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DE ZAFIRO Y ACERO.
Autora: Valkyria.
CAPITULO 3
El cansancio de la noche anterior había pasado su factura. Rohán se despertó alrededor de las 9 de la mañana
sintiendo un extraño vacío en su cuerpo. Perezosamente abrió los ojos que se enfocaron sobre sus brazos extendidos
horizontalmente al lado derecho de su cama... como si hubieran estado abrazando algo. El entumecimiento de las
extremidades le dijo que, de hecho, así había sido. Su mente desveló poco a poco los recuerdos de un dulce
momento que ya no existía...

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–¿Amanda? –llamó con suave voz sin escuchar respuesta. Se incorporó rápidamente y, como si la habitación no
fuera pequeña, miró de un lado a otro buscando la figura femenina que hacía tan sólo una horas había estado
acurrucada sobre su cuerpo. Se dirigió hacia el baño, pero tampoco la encontró y finalmente, echando un vistazo
hacia la cocina, comprendió que ella se había marchado.

–¡¿En dónde has pasado la noche?! –preguntó el azorado Horace Connery al encontrase con su hija mayor al final de
las escaleras. De pronto el recuerdo de una cita previa le hizo detener en seco a Amanda justo cuando ella iba a
contestar –Ah... Ya recuerdo, olvídalo.
La joven sicóloga decidió dejar las cosas así y que su padre creyera que había estado con Peter. Eso le daría tiempo
para meditar en algunos acontecimientos recientes sin tener que empezar a discutir el por qué había pasado la
noche con la ex convicta.
Eran como las seis y media de la mañana. Con cuidado entró a su recámara y sin hacer mayor ruido se dio un baño,
que sabía necesitaba para relajar sus pensamientos, pues algunos de ellos la estaban poniendo nerviosa.
Mientras sus manos trabajaban con el champú sobre su rubio cabello y sus verdes ojos permanecían cerrados,
algunas imágenes comenzaron a elevar su regular pulso: cálidos besos, suaves gemidos y expertas
caricias..."Rohán"...
Con premura abrió la regadera para que el agua fría se llevara esas sensaciones lejos de su piel, pero con indudable
convencimiento llegó a la conclusión de que eso ya no era posible.

–Así es que... siempre sí –exclamó Cindy con resignación mientras conversaba con su hermana mayor en la oficina
de ésta.
–Siempre sí, ¿Qué?

–Peter. Siempre sí te gusta. Siempre sí vas a tener algo con él.
–Y...¿Por qué llegas a esa conclusión?

–¡Vamos, Mindy! Después de pasar la noche con él no vas a decirle que siempre no... ¿No te gustó cómo lo hace? –
la vivaz mirada de la joven trataba de entender la reciente actuación de su hermana.
–No... pasé la noche con él –Amanda se sentía un poco avergonzada ante el interrogatorio –Estuve con Rohán –los
asombrados ojos frente a ella exigían una pronta aclaración de los hechos y no dejaría que se mal interpretaran los
asuntos, no mientras ella misma no los tuviera claros –No es lo que piensas –casi murmuraba –Paso algo muy feo
anoche y... ¡Ah, qué demonios!... Unos tipos estuvieron a punto de... violarme
–¡¿Qué!?... ¡Dios Santo!... ¿Lo saben mis padres?

–¡No! Y por favor no les digas nada, porque no pasó nada, te lo aseguró. Rohán me... bueno, ella me rescató. Llegó
justo a tiempo y... –los vívidos recuerdos de la voz y presencia de la ex convicta comenzaron a excitar sus sentidos
nuevamente.
–¿Cuántos eran?...¿En dónde estabas?... ¿En dónde estaba ese idiota de Peter?

–Cindy, c álmate –Amanda tomó un profundo suspiro para explicar a su hermana lo sucedido –Rohán y yo pasamos
una estupenda tarde ayer. Me acompañó a un par de lugares luego me mostró algo muy personal, algo de su
pasado, pero no hubo tiempo de hablar de ello porque Pete llamó para recordarme la cena... Salimos deprisa de
donde estábamos y cada una tomó su camino. Cuando anoche iba a entrar a la casa percibí algo extraño en mí, algo
como una voz que me decía que fuera hacia ella, que me necesitaba... Luego recordé que en la tarde todo había
quedado sin conclusión y decidí ir a su apartamento –Cindy escuchaba atenta mientras Amanda se paseaba por la
pequeña habitación –. Cuando bajé del carro tres tipos me interceptaron. Intenté huir, pero me alcanzaron pronto...
Me llevaron a un callejón muy oscuro y... –el terror de aquello causó que su habla casi desapareciera. Su hermana
apenas podía respirar de solo pensar en esa situación –. No sé cómo, pero ella estaba ahí. Después de unos minutos
de intentar soltarme y escapar... cuando casi sucumbía, ella apareció. La vi golpear a esos hombres como si fueran
simples muñecos de trapo. Son imágenes borrosas, estaba demasiado asustada y luego sólo me encontré en su
cama tomando una especie de té que me ofreció para calmarme.
–¿Quieres decir que ella sola despachó a esos tipos? –La sicóloga solo pudo asentir con la cabeza, a pesar de lo
absurda que pareciera aquella idea - ¿Los mató?
–¡No! Ella me aseguró que sólo estaban golpeados, que la policía llegaría por ellos y que estarían bien...
–Mindy... ¡Santo Dios!... Esto me parece muy extraño. ¿Qué si papá tiene razón y ella no ha cambiado? ¿Qué si
preparó todo eso para que cayeras en sus brazos y hacer contigo... alguna cosa horrible? –Cindy gesticuló como con
asco ante la idea de que su hermana se acostase con otra mujer –. A lo mejor estaba de acuerdo con esos hombres
y...

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–¡No lo creo! –la sola idea de un engaño le causó ira, pero al mismo tiempo era algo que no creyó posible –.
Escucha, sé que suena extraño, ella es una mujer extraña. Sin embargo, hay algo que me dice que es sincera
conmigo, que realmente sufre mucho por lo que fue.
–Amanda, eran tres hombres. ¿Cómo una mujer puede vencer a tres hombres sola?

–Ella... –se sentía tan ridícula, pero era la única explicación que tenía –, tiene muchas habilidades, me lo ha contado
–de pronto y antes de que su hermana menor replicara, tuvo una idea –¡Hay algo!, hay una manera de saber la
verdad –rápidamente alcanzó el teléfono y marcó un número. Esperó con paciencia hasta que Peter estuvo para
hablar –. Pete, qué bueno que te encuentro nec...
–Mindy, qué bueno que me hablas. Escucha, sé que fui grosero contigo anoche, pero en verdad lamento lo que dije.
Sabía de antemano cómo podía acabar esto y no tengo por qué culparte, pero sabes que aún te amo y...
–Peter no te preocupes, disculpas aceptadas y podemos hablar de ello con más calma después; pero justo ahora
necesito que averigües algo... Ayer hubo una pelea en el barrio sur, no estoy segura de qué pasó, pero creo que uno
de mis muchachos estuvo involucrado. ¿Puedes averiguar quiénes eran y cómo están?
–Claro, dame unos diez minutos y te llamo para informarte –de sobra sabía que para la joven sicóloga los chicos en
rehabilitación estaban antes que todo y sin chistar comenzó las averiguaciones.
Amanda esperaba impaciente mientras explicaba a su hermana lo que la respuesta de Peter les diría sobre el
asunto.
–Tengo la información –en menos de los minutos acordados, el policía llamó a su amiga –. Parece ser que fue un
intento de violación. Son tres hombres los sospechosos –ambas mujeres escuchaban por el altavoz del teléfono –.
Están en el hospital con algunas lesiones. Anoche hubo una llamada anónima a la estación, se verificó y en efecto
estaban los tipos en el lugar, pero no la víctima ni el supuesto salvador o los salvadores.
–Gracias, Pete. Hablamos luego –Amanda dirigió su verde mirada hacia la joven que yacía sentada frente a ella sin
nada más que decir –. Mira, Cindy. Sé que papá la odia, sé que es una mujer extraña, que es ex convicta, que... es
gay, que no sé mayor cosa sobre su presente, pero vas a tener que confiar en mi criterio, siempre lo has hecho. Por
muy extraño que parezca, y créeme que a mi me lo parece más que a nadie, ella... ella me atrae...pero no solo es
algo físico, es algo más profundo y quiero saber por qué. Te juro que anoche no se aprovechó de mí. Ella me salvó –
a este punto las lágrimas estaban por brotar incontenibles. La joven sólo pudo tomar sus manos y tratar de ser
comprensiva.
–Sabes que te quiero mucho y te respeto, Amanda. Yo... solo no quiero que te lastimen y espero que sepas lo que
haces... a veces creo que estas loca.
–¡Ésa es mi hermana! –se abrazaron mientras la mujer ojos verdes esperaba, también, saber lo que estaba
haciendo.

 

Poseer muchas habilidades ciertamente le había proporcionado sendas oportunidades en la vida. Le había abierto
muchas puertas de manera sencilla como la de aquel hospital. Su figura imponente y temida se erguía frente a la
cama en donde un hombre estaba, de manera clara,  teniendo una pesadilla. Rohán sonrió maléfica. Caminó unos
pasos hasta la cama y cuando estuvo lo suficientemente cerca soltó una dolorosa bofetada a la cara del ahora muy
despierto individuo.

–Hola, mierda –antes de que el tipo pudiera decir nada ella tapó su boca con la mano y  se acercó tanto que sus
respiraciones podían confundirse –Sí, soy yo: tu pesadilla –La ex convicta sonrió ante la aterrada vista del
convaleciente – Vengo a matarte. ¿Quieres que te mate? –el hombre ahogó un grito y negó con la cabeza. El sudor
helado bajaba de su frente –Bien, vengo de visitar a tus dos amigos y voy a decir lo mismo que dije a ellos. Una
sola vez ¿Entiendes? –el hombre afirmó con la cabeza lo mejor que pudo. Rohán presionaba fuerte y era difícil
respirar –Es interesante lo que uno descubre sobre alguien con solo robar uno de sus documentos. Amo la
tecnología. Se que trabajas para una importante firma de abogados; una que es la principal patrocinadora de la
fundación Freedom´s Dream. ¿Sabes qué es, verdad?...bien. La mujer a la que iban a violar anoche es una miembro
influyente de esa institución. ¿Qué pasaría si le digo lo que sé de ti? ¿Se arruina tu carrera? –con desesperación y
las pocas fuerzas que le quedaban el abogado asintió de nuevo –Eso pensé. Así es que haremos un trato: tú no
dices nada sobre mí a la policía y yo no digo nada a esa señorita. ¿De acuerdo? –Rohán quitó su mano para que él
pudiera respirar. A bocanadas el hombre  recuperó un poco del aire que le faltaba y contestó que sí. De pronto, se
dio cuenta de que estaba solo.
Tal como entró al nosocomio, salió. Siempre sigilosa, vigilante, desconfiada, se conducía en su Jeep hacia la
siguiente parada. Consideraba necesario enterarse lo mas pronto posible sobre su situación, sobre a qué debía
atenerse en las calles. No era posible, pensó, que sus antiguos enemigos y competencia no supieran que estaba
libre y con posibilidades de volver al negocio. Aquel silencio y aparente indiferencia no era común, no era lo normal.
–Aló – el teléfono móvil envió sus pensamientos al infinito cuando identificó la llamada.
–Hola.

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–¿Por qué te fuiste sin despedirte? –con incomodidad descubrió a su propia voz siendo gentil y cariñosa. "Demonios"
–No quise incomodarte. Bastantes problemas te había causado ya –el tono de Amanda era de duda, algo parecido a
la pesadumbre.
–Tu no me molestas muñequita... creí que nos estábamos entendiendo bien...- la ex convicta probó su suerte –que
te agradaba.
–Me siento muy confundida y eso no me agrada...

"¡Fabuloso, Rohán!. Ella está confundida y tú enamorada. A dónde diablos me puede llevar esto. A nada. Déjalo
pasar, maldita sea, déjalo pasar...".
–... y no es fácil para mí...¿Me comprendes?

"¿Qué cosa dijo?" –Oh, sí, claro, no te preocupes.

–Me encantaría que almorzáramos juntas. Yo invito –ahora su voz era más animada.

–Escucha, si es así como te sientes quizás no sea conveniente que nos veamos... –realmente había dolor en estas
palabras y la morena mujer lo sabía.
–¿¡No escuchaste nada de lo que dije!?

–¡Ups! Por supuesto que te escuché, pero...

–Pero nada, Rohán Dukakkis. Te has convertido en algo demasiado importante para mí y sé que encontraremos la
manera de resolver esto... juntas. A menos, claro, que tú no lo desees.
–De acuerdo, vamos a comer y entonces hablamos.

No sabía exactamente qué era todo aquello. Desde que conoció a Amanda se hallaba en una especie de laberinto
sentimental. A pesar de su astucia, de su suspicacia, con esa chica solo se dejaba manipular por lo que fuera que
estuviera pasando; pero le agradaba que al menos en esos lapsos de tiempo su pasado se alejara de su presente.
Decidió, entonces, con una amplia sonrisa en su rostro que la siguiente parada tendría que esperar.

Hacía frío esa noche. Rohán caminaba por las calles de la ciudad en donde una vez había gobernado. Veía las luces
de los letreros y a la gente andar embutidos en sus pensamientos, conversaciones o negocios, y justo en ese
momento descubrió lo maravillosa que era la libertad. Por primera vez desde su salida de la cárcel disfrutaba de ser
libre en toda la extensión de la palabra. Las dos horas que pasó con Amanda la dejaron tan satisfecha consigo
misma que hasta asustaba.
Ahora sonreía para sí al recordar la escena de despedida en su Jeep. La joven rubia luchaba juguetonamente para
que Rohán no la besase, pero como era de suponer, la alta mujer venció y se apoderó casi vorazmente de los rojos
labios de su amiga. La sensación del rendimiento fue placentero. Poco a poco Mindy relajó su cuerpo entre los
fuertes brazos que la aprisionaban y se dejó llevar durante unos minutos hacia el mundo del encanto. Ni una ni otra
deseaba terminar, pero cuando el aire falta...
"Sé que le gusta"... La ex convicta sabía que Amanda no era una sadomasoquista, sin embargo, se había dado
cuenta de que la pequeña mujer disfrutaba de aquel  juego de seducción. "Le encanta que intente forzarla, que la
bese sin que ella lo espere, que lo haga de esa manera tan posesiva... ¡Ah, pequeña rubia! Cómo deseo llevarla a mi
cama y poseerla hasta que suplique para que me detenga; pero no, las cosas deben ser diferentes ahora... Ella es
tan diferente a cualquier mujer que conociera antes. Sólo espero que sus dudas y temores no terminen en contra
mía, porque entonces ¿qué haría yo con esto que siento por cada milímetro de su piel y cada rasgo de su persona?".
Sus propias ideas la sobrecogieron encontrándose tan deprisa en un estado  de melancolía. " ¿Qué haría ahora?...".
Sin darse cuenta, sus pasos la llevaron hasta la puerta de un bar que lucía abarrotado. Dirigió su vista hacia el
letrero e identificándolo como el que buscaba sonrió de lado y entró.
En efecto el lugar estaba de bote en bote. Mientras caminaba por entre las mesas, los mozos se cruzaban en su
camino llevando y trayendo charolas con cervezas o restos de ellas. A medida se habría paso al compás de la
música y algunos piropos de los sedientos o embrutecidos hombres, una figura aparecía ante ella.
La mujer vestía atrevidamente. Entonaba una canción que Rohán conocía muy bien. La ex convicta se dio cuenta de
que la cantante mantenía sus ojos cerrados y subió a la pequeña tarima, tan rápido, que no dio tiempo a nadie para
detenerla. Una vez ahí, agarró otro micrófono y empezó a cantar también. La hermosa mujer abrió sus ojos
confundida y casi asustada, sin embargo, se dio inmediata cuenta de quién le acompañaba y sólo pudo sonreír de
oreja a oreja ante la sorpresa. Rohán continuaba la canción y finalmente ambas unieron sus muy afinadas voces
para concluir.
La escena no pasó desapercibida para los concurrentes quienes, entre chiflidos y vítores, ovacionaron a las mujeres.
–Ésta sí es una sorpresa –susurró la artista al oído de la ex convicta –Pero ¿cómo es que...?

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–Es una larga historia que deseo contarte justo ahora –replicó mientras sus profundos ojos no se apartaban de la
mirada aun sorprendida de la otra mujer –. ¿Tienes algún lugar íntimo donde estemos cómodas y podamos hablar
sin... interrupción? –sugirió con pícara sonrisa.
–Por supuesto –alcanzó a murmurar mientras recuperaba el poco aliento que le quedaba.

Bajaron de la tarima. La mujer rubia dio algunas indicaciones a los músicos y caminó seguida por Rohán hacia una
estancia privada tras el escenario. El bullicio quedó casi mudo una vez cruzaron y cerraron la puerta tras de sí. Con
súbito asalto, la alta mujer sintió su cuello rodeado por unos blancos y suaves brazos. Su boca era  prisionera de un
desesperado beso que correspondió de la misma manera.
–Me has extrañado, ¿eh? –alcanzó a decir en un mínimo lapso de tiempo que le permitió tomar aire –. Estás tan
hermosa como siempre, Kate.
–Y tú sigues atrayendo gente como hierro al imán –dijo la chica intentando alcanzar la boca de Rohán una vez más.
–Tranquila, tigresa –sugirió ésta, mientras se separaba de su ex amante y tomaba asiento. La habitación era un
camerino, pero con algunos extras: un pequeño bar, una cama, un sofá, aire acondicionado... –Imagino que sueles
pasarlo bien aquí.
–Mmm... Apuesto que de ahora en adelante lo pasaré mejor –caminó seductoramente hacia la morena mujer que la
contemplaba de pies a cabeza –. Es un pequeño privilegio... –comenzó a abrir los botones de la blusa que Rohán
usaba – ... por ser amiga del dueño.¡Pero no me acuesto con él! Te aclaro –recibió una sonrisa como respuesta y
poderosos brazos rodearon su cintura mientras la experta boca surcaba cuello y hombros. Se sintió alzada y
conducida hacia la cama.
–Hace años que no hago esto –gimió Rohán al oído de la mujer bajo ella. Ambas iniciaron la búsqueda del placer, de
la satisfacción que necesitaban.
Luego de intensos minutos, yacían una al lado de la otra intentando recomponerse de los salvajes movimientos
practicados en sus exigentes cuerpos.
–¿Por qué estás tan callada? –preguntó Kate al acariciar el negro cabello de su compañera mientras ésta miraba
fijamente hacia el techo de la habitación –¿Vas a contarme por fin la larga historia?
–Sí – Rohán se levantó y dirigió hacia el baño. Una vez ahí echó agua sobre su rostro en repetidas ocasiones. Miró
su cara en el espejo y cerró los ojos ante el intenso dolor que de pronto había sentido " ¿Por qué... por qué me
siento tan culpable? Ha sido sólo sexo, siempre ha sido así... Amanda... Amanda...¿Es esto parte del amor? ¿Sentir
que no es correcto lo que he hecho?". E n un instante su dolor cambió a cólera. " Pero... ¿por qué debo sentir
remordimiento? No somos más que amigas y ella... ella ni siquiera sabe lo que siente por mí, en realidad".
–Rohán ¿estás bien? –el toque en la puerta la trajo de nuevo al ahora.

–Sí. Salgo en seguida –trató de parecer tranquila, después de todo, la razón por la que estaba aquí aún seguía en
pie.
Unos segundos después salió del baño y tomando sus prendas comenzó a vestirse. La otra mujer, conociendo de
sobra la extraña personalidad de la ex prisionera, simplemente siguió el ritual para sí misma.
La mujer de cabello negro se dirigió al bar y sirvió dos tragos de vodka. Ofreció el suyo a Kate y la invitó a sentarse
en el sofá.
–Es bueno saber que finalmente estás libre.
–Sí, se siente bien. Mira... –no sabía exactamente como explicar lo que acababa de ocurrir entre ellas: –Lo que
acaba de pasar...
–¡Hey!... –Kate cortó la siguiente expresión al reconocer la intención de Rohán –Tranquila. Sigue siendo como
siempre... sin compromisos.
–Es que... es tan diferente ahora... –los azules ojos se dirigieron hacia la paciente mirada de Kate –Estoy enamorada
–Notó un extraño cambio en las pupilas contrarias. Aunque nunca lo admitió esta mujer había llegado a ser una
amiga. Aún cuando había dejado su puesto en la penitenciaría le escribía a menudo contándole sobre la vida afuera.
Nunca dio respuesta a aquellas cartas, pero parecía no importarle a la chica. La última carta que recibió fue un par
de meses antes de salir libre. En esa ocasión sintió deseos de contestar e informar sobre las nuevas, pero hasta
entonces se dio cuenta de que las misivas nunca habían tenido dirección de remitente. Así es que lo único que pudo
hacer una vez fuera fue dirigirse hacia el lugar en el que Kate le contó que trabajaba –Es una situación muy extraña
para mí.
–No has tenido sexo con ella, ¿verdad? –preguntó mientras recordaba las palabras de Rohán sobre el no haber
hecho esto en años. La ex convicta negó con la cabeza.
–En realidad no desde... que te fuiste...
–¡Oh! Me siento halagada –ambas rieron y el ambiente se relajó –No te preocupes Rohán, conozco el sentimiento;
pero sabes cómo es la cosa entre nosotras. Eso no ha cambiado. ¿Cómo la conociste? Tengo curiosidad porque no te
imagino en semejante situación.

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–Esa sí es una historia que te contaré después.

–De acuerdo... Así que el viejo coronel pudo obtener finalmente tu libertad.
–¿Cómo sabes que es un coronel?

–¡Ah! Yo también tengo mis habilidades, querida –respondió dando otro sorbo a su vodka.

–Bien, pues ésas son las que necesito ahora. Necesito que me ayudes a obtener información.
–¿Por qué yo?

–Porque conozco a la gente y sé que puedo confiar en ti –dijo muy seriamente.

La rubia mujer miró a los ojos de Rohán detenidamente durante unos segundos y luego asintió con la cabeza.
–De acuerdo, has pagado por anticipado y muy bien –sonrió seductoramente –¿Qué quieres que haga?
–Kate esto no ha sido por eso...

–Lo sé. Sólo bromeaba. Una vez te dije que realmente te tengo aprecio y si puedo ayudarte, lo haré
incondicionalmente.
–¿Por qué me aprecias? Nunca fui buena contigo excepto cuando nos revolcábamos en algún rincón de esa pocilga.
–Porque conozco tu sufrimiento, aún cuando siempre intentaste ocultarlo. Y porque sé lo que quieres hacer con tu
vida ahora y me parece bueno, y porque... ¡Qué demonios! A lo mejor es porque quiero hacer una buena obra en mi
maldita vida y con ello conseguir alguna gracia del cielo –dio el último sorbo a su vodka y esperó pacientemente las
indicaciones de Rohán.
–Y creía que yo era extraña –pasó sus dedos por la mejilla de Kate –Gracias de todos modos.
–¿Qué tengo que hacer?

–Necesito saber qué se dice de mí en las calles. Me parece imposible que mis antiguos enemigos y competidores no
sepan que ya estoy libre, y lo que es más extraño aún, que no intentaran ya eliminarme sabiendo que puedo
emprender una vez más el camino. Algo que no les convendría, por supuesto. También necesito que investigues a
Perot, más que todo cosas personales. Una vez me dijiste que tienes amigos en lugares clave. Puedes recurrir a
ellos si sabes a lo que me refiero.
–No hay problema. Sólo dame algunos días. Supongo que no querrás que se alborote el avispero tan pronto.

–Por supuesto que no. Éste es el número de mi teléfono móvil. Llámame en cuanto sepas algo, y Kate... Ten todo el
cuidado del mundo. Mi libertad y vida dependen de ello.
SIGUE...
continuación...:
La mañana le estaba resultando larga y tediosa mientras revisaba algunos archivos en su consultorio. Los días
jueves no recibía a ninguno de los muchachos para las habituales charlas, pues los dedicaba a tareas
administrativas; sin embargo, pensar en esos ojos azules, aquella sonrisa, la piel, la voz, la tenía alterada. Por más
que sacudía la cabeza para eliminar los pensamientos, no podía.

