2. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 1
I. Prueba conceptual1
1. Describa el modelo barroco del templo de Jes´s.
u
2. ¿Qu´ se entiende por arquitectura perecible o ef´
e ımera?
1
Pueden ser utiles los siguientes diccionarios de t´rminos art´
´ e ısticos: Adeline, J.: Vocabu-
lario de t´rminos de arte. Madrid, La Ilustraci´n Espa˜ola y Americana, 1881.- Bassegoda,
e o n
Buenaventura: Glosario de dos mil voces usuales en la t´cnica edificatoria con las respec-
e
tivas definici´n, etimolog´ sinonimia y equivalencia en alem´n, franc´s, ingl´s e italiano.
o ıa, a e e
Barcelona, Gustavo Gili, 1972 (obra reeditada en Barcelona, Editorial T´cnicos Asociados,
e
1976).- Ceballos Jim´nez, Ignacio: Diccionario de t´rminos art´
e e ısticos, por ..., Laura Gonz´lez
a
Pujana y Sagrario Cantalejo. Madrid, Imp. Frama, 1978.- Fat´s, Guillermo, y Borr´s, Gonzalo:
a a
Diccionario de t´rminos de Arte y elementos de Arqueolog´ y Numism´tica. Zaragoza, Ana-
e ıa a
tole, 1973 (reeditado en Zaragoza, Editorial Guara, 1980).- Janneau,Guillaume: Dictionnaire
des termes d’art... (S.l.) Editions Garnier Fr´res (1980).- Madariaga, Luis: Diccionario de
e
Arquitectura. Madrid, Ed. Tesoro, 1970 (Biblioteca Koel) y Diccionario de Pintura y Dibujo.
Madrid, Ed. Tesoro, 1971 (Biblioteca Koel).- Paniagua, J. R.: Vocabulario b´sico de Arquitec-
a
tura. Madrid, Ed. C´tedra, 1978.- Perouse de Montcl´s, Jean Marie: Principes d’analyse sci-
a o
entifique: Architecture. M´thode et Vocabulaire. Paris, Imprimiere Nationale, 1972. Minist`re
e e
des Affaires Culturelles.- Ware, Dora, y Beatty: Diccionario manual ilustrado de Arquitectura.
Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 1969 (reeditado en 1977).
3. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 2
3. Ind´
ıquese la disposici´n de un “santuario de peregrinaci´n” portugu´s de la
o o e
primera mitad del siglo XVIII.
4. ¿Qu´ es el est´
e ıpite?
5. ¿Qu´ es una c´pula encamonada?
e u
6. ¿Qu´ son los pasadizos?
e
4. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 3
7. ¿Qu´ es una “portalada”?
e
8. Descripci´n de una “hacienda” sevillana.
o
9. ¿Qu´ son los pazos?
e
10. Def´
ınase la columna salom´nica.
o
5. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 4
11. ¿Qu´ es un camar´
e ın?
12. ¿Qu´ es un transparente?
e
13. ¿Qu´ se entiende por relieve pict´rico?
e o
14. ¿Qu´ es el “presepe”?
e
6. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 5
15. ¿Qu´ son los elementos postizos?
e
16. ¿Qu´ se entiende por “escultura fingida”?
e
17. Expl´
ıquese el por qu´ de la supremac´ de la pintura sobre la escultura en
e ıa
Madrid.
18. Ind´
ıquense las partes de un retablo.
7. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 6
19. ¿Qu´ es un baldaquino?
e
8. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 7
II. Comentario de dos de los diez libros siguientes:
1. De la introducci´n (p´gs. 41-60) y de la primera parte, La naturaleza de
o a
la transformaci´n estil´
o ıstica (p´gs. 61-125), del libro de E. W¨lfflin titu-
a o
lado Renacimiento y Barroco (Madrid, Alberto Coraz´n, 1977). Extensi´n
o o
m´xima, dos hojas.
a
2. De la introducci´n, La cultura del Barroco como concepto de ´poca (p´gs.
o e a
21-52), del libro de Jos´ Antonio Maravall, La cultura del Barroco (Barcelona,
e
Ed. Ariel, 1975). Extensi´n m´xima, dos hojas.
o a
3. Del cap´
ıtulo I, Aspectos generales, de la Escultura barroca en Espa˜a, 1600-
n
1770 de Juan Jos´ Mart´ Gonz´lez (Madrid, C´tedra, 1983). Extensi´n
e ın a a o
m´xima, dos hojas.
a
4. De la colaboraci´n de Alfonso Rodr´
o ıguez G. de Ceballos, “Los fondos ar-
quitect´nicos de la pintura del Siglo de Oro” (p´gs. 223-242), del libro
o a
titulado “El Siglo de Oro de la Pintura Espa˜ola”, escrito por varios au-
n
tores (Madrid, Fundaci´n Amigos del Museo del Prado, 1991. Biblioteca
o
Mondadori BM 22). Extensi´n m´xima, dos hojas.
o a
5. De los cap´ıtulos I, Los or´ıgenes y el siglo XVI (p´gs. 15-32) y II, El siglo
a
XVII (p´gs. 33-58), del libro de Juan Antonio Gaya Nu˜o titulado Histo-
a n
ria de la Cr´ıtica de Arte en Espa˜a (Madrid, Ibero Europea de Ediciones,
n
1975). El comentario no deber´ sobrepasar la extensi´n de tres hojas. F´
a o ıjese
especialmente en los p´rrafos dedicados a la literatura arquitect´nica y re-
a o
flexi´nese sobre la importancia y la influencia de los tratadistas espa˜oles
o n
en la pr´ctica art´
a ıstica del Barroco.
6. De la introducci´n (p´gs. 21-37) y del cap´
o a ıtulo III, Bernini y Borromini
(p´gs. 84-121) del libro de V´
a ıctor L. Tapi´ titulado Barroco y clasicismo
e
(Madrid, Ediciones C´tedra, 1978). Extensi´n m´xima, dos hojas.
a o a
7. De los cap´ıtulos I, II y III (p´gs. 13-65) del libro El concepto de espacio
a
arquitect´nico desde el Barroco a nuestro d´ (Buenos Aires, Ed. Nueva
o ıas
Visi´n, 1973), de Giulio Carlo Argan. Extensi´n m´xima, dos hojas.
o o a
8. De los cap´ıtulos III (Las pasiones del alma), IV (La visi´n trascendente de
o
la realidad y la tradici´n aleg´rica) y V (El Espacio) (p´gs. 69-162) del
o o a
libro de John Rupert Mart´ “Barroco” (Madrid, Xarait Ediciones, 1986).
