2. Comenzamos hoy
saludando como lo
hace san Pablo en
su 2ª carta a los
corintos, 2ª lectura
de hoy, y que
decimos al
comenzar siempre
en la misa:
3. Es una gran
fiesta,
porque el
misterio de
la Trinidad
es “la
cumbre de
todos los
misterios de
nuestra fe”.
4. Nuestra liturgia,
mientras
caminamos en esta
vida terrena, gira
alrededor de la
Pascua de Cristo.
Pero cuando pase
el periodo terreno y
Cristo vuelva para
entregar al Padre la
creación redimida
y renovada, en la
Iglesia eterna del
cielo, será sobre
todo una liturgia
trinitaria.
5. En todos los actos religiosos comenzamos “en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Y terminamos
con la bendición del “Padre, Hijo y Espíritu Santo”. Y la
oración más grandiosa que podemos recitar es:
9. Es verdad que nunca podremos llegar a comprenderlo,
porque traspasa nuestras posibilidades de comprensión.
Pero también es verdad que Dios es tan inmenso que
entendemos que nunca podremos abarcarle, aunque sí
acatarle y alabarle.
Sobre esta
verdad de la
Stma. Trinidad,
un solo Dios y
tres personas,
lo primero que
debemos hacer
es creerlo, lo
dice nuestra fe.
10. Si no pudiéndole
abarcar, Dios nos lo
ha revelado, alguna o
mucha razón tendrá
para hacérnoslo
saber. A esto
debemos llegar,
porque, si Dios nos lo
revela, es que tiene
que ser muy
importante para
nuestra vida actual y
futura.
11. En el Ant. Testamento parece que hay indicios de este
misterio; pero en realidad no se revela, pues interesaba
más acentuar el hecho de que Dios es uno solo para que
los israelitas no cayeran en idolatrías de falsos dioses
que veían en pueblos vecinos.
12. En primer lugar
demostró que Él era
Dios, con sus
palabras y su vida;
pero sobre todo con
los milagros,
realizando con su
poder obras que
nadie puede hacer,
como la resurrección
de Lázaro. Y
finalmente su propia
resurrección
anunciada y
atestiguada.
Fue Jesús, Dios hecho hombre, quien nos reveló
este augusto misterio.
13. Jesús hablaba de
su Padre celestial
como de una
persona diferente.
Al Padre se dirigía
en la oración
dándole gracias y
al Padre nos
estimulaba a orar.
Pero el Padre era
igual a él: “El
padre y yo somos
una misma cosa”,
“Quien me ha visto
a mi ha visto al
Padre”.
14. Jesús se lo da con el aliento después de la resurrección,
y vendrá en Pentecostés iluminando y dando fuerza
sobrenatural.
Del Espíritu Santo habló Jesús sobre todo al final de su
vida: Será otro consolador para los apóstoles, les
enseñará todas esas cosas y les iluminará. Es decir, es
Alguien diferente, que tendrá poderes de Dios.
15. Lo importante de esta
realidad de la
Santísima Trinidad no
es que lo metamos en
el entendimiento sino
en el corazón. Lo
importante es que nos
vayamos empapando
de este Dios que es
Padre, Hijo y Espíritu
Santo, hasta irnos
sumergiendo en este
misterio como lo
hacían los santos.
16. La Trinidad no debe ser algo que nos oprima, porque
necesariamente debamos creer, sino está para que
sintamos su vitalidad y nos sintamos llenos de algo
que es lo más grandioso donde poder vivir.
Por eso le
decimos con
entusiasmo:
Padre, yo te
amo, Jesús,
yo te adoro,
Espíritu, yo
te alabo.
30. No necesita nada, pero, como es amor, quiere difundirse y
hace que otros seres puedan tener la alegría del amor.
Veamos lo que nos dicen hoy las lecturas.
Dios no es un
solterón
aburrido. Dios
es familia.
Dios es
intercambio de
amor infinito
entre el Padre,
el Hijo y el
Espíritu.
