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Ensayo de pedagogia

  1. 8.- Redactar un ensayo científico con un tema no repetitivo del fichero histórico. UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA. CUDEP. TITULO DEL ENSAYO. PEDAGOGIA HUMANISTICA. ESTUDIANTES. CARRERA GUTIERREZ MARLIN CAROLINA 201243405 CALO GARCÍA GLADIS NOHEMI 201249573 CRUZ CANCHAN DELIA JUDITH 200942366 UPUN SAQUEC LOYDA NINETH 201243642 CURSO. Pedagogía general 1 Lic. Erwin Berges. Índice
  2. Índice …………………………………………………………1 Resume………………………………………………………2 Introducción………………………………………………….3 Desarrollo temático………………………………………….4 Pedagogía como ciencia……………………………………5 Complejidad y pedagogía…………………………………...6 La pedagogía como ciencia humana multidisciplinaria……7 Conclusiones…………………………………………………..8 Fuentes de investigación documentales…………………….9 La pedagogía como ciencia humanista. Ramón CALZADILLA Instituto Pedagógico “J. M. Siso Martínez” Universidad Pedagógica Experimental “Libertador”
  3. Enero del 2004 RESUMEN Desde una revisión documental, teórica y analítica, se propone propiciar una discusión crítica y reflexiva acerca de la incertidumbre que se ha generado en torno a la pedagogía como ciencia valorativa y humanista de la persona, fundamentada en una ética que busca la valoración del ser educando y educador; en tanto que la pedagogía „científica y humanista‟ se ha nutrido de otras disciplinas del saber, de sus métodos, de sus teorías, modelos y paradigmas. Esta notoria participación de la pedagogía en el ámbito de la interdisciplinariedad, transdisciplinariedad, pluridisciplinariedad y multidisciplinariedad, requiere de una revisión de los procesos cognitivos de análisis y síntesis que garanticen una formación integral del „formador de formadores‟, que le permita salir del oscurantismo de la especificidad y lo lance hacia la búsqueda del saber pedagógico humanista, para la definitiva realización de una calidad ética de las instituciones educativas de modo dialéctico y en la construcción de una persona moralmente humana, autónoma y con responsabilidad social plena. En conclusión, esta reflexión acerca de la pedagogía como ciencia humanista busca enriquecer la discusión filosófica de la „incertidumbre‟ formativa de la persona humana, dentro de la complejidad de la educación, como proceso fundamental en el desarrollo de los pueblos. Palabras clave: Pedagogía, humanismo, conocimiento científico, complejidad, Multidisciplinaria. 1. INTRODUCCIÓN La pedagogía en el mundo se hace cada día más compleja mientras que la „ciencia‟ pedagógica continúa con sus enfoques simplificados (analíticos) en su práctica. Así, el máximo problema con el que tropiezan los pedagogos tradicionalistas es que no desean que el ser humano esté presente en sus cálculos o no saben cómo hacerle intervenir en su pedagogía teórica, tratando de desconocer que individual y colectivamente la persona es el centro de toda actividad pedagógica: la persona viva y no una abstracción maquinal-programática. Pero el ser humano no es un ser biofísico limitado a consumir ni ser objeto de consumo patronal. Es un ser, sí, que transita de lo individual a lo colectivo, y viceversa, y busca realizarse en sus propios proyectos de vida. Por lo que no es un conjunto de
  4. necesidades: es pasión, es arte, es razón, es constitución de valores, desarrollo de procesos cognitivos, es una síntesis y una complejidad. Es un ser multidimensional, resultando incognoscible sino se le percibe en todas sus dimensiones. Por ello, el intercambio pedagógico ya es complejo, pero lo es más cuando se consideran sus implicaciones culturales, sociopolíticas y éticas. Es necesario, por lo tanto, construir modos de conocimiento pedagógico que se correspondan con ese conjunto de complejidades culturales de aprendizaje que se transforman, a lo largo de la historia y a través de la infinidad de temporalidades característicamente individuales, dentro de la educación emancipadora. El conjunto de todo ello se auto-organiza y evoluciona, según sean en cada momento las construcciones mentales que se hagan los sujetos, y también según las representaciones del pasado que perduren en sus conciencias de libertad (Vilar, 1997). Nos encontramos así conque el pensamiento pedagógico tradicional ha estado obsesionado con el „qué es‟, en lugar de con el „qué puede ser‟; con el