1. Aportes - 1
y liberación. Hubo un tiempo en que a la hu-
manidad se le secó el corazón y dejó de amar
a Dios y al prójimo: “Nos hemos marchitado
como el follaje”, afirma el profeta Isaías.Tam-
bién confiesa: “Desde siempre fuimos rebel-
des contra ti”. “Nos hemos convertido en una
cosa impura”, declara. “Toda nuestra justicia
es como un trapo sucio”, reconoce. Frente a
ese destierro de Dios, el profeta, en nombre
del pueblo, pide a gritos: “¡Vuelve, por amor a
tus servidores y a las tribus de tu herencia!”.
Y Dios decidió darle una nueva oportunidad
al pueblo rebelde enviando a su propio Hijo.
Pero el Señor ya vino en la persona de
Jesús de Nazaret e instauró el reino del Padre
y, luego de su pasión y resurrección, regresó
al seno de Dios, de donde había salido.Y, ade-
más de esperar la segunda venida, que será
un día “terrible y glorioso”, “pasará la figura
de este mundo y nacerán los cielos nuevos
y la tierra nueva” y el Señor “se nos mostrará
lleno de gloria”. Así lo rezamos en el segundo
prefacio de Adviento.Pero debemos saber que
él “viene ahora a nuestro encuentro en cada
hombre y en cada acontecimiento, para que
lo recibamos en la fe y por el amor demos
testimonio de la espera dichosa de su Reino”.
Así también lo rezamos en ese prefacio. Esto
es lo que nos interesa, esa venida actual y lo
que el Señor quiere de nosotros.
Con fe debemos recibir al Señor, quien
hoy se identifica con cada hombre y mujer
necesitados de misericordia y se hace pre-
sente en cada acontecimiento, lindo o feo.
El Señor viene
en cada hombre
y acontecimiento
Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2-7; Sal 79,
2ac. 3b. 15-16. 18-19; 1Cor 1, 3-9;
Mc 13, 33-37
Muchas actividades de la vida tienen un
comienzo y un fin, y se vuelven a repetir año
tras año. Por ejemplo, el ciclo escolar, que
normalmente empieza en marzo y culmina en
noviembre. Advertimos este aspecto cíclico
en la naturaleza, cuando suceden una tras
otra las estaciones del año, o los ciclos de la
luna… Tenemos también los ciclos producti-
vos de la agricultura, con tiempos de siembra
y cosecha anuales. Así ocurre con la liturgia
cristiana. Hoy estamos abriendo un nuevo
ciclo, que se representa con la letra “B”, la
segunda letra del alfabeto, porque leeremos
casi ininterrumpidamente el segundo de los
cuatro Evangelios, el de san Marcos.Nosotros
abrimos un nuevo año litúrgico, y lo hacemos
nuevamente mediante un tiempo en el cual
recordamos la encarnación y el nacimiento
del Salvador, que llamamos “Tiempo de Ad-
viento”, y que dura sólo cuatro semanas. El
Adviento es un tiempo denso en contenidos
bíblicos, porque nos ayuda a pensar en el plan
salvador y liberador de Dios, diseñado en su
seno y revelado con el acontecimiento de la
encarnación y nacimiento de Jesús y, sobre
todo, con su Pascua redentora.
Hoy comprendemos el mensaje de este
primer domingo desde esa clave de salvación (Continúa en la p. 4).
Aportes para la homilía
Aportes
Celebración
1er
domingo de Adviento 3 de diciembre de 2017
Ciclo B. Color: Morado Año XXI - Nº 1227
Aportes
Celebración
para la
Homilía y guión para la Santa Misa
2. Aportes - 2
Guión para la Santa Misa
1) Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: ¡Bienveni-
dos a esta celebración! Hoy comen-
zamos un nuevo ciclo litúrgico. Es
el primer domingo de Adviento. En
este tiempo la Iglesia nos invita a preparar
una digna morada para que en ella nazca
el Salvador.
Con la alegría de comenzar algo
nuevo, porque un nuevo ciclo de lectu-
ras de la Palabra y la oración dominical
alimentarán nuestra esperanza, dispon-
gámonos a vivir plenamente el Adviento.
Nos ponemos de pie y recibimos al padre
que presidirá la Eucaristía. Cantamos…
2) Saludo inicial
Hermanos: Jesús se compara con
un señor que se fue de viaje y dejó
su casa al cuidado de los sirvien-
tes. Él nos pide que no descuidemos la
atención de su morada. Por eso nuestro
espíritu y los ojos de nuestra fe deben
estar preparados para saberlo reconocer
en cada hombre y acontecimiento.