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"¡Dios mío!... No es posible que me haya enamorado de una mujer... ¡De esta mujer! Sabía que siempre hubo algo
en mi que no encajaba con el todo. ¿Era esto? No es simplemente cariño de amigas, lo sé, sino no me sintiera tan
atraída a ella y no me gustarían tanto sus besos... Y este sentimiento de pertenecerle, de estar con ella, de no
dejarla. Además está mi comportamiento de la otra noche... ¡Dios! fui tan atrevida. Luego está ella, sí, dijo que me
quería también, pero ¿y si fue por lástima al verme tan desvalida?. Es más que obvio que me desea y jamás nadie
mi miró de la manera en que ella lo hace, eso eleva mi ego al límite. Debo tomar una decisión ahora, o puede que
pierda la oportunidad de descubrir realmente quién soy, perder la oportunidad de tener la felicidad que tanto he
anhelado... ". Sonrió de repente ante el pensamiento que le sobrevino. "Imagino que una vida al lado de Rohán
Dukkakis no sería aburrida jamás. ¡Vamos Connery! Tienes que ser espontánea ¿Cuánto puede costar eso?". Pasó
algunos minutos en profunda cavilación examinando y meditando en todos los factores envueltos, en los pro y en los
contra, pero más que todo en ella misma y en su vida hasta ese momento. Finalmente encontró la respuesta
buscada.
–Sí, eso lo que tengo que hacer sin ninguna duda –esta vez sonrió satisfecha y sintió nuevos brillos para continuar
con el trabajo que había quedado olvidado en su escritorio.

Con paso muy seguro atravesó el lobby del hotel hacia el elevador. Cuando éste llegó al quinto piso ella salió. Vio
hacia la izquierda, luego a la derecha buscando que la numeración en las puertas la guiase hasta la correcta. Una
vez estuvo enfrente a la habitación 512, tocó.

–Es bueno verte otra vez, Rohán y en mejores circunstancias, por supuesto –El ahora ex alcaide lucía mucho mejor
de lo que la ex convicta recordaba. Vivir alejado de la prisión sentaba bien a cualquiera y esto no había sido la
excepción en el caso de Diego Santiago quien ahora lucía mas... "Elegante", pensó la alta mujer –es obvio que la
libertad nos hace bien a todos.
–Cierto –fue la escueta réplica de Rohán.

Al notar el mobiliario, ella se dio cuenta de aquella era una de las suites más importantes del hotel... "Perot quiere
hacerme sentir importante ¿Eh?. Bien, veamos que tenemos de nuevo... ¿Qué vas a pedirme esta vez, viejo
coronel?".
Él yacía frente a una de las ventanas del recinto. De espaldas a su luchadora favorita, aún sin verla, sentía la
profunda mirada de ella... "¿Qué sienten tus adversarios cuándo los miras así, Dukkakis? ¿Miedo... deseo...
admiración... o la certeza de que serán vencidos?".
El aire estaba raro por el humo de los
transformaban en su único calmante. El
expectativa anhelante del combate estaba
coronel Perot, quien con anticipación hizo
involucradas en aquellas clandestinas lides.

muchos cigarrillos que en boca de los enardecidos concurrentes se
bullicio, las apuestas, las risotadas, algún que otro murmullo y la
en su efervescencia. Todos deseaban conocer al nuevo campeón del
correr la voz del repentino cambio de luchador por todas las esferas

El momento finalmente había llegado. El anunciador presentó al primero de los dos luchadores que comenzarían el
circuito de cuatro peleas.
Era un corpulento negro de casi dos metros de altura. Entre vítores y rechiflas esperó paciente la llegada de su
enemigo. De repente, la sala experimentó un sobrecogedor silencio casi sepulcral ante la aparición de la figura que
se desplazaba sigilosa hacia el cuadrilátero. Vestida totalmente de negro Rohán caminaba tan ligeramente que
parecía que no tocaba el suelo. Sus pies delcazos, su cabello ébano libre sobre sus hombros y una penetrante
mirada que, helada y vacía como la más misteriosa profundidad, la hacían ver como una aparición fantasmal
encarnando el mal.
En primer plano se encontró con la imperturbable mirada del coronel, luego recorrió el salón para descubrir a
Santiago quien, por alguna indescifrable razón, sudaba. Ante ese hecho sonrió mientras le abrían la puerta de la
austera celda de malla que encerraba el cuadrilátero. Examinó detenidamente el armatoste y quedó satisfecha al
comprobar su firmeza... "Realmente les gusta lo salvaje... Pues eso tendrán. Prepárese, coronel, después de esto lo
amarán ".
Momentos antes, en un pequeño y vació cuarto, la terrible mujer había practicado un extraño ritual de preparación.
En su cuerpo totalmente desnudo iba aplicándose una especie de ungüento; después, un poco de meditación y dos
sorbos al té que depositaba en una pequeña y colorida taza de porcelana la dejaron lista para el inminente combate.
Rohán miró de pies a cabeza a su oponente y sonrió maliciosa.
–¡Vamos, coronel! Esperábamos algo impactante, no a una mujer ¿Es una broma? –preguntó una voz al lado
derecho del militar.
–No puedes juzgarla sin antes verla pelear. Tranquilízate, Barns, y observa –Aún Perot dudaba de que Rohán
pudiera dar cuenta del tipo frente a ella, pero había algo sobre esta exótica mujer que mantenía su curiosidad
insana pendiente de lo que pudiera ocurrir.
La muchedumbre explotó de improviso en gritos de emoción cuando, ante la embestida brutal del negro luchador, la
convicta lo evadió con eficaces movimientos. Parecía un felino salvaje y furioso preparado para el contraataque, pero
esperó. Un nuevo movimiento del hombre reveló a la alta mujer la forma de pelea que él iba a dar... "Muy bien.
Ahora te conozco"... Esperó una nueva arremetida. Le vio ir hacia ella y esperó, y esperó, y esperó...

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El salto acrobático sobre la humanidad del hombre la hizo caer a su espalda. Velozmente, Rohán soltó un codazo a la
altura del riñón con lo que el luchador fue disparado hacia la malla de la celda. Él se volvió con rapidez soltando un
puñetazo al rostro de ella que fue salvado agachándose unos centímetros. Con la velocidad de un rayo, la morena
mujer golpeó la quijada del negro haciéndole perder el balance una vez más. Nadie podía creer lo que veían. La sala
estaba en silencio. El hombre tenía fama de ser un sanguinario y en manos de ella parecía sólo un niño indefenso.
Rohán golpeó ferozmente la rodilla izquierda de él.  Un grito escapó de la masculina garganta y el estruendo de la
caída le hizo saber que había perdido. Un hombre entró de prisa al cuadrilátero. Lo examinó y dio a la mujer
jadeante a su lado la victoria.
Los aplausos no se hicieron esperar. Realmente aquella rapidez motora y frialdad se ganaron el gusto del público.
–Lo siento –dijo ella aproximándose al hombre caído. Este solo gruñó.

–Lamento arruinar tus vacaciones tan pronto, Dukkakis –dijo el militar volviéndose hacia ella –toma asiento. –Como
era su costumbre, la ex convicta estaba de pocas palabras. –Tu público te aclama y ya no puedo hacerlos esperar
más.
–Estoy lista, coronel.

–Bien... ¿Cómo te ha ido? He escuchado que estás haciendo buenas amistades. Y digo buenas en el mejor sentido
de la palabra –Para ella no fue raro confirmar que la espiaban los hombres de Santiago. Los había detectado
rápidamente, sin embargo no serían esos idiotas los que la molestarían sino... los otros.
–Lo estoy pasando bien... por primera vez en muchísimo tiempo –replicó con el atisbo de una ausente mirada que no
pasó desapercibida por su interlocutor y que se desvaneció tan pronto como apareció.
–¿Cómo está Kate? –interpuso Diego Santiago en todo dubitativo

–Bien, pero no te extraña en absoluto –el joven hombre rió tras ella.

El coronel ofreció a su campeona los ricos manjares dispuestos en la pequeña mesa entre los sillones. Ella comenzó
degustar despreocupadamente.
–Por tus palabras de saludo asumo que ya no eres más el alcaide de aquella prisión, Santiago –dijo mientras bebía
de una copa de vino.
–En efecto. Como me dijiste en nuestra primera entrevista, gracias a mi buen trabajo con las luchas, el coronel y
otros... amigos me promovieron. Ahora trabajo para el departamento de Justicia –replicó con satisfacción y
autosuficiencia.
–¿Qué hay sobre las peleas, señor? –Rohán habló ahora con el hombre mayor deseando, de pronto, terminar aquella
entrevista lo antes posible, pero en ese momento su teléfono móvil sonó y la expresión de su rostro cambió. El
militar y Santiago intercambiaron miradas. Ella se levantó de su asiento y alejó un poco de los hombres –¡Hola! Al
fin sé de ti. Hace dos día que no me hablas. Pensé que ya no querías...
–Eh... Bueno, llamaba para saber si podemos cenar esta noche... si no tienes ningún inconveniente, claro. Hay algo
que quiero contarte.
–¡De acuerdo! –casi sin pensarlo Rohán aceptó maldiciéndose por lo bajo. Había estado furiosa con Amanda por no
haber llamado en dos días, pero al mismo tiempo sentía que no podía exigir nada. Todo era aún tan confuso entre
ellas. –Perdón –dijo a sus anfritiones mientras ocupaba su lugar una vez más.
–No te preocupes, soy de los que piensan que nunca debes hacer esperar a una inteligente y bella mujer. Pero
vayamos a nuestro negocio. El tipo de juego ha cambiado un poco y hemos organizado un torneo de manera más
formal, con eliminatorias y un jugoso premio al final. lo que... le permitiría al ganador retirarse de todo esto si lo
desea. Ya no más compromisos con ninguno de nosotros. –La esperada reacción llegó por parte de la ex convicta;
sus ojos brillaron tal y como el coronel deseaba. Él sonrió satisfecho y prosiguió –Un millón de dólares, billete sobre
billete, Rohán. Pero... esta vez será... vencer o morir.

Al final de aquella tarde la conmocionada ex delincuente caminó como nunca en su vida. La brisa fluvial que
golpeaba su rostro desde el Hudson no apartaba los ya tan gravosos pensamientos. "Finalmente puedo librarme de
todo esto, pero significará matar una vez más... Asesinar al último oponente para obtener la victoria... ¡Qué mundo
tan enviciado hemos creado, Dios! Pero es así. Las perturbadas mentes como la mía no deseamos otra cosa más que
aquello que nos arrastra a toda esta disolución. Siempre deseando más y más y más perversión cada vez...".  La
rabia de su voz interna pugnaba por salir y el asco en su estómago la enfermaba. "Una vez más queda probado que
no soy digna de tener algo tan puro como el amor a mi lado. ¿Cómo voy a edificar algo bueno sobre una cloaca
como base? Sobre la muerte de alguien más... Así debe ser, Rohán. Debes pagar por tus crímenes y con el pecado
llevas la penitencia: no poder tenerla aún cuando sea lo único que necesites en la vida para ser feliz".
¿Cuántas horas transcurrieron? Nunca lo supo, pero era de noche cuando volvió al parking del hotel para montar en
el Jeep. Se dirigió a toda prisa hacia su apartamento recordando de pronto la cita concertada con Amanda. Preguntó
al conserje si ella había llegado y éste le comunicó que aún no. Respiró profundo tratando de que sus recientes
emociones se calmaran u ocultasen tras el velo de la indiferencia para que la joven sicóloga no se diera de cuenta de
nada.
Un trago de su whisky favorito debía poner todo en orden mientras con paciencia decidía esperar el arribo de la
chica.

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La espera no duró más que el tiempo de una canción de Celine Dion que, desde el stereo de Rohán, llenó el recinto
con sus tranquilizadoras notas. La alta mujer se dirigió a la puerta con perezoso paso deseando que la rubia
pequeña no hubiese llegado. El humor estaba por los suelos, pero todos los miedos del mundo estallaron en su
corazón cuando vio la escena que ahora estaba ante sí.
Amanda traía dos maletas medianas que descansaban a cada lado suyo. Sus ojos demostraban ligeras secuelas de
llanto pero la sonrisa dibujada en su blanco rostro llevaba la firma indeleble de la esperanza.
–¿Me vas a tener aquí toda la noche? –preguntó la sicóloga un poco extrañada ante la confusa y asustada mirada de
Rohán.
–No... eh, disculpa... pasa –la ex convicta dejó el paso libre y Amanda agarrando sus pesadas maletas entro sin
avanzar mucho - ¿Qué estás haciendo? –ante el temor de la respuesta sus manos comenzaron a sudar y
discretamente las introdujo en las bolsas traseras de su vaquero. Esperó impaciente mientras yacía y  petrificada
frente a la mujer más pequeña.
–Bueno... –Amanda sonrió dulcemente –hace dos días tomé la seria decisión de dejar la casa de mis padres... y hoy
me he ido definitivamente.
–¿Por qué? –la voz de la morena mujer bajo un tono, lo mismo que la de Mindy

–Porque quiero estar contigo... Jamás en mi vida había estado tan segura de algo y... y no sé que es lo que tú
sientas por mí, pero yo... Yo me he enamorado de ti y es justo lo que me mueve ahora a...
–¡No! –la cándida confesión de la joven sicóloga fue la gota que derramó el vaso. Rohán empezó a pasearse cual
fiera acorralada por la sala de su apartamento –¡¿Cómo se te ocurre tomar semejante decisión sin consultarme
primero?! ¡No podemos iniciar una relación así tan de golpe! ¡Yo no estoy preparada para esto!
–Rohán, escúchame, yo...

–¡Coge tus maletas y vuelve a la casa de tus padres! ¡Y no te portes como una niña! –vociferó mientras indicaba la
salida a Amanda con el brazo extendido.
La mujer más pequeña no pudo decir nada, su confusión y tristeza no se lo permitieron...

"Pensé que tú también querías lo mismo... o... que al menos me apoyarías en esto... Quizás me equivoqué" –
negando vagamente con la cabeza tomó las maletas y salió sin decir palabra. Rohán, sin embargo, no volvió su
mirada, sólo escuchó la puerta cerrarse.
Segundos después preparó otro trago de whisky y se acomodó en su sillón preferido frente a la ventana.

–Pobrecilla... Se veía tan ilusionada. ¡Como yo si fuera alguien por quien valiera la pena hacer algo así! –rió con
amargura en sus adentros y el dolor del remordimiento comenzó a sentirse en su pecho –Pero no debí tratarla mal,
me ofusqué demasiado. Ella no tiene la culpa de nada... "Yo me he enamorado de ti". ¡Por Dios! ¿Dijo eso en
realidad? –de súbito la morena mujer se puso de pie –Sí... sí... sí... lo dijo. Está enamorada de mí –un calor
abrazaba su corazón y se sintió aún más miserable. Se acercó a la ventana y dejó su frente reposar sobre el helado
vidrio. Al fin, se dio cuenta de que el carro de Amanda aún estaba en el estacionamiento del edificio –Aún no se ha
ido –sin saber siquiera por qué y dejando de lado toda idea de lo imposible que sería estar con Amanda, sus pies la
llevaron deprisa hacia la puerta, las escaleras y a la entrada principal, pero no había nadie...
–Si busca a la señorita Conenry... –dijo una voz tras ella –no la he visto salir. Quizás aún la encuentre en su
apartamento.
–¿En su apartamento? –preguntó ella frunciendo el entrecejo.
–Sí. Alquiló el que está justo al lado del suyo hace dos días –el hombre entró en su propia habitación dejando a la
ex convicta perpleja.
"Estúpida, estúpida, estúpida, Rohán" –se dijo a sí misma mientras a zancadas subía las escaleras –Era  eso a lo que
se refería y era ella quien causaba tanto ruido estas noches" –una vez estuvo frente a la puerta de su vecina dudo
en tocar; pero le debía una disculpa.
Cuando Amanda abrió la puerta encontró a una mujer cuya mirada sólo expresaba pesar y arrepentimiento como el
niño que no soporta ver a sus padres no hablarle por alguna travesura cometida.
La escena le hizo sonreír a pesar del dolor que tan sólo unos minutos atrás sintió.
–He sido un asno, lo sé –dijo la alta morena mientras se apoyaba en el marco de la puerta –Lo siento.
La joven sicóloga sabía que para una persona como Rohán no era fácil disculparse, sin embargo ahí estaba, con su
orgullo en el suelo dando la otra mejilla.
–Disculpa aceptada. Pasa –replicó mientras daba lugar para que su amiga entrara.
La ex convicta husmeó en la vivienda y asintió ante el evidente buen gusto de la pequeña mujer.

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–No me has dejado dormir mucho las pasadas dos noches, ¿sabes? –dijo mientras tomaba asiento con confianza y
miraba a Mindy con el mentón alzado. Esto causó a la rubia una nueva risita entre dientes. "La humildad no le dura
mucho" , pensó.
–Quería darte la sorpresa. Por eso me trasladé de noche –ella se ubicó en un muy cómodo sofá frente a Rohán.
Fue, pensó después, sólo un segundo de distracción hacia la ventana cuando, sin ninguna clase de previsión, se
encontró enredada en los fuertes brazos de Rohán. Ésta la besaba con pasión y profundidad como si en un solo
instante quisiera succionar cuerpo y vida.

A pesar de su obvia desventaja, la mujer más pequeña logró empujar tan sólo unos milímetros a  la humanidad que
la apresaba para poder respirar.
–¿Qué estás haciendo? –a penas dijo en un suspiro. Rohán por su parte saboreaba el blanco y delicado cuello que
instintivamente ofrecía más espacio a su exploración.
–Te deseo tanto –murmuró mientras rozaba sus labios de arriba a bajo en el expuesto lugar y sintió erizarse el
cuerpo entero de la joven –Jamás tuve tiempo de desear a nadie como te he deseado a ti - Amanda sólo podía
retorcerse ante las placenteras sensaciones que las caricias provocaban escuchando apenas las musitadas palabras;
pero le creía.
Rohán no supo qué fuerza hizo que tomara ventaja de la situación. Estaba ahí y ya no había vuelta atrás, ni
tampoco quería volver atrás.
–Quieres estar conmigo, ¿eh? –susurró mientras besaba el lóbulo de la oreja de Amanda –De acuerdo, pero estar
conmigo significa estar conmigo –su mirada fulminó a la ya excitada sicóloga quien sólo tenía ojos para los
apetecibles labios de Rohán. Logró asentir y con una ligereza que la turbó por un instante fue alzada y conducida
hacia la habitación. Sus bocas no se separaron durante el corto trayecto.
Una vez dentro y al lado de la cama, la morena mujer comenzó a desnudarla sin dejar de besar sensibles partes.
–Ro...

–Shhh... yo te enseñaré –anticipó la réplica –Primero... desnúdame –la penumbra apenas permitió que Rohán viera
una risa nerviosa dibujada en el rostro de la chica quien con trémulas manos hizo lo ordenado –Bien... ahora dame
tus manos –las besó con ternura y luego las guió mostrando dónde y cómo tocar.
A pesar de su vergüenza, la que intentó mantener a raya, pues deseaba experimentar esto más que nada en el
mundo y estando segura de lo buen amante que Rohán podía ser, se dejó llevar absorbiendo cada detalle y
respuesta de el hermoso y fuerte cuerpo que tenía entre sus manos.
Despacio, cayeron en la cama. La ex convicta tomó el control soltando las pequeñas manos.

–De ahora en adelante sólo haz lo que quieras –dijo y besó eróticamente los húmedos labios de Amanda –Te amo –
susurró manteniendo el beso –Es la primera vez para mí –como si esto fuera todo lo que necesitaba oír, Mindy la
abrazó y apretó con fuerza hacia ella correspondiendo al movimiento de aquella boca. Y el juego comenzó.

–¿Estás bien? –preguntó la joven rubia un poco asustada ante la última reacción de Rohán.

–¡Sí! –respondió intentando recomponerse y aspirando aire profundamente. Estaba sobre su espalda y Amanda con
medio cuerpo encima de  ella. Una vez pareció que su respiración y corazón tomaban su curso normal se acomodó
de nuevo rodando para estar arriba y besó tiernamente a la pequeña mujer –Jamás había sido tan intenso, no
importa cuánto durara o con quién lo hiciera –dijo riéndose de sí misma –Ha sido, por primera vez, perfecto... en
todos los sentidos.
–Quizás es porque... –Amanda secó el sudor que había en la morena frente y notó que la típica tensión que
mantenía ya no estaba –... no fue sólo sexo sino... hacer el amor –se inclinó un poco para besar y fue
correspondida.
–Sí – Rohán sonrió –, hemos hecho el amor –recostó su cabeza en el pecho de su nueva amante –. Gracias,
muñequita por darme esto que nunca pensé posible para mí –en ese momento, los recuerdos de la conversación
sostenida con el coronel Perot volvieron a su mente y una punzada de dolor golpeó su corazón. Apretó más su
cuerpo con el de Mindy y hundió su cabeza entre el cuello y hombro de ésta dejando que un leve gemido de dolor
saliera de su garganta aún antes de poder detenerlo.
El cambio de humor no pasó desapercibido por la aguda mente de la sicóloga quien correspondió apretando su
abrazo y acariciando el cabello de Rohán en toda su largura.
–Dime, Ro... –susurró al oído de la alta mujer –¿Me amas? –el suave movimiento de la cabeza le indicó una
respuesta afirmativa –¿Confías en mí? –el mismo  movimiento –. Cuéntame entonces qué es lo que pasa. Acabamos
de hacer el amor y eso significa mucho para ambas, lo sabemos.

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Despacio, Rohán se incorporó y besó la rosada mejilla a su paso. Apoyada sobre su codo la miró por unos instantes.
El pulgar de Amanda dibujó los labios que ligeramente se abrieron a su paso. La pequeña mujer se inclinó y besó
una vez más a la ex convicta poniendo todo el amor que pudo en ello para dejarle saber que ya era parte de lo que
estuviera pasando en su oculto mundo.
Se separaron después de un largo momento. Myndi estaba por repetir su pregunta cuando...

–Te dije que trabajo para alguien de la CIA y es verdad excepto por... por el hecho de que no es un trabajo para el
gobierno. Cuando estuve en prisión alguien me informó que el alcaide organizaba ciertos juegos ilegales para
personas  influyentes y de mucho dinero. Después de que recuperé un poco mi razón, con la ayuda de esta
compañera de prisión que te mencioné antes, tuve ganas de estar libre e iniciar de nuevo algo que le diera a la
muerte de mi hermano, que había sido inevitable, por lo menos un objetivo y cuando me enteré de esos juegos y
conociendo lo ambiciosos y exigentes que son los concurrentes, se me ocurrió que podría participar. Decidí hablar
con el alcaide y lo convencí para que me metiera en el círculo...
–¿Qué ibas apostar? Me dijiste que no tenías dinero –replicó la joven rubia ante una aparente discrepancia en la
historia. Rohán le sonrió amargamente.
–Diego Santiago, el alcaide, me concertó una cita con un militar de muy alto rango e influencias, un coronel que
trabaja para la CIA. –Rohán miraba de manera ausente a la nada –Acordamos que si yo cumplía sus expectativas y
el espectáculo los impresionaba, lo que le reportaría jugosas ganancias por supuesto y de las cuales pedí el
cincuenta por cierto, él gestionaría mi libertad.
–¿El espectáculo? –Amanda comenzaba a asustarse pensando en muchas cosas a las que la morena mujer pudiera
referirse
–Son peleas clandestinas, Amanda –dijo, mirando de nuevo los verdes y asustados ojos de la joven bajo ella.
Acarició su cabello mientras continuó –Peleo para él a puño limpio con hombres que quizás están en la misma
condición que yo –un leve suspiro de alivio se escapó de la boca de Mindy aunque no era menos gravoso lo que
Rohán le contaba; pero pensar en que ella hubiera estado... Bueno, al menos las peleas iban más con su tipo –Es
tan humillante, sin embargo no tenía otra forma de lograr mi meta y de hecho lo hice. Cinco años después quedé en
libertad y totalmente limpia de los cargos que se me imputaron. No sé qué hizo para lograrlo, pero no me importó y
aquí estoy.
–Ro... Eso no me parece que sea verdadera libertad –replicó suavemente.

–No lo es –besó y acarició con sus labios la frente aún húmeda de la pequeña mujer.

