El documento describe las actividades de un grupo durante un día de peregrinación al Lago de Tiberíades y sus alrededores en Israel. Celebraron la eucaristía en una barca en el lago, visitaron el Monte de las Bienaventuranzas, Cafarnaúm y el río Jordán. Comieron pescado del lago y renovaron sus promesas bautismales en el río Jordán antes de regresar por la tarde.

1. Día 2º. LAGO DE TIBERIADES Y ENTORNOS
El 9 de marzo de 2015, día lleno de emociones. A las 06:30 de la mañana
sonó el despertador para que a las
07:00 estuviéramos ya
desayunando. Ya eran las 08:00
horas cuando estábamos subiendo
a la barca que nos ha hecho la
travesía por el Lago de Tiberiades.
Tras haber contemplado desde la
barca todas las costas de Lago, la
barca, en medio del lago, ha parado
los motores y nos hemos preparado
para celebrar la Eucaristía. La calma del agua, el silencio interior y entrañable
de cada uno, juntamente con la caricia de la brisa, creado una situación de Paz
y Bien inmejorable para entrar en la
Celebración.
Terminada la travesía, nos hemos
dirigido al Monte de las
Bienaventuranzas, donde hemos tenido
la posibilidad de dejar resonar las
Palabra de Jesús por medio de San
Mateo: “Bienaventurados los podes en el
espíritu porque de ellos es el Reino de
los cielos…”
Y, así durante toda la mañana, ha ido resonando en nosotros el eco de nuestro
Maestro, que a pesar de dos mil años de distancia temporal, hemos podido,
una vez, más entender su mensaje.
Cómo no, recordar en Cafarnáun la
presencia de Jesús en la Sinagoga, los
milagros del Maestro en la Casa de la
Suegra de Pedro y, tantas otras
curaciones, que al peregrino no puede
dejar pasar desapercibido e
indiferente.
Hemos ido a comer: pescado de San
Pedro o filete de pescado o pollo o Kebab. El postre, como no podía ser de otra
manera, ricos dátiles.

2. Hemos renovado a las Promesas del
Bautismo en el río Jordán,
terminábamos a las 17:00 horas. Y
finalmente, delante de la Virgen del
Carmen, hemos cantado con el alma y
todo nuestro ser, expresando
nuestros mayores deseos de los hijos
que agradecen a la madre el don de
la vida.
Al anochecer, hemos parado para contemplar con las luces encendidas los
jardines de los Bahaí. Preciosa vista, muy distinta a la que estábamos
acostumbrados a ver, por el día.
Después de cenar, me he puesto a
escribir estas cuatro letras. Y ahora
mismo a hacer la maleta porque
mañana nos vamos de bodas a
recordar las bodas de Caná de
Galilea.
Tiberias, día 9 de marzo del 2015
P. Federico Almenara;TOR.