análisis y no con la síntesis (De Bono, 1995) de la complejidad pedagógica. Ello no debe sorprender, sobre la base de la formación de los educadores en las escuelas de muro tradicionales. Por ende, es necesario un esfuerzo de integración de los conocimientos, que requiere de parte del docente una relativa experiencia en dinámicas interdisciplinarias y una visión transdisciplinaria del mundo, que tenga de soporte un modelo epistemológico muy cercano a la visión humanista de la realidad, que los docentes en general todavía hoy desconocen (Motta, 1999). Sumándose a ello la carencia de herramientas cognitivas y éticas que le permitan situarse, al docente, frente a la emergencia de la complejidad en las ciencias en particular y en las sociedades en general. Es por ello que la comprensión hacia los demás requiere la conciencia de la complejidad humana (Morin, 2000), sobre todo en el proceso de educatividad y educabilidad humanista. LA PEDAGOGÍA COMO CIENCIA Considerada –primero- como arte de enseñar, a la pedagogía se la tiene en la actualidad como una ciencia particular, social o del hombre, cuyo objeto es el descubrimiento, apropiación cognoscitiva y aplicación adecuada y correcta de las leyes y regularidades que rigen y condicionan los procesos de aprendizaje, conocimiento, educación y capacitación. Pero la pedagogía tiene mucho más de arte
  5. que de ciencia, es decir que acepta sugerencias y técnicas pero que nunca se domina más que por el ejercicio mismo de cada día, que tanto debe en los casos más afortunados a la intuición (Savater, 1997). La pedagogía se ocupa en su esencia del conocimiento, en el tiempo y en el espacio, de las acciones imprescindibles y necesarias que han de realizarse para que tales procesos resulten, a la postre, eficientes y eficaces, tanto para el educando como para el educador. Se considera, entonces, que el arte es uno de los principios de la pedagogía en su concepción de ciencia humanista. En este sentido, el sustrato metodológico de la pedagogía, como ciencia, es materialista y dialéctico (culminando en un proceso de síntesis). Es una parte importante en el contexto de la concepción sistémica de la Ciencia , de aquí que en su avance y perfeccionamiento intervengan el de otros campos que abordan diferentes aspectos de la realidad material y social, de manera concatenada y unitaria. Por otra parte, si se define la ciencia como un sistema de conocimientos escrupulosamente comprobados, encontramos que los conocimientos pedagógicos reúnen estas condiciones. Tales conocimientos se refieren al sistema de relaciones recíprocas entre los miembros de la sociedad, que influyéndose mutuamente realizan el proceso de la educación, en el cual se alcanza el fin de formar a las generaciones tempranas (niños y jóvenes) en el respeto y acatamiento a las normas de la comunidad y en la asimilación de los valores considerados por ésta como deseables. Para la cabal dirección de esas relaciones recíprocas de los miembros de la comunidad, la pedagogía señala y clasifica los métodos más adecuados, función que no desempeña ninguna otra ciencia. Tiene, pues, la pedagogía un objeto propio -la educación- no comprendido en el campo de otra ciencia; posee también un método o serie de métodos, provenientes de otras disciplinas, para abordar la investigación y realización de su objeto; y, por último logra organizar el resultado de sus investigaciones para constituir un sistema unitario de principios y modelos explicativos -educativos- de carácter general. Reúne, por tanto, las condiciones de una verdadera ciencia independiente (Prieto, 1985). Pero en el desenvolvimiento de su praxis la pedagogía también toma en consideración las directrices que se han de seguir, para que en el devenir del proceso de enseñanza se logre el mayor grado posible de aprendizaje, con un esfuerzo mínimo y una eficiencia máxima, premisas -si se quieren- del conocimiento imprescindible que, en base de una relación costo-beneficio aceptable de todo tipo, garantice una educación y
