El primer documento presenta dos poemas cortos de Ma Elena Walsh sobre una vaca estudiosa y una bruja encerrada en una burbuja. El segundo documento es una canción de Walsh sobre un soldado llamado Mambrú que se resfría durante la guerra.
1. La vaca estudiosa La bruja
Mª Elena Walsh Mª Elena Walsh
Había una vez una vaca
La bruja, la bruja
en la Quebrada de Humahuaca. se quedó encerrada
Como era muy vieja, en una burbuja.
muy vieja, estaba sorda de una oreja. La bruja, la boba
Y a pesar de que ya era abuela con escoba y todo
un día quiso ir a la escuela. con todo y escoba.
Está prisionera
Se puso unos zapatos rojos,
chillando y pateando
guantes de tul y un par de anteojos.
de mala manera.
La vio la maestra asustada
Tiene un solo diente
y dijo: - Estas equivocada.
orejas de burro
Y la vaca le respondió: y un rulo en la frente.
¿Por qué no puedo estudiar yo? Que llore, que gruña
La vaca, vestida de blanco, que pique su cárcel
se acomodó en el primer banco. con diente y con uña.
Los chicos tirábamos tiza Que salte, que ruede
que busque la puerta
y nos moríamos de risa.
que salga si puede.
La gente se fue muy curiosa
¡Se quedó la bruja
a ver a la vaca estudiosa.
presa para siempre
La gente llegaba en camiones,
en una burbuja!
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuacala
única sabia fue la vaca.
2. Canción del Estornudo
(Maria Elena Walsh)
En la guerra le caía Atchís.
mucha nieve en la nariz, Cuando el Rey abrió la carta
y Mambrú se entristecía. la miró bien al trasluz,
Atchís. y se contagió en seguida.
Como estaba tan resfriado Atchús.
disparaba su arcabuz “¡Que suspendan esta guerra!”
y salían estornudos. ordenaba el rey Pepín.
Atchús. Y la Reina interrumpía:
Los soldados se sentaron Atchís.
a la sombra de un fusil Se pusieron muy contentos
a jugar a las barajas. los soldados de Mambrú,
Atchís. y también los enemigos.
Mientras hasta la farmacia Atchús.
galopando iba Mambrú, A encontrarse con su esposa
y el caballo estornudaba. don Mambrú volvió a París.
Atchús. Le dio un beso y ella dijo:
Le pusieron cataplasma Atchís.
de lechuga y aserrín, Es mejor la paz resfriada
y el termómetro en la oreja. que la guerra con salud.
Atchís. Los dos bailan la gavota.
Se volcó en el uniforme Atchús.
el jarabe de orozuz,
cuando el boticario dijo:
Atchús.
Le escribió muy afligido
una carta al rey Pepín,
con las últimas noticias.
6. LA CENICIENTA tomándola en sus brazos varoniles
Roal Dahl y ella se le abrazó con tal vigor
que allí perdió su Alteza su valor,
y mientras la miró no fue posible
que le dijera cosa inteligible.
"¡Si ya nos la sabemos de memoria!",
Al dar las doce Ceny pensó: "Nena,
diréis. Y, sin embargo, de esta historia
tenéis una versión falsificada, como no corras la hemos hecho buena",
y el Príncipe gritó: "¡No me abandones!",
rosada, tonta, cursi, azucarada,
mientras se le agarraba a los riñones,
que alguien con la mollera un poco rancia
y ella tirando y él hecho un pelmazo
consideró mejor para la infancia...
hasta que el traje se hizo mil pedazos.
El lío se organiza en el momento La pobre se escapó medio en camisa,
pero perdió un zapato con la prisa.
en que las Hermanastras de este cuento
el Príncipe, embobado, lo tomó
se marchan a Palacio y la pequeña
y ante la Corte entera declaró:
se queda en la bodega a partir leña.
