Este documento describe la liturgia del Jueves Santo en una iglesia católica. Incluye la lectura de pasajes bíblicos, la celebración eucarística con la comunión, y el traslado del Santísimo Sacramento al monumento para la adoración. Los fieles conmemoran la Última Cena de Jesús y su mandamiento del amor y el servicio mutuo a través de ritos como el lavatorio de los pies y el intercambio del signo de la paz.
LITURGIA DEL JUEVES SANTO, LA CENA DEL SEÑOR. CICLO B. DIA 2 DE ABRIL DEL 2015
1. LITURGIA DEL JUEVES SANTO
2 DE ABRIL DE 2015
JUEVES SANTO.
RITOS INICIALES
ENTRADA SOLEMNE Y SE INCIENSA EL ALTAR.
CANTO DE ENTRADA.
Alrededor de tu mesa, venimos a recordar, alrededor de tu mesa, venimos a recordar,
que tu palabra es camino, tu cuerpo fraternidad, que tu palabra es camino, tu cuerpo
fraternidad.
Hemos venido a tu mesa a renovar el misterio de tu amor, con nuestras manos manchadas,
arrepentidos buscamos tu perdón.
Juntos y a veces sin vernos, celebramos tu presencia sin sentir que se interrumpe el camino, si
no vamos como hermanos hacia ti.
SALUDO Y MONICIÓN.
ACTO PENITENCIAL.
GLORIA.
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
ORACIÓN COLECTA.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro del Éxodo. 12, 1-8. 11-14.
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para
vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la
asamblea de Israel: ``El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno
por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de
casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer.
Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.
Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras
amargas.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo
comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor.
Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de
hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de
largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto.
Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para
todas las generaciones.``»
PALABRA DE DIOS
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 115.
Antífona: El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo.
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas.
2. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis
votos en presencia de todo el pueblo.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios. 11, 23-26.
Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he
transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomo pan y,
pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por
vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada
con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor,
hasta que vuelva.
PALABRA DE DIOS
ANTES DEL EVANGELIO.
Canto: Os doy un mandato nuevo, os doy un mandato nuevo: que os améis, que os
améis como yo os he amado.
EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Juan. 13, 1-15.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este
mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que
lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de
Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe;
luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a sus discípulos, secándoselos con
la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está
limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios»
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis ´´el Maestro`` y ´´el
Señor`` y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies,
también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo
he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»
PALABRA DEL SEÑOR
HOMILÍA.
LAVATORIO DE LOS PIES.
Canto:
Un mandamiento nuevo nos dio el Señor, que nos amáramos todos, como Él nos amó.
Que nos amáramos todos, como Él nos amó.
Donde hay caridad y amor, Cristo está y está su Iglesia.
La señal de los cristianos, es amarse como hermanos.
Dios perdona nuestras culpas, y a su mesa nos convida.
Perdonemos al hermano, como Cristo nos perdona.
3. Lo que hacemos al hermano, a Dios mismo se lo hacemos.
Acercaos, hermanos todos, que es Dios mismo quien invita.
Quien te come y no te ama, a sí mismo se condena.
El que no ama a sus hermanos, no se acerque a este convite.
ORACIÓN DE LOS FIELES.
LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO.
Canto:
Te ofrecemos, Señor, este pan y este vino, que en tu cuerpo y tu sangre quedarán
convertidos.
Con el vino y el pan, te ofrecemos el fruto de nuestro trabajo, la ilusión de vivir, el placer y el
dolor, la alegría y el llanto.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.
PREFACIO Y SANTO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA.
RITO DE LA COMUNIÓN
PADRE NUESTRO.
RITO DE LA PAZ.
CORDERO DE DIOS.
COMUNIÓN.
Canto:
Como el Padre me amó, yo os he amado. Permaneced en mi amor. Permaneced en mi
amor.
Si guardáis mis palabras y como hermanos os amáis, compartiréis con alegría, el don de la
fraternidad. Si os ponéis en camino, sirviendo siempre la verdad, frutos daréis en abundancia,
mi amor se manifestará.
No veréis amor tan grande, como aquél que yo os mostré. Yo doy la vida por vosotros, amad
como yo os amé. Si hacéis lo que yo os mando y os queréis de corazón, compartiréis mi pleno
gozo, de amar como Él me amó.
Canto:
Donde hay caridad y amor, allí está el Señor, allí está el Señor.
Una sala y una mesa, una copa, vino y pan, los hermanos compartiendo en amor y en unidad.
Nos reúne la presencia y el recuerdo del Señor, celebramos su memoria y la entrega de su
amor.
Invitados a la mesa del banquete del Señor, recordamos su mandato de vivir en el amor.
Comulgamos en el Cuerpo y en la Sangre que él nos da, y también en el hermano si lo
amamos de verdad.
Este pan que da la vida y este cáliz de salud nos reúne a los hermanos en el nombre de Jesús.
Anunciamos su memoria, celebramos su pasión, el misterio de su muerte y de su resurrección.
ORACIÓN.
