El documento analiza las causas del hikikomori, un fenómeno japonés en el que los jóvenes se aíslan socialmente durante meses o años. En Japón, las altas expectativas familiares y sociales llevan a los jóvenes al aislamiento cuando no pueden tener éxito. En Occidente, la presión de los padres es un factor clave. Los videojuegos y Internet también pueden contribuir al aislamiento, al proveer mundos sin críticas. Los especialistas recomiendan que los padres pongan límites
Cuales son los detonantes para que se conviertan en hikikomoris
1. Cuales son los detonantes para que alguien se convierta en un hikikomori?
2. ¿Que los lleva a eso? En Japón las exigencias familiares y sociales son el factor determinante. El ingreso a las universidades es cada vez más difícil, y el éxito en la vida profesional conlleva a la realización personal; por eso cuando los jóvenes no pueden cumplir con las expectativas propuestas, deciden resignarse. En Occidente, las presiones de la familia juegan el papel fundamental. Según Sonia Almada, una psicóloga argentina que comenzó a tratar este problema en los adolescentes "en América Latina es un fenómeno novedoso que se está instalando rápidamente". "El problema es que aún no hay especialistas capacitados para tratarlos porque todavía no aparece en lo manuales psiquiátricos. Como sucedió en la década del '90 con la bulimia y anorexia, que al principio no se lo reconocía porque no aparecía en los libros" asegura.
3. Y agrega:"Cuando los adolescentes no logran superar las expectativas que los padres depositan en ellos, se sienten que fracasan, comienzan a ser pesimistas, se sienten horribles y así también miran al mundo, piensan que nada afuera tiene sentido, y entonces se encierran." agregó. Almada destaca, además, que una de las cuestiones que se repiten en los padres de los Hikikomoris latinos es que recurren a distintos especialistas sin encontrar respuestas, ni diagnósticos, ni soluciones "no extremas" para ayudar a sus hijos. "Por lo general la solución propuesta es la hospitalización del paciente. Algunos chicos terminan medicados con ansiolíticos y antidepresivos pero sin acceder a psicoterapias. Por lo tanto el joven está encerrado y medicado. Sin ningún cambio", indica. Por su parte Hyozanryu (hikikomori que se hace llamar en internet) reconoce que "el odio y las presiones, luego de los 10 años se convirtieron en mi personalidad, no hablo con nadie, ni veo a nadie, no conozco a nadie, ni quiero hablar con nadie" .Esto es el resultado de la presión que dejan caer a los hijos los padres, que se rompan y la fuerza de voluntad se decaiga.
4. Los videojuegos e internet Según la especialista "los juegos de Internet permiten mostrar veladamente aspectos de la personalidad que se encuentran ocultos o reprimidos y conseguir reconocimiento y supremacía, en los juegos en los que se crea un personaje que va aumentando su poder a medida que consigue puntos, pudiendo llegar al liderato de otros jugadores subordinados." Hyozanryu, coincide y agrega: "El internet tuvo un gran efecto en mí, al proveerme de un mundo que no necesitaba verme, que no me criticaba, ni me excluía por estar solo. Aquí fue cuando encontré los foros, y los video juegos." "Durante toda mi niñez mi aislamiento produjo un vacío emocional que luego se compensaba con días de hasta 12 horas viendo televisión, y jugando a los video juegos, en donde interpretamos a un héroe o un personaje". "Buscamos esa historia en los video juegos, en donde se crea otro tipo de aislamiento, al ignorar el mundo e interpretar al personaje en un 100%, tomando su personalidad, y en la vida real imaginando el mundo adaptado a eso"
5. El deber de los padres Los adolescentes no quieren hablar con nadie durante su encierro La licenciada Almada, que trabaja más de 50 casos en Argentina, considera este problema como una enfermedad que comienza a ser epidemia en el mundo adolescente. Asegura también que "los padres tienen que estar atentos porque el auto encierro es progresivo. Los adolescentes comienzan por desinteresarse de las actividades que cotidianamente desarrollaban, se alejan de los amigos y no salen de la casa. Esos son detalles precisos de lo que va a ocurrir." "Hay cuestiones que no son negociables con los adolescentes y los niños, o sea, si un chico decide no ir a la escuela, no se le puede permitir faltar, lo mismo cuando deciden pasar más de 3 horas frente a la computadora. Hay que poner un límite certero." Analizándolo desde un ángulo social, Almada destaca la idea de una "generación de la decepción" dónde "los padres también padecen esta desilusión de no haber podido lograr su metas propuestas". "Y no pueden transmitir a sus hijos la idea de que el esfuerzo y la voluntad hacen que a uno le vaya bien en la vida, porque ni siquiera ellos mismos lo han comprobado".