El documento resume las lecturas bíblicas de la segunda semana del tiempo ordinario. La primera lectura habla de la llamada del profeta Samuel por Dios en el templo. La segunda lectura trata sobre el cuerpo como templo del Espíritu Santo y perteneciente a Cristo. La tercera lectura narra el encuentro de Jesús con los primeros discípulos, incluido el llamado de Pedro.
Luisa de Marillac y la educación de las niñas pobres
Segunda Semana Tiempo Ordinario, Fr Julio César González Carretti OCD
1. SEGUNDA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año Impar. Ciclo B)
Lecturas bíblicas
a.- 1 Sam.3, 3-10-10: Habla Señor que tu siervo escucha.
En el AT., la figura de Samuel es polifacética: sacerdote, profeta y juez.
Vive en un tiempo de transición, el paso del conglomerado de tribus a la
monarquía. En su existencia encontramos la sencillez y la grandeza; lo
sereno y el drama; el silencio y el hablar; la contemplación y el
dinamismo. La llamada de Dios ocurre en el templo, de noche, la
lámpara ardía, tiempo propicio para la revelación. Samuel, piensa en Elí
que lo necesita, hasta que éste intuye que es Dios quien llama al niño.
Este tipo de llamada evoca la vocación de Isaías, sólo que esta ocurre
en el templo de Jerusalén, en una teofanía cargada de solemnidad (cfr.
Is. 6). La concepción de Samuel, como la del Bautista, se anuncia en el
templo, sus madres son estériles y ambos niños son consagrados al
Señor (cfr. 1 Sam.1; Lc.1). Samuel, es el primero de los profetas y le
toca anunciar los comienzos de la monarquía, con la dinastía de David,
de la que nace el Mesías (cfr.1Sam.8). A Juan Bautista, en cambio, le
corresponde anunciar la plenitud de los tiempos. Samuel renuncia con
sus dos hijos al título de juez para dar paso a la monarquía. Anuncia
también la descalificación del sacerdocio de Silo, su santuario, para dar
paso al nuevo sacerdocio, que se establecerá en Jerusalén. Samuel,
supo dejar atrás, una época para asumir la novedad de otro hito de
salvación para Israel.
b.- 1Cor. 6, 13.15.17-20: Vuestros cuerpos son miembros de Cristo.
El apóstol recuerda a la comunidad los principios fundamentales de la
ética cristiana sobre el cuerpo: “Todo me es lícito” (1Cor.6,12; cfr. 10,23;
Rm.6,15). Algunos usaban este adagio para permitirse libertades
respecto a la fornicación, como necesidad que había que satisfacer. El
primer principio que propone el apóstol se refiere a que el hombre es
templo del Espíritu Santo (v.19), en el sentido que anima las facultades
del hombre desde lo interior de su espíritu. De ahí la preocupación del
apóstol, por la pureza del cristiano, ante la presencia de Dios, como el
judío, al entrar en el templo de Jerusalén. El cristiano sabe que gracias a
su libre albedrío y cooperación a la gracia del Espíritu, edifica el templo
de Dios en su vida. Otro principio, que recuerda el apóstol al cristiano es
2. que su cuerpo, ya no le pertenece, es de Cristo (v.20). El hombre
reducido a sus propias fuerzas, termina siendo esclavo de su propia
carne. Cristo nos entrega su Espíritu, por el cual, el cristiano cuenta con
otro principio, no sólo sus fuerzas, sino la fuerza del Espíritu de Dios en
él (cfr. Rm. 6, 12-18). Queda liberado del dominio de la carne, que
dejada a su suerte, termina esclava; libre además de la vivencia externa
de la Ley, puesto que la presencia del Espíritu, le basta para nutrir y
guiar sus facultades hacia las fuentes de la definitiva salvación. Cristo
Jesús, ha conseguido este don para el hombre con su misterio de
muerte y resurrección. Esta nueva humanidad en Cristo, permite en
libertad y gracia, alcanzar la salvación y obrar de acuerdo a los
sentimientos y actitudes de Jesús (cfr. 1Cor.1, 12; 6,19-20; 11,3;
2Cor.10, 7; Rm. 6,11; 6,15; 8,9). De esta forma Cristo nos rescató, de la
carne y de la Ley, como si fuéramos esclavos, ahora libres, no podemos
desechar su Espíritu, por ello, le pertenecemos, de ahí que la libertad
que poseemos, es don de Dios, para optar siempre por el bien (cfr.