ın,
Extensi´n m´xima, dos hojas.
o a
9. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 8
9. Del cap´
ıtulo La arquitectura y el urbanismo (p´gs. 567-669) de A. Bonet
a
Correa en Historia de Espa˜a, Tomo XXVI. El Siglo del Quijote (1580-
n
1680). Vol. II. Las Letras. Las Artes, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1986.
10. Del cap´ıtulo Pintura y Escultura (p´gs. 671-754) de A. E. P´rez S´nchez en
a e a
Historia de Espa˜a. Tomo XXVI. El Siglo del Quijote (1580-1680). Vol.
n
II. Las Letras. Las Artes. Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1986.
11. Del cap´ ıtulo V, Posici´n econ´mica de los artistas (Signos de bienestar. El
o o
arte a trav´s del dinero. No pagar impuestos), p´gs. 195-214, del libro
e a
titulado “El artista en la sociedad espa˜ola del Siglo XVII”, por Juan Jos´
n e
Mart´ Gonz´lez. (Madrid, C´tedra, 1984). Extensi´n m´xima: tres hojas.
ın a a o a
10. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 9
III. Pruebas de ensayo
1. Redacci´n del tema siguiente:
o
Coincidencias y diferencias entre las escuelas barrocas de escultura castellana
y andaluza.
En la redacci´n de esta prueba se tendr´n en cuenta las reproducciones que
o a
se adjuntan, que deber´n comentarse mediante un an´lisis de las formas.
a a
Como obra b´sica se recomienda la consulta del libro de Juan Jos´ Mart´
a e ın
Gonz´lez titulado Escultura barroca en Espa˜a 1600-1770. (Madrid, C´tedra,
a n a
1983). Tambi´n del mismo autor: El artista en la sociedad espa˜ola del siglo
e n
XVII (Madrid, C´tedra, 1984); Escultura barroca castellana (Tomo I: Madrid,
a
Fundaci´n L´zaro Galdeano, 1959. Tomo II: Valladolid, 1971); El escultor Gre-
o a
gorio Fern´ndez (Madrid, Ediciones del Ministerio de Cultura, 1980); El Museo
a
Nacional de Escultura de Valladolid (Madrid, Everest, 1989). De Mar´ Elena
ıa
G´mez Moreno: La escultura del siglo XVII (Madrid, 1963. “Ars Hispaniae”).
o
De R. Otero T´nez: El Barroco y el Rococ´. La escultura. Tomo IV de la Historia
u˜ o
del Arte Hisp´nico
a
(Madrid, Ed. Alhambra, 1980).
12. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 11
1. Gregorio Fern´ndez: “Cristo Yacente”.
a
Hacia 1606. Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
2. Juan de Mesa:
“Jes´ s del Gran Poder”.
u
1620. San Lorenzo, Sevilla.
13. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 12
3. Gregorio Fern´ndez: “Inmaculada”.
a
Antes de 1620. Encarnaci´n de Madrid.
o
4.Alonso Cano: “Inmaculada”.
1655. Catedral de Granada.
Facistol del coro.
14. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 13
5. Pedro de Mena: “Dolorosa”.
Catedral de Cuenca.
6. Jos´ Risue˜o (1665-1732):
e n
“Virgen del Rosario”.
Cartuja de Granada.
15. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 14
7. Gregorio Fern´ndez: “Bautismo de Cristo”.
a
(Altorrelieve) (Museo de Valladolid).
(Hacia 1614).
8. Juan Mart´ ınez Monta˜´s:
ne
“Adoraci´n de los pastores”
o
(1609-1613). Retablo de S. Isidro del Campo.
Santiponce (Sevilla).
16. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 15
9. Pedro Rold´n: “Entierro de Cristo” (1679).
a
Retablo del Hospital de la Caridad de Sevilla.
10. Pedro de Mena: “Mar´ Magdalena”.
ıa
1664. Valladolid. Museo Nacional de Escultura.
17. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 16
11. Pedro Duque Cornejo: “Magdalena”.
1723-1728. Cartuja de Granada.
12. Alonso Cano: “Cabeza de San Pablo”.
Catedral de Granada.
18. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 17
13. Jos´ de Villabrille y Ron:
e
“Cabeza de San Pablo”. (1707).
Valladolid, Museo Nacional de Escultura.
14. Gregorio Fern´ndez: “San Bruno”.
a
1634. Museo Nacional de Escultura.
19. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 18
15. Manuel Pereira: “San Bruno”.
1624-1635. Cartuja de Miraflores de Burgos.
16. Mart´
ınez Monta˜´s: “San Bruno”.
ne
1634. Museo de Bellas Artes de Sevilla.
20. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 19
17. Gregorio Fern´ndez: “Santa Teresa de Jes´ s”.
a u
1625. Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
18. Pedro de Mena: “San Francisco de As´ ıs”.
1663. Catedral de Toledo.
21. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 20
19. Juan Mart´ınez Monta˜´s: “San Jer´nimo penitente”.
ne o
1609-1613. San Isidoro del Campo. Santiponce (Sevilla).
22. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 21
2. Redacci´n del tema siguiente:
o
Evoluci´n tipol´gica de las fachadas de los edificios barrocos espa˜oles. Sus
o o n
modelos europeos y las aportaciones originales.
En la realizaci´n de este tema se analizar´n detenidamente, como ejemplos a
o a
tener en cuenta, las reproducciones que se publican a continuaci´n, haciendo ver
o
las diferencias y coincidencias formales existentes entre ellas.
Para la realizaci´n de este estudio se recomienda la bibliograf´ siguiente:
o ıa
– Bonet Correa, Antonio: Iglesias madrile˜as del siglo XVII. 2 a ed. Madrid,
n
C.S.I.C., Instituto “Diego Vel´zquez”, 1984.
a
– Bonet Correa, Antonio: La arquitectura en Galicia durante el siglo
XVII. 2a ed. Madrid C.S.I.C., Instituto “Diego Vel´zquez”, 1986.
a
– Bonet Correa, Antonio: Arquitectura barroca en Andaluc´ Barcelona,
ıa.