–Este coronel te tiene en sus manos –cerró sus ojos ante la lluvia de caricias que estaba recibiendo –¿Cómo vas a
librarte de esto?
–Algo se me ocurrirá –sus labios bajaron hacia los ojos cerrados y los besó con dulzura –Mientras estaba encerrada
no podía investigarlo, y haciendo lo que hace no esta limpio –siguió con la nariz, la boca y el mentón –Ahora es
diferente. Puede que encuentre algo con lo que negociar –la manos de Amanda envolvieron el moreno rostro, pero
pronto fueron presa de los dulces besos que estaba prodigando.
–¡Eso es demasiado peligroso! ¿Qué pasará si él se entera de tus movimientos?

–Tengo que arriesgarme –replicó deteniendo abruptamente su amoroso requerimiento –Mi vida no va a cambiar de
la noche a la mañana, Amanda, ni mi manera de hacer las cosas, porque por el momento no tengo otra.
–Pero continúas en la ilegalidad y la violencia... Dijiste que querías acabar con eso.
Rohán rodó sobre su espalda y cayó al lado de ella finalmente separándose.
–¡Amanda por Dios! Vivimos en un mundo sucio y corrupto. Ni te imaginas siquiera hasta en qué niveles hay vicio. Y
para una persona que está en mi condición no hay otra forma de lograr lo que quiero... ¡Ni siquiera es por mí,
carajo, es por mi hermano! ¡Porque murió por mí y no se lo merecía! –se levantó con la rabia recorriendo su cuerpo
y las lágrimas apunto de aflorar. Se sentó en la orilla de la cama dando la espalda a una angustiada Amanda –El
tenía sueños. Quería hacer muchas cosas buenas y yo sólo me reía de él –sin poder contener más el dolor acarreado
durante años llevó sus manos a la cara y dio rienda suelta al llanto.
Amanda dudó por un instante acercarse, pero se armó de valor y la abrazó por detrás besando su cabeza
suavemente.
–Sí hay otra manera de hacer las cosas, Ro –dijo, y unas lágrimas también rodaron por sus mejillas –Hay una forma
de romper el círculo de la violencia y tú la has encontrado... –Rohán se volvió para mirarla –Es el amor.

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Z A F I R O

Y

A C E R O .

Autor: Valkyria.

CAPITULO 2

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Con el alma perturbada, Mindy volvió a su casa aquella noche. La extensa conversación con Rohán le reveló muchas cosas,
no sólo sobre su hermano sino también sobre la ex convicta e, incluso, acentuó más el desasosiego que su propio corazón
experimentaba desde que conoció a la hermosa morena de zafiros inolvidables.
– La historia, en realidad, es simple – Rohán estaba parada frente a su ventana, con los brazos cruzados comenzó a relatar
lo que la rubia deseaba saber–: Tu hermano trabajaba para la mafia neoyorquina. Estaba metido hasta el coño con la familia
Trabaninni, una de las más notorias del país – vaciló por un instante.
– Continúa, por favor.

– Mike, era el matón de los Trabaninni, ¿entiendes? Él hacía todo el maldito trabajo sucio y se encargaba de limpiarlo
después. Cada asesinato atribuido a la familia, no era falso, él los cometió. Su sed de sangre era famosa y la familia estaba
más que complacida con su desempeño. No usaba su nombre original. Lo conocían como Iván O´Connor... –sonrió para sí –,
Iván El Despiadado...
– ¿Cómo llegaste a relacionarte con él? – la voz de la joven sicóloga era casi inaudible. Estaba conmocionada ante las
revelaciones que Rohán hacía.

– Yo necesitaba saber todo lo que pudiera sobre aquellos a quienes consideraba competencia y los Trabaninni querían meter
sus narizotas en un asunto mío. El tráfico de armas es un negocio muy lucrativo y yo lo manejaba sin muchos
intermediarios. Una noche visité un casino. Ahí conocí a tu hermano. Fui a ese lugar porque me dijeron que él iba
constantemente. Mi objetivo era obtener información sobre los movimientos de la familia. Tu hermano... pues, no era muy
inteligente que se diga. Su oficio era matar, lo que hacía muy bien, pero nada más. Su debilidad eran el juego y las mujeres,
así es que lo tenía donde quería. Nos hicimos amantes desde esa noche...
– ¡¿Fuiste amante de Mike?! – la rubia estaba sorprendidísima.

– Sí – Rohán continuaba imperturbable frente a su ventana mirando hacia el horizonte. De sobra sabía y sentía que todo esto
estaba afectando considerablemente a su amiga, pero había decidido ser totalmente sincera con ella–. Yo manipulaba a la
gente, Mindy, y así lo hice con tu hermano; pero lo único que obtenía de él era la información que me concernía a mí. No
me importaban sus otras actividades – se movió hacia el pequeño bar y se sirvió un trago de Wihsky que bebió de un
sorbo–. La mayoría de hombres con los que me relacionaba pensaban más con el pene que con la cabeza; si los dominaba
sexualmente, dominaba su cerebro, su voluntad; y así fue en el caso de Michael. Él me informaba sobre los negocios de los
Trabaninni a cambio de mis favores.
Amanda sintió un malestar profundo en su estómago. Todo esto le provocaba asco, dolor, decepción, ira. Se levantó del
sillón y comenzó a caminar de un lado a otro como animal enjaulado. Rohán sólo la miraba.
– ¡Sigue!– le ordenó– No te detengas por mí…

– Se enamoró de mí…– la pequeña mujer se detuvo en seco pero no dijo nada. Sin mirarla, sólo esperó– y comenzó a...
hablar un poco más de lo que debía. Yo preví el peligro y decidí terminar con él. Tampoco deseaba tener problemas directos
con la familia. Según tuve informes, de buenas fuentes, cuando sus patrones sospecharon o comenzaron a escuchar los
rumores, montaron un operativo de investigación. Yo ya me había cubierto las espaldas, por lo que nunca pudieron probar si
realmente hubo alguna relación entre él y yo, y parece que las cosas se quedaron tal cual.
– ¿Pero quién lo asesinó? – preguntó sin mirarla aún.

– Tu hermano jugaba, Mindy. Apostaba fuertes sumas de dinero a todo lo que se le ocurriera. Estaba endeudado hasta el
copete y más arriba y, como dicen que las deudas de juego son deudas de honor, pagó con su sangre. No fue la mafia, ni fui
yo quien le arrancó la vida, fue el juego. Eso te lo puedo asegurar.
Amanda recordó, mientras yacía en su cama sin poder conciliar el sueño, que su padre supo sobre Rohán por propia boca de
su hermano. Recordó una tarde en que éste llegó al bar muy entusiasmado diciendo que iba a casarse con la mujer más
hermosa del mundo y le mostró una fotografía de ella. Después de su muerte, la prensa armó un tremendo escándalo, el
nombre de Dukakkis, y el de su hermano, entre otros, salió a colación y papá comenzó a odiarla, pensando que había sido
ella quien, de algún modo, indujo a Mike a delinquir, como seguramente lo habría hecho con tantos otros. Horace realmente
creía que su hijo era agente vendedor y que, como tal, debía viajar constantemente por todo el país, razón por la que no les
visitaba muy a menudo.
– Y ¿qué te pasó a ti? ¿Cómo fuiste a dar a la cárcel?– para ella era la ocasión perfecta de saber todo sobre la morena mujer
que la cautivaba, antes de continuar con una amistad que quizás terminara por lastimarla.
– Ésa sí es una larga historia– se sirvió otro trago de Wihsky, pensó por un momento cómo responder o por dónde
empezar–. ¿Cómo sabes si lo que he dicho de tu hermano es cierto?
– Tus ojos me lo dicen. Si mintieras también me lo dirían– contestó casi en un susurro.
– Así que ¿puedes leer mis ojos?
– Son como un libro abierto para mí– su mirada era tan honesta, sincera y firme que Rohán no pudo sostenerla por mucho
tiempo. Miró hacia el suelo y comenzó su relato.

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– Mi madre abandonó a papá, a Luke y a mí cuando yo contaba con unos 6 años. Luke tenía 4. No volvimos a saber nada de
ella. Se fue con un tipo, quién sabe a dóonde. Nunca lo supimos. Mi padre trabajaba en una fábrica, esto le consumía mucho
tiempo y nos dejaba en manos de una vieja puta que nos golpeaba y maltrataba de todos los modos posibles... Luke y yo le
temíamos realmente. Dos años después, papá murió en un accidente de trabajo y nos enviaron bajo la custodia de un
hermano de mamá y su esposa. El maldito abusó de mí hasta que cumplí los diez años y decidí largarme de la casa. Vagué
por la calles mucho tiempo, sola, entre la escoria del mundo. Después de unos días encontré un grupo de jóvenes que,
como yo, había escapado de su propio infierno. Me uní a ellos y juntos nos protegíamos. A pesar de que había quien era
mucho mayor que yo, mi astucia e ideas nos fueron proporcionando cosas como alimento, ropa y vivienda, sin mucho
esfuerzo. Poco a poco me fui ganando el respeto de ellos y me nombraron líder. Cuando cumplí 15 años fui por mi hermano.
Lo saqué de aquel asqueroso lugar. Estaba tan flaco, tan débil y sin voluntad… Todos cuidamos de él hasta que se recuperó.
Nunca supe qué fue lo que hicieron durante aquellos años en que nos separamos, nunca habló de ello, sólo sé que los
recuerdos le hacían daño. Mi odio hacia todo el mundo comenzó con mi madre, luego con mi padre, con mi tío y después
con... con todos. No me importaba nada ni nadie, sólo quería poder. Y el dinero te da poder, así es que quise dinero. Mucho
dinero para tener poder. Así fue como mi vida delincuencial creció hasta alcanzar proporciones titánicas. La policía no me
atrapaba en nada. ¿Sabes?, nunca tuve una sola esquela de tránsito– rió por lo bajo–, me sentía un ser superior. Hasta
llegué a creer que había sido dotada con algún poder sobrenatural por alguno de los miles de dioses que existen… Me sentía
superior de muchas formas: fuerza física, agilidad mental, sentidos muy desarrollados, vigorosa sexualidad, buena apariencia.
Usé todo, Mindy. Usé todo esto en mi favor, y me daba excelentes resultados hasta...
– ¿Hasta que...?– Amanda le escuchaba detenidamente.

– Hasta que mi soberbia, ésa que me mantenía tan elevada, que me hacía sentir tan orgullosa, se volvió en mi contra. Uno
de mis compañeros intentó advertirme sobre movimientos inusuales en el grupo, pero no le escuché. Estaba segura de que
los controlaba a la perfección y de que no se atreverían a traicionarme porque mi venganza sería implacable. De sobra lo
sabían. Pero sucedió que una noche, mientras estaba bebiendo con algunos que yo consideraba mis amigos, entró un grupo
de hombres enmascarados al bar y comenzaron a disparar. Me querían a mí, por su puesto, pero esa vez los sentidos de mi
hermano fueron más agudos que los míos. De un salto me cubrió con su cuerpo. El tiroteo entre mis guardaespaldas y los
enmascarados duró sólo unos segundos. No tuve tiempo ni de sacar mi pistola. La policía se hizo presente. Llevaban una
orden de arresto  contra mí y se encontraron con la masacre.
– ¿Luke?– preguntó la rubita con lágrimas en sus ojos. Todo esa historia la había conmovido hasta lo más hondo.

– Siete impactos de bala en su espalda perforaron los pulmones, el corazón y la columna. Lo último que supe de él es que
murió rumbo al hospital y que lo enterraron en el cementerio estatal– su voz se entrecortó pero no pudo llorar–. El juicio en
mi contra no duró mucho. La fiscalía tenía pruebas contundentes sobre mis negocios con las drogas y el tráfico de armas. Me
condenaron a 30 años de prisión. Sobre mis otros crímenes nunca se pudo probar nada.
– ¿Quién te traicionó?

– Nunca lo supe. Nunca volví a tener noticias de mis compañeros o de mis enemigos. Estaba simplemente sola. Pero, de
alguna manera, eso no importaba: sólo tenía en la mente el rostro de mi hermano sonriéndome mientras protegía mi cuerpo
de los impactos. Él siempre sonreía, ¿sabes? A pesar de todo trataba de sonreír. Debí liberarlo en algún punto del camino,
debí dejarlo ir, apartarlo de mi vida cuando pude. Esas palabras me las repetía una y otra vez en prisión. Me debilité tanto…,
mi alma, mi espíritu, mi cuerpo, mi mente eran sólo un pobre cascarón a punto de romperse. Quise sufrir lo más que
pudiera, castigarme por todo y todos aquellos a quienes había hecho daño, pero principalmente por él. Ni siquiera podía
darme el lujo de desear o pretender la muerte pues eso no sería castigo suficiente para mí.
– ¿Así has vivido hasta hoy?

– Hubo una compañera de prisión que me ayudó a salir de mi sopor mental. Me convenció de que, al menos, le debía a mi
hermano sus sueños y que tenía que cumplirlos en su lugar. Le juré a su memoria que saldría de la cárcel para cambiar mi
vid. Ésa fue la idea que me mantuvo existiendo, porque yo nunca había vivido, Mindy, solo existía, hasta... – durante estos
últimos segundos sus miradas estuvieron clavadas la una en la otra. Intensas y profundas sensaciones se transmitían a
través de ellas, como algo eterno, indestructible e irremediable.
– ¿Hasta que qué?

– Hasta que te conocí…

No supo en qué momento se acercó a la rubia. Estaba a unos pocos milímetros de ella. Sentían sus respiraciones aceleradas,
sus corazones desbocados, la una de deseo y la otra de miedo. Rohán tomó entre sus manos el rostro de la rubia y cerró la
mínima brecha que quedaba entre ambas.
Como ocurriera la primera vez, Mindy estaba paralizada. Con sus ojos abiertos, sin embargo, vio el rostro de la morena
mujer pegado al suyo, la arruga que normalmente llevaba en su frente había desaparecido, su rostro estaba relajado y sus
mejillas encendidas. Sentía el vaivén de sus labios, la caricia de su lengua. Ahí estaba otra vez ese perfume y el sabor canela
de su boca, el roce de los firmes dedos en sus mejillas, dedos que comenzaron a dibujar un camino con sus yemas. Pasaron
por su cuello, acariciaron sus hombros y dibujaron sus brazos hasta alcanzar la cintura que pronto fue presa de las
poderosas manos.
Fue sólo un beso, un instante eterno y sublime.
Rohán intentó en vano la correspondencia, pero ésta no llegó. Se separó finalmente de la pequeña mujer liberándola del
amarre. Retrocedió unos pasos mirando al suelo, turbada, con las ganas a medias.
– Lo siento– fue todo lo que pudo decir.
Mindy tomó su bolso y salió.

Rohán estaba sentada frente a la ventana. Una sola idea revoloteaba su mente: Amanda Connery.
Repasó cada cosa descubierta en ella hasta la fecha: su irritante locuacidad, su sonrisa, la arruguita que se formaba en su
nariz cuando reía, su tierna mirada, su inteligencia y vivacidad, su capacidad de convencimiento, el poder tranquilizador
sobre sus violentos instintos, las reacciones ante el contacto físico, los pequeños detalles que tenía para con ella como el
apartar un mechón de rebelde pelo que cayera sobre su frente, tomarle la mano, un guiño de ojos, un beso en la mejilla,
etc., etc., etc.… Durante el mes y medio que se conocían, el tiempo que habían compartido no era mucho, unas cuantas
horas por semana cuando jugaban en la cancha, pero la alta mujer había acumulado cada minuto con ella en un cofrecito de
su corazón.

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Y ahí estaba ahora, llena de tantas cosas gracias a aquel beso, pero con la terrible incertidumbre de lo que pasaba por la
mente de Mindy, de lo que pasaba en su corazón. ¿Sentiría lo mismo? O ¿estaría odiándola por su atrevimiento? Cierto era
que, aunque no correspondió sus besos en ninguna de las dos ocasiones, tampoco la rechazó. ¿Qué debía hacer? ¿Expresar
sus sentimientos abiertamente? ¿Cuáles eran esos sentimientos en realidad? ¿Amor o atracción? ¿Amistad o deseo? Nunca
había tenido un amigo y deseaba que esta chica lo fuera. Sabía que esa relación le haría mucho bien a su espíritu. Anhelaba
tanto verla, platicar con ella, escuchar sus palabras, reír juntas, protegerla, darle felicidad, besarla, acariciarla, mimarla,
consentirla, complacerla, hacerle el amor...

"Hacer el amor con ella"... Se levantó de la silla sorprendiéndose a sí misma. La unión de tantos deseos emocionales y
sexuales sólo podía ser una cosa: Amor.
– ¡Estoy enamorada de ella!... ¡Me he enamorado!

Unas cuantas calles, hacia el norte, otra cabeza discurría entre mil ideas.

Parada frente a su ventana miraba hacia el sur, sentía que Rohán no estaba bien, que sufría el mismo dilema que ella
padecía ahora. ¿Por qué podía percibirlo? ¿Qué extraña conexión había entre ambas? Y esos besos y caricias le eran tan
familiares, pero tan etéreos que no lograba ubicarlos en su mundo...
"Mi mundo... ¿Podría cambiar mi mundo tan radicalmente? ¿Tendría el valor de transformar mis anhelos, mis esquemas
trazados de toda la vida, mis sueños? ¿Dejaría todo por amor... por su amor? ¿Estará enamorada de mí?".

Sentía que Rohán la necesitaba para continuar en el camino de la redención y ella  llegó a darse cuenta de que sólo con esta
mujer experimentaba emociones reprimidas normalmente. Es que era tan... tan atrevida, y valiente, y cínica, t divertida, y
sensual, y salvaje, y misteriosa… y hermosa... En suma, su contraparte, pero la exacta mitad al mismo tiempo. Era así, como
el complemento perfecto, eso que le hacía falta a su vida para ser total y no sólo un pedazo. ¿Peter le hacía sentir eso? No,
él era tierno, dulce, cortés y le gustaba que un hombre fuese así. Él era la familia, la estabilidad, el hogar, los hijos, las
cosas que deseaba tener; pero, de algún modo, también la necesitaba a ella, su carácter y  su personalidad. "Necesito
desesperadamente platicar con una sicóloga...", rió por lo bajo y se acostó con la esperanza de dormir un poco.
 

3:00 AM.

El teléfono sonó y se despertó con fastidio.

– ¡¿Quién diablos llama a esta hora?!– estiró su brazo y, sin abrir los ojos, atrajo el auricular hacia sí– Juro que si no es algo
importante le destrozaré el cuello– dijo con voz ronca.
– Yo... pienso que sí es algo importante– la tímida voz que escuchó al otro lado la hizo brincar en su cama.
– ¿Amanda? ¿Qué pasa?– alguna idea terrible debió cruzar su mente aún somnolienta.

– Nada malo. Es sólo que olvidé darte las gracias por la cena y... la confianza que me tuviste y... por decirme lo de mi
hermano. Lamento haberte despertado. ¿Está a salvo mi cuello?
"No"... –pensó, mientras se imaginaba cayendo sobre él y comiéndoselo a besos.

– Sí, no te preocupes, sólo espero no causarte miedo. Ahora ya sabes el monstruo que puedo ser– dijo finalmente.
– Que descanses– colgó antes de que Rohán pudiera agregar nada.

Ésta se tiró de nuevo sobre su cama, abrazó la almohada con fuerza mientras sonreía plácidamente.
9:00 AM.

Rohán salió de su apartamento. Iba a realizar algunas compras. Se encontró a la salida con el conserje quien le entregó un
paquete envuelto en papel de regalo y le informó que una linda chica rubia había llegado temprano a dejárselo. Además, le
entregó un sobre blanco sin remitente.
Abrió con premura el paquetito. Era un pequeño peluche del Demonio de Tasmania. La morena sonrió extrañada. Leyó la
tarjeta que estaba dentro:
"Refleja muy bien tu personalidad... Je je... No me importa lo que hayas sido sino lo que eres hoy. No estás sola. Permíteme
ser tu amiga. Mindy".
La ex-convicta dio un profundo suspiro.
– De acuerdo, muñequita. Lo haremos a tu modo.
Abrió el sobre. Contenía un pequeño papel con fecha y dirección. El semblante de la alta mujer se tornó sombrío en contraste
con la luz que irradió hacia sólo unos segundos.
– ¿Quién trajo esto? – preguntó volviéndose al conserje.
– Un muchachito.
– Gracias– Rohán sacudió su cabeza mientras caminaba. La nota la llamaba demasiado pronto a sus viejos compromisos.
Trató de no pensar en ello y realizar lo que se propuso ese día. Amanda volvió a su mente y sonrió de nuevo.
11:45 AM.

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– Amanda, hay una persona aquí que dice necesitar una consulta sicoanalítica, urgentemente, contigo– la recepcionista de la
fundación sonó con pícaro acento al informarle que tenía visita.
La rubia pensó por un momento en quién pudiera visitarla a esa hora y con semejante petición; por supuesto, casi al
instante un rostro apareció en su mente.

– ¿Por casualidad es una hermosa mujer morena, de ojos azules y cínica sonrisa?– rió a través del intercomunicador.
– Exactamente– respondió la joven examinando de arriba a bajo la figura de Rohán.
– Dile que pase. Y... , por favor, ya no estoy para nadie.

La morena hizo un gesto de complacencia ante aquella orden, sonrió y guiñó el ojo a la recepcionista, quien creyó perder el
aliento por unos segundos.
Se  encaminó hacia la puerta que le indicara y, sin mayores preámbulos, entró por ella.

Amanda se encontraba de espaldas acomodando algunos libros en el mueble. Escuchó el abrir y cerrar de la puerta. Una
sonrisa asomó en sus labios cuando, de inmediato, la habitación se inundó con el perfume de Rohán. Acto seguido, sintió los
largos brazos de la morena rodearla por la espalda y un sonoro beso en la mejilla, que logró ruborizarla.
– Hey, tranquila, estoy en mi trabajo, ¿recuerdas?

– Sip; pero ya diste la orden de no ser molestada, así es que si lo que te preocupa es que alguien entre y nos encuentre
abrazadas, eso no será problema…– apretó más  el abrazo.
– En serio, tengo que terminar de ordenar estos libros– se quejó.

– Bueno, te suelto si me das un beso– susurró al oído de su presa.
Amanda enrolló los ojos, sabía que diría algo así.
– Rohán, no juegues.

– En la mejilla, aquí…– y señalando el lugar justo, esperó paciente.

La pequeña mujer la miró con ojos entrecerrados, sospechando una trampa de su amiga.

– Eres una mujer extraña, ¿sabes?– ella le devolvió la mirada– Se supone que eres despiadada, ruda, que siempre tomas lo
que quieres y he te aquí: suplicando un besito y jugueteando conmigo– ahogadas carcajadas salieron de su boca.
– Corrección: "era" así. De una mujer despiadada pasé a ser un ser apático; pero desde que te conozco siento que tengo
ganas de vivir, de disfrutar. Tú haces que lo mejor de mí salga a flote…– su mentón posaba, para entonces, sobre la cabeza
de Mindy y la voz se había tornado triste.
La pequeña mujer se volvió hacia ella, la miró unos segundos, casi con adoración. Inclinó su cabeza y buscó darle el
solicitado beso. Estaba por rozar la mejilla de Rohán cuando ésta se giró rápidamente y fue su boca quien recibió la caricia.
– ¡Aaahjj! ¡Maldición! Sabía que harías eso– le dijo soltándose con furia.

La morena rió a carcajadas, pidiendo disculpas entre risas. Comenzó a recorrer con la mirada el lugar. sigue -->ron las risas
esporádicas mientras examinaba todo.
– Bonita oficina– dijo volviéndose hacia la chica que guardaba algunas cosas en su bolso. De repente algo sobre el escritorio
captó su atención.
– Hey, esto se parece a ti– comenzó a reír de nuevo, mientras sostenía un huevo amarillo, de porcelana, en la punta de sus
dedos.
Mindy reaccionó con apremio.
– ¡Ten cuidado! No lo vayas a romper– replicó levantando las manos.
– ¿Por qué es tan importante?– se extrañó de la respuesta de su amiga. Lo acercó a su rostro y levantó la parte más grande
de la figura. En la base había un diminuto Piolín con un letrerito que decía " Te quiero" –– ¡Ah, ya sé!, te lo dio Meter… – y
con cierto dejo de desprecio lo colocó de nuevo en su lugar.
– Sí, lo cuido mucho, es un viejo recuerdo– notó cómo la expresión en el rostro de la morena había cambiado totalmente–
Y... por cierto, ¿a qué debo el honor de tu visita?
– Venía a invitarte a almorzar– contestó sin mirarla, sentada en la orilla del escritorio. Parecía un niño enojado y caprichoso.
Amanda rió para sí.
– Pues, estás de suerte, tengo algunas cosas que hacer y pedí la tarde libre. No volveré a la oficina por hoy
Rohán se giró rápidamente y le sonrió encantada.
– ¿De verdad? Es decir, ¿podemos pasar toda la tarde juntas?– ahora parecía una niña ilusionada con un juguete nuevo.
Amanda se sintió tan conmovida que acarició la morena mejilla con su mano.
– Sí– dijo, sonriéndole.

