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Mujeres poetas en la blo
1. Mujeres
poetas
en la BLO
Forman parte del canon literario, pero no ha sido fácil para ellas hacerse un hueco en él.
Muchas siguen siendo consideradas voces menores o secundarias dentro de los períodos,
movimientos, corrientes o generaciones que estudia la historia de la literatura.
Hoy queremos reivindicarlas a través de sus versos. Todos los poemas de esta selección están extraídos
de libros de la BLO, la Biblioteca del IES La Orden, cuya referencia incluimos.
Son, por tanto, deliciosos aperitivos que encierran la promesa de lecturas más dilatadas y ricas. Te invitamos a disfrutarlos.
2. Antología de la poesía lírica griega
Mujeres poetas en la BLO
Safo de Lesbos
Me parece que es igual a los dioses
el hombre aquel que frente a ti se sienta,
y a tu lado absorto escucha mientras
dulcemente hablas
y encantadora sonríes. Lo que a mí
el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo
decir ya palabra.
Al punto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,
me invade un frío sudor y toda entera
me estremezco, más que la hierba pálida
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz.
3. Unos labios dicen, de Elena Martín Vivaldi
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Elena Martín Vivaldi
LLUVIA
Si la lluvia, manual de nostalgias,
abre su gris presencia.
Si la lluvia recorre los caminos,
si llama con nudillos a las puertas,
si gotea en los cristales,
si acompaña, en silencio, a los amantes,
si apacigua al que llora
y deja su almohada a los enfermos;
si consuela al que triste,
si venda las heridas.
Yo la pido
y la llamo,
aunque luego mi ensueño
se deshaga en cristales.
4. Prenda de abrigo, de Francisca Aguirre
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Francisca Aguirre APRENDER A MIRAR
Aprender a mirar de otra manera.
Aprender a confiar de un nuevo modo.
Aprender a esperar
como si el mundo se estuviera haciendo.
Aprender, aprender...
Aprender todo desde el entusiasmo
sin apoyar el corazón en lenguas muertas.
Aprender a vivir
continuamente:
ser los discípulos
de un profesor que no da títulos
que ejerce una sabiduría
provisoria y mudable:
ser los aficionados al conocimiento
los aprendices
para siempre
los que se morirán
ignorantes
de casi todo.
5. Panorama de la poesía andaluza desde la postguerra a la actualidad
Mujeres poetas en la BLO
María Victoria Atencia
EPITAFIO PARA UNA MUCHACHA
Porque te fue negado el tiempo de la dicha
tu corazón descansa tan ajeno a las rosas.
Tu sangre y carne fueron tu vestido más rico
y la tierra no supo lo firme de tu paso.
Aquí empieza tu siembra y acaba juntamente
—tal se entierra a un vencido al final del combate—,
donde el agua en noviembre calará tu ternura
y el ladrido de un perro tenga voz de presagio.
Quieta tu vida toda al tacto de la muerte,
que a las semillas puede y cercena los brotes,
te quedaste en capullo sin abrir, y ya nunca
sabrás el estallido floral de primavera.
6. Entre nosotras, de Audre Lorde
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Audre Lorde
AHORA QUE ESTOY PARA SIEMPRE EMBARAZADA
Recuerdo cómo pasaron los días
mientras florecías dentro de mí
uno amontonado sobre el otro
los cambiantes planos hinchado de mi cuerpo
y cómo te meciste por primera vez, y saltaste
luego
creyendo yo que era mi corazón.
Recuerdo cómo se desinflaron los días
y vino el invierno
contigo engordando
contra el viento. Pensé
ahora sus manos
ya están formadas, y su pelo
ha empezado a rizarse
y sus dientes están hechos
y ahora ella estornuda.
Entonces brotó la semilla.
Te alumbré la mañana previa a la primavera.
Me zumbaba la cabeza como un pistón ardiente
mis piernas eran torres
por las que pasaba un mundo nuevo.
Desde entonces
no alcanzo a distinguir
sino un hilo solo
hilvanando las horas fugaces—.
Tú, fluyendo entre yos
hacia Ti.
7. La poesía no es un cuento, de Gloria Fuertes
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Gloria Fuertes
PIENSO MESA Y DIGO SILLA
Pienso mesa y digo silla,
Compro pan y me lo dejo,
Lo que aprendo se me olvida,
Lo que pasa es que te quiero.