  6. capacitación en correspondencia con las necesidades reales de la educación: un sujeto formado y educado integralmente. Igualmente, la pedagogía es una ciencia en „sentido amplio‟, tiene por objeto a la educación, “... esta se nos ha ofrecido como una tarea y como una realidad humana, individual y social” (Nassif, 1974:52). Esto significa que ninguna disciplina, en su particularidad, puede dar cuenta de la pedagogía como tal: ni la matemática, la sociología, la psicología, etc. Y aunque la pedagogía tiene contacto con las ciencias sociales y naturales, no puede ser comprendida en una concepción restringida de la ciencia. Por otra parte, Meumann (1960) considera que a la pedagogía no le falta nada para ser una ciencia sistemática en sentido estricto; pues tiene un sistema dotado de unidad, dominado de un modo sistemático por un concepto superior: el de la educación, y posee su propia base empírica en las investigaciones pedagógicas empíricas y experimentales. En definitiva, que la pedagogía es una ciencia lo demuestra su propia constitución. Como ciencia está formada por un objeto propio, por una parte de la totalidad real que no participa del campo de las otras ciencias. Se insiste, la pedagogía tiene su objeto peculiar, la educación, que le corresponde exclusivamente a ella; con sus propios métodos: observación, experimentación, comprensión, interpretación, etc., de la realidad educativa; disponiendo -además- de una unidad y sistema (Luzuriaga, 1960). Estas concepciones nos remiten a una definición de pedagogía más integral: es una ciencia con principios humanistas (es arte, pasión, educabilidad, praxis, pensamiento teórico y práctico) fundamentados en la ética de la convivencia y formación del carácter de la persona moral desde las instituciones educativas. COMPLEJIDAD Y PEDAGOGÍA En un primer momento puede entenderse la complejidad como: (...) el fenómeno compuesto por una gran variedad de elementos que mantienen entre sí una gran variedad de relaciones, con interacciones lineales y no lineales, sincrónicas y diacrónicas, la evolución de cuyo conjunto es imprevisible, incluso cuando su auto-organización se orienta por acciones teleológicas, finalistas. (Villar, 1997:18).
  7. Esta acepción nos puede conducir a pensar, en los parámetros de la educación, que la pedagogía es complejidad del conocimiento de lo humano y de lo socio-cultural; asimismo, que se hace cada día más compleja por diversas tendencias, debido a la introducción de tecnológicas novedosas, en cuanto a información y comunicación. Pero también hay complejidad pedagógica, en definitiva, “cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo y que existe un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto” (Morin, 2000: 42). Es la relación de la cultura histórica de los pueblos y la creación proactiva y constante de los humanos. Por esto, la complejidad es la unión entre la unidad y la multiplicidad del ser humano como proyecto humanizante. En este sentido, la educación debe promover una „inteligencia general‟ apta, para referirse, de manera multidimensional, a lo complejo, al contexto en una concepción global. En la misión de promover la inteligencia general de los individuos, la educación del futuro debe emplear los conocimientos existentes, superar las antinomias provocadas por el progreso en los conocimientos especializados, a la vez que identificar la falsa racionalidad. Dicha racionalidad y los desarrollos disciplinarios de las ciencias aportan las ventajas de la división del trabajo, pero los inconvenientes de la super-especialización, del enclaustramiento y de la fragmentación del saber, y producen ceguera cultural (Morin, 2001). Hoy día, el sistema educativo, desde la educación inicial hasta los estudios de postgrado, en lugar de poner correctivos a estos procesos, los obedece y acepta coercitivamente, sobre todo en los currículos ocultos u “objetivos más o menos vergonzantes que subyacen a las prácticas educativas y que se transmiten sin hacerse explícitos por la propia estructura jerárquica de la institución” (Sabater, 1997:52); nos enseña también a aislarnos del contexto junto con los objetos de conocimiento, a separar las disciplinas (más que a buscar su interdisciplinariedad), a separar los problemas más que a integrarlos, generándose cierta „anarquía‟ cognitiva. Por ello es preciso construir, con visión heurísticamente humanista, las posibilidades de articulaciones positivas entre las ciencias, mediante temas que no vuelvan a encerrarlas en su especificidad, sino que las abran a complejidades con las cuales las ciencias están confrontadas. En este sentido, debemos aprender, no a juzgar los saberes, las prácticas, las culturas producidas por las sociedades humanas, sino a cruzarlas, a establecer entre ellas comunicaciones inéditas que nos sitúen como actores y espectadores pedagógicos, de modo que podamos hacer frente a las