"¡La dueña del pie que entre en el zapato
Allí, entre los ratones llora y grita,
golpea la pared, se desgañita: será mi dulce esposa, o yo me mato!".
Después, como era un poco despistado,
"¡Quiero salir de aquí! ¡Malditas brujas!
dejó en una bandeja el chanclo amado.
¡¡Os arrancaré el moño por granujas!!".
Una Hermanastra dijo: "¡Ésta es la mía!",
Y así hasta que por fin asoma el Hada
y, en vista de que nadie la veía,
por el encierro en el que está su ahijada.
"¿Qué puedo hacer por ti, Ceny querida? pescó el zapato, lo tiró al retrete
y lo escamoteó en un periquete.
¿Por qué gritas así? ¿Tan mala vida
En su lugar, disimuladamente,
te dan esas lechuzas?". "¡Frita estoy
dejó su zapatilla maloliente.
porque ellas van al baile y yo no voy!".
La chica patalea furibunda:
"¡Pues yo también iré a esa fiesta inmunda! En cuanto salió el Sol, salió su Alteza
por la ciudad con toda ligereza
¡Quiero un traje de noche, un paje, un coche,
en busca de la dueña de la prenda.
zapatos de charol, sortija, broche,
De casa en casa fue, de tienda en tienda,
pendientes de coral, pantys de seda
e hicieron cola muchas damiselas
y aromas de París para que pueda
enamorar al Príncipe en seguida sin resultado. Aquella vil chinela,
incómoda, pestífera y chotuna,
con mi belleza fina y distinguida!".
no le sentaba bien a dama alguna.
Y dicho y hecho, al punto Cenicienta,
Así hasta que fue el turno de la casa
en menos tiempo del que aquí se cuenta,
de Cenicienta... "¡Pasa, Alteza, pasa!",
se personó en Palacio, en plena disco,
dejando a sus rivales hechas cisco. dijeron las perversas Hermanastras
y, tras guiñar un ojo a la Madrastra,
se puso la de más cara de cerdo
Con Ceny bailó el Príncipe rocks miles
su propia zapatilla en el pie izquierdo.
7. El Príncipe dio un grito, horrorizado, un compañero honrado y buena gente.
pero ella gritó más: "¡Ha entrado! ¡Ha ¿Podrás encontrar uno para mí,
entrado! Madrina amada? Yo lo quiero así...".
¡Seré tu dulce esposa!". "¡Un cuerno frito!".
"¡Has dado tu palabra. Principito, Y en menos tiempo del que aquí se cuenta
precioso mío!". "¿Sí? -rugió su Alteza. se descubrió de pronto Cenicienta
--¡Ordeno que le corten la cabeza!". a salvo de su Príncipe y casada
Se la cortaron de un único tajo con un señor que hacía mermelada.
y el Príncipe se dijo: "Buen trabajo. Y, como fueron ambos muy felices,
Así no está tan fea". De inmediato nos dieron con el tarro en las narices.
gritó la otra Hermanastra: "¡Mi zapato!
¡Dejad que me lo pruebe!". "¡Prueba esto!",
bramó su Alteza Real con muy mal gesto en "Cuentos en verso para niños perversos"
y, echando mano de su real espada, Ed. Alfaguara
la descocó de una estocada;
cayó la cabezota en la moqueta,
dio un par de botes y se quedó
quieta...
En la cocina Cenicienta estaba
quitándoles las vainas a unas habas
cuando escuchó los botes, -pam, pam, pam-
del coco de su hermana en el zaguán,
así que se asomó desde la puerta
y preguntó: "¿Tan pronto y ya despierta?".
El Príncipe dio un salto: "¡Otro melón!",
y a Ceny le dio un vuelco el corazón.
"¡Caray! -pensó-. ¡Qué bárbara es su alteza!
con ese yo me juego la cabeza...
¡Pero si está completamente loco!".
Y cuando gritó el Príncipe: "¡Ese coco!
