró la necesidad de expropiar tierras en tu pueblo; dicen que harán una carretera entre Fuentecén y Pardilla. Cien años después el mismo diario lo evocaba en las efemérides. Su hijo Ricardo recortó la noticia con el empaño de la mirada. Probablemente aquella caída y la casualidad de las expropiaciones, unidas al agravio físico y psíquico que se trajo de Cuba, dejaron a Valentín en un permanente dolor corporal y la pesadumbre de verse con su integridad física sesgada. Pastoreaba su rebaño por los términos de la Hijosa o cercanías de Villargámar. Pero su loma preferida era lo que se denomina alto de San Zoles. Él decía que es el mejor punto para disfrutar todas las perspectivas de la ciudad de Burgos; mejor, incluso, que lo que se llega a percibir desde el castillo que se le enfrenta. Lo he comprobado infinidad de veces y es verdad. He podido recrearme, desde su memoria, la línea del río Arlanzón que avanza hasta la vista más hermosa ofrecida por la catedral, y que se puede ver el curso de sus aguas desde Ibeas de Juarros por el este hasta su alejamiento por el oeste entre Tardajos y San Mamés. En este alto de San Zoles, donde hoy se planta una gran torre de comunicaciones, Valentín, Él, se llenaba con todos los acontecimientos ciudadanos. Abajo, en lo más cercano, los trenes transitaban igual que siempre: con el retraso ya normalizado. Hoy sólo nos queda el hangar y la memoria de la antigua estación, aquella anterior a la que ahora se hunde poco a poco entre los desvíos, surgidos éstos sin cambios de agujas metafóricos. El último día que subió a dicha loma, quizá con la ilusión de ver a su hija mayor que partía en el tren correo para dirigiese a su casa en Estepar, o Estépar según la pronunciación popular, a Él se le clavó el horror. Ocurrió el día veinticuatro de marzo de mil novecientos treinta y tres. Probablemente dejaba correr las ideas por el recuerdo, su empeño por llevar a sus hijos, cuando eran bebés, a bañarlos con el vapor de las locomotoras, por aquel dicho popular que ensalzaba tales prácticas y que protegían a los niños de la tos ferina. De pronto Valentín vio que un hombre corría, sorteaba los rieles bruñidos por el sol, y se veía con claridad que la intención de aquella persona era llegar hasta el altozano donde Él se hallaba oteando. Enseguida reconoció en quien huía a su hijo Teodosio, el hombre que había demostrado su insumisión a la milicia, en dos ocasiones; el mismo que fue llevado entre dos mosquetones al cuartel de artillería; aquél hombre que se declarase
  • 37. Página37 sin banderas ni fronteras, ni cruces, ni medias lunas; el mismo que se enfrentó a los poderes; aquél que engañó al coronel del regimiento donde lo obligaron a abanderarse. Sí, lo engañó: solicitó un permiso para casarse y la autoridad militar se lo concedió: Teodosio nunca se casó, le sobraban los papeles y las armas. Sí, aquella era la persona que siempre llevaba sus ideas desarmadas. Valentín distinguió que su hijo corría alocadamente, y también pudo discernir que lo perseguía una bala de máuser. Horrorizado, vio abatir a su hijo junto a los manantiales que entonces surtían al monasterio de las Huelgas. El certificado de defunción que entregaron al padre y que leyó la madre dice así: muerte por hemorragia cerebral ocasionada por disparo de arma de fuego. En ningún momento les informaron de quién disparo el fusil ni las verdaderas intenciones del tirador, aunque los rumores decía que fue un disparo al aire. El silencio de Valentín lo decía todo, su mirada torva hacia el infinito delataban su dolor, el sufrimiento de su salud y la pena de su corazón. Pero al destino de Él, negado por su pensamiento, no le parecía haber ofrecido, todavía, suficientes agravios al hombre. Él dejó de pastorear sus ovejas por aquella loma, túmulo que para Él simbolizaba la muerte, lugar de paso para otras gentes que Él agradecía cuando, desde su ventana, observaba en la memoria. Evocación que oscurecieron las tropas nazis venidas en ayuda de los golpistas contra la segunda República