1Cor.7, 23). Finalmente, el último principio tiene por fundamento la
resurrección y la glorificación del cuerpo del cristiano (vv.14. 20). Si
antes, la gloria de Dios habitaba en el templo de Jerusalén, caducado el
templo, ahora la gloria de Dios está en el obrar del cristiano, dando
testimonio que Dios está presente en nuestra vida, en espera de la
resurrección de los cuerpos. Mientras vivimos debemos tener abiertas
nuestras facultades, para que guiados por la mociones del Espíritu,
alcancemos la santidad a la que el nuevo Adán, Jesucristo nos convida.
c.- Jn. 1,35-42: El Mesías y sus discípulos: vieron donde vivía, y se
quedaron con Él.
Nuevamente Juan Bautista, da testimonio de Cristo, a quien presenta
como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: en el primer
testimonio no había testigos (Jn.1, 29ss), ahora hay dos testigos, dos de
sus discípulos (v.35-36). Estos captan su testimonio y comprenden que
deben abandonar a Juan Bautista, su maestro, y seguir a Jesús. ¿Qué
los motivó a seguir a Jesús? La fe, en ese sentido bíblico que tiene la
imagen del “Cordero de Dios” (cfr. Jn. 1, 36s). El Maestro de Nazaret,
habla por primera vez: “Qué buscáis” (v. 38). En esa pregunta, hay
mucho más que una interrogación. Es el primer interrogante de quien
quiere conocer y seguir a Jesús. Querían estar con ÉL, donde vive ÉL,
deben vivir los que le siguen (cfr. Jn. 14,2). La indicación de la hora
décima, las cuatro de la tarde, es la hora de Jesús, la hora de la plenitud
(cfr. Gn. 2,16; Ex.19,7). Juan evangelista no indica dónde vivía Jesús,
pero sabemos que está habitado por el Espíritu Santo, por lo tanto, el
Maestro, su habita es el Espíritu Santo. Esto lo percibieron los dos
3. discípulos, como el Bautista había visto al Espíritu en ÉL, le siguieron.
Este encuentro transformó sus vidas (v.39; Jn.1, 32ss). Quien busca
encontrará en ÉL una respuesta, plena y total. Jesús es la plenitud de la
revelación, único Salvador, y Revelador, Enviado por Dios Padre. Un
nueva escena, nos presenta a Andrés, discípulo de Juan, que había
estado con Jesús, le anuncia a su hermano Simón, que ha encontrado
al Mesías (v.43). Cuando Andrés lo lleva a la presencia de Jesús, éste
parece conocerlo, y le cambia el nombre al hijo de Juan: “Tú te llamarás
Cefas, que quiere decir: Piedra” (v. 42). El nombre en la Biblia, viene a
significar la identidad y la misión, por lo tanto, cambiarlo, indica
transformar la persona y vincularse con quien la dio este nuevo nombre
(cfr. Gn.17,5; 2,23; 4,1-4; 21,3; 32,29; Is.1,26). Kefas, es la forma
aramea, pero nosotros le conoceremos en la forma griega, Pedro (cfr.
1Cor.1,12; 3,22; 9,5; 15,1; Gál.1,18; 2,9.11.14). Al mirar a Simón y darle
un nuevo nombre el Maestro, le asoció a su obra que culminará cuando
le confíe el pastoreo universal de su rebaño (Jn.21), la Iglesia. Si
nosotros hemos acogido el “venid y veréis” y sabemos cómo es Él,
bueno sería ahora seguir profundizar en esa condición de discípulos,
haciéndose uno con Él y en sentimientos y actitudes cada vez más
evangélicas y eclesiales de servicio a del Padre y del prójimo.