¡Cortádselo ahora mismo!", en la cocina
brilló la vara del Hada Madrina.
"¡Pídeme lo que quieras, Cenicienta,
que tus deseos corren de mi cuenta!".
"¡Hada Madrina, -suplicó la ahijada-,
no quiero ya ni príncipes ni nada
que pueda parecérseles! Ya he sido
Princesa por un día. Ahora te pido
quizá algo más difícil e infrecuente:
8. LA RECETA O EL COMIENZO
DE LA POESÍA
Mario Meléndez
Una gota de amor
por cada cinco versos
Tres cucharadas de oficio
por cada día del año
Un cuarto de inspiración
y otro tanto de locura
Un octavo de risa
aliñada con ironía
Media taza de recuerdos
y cuatro de realidad
Dos litros de lágrimas
instantáneas
Una docena de emociones
Cien gramos de fantasía
o de razón a gusto
A todo esto agregue sus ojos
sus manos y sus labios
y revuelva a fuego lento
durante toda la vida.
9. Huelga de brujas
de Zandra Montañez Carreño
El mundo hechizado por real decreto
hará una huelga de un día completo.
Y en el sindicato de brujas chifladas,
se propone huelga de escobas paradas.
La bruja Anacleta que perdió su escoba,
siempre vive en huelga y con cara de boba.
La bruja Benita que es muy mandona,
secunda la huelga desde su poltrona.
El brujo Martín, fino y elegante,
ya colgó su escoba en el viejo estante.
Y Aníbal, el brujo del vestido roto,
ya no tiene escoba porque monta en moto.
Las brujas suspenden todas sus tareas,
las brujas gorditas y las brujas feas.
La huelga es total, ninguna trabaja
ni la bruja alta ni la bruja baja.
Haciendo gran bulla salen esta noche
y de sus embrujos no harán derroche.
Saldrán sin escoba y sin su caldero,
sin el gato negro y el alto sombrero.
Esta noche clara contarán estrellas
las brujas chifladas y las brujas bellas.
Los brujos gentiles y los brujos raros
brindarán alegres con vinos muy caros.
Esta noche clara con la luna inmensa
hay huelga de brujas, lo dice la prensa.
Piden al gobierno del mundo encantado
un mejor salario, bien remunerado.
Terminó la huelga de escobas paradas
con todas las brujas cantando sentadas,
porque consiguieron de la dirección
una buena paga con magia a montón.
10. La reina
Pablo Neruda
Yo te he nombrado reina.
Hay más altas que tú,
mas altas.
Hay más puras que tú,
más puras.
Hay más bellas que tú,
hay más bellas.
Pero tú eres la reina.
Cuando vas por las calles nadie te reconoce.
Nadie ve tu corona de cristal,
nadie mira la alfombra de oro rojo
que pisas donde pasas,
la alfombra que no existe.
Y cuando asomas
suenan todos los ríos en mi cuerpo,
sacuden el cielo las campanas,
y un himno llena el mundo.
Sólo tú y yo,
sólo tú y yo,
amor mío,
lo escuchamos.
11. Romance del Conde Olinos
Anónimo
-¡No le mande matar, madre;
Madrugaba el conde Olinos,
no le mande usted matar,
mañanita de San Juan,
que si mata al conde Olinos
a dar agua a su caballo
juntos nos han de enterrar!
a las orillas del mar.
-¡ Que lo maten a lanzadas
Mientras el caballo bebe
y su cuerpo echen al mar!
canta un hermoso cantar:
Él murió a la media noche;
las aves que iban volando
Ella, a los gallos cantar.
se paraban a escuchar;
A ella, como hija de reyes,
caminante que camina
la entierran en el altar, y a él,
detiene su caminar,
como hijo de condes,
navegante que navega
unos pasos más atrás.
la nave vuelve hacia allá.