Española. Los soldados germanos profanaron la dignidad del aquel monumento simbólico para Él. Allí, los alemanes, colocaron unos cañones antiaéreos; y por si ésta era corta ofensa, el alto mando del regimiento se acercó a la casa de Valentín y le requisaron las dos mejores habitaciones. Los vehículos auxiliares los escondieron bajo los frutales que Él cuidaba con esmero y sobre los surcos que esperaban las hortalizas. La famosa disciplina de aquella milicia les fue impuesta con disimulado “respeto” y vigilancia astuta, continua. Cuando había amenaza de bombardeo sacaban a toda la familia de la casa; a Valentín en angarillas. ¿Qué salud le podía quedar ya a Él después de tanto agravio? Pocos años después se despidió con estas palabras: Me secuestraron la vida para anticiparme el deceso. Y la causa de ello, Margarita, está en la falsedad de esas palabras, inventadas por el poder para mantener su imperio; sí, esas palabras malévolas que salen en los periódicos que lees: patriotismo, bandera, milicia, guerra..., contra la naturaleza humana. Luis Carlos Blanco Izquierdo http://www.editorialdossoles.es/C_01_ 30.htm
  • 38. Página38 En Plaza Roma En parque de los Poetas
  • 39. Página39 Esperando a la reina Me llaman Alonsillo, tengo catorce años y soy de Villatoro, el casal de ahí mismo, ¿lo conoce usted? Cuatro casucas tiene como aquel que dice y otras tantas tenadas donde personas y animales compartimos la existencias. El paseante conoció a Alonsillo, pasado el verano de aquel año memorable de 1170, durante uno de sus paseos por el cerro de san Miguel. El zagal pastoreaba su hato de ovejas cuando se le acercó para enhebrar una conversación superflua de jubilado. Era un muchacho alto y talludo para su confesada edad y no debía de llevar mucho tiempo en el desempeño del solitario oficio de pastor que suele imprimir un rictus de saturnismo en quien vive días y días en la más completa soledad. Su mirada era limpia y su gesto risueño, si bien sus ojos se movían en la conversación de manera inquieta y huidiza como los de las alimañas. En casa somos cinco: mi padre, mi madre, mi hermano, mi hermana Blanquita, de pocos meses, y yo… Mis padres trabajan para el señor como bien comprenderá; mi padre en el campo todo el santo día pues cuando no tiene que faenar para el señor ha de atender los dos pegujales que se le permite cultivar en propiedad. Mi madre ahora no sale a las tierras por aquello de cuidar de la niña y porque además es la nodriza de la pequeñína que ha parido la señora que vive en Burgos. Cada día tiene que estar yendo y viniendo. La señora dice que no debe hacer nada para que dé leche abundante y buena. De vez en cuando mi madre trae cosas de comer que le da la señora, almojábanas, hojuelas o buñuelos, que mi hermano y yo hurtamos para gozarlas a escondidas. Qué buena leche debe de dar mi madre con tan deliciosos alimentos, me digo, para que la pequeña de la señora salga una niña robusta y guapa y de paso también nuestra Blanquita. De manera que entre unas cosas y otras ahora hay mucho más que hacer en casa y en el campo, y solo somos dos, mi padre y yo porque mi hermano como dicen que es tonto y él, yo creo, se lo hace más todavía para aprovecharse, anda todo el día de acá para allá matando moscas. Alonsillo no baja la cabeza ni habla poco como sería el caso de un joven solitario. No se le ha ido todavía de los ojos esa franqueza propia de quien está a punto de ser ganado por la malicia, impronta que el tiempo tornará en granujería en unos, cinismo en otros y en unos pocos en desvergüenza. Bajo su nariz y sobre sus labios que emanan cierta sensualidad, un reguero de pelusilla apunta ya a la pubertad. La cosa fue que como seis meses antes ya se hablaba en el poblado del gran acontecimiento que se iba a producir. Al regresar del campo todas las