San Juan de la Cruz comenta los verso: “donde secretamente moras” de
Llama de Amor viva, y nos enseña: “Dice que en su seno mora
secretamente, porque, como habemos dicho, en el fondo de la sustancia
del alma es hecho este dulce abrazo. Es de saber que Dios en todas las
almas mora secreto y encubierto en la sustancia de ellas, porque, si esto
no fuese, no podrían ellas durar. ¡Oh, cuán dichosa es esta alma que
siempre siente estar Dios descansando y reposando en su seno! ¡Oh,
cuánto le conviene apartarse de cosas, huir de negocios y vivir con
inmensa tranquilidad, porque aun con la más mínima motica o bullicio no
inquiete ni revuelva el seno del Amado! Está él allí de ordinario como
dormido en este abrazo con la Esposa, en la sustancia de su alma, al
cual ella muy bien siente y de ordinario goza. Porque si estuviese
siempre en ella recordado, comunicándose las noticias y los amores, ya
sería estar en gloria. Porque, si una vez que recuerda mala vez abriendo
el ojo, pone tal al alma, como habemos dicho, ¿qué sería si de ordinario
estuviese en ella para ella bien despierto?” (Llama de amor viva 14,4-5).
4. LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 5,1-10: A pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.
b.- Mc. 2, 18-22: Discusión sobre el ayuno.
En el evangelio, encontramos dos temas: uno habla del ayuno (vv.18-
20), y el segundo, el contraste entre lo viejo y lo nuevo (vv.21-22).
Ahora, se trata del ayuno y de la conducta escandalosa de parte del
grupo de Jesús, es decir, de sus discípulos, que no ayunaban como los
discípulos de Juan y los fariseos. La pregunta de los fariseos, da pie a
Jesús, para presentar una doctrina más profunda que el tema del ayuno.
Esta práctica se refiere, no al ayuno, que toda la nación practicaba un
vez al año, sino del ejercicio libre y particular (cfr. Lv.16,29-30; Jr.41,1-2;
Zac.8,19; Sal.35; 69; 109; Dn,9,3; 10,3; Esd.10,6; Neh.1,4; Mc.2,18;
Mt.4; 6,17; Lc.18,12), que hacían los fariseos piadosos, dos veces por
semana (cfr. Lc. 18, 12). ¿Quiénes eran los discípulos, para tomar un
camino alternativo, al de Juan y los fariseos? (v.18). La pregunta va
dirigida a Jesús, como Maestro, que no enseña a sus discípulos. Jesús
responde con otra pregunta, que compara a sus discípulos como
invitados a un banquete de bodas, practicar el ayuno en ese contexto,
significaría no participar, y la fiesta no tendría sentido. Sutilmente la
atención se desplaza de los discípulos invitados a la boda, a del esposo
con la que Jesús se identifica. Se trata de la esperanza mesiánica, que
hablaba de los días del Mesías y de las bodas, pero con una novedad:
Jesús es el esposo que hace posible las bodas y el banquete anunciado
por los profetas. Jesús, no quita el valor al ayuno, habrá un tiempo para
el ayuno, cuando ÉL no está presente, velado anuncio de su pasión y
muerte; pero desea destacar la novedad del Evangelio. Establece una
nueva línea teológica, formada por la presencia de los invitados, boda y
esposo, pero también de ausencia, sin invitados, donde ya no hay boda
ni esposo. Desde ahora, el ayuno adquiere un valor nuevo para
relacionarse con ÉL. Las imágenes del paño y los odres de vino,
segundo tema, esclarecen la parábola del novio y el banquete de boda.