De ella nace un rosal blanco;
Desde la torre más alta
de él, un espino albar.
la reina le oyó cantar:
Crece uno, crece el otro,
-Mira, hija, cómo canta
los dos se van a juntar.
la sirenita del mar.
La reina, llena de envidia,
-No es la sirenita, madre,
ambos los mandó cortar;
que esa no tiene cantar;
el galán que los cortaba
es la voz del conde Olinos,
no cesaba de llorar.
que por mí penando está.
De ella nacería una garza;
-Si por tus amores pena
de él, un fuerte gavilán.
yo le mandaré matar,
Juntos vuelan por el cielo,
que para casar contigo
le falta sangre real .
Juntos vuelan par a par
12. se escurre hacia abajo el mico,
y, faltando al decoro,
UN LORO, UN MORO, UN MICO Y UN SEÑOR caen, agarrados, el moro
DE PUERTO RICO y el señor de Puerto Rico.
Anónimo «¡Ay, moro, si pierdo al loro!»,
exclama el de Puerto Rico,
y airado replica el moro:
Un señor de Puerto Rico
«¡Pagará caro tu loro,
colgó en su balcón un loro
cristiano, si pierdo el mico!»
de rica pluma y buen pico,
un loro que era un tesoro
Les imita arriba, el loro,
y a su amo costó un pico.
muecas hace, abajo, el mico,
y no se sabe si el moro
Un vecino suyo, moro
es quien habla, o si es el loro,
de Tetuán recibió un mico.
o el señor de Puerto Rico.
Y a este mico, lo ató el moro
en su balcón ante el loro,
Crece el trajín: vuela el loro,
que así quedó frente al mico.
y va a caer sobre el mico...
Furioso el de Puerto Rico
Tanto y tanto charla el loro,
viendo en peligro su loro
que un día se enfada el mico,
quiere ahora matar al mico.
y con la furia de un toro
lo embiste; se esconde el loro,
rompe la cadena el mico,
Le da un empujón al moro;
salta a la jaula del loro, le dispara un tiro al mico,
sale el loro, pica al mico yerra el tiro y mata al loro;
chilla el mico, grita el loro, se desmaya; ríe el moro,
y corre en busca del mico.
Se asoman, al ruido, el moro
y el señor de Puerto Rico.
Risueño regresa el moro
«¿Por qué no encierra a su loro?» con el loro y con el mico:
«¿Por qué no ata bien su mico?» riendo del de Puerto Rico
le envía, muerto, al loro
exclaman los dos, a coro.
Y uno le echa mano al loro y una carta con el mico.
y el otro tira del mico.
Dice: «Seis onzas de oro
Cae el mico sobre el loro, por atentar contra el mico
a un cristiano reclama un moro;
el loro le clava el pico,
los dientes rechina el mico guarde disecado el loro;
y, asustado, muerde al loro ... pero págueme ese pico».
y al señor de Puerto Rico.
Viendo esto el amo del loro
se lanza furioso al mico;
Este reniega del loro
y jura matar al mico, mata al mico, mata al moro...
mientras furibundo, el moro, Muertos moro, mico y loro
provoca al amo del loro se embarca... y ¡a Puerto Rico!
y embiste al loro y al mico.
Hacia arriba vuela el loro,
13. EL CONDE SISEBUTO Con quejido lastimero
el viento fuera silbaba,
Joaquín Abati Díaz
e imponente se escuchaba
el ruido del aguacero.
A cuatro leguas de Pinto Cabalgando en un corcel
y a treinta de Marmolejo, de color verde botella,
existe un castillo viejo raudo como una centella
que edificó Chindasvinto. llega al castillo un doncel.
