La oración de santa Luisa de Marillac por el P. Corpus Juan Delgado CM
Hojita de los niños. III Domingo Adviento
1. La hojitade los niños
Año XIX • nº 1.274 • 13 de diciembre de 2015
¡La buena noticia para todos! • Domingo 3º de Adviento
Mensaje de La Palabra de Dios para esta semana
Ya nos pusimos en camino los dos domingos anteriores preparando el corazón y
mejorando las relaciones con los amigos. Ahora, pensemos en la familia. ¿Está
preparada para que nazca Jesús? ¿Con qué se encontrará Jesús al llegar a nuestro
hogar?
Los niños no son responsables de lo que sucede en la familia, pero sí pueden hacer
algunas cosas que mejoran la convivencia. ¿Cómo nos llevamos entre los hermanos?
¿Somos agradecidos, exigimos más de lo que nos pueden dar, tratamos bien a los
que viven con nosotros, estamos atentos a lo que necesitan, comunicamos lo que
sentimos?
Jesús quiere nacer en nuestras familias. No hace falta que esté todo perfecto, él
nos va a ayudar a arreglar lo que está fuera de lugar.
L g Q U E g T N
E E U D f A G E
i Q O S g T
A N O L A f A U
G T E g U N N
N E D f S A C I
Entrar al laberinto por la flecha roja y recorrerlo en forma horizontal, vertical u
oblícua hasta salir por la flecha verde para leer una frase de Juan Bautista. Las
letras se utilizan una sola vez. Cada palabra está en un color diferente.
e
d
Juan dijo:
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CANCIÓN DESORDENADA
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2. La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
segunda lectura: Filipenses 4, 4-7
ermanos: alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir,
alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por
todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada,
y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica,
acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. En-
tonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su
cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
H
evangelio: Lucas 3, 2-3. 10-18
ios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba
en el desierto. Éste comenzó entonces a recorrer toda la
región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión pa-
ra el perdón de los pecados,
La gente le preguntaba: “¿Qué debemos hacer entonces?”. Él les respondía: “El
que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga
otro tanto”. Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le pregun-
taron: “Maestro, ¿qué debemos hacer?”. Él les respondió: “No exijan más de lo
estipulado”. A su vez, unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos
hacer?”. Juan les respondió: “No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias
y conténtense con su sueldo”.
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería
el Mesías, él tomó la palabra y les dijo a todos: “Yo los bautizo con agua, pero
viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la
correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene
en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero
consumirá la paja en el fuego inextinguible”. Y por medio de muchas otras exhor-
taciones anunciaba al pueblo la Buena Noticia.
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3. Era el séptimo día del campamento. Sucedieron
muchas cosas desde que comenzaron a organi-
zarse. Realizaron actividades para juntar dine-
ro y que todos pudieran viajar, consiguieron las
carpas, bolsas de dormir, aislantes, cacerolas y
comida. Además pasaron la noche en la ruta, en
la casa de una maestra jubilada porque se había
roto el micro; llegaron al camping que no estaba
preparado para recibirlos;
hicieron excursiones; vivie-
ron la tormenta más fuerte
de los últimos años; algunos
se perdieron en la montaña;
aprendieron a comer variado
y extrañaron a sus familias…
Parecía que nada los podía
molestar, sin embargo, como
dirían los abuelos: una peque-
ña chispa encendió el fuego.
Fermín se levantó ese día, el
séptimo, y comenzó a revol-
ver la carpa entera. Sacó lo de su mochila y siguió
con las de sus compañeros. Cuando sus amigos
se despertaron, vieron todo desparramado... y
comenzó la pelea. Fermín buscaba una media y
parecía un loco, no se podía hablar con él. Tiraba
todo para arriba mientras decía que la media tenía
que aparecer. En su mano izquierda blandía a la
compañera, en cuanto revolvía con la derecha.
