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Iom Terúa en el Evangelio de Juan
Porque el Adón mismo con voz de mando, como de arcángel, y con shofar de Di-os, descenderá
del cielo; y los muertos en Mashiaj resucitarán primero.
(1 Tesalonicenses 4:16 CDG)
El Cuarto Evangelio popularmente conocido como el Evangelio de Juan que realmente es el
Evangelio del Discípulo Amado (Lázaro) está escrito de forma hebraica girando en torno a las
santas convocaciones y festividades de peregrinaje de las Sagradas Escrituras.
Este escrito en particular muestra el ministerio de Ieshúa benIosef jaMashíaj (Jesús hijo de
Josés - el Mesias) desde la inmersion de su purificación seguido del peregrinaje para la
festividad de Pésaj (pascua) hasta el cumplimiento profético de la festividad con su ejecución en
el madero. Todo está relatado dentro del orden cronoloógico de las santas convocaciones y
fiestas de peregrinaje del pueblo hebreo. Por lo tanto el verso de Juan 6:4 "Y estaba cerca la
pascua, la fiesta de los Judíos" es un texto añadido por copistas que desconociendo la Torá
añadieron, rompiendo así el flujo del relato de este evangelio.
El relato del capítulo de Juan 6 ocurre entre las festividad de Shavuot (Juan 4) y Succot (Juan
7). El relato del capítulo de Juan 6 es acerca del día del sonar del shofar, Iom Teruá. A
continuación está lo relatado en este capítulo de acuerdo a la traducción de El Código Real
(CDG). He removido el verso 6:4 y escrito el relato sin numeración para poder apreciar lo
anteriormente dicho. La santa convocación de Iom Teruá está relacionada con la resurreción de
los muertos y es el tema que relata el escritor acerca de Ieshúa en este capítulo.
Después de estas cosas, Yeshua se trasladó al otro lado del lago de Kineret, que está en
Tiberiades. Y lo seguían enormes multitudes porque veían las señales que hacía en los
enfermos. Y subió Yeshua a una montaña, y se sentó allí con sus talmidim. Alzando pues sus
ojos, Yeshua se dio cuenta de la gran multitud que venía hacia él, y dijo a Felipe: ¿De dónde
compraremos panes para que ellos coman? (Pero esto decía para poner a prueba su emunah,
porque él sabía lo que iba a hacer). Felipe le dijo: "Doscientos denarios de panes no serían
suficientes para que cada uno tomara algo". Le dice uno de sus talmidim, Andrés, el hermano
de Simón Kefa: "Aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, mas,
¿qué es esto entre tantos?" Dice Yeshua: "Haced recostar a los hombres. Y había mucha hierba
en aquel lugar. Se recostaron pues, los hombres, en número como de cinco mil. Entonces
Yeshua tomó los panes, y habiendo hecho la bendición, los hizo llegar a los hombres; e
igualmente de los pescados, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dice a sus
talmidim: "Recoged los trozos sobrantes para que no se desperdicie nada". Recogieron, por
tanto, y llenaron doce cestos de trozos de los cinco panes de cebada que quedaron sin repartir
a los que habían comido. Entonces los hombres, viendo la señal que había hecho, decían:
"Verdaderamente éste es el Naví que había de aparecer en esta edad". Yeshua, por tanto,
percibiendo en su nefesh que estaban dispuestos a llegarse hasta él y arrebatarlo por la fuerza
para proclamarlo "Rey de Israel", se fue inmediatamente de allí, retirándose en un lugar del
monte, completamente solo. Y cuando se hizo tarde, sus talmidim bajaron hacia el mar, y
entrando en una barca, se dirigían al otro lado del mar, hacia Kefar Najúm. Y la noche había
caído sobre ellos, y Yeshua todavía no se les había unido; además, el mar comenzaba a
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encresparse, al soplar repentinamente un viento muy poderoso. Habiendo pues, remado como
veinticinco o treinta estadios, vieron a Yeshua caminando sobre el mar y acercándose a la
barca. Y se llenaron de espanto. Pero él les dijo: "Aní jú, no tengáis miedo". Entonces estaban
felices de recibirlo en la barca, la cual llegó inmediatamente a la orilla donde iban. Al día
siguiente, la multitud que se había quedado al otro lado del mar, vio que no había allí sino un
bote, y les fue dicho que Yeshua no había entrado con sus talmidim en la barca, sino que sus
talmidim se habían marchado solos. Para entonces otras barcas habían llegado de Tiberiades
cerca del lugar donde habían comido de los panes, después que Yeshua hubo hecho la berajá.
