Este documento discute la relación entre la globalización, la cultura, la ciudadanía y el desarrollo. Argumenta que la globalización no necesariamente conduce a una cultura homogénea global, y que los estados deben valorar y abrazar la diversidad cultural en lugar de promover una cultura nacional unificada. También explora cómo la ciudadanía y las organizaciones culturales pueden generar políticas culturales que promuevan la inclusión social y el desarrollo desde abajo a través de la autogestión y la legitimación de identidades locales diversas
Cultura, ciudadanía y desarrollo en la era de la globalización
1. La cultura en permanente disputa.
Globalización, Ciudadanía y Desarrollo
“Dedicado a la ciudadanía que,
a través de la autonomía y la autogestión,
lucha por un mundo más tolerante y diverso”.
* Jorge Campos T.
Conjugar globalización con cultura, ciudadanía y desarrollo, puede ser un
poco complejo a la hora de no vislumbrar la estrecha relación que tienen estos
conceptos de uso mundial. El objetivo de este ensayo es esclarecer la
interrelación de estos procesos y manifestaciones, considerando también, como el
Estado y la ciudadanía toman partido a través de políticas culturales o prácticas
locales que puedan generar una transversalidad, en donde prime una verdadera
democracia cultural, teniendo en cuenta que toda política cultural debe ser la llave
maestra de toda “política pública”1 (Texeira, 2003). Para ello vamos a ir
conjugando algunas temáticas:
1) Globalización, Estado y Desarrollo: En esta nueva sociedad de la
información, como diría Castells, hay que comprender que este fenómeno
globalizador, responde a una multiplicidad de procesos, que no tienen un fin único
para cada país, cultura o nación. Puesto que la globalización no es homogénea ni
tampoco conlleva a una cultura global, pero hay que tener en claro que son
muchos los Estados que protegen y abusan de una “cultura nacional” con la cual
hay que auto-identificarse, como esclavos de la territorialidad, sustentados en el
romanticismo nacional y patriota. Según Néstor García Canclini, un especialista en
el tema, hoy en día no basta con privilegiar una tradición unificada por un Estado,
sino más bien, abrazar el desarrollo desde la valoración y riqueza de las
diferencias.
* Profesor de Historia y Geografía, Licenciado en Educación (Universidad del Bío-Bío), Diplomado en
Patrimonio, Comunidad y Cultura Local, Universidad de Santiago de Chile, 2011, Santiago, Chile.
1
Véase más en: Texeira Coelho. “Una política para la cultura inerte”. Publicado en abril de 2003.
http://www.revistatodavia.com.ar/todavia04/notas/Texeira%20coelho/txtteixeira.html.
2. Aquí podríamos ampliar el debate en torno a quien define la cultura de los
pueblos, y sin duda que el Estado juega un papel primordial en esto. La disputa se
desarrolla entre el cuestionado “Estado Unitario”, del cual nuestra Constitución se
nutre, y el anhelado “Estado Plurinacional”. El primero de ellos privilegia la
estructura colonial, con un componente híbrido otorgado por el proceso de
mestizaje que caracterizó el dominio europeo, todo ello retrae el aporte cultural
transformándose en una “negación cultural”, de la cual surgiría –a modo de
contrapartida- una “revitalización cultural” con la cual se puede asociar al Estado
Plurinacional y la ciudadanía consciente. Para combatir esta situación, el Estado
Plurinacional, junto con sus ciudadanos, organismos, centros culturales, de
comunicación y otros, deben generar políticas culturales que se enmarquen en la
globalización, pero desde otro paradigma. Según “Stefano Varese” y otros autores
como “Arjun Appadurai” o “George Yúdice”2, se debe construir una “globalización
desde abajo” en donde los pueblos históricamente oprimidos y los ciudadanos
indignados inscriban sus identidades, caminando hacia una transversalidad
cultural, con la cual resistamos la violencia estatal, propongamos nuevas formas
de socialización y colaboración ciudadana.
Para conseguir este objetivo, las ciencias sociales también deben tomar
cartas en el asunto, y ojalá que desde sus diversos campos de acción se
propongan debelar y estudiar la pluralidad de culturas existentes, considerando las
diversas identidades y el flujo constante en el cual se desarrollan a través de los
múltiples procesos que conlleva la globalización. En relación al tema, antropólogos
ingleses hacen mención a los “mooving roots” o mejor dicho, a las “raíces en
movimiento”, con el fin de constatar y narrar la diversidad de identidades que
coexisten en una cultura o más, por otra parte los historiadores también
contribuyen desde la “Nouvelle Histoire” o “Nueva Historia”, en donde se ha
ampliado el campo de estudio y los propósitos de investigación los han centrado
en la gente común y no en las grandes personalidades. Al respecto Peter Burke
2
Véase más en: George Yúdice (1998) “The globalization of culture and the new civil society,” en Alvarez,
Dagnino y Escobar.
3. (1993), en su libro “Formas de hacer Historia” afirma que: “En la última generación
el universo estudiado por los historiadores se ha expandido a un ritmo vertiginoso".
3
Ello lo constata la aplicación de nuevos enfoques historiográficos, tales como la
microhistoria o la historia oral -sustentados principalmente en el testimonio-, los
cuales han contribuido en la difícil y permanente re-construcción de nuestro
pasado, como también en la tarea por democratizar la cultura y valorar la
diversidad de identidades.4 Es aquí donde se integra la idea del
“multiculturalismo”, en tanto “narración” de la globalización históricamente situada.