31. En la 1ª lectura se habla
de Moisés, el hombre
que hablaba
íntimamente con Dios. Él
sabía que no podía
contemplar plenamente
a Dios, pues moriría;
pero le quería conocer
más. Un día le dijo Dios
que le iba a ver, como de
espalda, pero iba a
conocer algo real de
Dios. Dios le enseñó que
lo principal en Él no es
el poder, sino la bondad
y la misericordia. Así
dice la lectura:
32. En aquellos días, Moisés subió de madrugada al
monte Sinaí, como le había mandado el Señor,
llevando en la mano las dos tablas de piedra. El
Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y
Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor
pasó ante él, proclamando: "Señor, Señor, Dios
compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en
clemencia y lealtad". Moisés, al momento, se
inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: "Si he
obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros,
aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona
nuestras culpas y pecados y tómanos como
heredad tuya."
Éxodo 34,4b-6.8-9
33. Los israelitas estaban
acostumbrados a llamar
a Dios “todopoderoso” y
“Señor de los ejércitos”.
Ahora nos descubre el
mismo Dios que lo que
le agrada es que le
llamen: “Dios
compasivo y
misericordioso, lento a
la ira y rico en clemencia
y lealtad”. No quiere
decir que Dios tiene
misericordia, sino que
su esencia es ser
misericordioso y
compasivo.
34. Moisés, como muchos creían que la gloria de Dios
estaba en el poder y en la sabiduría. Hoy aprende
Moisés que la gloria de Dios está en el amor, en la
misericordia, en el perdón.
Ello es lo
mismo que
decir:
“Dios es
amor”.
35. Por eso ante la debilidad humana Dios usa de tal manera
su misericordia y amor que manda a su Hijo para
salvarnos. Hoy el evangelio nos trae uno de los
principales textos de la Revelación. El evangelista,
después de escuchar hablar a Jesús de la nueva vida que
nos quiere dar, entusiasmado e inspirado por Dios dice lo
siguiente: Juan 3,16-18
36. Tanto amó Dios al mundo que entregó
a su Hijo único para que no perezca
ninguno de los que creen en él, sino
que tengan vida eterna. Porque Dios
no mandó su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él. El que cree en
él no será juzgado; el que no cree ya
está juzgado, porque no ha creído en
el nombre del Hijo único de Dios.
37. Aquí aparece el
inmenso amor del
Padre que entrega a
su Hijo, el amor del
Hijo que se ofrece y
el Espíritu Santo que
nos impulsa a creer,
para unir nuestro
amor al de Dios. Por
esto merece todo
honor y gloria el
Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.
Aleluya.
47. Nosotros hemos sido creados “a imagen y semejanza de
Dios”. Es una imagen que la hemos recibido “como en
embrión”. La finalidad de esta vida es perfeccionarla para
conseguir la vida eterna. Ya hemos visto cómo es Dios:
es Amor.
Por lo tanto
cuanto más
amor tengamos,
del verdadero,
más iremos
asemejándonos
al ideal, que es
Dios.
48. Nuestro amor debe
ser un amor que
comunique el ser de
Dios, que comparte y
se entrega, que
produce la comunión
perfecta. Los
israelitas estaban
acostumbrados a
una religión de
templo, de leyes,
casi sólo de actos
externos.
Jesús nos habla de una nueva vida, de
entrar en otra órbita, la órbita del amor.
49. Si queremos seguir al Dios del amor y de la paz, debemos
vivirlo hacia los demás. Debemos buscar la unidad en el
espíritu. Aquí san Pablo nos da el saludo con el que
comenzamos las liturgias, especialmente la misa. Realizar
un acto unidos en la Trinidad es realizarlo en el amor.
Hoy la 2ª
lectura,
de san
Pablo,
está en
esta
órbita.
50. Hermanos: Alegraos, enmendaos,
animaos; tened un mismo sentir y vivid
en paz. Y el Dios del amor y de la paz
estará con vosotros. Saludaos
mutuamente con el beso ritual. Os
saludan todos los santos. La gracia del
Señor Jesucristo, el amor de Dios y la
comunión del Espíritu Santo esté siempre
con todos vosotros.
2Corintios 13,11-13
51. Terminamos
recordando que en
este día de la Stma.
Trinidad debemos
alabar con todo
nuestro corazón a
Dios, que es Padre,
Hijo y Espíritu Santo.
Pero esta alabanza
será verdadera si nos
esforzamos por imitar
lo principal de la
Trinidad que es el
amor.
52. En primer lugar amor
a ese Dios Padre que
nos ha creado; a
Dios Hijo que nos ha
redimido; y a Dios
Espíritu Santo que
nos santifica. Por
eso durante todas
las horas del día
Dios merece todo
honor y toda gloria. Y
terminamos
deseando la alabanza
infinita.