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Una vez fuera del pequeño edificio, Rohán le presentó su nueva adquisición. Era un Jeep color negro que acaba de comprar.
Le resultaba más funcional que el carro anterior.
La rubia pensó que esto también iba con la personalidad de la mujer. Ella le mostró con entusiasmo el lugar que ahora
ocupaba el muñeco de Taz. Colgaba del espejo retrovisor interno del vehículo. Finalmente se montaron en el auto y se
dirigieron a comer.
Ésa sería su primera estación aquella tarde.
13:00 PM.

Almorzaban en la terraza de un restaurante McDonal´s. Rohán reía por dentro al ver a su amiga devorar con verdaderas
ansias la hamburguesa más grande que había, la orden más grande de papas fritas y una soda de 16 onzas. ¿Cómo podía
mantener ese cuerpo comiendo así? El momento parecía ameno, a excepción de cierto comportamiento de la alta morena,
que irritó a Mindy.
– ¿Por qué haces eso?– preguntó acercándose a ella visiblemente molesta.
– ¿Qué?– sonaba despreocupada.

– Coquetear con esa mujer…– la miraba fijamente a los ojos.
– ¿Qué mujer?– Rohán asumió demencia.

– La que está a mi derecha y a tu izquierda. Esa pelirroja. Y ya deja de hacerte la desentendida que te he estado
observando.

– Mindy, no estoy coqueteando con ella, ¿Cómo podría, cuando tengo la cosa más linda que ver justo frente a mí? – acarició
suavemente su mano y lanzó una de esas miradas cautivantes que confundían a la rubia– Es ella quien lo hace conmigo…
– Eso no puede ser. Está acompañada y el tipo es guapo.

– Cierto, pero debe ser un tipo frío, aburrido y reprimido, y a lo mejor piensa que yo puedo ser mas divertida…– guiñó un
ojo.
– ¿Quiere decir que por eso le coqueteas?– se hizo hacia tras recostándose en la silla– Porque yo debo ser una tipa fría,
aburrida y reprimida, ¿eh?
– ¡No, muñequita!– dijo preocupada– No le coqueteé por eso...

– ¡Aaaaaaahhh! Admites que le coqueteabas, entonces…– le dijo señalándola con el dedo.

Rohán no supo cuándo ni cómo, pero había caído en la trampa. Rió a carcajadas por un rato.

– ¡Vaya! Debo tener cuidado con lo que digo. Logras enredarme fácilmente con todo ese palabrerío que usas…– aún reía–
Escucha, es sólo un juego. Esa mujer no me atrae en lo más mínimo.
– Menos mal que el hombre parece no haberse dado cuenta, que si no...
– Peor para él– dio el último mordisco a su almuerzo.

– A veces pareces tan autosuficiente…– replicó con hastío.
– Lo soy.

Al ver la expresión de sorpresa en la faz de su amiga rió de nuevo. Amanda se levantó y comenzó a caminar. Rohán no pudo
acabar su soda por seguirla.
Aún reía.

Sigue -->
continuación...:

15:00 PM.
Olvidado el incidente en el restaurante, se dirigieron hacia un almacén.
Mindy se probó cuanta ropa pudo. Rohán estaba sentada frente al probador, totalmente aburrida y diciendo: "sí, no, me
gusta, no me gusta, te queda bien, o no te queda bien…".
Se dirigieron a la sección de lencería, lo cual, desde luego, animó a la morena.
– Esto está mejor– tomó unas pequeñísimas piezas y se las mostró a su amiga– Deberías probarte éstas...

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Mindy se las arrebató.
– No es necesario. Sé exactamente cuál es mi talla– Le sonrió burlonamente– Tú también deberías  comprarte algo...

– Sólo si puedo modelártelo... en privado– susurró a su oído.

– Me refiero a ropa exterior, siempre andas de vaqueros…– le miró de arriba a bajo.

– ¿Qué tienes contra los vaqueros? Es la prenda más cómoda que existe. Además, siempre te hace ver bien... ¡Oye!,
también tengo ropa formal, el problema es que como te habrás dado cuenta, no hago vida social.
Llegaron a la caja, Mindy canceló y se retiraron...
Rohán cargaba muchas bolsas.

– Vamos, aún tengo un par de cosas que hacer– dijo la rubia.
17:00 PM.

Finalmente, Amanda hizo sus diligencias. Ahora, Rohán la conducía hacia un lugar del que le había estado hablando toda la
tarde y había prometido llevarla al finalizar sus asuntos.
Dejaron el jeep en un estacionamiento y continuaron a pie por algunas calles que a la rubia le parecieron muy peligrosas.
Al fin llegaron, sin novedad, a la parte trasera de un viejo edificio. Había una entrada camuflada por la que se introdujeron.
– Rohán ¿A dónde vamos?

– Al lugar del que te hablé. Quiero mostrártelo... Espero que aún exista. Parece que nada aquí ha cambiado.

Mindy comprendió que se trataba de algo de su pasado que quería compartir con ella, le pareció tierno, pero aún así...
– Esto puede ser peligroso– repuso con temor.

– No te preocupes, estás a salvo conmigo– acarició su mejilla, la tomó por la mano y comenzaron a subir unas escaleras en
la penumbra.
A la joven sicóloga le comenzó a extrañar la confianza de su amiga hacia el peligro. Realmente nada parecía intimidarla, pero
también le agradaba sentirse protegida por ella.
Llegaron a un séptimo piso. La tenue luz del ocaso apenas iluminaba la estancia penetrando por unas cuantas ventanas.
– Aquí es…– Rohán señaló hacia un montón de láminas, barriles, cajas y otros pertrechos viejos, que eran basura.
– ¿Qué pasa con eso?– ella estaba intrigada.

– Aquí viví por cinco años, Mindy... – con ojos tristes miraba a su alrededor– ... Cuando escapé de la casa de mi tío– la
rubia quedó sin habla, su corazón dolía– Sé que no se ve bien, pero era nuestro hogar, sabíamos hacerlo cálido, Luke, los
otros chicos y yo. Mira– dijo acercándose a los objetos y, apartando algunos, le mostró unos enormes conductos de aire
acondicionado–: éstas eran nuestras habitaciones– rió – ¿Puedes creerlo? Nunca nos encontraron aquí…– dijo con orgullo–
Pero el lugar se hizo pequeño y tuvimos que abandonarlo.
Amanda tenía lágrimas en sus ojos. Miraba a esta mujer tan temida por tantos, tan odiada por su padre y para ella era como
ver una criatura desamparada, tan necesitada de afecto… Un afecto que quería darle.
Su celular sonó de repente sacando a ambas del encanto que había producido aquel momento íntimo.

– Aló... ¡Hola, Pete!– Rohán se alejó evidentemente molesta por aquella interrupción, no, intromisión, en un instante tan
personal, y comenzó a caminar por aquí y por allá fingiendo buscar algo entre las cosas– Sí, me parece perfecto. Estaré lista
a las 8. Cuídate– colgó.
"Va a tener una cita con él", pensó con una punzada de celos.
– Era Peter y...
– Sí, ya me di cuenta. Vas a salir con él esta noche– miró su reloj– Vamos, apenas tenemos tiempo de ir por tu auto...
– Rohán, aún faltan dos horas para las ocho...
La morena gruñó, pero intentó calmarse.
– Lo que quería mostrarte aquí era esto. Ya lo viste. Ahora larguémonos.
No permitió una palabra más y comenzó a bajar la gradas ignorando a la rubia que, casi corriendo, intentaba mantener su
paso.
Amanda prefirió no decir nada más durante el camino de regreso. No deseaba entrar en discusión, no después de ese
momento tan especial.
Ella tampoco habló. No hubiera podido aún intentándolo. El nudo que apretujaba su garganta era demasiado grueso.
La dejó frente al edificio de la Fundación y se alejó sin despedidas.

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La pequeña mujer de sobra sabía lo que pasaba en el corazón de su amiga, pero no podía hacer nada por cambiar las cosas.
Peter también era su amigo, un gran amigo y, además, tenía cierto compromiso con él. Rohán ya lo sabía, pero estaba
tratando de ignorarlo o de hacer que ella lo olvidara.
Trató de reponerse y también se marchó.

Amanda entró casi corriendo a su casa, sólo tenía una hora para prepararse y que Peter llegase por ella. Su atención, sin
embargo, fue robada por un precioso ramo de grandes rosas blancas que yacía sobre un viejo jarrón que su madre
conservaba como reliquia de juventud.
– ¿De dónde las sacaste? Tú no cultivas rosas blancas, mamá– pensó en el cuidado jardín que su madre poseía y repasó
todas y cada una de las plantas... no, no habían rosas blancas en él.
– Las recibí esta mañana– dijo, acercándose a su hija mientras le echaba un brazo sobre los hombros–. Me las envió quien
menos te imaginas…– tomó la tarjeta y se la dio –: "Lamento mucho el penoso incidente al que tuvo que verse expuesta el
otro día entre su esposo y yo. Por favor, acepte mis disculpas con la promesa de que no volverá a ocurrir. Rohán Dukakkis".
 Y espera a ver lo que te envió a ti. Creo que le caes muy bien…
Mindy no dijo nada, sólo corrió hacia su habitación. Cindy estaba ahí.

Sus ojos casi se desorbitan cuando encontró sobre su cama un enorme oso de peluche con un corazón en el pecho y un
ramo de tulipanes rojos en sus brazos. Cindy pasó frente a ella y le entregó la tarjeta que acompañaba los obsequios.
– ¡Uyuyuyuyuy, hermanita!– sonrió de lado con sarcasmo.
– ¡¿Qué?!– la miró molesta.

– Esa chica quiere contigo... más que una amistad... ja ja ja ja... – salió de la habitación, dejando a su hermana con las
mejillas encendidas.
Amanda tomó el ramo de tulipanes, acarició al oso y, sentándose en la cama, leyó la nota.

"A veces, cuando te miro, siento que no puedo hablar, es como si mi lengua se quebrase y hay un cierto fuego que se
desliza bajo mi piel. ¿Me has visto temblar? Al menos a mí sí me lo parece. Nunca he sido buena para expresar mis
sentimientos, pero sí estoy segura de que lo que siento por ti es demasiado especial, es como algo que siempre ha estado
en mí. Gracias... amiga. Rohán J ".
El corazón de la joven rubia sintió comprimirse ante las dulces y sinceras frases de la ex-convicta. Comenzó a prepararse
para su cita con Peter, pero algo dentro le gritaba que fuese a verla, a decirle lo bien que se había sentido aquella tarde y lo
conmovida que estaba por hacerla partícipe de sus caros recuerdos.
La lid interna era dura..."¿Por qué no se lo dije en el momento? ¿Por qué callé? Rohán... ¿qué me has hecho? ¿Qué es lo
que siento por ti?".
La señora Connery le informó de la llegada de Pete. Trató de disipar sus pensamientos y mostrar una cara alegre. Después
de todo su amigo no tenía la culpa de sus conflictos y se suponía que irían a celebrar su recién nombramiento como miembro
del cuerpo policial de Manhattan.
20:00 PM.

La velada no podía ser más aburrida.

La siempre parlanchina Amanda, hoy, no tenía mucho que decir. Apenas probó bocado y Peter lo notó. Trató de no prestar
mucha atención a eso y animar el momento, le contaba algunas situaciones divertidas en las que se había visto envuelto
desde su recién llegada al departamento de policía. Habló sobre su rudo compañero de patrulla y los agotadores turnos…
La rubia sonreía ocasionalmente y preguntaba alguna que otra cosa, pero su mente, muy a su pesar, estaba en otro lugar,
junto a un solitario corazón que se batía a duelo en su propio campo contra sus ideas y sentimientos.
 
21:00 PM.
La quinta copa de Wishky decía que su alma no estaba bien.
El desasosiego minaba sus ganas de hacer cualquier cosa. Tumbada en un sillón, oculta en la penumbra de la sala, miraba
algún punto fijo sin verlo en realidad. Dio el último sorbo. Sus amargos pensamientos la lastimaban. Se imaginaba a su
muñequita en brazos de Pete, tal cual la vio en la fiesta hacía dos días: sonriéndole, acariciando sus manos, sus cabellos,
quizás besándolo y a él colocando sus manos en lugares que ella no podía, pero que deseaba; lo imaginaba diciéndole todas
las palabras de amor que su boca no sabía expresar. Maldecía para sí con cada visión. Los celos le estaban ganando la
partida.
– Seguramente están disfrutando de cada momento, mientras yo me pudro en esta maldita soledad– su semblante era
lúgubre como los sentimientos que en ese momento le invadían el espíritu– Amanda... ¡Demonios! ¿Qué me has dado para
que esté así? ¿Cómo te has metido en mi sangre de esta forma?... Sólo soy una pobre ilusa…– se levantó y caminó hacia la
ventana. La luna estaba llena y el típico viento de otoño deslizaba su manto invisible por la ciudad. Los árboles botaban
algunas hojas. Sintió que aquellas eran pedazos de su vida desgajando su alma –– ¿Cómo puedo aspirar a algo tan puro
como el amor? ¿A algo tan dulce como ella, cuando sólo he sido impiedad toda mi vida, excesos, lujuria... violencia? ¿Quién
soy para pretender que alguien me quiera?... Ella me da su amistad sincera y yo... sólo pienso en poseerla…– suspiró– Pero
sólo se puede necesitar y desear a alguien así cuando se le ama como yo le amo... ¡Maldita sea! Tengo que tomar una
decisión ahora– su mano rodeaba su cuello, esperando que le ayudara a pensar. Finalmente logró clarificar sus ideas– Sí, eso
es lo que debo hacer. Aceptaré su amistad, es todo a lo que puedo aspirar. No he de pretender que alguien que ha vivido
todo este tiempo como heterosexual, cambie de la noche a la mañana por mí y acepte una relación que, de por sí, sería
complicada... Sí, eso es. No puedo dejarla porque la necesito como a mi vida, pero... tampoco debo abrumarla con mis
sentimientos... Seremos sólo amigas.

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"Quizás estoy preocupándome demasiado, dándole vueltas a un asunto que no tiene la relevancia que le doy. La verdad sí
creo que le gusto; pero es tan juguetona, que no sé si lo hace en serio o sólo por travesura... Al menos es evidente que se
divierte conmigo y eso es bueno para ella. Comprobará que la vida no siempre es tan mala o despiadada con nosotros..."
– ¡Mindy!– la voz de Peter le sacó de sus pensamientos – ¿Me estás escuchando?
– No... Perdona, me distraje por un momento... ¿Me decías?

– Has estado distraída durante toda la cena. ¿Pasa algo... algo malo en la fundación o con tu familia?
– No, Pete, todo está bien disculpa. Son sólo algunas tonterías mías...

– Te decía que te amo y que deseo estar contigo... Quiero que seas mi novia…– su rostro, totalmente arrebolado, mostraba
el ansia que sus palabras tenían– Ahora que estoy en el departamento de policía podemos iniciar la relación que hemos
estado aplacando durante todo este tiempo... En eso quedamos, ¿recuerdas?
– Pete... – se suponía que sabía que eso ocurriría durante la cena, pero le tomó por sorpresa, no por el hecho de que el
joven se lo solicitara con tanta premura, sino porque sus sentimientos hacia él, hacia todos sus esquemas, estaban
cambiando– Escúchame, yo... No puedo mentirte en esto... No puedo iniciar una relación contigo cuando no estoy segura de
que mis sentimientos hacia ti sean como los que tú quieres– el rostro del hombre se tornó en una sombría expresión, soltó
su mano y se recostó con derrota en el respaldo de la silla – ¡Oh, Pete! Sé que creerás que soy una tonta o una chica mala,
pero aún no estoy segura de lo que quiero y...
– Hay alguien más, ¿no es cierto?– los ojos de Amanda se abrieron como platos, ¿Él lo sabía?– Hay algún otro tipo que te
está "confundiendo"– dijo con sarcasmo, pues para su desgracia, siempre había sido esa la excusa que ella encontraba para
rechazarlo.
En realidad, Amanda nunca le demostró otro afecto que no fuese el de amigos, pero insistió tanto y durante tanto tiempo, y
tomando en cuenta que sus relaciones amorosas siempre eran un fracaso, finalmente pensó que tal vez el amor siempre
había estado ahí frente a ella y no lo veía, el amor podía ser su querido Pete, por eso en un momento de suma soledad o de
lástima infinita, le aseguró que estarían juntos en cuanto él se estableciera en un trabajo formal..."Eso sólo fue un burdo
pretexto. Ahora estoy aquí deseando estar con alguien que ni siquiera sé si trabaja, pero de algún modo eso no me
importa... ¿¡Deseando estar!? ¿Qué estoy pensando?".
– ¡No, Peter! No se trata de eso. ¡Soy yo! ¿Entiendes? Sé que te estoy lastimando una vez más, pero sería peor si te
mintiera, si te fingiera un amor que no siento. ¡Eso no sería justo para ti!

Harto de esta situación tan repetitiva y con una ira razonable, llamó al mesero, pidió la cuenta y no dijo una sola palabra, ni
siquiera al dejarla frente a su casa. Se alejó a toda velocidad, dejando a la chica cabizbaja, comparando ese instante con el
de hacía unas horas entre ella y Rohán..." ¿Por qué lo hecho todo a perder? ¿Siempre voy a terminar así?".
Estaba a punto de dar un paso hacia la entrada cuando una llamada en su corazón le hizo volverse hacia el sur...

"Ella está sufriendo...". Instintivamente sacó del bolso las llaves de su auto, montó en él y se encaminó por esa voz interior
que le decía "Ven...".
10:00 PM.

Finalmente, resuelta a no tambalear en su decisión de no intentar seducir a Amanda, se bebió el trago número siete. Al
terminarlo de un sorbo, se dejó caer de nuevo sobre el sillón y la tristeza anegó una vez más su pecho.
– Ven, por favor... Ven y dime que esta tarde fue tan maravillosa para ti como lo fue para mí…– un par de lágrimas furtivas
se deslizaron por sus enrojecidos pómulos. Cerró sus ojos. El letargo fue su mejor consolador.
Un par de minutos después, la joven sicóloga se estacionaba frente al edificio. No había duda en ella, necesitaba verla,
hablarle... abrazarla quizás.
Con las manos dentro de su abrigo, cruzó la calle. Estaba muy oscuro. Una helada sensación recorrió su espina dorsal cuando
tres hombres, de enorme estatura, le salieron al paso. Su pequeño cuerpo tembló aún más cuando se dio cuenta de que las
intenciones de estos no eran de robarle, pues les había explicado que no llevaba nada de valor en su bolso y ellos, aún así,
no dejaron de mirarla con lascivia. Por acto reflejo echó a correr en dirección contraria pero segundos después le dieron
alcance. Uno de ellos tapó su boca mientras la aprisionaba entre sus brazos. Prácticamente no podía moverse, aunque lo
intentaba con todas sus fuerzas. La condujeron hacia un callejón oscuro, mientras le decían palabras vulgares.
– ¡Suéltenme!– alcanzó a vociferar en un momento en que, por descuido, su boca fue liberada – ¡Por favor, no!– su ruego y
gritos de auxilio se perdieron en el aire. Sus labios fueron, una vez más, amordazados por sucios dedos, pero su mente
gritaba desesperada por un nombre: "¡Rohán, ayúdame... Rohán!". Por más esfuerzo que hiciese era imposible soltarse de
aquellas cadenas.
Un sobresalto la hizo despertar de su pesado sueño. Esta vez había angustia en su corazón..." ¡Amanda!"... Se asomó por la
ventana viendo hacia la calle. Vio el auto de la chica aparcado en frente y bajó corriendo. Una vez fuera del edificio notó que
la calle estaba sola, pero la angustia se acrecentaba. Dio un paso para un lado y luego para el otro sin decidir por dónde
empezar a buscar.
– ¡Tranquila!– se dijo, mientras cerraba sus ojos y trataba de concentrarse.
Por inercia comenzó a caminar hacia el Este. Los pasos fueron más rápidos cada vez hasta encontrarse casi corriendo. Divisó
una figura que, oculta tras una pared, vigilaba. Se acercó sin ser vista.
Con movimientos felinos llegó tras de un árbol y observó con horror la escena.
– ¡Estate tranquila, perra!– decía uno de los hombres que intentaba abrir las piernas de la joven. Rasgó su vestido.

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Amanda perdía fuerzas, sólo escuchaba las carcajadas y sentía el fétido aliento de aquel cerdo en su rostro, mientras que el
otro aprisionaba sus brazos. Sus propias voces y entretenimiento evitaron que escucharan la breve pelea que a unos pasos
se lidió. Y de pronto una voz, que para Mindy fue celestial, les detuvo.
– ¡Hola, chicos! Lamento interrumpir la fiesta– de las sombras emergió una figura que a los hombres nos les pareció muy
amenazadora.
– Pues bienvenida– dijo el que estaba a punto de violar a la rubia–. También te podemos joder, si es lo que deseas…– con
los pantalones aún abajo, el asqueroso tipo le hizo un ademán vulgar con su mano en los genitales.
– En realidad, he venido a joderos yo... ¡Pedazos de mierda!– Rohán, casi fuera de sí y enloquecida de rabia, le lanzó una
patada al estómago, demasiado rápida como para ser detenida. El hombre cayó casi sin aire. El otro, aún sosteniendo a la
pequeña mujer, sacó una navaja de su bolsillo trasero y amenazó con degollarla si se atrevía a hacer un movimiento más–
Oh no, no lo harás…
Con la frialdad de un iceberg y la rapidez de un rayo, sacó una pistola de entre su espalda y pantalón, le disparó, pero el
silenciador evitó que fuese escuchado. El hombre cayó herido del hombro soltando finalmente a su presa que, totalmente
asustada, logró gatear a unos pasos de los tres.
El tipo que recibió la patada logró incorporarse, pero la alta morena le asestó un golpe en la mandíbula. El crujido sobresaltó
a Mindy, que veía con ojos empañados por las lágrimas a su amiga dar cuenta fácil de los delincuentes.
El tipo cayó una vez más. Le sangraba la boca. El otro recibió el mismo golpe con igual resultado.

– Esto evitará que hables…– dijo, sonriéndoles a cada uno en su turno. Guardó el arma en el mismo lugar del que salió. Se
acercó rápidamente a su amiga quien, al tenerla cerca, entró en shock y se desmayó.
Rohán la alzó en brazos. Salió del callejón caminando de prisa.

Una vez en su apartamento, colocó a la rubia sobre su cama. Amorosamente le acarició la frente, el pelo y las mejillas. Salió
de nuevo rumbo a la calle. Encontró un teléfono público y dio aviso a las autoridades de una pelea ocurrida hacía unos
minutos. Volvió a su casa, pero Amanda aún no despertaba.
En la cocina preparó un té para cuando ella despertara y entró de nuevo a la habitación. La pequeña mujer abrió sus ojos
sobresaltada diciendo su nombre. Rohán se sintió feliz de que le llamara a ella y no a alguien más... a Peter Covington, por
ejemplo.
– Aquí estoy, linda…– dijo, abrazándola tiernamente.

Sintió los débiles brazos de la chica aferrarse a su espalda como si la vida fuera a abandonarla y su llanto se desbordó sin
pausa.
Después de unos minutos de gruesas lágrimas, gemidos y suspiros de dolor, Amanda fue soltando lentamente su amarre,
pero aún con su cabeza hundida en el pecho de la morena intentó hablar.
– Esos hombres... Ellos iban a...

– Shhh, ya pasó, muñequita. ¿No te hicieron nada, de verdad?– su voz fue lo más dulce y tranquilizadora que pudo. La
sirena de una patrulla sonó en lo lejos. Cuando la joven rubia la escuchó se sobresaltó nuevamente y encaró a Rohán con
miedo.
– ¿Los... los... los mataste?– el terror de escuchar la respuesta fue peor que el sentido hacía unos momentos afuera.
Ella sonrió de lado y le miró con ternura.