Pol´
ıgrafa, 1978.
– Kubler, George: Arquitectura de los siglos XVII y XVIII. Madrid, Plus
Ultra, 1957. en “Ars Hispaniae”, vol. XIV.
– Wittkower, Rudolf: Arte y arquitectura en Italia: 1600-1750. Madrid,
C´tedra, 1979.
a
– Blunt, Anthony: Arte y arquitectura en Francia 1500-1700. Madrid,
C´tedra, 1977.
a
23. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 22
Fig. 20
Fig. 21
24. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 23
Fig. 22
Fig. 23
25. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 24
Fig. 24
Fig. 25
26. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 25
Fig. 26
Fig. 27
27. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 26
Fig. 28
Fig. 29
28. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 27
Fig. 30
Fig. 31
29. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 28
3. Comentario sobre la arquitectura de los pintores–arquitectos del
barroco en Espa˜ a.
n
Una de las pol´micas m´s interesantes del barroco espa˜ol es el debate man-
e a n
tenido entre arquitectos y pintores–arquitectos en la configuraci´n de un nuevo
o
lenguaje arquitect´nico. Las consecuencias de ese debate han influido notable-
o
mente, hasta tiempos recientes, en los propios estudios de historia de la arquitec-
tura de los siglos XVII y XVIII. Las obras y supuestos te´ricos defendidos por
o
artistas como Alonso Cano, Vel´zquez, Herrera Barnuevo, Herrera el mozo, etc.
a
tuvieron unos cr´ıticos permanentes en arquitectos de profesi´n como J. G´mez
o o
de Mora o Fray Lorenzo de San Nicol´s, entre otros.
a
Problemas de intrusismo profesional, el estatuto liberal del artista, los nuevos
lenguajes figurativos y formales, la figura del artista, el parang´n entre las artes,
o
son temas que surgir´n, entre otros, a la hora de enfrentarse con este debate de
a
amplia resonancia y significaci´n para comprender las peculiares caracter´
o ısticas
de la arquitectura espa˜ola.
n
Para realizar el comentario deben utilizarse los estudios, mencionados en la
bibliograf´ del programa de la asignatura, de A. Bonet Correa; J.J. Mart´
ıa ın
G´nzalez; A. Rodr´
o ıguez de Ceballos y F. Calvo Serraller. Entre los tratados de
la ´poca es necesario consultar los de F. Pacheco; V. Carducho y A. Palomino.
e
Como textos–gu´ para iniciar el comentario se reproducen dos, uno del his-
ıa
toriador ilustrado E. Llaguno, que tanta influencia tendr´ en la posterior valo-
a
raci´n de este fen´meno hasta tiempos recientes, y otro de D. Mantuano, pintor–
o o
arquitecto que particip´ en un concurso para restaurar el Monasterio del El Esco-
o
rial despu´s del incendio de 1671, compitiendo con otros proyectos de arquitectos
e
como Gaspar de la Pe˜a; Jos´ del Olmo; Fray Lorenzo de San Nicol´s; Bartolom´
n e a e
Zumbigo o el Hermano Bautista.
30. 02525 Historia del Arte Espa˜ol Mod. y Cont. Primera prueba
n 29
1. (Biograf´ de Alonso Cano)
ıa
“De aqu´ naci´ la delirante secta borrominesca, que difundida inmediatamente
ı o
en Espa˜a logr´ a´n mayor s´quito que en el pa´ donde tuvo su origen (se refiere
n o u e ıs
a Italia y a Borromini), principalmente entre pintores y tallistas, que eran los
que dise˜aban casi todas las obras de alguna consideraci´n. Si Alonso Cano se
n o
anticip´ a acreditarla, como se infiere de lo que dice Palomino, podremos dejarle
o
con su gran m´rito en la pintura y escultura, y dudar que en la arquitectura
e
merezca elogio.
De una vez para siempre quiero a˜adir que yo por mi parte fio muy poco de
n
la arquitectura de nuestros pintores de casi todo el siglo pasado (el XVII) y aun
estoy en la creencia de que se les debe atribuir en gran parte la corrupci´n a que
o
lleg´ entre nosotros. Se pondera a favor de los pintores la facilidad de hacerse
o
arquitectos con el ejemplo de algunos italianos, que han sido sublimes en ambas
cosas; llegando a asegurar que no ha habido buen arquitecto que antes o al mismo
tiempo no haya sido pintor o escultor, sin embargo de que no lo fueron Palladio;
Sacamozzi; I˜igo Jones; Juan de Herrera ni otros hombres eminentes”.
n
E. Llaguno, Noticia de los arquitectos y arquitectura de Espa˜a. Madrid, 1929.
n
Vol. IV, p´gs. 39–40.
a
2. (D. Mantuano, pintor y escen´grafo bolo˜es, experto en quadratura, trabaj´
o n o
al servicio del Marqu´s de Heliche y de Felipe IV).
e
Defendiendo su proyecto, que fue criticado por no ser arquitecto, para El
Escorial, escribe en 1672:
“. . . los mayores arquitectos han sido pintores, s´lo quiero nombrar
o
cinco, que fueron Bramante pintor, que suscit´ la buena Arquitectura
o
despu´s de los Godos; Micala˜e y el Bonaroti; Sebastiano Serlio mi
e n
paisano; y Jacobo de Vi˜ola tambi´n mi paisano, ejerc´ la pintura,
n e ıan
como yo, y tenemos muchas obras al fresco en mi patria. . . y ahora
el m´s aprobado arquitecto, que hay en toda Italia es el caballero
a
Bernini; el cual era escultor, y para llegar a la cumbre de la arquitec-
tura se dio a la Pintura para ser Arquitecto. . . y en fin s´lo en Espa˜a
o n
no quieren ser Arquitectos (los pintores).