El Señor que viene a salvarnos les
conceda su paz y permanezca siem-
pre con ustedes.
3) Acto penitencial
San Pablo nos llama a reconocer
los dones con los cuales fuimos
dotados para vivir la vida cristiana
como expectativa de la llegada del Señor.
* Porque nuestra justicia aún es
como un trapo sucio. Señor, ten
piedad.
* Porque el desamor nos hace rom-
per la comunión. Cristo, ten piedad.
* Porque descuidamos tu Casa con
las divisiones y la indiferencia. Se-
ñor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga mise-
ricordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la
vida eterna.
4) Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Is 63, 16b-17.
19b; 64, 2-7): El profeta, en nombre
del pueblo, reconoce los pecados
de Israel y pide a gritos: “¡Vuelve,
por amor a tus servidores y a las tribus
de tu herencia!”.
Salmo (Sal 79, 2ac. 3b. 15-16. 18-19):
Con el salmista nosotros también suplique-
mos para que el Señor venga a visitar a su
viña: Restáuranos, Señor del universo.
Segunda lectura (1Cor 1, 3-9): Jesús
trajo grandes riquezas espirituales a la
humanidad y el Apóstol quiere hacernos
tomar conciencia de esto.
Evangelio (Mc 13, 33-37): Jesús, al
regresar al seno de Dios, nos encomen-
dó la protección de su Casa, que es la
Iglesia. Debemos cuidarla hasta que él
venga con actitud de servicio.
5) Credo
Creemos que Jesús vendrá des-
de el seno del Padre. Rezamos y
abrimos nuestros ojos y corazón
para recibirlo en cada hombre y aconte-
cimiento. Creo...
6) Oración de los fieles
Hermanos: Mantengámonos fir-
mes e irreprochables hasta que
venga el Señor. Asumamos la
actitud de los orantes, que esperan con-
fiadamente en él.
A cada intención, pedimos:
Esperamos tu venida, Señor.
3. Aportes - 3
tras vidas trayendo paz y alegría.
Con la confianza de un niño con
su padre rezamos:Padre nuestro...
10) Cordero de Dios
Confesamos que el Señor vino y
está presente en medio nuestro,
en su Cuerpo, alma y divinidad.
Este es el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. Felices los invitados
a la Cena del Señor.
11) Comunión
Hermanos:El Señor fortalece nues-
tra vida con su Cuerpo y Sangre.
Él nos ayuda a abrir los ojos para
reconocerlo en nuestros hermanos.
Vayamos a comulgar cantando…
12) Avisos parroquiales
(Después de la Oración
poscomunión).
13) Rito de conclusión
Motivación:Hermanos, la Palabra
de Dios nos invita a estar atentos
para recibir al Señor. Abramos
nuestros ojos para reconocerlo y exten-
damos nuestras manos para recibirlo en
la semana que iniciamos.
Bendición: El Señor esté con uste-
des. Señor, que nos convocas para cele-
brar tu vida y nos colmas con tus dones,
mira compasivo a quienes preparamos tu
venida con amor y entrega sin medidas.
Y que la bendición de Dios...
Despedida: Demos al mundo la espe-
ranza del Señor que ya viene. ¡Vayamos
en paz!
14) Canto final
Hermanos: Vayamos a testimoniar
que somos gente de esperanza.
Con alegría nos despedimos y
cantamos...
4 Para que la Iglesia, abra las puertas
de su vida para recibir a todos los que
esperan misericordia. Oremos.
4 Para que los Pastores y los fieles
esperemos la llegada del Señor en
comunión de vida, siendo santos e
irreprochables en el amor. Oremos.
4 Para que el Señor entregue a nues-
tros gobernantes sabiduría en su
desempeño los hogares argentinos
reciban al Señor con justicia y paz.
Oremos.
4 Para que en nuestra comunidad
seamos siervos que buscan cuidar
la Casa del Señor con actitudes de
perdón, ayuda y compasión. Oremos.
4 Para que los ancianos de nuestra Pa-
tria sean reconocidos por su sabiduría
y entrega, y sean tratados con justicia
en el régimen previsional. Oremos.
Padre santo, te elevamos nuestras
oraciones para que envíes a tu Hijo
y él restaure nuestras vidas, que
se abran los cielos y la tierra nueva
del amor. Te lo pedimos a ti que vives
y reinas por los siglos de los siglos.
7) Presentación de las ofrendas
El Señor nos pide mantenernos
irreprochables hasta el día de su
venida. Por eso lo más adecuado
es ser ofrenda para los demás. En-
tregamos el pan y el vino y nuestras vidas
para el bien del prójimo. Cantamos…
8) Prefacio II de Adviento
Nuestra plegaria se eleva al Pa-
dre para que abramos los ojos y
sepamos reconocer al Señor que
viene en cada hermano y en cada
acontecimiento de nuestra vida.
