Una profesora preguntó a sus estudiantes cómo saben que Dios existe si no lo han visto. Pedro, un niño tímido, respondió comparando a Dios con el azúcar en la leche, diciendo que aunque no se ve el azúcar, sin él la leche no tendría sabor, al igual que sin Dios nuestras vidas carecerían de significado. La profesora quedó impresionada por la respuesta de Pedro, enseñándole que Dios endulza nuestras vidas cada día aunque no lo veamos.