  8. exigencias sin precedentes de nuestra época. Porque la complejidad de lo real, el estudio y la gestión de casi todos los problemas pedagógicos, exigen aproximaciones interdisciplinarias, exigen que la educación se involucre con la „red social‟ en el ámbito regional, nacional e internacional en la formación del educando como ciudadano democrático, humanista, en la concreta evolución de la práctica pedagógica siempre pensada para hacer „bien‟, porque el docente es el ser que se acerca primariamente a la bondad de ser persona, supera la coexistencia formativa trascendiendo a la existencia humanizante. Ello puede chocar con la educación tradicional, en la que las personas, formadas cognitivamente en las diversas disciplinas especializadas, dejan de desarrollar plenamente sus aptitudes naturales para contextualizar los saberes tanto como para integrarlos en sus medios naturales. Así, el debilitamiento de la percepción de lo global conduce a la irresponsabilidad y al desconocimiento de la solidaridad entre los elementos componentes del proceso pedagógico. De este modo, relacionando la pedagogía con la complejidad (aunque existe mucha resistencia a su reconocimiento), nos encontramos con que la comprensión hacia los demás requiere la conciencia de la complejidad humana. Porque la pedagogía se conforma -en ocasiones- con transmitir ininteligibilidades, es decir, acepta que éstas lo sean. Parece, al mismo tiempo, soslayar los traumas de la ciencia a costa de renunciar a comprender su complejidad o, al menos, a no exigirse tal cosa. En otras palabras, se acepta que el conocimiento es la elaboración de una imagen finita de una complejidad, que el principio de comunicabilidad de la pedagogía garantiza la posibilidad de su transmisión a otras conciencias y que el principio de inteligibilidad de la ciencia defiende la posibilidad de su descomposición y correspondencia en y con otras disciplinas. Igualmente, el conocimiento científico-pedagógico debe combatir el miedo de ciertas complejidades porque las hace inteligibles. Idéntico efecto logra la pedagogía como ciencia, puesto que transmitir una complejidad, aunque sea con su ininteligibilidad intacta, es una buena terapia contra el miedo. Porque en la relación educando- educador, a mayor complejidad del creador, mayor complejidad del contemplador (Wagensberg, 1998). Porque el acto pedagógico es un acto binario entre dos conciencias que no pueden ser demasiado distantes. Gracias a la pasión, seductores y seducidos deben estar a la misma altura.
  9. Este nivel de empatía exige a la vez, síntesis, diversidad y conflicto, porque la pedagogía es un proceso complejo en su realización social, cultural y política, que se nutre de la autonomía del libre albedrío y la voluntad de las personas, en su expresión discursiva, su civismo ideológico y moral, lo cual comporta un conflicto constructivo en estas acciones, conducente a la evaluación de los fines de la educación. Así, la pedagogía se constituye en un proceso cultural y socio-político complejo, en la vivencia de multiplicidades, competencias y antagonismos entre sus integrantes en el contexto institucional, familiar, comunitario, etc. Ello permite conocer, además, que se presentan antinomias de unidad y conflictividad en la vitalidad de la pedagogía. El docente debe transitar en esa pluralidad, en la complejidad del contexto de lo individual del educando y de sí mismo; en el caos de la teorización y construcción del orden compartido de lo qué es y cómo es, en un devenir en la razón de ser del bien del producto educativo. Igualmente, esta complejidad de la pedagogía es lo que ha permitido el desarrollo de la propia pedagogía como elemento básico de la educación, como principio rector de la reafirmación del ser humano en el contexto de la globalidad, y no entenderla como una simpleza de la vida, porque „la enseñanza educativa‟ tiene como misión transmitir, no saber puro, sino una cultura que permita comprender su condición valorativa del ser y ayudar a vivir de manera humana a la persona en formación, en tanto que favorece un modo del pensar abierto, libre y donde “... la