Esta nueva forma de enfrentar la globalización, a través de emergentes
políticas culturales, debe conllevar a un nuevo desarrollo, lejos de esa taxonomía
tan eurocentrista a la cual se ha acostumbrado nuestra cultura, clasificándonos a
nosotros mismos como “tercer mundistas” o “sub-desarrollados”. De hecho lo
fundamental sería abrazar el desarrollo a través de “políticas de inclusión social” 5
que busquen mayor calidad de vida, para ello hay que sustentarse en una visión
integradora, transversal, liberadora, autogenerada, autosuficiente y
autogestionada con la cual se comprometa la ciudadanía.
2) Cultura y Ciudadanía: Según la dialéctica de Bourdieu6, la realidad social se
intenta resolver de la dicotomía existente entre el “campo” y el “habitus”, el primero
considerado como el espacio en donde se desarrolla la cultura propiamente tal,
aquí es donde se gesta la producción e intercambio de bienes culturales, el
segundo es el sistema de valores, creencias o formas de vida que tienen los
sujetos de dicho “campo”. Para que quede más clara la idea, debemos tener
presente que al referirnos al “habitus” estamos colocando lo personal como
colectivo, es decir, estamos compartiendo una subjetividad socializada. Por otra
parte el “campo” lo asociamos al poder ejercido por las instituciones que luchan
3
Peter Burke, “Formas de hacer Historia”, Alianza Editorial, Madrid, 1993, p. 11
4
Sobre Microhistoria véase Giovanni Levi y sobre Historia Oral a Gwyn Prins, ambos en Peter Burke, “Formas
de hacer Historia”, 1993.
5
Angel Mestres, “I Simposio Internacional de políticas públicas culturales”, Cordoba, Argentina.
6
Véase más en: Pierre Bourdieu, ”Habitus, code, codification”, Actes de la Recherche en Sciences Sociales”,
1987.
4. por objetivizar una realidad cultural. Tarea en la cual se ha esmerado el Estado
unitario, conservador o tradicional, además de otras instituciones de similares
características.
Es una lucha constante por el capital simbólico de las prácticas culturales e
identidades, y es aquí donde entra en juego la ciudadanía, buscando una
resignificación y junto con ello, la legitimidad social. Hoy en día todos quieren
legitimar su identidad y en ese sentido, Jesús Martín-Barbero, nos propone que no
pensemos en una sola cultura homogénea perfectamente distinguible y coherente,
sino más bien en que la diversidad de identidades que la componen, son cada vez
más multilinguisticas y transterritoriales7. Incluso el mismo Barbero, hace
referencia a la revalorización de lo local y de los nuevos “modos de estar juntos”,
explíquese a través de las pandillas juveniles, comunidades religiosas, centros
culturales, etc., en donde principalmente los jóvenes buscan legitimar ciertas
prácticas, en relación a ellos señala lo siguiente: [jóvenes] “convertidos en
indígenas de culturas densamente mestizas en los modos de hablar y de vestirse,
en la música que hacen u oyen y en las grupalidades que conforman” 8
Pese a que hoy en día se sigue obedeciendo al interés privado, y con
ello se neutraliza la legitimidad de identidades, puesto que la privatización siempre
es excluyente y no valora lo local, existen de todas formas, emergentes actores
sociales que en base a su condición de ciudadanos demandantes, intermediarios
u otras, generan las circunstancias a nivel local, regional, e inclusive mundial, para
gestionar tipos de colectividad que conlleven a una acción particular, con metas
claras tales como las que se han propuesto algunos Centros Culturales. Este es el
caso de AFRO REGGAE creado en 1993, el cual propugna una identidad cultural
basada en formas internacionales de música, con un fuerte activismo social, que
combate la discriminación racial, la violencia y la pobreza. Este movimiento busca
7
Véase a Jesús Martín-Barbero en: Coloquio de Globalismo y Pluralismo, Montreal 22-27 de abril, 2002. , “La
globalización en clave cultural: una mirada latinoamericana”. Departamento de Estudios Socioculturales,
ITESO, Guadalajara, México.
8
Ibíd., p. 11
5. proporcionar alternativas para que jóvenes de las favelas eviten la criminalidad y la
marginalización. Aquí es donde la ciudadanía cultural cobra tal importancia,
asemejándose incluso a la importancia fundamental de la defensa de los derechos
humanos, lo cual contempla una humanidad como conjunto de culturas en donde
se transforma y destaca la "diversidad".
Un objetivo similar es el de la fundación PLAYING FOR CHANGE, cuyo
proyecto valora la diversidad musical de diferentes culturas, esta fue una iniciativa
privada gestionada por el Ingeniero en Sonido, Mark Johnson, quien se dedicó a
gravar a diferentes artistas interpretando una misma canción, desde artistas
callejeros hasta artistas de nivel mundial, tales como Manu Chao, Bono del grupo
“U2” y ahora último la incorporación del Centro Cultural “Afro Reggae” en dos de
sus videos9. Así es como se desarrolla una verdadera transversalidad cultural, en
donde se legitima al artista de la calle como aquel que no sólo hace música para
vender, sino también para comunicar un mensaje de paz, de respeto y de amor
por las diferencias. Ello nos demuestra que la globalización y el uso de los medios
de comunicación también puede ser efectivo para contraatacar la hegemonía
cultural que algunos pretenden imponer.
9
Véase a modo de ejemplo: http://www.youtube.com/watch?v=Jfn8wsjh9WU ó
http://www.youtube.com/watch?v=QR9QNivCyvE&feature=related