Lo habitaba un gran señor, Empapada trae la ropa
algo feudal y algo bruto; por efecto de las aguas,
se llamaba Sisebuto ¡como no lleva paraguas
y su esposa, Leonor, viene el pobre hecho una sopa!
y Cunegunda, su hermana, Salta el foso, llega al muro,
y su madre, Berenguela, la poterna está cerrada.
y una prima de su abuela - ¡Me ha dado mico mi amada!
que atendía por Mariana, -exclama-, ¡vaya un apuro!
y su cuñado, Vitelio, De pronto algo que resbala
y Cleopatra, su tía, siente sobre su cabeza;
y su nieta, Rosalía, extiende el brazo y tropieza
y su hijo mayor, Rogelio. con la cuerda de una escala.
Era una noche de invierno, - ¡Ah!... -dice con fiero acento.
noche cruda y tenebrosa, - ¡Ah!.. -vuelve a decir gozoso.
noche sombría, espantosa, - ¡Ah!.. -repite venturoso.
noche atroz, noche de infierno, - ¡Ah!.. -otra vez, y así, hasta ciento.
noche fría, noche helada, Trepa que trepa que trepa,
noche triste, noche oscura, sube que sube que sube,
noche llena de amargura, en brazos cae de un querube,
noche infausta, noche airada. la hija del conde,... ¡la Pepa!
En un gótico salón En lujoso camarín
dormitaba Sisebuto, introduce a su adorado,
y un lebrel seco y enjuto y al notar que está mojado
roncaba en el portalón. lo seca bien con serrín.
14. - Lisardo... mi bien, mi anhelo, - Bien dicho, bien has hablado,
único ser al que adoro, huyamos aunque se enojen,
el de los cabellos de oro, y si algún día nos cogen,
el de la nariz de cielo, ¡que nos quiten lo bailado!
¿qué sientes, di, dueño mío?, En esto, un ronco ladrido
¿no sientes nada a mi lado?, retumba potente y fiero.
¿qué sientes, Lisardo amado? - ¿Oyes? -dice el caballero-,
Y él responde: - Siento frío. es el perro que me ha olido.
- ¿Frío has dicho? Eso me espanta. Se abre una puerta excusada
¿Frío has dicho? eso me inquieta. y, cual terrible huracán,
No llevarás camiseta entra un hombre..., luego un can...,
¿verdad?... pues toma esta manta. luego nadie..., luego nada...
- Y ahora hablemos del cariño - ¡Hija infame! -ruge el conde.
que nuestras almas disloca. ¿Qué haces con este señor?
Yo te amo como una loca. ¿Dónde has dejado mi honor?
- Yo te adoro como un niño. ¿Dónde?, ¿dónde?, ¿dónde?, ¿dónde?
- Mi pasión raya en locura, Y tú, cobarde villano,
- La mía es un arrebato. antipático, repara
- Si no me quieres, me mato. cómo señalo tu cara
- Si me olvidas, me hago cura. con los dedos de mi mano.
- ¿Cura tú?, ¡Por Dios bendito! Después, sacando un puñal,
No repitas esas frases, de un solo golpe certero
¡en jamás de los jamases! le enterró el cortante acero
¡Pues estaría bonito! junto a la espina dorsal.
Hija soy de Sisebuto El joven, naturalmente,
desde mi más tierna infancia, se murió como un conejo.
y aunque es mucha mi arrogancia, Ella frunció el entrecejo
y aunque es mi padre muy bruto, y enloqueció de repente.
y aunque temo sus furores, También quedó el conde loco
y aunque sé a lo que me expongo, de resultas del espanto.
huyamos... vamos al Congo El perro... no llegó a tanto,
a ocultar nuestros amores. pero le faltó muy poco.
15. Desde aquel día de horror
nada se volvió a saber
del conde, de su mujer,
la llamada Leonor,
de Cunegunda su hermana,
de su madre Berenguela,
de la prima de su abuela
que atendía por Mariana,
de su cuñado Vitelio,
de Cleopatra su tía,
de su nieta Rosalía
ni de su chico Rogelio.
Y aquí acaba la leyenda
verídica, interesante,
romántica, fulminante,
estremecedora, horrenda,
que de aquel castillo viejo
entenebrece el recinto,
a cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo.