El documento presenta una serie de obras de arte relacionadas con la Semana Santa, describiendo las escenas y personajes representados en cada una, así como detalles estilísticos y técnicos. Se analizan pinturas, esculturas y murales de diversos artistas como Giotto, Da Vinci, Van Dyck, El Greco, Dalí, Miguel Ángel y Tintoretto, que ilustran momentos como la entrada de Jesús en Jerusalén, la limpieza del templo, la última cena, la coronación de espinas, el calvario,
2. El Domingo de Ramos, el Mesías,
a lomos de un borrico y
escoltado por sus discípulos, es
recibido por los judíos con
esperanza y alegría a su llegada
a Jerusalén. En la obra de Giotto,
todas las miradas se centran en
Jesús, en una escena en la que
contrasta la tranquila y segura
figura del Salvador, que bendice
a su pueblo, con las reacciones
de algunos habitantes; como los
que se desvisten y ofrecen su
túnica como alfombra para su
entrada en la ciudad, o los que
se encaraman en los árboles
para presenciar mejor el
acontecimiento.
3. Al visitar el Templo de Jerusalén, Jesús lo
encuentra lleno de ganado y de cambistas de
monedas. Se molesta tanto por esa situación
que a latigazos hace salir al ganado y tira las
mesas de los cambistas haciendo caer las
monedas por el suelo. Panini situó la acción en
un espacio porticado a la entrada del templo.
Jesús, en lo alto de la escalera de acceso,
destaca del entorno por el vívido colorido de
sus ropas, azul y rosa, junto con el halo
resplandeciente alrededor de su cabeza. Al
mismo tiempo, algunos mercaderes recogen
apresuradamente sus objetos y otros huyen con
su género en distintas direcciones.
4. Continúa este repaso a la Semana Santa en el
mundo del arte con una de las pinturas murales
más famosas, que se encuentra en el convento
dominico de Santa María de las Gracias de Milán;
realizado al temple y al óleo sobre yeso. El
momento que refleja, en Jueves Santo, es el
inmediatamente posterior a que Jesús anuncie a
los apóstoles que uno de ellos le iba a
traicionar. Da Vinci detalla las distintas
reacciones individualizadas de cada uno de los
doce discípulos ante tal afirmación; algunos se
asombran o se espantan, otros se levantan
porque no han escuchado bien, y Judas, que a
diferencia de anteriores representaciones no
está delante de la mesa, retrocede al sentirse
aludido. Destaca su construcción en perspectiva,
convergiendo en Jesús, en el centro, todos los
puntos de fuga; además de una curiosa
composición en la que aparecen los apóstoles,
aislados en forma de triángulo, agrupados de
tres en tres.
5. La coronación de espinas tuvo gran
difusión en las artes, siendo
representado por El Bosco, Tiziano o
Caravaggio. En el caso del óleo de Van
Dyck, unos soldados judíos visten a
Jesús con una túnica que simula su
realeza y le fabrican una corona de
espinas para coronarlo, en tono de
burla, como rey de los judíos; al
tiempo que un perro, a sus pies,
demuestra una pose agresiva. La
peculiaridad de la obra se encuentra en
el anacronismo de que uno de los
soldados porte una armadura de la
época del pintor flamenco.
6. Se trata de un tema muy recurrente a
lo largo de la carrera artística de El
greco, ya que era muy demandada por
la sociedad toledana de
la Contrarreforma. Jesús, a pesar de
sus lagrimosos ojos, mira al cielo con
serenidad; mientras sujeta una cruz
muy escorzada en su camino al monte
Calvario el Viernes Santo. Su anatomía
parece inspirada en los cánones
escultóricos de Miguel Ángel, aunque
el pintor cretense alarga los miembros
para adaptarlos a su propio lenguaje.
En cuanto a los pliegues de su túnica,
están modelados con luz y color muy
al estilo de la escuela veneciana que
tanto admiró.