El paño nuevo tiene un aparejo mejor que el viejo, coserlos juntos
produciría un desgarro peor (v.21). Cuando los odres eran hechos con
piel de animales nuevos, soportaban la fermentación, con el tiempo
perdían elasticidad, y se rompían. A vino nuevo, odres nuevos (v. 22).
Jesús entiende su venida y presencia en medio de los hombres, como el
cumplimiento de las promesas de Dios (cfr. Is. 62; 61,10). Esa misma
alegría que tiene el Hijo, deben reflejarla los amigos del novio o sea los
5. discípulos. Este tiempo, antes de su venida definitiva con poder y gloria,
hay que vivirlo, muriendo a nosotros mismos ayunando de cosas vanas,
para nutrirnos de la Palabra de Dios, la Eucaristía, la comunidad
eclesial y la oración, hecha en común y privadamente. Es el tiempo de la
salvación, es el vino nuevo que hay que recibir en odres nuevos, es
decir, con cambio de mentalidad (cfr. Jn. 2, 1-11). La nueva Alianza
sellada con la Sangre de Cristo, es el inicio de ese tiempo nuevo, que no
terminará, sino con el regreso del Señor Jesús al final de los tiempos.
Este tiempo que ha llegado, vivido en la comunión con Dios, es motivo
de alegría y servicio al prójimo que se nos ha confiado, servicio hecho
en fe, libertad y amor, puesta la mirada en ÉL, para dejarse conducir
por el Maestro.
Teresa de Jesús, vivió a fondo esa esponsalidad bautismal con Cristo,
cuyo mejor fruto fue su consagración a Dios en el Carmelo, hasta
convertirse en Maestra de espirituales. “O somos esposas de tan gran
rey, o no. Si lo somos, ¿qué mujer honrada hay que no participe de las
deshonras que a su esposo se hacen” (CV 13,2).
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 6,10-20: La esperanza es ancla segura y firme.
b.- Mc. 2, 23-28: El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre
para el sábado.
El evangelio nos habla de una nueva disputa con los fariseos, Jesús así
defiende a los suyos por haberse alimentado, quebrantando el sábado,
arrancando espigas de los campos, para abrirse camino, enseña Marcos
(cfr. Mt.12,1-8; Lc.6,1-5). El sábado es un día de reposo, consagrado al
Señor (cfr. Ex. 20, 8-11). La casuística farisaica, prohibía el hecho de
espigar, por ello, exigen una explicación al Maestro, por quebrantar la
santidad del sábado (v. 24). Si ellos argumentan desde la Escritura,
Jesús, también argumenta desde ese conocimiento. La cita de David, es
para recalcar el hambre y la costumbre de frotar las espigas y comerse
los granos, pero el texto, no dice que fuera en sábado, lo que
escandaliza a los fariseos, por estar prohibido hacerlo por considerar la
recolección, como un trabajo. En todo caso, la falta de David, fue comer
los panes de la proposición reservado a los sacerdotes; rompió una ley
del culto, pero no faltó al sábado (v. 26; cfr. 1 Sam. 21,1-7). Como
conclusión de esta discusión, se puede decir que conservar la vida, es
más importante, que las prescripciones mosaicas (v.27), y si esto se lo
permitió David, rey tan venerado, el Mesías, su descendiente, actúa con
6. la misma libertad. Jesús deja en claro, que hay ocasiones en que hay
razones justas, para anular la ley. Es la razón la que guía a la justa
aplicación de la norma. Jesús, concluye con un principio general y una
aplicación personal. “El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el
hombre para el sábado” (v.27). La ley fue hecha para ayudar al hombre
a tener una vida mejor y no para atormentarlo con su observancia. El
sábado, es la celebración de la libertad de la esclavitud de Egipto, el
paso de Dios, la Pascua hacia la vida nueva en tierra de promisión. Se
celebraba la vida, libres de las cosas y de ellos mismos y para una
mayor comunión con Dios. Los discípulos, como los compañeros de
David, debían alimentarse para seguir su camino, por ello era necesario
derogar el rígido cumplimiento de reposo del sábado. Si David pudo
derogar un precepto en caso necesidad, sin que se le pueda culpar, con
mayor razón Jesús dejó hacer sus discípulos. No sólo anuló el precepto,
sino que se proclamó Señor del sábado, el hijo de David se eleva por
sobre su padre David (cfr. Mc.12, 35-37). Reclama para sí autoridad
divina para dar un nuevo sentido al sábado. Esta afirmación con que
termina este evangelio, va descubriendo la identidad de Jesús, lo que
nos recuerda que también, es el Hijo del hombre, que perdona los
pecados (cfr. Mc. 2,10), mensaje fuerte para sus discípulos de todos los
tiempos.