  • 40. Página40 conversaciones a la hora de encerrar las ovejas eran siempre sobre lo mismo: que llegaba la nueva reina. Al principio casi nadie daba este rumor como cierto. Luego siguieron llegando más: que la reina se llamaba Leonor y que era una niña todavía. Cuando se supo que era rubia y muy guapa e hija de unos reyes que reinaban en un poderoso reino lejano, los vecinos se demoraban en sus conversaciones a la luz de los candiles y ponían caras de admiración o de asombro. Alonsillo tiene el pelo largo y algo enmarañado a causa del sudor y de la suciedad. Nos encontramos a finales de octubre y sigue todavía el tiempo seco del largo verano, de manera que el zagal tiene la cara tan renegrida como los brazos que son extremadamente delgados pero duros como alambres. Viste una camiseta color crudo, debe de ser de cáñamo, llena de agujeros y unos calzones raídos de estameña marrón que le llegan hasta las rodillas. Cubren sus pies bastas sandalias de cuero cerradas, cuyas correas atadas a la canilla le sujetan los anchos piugos con que defiende sus piernas de las pequeñas agresiones inferidas por espinos, aulagas y otros arbustos ásperamente secos con los que tiene que vérselas a diario. De pronto un día la llanada del cerro se llenó de gente y empezaron a surgir tiendas de campaña por todas partes. Los soldados me dijeron entonces que no me acercara por allí con mis ovejas. Casi al mismo tiempo unos vaqueros trajeron al pueblo una manada de toros y cabestros y los encerraron en la cerca donde suelen encerrar los caballos que de vez en cuando el señor manda comprar a los tratantes de las ferias. “Son para los festejos que se van a celebrar en honor de la nueva reina”, dijeron los vaqueros. Entonces supimos con absoluta certeza que la reina niña estaba al caer. La noche que alcancé el caserío y oí decir que la comitiva real había llegado a Soria, la gente andaba loca de impaciencia. Todos, hombres, mujeres, viejos y chicos se relamían por el espectáculo que iban a presenciar: la pequeña reina Leonor, según decían, venía con un gran séquito y mucha riqueza. Le pregunté a mi padre si yo podría ir también pero mi padre, hombre seco donde los haya, me dijo que no podía dejar el ganado encerrado en la tenada: las ovejas no entendían de fiestas y tenían que comer todos los días. A mí, solo de ver lo animado que andaba todo el mundo, me entró mucha pena porque yo no podría hacer lo que harían todos, parientes y vecinos ¿Por qué tenía que ser diferente a los demás y pasarme todos los días del año en el campo sin poder ir a ninguna otra parte? Me sentí tan desgraciado que no hacía más que maldecir mi suerte y odiar el rebaño. Como Alonsillo está reviviendo su frustración reciente, sin duda la frustración más sentida de su corta vida, tunde con el largo cayado el primer arbusto que se le pone delante, o le atiza a una piedra, o simplemente lo blande haciéndolo zumbar en el aire. Debe de ser de madera de fresno o de aliso, imperfectamente descortezado pero con un lustre que le hace resplandecer uniformemente como si fuera una espada. Al zagal no le importa que el paseante, un extraño al fin y al cabo, esté delante presenciando sus demostraciones de furia contenida por verse condenado al oficio de pastor. Con esa tristeza me dormí esa noche. Recuerdo que soñé con una mariposa de bonitas alas azules pintadas de púrpura. Me pareció tan hermosa que corrí tras ella. Entonces inesperadamente hizo una pirueta en el vuelo y fue a posarse sobre mi hombro. Intenté cogerla
  • 41. Página41 pero ella me dijo: “¿Para qué quieres cogerme? Me desharías el vestido; todo su colorido quedaría entre tus dedos. Simplemente he venido a decirte que no te preocupes por si mañana no puedes ver a la reina. Me manda ella decirte esto: algún día me verás y me tendrás cerca para poder admirarme”. Este sueño sin embargo ni me consoló ni me llevó a renunciar a mi propósito. La cosa fue que al despertarme como no quería perderme por nada la gran fiesta, se me ocurrió una idea que en aquel primer momento tuve por afortunada. Le dije a mi hermano, un año menor que yo, que me acompañara, que íbamos a cazar un gazapo de los que a él tanto le gustan. Cazar un conejo no resulta difícil en cualquier punto del cerro. Como