Este documento ofrece consejos para mejorar la dicción y la articulación al hablar. Recomienda abrir bien la boca y articular claramente las palabras para que sean comprensibles. Además, sugiere ejercicios como morder un lápiz al hablar o leer en voz alta silabeando para relajar los músculos faciales y practicar una pronunciación correcta de todas las letras. El objetivo es hablar de forma natural pero articulando con precisión.
Estrategias para el aprendizaje de Inglés / Proyecto IUTSO
Mejora tu dicción con ejercicios de articulación
1. Mejor dicción con buena articulación
¿A qué llamamos “buena articulación”?
A la pronunciación clara de las palabras. Que los demás puedan oír y
distinguir bien todo lo que decimos.
Por costumbre o pereza, algunas personas hablan con la boca muy cerrada,
casi sin mover los labios. Otros, por timidez, adoptan un tono muy bajo y
apenas se entiende lo que dicen.
Levanta la cara, limpia tu garganta, abre bien la boca. Igual que el músico, el
orador o la oradora afinan su instrumento antes de tocarlo, para que el
público no pierda una sola nota de su sinfonía.
Ejercicio 1: Muerde un lápiz, como si tuvieras un freno de caballo en la
boca. En esa posición, ponte a leer el siguiente texto:
Cuando hablamos de compromiso entre los docentes hay distintos grados, los que
cumplen en sus clases con los alumnos de manera general en su aula, los que
cumplen con todos y cada uno de sus alumnos, los que cumplen con todos y cada
uno de sus alumnos y además tiene un compromiso colectivo, un compromiso con
la escuela como institución. Por supuesto no merece la pena hablar de los que no
cumplen porque son muy pocos, poquísimos y deberían estar en otro sitio.
De todos los compromisos, me quedo con los que además de atender a todos y
cada uno de sus alumnos, tiene un compromiso colectivo. Esto implica:
- Poner el corazón en el trabajo de tu aula, pero poner también el corazón en la
tarea colectiva, en el trabajo en equipo, en el funcionamiento del centro como
orquesta y no como una suma de individualidades.
- Sentirse satisfecho del trabajo con cada niño en particular, desarrollando al
máximo sus potencialidades.
- Tener una dedicación intensiva, amando lo que hacen, buscando formas,
métodos que mejoren el desarrollo personal del niño.
- Ser reflexivos y conscientes de la marcha del centro, para mejorar aquello que
no va bien y potenciar lo que vaya bien. Hay que reflexionar y no seguir siendo
mecanicistas.
- Evitar la comodidad como criterio prioritario, dedicar el tiempo que sea necesario
para que funcionen tus alumnos, tu clase y tu centro.
2. Haz este ejercicio dos o tres veces. Verás cómo vas aflojando todos los
músculos de la cara.
Ejercicio 2:
Toma un libro y ponte a leer en voz alta, lentamente y silabeando:
Cuan-do-el-co-ro-nel-Au-re-lia-no-Buen-dí-a
Avanza algunos párrafos así, exagerando la lectura, como haciendo muecas
para hablar. Luego, silabea más rápido, asegurándote que pronuncias cada
una de las letras de cada palabra.
La buena dicción es otra cosa. Trata de la exacta pronunciación de todas las
letras y las palabras. La articulación se refiere a la claridad. Ahora hablamos
de la corrección.
Hay que corregir las letras comidas (las eses especialmente) y cambiadas
(la l por la r, la r por la l, la c por la p).
También están las palabras mal dichas (haiga en vez de haya, hubieron en
vez de hubo, naiden en vez de nadie, satisfació en vez de satisfizo y tantas
otras).
No hay que irse al otro extremo, a una manía por la dicción que reste
naturalidad a quien habla. Son esos que pronuncian hasta la segunda s de
Strauss y la p de psicología. En algunos cursos de locución, se ejercita el
sonido fricativo de la v para diferenciarla de la b. Tal exageración, impropia
del idioma español, suena muy pedante.
Ejercicio 3:
Los trabalenguas son muy útiles. Busca uno con letras incómodas para ti.
Por ejemplo, si tienes problema con las erres, practica el consabido erre con
erre cigarro, erre con erre barril, rápido corren los carros siguiendo la línea
del ferrocarril. Pronúncialo dos, cuatro, ocho, dieciséis veces” ¡hasta que la
lengua te obedezca!