Santa Teresa de Jesús, comprende que la obediencia a la fe recibida es
un camino que tenemos que hacer todos los cristianos, aprendió a amar
la voluntad de Dios en su vida en la medida que la observó y
comprendió. “La seguridad que podemos tener es la obediencia y no
torcer la Ley de Dios; digo a quien hiciere semejantes mercedes (ser
llamados por Dios a su servicio) y aun a todos” (5M 3,2).
MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 7, 1-3. 15-17: Tú eres sacerdote para siempre.
b.- Mc. 3, 1-6: Curación del hombre de la mano paralizada.
Tenemos otro encuentro de Jesús y los fariseos, con motivo de una
curación en sábado, en la sinagoga. Algunos espiaban a Jesús, para ver
si sanaba en sábado (v.2). La trasgresión de Jesús es haber trabajado,
curado a un enfermo de su mano paralizada, en sábado. Su
preocupación, es salvar a ese hombre de su mal, sus enemigos tienen
cerrado el corazón, y ciegos los ojos, por sus interpretaciones humanas
de la Ley de Moisés. Es una oposición irreconciliable, porque, mientras
7. Jesús está unido a la voluntad del Padre, sus enemigos en tanto,
manifiestan su endurecimiento a los designios divinos. Lo central de este
evangelio, es la licitud o ilicitud de la curación en sábado. Jesús saca a
la luz el problema y centrar la discusión: la cuestión no está en hacer o
no esa curación, sino en salvar una vida o dejarla morir. El silencio, fue
la respuesta de parte de los adversarios de Jesús, porque hubieran
tenido que optar por la vida, por hacer el bien, darle en definitiva la razón
a Jesús (v.4). Jesús les miró con ira, enseña Marco, por la dureza de su
corazón (v.5); hay un contraste evidente, no tienen nada en común,
siente tristeza por la soberbia que aprisiona a estos hombres. Jesús
pone al hombre en medio de la Sinagoga, lo espacial, remite a lo
espiritual: el hombre debe estar en el centro, en su profundo centro.
Jesús actúa y sana al enfermo de su mano (v.5), en apariencia,
quebrantó el reposo del sábado. Lo que pretende es hacer comprender
el espíritu de la Ley, lo interior de ella, el bien del hombre, que no
compite con la gloria de Dios, fin último de la Ley. Poner al hombre en el
centro, es considerar y reconocer la dignidad, con que Dios lo revistió
desde el comienzo. Dios recibe gloria de los hombres, cuando son
reconocidos los derechos de los hombres, su dignidad, salud, amor,
trabajo, etc. Es celebrar el sábado dedicado a honrar a Dios, puesto al
servicio del hombre. Si Jesús está por la vida, sus adversarios tienen
planes homicidas, puesto que confabulan eliminar a Jesús, fariseos y
herodianos. Jesús, el que trae la vida nueva debe ser eliminado, con ello
se anuncia la pasión, y su grito en la cruz, es la victoria de la vida sobre
la muerte, que se anticipa en la sanación de este enfermo que recupera
la vida. La Iglesia es hoy, la que defiende la vida desde su concepción
hasta su deceso natural, pues cree, que la vida es don de Dios y
propone el camino del Evangelio, como encuentro con la salvación que
Jesús nos trajo a todos los hombres.
