San Martín ordena al coronel Alvarado cruzar la Cordillera con tropas para unirse al ejército luego de que Rondeau fuera derrotado en la batalla de Cepeda y el Congreso fuera disuelto. Ante la ausencia de autoridad nacional, San Martín envía una carta renunciando a su mando del ejército de los Andes, pero los oficiales rechazan su renuncia afirmando que su autoridad para luchar contra los españoles no había caducado.