comprensión de la complejidad, en su globalidad, sobreviene a la incertidumbre educativa. Es como pasar de no conocer nada a conocerlo todo, es como cazar la presunta verdad ajena” (Wagensberg, 1998: 115). Una verdad que, al final, es una síntesis de conocimiento y razón instrumental que pretende responder a las complejidades de la actividad pedagógica, teniendo como fin una educación humanista, con responsabilidad social y autonomía del educando y del educador en sus roles que ejercen, de manera productiva y de Bien. LA PEDAGOGÍA COMO CIENCIA HUMANA MULTIDISCIPLINARIA La necesidad de comprender la inmensidad de la realidad, así como el problema de la unidad del ser y del saber, han sido problemas discutidos a lo largo de la historia del pensamiento y de la cultura humana. En esta búsqueda, la cultura occidental optó por
  10. el camino de la ciencia, como la manera de representar la realidad a través de la generación de idealizaciones que han permito lograr anticipaciones de comportamientos de los humanos en las diversas instituciones y ámbitos donde operan. Estas idealizaciones implican un proceso de simplificación, el cual ha resultado muy exitoso y ocupa un lugar privilegiado en el desarrollo del conocimiento en la educación occidental; así fue como se construyó el orden a partir del caos. Así, la diversidad de disciplinas que se ocupan de la educación, que van desde la historia hasta la planificación, del análisis fisiológico a la filosofía, de la sociología a la tecnología, no son más que una parte de una disciplina más general -historia de la educación, psicología de la educación, planificación educativa, etc.-, que tienen en común un objetivo muy preciso: el estudio de las situaciones y de los „hechos educativos‟. Es cierto que a la unidad de la acción educativa las ciencias de la educación oponen un cuadro más bien complejo, pero no porque la acción educativa sea vivida como una acción inmediata entre dos seres puede hacerse su análisis simplemente y sobre el mismo todo. Es pues en relación con su objetivo que las ciencias de la pedagogía encuentran su principio de reagrupación en una familia con unos contornos bastante bien delimitados, en comparación con otros campos de la investigación científica, y que le permiten abordar de una manera fiable la complejidad de la multidisciplinariedad educativa. De esta manera, las unidades complejas, como el ser humano o la sociedad, son multidimensionales; el ser humano es a la vez biológico, psíquico, social, afectivo, racional. La sociedad comporta dimensiones históricas, económicas, sociológicas, religiosas y educativas. El conocimiento pertinente, la multidimensionalidad, permite insertar allí sus informaciones: no se podría solamente aislar una parte del todo sino unas partes de otras; la dimensión pedagógica, por ejemplo, está en inter- retroacciones permanentes con todas las otras dimensiones humanas; es más, la pedagogía conlleva en sí, de manera holográmica: necesidades, deseos, pasiones humanas, que sobrepasan los meros intereses pedagógicos (Morin, 2000), integrándose a un mundo de „poder‟ de conocimiento, que es lo que se denomina „ciencia‟, pero que también es teoría y práctica pedagógicas. Vemos entonces que la ciencia sustentada en el proceso de simplificación posibilita comprender un determinado fenómeno a costa de seccionarlo, dividirlo y eliminarlo así de grandes secciones de la realidad. Para ello, es necesario cubrir física o
  11. mentalmente todo lo que resulte incomprensible o no pueda explicarse por falta de instrumentos de medición o de una teoría que permita comprenderlo. La pedagogía, entonces, se ha visto en la necesidad de integrarse, sin ningún estigma ideológico, a disciplinas científicas, otrora radicales, que secuestraron la ciencia, convirtiéndola en dogma, pero que la globalización de la concepción del hombre las ha obligado a redefinirse, a especificarse y, ha sido esta especificidad la que ha permitido la integración inter, pluri y transdisciplinaria de la pedagogía como ciencia de la educación. Se advierte así que la pedagogía es interdisciplinaria cuando acepta métodos de otras disciplinas (como el método estadístico), es transdisciplinariedad cuando va más allá de las otras disciplinas con las que se integra (generando pedagogía sociológica, comunitaria, laica, etc.), y es pluridisciplinaria