Archivo Hist´rico Nacional, C´mara de Castilla, leg. 16.196.
o a
33. CONSULTAS
REFERENTES AL CONTENIDO DE LOS TEMAS Y METODOLOG´ DE SU ESTUDIO
IA
RESPUESTAS DEL PROFESOR
´
EVALUACION PRUEBA OBJETIVA PRUEBA DE ENSAYO
Aciertos
Errores
Omisiones
TOTAL TOTAL
35. 02525 Historia del Arte Espa~ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 1
I. Prueba de iniciacin a la investigacin
o o
Comentario de una obra artstica de cualquier gnero de su localidad o
e
provincia o autonoma, correspondiente a las tendencias Neoclsica o de los
a
siglos XIX y XX.
Este estudio deber hacerse bajo la direccin y el asesoramiento del profesor
a o
tutor de esta asignatura en su centro Asociado a la UNED, quien le aceptar a
el tema y le orientar tanto metodolgicamente como en la posible b squeda
a o u
documental y bibliogr
36. ca a que hubiera lugar.
a
El trabajo, de una extensin entre los 10 y los 25 folios mecanogra
37. ados,
o
es independiente a la fecha de entrega de esta evaluacin a distancia nmero
o u
2. Deber enviar al Departamento de Historia del Arte de la Sede central de
a
la UNED una copia o fotocopia del trabajo, siempre, lgicamente, acompa~ada
o n
de una fotografa o reproduccin de la obra de arte escogida, y de la bibliograf
o a
consultada. El estudio tiene que remitirse a dicho Departamento entre los das
15 y 30 de abril de 1995. No se aceptarn los enviados despus de esta fecha
a e
para que su correccin no se junte con la de las segundas pruebas personales.
o
La cali
38. cacin obtenida en este trabajo de iniciacin a la investigacin
o o o
servir para aumentar la nota de la segunda prueba personal en 0'5, 1, 1'5 y
a
2 puntos segn su calidad. Nunca la bajar, excepto cuando sea una copia de
u a
publicaciones existentes. Estos trabajos no sern devueltos por correo, sino de
a
forma personal. De ah que se pre
39. era recibir una copia o fotocopia.
Este trabajo de iniciacin a la investigacin tiene un carcter voluntario. Se
o o a
cali
40. car teniendo en consideracin la originalidad del tema elegido, el mtodo
a o e
empleado, las fuentes bibliogr
45. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 4
II. Comentario de uno de los libros siguientes
1. Del captulo El siglo XIXquot; (pgs. 222-293), del libro Historia de la
a
pintura francesa, de Pierre Francastel (Madrid, Alianza Editorial, 1970).
2. Del libro de Francisco Jos Len Tello y Virginia Sanz Sanz, titulado
e o
Esttica y teora de la Arquitectura en los tratados espa~oles del siglo
e n
XVIIIquot; (Madrid, C.S.I.C., 1994), se resumir de la pg. 587 a la 635
a a
sobre la formacin del arquitecto (Teor del arquitectoquot;).
o a
3. Del cap tulo Los textos y tratados de arquitectura en la Espa~ a ilustrada
n
(pgs. 55-91) del libro de Carlos Sambricio, La arquitectura espa~ola de
a n
la Ilustracin, Madrid, 1986.
o
4. Del captulo Las vertientes neomedievales (pgs. 195-278) del libro de
a
Javier Hernando, Arquitectura en Espa~a 1770-1900 (Ed. Ctedra, Ma-
n a
drid, 1989).
5. Del cap
tulo VII, El Neogticoquot; (pgs. 316-358), del libro de Robin Mid-
o a
dleton y David Watkin, Arquitectura moderna (Madrid, Aguilar, 1979).
6. Del captulo IV, La crtica a las primeras vanguardias y el rechazo de la
Historia como tradicin (pgs. 187-228), del libro titulado El Siglo XX.
o a
Entre la muerte del Arte y el Arte Moderno de Alfredo Aracil y Delf n
Rodrguez (Madrid, Istmo, 1982. Coleccin Fundamentos, 80).
o
7. De la segunda parte, Historicismo (pgs. 57-129), del libro titulado Los
a
ideales de la arquitectura moderna; su evolucin (1750-1950) de Peter
o
Collins (Barcelona, Gustavo Gili, 1981 [4a ed.]).
8. De los ep
grafes 2 (La persistencia del elemento clsico), 3 (La in
uencia
a
medieval en la prctica arquitectnica) y 4 (En busca de la nueva ciudad
a o
ortogonal) (pgs. 314-335), de la colaboracin Las artes plsticas en
a o a
Espa~a (1833-1868)quot; de Jos E. Garc Melero en el tomo XIV, titu-
n e a
lado La Espa~a liberal y romntica, de la Historia General de Espa~a y
n a n
Amrica (Madrid, Rialp, 1983).
e
9. Del cap
tulo 2 ( L'exemplum virtutis) del libro de Robert Rosemblum,
Transformaciones en el arte. Iconograf y estilo entre el Neoclasicismo
a
y el Romanticismo (Madrid, Taurus, 1986).
46. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 5
10. Del Captulo titulado Artistas espa~oles en Parsquot;, pp. 515-534, del
n
libro Pintura y escultura espa~olas del siglo XX (1900-1939 y 1939{
n
1990) de Valeriano Bozal. Madrid, Espasa Calpe, 1992. Summa Artis,
v. XXXVI-XXXVII.
11. Del cap
tulo 5, El romanticismo y la historiaquot;, pp. 111-167, del libro
El pensamiento romntico y el arte en Espa~aquot; de Javier Hernando
a n
(Madrid, Ctedra, 1995).
a
12. Del captulo titulado Predicamentos del arte del siglo XXquot; (pgs. 13-
a
60) del libro de Jess Vi~uales Gonzlez, Criterios de valoracin del
u n a o
arte actualquot; (Madrid, U.N.E.D., 1995. Aula Abierta A.A.85).
48. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 7
III. COMENTARIOS DE TEXTOS
El alumno har uno de los comentarios (A, B y C) que a continuacin se
a o
publican, pudiendo elegir de entre los tres.
No obstante, se recomienda la lectura de los tres ejercicios, pues pueden
ser objeto de examen en la prueba presencial.