Santa Teresa de Jesús, enseña que la oración es la mejor arma para
abrir, con la gracia del Espíritu Santo, el corazón endurecido por el
pecado. Teresa lo vivió y lo propone como camino de entrega a Dios.
“Pues para lo que he tanto contado esto es, como he ya dicho, para que
se vea la misericordia de Dios y mi ingratitud; lo otro, para que se
entienda el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener
oración con voluntad, aunque no esté tan dispuesta como es menester,
y cómo si en ella persevera, por pecados y tentaciones y caídas de mil
manera que ponga el demonio, en fin tengo por cierto la saca el Señor a
puerto de salvación, como, a lo que ahora parece, me ha sacado a mí.
Plega a Su Majestad no me torne yo a perder.” (V 8,4).
8. JUEVES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 7, 25-8, 6: Se ofreció a sí mismo.
b.- Mc. 3,7-12: La muchedumbre sigue a Jesús.
Este texto es un sumario de toda la actividad de Jesús en Galilea, ahora
junto al lago de Genesaret. El evangelista quiere destacar la inmensa
atracción que ejerce el Maestro sobre las personas que lo siguen de
todas partes, para escucharlo, sanarse de sus males, tocarlo y hasta los
demonios lo reconocen: “Tú eres el Hijo de Dios” (v. 11). En este pasaje
se nota la tranquilidad que existe entre Jesús y la muchedumbre, lo que
prepara el ánimo para decisiones serias y definitivas, como la elección
de los Doce. Marcos, señala que mucho lo hacían sólo por interés de
conseguir un milagro, por lo que oían decir que hacía (v. 8). La fama de
Jesús, supera los límites de Palestina, si Juan Bautista atraía
mayormente judíos, Jesús atrae también a paganos, atraídas por las
curaciones de todo tipo, que oían hacía Jesús, por eso piden preparen
una barca para salvar su integridad física. La mención de Galilea y
Jerusalén, además de otras ciudades, más bien paganas, no es que
quiera el evangelista resaltar el afán de milagros de las gentes, sino
poner en el centro a Jesús y su actitud, su atracción y su acción
sanadora, motivo por el que lo buscan (cfr. Mc. 5, 27-31). Los demonios
lo reconocen como el Hijo de Dios, pero Jesús les manda callar, no
quiere darse a conocer por ellos. Ellos dicen la verdad, pero con un claro
intento que renuncie a la cruz. Quieren proclamar su gloria,
reconociéndole, pero apartándole del único camino para llegar a ella: la
pasión y la cruz (v.5). De ahí que rechaza el testimonio de los demonios.
Jesús sana, con el poder divino que posee su palabra, su filiación
divina, es confirmada desde la luz de la fe pascual. Jesús atrae a los
hombres, no por los prodigios que realiza, sino por la salvación, y
redención, por la comunión con Dios que germina en sus vidas. Marcos,
nos presenta a Jesús como fuente de salvación, el divino Medico de la
salud eterna, en una sociedad enferma y necesidad de redención como
la nuestra. Esta síntesis que hace el evangelista, quiere ser una imagen
de la humanidad reunida junto al Resucitado. Desde la barquilla, la
Iglesia, se reúne en torno al altar de la Palabra y la Eucaristía, para
escuchar a Jesús, y desde ahí comunicar la fuerza redentora y sanadora
como enviado del Padre, a todos los que quieran seguirle hoy.
Teresa de Jesús, recibió muchas veces la visita del Resucitado con un
propósito: mostrarle el camino de su sacratísima Humanidad para una
9. oración más cristológica y eclesial. “Hase de notar también que en cada
merced que el Señor me hacía de visión o revelación quedaba mi alma
con alguna gran ganancia, y con algunas visiones quedaba con muy
mucha. De ver a Cristo me quedó impresa su grandísima hermosura, y
la tengo hoy día; porque para esto bastaba sola una vez ¡cuánto más
tantas como el Señor me hace esta merced!” (V 37,4).