porque su objeto de estudio es la educación, mas la educación es abordada -al mismo tiempo- por otras disciplinas, tanto de las ciencias naturales como sociales. Pero, vale la aclaratoria siguiente: No es precisamente la multiplicidad de notas de diferentes campos lo que conforma la esencia de la pedagogía, sino la manera como ella utiliza el material suministrado por otras ciencias en una unidad coherente de principios, para descubrir y poner en función los valores de una cultura, objetivos de la educación para orientar el proceso educativo, creándole las normas de su realización y acabamiento, funciones que no realiza ninguna otra ciencia. (Prieto, 1985: 38). Por estar la pedagogía enclavada en la cultura de los pueblos, su objeto de estudio ha tenido -hoy día- una fuerte demanda de atención de las restantes disciplinas científicas y humanistas. Las personas han reconocido la necesidad de ser unos pedagogos de sus especializaciones, han reflexionado acerca del requerimiento de la humanización del conocimiento, de la valoración de la persona más allá del simple „conocer‟, de sus condiciones en el ejercicio de la profesión en la que se formaron y capacitaron. Pero también las personas aceptan que la especialización exagerada de su adiestramiento educativo actual conduce a la misma pérdida de la cultura general. Pues cada científico y cada estudiante se ven obligados a circunscribirse a su radio de acción. Ya no se preocupan por aprovechar el conjunto a favor de la especialidad. Con una elevadísima modestia, se reducen en una pequeña sección a contribuir al progreso de todo el conjunto, proporcionando el necesario conocimiento detallado.
  12. Además, la especialización es una reacción exagerada hacia la productividad laboral. Se puede ser eficiente en el trabajo que nos corresponda realizar, pero antes, y por encima de la eficiencia, está la persona humana que, mediante una formación integral, como ciudadano con personalidad moral, comprende mejor los fines de su especialidad y adquiere habilidad para superarse. Debemos ser eficientes en la rama especial del trabajo que realizamos, pero no debemos ser menos eficientes como simples seres humanos, con la potencialidad suficiente para conocer de otras disciplinas, de combinar las artes y los oficios, y producir nuevos conocimientos a partir de dicha sinergia. El arte de vivir es una vocación y necesita un adiestramiento tan específico como el de cualquiera de los demás modos para ganarse la vida, el intelecto no puede anclarse en la „especificidad‟, la cual suele no corresponderse con el ejercicio de la profesión. Por ello, es necesario que todos los seres humanos tengan una educación intelectual, una formación integral que esté alimentada por la valoración y exaltación del saber: Y cuanto más hermosa sea esa educación, más inteligente, más fuerte, más grande será la roca del intelecto; cuanto mejor, porque en la misma proporción quiere decir que se elevará a mayores alturas. El que se queda aplastado bajo esta roca es el erudito. El que se sube encima de la roca es el sabio. Y el que, por miedo, ni siquiera se acerca a la roca, es el ignorante. El intelecto de los ignorantes nunca fue educado; el intelecto del erudito fue educado pero nunca pudo trascenderlo; el intelecto del sabio no sólo fue educado, también se las arregló para trascenderlo. Evitarlo no ayudará; uno tiene que ir a través y más allá. (Osho, 1999 : 160). La pregunta es, ¿cómo educar al sabio? Ya Sócrates lo había considerado, se requiere educar a la persona humana. Desde sus inicios el ser humano requiere de una pedagogía humanista, que le valore en su individualidad, como ser único, con sus potenciales y habilidades a desarrollar a lo largo de su vida, interactuando con su contexto personal, pero respetando su propia valoración y su proyecto de vida. Igualmente, a cada persona hay que invitarla a reconocer su ignorancia, a tomar conciencia de ella, lo cual conduce a la „pregunta‟, que como técnica pedagógica implica la búsqueda del saber, de la ciencia. Todo esto es la base de la aceptación de la multidisciplinariedad, del reconocimiento que las distintas disciplinas son un elemento de la complejidad del saber, donde el trabajo del educando y educador consistirá en luchar porque se correspondan las percepciones que se tienen de las actividades humanas.
