1. Introducción. La novela es un género narrativo destacado que ha evolucionado desde el siglo XIX. Se distinguen la historia y el discurso.
2. El narrador. Existen diferentes tipos de narradores como el omnisciente o el interno que afectan al discurso.
3. La acción. La acción se estructura en planteamiento, nudo y desenlace aunque puede variar el orden cronológico.
1. Lengua castellana y Literatura 1
Mario de la Cuadra Velasco
LA NOVELA:
Principales características.
1. Introducción.
Si reflexionamos un poco, nos damos cuenta de que desde pequeños nos pasamos la
vida oyendo, leyendo o, incluso, viendo narraciones. En el plano histórico ocurre lo mismo, la
narración es tan antigua como el ser humano. No en vano, la narración es una herramienta
para dar sentido a la realidad, para educar, para transmitir valores, etc. Dentro del género
narrativo uno de las manifestaciones más destacadas la constituye la novela.
La novela es un género abierto y flexible que ha evolucionado de manera notable,
sobre todo, a partir del siglo XIX. Para entender esta evolución hay que partir de una
distinción esencial entre la historia o trama argumental, y el discurso o manera cómo se
cuenta esa historia en la novela. En los epígrafes siguientes se explicarán distintas técnicas
narrativas que han vuelto más compleja la novela. En algunos casos esta complejidad se ha
realizado olvidando la historia. De hecho, parece que en nuestra época se han terminado las
historias, por lo que los novelistas recurren a la realidad para componer novelas híbridas con
rasgos de otros géneros, como la autobiografía o la crónica. De ahí que se hable de muerte de
la novela.
2. El narrador.
Una de las primeras decisiones que debe tomar el escritor de una novela es decidir
quién narra la historia (voz) y desde qué punto de vista se narra (visión). Así la forma de
contar la historia (discurso) variará en función del narrador. Combinando estos dos aspectos,
la voz y la visión, existen 7 tipos distintos de narrador.
En primer lugar, existen 5 narradores externos. Hay dos tipos de narradores
omniscientes que se convierten en “dioses” que conocen todo sobre la historia y sobre los
personajes. Ambos son muy típicos de la gran novela del siglo XIX. El narrador con
omnisciencia autorial se diferencia del narrador omnisciente neutral en que el primero se
dirige a los lectores para guiarlos en la lectura. Las novelas modernistas, como El árbol de la
ciencia, vivieron un auge de novelas autobiográficas, aunque el narrador era externo. En ellas
se utilizaba un narrador omnisciente selectivo, que adoptaba el punto de vista del
protagonista. El narrador omnisciente multiselectivo es similar, pero adopta varios puntos
de vista. El narrador externo objetivista o narrador cámara, que se limita a narrar las
acciones y los diálogos es típico de la novela del Realismo social de los años 50. Por otra
1. Introducción.
2. El narrador.
3. La acción.
4. Los personajes.
5. El tiempo.
6. El lugar.
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parte, existen dos tipos de narradores internos. El narrador interno protagonista permite
ahondar en la intimidad de dicho protagonista. El narrador interno testigo tiene una visión
más indirecta de los hechos que narra, como le ocurre a Ángela, la narradora de San Manuel
Bueno, mártir.
Cuando un lector lee una novela establece un pacto narrativo por el que acepta que la
historia contada es ficción y que el emisor no le va a engañar respecto a esa historia
inventada. En la novela posmoderna se juega a menudo con este pacto, utilizando narradores
con un conocimiento limitado de los sucesos que están narrando. Mediante técnicas como la
del manuscrito encontrado o la del narrador historiador se le muestran al lector las
circunstancias que rodean la escritura del relato. Estas técnicas sirven para hacer reflexionar al
lector sobre el carácter complejo de la realidad y sobre la dificultad de conocerla. Además,
permite que intervengan más voces en la narración del relato, como ocurre en Los girasoles
ciegos. A veces se cuenta un mismo suceso desde distintos puntos de vista, lo que se
denomina perspectivismo, como ocurre en Crónica de una muerte anunciada y en la derrota
cuarta de Los girasoles ciegos.
La misma complejidad que existe en cuanto a quién narra la historia se reproduce a la
hora de narrar el pensamiento de los personajes. Existen básicamente 4 procedimientos. Los
dos primeros coinciden en que es el narrador el que narra el pensamiento de los personajes. La
diferencia entre la descripción omnisciente y el estilo indirecto libre se encuentra en que
este último intenta dar la apariencia de que el narrador reproduce el pensamiento del
personaje. Hay otros dos procedimientos que captan mejor el pensamiento de los personajes,
ya que se narran dichos pensamientos en estilo directo. El monólogo citado se diferencia del
monólogo interior o flujo de conciencia en que en el segundo se reproduce el pensamiento
tal como es antes de que se haga consciente y se le dé forma lógica. Esta última técnica debe
mucho a los estudios sobre el subconsciente de Freud, siendo usada por primera vez en la
literatura española por Luis Martín Santos en Tiempo de silencio.
3. La acción.
La acción consiste en la secuencia de los hechos sucedidos o imaginados por el autor.