VIERNES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 8, 6-13: Es mediador de una alianza mejor.
b.- Mc. 3, 13-19: Institución de los Doce.
Luego de estar en medio de la muchedumbre, junto al lago de
Genesaret, Jesús sube al Monte, para estar con Dios (v.13). El monte
es lugar privilegiado de oración (cfr. Mc. 6,46; 9,2; Lc. 6,12). En ese
clima orante, Jesús llama a los Doce para que estuvieran con ÉL, y
luego enviarlos a evangelizar. Los Doce representan, en el querer de
Jesús, a las Doce tribus de Israel, a las que quiere llevar su mensaje de
salvación (cfr. Mt. 10, 6; 15, 24; 19, 28). Es una acción simbólica que
busca reunir y completar al verdadero pueblo de Israel, la Iglesia, sobre
los cuales se edificará este edificio santo. Cuando Marco menciona a los
Doce, los contempla frente a las multitudes, como dirigentes, que forman
una comunidad entorno a Jesús, a la que instruyen continuamente (cfr.
Mc. 9, 33-50). El motivo del llamado, es la comunión con ÉL, y participar
de su misión. Lo central será la unión con Jesús, comunidad de vida,
vocación y destino, entrar con Jesús es entrar en la comunión e
intimidad con Dios. De esto se desprende que comunión, vocación y
misión, son un don de Dios al discípulo, por eso llamados por su
enviado. Este es un momento constitutivo y esencial del proyecto de
salvación querido por Jesús. Llamó y designó, a los que ÉL quiso, lo que
expresa la vocación y presagia su participación en la misión
evangelizadora del Mesías (cfr. Mc.1, 16-20; 6,7-13). Expresión de la
autoridad del Nazareno, no sólo con sus adversarios, sino que también
con los que llamó, a compartir su misión mesiánica (cfr. 1, 22.27). Jesús
quiere garantizar la misión que recibió del Padre y que confiará a los
apóstoles. El evangelista, destaca la figura de Pedro, no sólo poniéndolo
al inicio de la lista, en contrapunto con el último de los Doce, Judas, el
que lo entregó. Marcos menciona el cambio de nombre de Pedro, para
resaltar que es el primero de los apóstoles, con lo que quiere también
enseñar que Jesús está por sobre Pedro, puesto que le da un nombre
nuevo, y que Pedro tendrá una misión particular respecto a los demás
apóstoles. La traición de Judas, remite a la noche de la pasión de Jesús,
10. drama que se inicia con la entrega del Mesías. Todo este proceso
vocacional, es modelo de toda vocación cristiana; necesitamos
profundizar en las motivaciones de nuestro seguimiento de Cristo para
crecer en el conocimiento de su persona, palabra, obra y misión. La
vocación cristiana consiste en escuchar y seguir el camino del Mesías,
el enviado por el Padre, al mensajero del reino de Dios, al Crucificado
del Calvario, al Señor Resucitado al tercer día y al dador de su Espíritu a
su Iglesia.
Teresa de Jesús, nos invita estar atento a las muchas veces que en la
vida el Señor nos llama, lo importante, es responderle en alguna de
ellas, con un compromiso radical de seguimiento, imitación y
configuración. “Así éstos entienden los llamamientos que les hace el
Señor, porque, como van entrando más cerca de donde está Su
Majestad, es muy buen vecino y tanta su misericordia y bondad que, aun
estándonos en nuestros pasatiempos y contentos y baraterías del
mundo y aun cayendo y levantando en pecados porque estas bestias
son tan ponzoñosas y peligrosa su compañía y bulliciosas, que por
maravilla dejarán de tropezar en ellas para caer con todo esto, tiene en
tanto este Señor nuestro que lo queramos y procuremos su compañía,
que una vez u otra no nos deja de llamar para que nos acerquemos a él;
y es esta voz tan dulce que se deshace la pobre alma en no hacer luego
lo que le manda; y así, como digo, es más trabajo que no lo oír.” (2M
1,2).