– No. Sólo... los dejé fuera de combate por un tiempo; pero se pondrán bien…– la mujer bajó sus ojos con vergüenza ante la
confesión que estaba por hacer– Quería matarlos, Mindy. Iba a hacerlo, pero... entonces te mire, tus ojos estaban llenos de
terror y... no quise que me vieras así a mí. Eso me aniquilaría… –después de una pausa le extendió la taza de té–. Toma,
esto te hará sentir mejor.
Las manos de la joven estaban tan temblorosas que decidió dárselo ella misma. La rubia tomaba sorbitos del líquido,
permaneció en silencio mientras lo hacía. Una vez terminó de beber, rompió el silencio.
– Si no hubieras llegado... – los ojos se llenaron de lágrimas una vez más y Rohán sintió que los suyos les imitaban.
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De zafiro y acero de Valkyria

  • 1. DE ZAFIRO Y ACERO. Autora: Valkyria. CAPITULO 3 El cansancio de la noche anterior había pasado su factura. Rohán se despertó alrededor de las 9 de la mañana sintiendo un extraño vacío en su cuerpo. Perezosamente abrió los ojos que se enfocaron sobre sus brazos extendidos horizontalmente al lado derecho de su cama... como si hubieran estado abrazando algo. El entumecimiento de las extremidades le dijo que, de hecho, así había sido. Su mente desveló poco a poco los recuerdos de un dulce momento que ya no existía... V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m –¿Amanda? –llamó con suave voz sin escuchar respuesta. Se incorporó rápidamente y, como si la habitación no fuera pequeña, miró de un lado a otro buscando la figura femenina que hacía tan sólo una horas había estado acurrucada sobre su cuerpo. Se dirigió hacia el baño, pero tampoco la encontró y finalmente, echando un vistazo hacia la cocina, comprendió que ella se había marchado. –¡¿En dónde has pasado la noche?! –preguntó el azorado Horace Connery al encontrase con su hija mayor al final de las escaleras. De pronto el recuerdo de una cita previa le hizo detener en seco a Amanda justo cuando ella iba a contestar –Ah... Ya recuerdo, olvídalo. La joven sicóloga decidió dejar las cosas así y que su padre creyera que había estado con Peter. Eso le daría tiempo para meditar en algunos acontecimientos recientes sin tener que empezar a discutir el por qué había pasado la noche con la ex convicta. Eran como las seis y media de la mañana. Con cuidado entró a su recámara y sin hacer mayor ruido se dio un baño, que sabía necesitaba para relajar sus pensamientos, pues algunos de ellos la estaban poniendo nerviosa. Mientras sus manos trabajaban con el champú sobre su rubio cabello y sus verdes ojos permanecían cerrados, algunas imágenes comenzaron a elevar su regular pulso: cálidos besos, suaves gemidos y expertas caricias..."Rohán"... Con premura abrió la regadera para que el agua fría se llevara esas sensaciones lejos de su piel, pero con indudable convencimiento llegó a la conclusión de que eso ya no era posible. –Así es que... siempre sí –exclamó Cindy con resignación mientras conversaba con su hermana mayor en la oficina de ésta. –Siempre sí, ¿Qué? –Peter. Siempre sí te gusta. Siempre sí vas a tener algo con él. –Y...¿Por qué llegas a esa conclusión? –¡Vamos, Mindy! Después de pasar la noche con él no vas a decirle que siempre no... ¿No te gustó cómo lo hace? – la vivaz mirada de la joven trataba de entender la reciente actuación de su hermana. –No... pasé la noche con él –Amanda se sentía un poco avergonzada ante el interrogatorio –Estuve con Rohán –los asombrados ojos frente a ella exigían una pronta aclaración de los hechos y no dejaría que se mal interpretaran los asuntos, no mientras ella misma no los tuviera claros –No es lo que piensas –casi murmuraba –Paso algo muy feo anoche y... ¡Ah, qué demonios!... Unos tipos estuvieron a punto de... violarme –¡¿Qué!?... ¡Dios Santo!... ¿Lo saben mis padres? –¡No! Y por favor no les digas nada, porque no pasó nada, te lo aseguró. Rohán me... bueno, ella me rescató. Llegó justo a tiempo y... –los vívidos recuerdos de la voz y presencia de la ex convicta comenzaron a excitar sus sentidos nuevamente. –¿Cuántos eran?...¿En dónde estabas?... ¿En dónde estaba ese idiota de Peter? –Cindy, c álmate –Amanda tomó un profundo suspiro para explicar a su hermana lo sucedido –Rohán y yo pasamos una estupenda tarde ayer. Me acompañó a un par de lugares luego me mostró algo muy personal, algo de su pasado, pero no hubo tiempo de hablar de ello porque Pete llamó para recordarme la cena... Salimos deprisa de donde estábamos y cada una tomó su camino. Cuando anoche iba a entrar a la casa percibí algo extraño en mí, algo como una voz que me decía que fuera hacia ella, que me necesitaba... Luego recordé que en la tarde todo había quedado sin conclusión y decidí ir a su apartamento –Cindy escuchaba atenta mientras Amanda se paseaba por la pequeña habitación –. Cuando bajé del carro tres tipos me interceptaron. Intenté huir, pero me alcanzaron pronto... Me llevaron a un callejón muy oscuro y... –el terror de aquello causó que su habla casi desapareciera. Su hermana apenas podía respirar de solo pensar en esa situación –. No sé cómo, pero ella estaba ahí. Después de unos minutos
  • 2. de intentar soltarme y escapar... cuando casi sucumbía, ella apareció. La vi golpear a esos hombres como si fueran simples muñecos de trapo. Son imágenes borrosas, estaba demasiado asustada y luego sólo me encontré en su cama tomando una especie de té que me ofreció para calmarme. –¿Quieres decir que ella sola despachó a esos tipos? –La sicóloga solo pudo asentir con la cabeza, a pesar de lo absurda que pareciera aquella idea - ¿Los mató? –¡No! Ella me aseguró que sólo estaban golpeados, que la policía llegaría por ellos y que estarían bien... –Mindy... ¡Santo Dios!... Esto me parece muy extraño. ¿Qué si papá tiene razón y ella no ha cambiado? ¿Qué si preparó todo eso para que cayeras en sus brazos y hacer contigo... alguna cosa horrible? –Cindy gesticuló como con asco ante la idea de que su hermana se acostase con otra mujer –. A lo mejor estaba de acuerdo con esos hombres y... V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m –¡No lo creo! –la sola idea de un engaño le causó ira, pero al mismo tiempo era algo que no creyó posible –. Escucha, sé que suena extraño, ella es una mujer extraña. Sin embargo, hay algo que me dice que es sincera conmigo, que realmente sufre mucho por lo que fue. –Amanda, eran tres hombres. ¿Cómo una mujer puede vencer a tres hombres sola? –Ella... –se sentía tan ridícula, pero era la única explicación que tenía –, tiene muchas habilidades, me lo ha contado –de pronto y antes de que su hermana menor replicara, tuvo una idea –¡Hay algo!, hay una manera de saber la verdad –rápidamente alcanzó el teléfono y marcó un número. Esperó con paciencia hasta que Peter estuvo para hablar –. Pete, qué bueno que te encuentro nec... –Mindy, qué bueno que me hablas. Escucha, sé que fui grosero contigo anoche, pero en verdad lamento lo que dije. Sabía de antemano cómo podía acabar esto y no tengo por qué culparte, pero sabes que aún te amo y... –Peter no te preocupes, disculpas aceptadas y podemos hablar de ello con más calma después; pero justo ahora necesito que averigües algo... Ayer hubo una pelea en el barrio sur, no estoy segura de qué pasó, pero creo que uno de mis muchachos estuvo involucrado. ¿Puedes averiguar quiénes eran y cómo están? –Claro, dame unos diez minutos y te llamo para informarte –de sobra sabía que para la joven sicóloga los chicos en rehabilitación estaban antes que todo y sin chistar comenzó las averiguaciones. Amanda esperaba impaciente mientras explicaba a su hermana lo que la respuesta de Peter les diría sobre el asunto. –Tengo la información –en menos de los minutos acordados, el policía llamó a su amiga –. Parece ser que fue un intento de violación. Son tres hombres los sospechosos –ambas mujeres escuchaban por el altavoz del teléfono –. Están en el hospital con algunas lesiones. Anoche hubo una llamada anónima a la estación, se verificó y en efecto estaban los tipos en el lugar, pero no la víctima ni el supuesto salvador o los salvadores. –Gracias, Pete. Hablamos luego –Amanda dirigió su verde mirada hacia la joven que yacía sentada frente a ella sin nada más que decir –. Mira, Cindy. Sé que papá la odia, sé que es una mujer extraña, que es ex convicta, que... es gay, que no sé mayor cosa sobre su presente, pero vas a tener que confiar en mi criterio, siempre lo has hecho. Por muy extraño que parezca, y créeme que a mi me lo parece más que a nadie, ella... ella me atrae...pero no solo es algo físico, es algo más profundo y quiero saber por qué. Te juro que anoche no se aprovechó de mí. Ella me salvó – a este punto las lágrimas estaban por brotar incontenibles. La joven sólo pudo tomar sus manos y tratar de ser comprensiva. –Sabes que te quiero mucho y te respeto, Amanda. Yo... solo no quiero que te lastimen y espero que sepas lo que haces... a veces creo que estas loca. –¡Ésa es mi hermana! –se abrazaron mientras la mujer ojos verdes esperaba, también, saber lo que estaba haciendo.   Poseer muchas habilidades ciertamente le había proporcionado sendas oportunidades en la vida. Le había abierto muchas puertas de manera sencilla como la de aquel hospital. Su figura imponente y temida se erguía frente a la cama en donde un hombre estaba, de manera clara,  teniendo una pesadilla. Rohán sonrió maléfica. Caminó unos pasos hasta la cama y cuando estuvo lo suficientemente cerca soltó una dolorosa bofetada a la cara del ahora muy despierto individuo. –Hola, mierda –antes de que el tipo pudiera decir nada ella tapó su boca con la mano y  se acercó tanto que sus respiraciones podían confundirse –Sí, soy yo: tu pesadilla –La ex convicta sonrió ante la aterrada vista del convaleciente – Vengo a matarte. ¿Quieres que te mate? –el hombre ahogó un grito y negó con la cabeza. El sudor helado bajaba de su frente –Bien, vengo de visitar a tus dos amigos y voy a decir lo mismo que dije a ellos. Una sola vez ¿Entiendes? –el hombre afirmó con la cabeza lo mejor que pudo. Rohán presionaba fuerte y era difícil respirar –Es interesante lo que uno descubre sobre alguien con solo robar uno de sus documentos. Amo la tecnología. Se que trabajas para una importante firma de abogados; una que es la principal patrocinadora de la fundación Freedom´s Dream. ¿Sabes qué es, verdad?...bien. La mujer a la que iban a violar anoche es una miembro
  • 3. influyente de esa institución. ¿Qué pasaría si le digo lo que sé de ti? ¿Se arruina tu carrera? –con desesperación y las pocas fuerzas que le quedaban el abogado asintió de nuevo –Eso pensé. Así es que haremos un trato: tú no dices nada sobre mí a la policía y yo no digo nada a esa señorita. ¿De acuerdo? –Rohán quitó su mano para que él pudiera respirar. A bocanadas el hombre  recuperó un poco del aire que le faltaba y contestó que sí. De pronto, se dio cuenta de que estaba solo. Tal como entró al nosocomio, salió. Siempre sigilosa, vigilante, desconfiada, se conducía en su Jeep hacia la siguiente parada. Consideraba necesario enterarse lo mas pronto posible sobre su situación, sobre a qué debía atenerse en las calles. No era posible, pensó, que sus antiguos enemigos y competencia no supieran que estaba libre y con posibilidades de volver al negocio. Aquel silencio y aparente indiferencia no era común, no era lo normal. –Aló – el teléfono móvil envió sus pensamientos al infinito cuando identificó la llamada. –Hola. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m –¿Por qué te fuiste sin despedirte? –con incomodidad descubrió a su propia voz siendo gentil y cariñosa. "Demonios" –No quise incomodarte. Bastantes problemas te había causado ya –el tono de Amanda era de duda, algo parecido a la pesadumbre. –Tu no me molestas muñequita... creí que nos estábamos entendiendo bien...- la ex convicta probó su suerte –que te agradaba. –Me siento muy confundida y eso no me agrada... "¡Fabuloso, Rohán!. Ella está confundida y tú enamorada. A dónde diablos me puede llevar esto. A nada. Déjalo pasar, maldita sea, déjalo pasar...". –... y no es fácil para mí...¿Me comprendes? "¿Qué cosa dijo?" –Oh, sí, claro, no te preocupes. –Me encantaría que almorzáramos juntas. Yo invito –ahora su voz era más animada. –Escucha, si es así como te sientes quizás no sea conveniente que nos veamos... –realmente había dolor en estas palabras y la morena mujer lo sabía. –¿¡No escuchaste nada de lo que dije!? –¡Ups! Por supuesto que te escuché, pero... –Pero nada, Rohán Dukakkis. Te has convertido en algo demasiado importante para mí y sé que encontraremos la manera de resolver esto... juntas. A menos, claro, que tú no lo desees. –De acuerdo, vamos a comer y entonces hablamos. No sabía exactamente qué era todo aquello. Desde que conoció a Amanda se hallaba en una especie de laberinto sentimental. A pesar de su astucia, de su suspicacia, con esa chica solo se dejaba manipular por lo que fuera que estuviera pasando; pero le agradaba que al menos en esos lapsos de tiempo su pasado se alejara de su presente. Decidió, entonces, con una amplia sonrisa en su rostro que la siguiente parada tendría que esperar. Hacía frío esa noche. Rohán caminaba por las calles de la ciudad en donde una vez había gobernado. Veía las luces de los letreros y a la gente andar embutidos en sus pensamientos, conversaciones o negocios, y justo en ese momento descubrió lo maravillosa que era la libertad. Por primera vez desde su salida de la cárcel disfrutaba de ser libre en toda la extensión de la palabra. Las dos horas que pasó con Amanda la dejaron tan satisfecha consigo misma que hasta asustaba. Ahora sonreía para sí al recordar la escena de despedida en su Jeep. La joven rubia luchaba juguetonamente para que Rohán no la besase, pero como era de suponer, la alta mujer venció y se apoderó casi vorazmente de los rojos labios de su amiga. La sensación del rendimiento fue placentero. Poco a poco Mindy relajó su cuerpo entre los fuertes brazos que la aprisionaban y se dejó llevar durante unos minutos hacia el mundo del encanto. Ni una ni otra deseaba terminar, pero cuando el aire falta... "Sé que le gusta"... La ex convicta sabía que Amanda no era una sadomasoquista, sin embargo, se había dado cuenta de que la pequeña mujer disfrutaba de aquel  juego de seducción. "Le encanta que intente forzarla, que la bese sin que ella lo espere, que lo haga de esa manera tan posesiva... ¡Ah, pequeña rubia! Cómo deseo llevarla a mi cama y poseerla hasta que suplique para que me detenga; pero no, las cosas deben ser diferentes ahora... Ella es tan diferente a cualquier mujer que conociera antes. Sólo espero que sus dudas y temores no terminen en contra mía, porque entonces ¿qué haría yo con esto que siento por cada milímetro de su piel y cada rasgo de su persona?". Sus propias ideas la sobrecogieron encontrándose tan deprisa en un estado  de melancolía. " ¿Qué haría ahora?...". Sin darse cuenta, sus pasos la llevaron hasta la puerta de un bar que lucía abarrotado. Dirigió su vista hacia el letrero e identificándolo como el que buscaba sonrió de lado y entró.
  • 4. En efecto el lugar estaba de bote en bote. Mientras caminaba por entre las mesas, los mozos se cruzaban en su camino llevando y trayendo charolas con cervezas o restos de ellas. A medida se habría paso al compás de la música y algunos piropos de los sedientos o embrutecidos hombres, una figura aparecía ante ella. La mujer vestía atrevidamente. Entonaba una canción que Rohán conocía muy bien. La ex convicta se dio cuenta de que la cantante mantenía sus ojos cerrados y subió a la pequeña tarima, tan rápido, que no dio tiempo a nadie para detenerla. Una vez ahí, agarró otro micrófono y empezó a cantar también. La hermosa mujer abrió sus ojos confundida y casi asustada, sin embargo, se dio inmediata cuenta de quién le acompañaba y sólo pudo sonreír de oreja a oreja ante la sorpresa. Rohán continuaba la canción y finalmente ambas unieron sus muy afinadas voces para concluir. La escena no pasó desapercibida para los concurrentes quienes, entre chiflidos y vítores, ovacionaron a las mujeres. –Ésta sí es una sorpresa –susurró la artista al oído de la ex convicta –Pero ¿cómo es que...? V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m –Es una larga historia que deseo contarte justo ahora –replicó mientras sus profundos ojos no se apartaban de la mirada aun sorprendida de la otra mujer –. ¿Tienes algún lugar íntimo donde estemos cómodas y podamos hablar sin... interrupción? –sugirió con pícara sonrisa. –Por supuesto –alcanzó a murmurar mientras recuperaba el poco aliento que le quedaba. Bajaron de la tarima. La mujer rubia dio algunas indicaciones a los músicos y caminó seguida por Rohán hacia una estancia privada tras el escenario. El bullicio quedó casi mudo una vez cruzaron y cerraron la puerta tras de sí. Con súbito asalto, la alta mujer sintió su cuello rodeado por unos blancos y suaves brazos. Su boca era  prisionera de un desesperado beso que correspondió de la misma manera. –Me has extrañado, ¿eh? –alcanzó a decir en un mínimo lapso de tiempo que le permitió tomar aire –. Estás tan hermosa como siempre, Kate. –Y tú sigues atrayendo gente como hierro al imán –dijo la chica intentando alcanzar la boca de Rohán una vez más. –Tranquila, tigresa –sugirió ésta, mientras se separaba de su ex amante y tomaba asiento. La habitación era un camerino, pero con algunos extras: un pequeño bar, una cama, un sofá, aire acondicionado... –Imagino que sueles pasarlo bien aquí. –Mmm... Apuesto que de ahora en adelante lo pasaré mejor –caminó seductoramente hacia la morena mujer que la contemplaba de pies a cabeza –. Es un pequeño privilegio... –comenzó a abrir los botones de la blusa que Rohán usaba – ... por ser amiga del dueño.¡Pero no me acuesto con él! Te aclaro –recibió una sonrisa como respuesta y poderosos brazos rodearon su cintura mientras la experta boca surcaba cuello y hombros. Se sintió alzada y conducida hacia la cama. –Hace años que no hago esto –gimió Rohán al oído de la mujer bajo ella. Ambas iniciaron la búsqueda del placer, de la satisfacción que necesitaban. Luego de intensos minutos, yacían una al lado de la otra intentando recomponerse de los salvajes movimientos practicados en sus exigentes cuerpos. –¿Por qué estás tan callada? –preguntó Kate al acariciar el negro cabello de su compañera mientras ésta miraba fijamente hacia el techo de la habitación –¿Vas a contarme por fin la larga historia? –Sí – Rohán se levantó y dirigió hacia el baño. Una vez ahí echó agua sobre su rostro en repetidas ocasiones. Miró su cara en el espejo y cerró los ojos ante el intenso dolor que de pronto había sentido " ¿Por qué... por qué me siento tan culpable? Ha sido sólo sexo, siempre ha sido así... Amanda... Amanda...¿Es esto parte del amor? ¿Sentir que no es correcto lo que he hecho?". E n un instante su dolor cambió a cólera. " Pero... ¿por qué debo sentir remordimiento? No somos más que amigas y ella... ella ni siquiera sabe lo que siente por mí, en realidad". –Rohán ¿estás bien? –el toque en la puerta la trajo de nuevo al ahora. –Sí. Salgo en seguida –trató de parecer tranquila, después de todo, la razón por la que estaba aquí aún seguía en pie. Unos segundos después salió del baño y tomando sus prendas comenzó a vestirse. La otra mujer, conociendo de sobra la extraña personalidad de la ex prisionera, simplemente siguió el ritual para sí misma. La mujer de cabello negro se dirigió al bar y sirvió dos tragos de vodka. Ofreció el suyo a Kate y la invitó a sentarse en el sofá. –Es bueno saber que finalmente estás libre. –Sí, se siente bien. Mira... –no sabía exactamente como explicar lo que acababa de ocurrir entre ellas: –Lo que acaba de pasar... –¡Hey!... –Kate cortó la siguiente expresión al reconocer la intención de Rohán –Tranquila. Sigue siendo como siempre... sin compromisos. –Es que... es tan diferente ahora... –los azules ojos se dirigieron hacia la paciente mirada de Kate –Estoy enamorada –Notó un extraño cambio en las pupilas contrarias. Aunque nunca lo admitió esta mujer había llegado a ser una
  • 5. amiga. Aún cuando había dejado su puesto en la penitenciaría le escribía a menudo contándole sobre la vida afuera. Nunca dio respuesta a aquellas cartas, pero parecía no importarle a la chica. La última carta que recibió fue un par de meses antes de salir libre. En esa ocasión sintió deseos de contestar e informar sobre las nuevas, pero hasta entonces se dio cuenta de que las misivas nunca habían tenido dirección de remitente. Así es que lo único que pudo hacer una vez fuera fue dirigirse hacia el lugar en el que Kate le contó que trabajaba –Es una situación muy extraña para mí. –No has tenido sexo con ella, ¿verdad? –preguntó mientras recordaba las palabras de Rohán sobre el no haber hecho esto en años. La ex convicta negó con la cabeza. –En realidad no desde... que te fuiste... –¡Oh! Me siento halagada –ambas rieron y el ambiente se relajó –No te preocupes Rohán, conozco el sentimiento; pero sabes cómo es la cosa entre nosotras. Eso no ha cambiado. ¿Cómo la conociste? Tengo curiosidad porque no te imagino en semejante situación. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m –Esa sí es una historia que te contaré después. –De acuerdo... Así que el viejo coronel pudo obtener finalmente tu libertad. –¿Cómo sabes que es un coronel? –¡Ah! Yo también tengo mis habilidades, querida –respondió dando otro sorbo a su vodka. –Bien, pues ésas son las que necesito ahora. Necesito que me ayudes a obtener información. –¿Por qué yo? –Porque conozco a la gente y sé que puedo confiar en ti –dijo muy seriamente. La rubia mujer miró a los ojos de Rohán detenidamente durante unos segundos y luego asintió con la cabeza. –De acuerdo, has pagado por anticipado y muy bien –sonrió seductoramente –¿Qué quieres que haga? –Kate esto no ha sido por eso... –Lo sé. Sólo bromeaba. Una vez te dije que realmente te tengo aprecio y si puedo ayudarte, lo haré incondicionalmente. –¿Por qué me aprecias? Nunca fui buena contigo excepto cuando nos revolcábamos en algún rincón de esa pocilga. –Porque conozco tu sufrimiento, aún cuando siempre intentaste ocultarlo. Y porque sé lo que quieres hacer con tu vida ahora y me parece bueno, y porque... ¡Qué demonios! A lo mejor es porque quiero hacer una buena obra en mi maldita vida y con ello conseguir alguna gracia del cielo –dio el último sorbo a su vodka y esperó pacientemente las indicaciones de Rohán. –Y creía que yo era extraña –pasó sus dedos por la mejilla de Kate –Gracias de todos modos. –¿Qué tengo que hacer? –Necesito saber qué se dice de mí en las calles. Me parece imposible que mis antiguos enemigos y competidores no sepan que ya estoy libre, y lo que es más extraño aún, que no intentaran ya eliminarme sabiendo que puedo emprender una vez más el camino. Algo que no les convendría, por supuesto. También necesito que investigues a Perot, más que todo cosas personales. Una vez me dijiste que tienes amigos en lugares clave. Puedes recurrir a ellos si sabes a lo que me refiero. –No hay problema. Sólo dame algunos días. Supongo que no querrás que se alborote el avispero tan pronto. –Por supuesto que no. Éste es el número de mi teléfono móvil. Llámame en cuanto sepas algo, y Kate... Ten todo el cuidado del mundo. Mi libertad y vida dependen de ello. SIGUE...
  • 6. continuación...: La mañana le estaba resultando larga y tediosa mientras revisaba algunos archivos en su consultorio. Los días jueves no recibía a ninguno de los muchachos para las habituales charlas, pues los dedicaba a tareas administrativas; sin embargo, pensar en esos ojos azules, aquella sonrisa, la piel, la voz, la tenía alterada. Por más que sacudía la cabeza para eliminar los pensamientos, no podía. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m "¡Dios mío!... No es posible que me haya enamorado de una mujer... ¡De esta mujer! Sabía que siempre hubo algo en mi que no encajaba con el todo. ¿Era esto? No es simplemente cariño de amigas, lo sé, sino no me sintiera tan atraída a ella y no me gustarían tanto sus besos... Y este sentimiento de pertenecerle, de estar con ella, de no dejarla. Además está mi comportamiento de la otra noche... ¡Dios! fui tan atrevida. Luego está ella, sí, dijo que me quería también, pero ¿y si fue por lástima al verme tan desvalida?. Es más que obvio que me desea y jamás nadie mi miró de la manera en que ella lo hace, eso eleva mi ego al límite. Debo tomar una decisión ahora, o puede que pierda la oportunidad de descubrir realmente quién soy, perder la oportunidad de tener la felicidad que tanto he anhelado... ". Sonrió de repente ante el pensamiento que le sobrevino. "Imagino que una vida al lado de Rohán Dukkakis no sería aburrida jamás. ¡Vamos Connery! Tienes que ser espontánea ¿Cuánto puede costar eso?". Pasó algunos minutos en profunda cavilación examinando y meditando en todos los factores envueltos, en los pro y en los contra, pero más que todo en ella misma y en su vida hasta ese momento. Finalmente encontró la respuesta buscada. –Sí, eso lo que tengo que hacer sin ninguna duda –esta vez sonrió satisfecha y sintió nuevos brillos para continuar con el trabajo que había quedado olvidado en su escritorio. Con paso muy seguro atravesó el lobby del hotel hacia el elevador. Cuando éste llegó al quinto piso ella salió. Vio hacia la izquierda, luego a la derecha buscando que la numeración en las puertas la guiase hasta la correcta. Una vez estuvo enfrente a la habitación 512, tocó. –Es bueno verte otra vez, Rohán y en mejores circunstancias, por supuesto –El ahora ex alcaide lucía mucho mejor de lo que la ex convicta recordaba. Vivir alejado de la prisión sentaba bien a cualquiera y esto no había sido la excepción en el caso de Diego Santiago quien ahora lucía mas... "Elegante", pensó la alta mujer –es obvio que la libertad nos hace bien a todos. –Cierto –fue la escueta réplica de Rohán. Al notar el mobiliario, ella se dio cuenta de aquella era una de las suites más importantes del hotel... "Perot quiere hacerme sentir importante ¿Eh?. Bien, veamos que tenemos de nuevo... ¿Qué vas a pedirme esta vez, viejo coronel?". Él yacía frente a una de las ventanas del recinto. De espaldas a su luchadora favorita, aún sin verla, sentía la profunda mirada de ella... "¿Qué sienten tus adversarios cuándo los miras así, Dukkakis? ¿Miedo... deseo... admiración... o la certeza de que serán vencidos?". El aire estaba raro por el humo de los transformaban en su único calmante. El expectativa anhelante del combate estaba coronel Perot, quien con anticipación hizo involucradas en aquellas clandestinas lides. muchos cigarrillos que en boca de los enardecidos concurrentes se bullicio, las apuestas, las risotadas, algún que otro murmullo y la en su efervescencia. Todos deseaban conocer al nuevo campeón del correr la voz del repentino cambio de luchador por todas las esferas El momento finalmente había llegado. El anunciador presentó al primero de los dos luchadores que comenzarían el circuito de cuatro peleas. Era un corpulento negro de casi dos metros de altura. Entre vítores y rechiflas esperó paciente la llegada de su enemigo. De repente, la sala experimentó un sobrecogedor silencio casi sepulcral ante la aparición de la figura que se desplazaba sigilosa hacia el cuadrilátero. Vestida totalmente de negro Rohán caminaba tan ligeramente que parecía que no tocaba el suelo. Sus pies delcazos, su cabello ébano libre sobre sus hombros y una penetrante mirada que, helada y vacía como la más misteriosa profundidad, la hacían ver como una aparición fantasmal encarnando el mal. En primer plano se encontró con la imperturbable mirada del coronel, luego recorrió el salón para descubrir a Santiago quien, por alguna indescifrable razón, sudaba. Ante ese hecho sonrió mientras le abrían la puerta de la austera celda de malla que encerraba el cuadrilátero. Examinó detenidamente el armatoste y quedó satisfecha al comprobar su firmeza... "Realmente les gusta lo salvaje... Pues eso tendrán. Prepárese, coronel, después de esto lo amarán ". Momentos antes, en un pequeño y vació cuarto, la terrible mujer había practicado un extraño ritual de preparación. En su cuerpo totalmente desnudo iba aplicándose una especie de ungüento; después, un poco de meditación y dos sorbos al té que depositaba en una pequeña y colorida taza de porcelana la dejaron lista para el inminente combate. Rohán miró de pies a cabeza a su oponente y sonrió maliciosa. –¡Vamos, coronel! Esperábamos algo impactante, no a una mujer ¿Es una broma? –preguntó una voz al lado derecho del militar.
  • 7. –No puedes juzgarla sin antes verla pelear. Tranquilízate, Barns, y observa –Aún Perot dudaba de que Rohán pudiera dar cuenta del tipo frente a ella, pero había algo sobre esta exótica mujer que mantenía su curiosidad insana pendiente de lo que pudiera ocurrir. La muchedumbre explotó de improviso en gritos de emoción cuando, ante la embestida brutal del negro luchador, la convicta lo evadió con eficaces movimientos. Parecía un felino salvaje y furioso preparado para el contraataque, pero esperó. Un nuevo movimiento del hombre reveló a la alta mujer la forma de pelea que él iba a dar... "Muy bien. Ahora te conozco"... Esperó una nueva arremetida. Le vio ir hacia ella y esperó, y esperó, y esperó... V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m El salto acrobático sobre la humanidad del hombre la hizo caer a su espalda. Velozmente, Rohán soltó un codazo a la altura del riñón con lo que el luchador fue disparado hacia la malla de la celda. Él se volvió con rapidez soltando un puñetazo al rostro de ella que fue salvado agachándose unos centímetros. Con la velocidad de un rayo, la morena mujer golpeó la quijada del negro haciéndole perder el balance una vez más. Nadie podía creer lo que veían. La sala estaba en silencio. El hombre tenía fama de ser un sanguinario y en manos de ella parecía sólo un niño indefenso. Rohán golpeó ferozmente la rodilla izquierda de él.  Un grito escapó de la masculina garganta y el estruendo de la caída le hizo saber que había perdido. Un hombre entró de prisa al cuadrilátero. Lo examinó y dio a la mujer jadeante a su lado la victoria. Los aplausos no se hicieron esperar. Realmente aquella rapidez motora y frialdad se ganaron el gusto del público. –Lo siento –dijo ella aproximándose al hombre caído. Este solo gruñó. –Lamento arruinar tus vacaciones tan pronto, Dukkakis –dijo el militar volviéndose hacia ella –toma asiento. –Como era su costumbre, la ex convicta estaba de pocas palabras. –Tu público te aclama y ya no puedo hacerlos esperar más. –Estoy lista, coronel. –Bien... ¿Cómo te ha ido? He escuchado que estás haciendo buenas amistades. Y digo buenas en el mejor sentido de la palabra –Para ella no fue raro confirmar que la espiaban los hombres de Santiago. Los había detectado rápidamente, sin embargo no serían esos idiotas los que la molestarían sino... los otros. –Lo estoy pasando bien... por primera vez en muchísimo tiempo –replicó con el atisbo de una ausente mirada que no pasó desapercibida por su interlocutor y que se desvaneció tan pronto como apareció. –¿Cómo está Kate? –interpuso Diego Santiago en todo dubitativo –Bien, pero no te extraña en absoluto –el joven hombre rió tras ella. El coronel ofreció a su campeona los ricos manjares dispuestos en la pequeña mesa entre los sillones. Ella comenzó degustar despreocupadamente. –Por tus palabras de saludo asumo que ya no eres más el alcaide de aquella prisión, Santiago –dijo mientras bebía de una copa de vino. –En efecto. Como me dijiste en nuestra primera entrevista, gracias a mi buen trabajo con las luchas, el coronel y otros... amigos me promovieron. Ahora trabajo para el departamento de Justicia –replicó con satisfacción y autosuficiencia. –¿Qué hay sobre las peleas, señor? –Rohán habló ahora con el hombre mayor deseando, de pronto, terminar aquella entrevista lo antes posible, pero en ese momento su teléfono móvil sonó y la expresión de su rostro cambió. El militar y Santiago intercambiaron miradas. Ella se levantó de su asiento y alejó un poco de los hombres –¡Hola! Al fin sé de ti. Hace dos día que no me hablas. Pensé que ya no querías... –Eh... Bueno, llamaba para saber si podemos cenar esta noche... si no tienes ningún inconveniente, claro. Hay algo que quiero contarte. –¡De acuerdo! –casi sin pensarlo Rohán aceptó maldiciéndose por lo bajo. Había estado furiosa con Amanda por no haber llamado en dos días, pero al mismo tiempo sentía que no podía exigir nada. Todo era aún tan confuso entre ellas. –Perdón –dijo a sus anfritiones mientras ocupaba su lugar una vez más. –No te preocupes, soy de los que piensan que nunca debes hacer esperar a una inteligente y bella mujer. Pero vayamos a nuestro negocio. El tipo de juego ha cambiado un poco y hemos organizado un torneo de manera más formal, con eliminatorias y un jugoso premio al final. lo que... le permitiría al ganador retirarse de todo esto si lo desea. Ya no más compromisos con ninguno de nosotros. –La esperada reacción llegó por parte de la ex convicta; sus ojos brillaron tal y como el coronel deseaba. Él sonrió satisfecho y prosiguió –Un millón de dólares, billete sobre billete, Rohán. Pero... esta vez será... vencer o morir. Al final de aquella tarde la conmocionada ex delincuente caminó como nunca en su vida. La brisa fluvial que golpeaba su rostro desde el Hudson no apartaba los ya tan gravosos pensamientos. "Finalmente puedo librarme de todo esto, pero significará matar una vez más... Asesinar al último oponente para obtener la victoria... ¡Qué mundo tan enviciado hemos creado, Dios! Pero es así. Las perturbadas mentes como la mía no deseamos otra cosa más que
  • 8. aquello que nos arrastra a toda esta disolución. Siempre deseando más y más y más perversión cada vez...".  La rabia de su voz interna pugnaba por salir y el asco en su estómago la enfermaba. "Una vez más queda probado que no soy digna de tener algo tan puro como el amor a mi lado. ¿Cómo voy a edificar algo bueno sobre una cloaca como base? Sobre la muerte de alguien más... Así debe ser, Rohán. Debes pagar por tus crímenes y con el pecado llevas la penitencia: no poder tenerla aún cuando sea lo único que necesites en la vida para ser feliz". ¿Cuántas horas transcurrieron? Nunca lo supo, pero era de noche cuando volvió al parking del hotel para montar en el Jeep. Se dirigió a toda prisa hacia su apartamento recordando de pronto la cita concertada con Amanda. Preguntó al conserje si ella había llegado y éste le comunicó que aún no. Respiró profundo tratando de que sus recientes emociones se calmaran u ocultasen tras el velo de la indiferencia para que la joven sicóloga no se diera de cuenta de nada. Un trago de su whisky favorito debía poner todo en orden mientras con paciencia decidía esperar el arribo de la chica. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m La espera no duró más que el tiempo de una canción de Celine Dion que, desde el stereo de Rohán, llenó el recinto con sus tranquilizadoras notas. La alta mujer se dirigió a la puerta con perezoso paso deseando que la rubia pequeña no hubiese llegado. El humor estaba por los suelos, pero todos los miedos del mundo estallaron en su corazón cuando vio la escena que ahora estaba ante sí. Amanda traía dos maletas medianas que descansaban a cada lado suyo. Sus ojos demostraban ligeras secuelas de llanto pero la sonrisa dibujada en su blanco rostro llevaba la firma indeleble de la esperanza. –¿Me vas a tener aquí toda la noche? –preguntó la sicóloga un poco extrañada ante la confusa y asustada mirada de Rohán. –No... eh, disculpa... pasa –la ex convicta dejó el paso libre y Amanda agarrando sus pesadas maletas entro sin avanzar mucho - ¿Qué estás haciendo? –ante el temor de la respuesta sus manos comenzaron a sudar y discretamente las introdujo en las bolsas traseras de su vaquero. Esperó impaciente mientras yacía y  petrificada frente a la mujer más pequeña. –Bueno... –Amanda sonrió dulcemente –hace dos días tomé la seria decisión de dejar la casa de mis padres... y hoy me he ido definitivamente. –¿Por qué? –la voz de la morena mujer bajo un tono, lo mismo que la de Mindy –Porque quiero estar contigo... Jamás en mi vida había estado tan segura de algo y... y no sé que es lo que tú sientas por mí, pero yo... Yo me he enamorado de ti y es justo lo que me mueve ahora a... –¡No! –la cándida confesión de la joven sicóloga fue la gota que derramó el vaso. Rohán empezó a pasearse cual fiera acorralada por la sala de su apartamento –¡¿Cómo se te ocurre tomar semejante decisión sin consultarme primero?! ¡No podemos iniciar una relación así tan de golpe! ¡Yo no estoy preparada para esto! –Rohán, escúchame, yo... –¡Coge tus maletas y vuelve a la casa de tus padres! ¡Y no te portes como una niña! –vociferó mientras indicaba la salida a Amanda con el brazo extendido. La mujer más pequeña no pudo decir nada, su confusión y tristeza no se lo permitieron... "Pensé que tú también querías lo mismo... o... que al menos me apoyarías en esto... Quizás me equivoqué" – negando vagamente con la cabeza tomó las maletas y salió sin decir palabra. Rohán, sin embargo, no volvió su mirada, sólo escuchó la puerta cerrarse. Segundos después preparó otro trago de whisky y se acomodó en su sillón preferido frente a la ventana. –Pobrecilla... Se veía tan ilusionada. ¡Como yo si fuera alguien por quien valiera la pena hacer algo así! –rió con amargura en sus adentros y el dolor del remordimiento comenzó a sentirse en su pecho –Pero no debí tratarla mal, me ofusqué demasiado. Ella no tiene la culpa de nada... "Yo me he enamorado de ti". ¡Por Dios! ¿Dijo eso en realidad? –de súbito la morena mujer se puso de pie –Sí... sí... sí... lo dijo. Está enamorada de mí –un calor abrazaba su corazón y se sintió aún más miserable. Se acercó a la ventana y dejó su frente reposar sobre el helado vidrio. Al fin, se dio cuenta de que el carro de Amanda aún estaba en el estacionamiento del edificio –Aún no se ha ido –sin saber siquiera por qué y dejando de lado toda idea de lo imposible que sería estar con Amanda, sus pies la llevaron deprisa hacia la puerta, las escaleras y a la entrada principal, pero no había nadie... –Si busca a la señorita Conenry... –dijo una voz tras ella –no la he visto salir. Quizás aún la encuentre en su apartamento. –¿En su apartamento? –preguntó ella frunciendo el entrecejo. –Sí. Alquiló el que está justo al lado del suyo hace dos días –el hombre entró en su propia habitación dejando a la ex convicta perpleja. "Estúpida, estúpida, estúpida, Rohán" –se dijo a sí misma mientras a zancadas subía las escaleras –Era  eso a lo que se refería y era ella quien causaba tanto ruido estas noches" –una vez estuvo frente a la puerta de su vecina dudo en tocar; pero le debía una disculpa.
  • 9. Cuando Amanda abrió la puerta encontró a una mujer cuya mirada sólo expresaba pesar y arrepentimiento como el niño que no soporta ver a sus padres no hablarle por alguna travesura cometida. La escena le hizo sonreír a pesar del dolor que tan sólo unos minutos atrás sintió. –He sido un asno, lo sé –dijo la alta morena mientras se apoyaba en el marco de la puerta –Lo siento. La joven sicóloga sabía que para una persona como Rohán no era fácil disculparse, sin embargo ahí estaba, con su orgullo en el suelo dando la otra mejilla. –Disculpa aceptada. Pasa –replicó mientras daba lugar para que su amiga entrara. La ex convicta husmeó en la vivienda y asintió ante el evidente buen gusto de la pequeña mujer. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m –No me has dejado dormir mucho las pasadas dos noches, ¿sabes? –dijo mientras tomaba asiento con confianza y miraba a Mindy con el mentón alzado. Esto causó a la rubia una nueva risita entre dientes. "La humildad no le dura mucho" , pensó. –Quería darte la sorpresa. Por eso me trasladé de noche –ella se ubicó en un muy cómodo sofá frente a Rohán. Fue, pensó después, sólo un segundo de distracción hacia la ventana cuando, sin ninguna clase de previsión, se encontró enredada en los fuertes brazos de Rohán. Ésta la besaba con pasión y profundidad como si en un solo instante quisiera succionar cuerpo y vida. A pesar de su obvia desventaja, la mujer más pequeña logró empujar tan sólo unos milímetros a  la humanidad que la apresaba para poder respirar. –¿Qué estás haciendo? –a penas dijo en un suspiro. Rohán por su parte saboreaba el blanco y delicado cuello que instintivamente ofrecía más espacio a su exploración. –Te deseo tanto –murmuró mientras rozaba sus labios de arriba a bajo en el expuesto lugar y sintió erizarse el cuerpo entero de la joven –Jamás tuve tiempo de desear a nadie como te he deseado a ti - Amanda sólo podía retorcerse ante las placenteras sensaciones que las caricias provocaban escuchando apenas las musitadas palabras; pero le creía. Rohán no supo qué fuerza hizo que tomara ventaja de la situación. Estaba ahí y ya no había vuelta atrás, ni tampoco quería volver atrás. –Quieres estar conmigo, ¿eh? –susurró mientras besaba el lóbulo de la oreja de Amanda –De acuerdo, pero estar conmigo significa estar conmigo –su mirada fulminó a la ya excitada sicóloga quien sólo tenía ojos para los apetecibles labios de Rohán. Logró asentir y con una ligereza que la turbó por un instante fue alzada y conducida hacia la habitación. Sus bocas no se separaron durante el corto trayecto. Una vez dentro y al lado de la cama, la morena mujer comenzó a desnudarla sin dejar de besar sensibles partes. –Ro... –Shhh... yo te enseñaré –anticipó la réplica –Primero... desnúdame –la penumbra apenas permitió que Rohán viera una risa nerviosa dibujada en el rostro de la chica quien con trémulas manos hizo lo ordenado –Bien... ahora dame tus manos –las besó con ternura y luego las guió mostrando dónde y cómo tocar. A pesar de su vergüenza, la que intentó mantener a raya, pues deseaba experimentar esto más que nada en el mundo y estando segura de lo buen amante que Rohán podía ser, se dejó llevar absorbiendo cada detalle y respuesta de el hermoso y fuerte cuerpo que tenía entre sus manos. Despacio, cayeron en la cama. La ex convicta tomó el control soltando las pequeñas manos. –De ahora en adelante sólo haz lo que quieras –dijo y besó eróticamente los húmedos labios de Amanda –Te amo – susurró manteniendo el beso –Es la primera vez para mí –como si esto fuera todo lo que necesitaba oír, Mindy la abrazó y apretó con fuerza hacia ella correspondiendo al movimiento de aquella boca. Y el juego comenzó. –¿Estás bien? –preguntó la joven rubia un poco asustada ante la última reacción de Rohán. –¡Sí! –respondió intentando recomponerse y aspirando aire profundamente. Estaba sobre su espalda y Amanda con medio cuerpo encima de  ella. Una vez pareció que su respiración y corazón tomaban su curso normal se acomodó de nuevo rodando para estar arriba y besó tiernamente a la pequeña mujer –Jamás había sido tan intenso, no importa cuánto durara o con quién lo hiciera –dijo riéndose de sí misma –Ha sido, por primera vez, perfecto... en todos los sentidos. –Quizás es porque... –Amanda secó el sudor que había en la morena frente y notó que la típica tensión que mantenía ya no estaba –... no fue sólo sexo sino... hacer el amor –se inclinó un poco para besar y fue correspondida.
  • 10. –Sí – Rohán sonrió –, hemos hecho el amor –recostó su cabeza en el pecho de su nueva amante –. Gracias, muñequita por darme esto que nunca pensé posible para mí –en ese momento, los recuerdos de la conversación sostenida con el coronel Perot volvieron a su mente y una punzada de dolor golpeó su corazón. Apretó más su cuerpo con el de Mindy y hundió su cabeza entre el cuello y hombro de ésta dejando que un leve gemido de dolor saliera de su garganta aún antes de poder detenerlo. El cambio de humor no pasó desapercibido por la aguda mente de la sicóloga quien correspondió apretando su abrazo y acariciando el cabello de Rohán en toda su largura. –Dime, Ro... –susurró al oído de la alta mujer –¿Me amas? –el suave movimiento de la cabeza le indicó una respuesta afirmativa –¿Confías en mí? –el mismo  movimiento –. Cuéntame entonces qué es lo que pasa. Acabamos de hacer el amor y eso significa mucho para ambas, lo sabemos. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m Despacio, Rohán se incorporó y besó la rosada mejilla a su paso. Apoyada sobre su codo la miró por unos instantes. El pulgar de Amanda dibujó los labios que ligeramente se abrieron a su paso. La pequeña mujer se inclinó y besó una vez más a la ex convicta poniendo todo el amor que pudo en ello para dejarle saber que ya era parte de lo que estuviera pasando en su oculto mundo. Se separaron después de un largo momento. Myndi estaba por repetir su pregunta cuando... –Te dije que trabajo para alguien de la CIA y es verdad excepto por... por el hecho de que no es un trabajo para el gobierno. Cuando estuve en prisión alguien me informó que el alcaide organizaba ciertos juegos ilegales para personas  influyentes y de mucho dinero. Después de que recuperé un poco mi razón, con la ayuda de esta compañera de prisión que te mencioné antes, tuve ganas de estar libre e iniciar de nuevo algo que le diera a la muerte de mi hermano, que había sido inevitable, por lo menos un objetivo y cuando me enteré de esos juegos y conociendo lo ambiciosos y exigentes que son los concurrentes, se me ocurrió que podría participar. Decidí hablar con el alcaide y lo convencí para que me metiera en el círculo... –¿Qué ibas apostar? Me dijiste que no tenías dinero –replicó la joven rubia ante una aparente discrepancia en la historia. Rohán le sonrió amargamente. –Diego Santiago, el alcaide, me concertó una cita con un militar de muy alto rango e influencias, un coronel que trabaja para la CIA. –Rohán miraba de manera ausente a la nada –Acordamos que si yo cumplía sus expectativas y el espectáculo los impresionaba, lo que le reportaría jugosas ganancias por supuesto y de las cuales pedí el cincuenta por cierto, él gestionaría mi libertad. –¿El espectáculo? –Amanda comenzaba a asustarse pensando en muchas cosas a las que la morena mujer pudiera referirse –Son peleas clandestinas, Amanda –dijo, mirando de nuevo los verdes y asustados ojos de la joven bajo ella. Acarició su cabello mientras continuó –Peleo para él a puño limpio con hombres que quizás están en la misma condición que yo –un leve suspiro de alivio se escapó de la boca de Mindy aunque no era menos gravoso lo que Rohán le contaba; pero pensar en que ella hubiera estado... Bueno, al menos las peleas iban más con su tipo –Es tan humillante, sin embargo no tenía otra forma de lograr mi meta y de hecho lo hice. Cinco años después quedé en libertad y totalmente limpia de los cargos que se me imputaron. No sé qué hizo para lograrlo, pero no me importó y aquí estoy. –Ro... Eso no me parece que sea verdadera libertad –replicó suavemente. –No lo es –besó y acarició con sus labios la frente aún húmeda de la pequeña mujer. –Este coronel te tiene en sus manos –cerró sus ojos ante la lluvia de caricias que estaba recibiendo –¿Cómo vas a librarte de esto? –Algo se me ocurrirá –sus labios bajaron hacia los ojos cerrados y los besó con dulzura –Mientras estaba encerrada no podía investigarlo, y haciendo lo que hace no esta limpio –siguió con la nariz, la boca y el mentón –Ahora es diferente. Puede que encuentre algo con lo que negociar –la manos de Amanda envolvieron el moreno rostro, pero pronto fueron presa de los dulces besos que estaba prodigando. –¡Eso es demasiado peligroso! ¿Qué pasará si él se entera de tus movimientos? –Tengo que arriesgarme –replicó deteniendo abruptamente su amoroso requerimiento –Mi vida no va a cambiar de la noche a la mañana, Amanda, ni mi manera de hacer las cosas, porque por el momento no tengo otra. –Pero continúas en la ilegalidad y la violencia... Dijiste que querías acabar con eso. Rohán rodó sobre su espalda y cayó al lado de ella finalmente separándose. –¡Amanda por Dios! Vivimos en un mundo sucio y corrupto. Ni te imaginas siquiera hasta en qué niveles hay vicio. Y para una persona que está en mi condición no hay otra forma de lograr lo que quiero... ¡Ni siquiera es por mí, carajo, es por mi hermano! ¡Porque murió por mí y no se lo merecía! –se levantó con la rabia recorriendo su cuerpo y las lágrimas apunto de aflorar. Se sentó en la orilla de la cama dando la espalda a una angustiada Amanda –El tenía sueños. Quería hacer muchas cosas buenas y yo sólo me reía de él –sin poder contener más el dolor acarreado durante años llevó sus manos a la cara y dio rienda suelta al llanto. Amanda dudó por un instante acercarse, pero se armó de valor y la abrazó por detrás besando su cabeza suavemente.