Estos hechos se estructuran en planteamiento, donde se pr,esentan los personajes, el lugar y
el tiempo donde suceden la acción, y la acción desencadenante que genera el problema sobre
el que gira el relato; el nudo, donde se narran las acciones que desarrollan el problema; y el
desenlace, donde se resuelve el problema y se alcanza un nuevo estado de equilibrio.
No obstante, hay que distinguir la historia, que es el orden real de los
acontecimientos según los principios de causalidad y orden cronológico, de la acción como
elemento narrativo que forma parte del discurso, formada por la secuencia de episodios
narrados de forma sucesiva, en un orden que puede coincidir o no con el de la historia. Así
puede haber narraciones que comienzan directamente en el nudo (narraciones in medias res)
o que carecen de desenlace (narraciones de final abierto). Existen otros procedimientos
narrativos relacionados con la acción, como el hecho de que se yuxtapongan episodios sin
relación de causalidad (narración de estructura abierta). Más innovadora es la técnica del
contrapunto, ya que se desarrollan de manera alternativa diversas situaciones que no están
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conectadas ni espacial ni temporalmente. El cambio de situaciones se indica con un espacio en
blanco que separa unidades llamadas secuencias.
4. Los personajes.
Como ocurre con el resto de elementos de la novela, hay que distinguir los personajes
de las personas reales, aunque aquellos puedan estar inspirados en éstas. De los personajes
interesa cuál es su función en el desarrollo de la acción y qué relación tienen con el resto de
personajes, y cómo están caracterizados. Debido a este carácter funcional son un elemento
fundamental de la narración y a menudo son el único recuerdo que queda de la lectura de una
novela. Los personajes se pueden clasificar desde dos puntos de vista:
En cuanto a su función, los personajes se clasifican en principales
(protagonista/antagonista) y secundarios. En algunas novelas, por ejemplo, en
las novelas del Realismo social, aparece un protagonista colectivo que representa
a un grupo social determinado.
En cuanto a su caracterización, existen dos tipos de personaje, los personajes
planos o personajes tipo, y los personajes redondos o individualizados. Estos
últimos se van caracterizando a lo largo de la novela, representando los conflictos
psicológicos propios del ser humano.
La caracterización de los personajes se realiza en relación con la función que
desempeñan. Para caracterizarlos se pueden utilizar distintos procedimientos. La descripción
la puede realizar el narrador, bien directamente, bien aportando información sobre la vida
anterior de los personajes. Otro procedimiento es que los personajes realicen comentarios que
ayudan a describir a otros personajes. También se caracteriza a los personajes mediante las
acciones en las que intervienen y por medio de los diálogos en los que participan.
5. El tiempo.
En cuanto al concepto de tiempo se suele distinguir el tiempo externo o época en la
que se desarrolla la historia y el tiempo interno de la novela. Este segundo concepto está
muy relacionado con el desarrollo de la acción. En cuanto al tiempo interno, el autor tiene que
tomar una serie de decisiones sobre en qué orden va contar los sucesos (orden) y cuánto
espacio va a dedicar a contarlos (duración). Cuando se narran los sucesos de la historia en el
mismo orden en el que ocurren la narración es lineal. Pero el tiempo del relato puede no
coincidir con el orden en que sucedieron los hechos, produciéndose evocaciones
retrospectivas o analepsis, o anticipaciones prospectivas o prolepsis. Otro procedimiento
narrativo es la narración de acciones simultáneas: esta temporalización se puede realizar
contando primero una acción y a continuación la otra, o alternando secuencias en las que se
narran ambos sucesos.
En cuanto al ritmo narrativo, al convertir las unidades temporales (años, meses,
días…) en unidades narrativas (capítulos, páginas, párrafos…), el autor puede utilizar
distintas técnicas en función de la importancia de los hechos y de cómo quiera contarlos. Lo
que resulta innovador es que coincida la duración del tiempo de la historia con la del tiempo
del discurso, como ocurre con la novela El Jarama. Existen varios procedimientos para
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acelerar el ritmo narrativo, como las elipsis y los resúmenes, pero también para ralentizarlo,
como las pausas descriptivas y las pausas digresivas. En ambos tipos de pausas no avanza
el tiempo de la historia. La diferencia se encuentra en que mientras que en las pausas
descriptivas se da información sobre el relato, en las pausas digresivas el narrador da
información sobre cómo interpretar dicho relato.
6. El espacio.
Resulta imprescindible que las acciones se desarrollen en un espacio. Pero el espacio
no es sólo el lugar físico donde transcurre la historia, sino que también es importante el
ambiente o conjunto de circunstancias de todo tipo (espaciales, sociales, psicológicas…) que
envuelven a los personajes y que los condicionan. En alguna novelas el espacio adquiere casi
tanto protagonismo como los personajes, como ocurre, por ejemplo, con Vetusta en La
Regenta. Hay distintos tipos de ambientes en función de los distintos tipos de novelas: urbano
o natural, realista o fantástico, popular, burgués, aristocrático, exótico, misterioso, terrorífico.