4. TRASLADO DEL SANTÍSIMO AL MONUMENTO.
Pange, lingua, gloriosi Corporis mystérium, Sanguinísque pretiósi, quem in mundi
prétium fructus ventris generósi Rex ef-fudit gentium. Amén.
PROCESIÓN
Cantemos al amor de los amores, cantemos al Señor, Dios está aquí, venid adoradores
adoremos, a Cristo redentor. Gloria a Cristo Jesús, cielos y tierra, bendecid al Señor.
Honor y gloria a Tí, Rey de la gloria, amor por siempre a Tí, Dios del amor.
RESERVA.
Tantum ergo sacraméntum venerémur cérnui, et antiquum documéntum novo cedat rítui;
praestet fides suppleméntum, sénsuum deféctui. Genitóri, Genitóque laus et jubilátio,
salus, honor, virtus quoque sit et benedíctio; procedénti ab utróque compar sit laudátio.
Amén. Amén.
ORACIÓN ANTE EL MONUMENTO
CANTO INICIAL.
No adoréis a nadie, a nadie, más que a Él. No adoréis a nadie, a nadie, más que a Él. No
adoréis a nadie, a nadie más. No adoréis a nadie, a nadie más. No adoréis a nadie, a
nadie más que a Él.
ESTACION MENOR
Alabado sea el augusto, sacramento del altar y por siglos infinitos ensalzada sea su
deidad. (Comienzo y final)
INTRODUCCIÓN
Queremos acompañar a Jesús a lo largo de esta noche. Una hora, pero no de reloj; el tiempo
como tal no importa tanto, sino el espíritu y la intensidad.
Decimos “Hora santa”. ¡Ojalá lo sea!. Santa porque encaja dentro de una noche santa, de una
semana santa, porque queremos estar más cerca de Jesús, fuente de toda santidad. Santa
porque nos abrimos a la presencia del Espíritu Santo. Que él venga en ayuda de nuestra
flaqueza y nos enseñe a orar.
Acompañar a Jesús es poco. Mejor es unirse a él, compartir sus sentimientos, poner nuestro
corazón junto al suyo. Esto exige silencio interior y vaciamiento espiritual.
CANTO
Inunda mi ser, inunda mi ser, Espíritu inunda mi ser. En olas de amor, oh, ven sobre mí.
Espíritu, inunda mi ser.
Enséñame a amar, enséñame a amar, Espíritu enséñame a amar, como ama Jesús, oh, ven
sobre mí. Espíritu, enséñame a amar.
Enséñame a orar, enséñame a orar, Espíritu enséñame a orar, como ora Jesús, oh, ven sobre
mí. Espíritu, enséñame a orar.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, Jesucristo, tu Hijo, al derramar su sangre por nosotros, se adentró en su
misterio pascual; recuerda, pues, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Santifica a tus
hijos y protégelos siempre. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
MEDITACIÓN EVANGÉLICA
A) Juan 13, 1-5
«Antes de la fiesta de la pascua, Jesús, sabiendo que había llegado la hora de dejar este
mundo para ir al Padre, y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó
5. hasta el extremo. Estaban cenando y ya el diablo había metido en la cabeza a Judas
Iscariote, hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús. Entonces Jesús, sabiendo que el
Padre le había entregado todo, y que de Dios había venido y a Dios volvía, se levantó de
la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura. Después echó agua
en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la
toalla que llevaba a la cintura».
Este ha sido el gran mensaje de Jesús, el espíritu que ha guiado toda su vida: ponerse a los
pies de los hermanos, entregar la vida al servicio de todos...no quedarse nada para sí mismo.
Y ahora, cuando llega la hora definitiva, Jesús realiza un signo de este mensaje, rebajándose a
hacer el trabajo que hacían los esclavos. en la tarde del Jueves Santo, es un signo. Al día
siguiente, el Viernes Santo, este signo será realidad plena en la cruz.
B) Juan 13, 12-15
«Después de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y
dijo a sus discípulos: ¿comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros?. Vosotros me
llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo
que soy el Maestro y Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos
con otros. Os he dado ejemplo para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros».
La obra de Jesús no debe terminar con su muerte. Él ha reunido una comunidad a su
alrededor, y a esa comunidad, a sus apóstoles y discípulo, les encarga hacer lo mismo que él
ha hecho: poner toda su vida al servicio de los demás, rebajarse, ser capaces de lavar los pies
a los demás como el Señor lo ha hecho. Y así Jesús seguirá presente en el mundo. Nosotros
somos ahora las manos, los pies, los ojos, los labios, el corazón de Jesús en nuestro mundo.
CANTO
Donde hay caridad y amor, allí está el Señor, allí está el Señor.
Una sala y una mesa, una copa, vino y pan, los hermanos compartiendo en amor y en
unidad. Nos reúne la presencia y el recuerdo del Señor, celebramos su memoria y la
entrega de su amor.
Invitados a la mesa del banquete del Señor, recordamos su mandato de vivir en el amor.
Comulgamos en el Cuerpo y en la Sangre que él nos da, y también en el hermano si lo
amamos de verdad.