  • 11. –Sí hay otra manera de hacer las cosas, Ro –dijo, y unas lágrimas también rodaron por sus mejillas –Hay una forma de romper el círculo de la violencia y tú la has encontrado... –Rohán se volvió para mirarla –Es el amor. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m sigue -->
  • 12. D E Z A F I R O Y A C E R O . Autor: Valkyria. CAPITULO 2 V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m Con el alma perturbada, Mindy volvió a su casa aquella noche. La extensa conversación con Rohán le reveló muchas cosas, no sólo sobre su hermano sino también sobre la ex convicta e, incluso, acentuó más el desasosiego que su propio corazón experimentaba desde que conoció a la hermosa morena de zafiros inolvidables. – La historia, en realidad, es simple – Rohán estaba parada frente a su ventana, con los brazos cruzados comenzó a relatar lo que la rubia deseaba saber–: Tu hermano trabajaba para la mafia neoyorquina. Estaba metido hasta el coño con la familia Trabaninni, una de las más notorias del país – vaciló por un instante. – Continúa, por favor. – Mike, era el matón de los Trabaninni, ¿entiendes? Él hacía todo el maldito trabajo sucio y se encargaba de limpiarlo después. Cada asesinato atribuido a la familia, no era falso, él los cometió. Su sed de sangre era famosa y la familia estaba más que complacida con su desempeño. No usaba su nombre original. Lo conocían como Iván O´Connor... –sonrió para sí –, Iván El Despiadado... – ¿Cómo llegaste a relacionarte con él? – la voz de la joven sicóloga era casi inaudible. Estaba conmocionada ante las revelaciones que Rohán hacía. – Yo necesitaba saber todo lo que pudiera sobre aquellos a quienes consideraba competencia y los Trabaninni querían meter sus narizotas en un asunto mío. El tráfico de armas es un negocio muy lucrativo y yo lo manejaba sin muchos intermediarios. Una noche visité un casino. Ahí conocí a tu hermano. Fui a ese lugar porque me dijeron que él iba constantemente. Mi objetivo era obtener información sobre los movimientos de la familia. Tu hermano... pues, no era muy inteligente que se diga. Su oficio era matar, lo que hacía muy bien, pero nada más. Su debilidad eran el juego y las mujeres, así es que lo tenía donde quería. Nos hicimos amantes desde esa noche... – ¡¿Fuiste amante de Mike?! – la rubia estaba sorprendidísima. – Sí – Rohán continuaba imperturbable frente a su ventana mirando hacia el horizonte. De sobra sabía y sentía que todo esto estaba afectando considerablemente a su amiga, pero había decidido ser totalmente sincera con ella–. Yo manipulaba a la gente, Mindy, y así lo hice con tu hermano; pero lo único que obtenía de él era la información que me concernía a mí. No me importaban sus otras actividades – se movió hacia el pequeño bar y se sirvió un trago de Wihsky que bebió de un sorbo–. La mayoría de hombres con los que me relacionaba pensaban más con el pene que con la cabeza; si los dominaba sexualmente, dominaba su cerebro, su voluntad; y así fue en el caso de Michael. Él me informaba sobre los negocios de los Trabaninni a cambio de mis favores. Amanda sintió un malestar profundo en su estómago. Todo esto le provocaba asco, dolor, decepción, ira. Se levantó del sillón y comenzó a caminar de un lado a otro como animal enjaulado. Rohán sólo la miraba. – ¡Sigue!– le ordenó– No te detengas por mí… – Se enamoró de mí…– la pequeña mujer se detuvo en seco pero no dijo nada. Sin mirarla, sólo esperó– y comenzó a... hablar un poco más de lo que debía. Yo preví el peligro y decidí terminar con él. Tampoco deseaba tener problemas directos con la familia. Según tuve informes, de buenas fuentes, cuando sus patrones sospecharon o comenzaron a escuchar los rumores, montaron un operativo de investigación. Yo ya me había cubierto las espaldas, por lo que nunca pudieron probar si realmente hubo alguna relación entre él y yo, y parece que las cosas se quedaron tal cual. – ¿Pero quién lo asesinó? – preguntó sin mirarla aún. – Tu hermano jugaba, Mindy. Apostaba fuertes sumas de dinero a todo lo que se le ocurriera. Estaba endeudado hasta el copete y más arriba y, como dicen que las deudas de juego son deudas de honor, pagó con su sangre. No fue la mafia, ni fui yo quien le arrancó la vida, fue el juego. Eso te lo puedo asegurar. Amanda recordó, mientras yacía en su cama sin poder conciliar el sueño, que su padre supo sobre Rohán por propia boca de su hermano. Recordó una tarde en que éste llegó al bar muy entusiasmado diciendo que iba a casarse con la mujer más hermosa del mundo y le mostró una fotografía de ella. Después de su muerte, la prensa armó un tremendo escándalo, el nombre de Dukakkis, y el de su hermano, entre otros, salió a colación y papá comenzó a odiarla, pensando que había sido ella quien, de algún modo, indujo a Mike a delinquir, como seguramente lo habría hecho con tantos otros. Horace realmente creía que su hijo era agente vendedor y que, como tal, debía viajar constantemente por todo el país, razón por la que no les visitaba muy a menudo. – Y ¿qué te pasó a ti? ¿Cómo fuiste a dar a la cárcel?– para ella era la ocasión perfecta de saber todo sobre la morena mujer que la cautivaba, antes de continuar con una amistad que quizás terminara por lastimarla. – Ésa sí es una larga historia– se sirvió otro trago de Wihsky, pensó por un momento cómo responder o por dónde empezar–. ¿Cómo sabes si lo que he dicho de tu hermano es cierto? – Tus ojos me lo dicen. Si mintieras también me lo dirían– contestó casi en un susurro.
  • 13. – Así que ¿puedes leer mis ojos? – Son como un libro abierto para mí– su mirada era tan honesta, sincera y firme que Rohán no pudo sostenerla por mucho tiempo. Miró hacia el suelo y comenzó su relato. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m – Mi madre abandonó a papá, a Luke y a mí cuando yo contaba con unos 6 años. Luke tenía 4. No volvimos a saber nada de ella. Se fue con un tipo, quién sabe a dóonde. Nunca lo supimos. Mi padre trabajaba en una fábrica, esto le consumía mucho tiempo y nos dejaba en manos de una vieja puta que nos golpeaba y maltrataba de todos los modos posibles... Luke y yo le temíamos realmente. Dos años después, papá murió en un accidente de trabajo y nos enviaron bajo la custodia de un hermano de mamá y su esposa. El maldito abusó de mí hasta que cumplí los diez años y decidí largarme de la casa. Vagué por la calles mucho tiempo, sola, entre la escoria del mundo. Después de unos días encontré un grupo de jóvenes que, como yo, había escapado de su propio infierno. Me uní a ellos y juntos nos protegíamos. A pesar de que había quien era mucho mayor que yo, mi astucia e ideas nos fueron proporcionando cosas como alimento, ropa y vivienda, sin mucho esfuerzo. Poco a poco me fui ganando el respeto de ellos y me nombraron líder. Cuando cumplí 15 años fui por mi hermano. Lo saqué de aquel asqueroso lugar. Estaba tan flaco, tan débil y sin voluntad… Todos cuidamos de él hasta que se recuperó. Nunca supe qué fue lo que hicieron durante aquellos años en que nos separamos, nunca habló de ello, sólo sé que los recuerdos le hacían daño. Mi odio hacia todo el mundo comenzó con mi madre, luego con mi padre, con mi tío y después con... con todos. No me importaba nada ni nadie, sólo quería poder. Y el dinero te da poder, así es que quise dinero. Mucho dinero para tener poder. Así fue como mi vida delincuencial creció hasta alcanzar proporciones titánicas. La policía no me atrapaba en nada. ¿Sabes?, nunca tuve una sola esquela de tránsito– rió por lo bajo–, me sentía un ser superior. Hasta llegué a creer que había sido dotada con algún poder sobrenatural por alguno de los miles de dioses que existen… Me sentía superior de muchas formas: fuerza física, agilidad mental, sentidos muy desarrollados, vigorosa sexualidad, buena apariencia. Usé todo, Mindy. Usé todo esto en mi favor, y me daba excelentes resultados hasta... – ¿Hasta que...?– Amanda le escuchaba detenidamente. – Hasta que mi soberbia, ésa que me mantenía tan elevada, que me hacía sentir tan orgullosa, se volvió en mi contra. Uno de mis compañeros intentó advertirme sobre movimientos inusuales en el grupo, pero no le escuché. Estaba segura de que los controlaba a la perfección y de que no se atreverían a traicionarme porque mi venganza sería implacable. De sobra lo sabían. Pero sucedió que una noche, mientras estaba bebiendo con algunos que yo consideraba mis amigos, entró un grupo de hombres enmascarados al bar y comenzaron a disparar. Me querían a mí, por su puesto, pero esa vez los sentidos de mi hermano fueron más agudos que los míos. De un salto me cubrió con su cuerpo. El tiroteo entre mis guardaespaldas y los enmascarados duró sólo unos segundos. No tuve tiempo ni de sacar mi pistola. La policía se hizo presente. Llevaban una orden de arresto  contra mí y se encontraron con la masacre. – ¿Luke?– preguntó la rubita con lágrimas en sus ojos. Todo esa historia la había conmovido hasta lo más hondo. – Siete impactos de bala en su espalda perforaron los pulmones, el corazón y la columna. Lo último que supe de él es que murió rumbo al hospital y que lo enterraron en el cementerio estatal– su voz se entrecortó pero no pudo llorar–. El juicio en mi contra no duró mucho. La fiscalía tenía pruebas contundentes sobre mis negocios con las drogas y el tráfico de armas. Me condenaron a 30 años de prisión. Sobre mis otros crímenes nunca se pudo probar nada. – ¿Quién te traicionó? – Nunca lo supe. Nunca volví a tener noticias de mis compañeros o de mis enemigos. Estaba simplemente sola. Pero, de alguna manera, eso no importaba: sólo tenía en la mente el rostro de mi hermano sonriéndome mientras protegía mi cuerpo de los impactos. Él siempre sonreía, ¿sabes? A pesar de todo trataba de sonreír. Debí liberarlo en algún punto del camino, debí dejarlo ir, apartarlo de mi vida cuando pude. Esas palabras me las repetía una y otra vez en prisión. Me debilité tanto…, mi alma, mi espíritu, mi cuerpo, mi mente eran sólo un pobre cascarón a punto de romperse. Quise sufrir lo más que pudiera, castigarme por todo y todos aquellos a quienes había hecho daño, pero principalmente por él. Ni siquiera podía darme el lujo de desear o pretender la muerte pues eso no sería castigo suficiente para mí. – ¿Así has vivido hasta hoy? – Hubo una compañera de prisión que me ayudó a salir de mi sopor mental. Me convenció de que, al menos, le debía a mi hermano sus sueños y que tenía que cumplirlos en su lugar. Le juré a su memoria que saldría de la cárcel para cambiar mi vid. Ésa fue la idea que me mantuvo existiendo, porque yo nunca había vivido, Mindy, solo existía, hasta... – durante estos últimos segundos sus miradas estuvieron clavadas la una en la otra. Intensas y profundas sensaciones se transmitían a través de ellas, como algo eterno, indestructible e irremediable. – ¿Hasta que qué? – Hasta que te conocí… No supo en qué momento se acercó a la rubia. Estaba a unos pocos milímetros de ella. Sentían sus respiraciones aceleradas, sus corazones desbocados, la una de deseo y la otra de miedo. Rohán tomó entre sus manos el rostro de la rubia y cerró la mínima brecha que quedaba entre ambas. Como ocurriera la primera vez, Mindy estaba paralizada. Con sus ojos abiertos, sin embargo, vio el rostro de la morena mujer pegado al suyo, la arruga que normalmente llevaba en su frente había desaparecido, su rostro estaba relajado y sus mejillas encendidas. Sentía el vaivén de sus labios, la caricia de su lengua. Ahí estaba otra vez ese perfume y el sabor canela de su boca, el roce de los firmes dedos en sus mejillas, dedos que comenzaron a dibujar un camino con sus yemas. Pasaron por su cuello, acariciaron sus hombros y dibujaron sus brazos hasta alcanzar la cintura que pronto fue presa de las poderosas manos. Fue sólo un beso, un instante eterno y sublime. Rohán intentó en vano la correspondencia, pero ésta no llegó. Se separó finalmente de la pequeña mujer liberándola del amarre. Retrocedió unos pasos mirando al suelo, turbada, con las ganas a medias. – Lo siento– fue todo lo que pudo decir.
  • 14. Mindy tomó su bolso y salió. Rohán estaba sentada frente a la ventana. Una sola idea revoloteaba su mente: Amanda Connery. Repasó cada cosa descubierta en ella hasta la fecha: su irritante locuacidad, su sonrisa, la arruguita que se formaba en su nariz cuando reía, su tierna mirada, su inteligencia y vivacidad, su capacidad de convencimiento, el poder tranquilizador sobre sus violentos instintos, las reacciones ante el contacto físico, los pequeños detalles que tenía para con ella como el apartar un mechón de rebelde pelo que cayera sobre su frente, tomarle la mano, un guiño de ojos, un beso en la mejilla, etc., etc., etc.… Durante el mes y medio que se conocían, el tiempo que habían compartido no era mucho, unas cuantas horas por semana cuando jugaban en la cancha, pero la alta mujer había acumulado cada minuto con ella en un cofrecito de su corazón. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m Y ahí estaba ahora, llena de tantas cosas gracias a aquel beso, pero con la terrible incertidumbre de lo que pasaba por la mente de Mindy, de lo que pasaba en su corazón. ¿Sentiría lo mismo? O ¿estaría odiándola por su atrevimiento? Cierto era que, aunque no correspondió sus besos en ninguna de las dos ocasiones, tampoco la rechazó. ¿Qué debía hacer? ¿Expresar sus sentimientos abiertamente? ¿Cuáles eran esos sentimientos en realidad? ¿Amor o atracción? ¿Amistad o deseo? Nunca había tenido un amigo y deseaba que esta chica lo fuera. Sabía que esa relación le haría mucho bien a su espíritu. Anhelaba tanto verla, platicar con ella, escuchar sus palabras, reír juntas, protegerla, darle felicidad, besarla, acariciarla, mimarla, consentirla, complacerla, hacerle el amor... "Hacer el amor con ella"... Se levantó de la silla sorprendiéndose a sí misma. La unión de tantos deseos emocionales y sexuales sólo podía ser una cosa: Amor. – ¡Estoy enamorada de ella!... ¡Me he enamorado! Unas cuantas calles, hacia el norte, otra cabeza discurría entre mil ideas. Parada frente a su ventana miraba hacia el sur, sentía que Rohán no estaba bien, que sufría el mismo dilema que ella padecía ahora. ¿Por qué podía percibirlo? ¿Qué extraña conexión había entre ambas? Y esos besos y caricias le eran tan familiares, pero tan etéreos que no lograba ubicarlos en su mundo... "Mi mundo... ¿Podría cambiar mi mundo tan radicalmente? ¿Tendría el valor de transformar mis anhelos, mis esquemas trazados de toda la vida, mis sueños? ¿Dejaría todo por amor... por su amor? ¿Estará enamorada de mí?". Sentía que Rohán la necesitaba para continuar en el camino de la redención y ella  llegó a darse cuenta de que sólo con esta mujer experimentaba emociones reprimidas normalmente. Es que era tan... tan atrevida, y valiente, y cínica, t divertida, y sensual, y salvaje, y misteriosa… y hermosa... En suma, su contraparte, pero la exacta mitad al mismo tiempo. Era así, como el complemento perfecto, eso que le hacía falta a su vida para ser total y no sólo un pedazo. ¿Peter le hacía sentir eso? No, él era tierno, dulce, cortés y le gustaba que un hombre fuese así. Él era la familia, la estabilidad, el hogar, los hijos, las cosas que deseaba tener; pero, de algún modo, también la necesitaba a ella, su carácter y  su personalidad. "Necesito desesperadamente platicar con una sicóloga...", rió por lo bajo y se acostó con la esperanza de dormir un poco.   3:00 AM. El teléfono sonó y se despertó con fastidio. – ¡¿Quién diablos llama a esta hora?!– estiró su brazo y, sin abrir los ojos, atrajo el auricular hacia sí– Juro que si no es algo importante le destrozaré el cuello– dijo con voz ronca. – Yo... pienso que sí es algo importante– la tímida voz que escuchó al otro lado la hizo brincar en su cama. – ¿Amanda? ¿Qué pasa?– alguna idea terrible debió cruzar su mente aún somnolienta. – Nada malo. Es sólo que olvidé darte las gracias por la cena y... la confianza que me tuviste y... por decirme lo de mi hermano. Lamento haberte despertado. ¿Está a salvo mi cuello? "No"... –pensó, mientras se imaginaba cayendo sobre él y comiéndoselo a besos. – Sí, no te preocupes, sólo espero no causarte miedo. Ahora ya sabes el monstruo que puedo ser– dijo finalmente. – Que descanses– colgó antes de que Rohán pudiera agregar nada. Ésta se tiró de nuevo sobre su cama, abrazó la almohada con fuerza mientras sonreía plácidamente. 9:00 AM. Rohán salió de su apartamento. Iba a realizar algunas compras. Se encontró a la salida con el conserje quien le entregó un paquete envuelto en papel de regalo y le informó que una linda chica rubia había llegado temprano a dejárselo. Además, le entregó un sobre blanco sin remitente. Abrió con premura el paquetito. Era un pequeño peluche del Demonio de Tasmania. La morena sonrió extrañada. Leyó la tarjeta que estaba dentro: "Refleja muy bien tu personalidad... Je je... No me importa lo que hayas sido sino lo que eres hoy. No estás sola. Permíteme ser tu amiga. Mindy".
  • 15. La ex-convicta dio un profundo suspiro. – De acuerdo, muñequita. Lo haremos a tu modo. Abrió el sobre. Contenía un pequeño papel con fecha y dirección. El semblante de la alta mujer se tornó sombrío en contraste con la luz que irradió hacia sólo unos segundos. – ¿Quién trajo esto? – preguntó volviéndose al conserje. – Un muchachito. – Gracias– Rohán sacudió su cabeza mientras caminaba. La nota la llamaba demasiado pronto a sus viejos compromisos. Trató de no pensar en ello y realizar lo que se propuso ese día. Amanda volvió a su mente y sonrió de nuevo. 11:45 AM. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m – Amanda, hay una persona aquí que dice necesitar una consulta sicoanalítica, urgentemente, contigo– la recepcionista de la fundación sonó con pícaro acento al informarle que tenía visita. La rubia pensó por un momento en quién pudiera visitarla a esa hora y con semejante petición; por supuesto, casi al instante un rostro apareció en su mente. – ¿Por casualidad es una hermosa mujer morena, de ojos azules y cínica sonrisa?– rió a través del intercomunicador. – Exactamente– respondió la joven examinando de arriba a bajo la figura de Rohán. – Dile que pase. Y... , por favor, ya no estoy para nadie. La morena hizo un gesto de complacencia ante aquella orden, sonrió y guiñó el ojo a la recepcionista, quien creyó perder el aliento por unos segundos. Se  encaminó hacia la puerta que le indicara y, sin mayores preámbulos, entró por ella. Amanda se encontraba de espaldas acomodando algunos libros en el mueble. Escuchó el abrir y cerrar de la puerta. Una sonrisa asomó en sus labios cuando, de inmediato, la habitación se inundó con el perfume de Rohán. Acto seguido, sintió los largos brazos de la morena rodearla por la espalda y un sonoro beso en la mejilla, que logró ruborizarla. – Hey, tranquila, estoy en mi trabajo, ¿recuerdas? – Sip; pero ya diste la orden de no ser molestada, así es que si lo que te preocupa es que alguien entre y nos encuentre abrazadas, eso no será problema…– apretó más  el abrazo. – En serio, tengo que terminar de ordenar estos libros– se quejó. – Bueno, te suelto si me das un beso– susurró al oído de su presa. Amanda enrolló los ojos, sabía que diría algo así. – Rohán, no juegues. – En la mejilla, aquí…– y señalando el lugar justo, esperó paciente. La pequeña mujer la miró con ojos entrecerrados, sospechando una trampa de su amiga. – Eres una mujer extraña, ¿sabes?– ella le devolvió la mirada– Se supone que eres despiadada, ruda, que siempre tomas lo que quieres y he te aquí: suplicando un besito y jugueteando conmigo– ahogadas carcajadas salieron de su boca. – Corrección: "era" así. De una mujer despiadada pasé a ser un ser apático; pero desde que te conozco siento que tengo ganas de vivir, de disfrutar. Tú haces que lo mejor de mí salga a flote…– su mentón posaba, para entonces, sobre la cabeza de Mindy y la voz se había tornado triste. La pequeña mujer se volvió hacia ella, la miró unos segundos, casi con adoración. Inclinó su cabeza y buscó darle el solicitado beso. Estaba por rozar la mejilla de Rohán cuando ésta se giró rápidamente y fue su boca quien recibió la caricia. – ¡Aaahjj! ¡Maldición! Sabía que harías eso– le dijo soltándose con furia. La morena rió a carcajadas, pidiendo disculpas entre risas. Comenzó a recorrer con la mirada el lugar. sigue -->ron las risas esporádicas mientras examinaba todo. – Bonita oficina– dijo volviéndose hacia la chica que guardaba algunas cosas en su bolso. De repente algo sobre el escritorio captó su atención. – Hey, esto se parece a ti– comenzó a reír de nuevo, mientras sostenía un huevo amarillo, de porcelana, en la punta de sus dedos. Mindy reaccionó con apremio. – ¡Ten cuidado! No lo vayas a romper– replicó levantando las manos. – ¿Por qué es tan importante?– se extrañó de la respuesta de su amiga. Lo acercó a su rostro y levantó la parte más grande de la figura. En la base había un diminuto Piolín con un letrerito que decía " Te quiero" –– ¡Ah, ya sé!, te lo dio Meter… – y con cierto dejo de desprecio lo colocó de nuevo en su lugar. – Sí, lo cuido mucho, es un viejo recuerdo– notó cómo la expresión en el rostro de la morena había cambiado totalmente–
