PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
Padresobreprotector
1. Sobreproteger a un hijo es educarlo de tal modo que le controlas tanto que no puede
crecer como persona de manera adecuada y no puede coger autonomía, porque tú estás
detrás para solucionarlo todo o para hablar por él. Es interesante saber cuándo estás
sobreprotegiendo a tu hijo para tratar de evitarlo y no caer en ese extremo.
El problema es que para saber cuándo sobreproteges y cuándo no habría que conocer
algunos ejemplos que ayudaran a definir el concepto, y a menudo leo ejemplos que para
mi gusto precisan matices o con los que no estoy de acuerdo. Lo último que he leído al
respecto es un test para saber si eres un padre sobreprotector, excesivamente
permisivo o equilibrado en este aspecto y he querido traer aquí las preguntas y las
respuestas para comentarlas. Vamos a ello.
La primera pregunta, que es la que trataré hoy, dice así:
Estásenla piscina con tu hijo de seisaños y oyes alos otros niños,incluido su mejoramigo,
burlarsedeél porqueal intentarsalvarsedeunaaguadillaha hecho un ruido muy raro.
Vamos con las respuestas y luego las comentamos:
a) Le dices quesalgadelagua y te lo llevas a los vestuarios paraevitarquesiganriéndosedeél.
b) Haces como queno te dascuenta de naday, situ hijo sequeja delo ocurrido,ledices que no le
dé importancia.
c) Cuando tu hijo vienellorando leayudas a buscarsoluciones quele hagansentirsemejor.Por
ejemplo:hablarconlosotrosniñosy decirles que,mientras ellos se burlaban,éllo estaba
pasando muymal.
Hay una regla acerca de los tests que dice que cuando no sabes algo la verdadera es la
respuesta más larga. No siempre se cumple esta premisa, pero en este caso está claro
que sí.
La pregunta en sí ya genera problemas
Entiendo lo que se quiere preguntar, pero yo habría hecho una pregunta diferente,
relacionada con el aspecto de nuestro hijo: “Oyes a sus amigos que se ríen de él porque
tiene muchas pecas, o porque está un poco gordito, o porque…”. Igual es que
2. directamente sí soy un padre sobreprotector pero,¿ahogadillas con seis años? ¿a
alguien le ha hecho nunca gracia que le hagan ahogadillas? Es que yo el primer problema
ya lo veo ahí: no se hacen ahogadillas, hombre, que si mi hijo ha hecho un ruido extraño
igual estaba tratando de coger aire desesperadamente.
La primera respuesta: nos vamos
Está claro que la primera respuesta no es la correcta, porque entonces sí eres un padre
sobreprotector. “Como se ríen de ti, vamos, cariño, a casa”. Diferente es que el niño diga
que quiere irse, pero a priori no sería esta mi elección porque, si son sus amigos, el
problema permanece aún cuando te vas a los vestuarios.
La segunda respuesta: aquí no ha pasado
nada
“Venga hombre, que no es para tanto,…”, suelen decir muchos padres que se toman la
licencia de relativizar las cosas que les suceden a los demás. Los niños han vivido
muchas menos experiencias que nosotros. Tienen una personalidad en formación y una
autoestima que depende en gran parte de cómo les tratamos nosotros y de cómo
les tratan los demás. Necesitan unos padres que les quieran y unos amigos que les
acepten, y mal vamos si los amigos se ríen de ellos y nosotros no le damos importancia,
sobretodo si a ellos les parece importante y se sienten mal con ello.
Son ellos, los niños, los que a medida que crecen y viven más situaciones buenas y malas
aprenden a relativizar y aprenden a superar fácilmente momentos que años atrás les
parecía una montaña insalvable. Pero son ellos los que lo logran y no precisamente
porque nosotros les digamos “anda, que no es para tanto”.
Por eso esta tampoco es una respuesta adecuada, porque caeríamos en la permisividad
extrema que no ayuda a nadie: el niño seguirá sintiéndose mal y los niños seguirán
viendo normal reírse de los demás.
La tercera respuesta: afrontar la situación
3. La tercera es sin duda la respuesta buena. Debemos escuchar al niño, dejarle que nos
cuente lo sucedido y preguntarle cómo quiere proceder, pues los amigos son personas
ajenas a tu familia que te quieren y que pasan ratos contigo porque todos disfrutáis de
ello. Reírte de un amigo en público, haciendo mofa, es algo muy doloroso que muestra
que la amistad parece no ser tal (por eso me gusta más el ejemplo de la imagen de uno
mismo, que el ruido por una ahogadilla).
Entonces lo ideal es hablar con los niños para que les explique cómo se ha sentido. Si el
niño quiere hacerlo él mismo puede estar bien dejarle que lo haga. Si en cambio no se ve
con fuerzas, no veo inconveniente (aunque seguramente se me tilde de intervencionista)
en acercarme con mi hijo a modo de moderador: “chicos, mi hijo quiere comentaros algo
en relación a lo que ha pasado”, y darle voz para que cuente cómo se ha sentido. Luego
hablaría de las ahogadillas, de lo poco graciosas que son (lo genial de las bromas es el
momento en el que todos se ríen, hasta el afectado, y no que sólo se ría el ejecutor) y
del concepto de amistad.
Ahora decid vosotros
Es cierto que en esta pregunta, en este ejemplo, no he diferido demasiado de lo correcto,
porque he “acertado” con la respuesta c), en próximas preguntas (próximas entradas),
veréis que no estoy tan de acuerdo. En cualquier caso, decid vosotros qué respuesta
habríais escogido y cómo habríais procedido en caso de elegir la tercera opción. La duda
radica ahí: ¿Le acompaño? ¿Hablo sólo y