La obra de teatro "El Poeta de la Ingeniería" rindió homenaje al ingeniero peruano Santiago Antunez de Mayolo y resaltó su lucha por desarrollar la energía eléctrica en el Perú a través de la construcción de represas. La actuación principal del actor Reynaldo Arenas capturó de manera convincente la pasión de Antunez de Mayolo por el progreso del Perú a través de la ciencia e ingeniería. A pesar de esto, fue incomprendido por la burocracia estatal. La obra también dest
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TEATRO: SANTIAGO ANTUNEZ DE MAYOLO EL POETA DE LA INGENIERIA
omo en los tiempos de primaria, cuando mis
queridos maestros de la Pre-351 en
Chiquián, nos convocaban a preparar alguna
obra teatral, con motivo de alguna fecha
importante, así recibí la invitación del dramaturgo
más importante de Ancash, don Áureo Sotelo.
“Hoy, presento en el Ccori Wasi, mi obra El Poeta
de la Ingeniería, en homenaje al sabio Santiago
Antunez de Mayolo”. Esa noche (13.6.2013),
postergué todo, crucé con dificultades las grandes
avenidas de Alfonzo Ugarte y Arequipa, llegué a las
19:15 horas, ya había comenzado la reunión,
propuesta a las 19:00, allí en el escenario, nuestro
paisano don Áureo, se encontraba explicando a la
audiencia, como un gran maestro, la importancia
del teatro y las dificultades que tienen que vencer,
este tipo de obras: el teatro histórico. Los
primeros aplausos premiaron su presentación.
No sabía quiénes eran los actores, así que eran gratas las sorpresas conforme aparecían, en
primer lugar el gran actor, Reynaldo Arenas, representando al Sabio Santiago, deslumbraba,
su calidad actoral, en las diversas escenas conforme
avanzaba en edad, dejando en el público la sensación
de tenerlo al sabio en persona, batallando por la
Energía para el desarrollo del país, enfervorizado el
público le devolvía calurosos aplausos, pues
sentíamos que ese peruano, sí quería el progreso de
su Perú, y lo hacía convencido que el agua, la ciencia
y la ingeniería, podían hacerlo realidad, en visitas
reincidentes, el sabio decía: “Señor ministro, la
ciencia es colaboración, es democracia efectiva, no es patrimonio de ningún pueblo, ni de
ninguna raza”, sin embargo era incomprendido con desfachatez, por la burocracia estatal,
incompetente, que a falta de argumentos, contestaba: “(SAM) es un loco, un vendedor de
ilusiones, de estos que vuelven del extranjero y creen que nos traen la panacea”. Este
comportamiento, explicaba con claridad porqué seguía vigente el mensaje Raimondino,
“Perú mendigo sentado en un banco de oro”. Esos desplantes de la ignorancia en el poder,
sacudieron la sensibilidad del público, parecían escenas actuales, de los políticos y los
científicos peruanos.
El Sabio iba envejeciendo y seguía clamando: “cuando la ganadería, la agricultura, el
comercio, la industria, el transporte, se asienten sobre la base de la electricidad, solo
entonces venceremos definitivamente al hambre, a la ignorancia… Pocos comprenden que
C
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de las presas saltarán millones de caballos eléctricos que galoparán en tropel por la selva,
por la fada de los Andes, por la llanura de la costa, esparciendo por doquier la simiente del
progreso”.
Pero el gran sabio, tenía como apoyo y compañera a su esposa Lucye, quién la impulsaba a
continuar su lucha, ella también era una mujer muy preparada, sabía del valor de la ciencia,
amaba al Perú como pocos, porque lo conoció a plenitud, acompañando a su esposo, en sus
múltiples viajes, ella decía: “El amor al Perú y sus recursos, el amor al trabajo, a la ciencia, a
la técnica se debe cultivar desde la más tierna edad, el tiempo en que los niños desarrollan
todos sus potencialidades psicológicas”. En el teatro, esta bella “Vikinga: Noruegues”, se
lucía (representado por la actriz Kiara Díaz), argumentando, una visión revolucionaria,
“Nuestro sistema educativo anda mal, seguimos educando a nuestros niños, no para el
triunfo en los campos de la vida de la ciencia, sino para ser, a lo más, funcionarios pasivos
que han de anquilosar sus articulaciones entre las cuatro paredes de una oficina pública”.
La obra culminó, los aplausos tronaron felicitando a los actores y al director, que habían sido
espléndidos, entre ellos los chiquianos nos alagábamos porque representando al ministro,
estaba el actor chiquiano don Fernando Vásquez.
Para cerrar la obra, subió al escenario don Áureo, la gente
lo premió con aplausos, se lo merecía largamente. Desde
el escenario, cedió la palabra al público, que en su
mayoría le expresaban su admiración y denostaban,
porqué los medios de difusión no promocionaban obras
como ésta, que además de conocer a nuestros mejores
valores, nos llena de optimismo, de autoestima de creer
en nuestra sangre, en nuestros niños, jóvenes y
profesionales peruanos, que moran lejos de la capital de
la república, casi olvidados.
Me retiré contento, diciéndome que esta obra debería ser
presentada en las escuelas, universidades y parques nos
impulsaría peruanidad, aprecio y respeto al
conocimiento, al mérito y desprecio a arrogantes,
ignorantes, y corruptos que suelen ocupar los más altos
cargos públicos.
La Pluma del Viento
Lima, 18 de junio de 2013