  13. Se puede pensar, entonces, que la labor pedagógica trasciende la simple información académica, la instrucción momentánea y espacial; es tarea de los docentes enfatizar que su formación especializada es una limitante del saber, que es mucho lo que hay que descubrir en cada una de las personas que se están formando, y diversa la información que deben aportar en la producción de conocimiento. Ello puede explicar que, por ser el ser humano el que hace ciencia, éste tendrá las limitaciones de su formación, de la comunicación de sus investigaciones, de su pedagogía para transmitir la información, de su saber en general. Estas limitaciones en la formación pedagógica del docente, conducen a reflexionar acerca de la apertura de la pedagogía en una complejidad dentro de la trascendencia de la enseñanza educativa, con un concepto de mundo, de la propia vida, del conocimiento, de los valores y de sí mismo, de cómo aprenden, de cómo puede organizar el docente la sociedad, en la que ha de realizar su proyecto vital durante su existencia (Martín, 1999).
  14. Conclusiones * La pedagogía debe plegarse a la racionalidad de la complejidad, que implica una relación intrínseca con la transdisciplinariedad en construcción, pluridisciplinariedad reflexiva, formación moral, superación de las conciencias de clases, asumiendo la historicidad de la persona „en su formación educativa‟ universal. Para que haci se de el cambio que propone la ciencia moderna para la complejidad, y el ser humano lo es, sugiere una evolución dialéctica entre adaptaciones y catástrofes; si existe algún modelo del conocimiento pedagógico trata de adaptarse a eso para que el alumno obtenga mejores conocimientos. * En fin, el progreso de la ciencia pedagógica es, en el fondo, el de toda relación humana, a saber, el producto de una dialéctica entre la propia organización y la adaptación, pero con una fortísima atadura en su contexto: la humanización de la educación, que es una interpretación de la síntesis de la complejidad pedagógica. * Esta complejidad pedagógica debe encontrar su realización en la transformación de la educación superior, en los formadores de formadores, en una crítica permanente, con carácter evaluativo del ejercicio pedagógico y didáctico y en la exigencia de una formación ética y más humana de las personas que hacen vida universitaria. * En fin, la pedagogía debe ser netamente humanista y su cualidad ética debe considerársele como eje fundamental de información y formación del docente universitario, exigiéndole a éste su capacitación pedagógica y didáctica, actualización en el área investigativa, su participación activa en las actividades de extensión, pero sobre todo que asuma plenamente la concepción de la autonomía docente con plena responsabilidad institucional y una conciencia moral de la profesión que dignamente ejerce, dejando a un lado la erudición de la especificidad formativa para „tomar‟ las riendas definitivamente del saber polidisciplinario. Fuentes de investigación documentales. Y referencias bibliográficas. Google.com
  15. http://www.scielo.org.ve/scielo. http://www.misrespuestas.com. 1. De Bono, E. (1995). El pensamiento paralelo. Barcelona, España: Paidós. 2. Ferrater Mora, J. (1951). Diccionario de Filosofía. Buenos Aires: Sudamericana. 3. Flórez, R. (2000). Hacia una pedagogía del conocimiento. Santafé de Bogotá: McGraw-Hill. 4. Luzuriaga, L. (1960). Pedagogía. Buenos Aires: Losada. 5. Martín, F. (1999). La didáctica ante el tercer milenio. Madrid: Síntesis. 6. Meumann, E. (1960). Pedagogía experimental. Buenos Aires: Losada. 7. Mialaret, G. (1977). Ciencias de la educación. Barcelona, España: Oikos-tau. 8. Molins, M. (2001). Luis Beltrán Prieto Figueroa. Su pensamiento político- educacional. Revista de Pedagogía. XXII (65): 467-475. 9. Morin, E. (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Caracas: UNESCO, FACES-UCV, CIPOST. 10. Morin, E. (2001). La cabeza bien puesta. Buenos Aires: Nueva Visión. 11. Motta, R. (1999). Complejidad, educación y transdisciplinariedad. Buenos Aires: Instituto Internacional para el Pensamiento Complejo. 12. Nassif, R. (1974). Pedagogía General. Buenos Aires: Kapelusz.
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