A) Comentario de los textos adjuntos que se re
49. eren a la consideracin de o
las artes medievales, en especial del estilo gtico, durante el neoclasicismo
o
romnticoquot; y el romanticismoquot;.
a
En las dcadas
50. nales del siglo XVIII y en las primeras del XIX se gesta-
e
ron algunas de las principales coordenadas estticas que mejor suelen de
51. nir
e
tpicamente al arte romntico. Una de las ms signi
52. cativas es el inicio de la
o a a
revaloracin de los estilos de la Edad Media, sobre todo del gtico, que tanta
o o
atraccin ejerci durante el diecinueve en la potica y en la prctica del arte.
o o e a
Tuvo lugar entonces el per odo que muchos historiadores suelen denominar
del neoclasicismo romnticoquot;, momento en el cual determinados autores han
a
querido ver un instante de tensin y hasta de contradiccin entre una forma-
o o
cin, un credo y una voluntad clasicistas y un gusto siempre creciente hacia las
o
formas medievales. Sin duda, fue el historicismo dieciochesco el principal ins-
pirador de esta circunstancia y la historia y la re
exin sobre las realizaciones
o
artsticas del pasado el hilo conductor del per odo extenso que se desarrolla
entre 1750 y 1875.
En el anlisis de estas fuentes literarias el alumno considerar los aspectos
a a
siguientes:
1.- Breve comentario general sobre cada texto.
2.- Anlisis y comparacin entre las diferentes clasi
53. caciones, denominacio-
a o
nes, cronolog y per
as odos que cada uno de los autores establece de la
Edad Media en relacin con las usadas en la actualidad.
o
3.- Por medio de qu estilo se codi
55. nales del siglo
e e
XVIII las artes medievales? Raznese la respuesta entresacando prrafos
o a
signi
56. cativos de los textos.
4.- Hay en estos autores una contradiccin real entre su formacin clsica
o o a
y su gusto hacia el gtico? Por qu?
o e
5.- Hay una cr tica de la historiograf romntica, personi
57. cada aqu en
a a
Caveda, hacia la neoclsica por no haber visto con claridad la diversidad
a
de los estilos de la Edad Media? Raznese la respuesta.
o
58. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 8
6.- Existe una correlacin en Espa~a entre la teor y la prctica arquitec-
o n a a
tnica goticista durante estos per
o odos?
Como bibliograf complementaria se recomiendan las publicaciones si-
a
guientes:
{ Azcarate , J. M.: Valoracin del gtico en la esttica del siglo XVIIIquot;.
o o e
En El Padre Feijoo y su sigloquot;. Oviedo, 1966. Pp. 525-544. (Cuader-
nos de la Ctedra de Feijooquot;, nm. 18).
a u
{ Henares Cuellar , Ignacio: La teora de las artes plsticas en Espa~a
a n
en la segunda mitad del siglo XVIII. Granada, Departamento de Historia
del Arte de la Universidad, 1977. Cap. IV. El Oriente y la Edad Media
en el historicismo del setecientos.
{ Garc
a Melero o a
, J. E.: La visin del Romnico en la historiografa
espa~ola del Neoclasicismo romnticoquot;. En Espacio, tiempo y forma,
n a
nm. 1. Madrid, U.N.E.D., 1988, pp. 139-186. Tambin del mismo au-
u e
tor: Realizaciones arquitectnicas de la segunda mitad del siglo XVIII
o
en los interiores de las catedrales gticas espa~olas.quot; En Espacio, tiempo
o n
y forma, nm 2, serie VII. Madrid, U.N.E.D., 1989. pp. 223{286. Es-
u
piritualidad y esttica: las transformaciones en los exteriores de las ca-
e
tedrales gticas espa~olas en el siglo XVIIquot;. En Hispania Sacra, nm.
o n u
41, 1989, pp. 603{640. Madrid, Centro de Estudios Histricos, C.S.I.C.,
o
1989.{ Bases metodolgicas para el estudio de las transformaciones ar-
o
quitectnicas de las catedrales gticasquot;. En IV jornadas de Arte. El
o o
arte en tiempo de Carlos IIIquot;, pp. 125{135. Madrid, Instituto Diego
Velzquezquot; del C.S.I.C., 1989.
a
Desde el punto de vista universal:
{ Patetta , Luciano: L'Architettura dell'eclettismo. Fonti, teorie, modelli,
1750-1900. Milano, Grabiele Mazzota editore, 1975.
..............................
59. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 9
{ Jovellanos , Gaspar Melchor: Historia y destino de las Bellas Artes
en Espa~a. Oracin pronunciada en la Academia de Bellas Artes de San
n o
Fernando por el ... Barcelona, Imp. de Joaqu Verdaguer, 1840. 64 p.
n
17,5 cm.
..............................
(: : : ) (P. 10) Pero las irrupciones de los septentrionales hicieron de nuevo
Espa~a un teatro de desolacin y de ruinas. Mrida, Tarragona, Itlica,
a n o e a
Sagunto, Numancia y Clunia, ofrecen todav los curiosos una idea de la
a a
magni
60. cencia romana, y del esp ritu destructor que animaba los feroces
a
Wisigodos.
Aqu ser preciso, Se~or Excelent
a n simo, interrumpir el curso de nuestra
oracin, y pasar de un salto el vac que nos presenta la historia de los conoci-
o o
mientos humanos. En este vac se hunden un mismo tiempo la literatura, las
o a
ciencias, las artes, el buen gusto, y hasta el genio criador que las pod repro-
a
ducir. Parece que cansado el esp ritu humano de las violentas conclusiones con
que la hab a
igido el desenfreno y la barbarie, dorm profundamente, ne-
an a
gado toda accin y ejercicio, abandonando el gobierno del mundo al capricho
a o
y la ignorancia.
En el espacio de muchos siglos casi no encontramos las artes sobre la tierra;
y si de cuando en cuando divisamos algunos de sus monumentos, es tal, que
apenas nos libra de la duda de su existencia: as como aquel r que despus
o e
de haber conducido penosamente sus aguas por sitios pedregosos y quebrados,
desaparece repentinamente de nuestra vista sumido en los abismos de la tierra,
y vuelve brotar despus de trecho en trecho, no ya rico y majestuoso como
a e
(p. 11) antes era, sino pobre, des
61. gurado, y con ms apariencias de lago que
a
de ro.