usted habrá observado están por todas partes y yo, la verdad, señor, no los tengo mucho aprecio por aquello de que hacen la competencia a mis ovejas comiéndose la hierba. Así conseguí convencer a mi hermano para que viniera conmigo. Se quedaría un rato a cargo del ganado mientras yo me acercaba al castillo. Alonsillo se pasa el palo por detrás de su cabeza y lo utiliza como percha de sus brazos de alambre mientras sus ojos se van cerrando contagiados por el embrujo de los recuerdos de aquella tarde setembrina… El paseante, que se ha fatigado para coronar el cerro, las piernas cada vez más reticentes a obedecer, no puede por menos que enfrentar a la imagen del zagal la de aquel que fue él cuando tenía su misma edad, también campesino, también la piel tatuada por los soles de agosto, hasta evocar las mismas esperanzas ante la vida que se acerca y el mismo revolotear de proyectos ante el mundo lleno de alicientes que le espera. Sucederá con su vida, su tiempo de gozar y sufrir, lo que el azar quiera que suceda. Guié las ovejas hacia la vega hasta el pie del cerro, a espaldas del castillo. Por lo menos oiría los clarines anunciando la entrada de la gran comitiva en la ciudad. Al mediodía tuve la suerte de que hacía calor y las ovejas no parecían tener muchas ganas de seguir triscando. Apenas se moverían, me dije. Así que crucé el cerro hasta avistar la ciudad por el este. No hacía falta adivinar por donde llegaría la reina Leonor. Todo el itinerario estaba marcado por un gentío endomingado que se apiñaba a ambos lados de la ruta. Esperé sentado a la sombra de un rublo y de vez en cuando me daba la vuelta para ver qué hacían las ovejas y qué hacía mi hermano. No había peligro de que hicieran daño. No había sembrados ni había huertos por allí. A veces, qué poco le cuesta a uno ¿verdad, señor? ver las cosas pintadas con el color de su conveniencia. De pronto allá a lo lejos divisé una gran nube de polvo. Aquel debía de ser el séquito de la reina niña. Sí, porque al instante las campanas de todas las iglesias se pusieron a tocar desaforadamente. Qué algarabía y qué espectáculo, señor… Nunca había visto ni vería en mi vida algo semejante. La gente empezó a gritar y a dar vivas a la reina. Las ventanas estaban engalanadas y llenas de gente lo mismo que las calles. Muchas mujeres y niños llevaban ramos de flores para arrojarlos al paso de la niña Leonor. Cuando la polvareda se fue acercando empecé a distinguir a los jinetes y los carruajes, y ya me olvidé de mis ovejas por completo y de mi hermano. Fue como un sueño maravilloso. Soldados y más soldados, algunos de los cuales supe luego que eran soldados gascones. Hombres que parecían gigantes de aspecto oscuro sobre grandes caballos oscuros. Y príncipes y caballeros y obispos ricamente vestidos sobre caballos aparatosamente enjaezados. Y muchas damas hermosas, ataviadas con lujo sobre carruajes engalanados y una tropa
  • 42. Página42 de juglares de plaza y camino que parecía una hueste de tantos como venían. Unos hablaban con la gente y la hacían reír con sus gracias mientras otros ensayaban mil piruetas y contorsiones… Y luego más soldados y mucha más gente que los seguía entre música variada y resonar de tambores. Puedo decirle, señor, que soy un hombre afortunado por haber visto llegar a la reina niña. Cuando cruzó el puente de Santamaría venía montada sobre un caballo blanco junto al rey Alfonso. Este cabalgaba sobre otro, negro zaino, que de puro lustroso rebrillaba como si fuera también blanco. Sendos palafreneros colgaban de las bridas. Apenas pude distinguir la cara de la reina niña. Traía la cabeza cubierta con un velo del mismo color del que tenía el cielo aquella tarde, un azul levísimo. Después, los soldados dieron una batida por los alrededores del castillo y tuve que marcharme. El paseante comprueba por doquier las huellas del reciente asolamiento. La vegetación no se ha recuperado todavía de la gran fiesta que tuvo lugar aquí a principios de setiembre. Sin las numerosas tiendas de campaña que se