El capital humano, como la educación y la especialización de la fuerza laboral, es un factor decisivo para el crecimiento económico de un país ya que aumenta la productividad. Aunque España ha mejorado los niveles educativos, todavía no alcanza a las principales potencias europeas. La educación es una inversión a largo plazo que genera beneficios futuros y efectos externos positivos para la sociedad, pero España necesita intensificar sus esfuerzos educativos para igualar a la UE y adaptar el mercado laboral a absorber a la p
1. Alberto Herrero Martín
Capital humano y crecimiento económico
El capital humano resulta decisivo como factor estratégico de crecimiento ya que incide
directamente sobre la productividad de un país. El desarrollo de este factor determinante para
la competitividad a largo plazo viene marcado por decisiones previas de inversión. La
educación y la especialización de la fuerza del trabajo favorecen además la igualdad de
oportunidades. El capital humano sumado al capital físico es parte de las claves del
crecimiento económico.
La sociedad española ha sufrido un gran avance en lo que a nivel educativo se refiere. La
escolarización y la enseñanza universitaria han aumentado considerablemente sobre todo esta
última. Aun así no llegamos a los niveles de estudios superiores de las máximas potencias
europeas. El gasto en educación en proporción al PIB sigue siendo menor que el de la mayoría
estos países.
La educación ha evolucionado tanto en cantidad como en calidad aplicándose nuevos
métodos de enseñanza. Con todo ello, los niveles educativos de la población en edad de
trabajar han aumentado hasta el punto en que actualmente nos encontramos ante una
situación de sobreeducación en el mercado de trabajo que no se ha podido adaptar al rápido
crecimiento del capital humano.
No obstante, queda demostrado que la educación es una inversión imprescindible a largo
plazo puesto que la rentabilidad de los beneficios futuros actualizados menos los costes
presentes es más que significativa. Además, tiene efectos externos ya que una sociedad más
avanzada tiene efectos positivos sobre la tasa de desempleo puesto que la población es más
participativa, abierta a la innovación y por lo tanto al progreso y al aumento de productividad.
Respecto a la situación española podemos percibir dos desajustes en este ámbito. En
primer lugar, se deberían intensificar los esfuerzos educativos para alcanzar niveles de capital
humano comparables a la Unión Europea. En segundo lugar, y no menos importante, adaptar
el mercado de trabajo a la ya mencionada sobreeducación. Para ello es necesario facilitar la
creación de empresas en sectores que demanden mano de obra cualificada, como por ejemplo
las TIC o la biotecnología. Sin esta adaptación se corre el peligro de que gente formada en el
país con gran capacidad productiva terminen por emigrar a otros países comunitarios en busca
de empleo acorde a sus conocimientos con salarios más elevados.