Este pan que da la vida y este cáliz de salud nos reúne a los hermanos en el nombre de
Jesús. Anunciamos su memoria, celebramos su pasión, el misterio de su muerte y de su
resurrección.
Silencio meditativo
C) Lucas 22, 15-16. 19-20
«Llegada la hora, Jesús se puso a la mesa con sus discípulos. Y les dijo: ¡Cuánto he
deseado celebrar esta pascua con vosotros antes de morir! Porque os digo que ya no la
volveré a celebrar hasta que tenga su cumplimiento en el Reino de Dios.
Después tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo que se
entrega por vosotros; haced esto en memoria mía. Y después de la cena hizo lo mismo
con la copa diciendo: Esta es la copa de la nueva alianza sellada con mi sangre que se
derrama por vosotros».
Jesús nos encarga continuar su obra. Pero, más allá de toda expectativa y toda previsión
razonable, no se limita a confiarnos esa función de continuadores suyos...Jesús dice que él
estará siempre en medio de su comunidad y no sólo como un recuerdo estimulante, no sólo
como un sentimiento interior, sino como una presencia viva y palpable. Tan palpable que lo
podremos encontrar en una alimento. tan palpable que lo podremos comer, hacerlo totalmente
nuestro, carne de nuestra carne, vida de nuestra vida.
Qué ves en la noche, dinos
6. En la noche más oscura
veo a un Mesías por tierra,
aplastado por el peso
del pavor y la tristeza;
veo a un Dios que llora y grita
sus rechazos y sus penas.
Sus amigos todos duermen
y él los busca con urgencia,
mendigando algún consuelo,
no hay ninguno que esté en vela;
y grita de nuevo al Padre
pero tampoco hay respuesta.
«Dos» Dioses están luchando,
en campos de amor la guerra,
una lucha de oración,
vence el amor, la obediencia.
El Cristo Dios «derrotado»
se viste de realeza.
Ya se pueden esperar
nuevo cielo y nueva tierra;
todo ya pacificado,
la Pascua es la sementera;
la muerte queda vencida
y el Reino de Dios más cerca.
CANTO
Como el Padre me amó, yo os he amado. Permaneced en mi amor. Permaneced en mi
amor.
Si guardáis mis palabras y como hermanos os amáis, compartiréis con alegría, el don de la
fraternidad. Si os ponéis en camino, sirviendo siempre a la verdad, frutos daréis en
abundancia, mi amor se manifestará.
No veréis amor tan grande, como aquél que yo os mostré. Yo doy la vida por vosotros, amad
como yo os amé. Si hacéis lo que yo os mando y os queréis de corazón, compartiréis mi pleno
gozo, de amar como Él me amó.
Silencio meditativo
LETANÍA
Responderemos:
TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, agua abundante que sacia toda sed.
Jesús, luz que ilumina en la oscuridad.
Jesús, certeza de resurrección y de vida.
Jesús, buena noticia para los pobres.
Jesús, mano abierta para los marginados y los mal vistos.
Jesús, descanso para los cansados y agobiados.
Jesús, pan de vida inagotable.
Responderemos:
CAMINA CON NOSOTROS
Jesús, que nos llamas a seguirte.
Jesús, que nos llamas a amar a este mundo nuestro.
Jesús, que nos llamas a tener un corazón abierto a todos.
Jesús, que nos llamas a no vivir encerrados en nosotros mismos.
Jesús que nos llamas a confiar en ti. Jesús que nos llamas a anunciar tu salvación.
Jesús que nos llamas a alimentarnos de tu cuerpo y tu sangre para tener vida.
7. Salmo 120
Jesús, el Señor, está cerca de nosotros. Tan cerca que se nos ha dado como pan para que lo
podamos comer y vino para que lo podamos beber. Su cuerpo y su sangre, es decir, él mismo,
entregado hasta la muerte por amor y resucitado para darnos vida, nos acompaña
constantemente en nuestro camino. Y ahora, en este momento de oración ante este pan que
es su presencia viva, reafirmemos con las palabras del salmo nuestra fe en su proximidad. A él
no tenemos que buscarlo en lugares alejados y complicados; él viene a encontrarnos en cada
paso de nuestra vida. Él guarda nuestros caminos, nuestra vida entera. Y en la Eucaristía lo
hace con aquel profunda afecto con que salió al encuentro de los discípulos de Emaús.
CANTO
Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pié, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de
Israel.
El Señor te guarda a su sombra, el Señor está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la
luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal, el Señor guarda tu alma; él guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Padre nuestro
CONCLUSIÓN
Que Jesús, el Señor, que se nos da como alimento en el pan y el vino de la Eucaristía, nos
acompañe siempre con su amor, y haga de nosotros hombres y mujeres capaces de amar
como él nos ha amado. Amén.
CANTO
Cantemos al amor de los amores, cantemos al Señor, Dios está aquí, venid adoradores
adoremos, a Cristo redentor. Gloria a Cristo Jesús, cielos y tierra, bendecid al Señor. Honor y
gloria a Tí, Rey de la gloria, amor por siempre a Tí, Dios del amor.