—¡Quiero que aparezca mi media, una media azul
con una raya roja! -repetía a medida que incre-
mentaba el volumen de voz.
—¿Por una media cualquiera haces todo este lío?
-Preguntó indignado un compañero de carpa.
—Sí, no puede haber desaparecido.
—Usá otra, te presto esta verde que está libre. Yo
nunca armo los pares, me pongo lo que encuentro.
—¿Quieres que use una media azul y otra verde?
¿Estás loco?
Los gritos hicieron que algunos de los jóvenes
acompañantes se acercaran. Los chicos salieron
de la carpa y siguieron la discusión al aire libre.
Ahora unos jóvenes apoyaban a Fermín, confir-
mando que una media no puede desaparecer y
que no se puede usar una de cada color; otros de-
cían que quizás no la estaba buscando en el lugar
correcto y que no pasaba
nada si se usaban medias
diferentes.
Se fueron sumando a la dis-
cusión los otros chicos, los
padres, las madres... todos
parados en el centro de las
carpas, algunos todavía con
la ropa de dormir y descal-
zos, discutiendo acerca de
cómo se usan las medias y
de las causas que podrían
haber provocado la desapa-
rición de la prenda azul con raya roja.
Años más tarde, recordarían ese momento como
la Crisis de la Media Azul o la Media Crisis, y se
reirían como locos. Pero, en ese momento, nadie
reía, cada uno quería imponer su punto de vista, y
algunos parecían detectives imaginando causas y
azares. Llevaban varios minutos de discusión y la
cosa cada vez se ponía más fea, hubo empujones y
gritos para imponer posiciones.
En ese momento, cuando el intercambio de pare-
ceres se dirigía sin escalas al desastre, apareció
Norma con una jarra de chocolate caliente.
—Vamos, vamos, tomemos algo calentito y des-
pués, con el estómago lleno, vemos cómo pode-
mos solucionar el problema.
Norma sonrió a los niños y miró seriamente a los
padres y jóvenes que, en lugar de pacificar los áni-
Diez días de campamento
Capítulo 8: Peleas entre amigos
de María Inés Casalá - Dibujo de Hania Kollenberger
Si desean el relato completo, lo pueden solicitar a: inescasala@gmail.com
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4. El Bebéhojita
y sus amigos
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
mos, se habían enganchado en la discusión.
—¿Con qué está agarrando la jarra? —preguntó
Fermín.
—¡Ah!, es una media que encontré colgada en la
soga cuando salí de la cocina, me estaba queman-
do con la jarra caliente y agarré lo primero que
encontré -dijo ingenuamente Norma sin conocer
el motivo de la disputa.
—Esa es mi media -dijo Fermín.
Fermín recuperó su media, todos se rieron y fue-
ron a desayunar.
Antes de las actividades del día, se convocó una
asamblea. Una asamblea era una reunión que
hacían cuando tenían que ponerse de acuerdo o
había sucedido algo que merecía la opinión del
grupo. Fermín tomó la palabra y explicó que esas
medias se las había dado su abuelo, porque a él le
gustaban mucho. Era muy importante no perder-
las. También aceptó que hubiera sido preferible,
en lugar de ponerse como loco, pedir ayuda para
buscarla. Cada uno fue hablando y reconociendo
errores. Entonces uno de los jóvenes, el más ca-
llado, que casi nunca hablaba, dijo:
—Lo que están diciendo es cierto, pero lo que pa-
só nos puede enseñar que después de tantos días
de convivencia, estamos cansados y cualquier
cosa nos hace enojar y significa motivo de pelea.
Los más grandes, especialmente, tendríamos que
tomar cuenta de esto, porque seguro es el verda-
dero motivo de todos los conflictos.
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La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5.233.004 del 29/5/2014
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá.
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
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Para pensar
y conversar
con los amigos
¿Qué cosas son motivo de discusión?
¿Se “enganchás” fácilmente en una pelea?
Juan Bautista
preparó el camino
para la venida
de Jesús.
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