En medio de las tinieblas que cubr la Europa en esta poca triste y me-
an e
morable, divisamos Espa~a haciendo grandes esfuerzos para sacudir el yugo
a n
de la ignorancia, y buscar su ilustracin. En el siglo XII vemos en ella abiertos
o
estudios pblicos para la ense~anza de las ciencias, y artes liberales: en el XIII
u n
aparece la lengua castellana despojada de su antigua rudeza, y cubierta ya de
esplendor y majestad. Los poetas, los historiadores y
63. nalmente, un sabio legislador quien deben eternas alabanzas
a
otras ciencias, produce un cdice admirable, que ser perpetuo testimonio de
o a
los progresos del esp ritu humano en aquel tiempo.
64. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 10
Por entonces vuelven parecer las bellas artes en Espa~ a, des
65. guradas
a n e
imperfectas la verdad, mas no por eso indignas de la especulacin de los
a o
a
66. cionados. La arquitectura especialmente ofrece muchos monumentos dignos
de admiracin por su inmensa grandeza, por el lujo de sus adornos, y por la
o
delicadeza de su trabajo.
Los romanos hab hecho primero ms complicados los principios de este
an a
Arte, a~adiendo los tres rdenes griegos el toscano y el compuesto, y des-
n a o
67. gurando despus todos los rdenes, con adornos extra~ os. Los griegos del
e o n
bajo imperio empezaron alterar los principios y reglas de proporcin de la
a o
arquitectura antigua; y los rabes y alemanes (p. 12) trabajando imitacin
a a o
de estos griegos; pero sin ning n sistema cierto de proporcin, produjeron dos
u o
especies de arquitectura, la ultima de las cuales se dio impropiamente el
a
nombre de Gtica.
o
Ambas se ejercitaron en Espa~ a con esplendor desde el siglo XIII, y a n
n u
se ven algunas obras, donde se observa confundido el gusto de una y de otra.
Parece que esta arquitectura representa el carcter de los tiempo en que fue
a
cultivada. Grosera, slida y sencilla en los castillos y fortalezas; seria, rica y
o
cargada de adornos en los templos; ligera, magn
68. ca y delicada en los palacios,
retrataba en todas partes la marcialidad, la supersticin, y la galanter que
o a
distingui los nobles de los siglos caballerescos.
o
Pero sobre todo es admirable en los templos. Qu suntuosidad!, qu
e e
delicadeza!, qu seriedad tan augusta no admiramos todav en las clebres
e a e
iglesias de Burgos, de Toledo, de Len y Sevilla! Parece que el ingenio de
o
aquellos artistas apuraba todo su saber para idear una morada digna del Ser
Supremo. Al entrar en estos templos, el hombre se siente penetrado de una
profunda y silenciosa reverencia, que apoderndose de su esp
a ritu, le dispone
suavemente la contemplacin de las verdades eternas.
a o
Pero examinad las partes de estos inmensos edi
69. cios la luz de los prin-
a
cipios del arte. Qu multitud tan prodigiosa de delgadas columnas, reunidas
e
entre s para formar los apoyos de las altas bvedas!, qu profusin, qu lujo en
o e o e
los adornos! (p. 13), qu menudencia, qu numiedad en el trabajo!, qu labe-
e e e
rinto tan intricado de capiteles, torrecillas, pirmides, templetes, derramados
a
sin rden y sin necesidad por todas las partes del templo!, qu desproporcin
o e o
tan visible entre su anchura, y su elevacin!, entre las partes sostenidas, y las
o
que sostienen!, entre lo principal, y lo accesorio!
Lo mismo se puede decir de la pintura y escultura contemporneos. Alguna
a
vez hallamos en las obras de aquel tiempo ciertos rasgos de ingenio, que nos
sorprenden: nobleza en los semblantes, expresin en las actitudes, gentilezas en
o
las formas; grandiosidad en los pliegues; sin que por eso el todo de las
71. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 11
de la ms exacta proporcin. Al lado de una
72. gura lngida y esbelta, se halla
a o a
tal vez otra enana y reducida. Las edades y los sexos no se distinguen por la
simetr sino por el tama~o de las
74. n, los movimientos de aquel
a, n
tiempo no nos ofrecen la idea de otra proporcin, que la que determinaba el
o
ojo del artista.
Y ved aqu se~ores, por qu, desde el siglo XII al XV, se hicieron tan cortos
, n e
adelantamientos en las artes. Como en ellas no se segu un sistema
75. jo de
a
proporciones, sus progresos, tales cuales fuesen nunca pod llevarlos hasta la
an
perfeccin. El artista buscaba la belleza en su idea, y girando continuamente
o
dentro de este c rculo, donde no exist se fatigaba en vano sin encontrarla.
a,
Cunto mas e
76. caces hubieran sido sus esfuerzos si saliendo (p. 14) de aquella
a
corta esfera, se hubiera elevado estudiar el bello prototipo de la naturaleza!
a
Pero entre tanto iba llegando el tiempo destinado para la restauracin de
o
las artes. El trato con los griegos refugiados Italia despus de la toma de
a e
Constantinopla por Mahometo, hijo de Amurate II, hab adelantado mucho
a
la instruccin de los italianos y mejorado el arte del dibujo, que ya cultivaban
o
con aplicacin desde el siglo precedente. El clebre Besarion acredit en Italia,
o e o
entre otras obras estimables, los libros de Vitrubio, unico autor en que los
artistas modernos pod estudiar la simetr de los antiguos. Bruneleschi
an a
hall en l las proporciones de la antigua arquitectura, y conduciendo la
o e a
observacin de los antiguos monumentos, arregl el nuevo sistema de edi
77. car,
o o
que desterr para siempre el gusto brbaro (: : : ).
o a
..............................
Bosarte, Isidoro: Discurso sobre la restauracin de las Bellas Artes en Es-
o
pa~a. Disertacin sobre el estilo que llaman gtico en las obras de Ar-
n o o
quitectura. Madrid, Imp. Viuda de Ibarra e Hijos, 1791. 53 p. 15 cm.
(En Gabinete de Lectura Espa~ olaquot;, nm. III).
n u
..........................