La trilla lo dice todo;
Y el mendigo en el alero,
El pez vuela por la sala
El toro sopla en el ruedo.
Entre Santander y Asturias
Pasa un río, pasa un ciervo,
Pasa un rebaño de santas,
Pasa un peso.
Entre mi sangre y el llanto
Hay un puente muy pequeño,
Y por él no pasa nada,
Lo que pasa es que te quiero.
8. 68 sonetos del Siglo de Oro
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Juana Inés de la Cruz
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones veía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.
Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
9. Antología en verso y prosa, de Gabriela Mistral
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Gabriela Mistral
YO NO TENGO SOLEDAD
Es la noche desamparo
de las sierras hasta el mar.
Pero yo, la que te mece,
¡yo no tengo soledad!
Es el cielo desamparo
si la Luna cae al mar.
Pero yo, la que te estrecha,
¡yo no tengo soledad!
Es el mundo desamparo
y la carne triste va.
Pero yo, la que te oprime,
¡yo no tengo soledad!
10. Mujeres poetas en la BLO
Walada Bint Al-Mustakfi
Si hubieses sido justo en el amor que hay entre nosotros,
no amarías, ni hubieses preferido, a una esclava mía.
Has dejado la rama que fructifica en belleza
y has escogido rama que no da frutos.
Sabes que soy la luna de los cielos,
pero has elegido, para mi desgracia, sombrío planeta.
Así hablan las poetas andaluzas (1)
11. Poetas del 50
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Pilar Paz Pasamar
LAS COSAS OLVIDADAS
Desprendidas estáis en mi memoria
por las urgentes manos del olvido.
Puedo pensar, tan solo, que habéis sido
paso de nube o ave transitoria.
Que cruzasteis un día por la historia
del corazón sabiéndolo dormido,
y fue tan leve el paso y sin sonido
que no os pudo aprehender. Por la ilusoria
madeja que es el tiempo, busco en vano
el hilo del regreso, mas la mano
que os enreda mantiene esa porfía.
Y aunque reclame vuestra carne ausente,
y aunque la invoque, sé que inútilmente
os pienso ya. La eternidad no es mía.
12. Paisajes
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Dulce María Loynaz
ETERNIDAD
No quiero, si es posible
que mi beneficio desaparezca,
sino que viva y dure toda la vida de mi amigo.
Séneca
En mi jardín hay rosas:
Yo no te quiero dar
las rosas que mañana...
Mañana no tendrás.
En mi jardín hay pájaros
con cantos de cristal:
No te los doy, que tienen
alas para volar...
En mi jardín abejas
labran fino panal:
¡Dulzura de un minuto...
no te la quiero dar!
Para ti lo infinito
o nada; lo inmortal
o esta muda tristeza
que no comprenderás...
La tristeza sin nombre
de no tener que dar
a quien lleva en la frente
algo de eternidad...
Deja, deja el jardín...
no toques el rosal:
Las cosas que se mueren
no se deben tocar.
13. En las orillas del Sar, de Rosalía de Castro
Mujeres poetas en la BLO
Rosalía de Castro
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
14. Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX
Mujeres poetas en la BLO
Alfonsina Storni
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.
15. Mujeres poetas en la BLO
Ángeles Mora
SE PIANGE, SE RIDI
Te diré que no supe si reír o llorar
después de todo
pero estaba feliz,
demasiado feliz, sospecho ahora.
Recuerdo que me hablaste
de que empezaba a amanecer,
el cielo parecía algodón sucio.
Lo más inolvidable será siempre
el aire fresco y dulce que crecía,
igual que una caricia, entre dos luces.
Yo estaba sola
y tú quisiste ser mi amigo:
que esto no rompa la amistad, dijimos.
Pero fue hermoso más que un sueño,
mucho más inquietante que un puente entre la bruma
y aquel coche sin duda más maravilloso
que un bosque de la Alhambra
y tu corazón más hondo y más extenso
que el manto de la aurora
cuando llorando me asomé al balcón
de tus ojos.
Por eso ahora escuece la distancia
como ella sola y el deseo ―cruel―
asoma sus rizados bucles rubios
cada minuto
―con el peligro que eso entraña
para una sencilla amistad―
ahora no puedo menos que aceptar
lo que fue un verdadero error de cálculo:
esta suave tristeza insoportable
con la que no contábamos.
Así hablan las poetas andaluzas (2)