7. Al ser el momento clave de la Semana Santa,
muchos son los pintores que han tratado la
crucifixión de Jesús, y algunos de manera muy
destacada, como Goya o especialmente Velázquez;
pero Dalí le dio una vuelta de tuerca al asunto. En
esta pintura, Jesucristo aparece sin mostrar su
rostro de manera directa y sin los estigmas de las
manos ni las heridas del torso habituales; no
obstante, lo curioso en esta obra de Dalí es que lo
hace levitar frente a una cruz formada por ocho
cubos. El pintor español se basó en los estudios
que Juan de Herrera realizó para el Monasterio del
Escorial, en su Discurso sobre la forma cúbica;
restando importancia a la simbología propia de la
cruz y centrándose en la figura geométrica. En la
composición también aparece Gala, mujer de Dalí,
representada como la Virgen María; utilizando un
tratamiento similar al de artistas como Zurbarán o
Murillo. Además, en el fondo se puede observar la
localidad de Cadaqués, lugar en que el artista
pasaba sus veranos y donde hoy se encuentra la
Casa Museo Salvador Dalí.
8. Un excelente ejemplo del románico castellano. La
escena, situada en el lado norte del claustro del
monasterio de Santo Domingo de Silos, se
distribuye en tres partes. En la central, Nicodemo
y José de Arimatea bajan a Jesús de la cruz
mientras, a ambos lados, la Virgen y San Juan
esperan el cuerpo fallecido. En la parte superior,
aparecen un hombre y una mujer que
representan las alegorías del sol y la luna
cubiertos con velos haciendo así alusión al
momento de oscuridad que se produjo al morir
Jesús; y también unos ángeles que portan un
sudario, utilizado después para envolver el
cuerpo del Salvador. Por último, en la parte baja
vemos una sucesión de olas que se han
interpretado como el efecto de los vientos que
produjo la tormenta acaecida en el momento de
su muerte.
9. Es una magnífica obra escultórica,
contemplable desde cualquier
ángulo, que representa el momento
en el que una joven, bella y piadosa
Virgen María sostiene a Cristo, ya
muerto, que intencionadamente
aparenta mayor edad que su
madre. Dicha intención se enmarca
dentro del ideal renacentista; una
madre eternamente joven y bella. A
sus 24 años, fue la primera de las
muchas veces que Miguel Ángel
abordaría este tema iconográfico; y
como la obra era tan espléndida y
él era tan joven algunos dudaron
de su autoría, por lo que, en un
ataque de furia, grabó a cincel su
nombre en la escultura, siendo su
única obra firmada.
10. En esta pintura barroca, San Juan y
Nicodemo sostienen con esfuerzo el
cuerpo de Jesús, y detrás de ellos se
encuentran las tres Marías. Caravaggio
se aleja de los modelos renacentistas
al mostrar personajes abatidos y
agachados, y Jesús, a diferencia de la
pintura española de la época, aparece
sin sangre y desplomado. Cobran
importancia las diagonales trazadas
desde los brazos de María de Cleofás,
que agudiza el dramatismo al
gesticular mirando al cielo y abrir las
manos, hasta el realista brazo caído
que toca la piedra del fallecido, cuyas
venas aparecen dilatadas. Caravaggio
quiso representar así el mensaje de
que Dios viene a la tierra y la
humanidad se reconcilia con los cielos.
11. Con esta magnífica obra de
Tintoretto llegamos al
Domingo de Resurrección. En
ella, un monumental Jesús
resucitado, portador de la
bandera de la Salvación,
encabeza una composición
llena de fuerza. El escorzo de
su atlética figura queda
reforzado por una anaranjada
luz sobrenatural, que surge del
sepulcro cuando cuatro
ángeles levantan la gran losa
de mármol que lo cerraba.
Abajo, en la contrastada zona
de penumbra, se encuentran
los soldados, dormidos.