2. Siempre fui el último o penúltimo de mi clase y me costó aprender a leer. Se me daba mal
todo:
la aritmética, las matemáticas, las lenguas extranjeras…Me sentía torpe y tonto e incluso
llegué a pensar que mi perro era más listo que yo. Seguí esforzándome y estudiando y
conseguí
aprender los quebrados. Pero tenía tan mala memoria que al día siguiente olvidaba todo…
me sentía como una persona sin memoria.
3. Las palabras que más me costaba recordar eran las que tenían mayúsculas y las que
tenían nombres propios como las de la ciudades, los ríos, las batallas, los héroes, los
tratados, poetas o los teoremas.
Mi familia pertenecía a la burguesía francesa, eran muy felices, había amor entre ellos y
no había conflictos. Había muchos adultos que me ayudaban a hacer los deberes y
también tenía una Biblioteca en casa y un entorno cultural acorde con la época y el
medio.
4. Pensaba que era nulo y que nunca conseguiría llegar a estudiar nada, que no valía la
pena intentarlo y que la Escuela no estaba hecha para mí. Me sentía como una
vergüenza para mi familia. Pero mis padres me aceptaron tal y como era y me dieron
mucho amor… recompensaban mi esfuerzo y me iban animando cada día.
5. Yo pensaba que era así por culpa de la penicilina porque de pequeño estuve enfermo
y me tuvieron que poner muchas inyecciones.
Fuera de los temas de estudio, yo era un niño normal, vivaz y juguetón, muy hábil con la
mayoría de los juegos, charlatán, risueño y bromista. Tuve amigos empollones y otros
torpes como yo pero nunca tuve prejuicios a la hora de elegir a mis amigos.
6. Mis padres estaban muy preocupados porque no sabían que futuro iba a poder tener
cuando ellos faltaran. Entonces, mis tres hermanos le prometieron a mi madre que siempre
se ocuparían de mi. Yo era el benjamín de la casa y el más pequeño de mis hermanos.
Mi hermano mayor siempre me ayudaba con las matemáticas pero su ayuda no era
suficiente…. y en quinto curso me metieron en un internado. Mis profesores me decían
que no conseguiría aprobar mis cursos ni llegar a Bachillerato.
7. Pero el internado me vino muy bien y me hizo sentir mejor ya que no tenía que tener
involucrados a mis padres ni inventarme mentiras de por qué no había hecho bien los
deberes.
Podía vivir cada día el presente sin tener que huir de él.
Cuando me sentía sólo en el internado leía libros para evadirme y crear mi propio mundo
interior.
Leía novelas a escondidas. Gracias a ello, conseguí mejorar mi ortografía.
8. Pero logré salvarme de ser un zoquete gracias a cuatro profesores que pasaron por mi vida.
Mi profesor de Lengua Francesa vio en mi la capacidad para inventarme excusas y no
aprender mis lecciones, por lo que cambió mis ejercicios de sintaxis y los exámenes a
cambio de que escribiera una novela, porque escribir me apasionaba. Lo hice con un gran
entusiasmo y
por fin descubrí que algo se me daba bien.
9. El segundo profesor que me ayudó mucho fue el de matemáticas, el Sr. Bal un hombre
bueno y tranquilo que le encantaba su trabajo y disfrutaba enormemente enseñando. Me
enseño que
tenía que dejar de tener miedo e intentarlo. Él no se centraba en que sus alumnos
aprobaran un examen sino que aprendieran Matemáticas. Siempre nos decía: “creéis que
no sabéis nada pero os equivocáis, sabéis muchísimas cosas”
10. La tercera fue la señorita Gi, un torbellino y una gigantesca historiadora que arrancaba
de mi la pereza y me arrastraba por los tumultuosos cursos de la Historia.
El cuarto, el Sr. S un filósofo que a todos los alumnos nos dejaba poseídos por su pasión
comunicativa que ponía explicando su materia. Se alegraba muchísimo de los progresos
que hacíamos.
11. De repente, me di cuenta que una compañera de clase se había enamorado de mi.
Eso me ayudó mucho a sentirme mejor, me dio más seguridad y me subió mucho la
autoestima.
Fue a partir de esta etapa cuando me sentí motivado y empecé a estudiar mucho
más. Conseguí aprobar el Bachillerato, algo impensable para mi.
Me matriculé en la Universidad y en menos tiempo de lo normal conseguí aprobar una
licenciatura y un doctorado en letras.
12. Por fin, conseguí sacra todo lo que tenía dentro, lo que hace tanos años había ido
almacenando sin sacar fruto ¡Por fin!
Conseguí una estabilidad profesional, pues conseguí ser profesor, escritor de libros y artículos
en periódicos además de aparecer ocasionalmente como colaborador en televisión.
13. Mi filosofía es cada persona tiene un ritmo diferente de aprendizaje y lo importante es
saber que con esfuerzo uno puede conseguir cualquier cosa que se proponga. Esto es
lo que intento transmitir a mis alumnos, les ayudo en todo lo que puedo pues se que
todos son diferentes y que al mismo tiempo cada uno es especial.
14. Un día un alumno me dijo “los profesores nos comen el tarro señor” y yo le contesté
“te equivocas, el tarro te lo han comido ya, y los profesores intentan devolvértelo”.
Es por ello, que siempre intento transmitir seguridad a mis alumnos, que sientan que no
están solos. Y que si no llevan los deberes hechos, con mucho gusto les volveré a
explicar la lección
y les dejaré que me la entreguen al día siguiente.