  • 16. Y... por cierto, ¿a qué debo el honor de tu visita? – Venía a invitarte a almorzar– contestó sin mirarla, sentada en la orilla del escritorio. Parecía un niño enojado y caprichoso. Amanda rió para sí. – Pues, estás de suerte, tengo algunas cosas que hacer y pedí la tarde libre. No volveré a la oficina por hoy Rohán se giró rápidamente y le sonrió encantada. – ¿De verdad? Es decir, ¿podemos pasar toda la tarde juntas?– ahora parecía una niña ilusionada con un juguete nuevo. Amanda se sintió tan conmovida que acarició la morena mejilla con su mano. – Sí– dijo, sonriéndole. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m Una vez fuera del pequeño edificio, Rohán le presentó su nueva adquisición. Era un Jeep color negro que acaba de comprar. Le resultaba más funcional que el carro anterior. La rubia pensó que esto también iba con la personalidad de la mujer. Ella le mostró con entusiasmo el lugar que ahora ocupaba el muñeco de Taz. Colgaba del espejo retrovisor interno del vehículo. Finalmente se montaron en el auto y se dirigieron a comer. Ésa sería su primera estación aquella tarde. 13:00 PM. Almorzaban en la terraza de un restaurante McDonal´s. Rohán reía por dentro al ver a su amiga devorar con verdaderas ansias la hamburguesa más grande que había, la orden más grande de papas fritas y una soda de 16 onzas. ¿Cómo podía mantener ese cuerpo comiendo así? El momento parecía ameno, a excepción de cierto comportamiento de la alta morena, que irritó a Mindy. – ¿Por qué haces eso?– preguntó acercándose a ella visiblemente molesta. – ¿Qué?– sonaba despreocupada. – Coquetear con esa mujer…– la miraba fijamente a los ojos. – ¿Qué mujer?– Rohán asumió demencia. – La que está a mi derecha y a tu izquierda. Esa pelirroja. Y ya deja de hacerte la desentendida que te he estado observando. – Mindy, no estoy coqueteando con ella, ¿Cómo podría, cuando tengo la cosa más linda que ver justo frente a mí? – acarició suavemente su mano y lanzó una de esas miradas cautivantes que confundían a la rubia– Es ella quien lo hace conmigo… – Eso no puede ser. Está acompañada y el tipo es guapo. – Cierto, pero debe ser un tipo frío, aburrido y reprimido, y a lo mejor piensa que yo puedo ser mas divertida…– guiñó un ojo. – ¿Quiere decir que por eso le coqueteas?– se hizo hacia tras recostándose en la silla– Porque yo debo ser una tipa fría, aburrida y reprimida, ¿eh? – ¡No, muñequita!– dijo preocupada– No le coqueteé por eso... – ¡Aaaaaaahhh! Admites que le coqueteabas, entonces…– le dijo señalándola con el dedo. Rohán no supo cuándo ni cómo, pero había caído en la trampa. Rió a carcajadas por un rato. – ¡Vaya! Debo tener cuidado con lo que digo. Logras enredarme fácilmente con todo ese palabrerío que usas…– aún reía– Escucha, es sólo un juego. Esa mujer no me atrae en lo más mínimo. – Menos mal que el hombre parece no haberse dado cuenta, que si no... – Peor para él– dio el último mordisco a su almuerzo. – A veces pareces tan autosuficiente…– replicó con hastío. – Lo soy. Al ver la expresión de sorpresa en la faz de su amiga rió de nuevo. Amanda se levantó y comenzó a caminar. Rohán no pudo acabar su soda por seguirla. Aún reía. Sigue -->
  • 17. continuación...: 15:00 PM. Olvidado el incidente en el restaurante, se dirigieron hacia un almacén. Mindy se probó cuanta ropa pudo. Rohán estaba sentada frente al probador, totalmente aburrida y diciendo: "sí, no, me gusta, no me gusta, te queda bien, o no te queda bien…". Se dirigieron a la sección de lencería, lo cual, desde luego, animó a la morena. – Esto está mejor– tomó unas pequeñísimas piezas y se las mostró a su amiga– Deberías probarte éstas... V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m Mindy se las arrebató. – No es necesario. Sé exactamente cuál es mi talla– Le sonrió burlonamente– Tú también deberías  comprarte algo... – Sólo si puedo modelártelo... en privado– susurró a su oído. – Me refiero a ropa exterior, siempre andas de vaqueros…– le miró de arriba a bajo. – ¿Qué tienes contra los vaqueros? Es la prenda más cómoda que existe. Además, siempre te hace ver bien... ¡Oye!, también tengo ropa formal, el problema es que como te habrás dado cuenta, no hago vida social. Llegaron a la caja, Mindy canceló y se retiraron... Rohán cargaba muchas bolsas. – Vamos, aún tengo un par de cosas que hacer– dijo la rubia. 17:00 PM. Finalmente, Amanda hizo sus diligencias. Ahora, Rohán la conducía hacia un lugar del que le había estado hablando toda la tarde y había prometido llevarla al finalizar sus asuntos. Dejaron el jeep en un estacionamiento y continuaron a pie por algunas calles que a la rubia le parecieron muy peligrosas. Al fin llegaron, sin novedad, a la parte trasera de un viejo edificio. Había una entrada camuflada por la que se introdujeron. – Rohán ¿A dónde vamos? – Al lugar del que te hablé. Quiero mostrártelo... Espero que aún exista. Parece que nada aquí ha cambiado. Mindy comprendió que se trataba de algo de su pasado que quería compartir con ella, le pareció tierno, pero aún así... – Esto puede ser peligroso– repuso con temor. – No te preocupes, estás a salvo conmigo– acarició su mejilla, la tomó por la mano y comenzaron a subir unas escaleras en la penumbra. A la joven sicóloga le comenzó a extrañar la confianza de su amiga hacia el peligro. Realmente nada parecía intimidarla, pero también le agradaba sentirse protegida por ella. Llegaron a un séptimo piso. La tenue luz del ocaso apenas iluminaba la estancia penetrando por unas cuantas ventanas. – Aquí es…– Rohán señaló hacia un montón de láminas, barriles, cajas y otros pertrechos viejos, que eran basura. – ¿Qué pasa con eso?– ella estaba intrigada. – Aquí viví por cinco años, Mindy... – con ojos tristes miraba a su alrededor– ... Cuando escapé de la casa de mi tío– la rubia quedó sin habla, su corazón dolía– Sé que no se ve bien, pero era nuestro hogar, sabíamos hacerlo cálido, Luke, los otros chicos y yo. Mira– dijo acercándose a los objetos y, apartando algunos, le mostró unos enormes conductos de aire acondicionado–: éstas eran nuestras habitaciones– rió – ¿Puedes creerlo? Nunca nos encontraron aquí…– dijo con orgullo– Pero el lugar se hizo pequeño y tuvimos que abandonarlo. Amanda tenía lágrimas en sus ojos. Miraba a esta mujer tan temida por tantos, tan odiada por su padre y para ella era como ver una criatura desamparada, tan necesitada de afecto… Un afecto que quería darle. Su celular sonó de repente sacando a ambas del encanto que había producido aquel momento íntimo. – Aló... ¡Hola, Pete!– Rohán se alejó evidentemente molesta por aquella interrupción, no, intromisión, en un instante tan personal, y comenzó a caminar por aquí y por allá fingiendo buscar algo entre las cosas– Sí, me parece perfecto. Estaré lista a las 8. Cuídate– colgó. "Va a tener una cita con él", pensó con una punzada de celos. – Era Peter y... – Sí, ya me di cuenta. Vas a salir con él esta noche– miró su reloj– Vamos, apenas tenemos tiempo de ir por tu auto... – Rohán, aún faltan dos horas para las ocho...
  • 18. La morena gruñó, pero intentó calmarse. – Lo que quería mostrarte aquí era esto. Ya lo viste. Ahora larguémonos. No permitió una palabra más y comenzó a bajar la gradas ignorando a la rubia que, casi corriendo, intentaba mantener su paso. Amanda prefirió no decir nada más durante el camino de regreso. No deseaba entrar en discusión, no después de ese momento tan especial. Ella tampoco habló. No hubiera podido aún intentándolo. El nudo que apretujaba su garganta era demasiado grueso. La dejó frente al edificio de la Fundación y se alejó sin despedidas. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m La pequeña mujer de sobra sabía lo que pasaba en el corazón de su amiga, pero no podía hacer nada por cambiar las cosas. Peter también era su amigo, un gran amigo y, además, tenía cierto compromiso con él. Rohán ya lo sabía, pero estaba tratando de ignorarlo o de hacer que ella lo olvidara. Trató de reponerse y también se marchó. Amanda entró casi corriendo a su casa, sólo tenía una hora para prepararse y que Peter llegase por ella. Su atención, sin embargo, fue robada por un precioso ramo de grandes rosas blancas que yacía sobre un viejo jarrón que su madre conservaba como reliquia de juventud. – ¿De dónde las sacaste? Tú no cultivas rosas blancas, mamá– pensó en el cuidado jardín que su madre poseía y repasó todas y cada una de las plantas... no, no habían rosas blancas en él. – Las recibí esta mañana– dijo, acercándose a su hija mientras le echaba un brazo sobre los hombros–. Me las envió quien menos te imaginas…– tomó la tarjeta y se la dio –: "Lamento mucho el penoso incidente al que tuvo que verse expuesta el otro día entre su esposo y yo. Por favor, acepte mis disculpas con la promesa de que no volverá a ocurrir. Rohán Dukakkis".  Y espera a ver lo que te envió a ti. Creo que le caes muy bien… Mindy no dijo nada, sólo corrió hacia su habitación. Cindy estaba ahí. Sus ojos casi se desorbitan cuando encontró sobre su cama un enorme oso de peluche con un corazón en el pecho y un ramo de tulipanes rojos en sus brazos. Cindy pasó frente a ella y le entregó la tarjeta que acompañaba los obsequios. – ¡Uyuyuyuyuy, hermanita!– sonrió de lado con sarcasmo. – ¡¿Qué?!– la miró molesta. – Esa chica quiere contigo... más que una amistad... ja ja ja ja... – salió de la habitación, dejando a su hermana con las mejillas encendidas. Amanda tomó el ramo de tulipanes, acarició al oso y, sentándose en la cama, leyó la nota. "A veces, cuando te miro, siento que no puedo hablar, es como si mi lengua se quebrase y hay un cierto fuego que se desliza bajo mi piel. ¿Me has visto temblar? Al menos a mí sí me lo parece. Nunca he sido buena para expresar mis sentimientos, pero sí estoy segura de que lo que siento por ti es demasiado especial, es como algo que siempre ha estado en mí. Gracias... amiga. Rohán J ". El corazón de la joven rubia sintió comprimirse ante las dulces y sinceras frases de la ex-convicta. Comenzó a prepararse para su cita con Peter, pero algo dentro le gritaba que fuese a verla, a decirle lo bien que se había sentido aquella tarde y lo conmovida que estaba por hacerla partícipe de sus caros recuerdos. La lid interna era dura..."¿Por qué no se lo dije en el momento? ¿Por qué callé? Rohán... ¿qué me has hecho? ¿Qué es lo que siento por ti?". La señora Connery le informó de la llegada de Pete. Trató de disipar sus pensamientos y mostrar una cara alegre. Después de todo su amigo no tenía la culpa de sus conflictos y se suponía que irían a celebrar su recién nombramiento como miembro del cuerpo policial de Manhattan. 20:00 PM. La velada no podía ser más aburrida. La siempre parlanchina Amanda, hoy, no tenía mucho que decir. Apenas probó bocado y Peter lo notó. Trató de no prestar mucha atención a eso y animar el momento, le contaba algunas situaciones divertidas en las que se había visto envuelto desde su recién llegada al departamento de policía. Habló sobre su rudo compañero de patrulla y los agotadores turnos… La rubia sonreía ocasionalmente y preguntaba alguna que otra cosa, pero su mente, muy a su pesar, estaba en otro lugar, junto a un solitario corazón que se batía a duelo en su propio campo contra sus ideas y sentimientos.   21:00 PM. La quinta copa de Wishky decía que su alma no estaba bien. El desasosiego minaba sus ganas de hacer cualquier cosa. Tumbada en un sillón, oculta en la penumbra de la sala, miraba algún punto fijo sin verlo en realidad. Dio el último sorbo. Sus amargos pensamientos la lastimaban. Se imaginaba a su muñequita en brazos de Pete, tal cual la vio en la fiesta hacía dos días: sonriéndole, acariciando sus manos, sus cabellos, quizás besándolo y a él colocando sus manos en lugares que ella no podía, pero que deseaba; lo imaginaba diciéndole todas las palabras de amor que su boca no sabía expresar. Maldecía para sí con cada visión. Los celos le estaban ganando la
  • 19. partida. – Seguramente están disfrutando de cada momento, mientras yo me pudro en esta maldita soledad– su semblante era lúgubre como los sentimientos que en ese momento le invadían el espíritu– Amanda... ¡Demonios! ¿Qué me has dado para que esté así? ¿Cómo te has metido en mi sangre de esta forma?... Sólo soy una pobre ilusa…– se levantó y caminó hacia la ventana. La luna estaba llena y el típico viento de otoño deslizaba su manto invisible por la ciudad. Los árboles botaban algunas hojas. Sintió que aquellas eran pedazos de su vida desgajando su alma –– ¿Cómo puedo aspirar a algo tan puro como el amor? ¿A algo tan dulce como ella, cuando sólo he sido impiedad toda mi vida, excesos, lujuria... violencia? ¿Quién soy para pretender que alguien me quiera?... Ella me da su amistad sincera y yo... sólo pienso en poseerla…– suspiró– Pero sólo se puede necesitar y desear a alguien así cuando se le ama como yo le amo... ¡Maldita sea! Tengo que tomar una decisión ahora– su mano rodeaba su cuello, esperando que le ayudara a pensar. Finalmente logró clarificar sus ideas– Sí, eso es lo que debo hacer. Aceptaré su amistad, es todo a lo que puedo aspirar. No he de pretender que alguien que ha vivido todo este tiempo como heterosexual, cambie de la noche a la mañana por mí y acepte una relación que, de por sí, sería complicada... Sí, eso es. No puedo dejarla porque la necesito como a mi vida, pero... tampoco debo abrumarla con mis sentimientos... Seremos sólo amigas. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m "Quizás estoy preocupándome demasiado, dándole vueltas a un asunto que no tiene la relevancia que le doy. La verdad sí creo que le gusto; pero es tan juguetona, que no sé si lo hace en serio o sólo por travesura... Al menos es evidente que se divierte conmigo y eso es bueno para ella. Comprobará que la vida no siempre es tan mala o despiadada con nosotros..." – ¡Mindy!– la voz de Peter le sacó de sus pensamientos – ¿Me estás escuchando? – No... Perdona, me distraje por un momento... ¿Me decías? – Has estado distraída durante toda la cena. ¿Pasa algo... algo malo en la fundación o con tu familia? – No, Pete, todo está bien disculpa. Son sólo algunas tonterías mías... – Te decía que te amo y que deseo estar contigo... Quiero que seas mi novia…– su rostro, totalmente arrebolado, mostraba el ansia que sus palabras tenían– Ahora que estoy en el departamento de policía podemos iniciar la relación que hemos estado aplacando durante todo este tiempo... En eso quedamos, ¿recuerdas? – Pete... – se suponía que sabía que eso ocurriría durante la cena, pero le tomó por sorpresa, no por el hecho de que el joven se lo solicitara con tanta premura, sino porque sus sentimientos hacia él, hacia todos sus esquemas, estaban cambiando– Escúchame, yo... No puedo mentirte en esto... No puedo iniciar una relación contigo cuando no estoy segura de que mis sentimientos hacia ti sean como los que tú quieres– el rostro del hombre se tornó en una sombría expresión, soltó su mano y se recostó con derrota en el respaldo de la silla – ¡Oh, Pete! Sé que creerás que soy una tonta o una chica mala, pero aún no estoy segura de lo que quiero y... – Hay alguien más, ¿no es cierto?– los ojos de Amanda se abrieron como platos, ¿Él lo sabía?– Hay algún otro tipo que te está "confundiendo"– dijo con sarcasmo, pues para su desgracia, siempre había sido esa la excusa que ella encontraba para rechazarlo. En realidad, Amanda nunca le demostró otro afecto que no fuese el de amigos, pero insistió tanto y durante tanto tiempo, y tomando en cuenta que sus relaciones amorosas siempre eran un fracaso, finalmente pensó que tal vez el amor siempre había estado ahí frente a ella y no lo veía, el amor podía ser su querido Pete, por eso en un momento de suma soledad o de lástima infinita, le aseguró que estarían juntos en cuanto él se estableciera en un trabajo formal..."Eso sólo fue un burdo pretexto. Ahora estoy aquí deseando estar con alguien que ni siquiera sé si trabaja, pero de algún modo eso no me importa... ¿¡Deseando estar!? ¿Qué estoy pensando?". – ¡No, Peter! No se trata de eso. ¡Soy yo! ¿Entiendes? Sé que te estoy lastimando una vez más, pero sería peor si te mintiera, si te fingiera un amor que no siento. ¡Eso no sería justo para ti! Harto de esta situación tan repetitiva y con una ira razonable, llamó al mesero, pidió la cuenta y no dijo una sola palabra, ni siquiera al dejarla frente a su casa. Se alejó a toda velocidad, dejando a la chica cabizbaja, comparando ese instante con el de hacía unas horas entre ella y Rohán..." ¿Por qué lo hecho todo a perder? ¿Siempre voy a terminar así?". Estaba a punto de dar un paso hacia la entrada cuando una llamada en su corazón le hizo volverse hacia el sur... "Ella está sufriendo...". Instintivamente sacó del bolso las llaves de su auto, montó en él y se encaminó por esa voz interior que le decía "Ven...". 10:00 PM. Finalmente, resuelta a no tambalear en su decisión de no intentar seducir a Amanda, se bebió el trago número siete. Al terminarlo de un sorbo, se dejó caer de nuevo sobre el sillón y la tristeza anegó una vez más su pecho. – Ven, por favor... Ven y dime que esta tarde fue tan maravillosa para ti como lo fue para mí…– un par de lágrimas furtivas se deslizaron por sus enrojecidos pómulos. Cerró sus ojos. El letargo fue su mejor consolador. Un par de minutos después, la joven sicóloga se estacionaba frente al edificio. No había duda en ella, necesitaba verla, hablarle... abrazarla quizás. Con las manos dentro de su abrigo, cruzó la calle. Estaba muy oscuro. Una helada sensación recorrió su espina dorsal cuando tres hombres, de enorme estatura, le salieron al paso. Su pequeño cuerpo tembló aún más cuando se dio cuenta de que las intenciones de estos no eran de robarle, pues les había explicado que no llevaba nada de valor en su bolso y ellos, aún así, no dejaron de mirarla con lascivia. Por acto reflejo echó a correr en dirección contraria pero segundos después le dieron alcance. Uno de ellos tapó su boca mientras la aprisionaba entre sus brazos. Prácticamente no podía moverse, aunque lo intentaba con todas sus fuerzas. La condujeron hacia un callejón oscuro, mientras le decían palabras vulgares. – ¡Suéltenme!– alcanzó a vociferar en un momento en que, por descuido, su boca fue liberada – ¡Por favor, no!– su ruego y gritos de auxilio se perdieron en el aire. Sus labios fueron, una vez más, amordazados por sucios dedos, pero su mente gritaba desesperada por un nombre: "¡Rohán, ayúdame... Rohán!". Por más esfuerzo que hiciese era imposible soltarse de
  • 20. aquellas cadenas. Un sobresalto la hizo despertar de su pesado sueño. Esta vez había angustia en su corazón..." ¡Amanda!"... Se asomó por la ventana viendo hacia la calle. Vio el auto de la chica aparcado en frente y bajó corriendo. Una vez fuera del edificio notó que la calle estaba sola, pero la angustia se acrecentaba. Dio un paso para un lado y luego para el otro sin decidir por dónde empezar a buscar. – ¡Tranquila!– se dijo, mientras cerraba sus ojos y trataba de concentrarse. Por inercia comenzó a caminar hacia el Este. Los pasos fueron más rápidos cada vez hasta encontrarse casi corriendo. Divisó una figura que, oculta tras una pared, vigilaba. Se acercó sin ser vista. Con movimientos felinos llegó tras de un árbol y observó con horror la escena. – ¡Estate tranquila, perra!– decía uno de los hombres que intentaba abrir las piernas de la joven. Rasgó su vestido. V FA ER ht N SI tp F Ó :// IC N V ht O E O tp .c N RI :// os ES G vo a P IN .h te AÑ AL ol ca O , .e .c L s o m Amanda perdía fuerzas, sólo escuchaba las carcajadas y sentía el fétido aliento de aquel cerdo en su rostro, mientras que el otro aprisionaba sus brazos. Sus propias voces y entretenimiento evitaron que escucharan la breve pelea que a unos pasos se lidió. Y de pronto una voz, que para Mindy fue celestial, les detuvo. – ¡Hola, chicos! Lamento interrumpir la fiesta– de las sombras emergió una figura que a los hombres nos les pareció muy amenazadora. – Pues bienvenida– dijo el que estaba a punto de violar a la rubia–. También te podemos joder, si es lo que deseas…– con los pantalones aún abajo, el asqueroso tipo le hizo un ademán vulgar con su mano en los genitales. – En realidad, he venido a joderos yo... ¡Pedazos de mierda!– Rohán, casi fuera de sí y enloquecida de rabia, le lanzó una patada al estómago, demasiado rápida como para ser detenida. El hombre cayó casi sin aire. El otro, aún sosteniendo a la pequeña mujer, sacó una navaja de su bolsillo trasero y amenazó con degollarla si se atrevía a hacer un movimiento más– Oh no, no lo harás… Con la frialdad de un iceberg y la rapidez de un rayo, sacó una pistola de entre su espalda y pantalón, le disparó, pero el silenciador evitó que fuese escuchado. El hombre cayó herido del hombro soltando finalmente a su presa que, totalmente asustada, logró gatear a unos pasos de los tres. El tipo que recibió la patada logró incorporarse, pero la alta morena le asestó un golpe en la mandíbula. El crujido sobresaltó a Mindy, que veía con ojos empañados por las lágrimas a su amiga dar cuenta fácil de los delincuentes. El tipo cayó una vez más. Le sangraba la boca. El otro recibió el mismo golpe con igual resultado. – Esto evitará que hables…– dijo, sonriéndoles a cada uno en su turno. Guardó el arma en el mismo lugar del que salió. Se acercó rápidamente a su amiga quien, al tenerla cerca, entró en shock y se desmayó. Rohán la alzó en brazos. Salió del callejón caminando de prisa. Una vez en su apartamento, colocó a la rubia sobre su cama. Amorosamente le acarició la frente, el pelo y las mejillas. Salió de nuevo rumbo a la calle. Encontró un teléfono público y dio aviso a las autoridades de una pelea ocurrida hacía unos minutos. Volvió a su casa, pero Amanda aún no despertaba. En la cocina preparó un té para cuando ella despertara y entró de nuevo a la habitación. La pequeña mujer abrió sus ojos sobresaltada diciendo su nombre. Rohán se sintió feliz de que le llamara a ella y no a alguien más... a Peter Covington, por ejemplo. – Aquí estoy, linda…– dijo, abrazándola tiernamente. Sintió los débiles brazos de la chica aferrarse a su espalda como si la vida fuera a abandonarla y su llanto se desbordó sin pausa. Después de unos minutos de gruesas lágrimas, gemidos y suspiros de dolor, Amanda fue soltando lentamente su amarre, pero aún con su cabeza hundida en el pecho de la morena intentó hablar. – Esos hombres... Ellos iban a... – Shhh, ya pasó, muñequita. ¿No te hicieron nada, de verdad?– su voz fue lo más dulce y tranquilizadora que pudo. La sirena de una patrulla sonó en lo lejos. Cuando la joven rubia la escuchó se sobresaltó nuevamente y encaró a Rohán con miedo. – ¿Los... los... los mataste?– el terror de escuchar la respuesta fue peor que el sentido hacía unos momentos afuera. Ella sonrió de lado y le miró con ternura. – No. Sólo... los dejé fuera de combate por un tiempo; pero se pondrán bien…– la mujer bajó sus ojos con vergüenza ante la confesión que estaba por hacer– Quería matarlos, Mindy. Iba a hacerlo, pero... entonces te mire, tus ojos estaban llenos de terror y... no quise que me vieras así a mí. Eso me aniquilaría… –después de una pausa le extendió la taza de té–. Toma, esto te hará sentir mejor. Las manos de la joven estaban tan temblorosas que decidió dárselo ella misma. La rubia tomaba sorbitos del líquido, permaneció en silencio mientras lo hacía. Una vez terminó de beber, rompió el silencio. – Si no hubieras llegado... – los ojos se llenaron de lágrimas una vez más y Rohán sintió que los suyos les imitaban. – Ya pasó…– acariciaba su mejilla suavemente. – Te llamé... Te llamé desesperadamente. Quería que me salvaras, fuiste la primera persona en la que pensé…– sus ojos se