SABADO
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 9, 2-3. 11-14: Entró en el santuario para siempre.
b.- Mc. 3, 20-21: Sus parientes lo buscan.
Este pasaje es propio de Marco, es uno de los textos oscuros y un
aspecto difícil de comprender, respecto de la misión de Jesús. No son
muchas las veces en este evangelio, en que Jesús da a conocer su
identidad más profunda. Las gentes buscan milagros del joven rabino de
Nazaret, sus propios discípulos están aprendiendo a conocerle. Pero
son sus parientes más cercanos, que vienen a por ÉL porque, dicen,
está fuera de sus cabales (v.21). Si bien, la expresión viene a significar,
que se salió de su conducta habitual, está exaltado, fuera de sí, está
loco, no deja de ser humillante. Como todos los profetas, Jesucristo, vive
la soledad, la incomprensión, la excentricidad. Juan, agrega que ni sus
parientes creían en ÉL (cfr. Jn. 7, 5). Más tarde, los fariseos venidos de
11. Jerusalén, dirán que Jesús está endemoniado. Muy unido a esto de los
parientes, hay que recordar que el mismo Jesús estableció los
parámetros del verdadero parentesco con ÉL, que nace del
cumplimiento de la voluntad de Dios: esos van a ser su madre,
hermanos y hermanas (cfr. Mc. 3, 31ss). Sus parientes de Nazaret,
tampoco creerán en sus palabras cuando los visite; no tenían fe (cfr. Mc.
6,1ss). El mensaje de Jesús, sus prédicas debieron causar un enorme
revuelo entre la gente importante y sencilla, porque sus propuestas eran
toda una novedad, que rompía con todos los parámetros establecidos en
lo religioso, social y político, como por ejemplo, las Bienaventuranzas; lo
mismo, el tema de orar por los enemigos, el sentido de amor al prójimo,
la pobreza, la puerta estrecha, etc. No extraña, entonces, que digan está
fuera de sí. Si Cristo fue incomprendido en su tiempo, por las
autoridades religiosas, por el poder político, por sus parientes y
discípulos hasta que llegó la luz pascual, no es de extrañar la
incomprensión que vive también hoy en nuestra sociedad. Él es siempre
bandera discutida y suscita las más variadas reacciones. De una parte,
están los que lo rechazan abiertamente, en el otro extremo, los que lo
siguen en forma incondicional, luego hay una masa cuyas motivaciones
religiosas, no siempre cristianas, deben madurar, por ignorancia o una
deficiente relación con Dios y la Iglesia. Hay un segmento que no
podemos de olvidar de admiradores de Jesucristo y la Iglesia, y otra de
indiferentes. El verdadero discípulo como Jesús, deberá sufrir
incomprensión y su fe se verá fortalecida por las pruebas, lo mismo su
esperanza y caridad. Los Santos, los auténticos cristianos que se
tomaron en serio el Evangelio y a Jesucristo, fueron tratados de locos.
Como verdaderos parientes de Jesús, locos de amor por ÉL, dentro de
lo razonable, hay que abrir el Evangelio, asumir la radicalidad del
seguimiento y la cruz con todo lo que encierra. Si nos guiamos por solo
lo razonable, no llegaremos muy lejos como discípulos de Cristo Jesús,
entendiendo por razonable, lo que hace todo el mundo. Sólo el camino
del amor nos transforma en locos, porque nos hace penetrar en el
misterio de la persona amada: conocer a Jesucristo lo es todo, el amor y
la fe, las vías más a nuestro alcance para recorrer desde hoy el camino
de la santidad.
Teresa de Jesús, hablando del sueño de potencias, la tercer grado de
oración y otra forma de regar el huerto del alma, la Santa: “Es un
glorioso desatino, una celestial locura, adonde se aprende la verdadera
sabiduría” (V 16,1).