9) Padrenuestro
Hoy debe resonar con fuerza “Venga tu
reino”, para que llegue el Señor a nues-
4. Aportes - 4
Aportes para la Celebración es un subsidio litúrgico preparado por el equipo de redacción de El Domingo, periódico religioso de
la editorial San Pablo, propiedad de sociedad de san Pablo (Paulinos). Riobamba 230, C1025ABF Buenos Aires,Argentina.
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Sólo debemos desarrollar la mirada de la
fe para poder descubrirlo en ellos. Esto nos
invita a crecer en la fe, superar visiones muy
superficiales y buscar la presencia de Dios
en la tierra, reconociendo sus signos y sus
manifestaciones.Esto es creer en Jesús como
Señor de la historia.
San Pablo habla de la nueva realidad que
generó la misión reconciliadora y liberadora
del Hijo de Dios encarnado, que son los ini-
cios de los cielos nuevos y la tierra nueva. La
comunidad cristiana, los romanos o la nuestra
es una expresión viva de la redención, ha sido
colmada con toda clase de riquezas: “Las
de la palabra y las del conocimiento”, por el
“testimonio de Cristo que se arraigó” en ella.
Jesús trajo grandes riquezas espirituales a
la humanidad, y el Apóstol quiere hacernos
tomar conciencia de esto. Los frutos de la
redención son abundantes y tienen que ver
tanto con la palabra escuchada, asimilada
y practicada, como con la apertura al nuevo
conocimiento de Dios que da el Espíritu Santo,
que es una nueva relación, más horizontal, de
filiación con Dios y hermandad entre nosotros,
mientras damos testimonio de esperanza
viviendo el amor activo y solidario.
A la comunidad cristiana, que vive el tiempo
de la salvación, como expresa san Pablo, “no
le falta ningún don de la gracia”.El Señor viene
en las manifestaciones de la Gracia, que son
los sacramentos, pero también en lo sagrado
de la vida humana.Para descubrirlo, solamente
debemos ser fieles, como fiel es Dios, que llama
“a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo,
nuestro Señor”. Por eso, en este tiempo, se
hace hincapié en la perseverancia de la fe,
manteniendo esa unión.De esa comunión con
Cristo, nace la comunión eclesial, la comunión
con la naturaleza y la comunión con la socie-
dad, donde está inserta la comunidad creyente.
Es así como se ve en los hombres la llegada del
Señor y como se asumen los acontecimientos
que marcan su venida.
San Marcos grafica esta perseverancia y
espera con la alegoría de un ricohombre que
se va de viaje, deja su casa bajo el cuidado
de los sirvientes y la vigilancia del portero,
porque no sabe cuándo regresará. E insiste:
“¡Estén prevenidos!”. Nosotros identificamos
a ese hombre noble con el Señor Jesús, que
regresó a la Casa del Padre, y sabemos que
vendrá al fin de los siglos, pero la Iglesia nos
enseña que también “viene en cada hombre
y acontecimiento”. Entonces, ¿cómo estar
prevenidos para esa llegada? Con una purifi-
cación de la mirada interior y con la simpleza
del corazón y una mente abierta.
Estar prevenidos es desprejuiciarnos y ver
a Jesús que está en aquellos que sufren, los
desesperanzados, quienes son nuestros ami-
gos o rivales.Solamente debemos prevenirnos
de la indiferencia, o del corazón marchito,
como lo denunciaba Isaías. Estar prevenidos
es saber que, así como Jesús vino la primera
vez en la pobreza y sencillez, él también hoy
se hace presente en donde hay humildad
y modestia, afabilidad y dulzura, porque es
seguro que Dios no está en la soberbia y el
orgullo. Estar prevenidos es no cerrar nuestra
comprensión de las cosas a cánones estre-
chos, sino ampliar el horizonte y actuar como
reza la oración simple: “Donde hay odio, que
lleve yo el amor.Donde haya ofensa, que lleve
yo el perdón. Donde haya discordia, que lleve
yo la unión. Donde haya duda, que lleve yo la
fe. Donde haya error, que lleve yo la verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la
alegría. Donde haya tinieblas, que lleve yo la
luz”. Estar prevenidos es no permitir que la
justicia sea “un trapo sucio”, sino posibilidades
de progreso para los más pobres.
Hemos iniciado una vez más, la prepara-
ción a la Navidad.¿Cómo vamos a prevenirnos
para reconocer la presencia de Dios en medio
nuestro?
(Viene de la p. 1).