La irrupcin de los Godos en las Provincias meridionales acab de arrui-
o o
nar las Artes. Los edi
78. cios de admiracin y de deleyte no pod hacerse
o an
respetar de unos invasores ignorantes y sin idea; ni ellos sab cmo poner el
an o
pie sin allanar todo el terreno de los que les hab precedidoquot; (: : : ).
an
79. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 12
Godos, Ostrogodos, Visigodos, Suevos, Silingos, Hunos, y Normandos
todos se notan con la misma nota de infamia quando se trata de las Bellas
Artes. Luego que el buen gusto apag el hacha, que hab llevado encendida
o a
por Atenas y Roma, y la entreg en manos del error, los invasores invidiosos
o
de la felicidad del Imperio Romano, y de la de sus provincias, se dieron a
trabajar de nuevo como en desquite de lo bueno. El hilo de doctrina se perdi . o
La Cr tica y la Filosof esto es, el uso de la sana razn, que son las que crian,
a, o
y perfeccionan las Artes, se ignoraban de todo punto. De Arquitectura no
hab quedado ms que un libro, y ste no se sab dnde estaba, o no se
a a e o a o
le Nadie pensaba en estudiar los vestigios de la antig edad, ni se deleytaban
a. u
en contemplarla, ni la imitaban, ni la med ni escudri~aban las razones con
an, n
que las obras de los antiguos se hab hechoquot; (: : : ).
an
(: : : ) En el siglo VI christiano es de creer que suced en esta Provincia del
a
Imperio Romano lo que suced en las dems, que era haberse olvidado hasta
a a
el nombre de la Arquitectura. Cimentarios, que es como si dixsemos obreros
e
u alba~iles y no hab ms arquitectura que la alba~ iler Por las escrituras
n a a n a.
latinas, inscripciones letreros de las Iglesias, y los sepulcros se pod indagar
o a
la historia de nuestros edi
80. cios hechos en el Imperio de los Godos. Del siglo
VII christiano se dice ser un vestigio de Iglesia cerca de Toledo. Desde el siglo
VIII en que empez el reynado de los Reyes de Len, puede haber ms noticia
o o a
que de los anteriores que fueron propiamente los Godos. Las obras de estos
hechas en algunos pa de su conquista pasan por pesad
ses simas, muy macizas,
y sin hermosura alguna por causa de la total ignorancia del dibuxo. La torre
de San German de los Prados en Par y la de San Pedro, que llaman de
s,
Chartres, se tienen por del siglo VI como dex notado Felibien. La alba~ iler
o n a
sin las luces de la Arquitectura deb ser muy t
a mida y pesadaquot; (: : : ).
(: : : ) Por estilo gtico, manera gtica de edi
81. car se entiende com nmente
o o o u
aquella que corre desde los tiempos de Carlo Magno hasta la restauracin de las o
Artes en el siglo XVI. Pero se debe exceptuar la Iglesia de Aix de la Chapelle,
mandada construir por Carlo Magno, seg n se dice, conforme al estilo de la
u
Arquitectura Romana, para cuyo efecto se traxeron muchas columnas antiguas
de Ravena Aix. Las datas del estilo imperial, que es el que llaman Gtico,
a o
parece que pueden empezar en los Palacios celebrados, que aquel Emperador
hizo edi
82. car junto Maguncia, y en Nimega, que se reputaron entonces por
a
las mejores obras que hab parecido en el espacio de quatro siglos, contando
an
desde la irrupcin de los Godos en el Imperio. De Alemania pas este estilo
o o
gtico imperial, imperial germnico Italia, Francia, Flandes, Inglaterra, y
o o a a
Espa~a. Ya no se conoc otra Arquitectura que aqulla. Tuvo, como todas
n a e
las Artes, su principio, sus aumentos, y sus
83. nes. Desde el siglo IX hasta el
XIII se observa que los edi
84. cios por lo general no eran muy grandes, ni muy
85. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 13
adornados; pero desde el siglo XIII en adelante se fueron haciendo edi
86. cios
de mucha capacidad y adorno, como vemos en tantas Catedrales, casas de
Cabildo, y Abad de dentro, y de fuera de Espa~ aquot; (: : : ).
as n
(: : : ) Los restauradores de las Artes desecharon aquella manera de edi
88. caron de brbara, como extraviada del buen gusto de la Antig edad,
a u
y la abolieron enteramente. A los restauradores han seguido las Academias
Reales de las Artes en las Naciones donde se han abierto. Para conservar
y seguir el gusto de los antiguos Griegos y Romanos se ha trabajado sobre
Vitrubio por los Literatos y Artistas en muchas partes. Vitrubio es el nico u
libro que nos ha quedado de la Arquitectura de los antiguos, y debe tenerse
como el intrprete de lo que se ve executado realmente en las ruinas de la
e
Antigedad. A estudiar y contemplar estos preciosos despojos del tiempo es
u
lo que se env jvenes Arquitectos Italia, Espa~oles, Franceses, Ingleses,
a an o a n
Alemanes. En el d tenemos una bella edicin de Vitrubio en nuestra lengua
a o
Castellana hecha con la proteccin de S. M. trabajada por espacio de muchos
o
a~os, y adornada de continuas notas de mucha erudicin por Don Joseph
n o
Francisco Ortiz, profesor de este noble Arte, quien ha hecho este se~ alado
a n
servicio, por el qual todos deben estarle muy agradecidosquot; (: : : ).
(: : : ) La inclinacin entrelazar, horadar, enredar, piramidar, y aguzar
o a
los adornos es muy del gusto de los orientales. Los Romanos despreciaron
esas afeminaciones, no porque no supiesen hacerlas, sino porque aspiraban
re
89. nar su gusto por buen camino, quiero decir, por las
92. cios deb ser agudas segn las ideas de algunas pueblos antiguos de
an u
Oriente. El fundamento de estas ideas est en las rocas, y en las puntas,
a o
cimas de las monta~as, supuesto que la Arquitectura no tiene modelo expreso
n
en la Naturaleza quien atenerse.
a
Bien notorias son las Pirmides que hay en Egipto junto al Cairo, que es
a
la antigua Men
93. s. Estos sepulcros de los faraones los vieron los Romanos,
los llamaban brbaros por causa de extra~ eza. As Marcial dixo: Barbara
a n
pyramidum sileat miracula Memphis. No pudiendo transportar semejantes
moles, se llevaron de Egipto los Obeliscos, y los pusieron en espectculo ala
pueblo Romano.