Cuando pues, las personas que habían llegado se percataron que Yeshua no estaba allí, ni sus
talmidim, entraron ellos en las barcas y fueron hacia Kefar Najúm buscando a Yeshua. Y
hallándolo al otro lado del mar, le dijeron: "Rabí, ¿cuándo llegaste acá?" Les respondió
Yeshua: "De cierto de cierto os digo: Me buscáis, no porque visteis la señales, sino porque
comisteis de los panes y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la
comida que te sostiene para vida eterna, la cual el Mashiaj os dará, porque sobre éste ha
puesto Elohim, el Padre Su sello. Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en
práctica los mitzvot del Eterno? Respondiendo Yeshua les dijo: "Esta es la mitzvah de Elohim:
Que tengáis emunah en el que Él envió". Entonces le dijeron: ¿Qué señal, pues, haces Tú, para
que veamos y creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto,
como está escrito: "Pan del cielo les dio a comer". Y Yeshua les dijo: "De cierto de cierto os
digo: No os ha dado Moshé el pan del cielo, sino mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Elohim es el que desciende del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: "Adón,
danos siempre este pan". Yeshua le dijo: "Yo soy el pan que imparte vida, el que a mí viene
nunca tendrá hambre, y el que tiene emunah en mi, nunca jamás tendrá sed. Pero os he dicho
que, aunque me habéis visto, no tenéis emunah. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí y al
que a mí viene, bajo ninguna situación lo dejaré fuera, pues he descendido del cielo, no para
hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió; y esta es la voluntad del que me envió:
que todo lo que me ha dado, nada pierda de ellos, sino que lo resucite en el día final. Porque
esta es la voluntad del Padre: que todo al que le sea concedido la revelación del Mashiaj y
tener emunah en él, tenga vida eterna y yo le resucitaré en el día postrero. Los yehudim de
Yehudáh que estaban allí, murmuraban entonces acerca de él, porque había dicho: "Yo soy el
pan que descendió del cielo", y decían: ¿No es este Yeshua ben Yosef, cuyo padre y madre
conocemos? ¿Cómo dice ahora: "He descendido del cielo?" Respondió Yeshua y les dijo: "No
murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo atrajere, y
yo lo resucitaré en el día postrero. Está escrito en los Nevi'im: "Y serán todos enseñados por
Elohim". Todo el que oyó de parte del Padre y aprendió estas cosas, viene a mí. No que alguno
haya visto al Padre, excepto el que es de parte de Elohim. Éste ha visto al Padre. De cierto de
cierto os digo: El que tiene emunah vivirá eternamente. Aní jú el pan que imparte vida".
Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del
cielo, para que quien coma de él no muera. Aní jú, el pan que imparte vida que descendió del
cielo: si alguno come este pan, vivirá para siempre. Y ciertamente el pan que yo daré por la
vida del mundo, es mi carne. Entonces los yehudim de Yehudáh discutían unos con otros,
diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Así que Yeshua les dice: De cierto de
cierto os digo: A menos que comáis la carne del Ben Adam y bebáis su sangre, no tenéis vida
en vosotros. El que come y traga mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo
resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera
bebida. El que come y traga mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como me
envió el Padre viviente, y yo vivo en el Padre, de igual modo el que come y traga mi carne, él
también vivirá en mi". Éste es el pan que descendió del cielo; no como los padres comieron y
murieron. El que come y traga este pan, vivirá para siempre". Estas cosas dijo en Kefar
Najúm, enseñando en una sinagoga. Al oírlo, pues, muchos de entre sus propios talmidim,
dijeron: "Difíciles de entender son estas palabras. ¿Quién puede interpretarlas?" Pero Yeshua,
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sabiendo en sí mismo que sus propios talmidim murmuraban sobre esto, les dijo: ¿Esto os
causa tropiezo? ¿Qué será si vierais al Ben Adam ascendiendo adonde estaba primero? Es la
rúaj la que mantiene a uno con vida; la carne, para nada aprovecha. Las palabras que yo os
he hablado, son de la Ruaj HaKodesh y son las que te mantienen con vida". Pero hay entre
vosotros algunos que no tienen emunah. (Porque desde el principio Yeshua conocía quiénes
eran los que no tenían emunah y quién lo había de entregar.) Y decía: "Por esto os he dicho que
nadie puede venir a mí, si no le fuere autorizado del Padre". Por esto, muchos de sus talmidim
le dieron las espaldas y regresaron a su antigua manera de vivir, y ya no andaban con él. Dijo,
pues, Yeshua a los Doce: "Queréis vosotros iros también?" Le respondió Simón Kefa: "Adoní:
¿a quién iremos? ¡Las palabras con que interpretas la Torah son para vida eterna! Y nosotros
hemos tenido emunah y recibido daat para declarar solemnemente que tú eres el HaKadosh de
Hashem. Yeshua les respondió: ¿No os escogí yo a vosotros doce, y uno de vosotros me fue
dado como hasatán? Se refería a Yehudáh bar Simón, de K'riot, uno de los doce, porque este
sería el que lo traicionaría.
(Juan 6:1-71 CDG)