levantaron para dar techo a un buen número de invitados, sin embargo, permanecen las mataduras negruzcas de las muchas fogatas que se prendieron. Comer, beber, cantar y bailar al son de flauta y pandereta hasta las tantas de la madrugada durante los días de celebración de la boda regia… Con razón las ovejas no se centran en el pasto y tienden a la movilidad y a la dispersión. Pero el pastor, en un alarde de competencia, las va conteniendo con la energía de sus exclamaciones que ellas parecen entender a la perfección, o con la autoridad del largo cayado. La cosa fue que cuando volví a buscarlos, el rebaño estaba comiéndose un berzal, allá cerca del caserío. ¡Ah esa machorra, la Juana!, un día la mato, que es la incitadora, la que lleva siempre a las demás a salirse de madre… Y mi hermano, ¿dónde estaba mi hermano? Total que después de sacar las ovejas del huerto, tundir a la Juana y alejarlas lo más deprisa que pude de allí para que no sospecharan si es que nadie las había visto metidas en el huerto, empecé a buscar a mi hermano hasta que lo encontré durmiendo no muy lejos de donde le había dejado. Tengo que decir que nadie se enteró del desafuero, cosa que para mí fue un milagro que debo a Nuestra Señora del Valle o quizás al favor de la pequeña reina. De verdad se lo digo, señor, que para mí es ya como una santa que vela por la gente como yo… Desde aquel día no he podido llevar mis ovejas a otro sitio que no sea este cerro, donde estoy seguro volveré a verla, como me prometió la mariposa de mi sueño. Mire, señor –apunta Alonsillo de pronto con su largo palo hacia el puñado del reses-, la Juana es esa ovejona ojinegra que va la primera que parece la mandamás y que nunca se cansa de comer, como si tuviera un agujero en el buche. Félix J. Alonso Camarero http://poemasporciudadjuarez.blog spot.com.es/2012/08/felix-j-alonso- camarero-burgos.html
  • 44. Página44 Arts. Proyecto 4 En casa él no bien. No sabe por qué tanta agua cuando solo. Y por qué sube. Él casi ahoga mientras jodido esqueleto lirón mueve milímetro a milímetro por techo sala. ¿Qué busca? ¿Por qué comunica risrisss? Él no siente bien y risrisss no. Por eso calla. Y piensa ganas meter cabeza en cubo mierda y tomar por el culo. Solución buena aunque él opta salir. Donde sea. Fuera casa. Busca gente. Mucha. Igual en séverlasaC. SéverlasaC distinto. Recuerda juego Narcopoly ahí. Niña doce años coletas lazo azul cielo tumbada en espacio imitación desierto imitación vertedero. Cabeza cortada motosierra. Manos cortadas altura muñecas. Juego qué hacer para romper ángel doce años. Para añadir humillación a humillación metida por ano pobre niña. Juego también dejar huesos blancos blancos. ¿Cómo? En séverlasaC hoy concierto. Grupo formado una persona. Patillas barba roja cara; patillas piernas. Pero no enano; solo casi enano. Y cabezón. Toca él solo contrabajo batería saxo filarmónica y cosa rara con alas de puta rosa. Un instrumento cada vez. Y no música. Ruido. Coge contrabajo pasa arco por cuerda sol —o por otra— y dice cerrad ojos imaginad. […] Él imagina cigüeña manos Sumo-man cuando Sumo-Man estrangula cuello. Escucha sonido justo antes dedos rompen tráquea pobre ave viajera niños París. Uhhhh escalofrío él. Uh uh. Por eso abre ojos para ave canguro desaparece. Y desaparece. Y descubre músico artista casi enano desnudo buen humor. Jajá. Desnudo y loco porque patillas abiertas justo debajo foco dos mil vatios (w) que debe calentar mucho cojones. Ay ay ay ay. Si no quita pelos blancos huevos inflados olor chamusquina. Si no quita huevo morado mala pinta. Mala mala. Él se acerca foco por comprobar si color morado efecto luz pero Enano mete hostia en dientes y eso no gusta. Eso mosca joder aunque con brazo enano tamaño gigante él levanta hombros pasar. Luego gente ríe jajá y él ríe jajá. Después tira suelo a sí mismo coge cabeza contener sangre boca-nariz e increíble pasa porque justo momento ese Momento Chica. Chica no sueño/alucinación. Chica Real. Y curioso Chica resulta familiar. ¿He visto antes ya?
  • 45. Página45 Igual sí Amor igual déjà vu. Igual karma chi lo sa dice. Y aprieta pañuelo en bocanariz. Enano Cabrón prende fuego alas puta rosa y dice eh mamón jajá. Él levanta mano saluda y Chica sujeta brazo alto; cabeza atrás. Chica cura él bien. Baila bien. Bailan dos. Cada sonido Enano, movimiento. Movimiento todos. Y cuando Enano grita ¿quién quiere otra hostia? todos saludan él jajá. Después Enano coge mazas batería mete cabezón dentro bombo. Toca. Dice desnudaos. Dice bailad. Venga desnudos. Sin abrir ojos ni parar. Quien abre ojos…, dice, y saca cinta métrica amarillo sastre. Quiero cuerpos sentir articulaciones rotas ¿ok? Él no experimentado antes pero gusta. Levanta manos ojos ciegos y dobla articulación igual cuello codorniz muerta en cama paja trigo cosechado allá mediado agosto pero entonces Enano mete puño dientes. Jajá. Todos jajá menos él que jajó joder mierda Cabrón… Intento protesta acaba con otro puño en nariz. Que salude jajá. ¿Por qué? Has mirado Chica. Él no mirado. No abierto ojos. No hecho. Solo pensado porque Chica Bonita Bonita. Porque imagen preciosa Chica dobla para alzar cuello codorniz kaput y deja ver lunar en pecho izquierdo cerca pezón izquierdo que él quiere gustar. Igual que culo melocotón y selva frondosa pelos coño negrotes donde culebra roja busca manjar. Pero no abierto ojos. Joder. Y no gusta Enano Cabrón porque Enano Cabrón castiga pensamiento impuro como Jodida Iglesia y no obra. Por eso gracias Chica me voy. Pero no va. No. No lo hace porque Chica besa frente suya busca pañuelo y lo acuna. Y luego dice Positivo Amor piensa Risa. Ironía. Busca Dolorosa. Redención. Amor. Él gusta oír Amor. Y olor a Chica magnolia. Y mullidito pechos en tripita. ¿Quieres tocar? Curioso cómo ropa y luz cambian cosas. En calle fuera séverlasaC él mira Chica y gusta pero no atreve toca. Ella mete pañuelo agujero nariz y dice seco bien. Gracias. Y así ya. Nada más. Él borra gota sangre en suelo pie y levanta cejas por hacer algo. Y quizá porque a veces en cabeza suya surge sofá negro al revés colgado techo alto alto. Y no sabe qué hacer. Con esas mezclas. Recorren cabeza suya como esqueleto lirón tatarabuelo de González techo. E inútil sí pero negro negro. Y en esas viene Hermana parecida a Chica pero distinta a Chica. Mi Hermana artista presenta. ¿Hace qué? Cosas. ¿Gemelas? Sí. Enchanté. ¿Es tonto? En casa duele cabeza. Pero puños no responsables. No solo. Ni sofá muerto. Duele. Desespera. Y agua come. Pared blanca. Puto sofá. Lirón. Absurdo pantalla vacía hormiga gira gira y marea. Hormiga
  • 46. Página46 llega a cabeza cuando agua cubre suelo. Él harto harto. Solución cubo mierda cubo mierda. Mamá qué hacer. Mamá no buena idea. Mamá casa tortazo espabila hijo. Mamá mata hormiga spray cucaracha aroma limón. Y luego hijo Mariló buena. Mariló cuida idiota tú. Mariló mejores filete pollo yo comido. Mamá abruma. Con Mamá él pequeño pequeño tonto tonto. Por eso Mamá llama Mariló y luego Mamá besito en la frente. Pero Mamá huele pis. Y él no gusta pis. Ni filetepollo. Solo que si Mamá va agua rodea isla suya mar. Llama Chica número escrito pañuelo. ¿Cómo estás? ¿Tú? En medio mar. ¿Qué ves? Agua allá cristal. No agarrar. ¿Agarrar? ¿Ves gaviotas? Hormigas. Cierra ojos. ¿Me ves? Lunar negro. Desnuda mar. ¿Quieres amar? … ¿Follar? … ¿Hundir el mar? Hermana espera él en puerta madera roble Montes de León semiabierta. No pelo cabeza. No dientes. Hace entrar. Apoya dedo boca suya dice shhhh. Dice futón. Después lo desnuda a él coge cosita mete boca sin dientes chupa y cuando tamaño grande pone cuatro patas dice mete. Más grita. Más. Golpea. Fuerte. Más. Hermana vuelto loca cambia posición tumba él supino. Luego pone ella encima dice ahora te follo yo Pepón. ¿Pepón? Hermana araña pecho levanta mucho cadera deja caer fuerte y ay ay ay. Él duele golpe caderas Hermana y cada vez cae abre ojos, ve techo viga negra. Al final dice MaMá. ¿MaMá? ¿MaMá? MaMá repite él. Pero miedo porque Hermana araña grita Pepón y mete dedos ojos arrancar. Despierta ya. Duele testículo derecho más alto y sale sangre ojo, aunque ojo ve planta diáfana muro grueso ventana pequeña. Entra rayo sol que ilumina cerradura armario chino dibujos dinastía Hong. O Jong. O Pong. Dibujos máscara guerrera hermosas damas enfermeras Mong. De armario sale Chica cámara Polaroid revelado automático hace foto. Luego Chica papel secante mano absorbe sangre ojo pide perdón: Hermana Artista. Tú ayudado ella. Chica cura herida delicadeza enfermera china dinastía Cong, corta pelo pubis y echa crema raíz sándalo torcido Montaña Azul. Él intenta habla, pero ella apoya dedo boca sonido shhh. Aunque cariño dice tumba yo masaje tú y acaricia cosita suya dolorida como si cosita dolorida Patito Feo.
  • 47. Página47 Ahora Chica dice mira muestra Arte granero. Tres horcas cuelgan viga negra y pared sur Gran Coño Mural. Dentro GCM, ochocientas siete fotos tamaño dos por tres y medio. Y dos por tres y medio importante para Hermana porque dos representa dos y tres y medio equivale justamente a uno y medio más que dos y puede ser símbolo y medida de proporción exacta equivalente a algo que Hermana no quiere aclarar. Hermana subida andamio pared sur mueve mano y Chica entrega pelo pubis y foto recién revelada para sumar a 807 de GCM. ¿Te gusta Amor? ¿Qué contestar? Días pasan pasan crece fotos pelo mural. Él ve fotos pelos de otros fotos de otras. A veces él dentro armario dinastía china con Polaroid. A veces él enfermero tierno cura heridas causa Hermana en chicas chicos. Y cuando rayo luz cae cerradura armario en medio nenúfares lago chino él sale con Chica pone dedo boca dice shhhh hace foto aprieta papel secante y corta pelo tijeras. ¿Gusta ti? Objetivo no gustar dice Chica. Objetivo crear. Patitos Feos ayudan. Alimentan Hermana porque Hermana necesita Patitos germinar. Por eso en armario tú encuentras australiano nigeriano ruso chileno y esquimal. Encuentras zombi y hombre sin cabeza. Juego ahorcado baile prisionero. ¿Entiendes? Sí. Tú puedes ayudar. Ya. ¿Te importa anal? ¿Yo a ti? Hermana a ti dice Chica pero él no gusta. Culo inviolable límite ningún hombre puede pasar. No. No gusta. Pero cuando Chica acaricia él cuando Chica muestra lunar para ti después te doy algo más él rinde deja hacer. Luego vaselina juega Chica mete dedo culo uy. Mete dos tres dedos culo uy uy. ¿Ves? Él levanta cejas hombros. ¿Qué hacer? Aunque cuando Hermana saca armario dinástico consolador africano se asusta porque no vaselina suficiente. Imposible suficiente. Y Amor dice Chica yo ayudar. Yo untar ojete agrandar. Entra suave. Verás. Pero entra y ahhh ahhhhhh. Por eso él sale corre atraviesa puerta doble roble leonés. Principio Mariló bien. Mariló maja. Cura fisura trasera dolorosa y le da mano sofá ríe chiste —va un barco a un muelle y rebota— hombre bizco jajá. Y enredo matrimonio jajá. Y con ella no agua. Pero pasa tiempo y Mariló pesada porque Mariló habla habla. Y mucho drama porque él no bebe agua no lava agua. Y come, sweety, filetepollo duerme bien. Luego canta cubanito cubanito asécame tu sabé hasé y un día aplasta esqueleto lirón escoba. Y eso colma vaso. Y vete a tomar por el culo cubanito salsón. Llama Chica dice meto cabeza cubo mierda no puedo no puedo no puedo más. Qué guay. ¿Parece a ti? Hermana tiene cubo mierda setenta nueve días y gusta; mucha mosca bzzzz pero gusta. Yo harto harto y ganas mete cabeza. ¿Y por qué no?
  • 48. Página48 Por ti. A mí gusta idea Artista cabeza ahí. Ya. … … ¿Sabes? Hermana monta vídeo. ¿Tú ayudar? Chica explica vídeo dos cochecitos bebé. Explica bebés deformes casi muertos. Difíciles conseguir pero Hermana habla mamá desesperada y voilá. Hermana Grande. Arte Grande. Tú yo ayudar. Pasear cochecitos vestidos político monseñor pro-vida-no-importa- cómo. ¿Quieres? Él dice sí. Pasean parque suelo goma crema color. Columpio mueve. Tobogán refleja sol incide dentro capota cochecito azul. ¿No son preciosos? dice Chica Político. Tú di qué bendición. Qué bendición. Preciosos son. Pero preciosos no. Bendición no. Bebé Uno brazos pulpo desiguales Bebé Dos ojos no. Bebé Uno grita grita grita. Supervivencia Máxima Doce Meses Dolor. Y él no soporta. No. No. No. Por eso Odio. Por eso agua sube granero flota paja. Por eso Rabia aunque Chica dice ven. Y Chica acerca cubo caca Hermana abundante calabacín de temporada y dice ten mete cabeza tú. Positivo tú. No miedo. Arte tú. Jesús Pérez Saiz http://escueladeesc ritores.com/profeso res/jesus-perez- saiz/ Traseras Florentino Díaz Reig
  • 49. Página49 HIJOS DE LA LUZ Sólo hay una ciencia: la Ciencia de la Cruz. Lo demás son saberes insustanciales. Por la Cruz somos Hijos de la Vida, Hijos de la Luz. Espíritu. Según las “disciplinas” de los hombres, somos hijos del mundo, hijos terrenales. Materia. Anteponer el mundo a la Vida es el gran error de la humanidad; el origen de todas las catástrofes. Así que está todo del revés. Solamente dando un vuelco a nuestro modo de conocer, podremos salvarnos. Pues el problema del hombre de hoy no es político, ni económico ni social, sino epistemológico. La Vida ante todo. La matriz de todo. La fuente de todo. El mundo sólo podrá humanizarse si se convierte en manantial que acreciente el caudal de la Vida. El hombre debe rehacer su camino: partir de lo invisible para llegar a lo visible. Ser Vida que inunde el mundo. Ser un hombre verdadero. Hermano de todos los hermanos. Hijos del Padre. Manuel Arandilla https://www.youtube.com/user/manuelarandilla
  • 53. Página53 Desayuno en la yerba Cocina para mí espuma original sin pecado, caldo de vida marina, concierto de moléculas sin tregua. El caos feliz en la sopera bulle. Comamos polvo de estrellas, secretos adeenes, Antecesor en huesos, la inocencia sin ruinas de la tierra. Es hora de jugar, los chamanes pintan rojos bisontes en las cuevas. Desayunemos desnudos en la yerba antes de que la luna nos mire sin piedad, como al hombre venido del hielo que morirá mañana. Esto es el paraíso, no otra cosa: tus ojos-pájaros, carnívoros tus dedos. Soledad Medina http://www.editorialdossoles.es/C_02_15.htm Tres notas didácticas: 1.― El título es el mismo que el del cuadro de Edouard Manet “Dejeneur sur l’herbe”. (1863) 2.― Antecesor (8º verso) se refiere al Homo Antecesor de Atapuerca, hace un millón de años. 3.― “Hombre venido del hielo”, encontrado en los Alpes italianos y que se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico de Alto Adige en la ciudad de Bolzano. Se le data hace 5.300 años
  • 54. Página54 El hijo Por las grietas que a lo largo de los años se han formado en las paredes de la casa, por el auricular de ese teléfono mudo, por la rendija ciega de la puerta de la calle se ha fugado el dolor. A ningún sitio. A veces abre su armario ―hace tanto que pensó tirar las cosas que él dejó― y acaricia su ropa, sus zapatos, e introduce su mano en un bolsillo de una gabardina azul, como si comenzaran a faltarle los recuerdos. “Te escribo desde la ciudad de barro, Tombuctú. Observa bien la casa. Tras esa ventana abierta…” Tumbada en su cama relee una y otra vez la postal con los ojos cerrados, aferrada a su ausencia, como si le asombrara no sentir más dolor y el dolor fuese un niño. Un niño perdido en las inmensas llanuras del tiempo, tras la ventana abierta del odio y de la oscuridad. Eliseo González https://books.google.es/books?id=xdioBH- mkHAC&pg=PP4&lpg=PP4&dq=Eliseo+Gonz%C3%A1lez+%2B+Burgos&source=bl&ots=- eWl_RDsBU&sig=zza_VsrlE87Toi4SYEaOmq8RwCU&hl=es&sa=X&ei=9gMPVdXAFonvarXegdgB&ved=0CF QQ6AEwDQ#v=onepage&q=Eliseo%20Gonz%C3%A1lez%20%2B%20Burgos&f=false
  • 55. Página55 Las nubes Aventurera nube del claro junio: pasas y pasas leve, grácil, fugaz como un deseo... con soberana majestad dilapidas tu reinado, que en la plenitud del firmamento azul se desvanece... disipas airosa los frágiles anhelos que fundan tus fantásticas figuras, y te vas y te vas fugitiva como llegaste: de la nada a la nada... viniste con un viento sin memoria y te vas con un viento hacia el olvido... como se van los días, como se van los hombres M. A. Barbero http://www.editorialdossoles.es/C_02_23.htm
  • 56. Página56 San Saturio desde el Duero (Soria), de Jesús Castro Ibeas