Muchas agujas de este estilo gtico arrojan unos ciertos botones fuera de
o
linea, y lo mismo algunas paredes llanas, y aun los arcos muy adornados, que
no es fcil determinar lo que signi
94. can por no dar idea de vegetales conoci-
a
dos, ni de otros cuerpos, cuya vista nos sea familiar. De estos cuerpecillos
salientes diman la voz crestera con que los Espa~oles por alusin las cres-
o n o a
tas signi
95. caron en el siglo XVI esa especie de adorno quando hablaban de lquot; e
(: : : ).
96. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 14
(: : : ) Hallada ya la propagacin del gusto artista de algunas Naciones
o
orientales entre los Europeos en los siglos de la decadencia de la escuela Griega
y Romana, hagamos un breve paralelo de la Arquitectura Europea antigua con
la que llaman Gtica; la qual aunque ms moderna en su auge estos tiempos,
o a a
es ms retirada y extra~a en sus or
a n genes para nosotros que la Greco-Romana.
Desde Carlo Magno hasta la restauracin de las Artes pueden suponerse
o
dos pocas de Arquitectura: pues aunque aquel Pr
e ncipe hiciese edi
98. cios sumptuosos, con todo generalmente se nota que las obras eran
peque~as hasta el siglo XIII en que la Arquitectura tom un gran vuelo, y
n o
se construyeron de all adelante las Iglesias y Casas de Ayuntamiento como
a
competencia entre las Naciones. Tomemos en consideracin este estilo Gtico,
o o
Imperial germnico, que corre en los tres siglos que precedieron la restau-
o a a
racin de la Arquitectura.
o
Estos Arquitectos, seg n parece, no comprehend las causas de la gran-
u an
diosidad de las obras Romanas, cuyas ruinas estaban viendo, y quer com- an
petir. Confundieron la idea de la grandiosidad con la de la magnitud, que son
cosas muy diferentes y distintas, como observan bien los cr ticos que escriben
de las Artes. No es lo mismo ser grande una obra que ser grandiosa. Las
menudencias, la inutilidad, la improporcin, el defecto de Eurritmia, de sime-
o
tr de decoro, de equilibrio, y de otras partes esenciales del Arte puede hacer
a,
que una obra sea grande y muy grande, y al mismo tiempo muy mezquina,
y nada grandiosa. Muchas veces vemos un grande edi
99. cio cuyo mrito se re- e
duce dexar un gran vac interior, entre las paredes, qu es lo de menos
a o o e
en razn de arte. Aunque la Arquitectura no tenga un modelo expreso en la
o
Naturaleza, pero tiene un modelo tcito en los cuerpos vivientes perfectos, de
a
especies acabadas y conclu das en sus formas, que presentan un bello aspecto,
llevan los adornos que les conviene, y se ve en ellos la aptitud para hacer bien
todas las funciones naturales (: : : )quot;.
(: : : ) En lugar de tomar los Arquitectos gticos los troncos de madera
o
como representados por las columnas, tomaron los bastones, ramas de los
o
rboles mismos. Esta disminucin de idea les arruin la conducta del edi
100. -
a o o
cio. Subiendo con sus bastones, ramas arriba, hallaron por necesidad de
o
analog que los arcos redondos, semicirculares no ven bien al aspecto, y
a, o an
admitieron constantemente el vicio contra toda elegancia, formando los arcos
apuntados, que constan de dos porciones de c
o rculo. Causa admiracin ver-
o
los desentenderse por tantos siglos del mejor modelo de los arcos sugerido por
la Naturaleza misma en el Arco Iris. Es verdad que en la duracin los arcoso
apuntados no ceden: pero de qu sirve el magisterio de la Naturaleza, si no
e
se imita?quot; (: : : )
(: : : ) Un Escritor moderno dice, que estos Arquitectos quer representar
an
101. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 15
en un edi
102. cio un rbol. Y aunque esta idea no la podamos admitir como
a
general; pero siempre favorece nuestro pensamiento: pues la imitacin de los
a o
rboles como ellos son no es camino para buscar la grandiosidad. El rbol es
a a
un vegetal de
104. guras
errantes y peque~asquot; (: : : ).
n
(: : : ) Comparando por ese mtodo el juicio de los Arquitectos antiguos
e
Griegos y Romanos con los de la edad media, hallamos una disonancia in-
cre ble. En la eleccin de cuerpos para adorno que hicieron aquellos antiguos
o
qu candor! qu sensatez! qu gusto! qu claridad! Ellos no admitieron
e e e e
sino cosa que tuviese una forma elegante en la Naturaleza. Y en los adornos
arbitrarios y no naturales cunta precisin, y qunta oportunidad! Estotros
a o a
de la media edad, o Gticos se complac en las coles rizadas, y otras legum-
o an
bres embrolladas, en que no hay elegancia alguna, sino complicacin, sutileza,
o
enredo. Con estos principios no se pod caminar al buen sentidoquot; (: : : ).
a
(: : : ) Hicieron vichos, monstruos, y grutescos; pero con qu rigidez de
e
dise~o, y qunta incertidumbre en las formas! Pusieron tambin en las canales
n a e
que reciben las aguas llovedizas la
105. gura humana, degradndola de su dignidad,
a
y contrahacindola del modo mas indecoroso, y abominable. En cierta parte
e
tengo oido que se ha quitado modernamente una de estas
106. guras de las canales,
que representaba una muger en forma indecent sima. No s si ser cierto el
e a
hecho. Tambien tengo oido de otro relieve gtico en cierta parte, en que se
o
representa un diablo que tira de los cabellos de una persona que estaba en la
cama. Comprense estas osad reprehensibles y baxas con la circunspeccin
a as o
de los Arquitectos paganos, que sin tener el freno de la Moral que tenemos
nosotros, nunca hac rid an cula la
107. gura humana del uno ni del otro sexoquot;
(: : : ).
(: : : ) No obstante el extrav y malandanza de las Artes en los siglos que
o
precedieron la restauracin, es preciso reconocer la habilidad de aquellos
a o
Arquitectos en todo lo que es alba~ iler dexando parte el gusto y
108. nura
n a, a
de las invenciones, en que hemos dicho que interviene el entusiasmo potico. e
Todos saben la diferencia que haya entre el Alba~ il y el Arquitecto, que viene
n a
ser como la que hay entre un curandero y un profesor de medicina, la que hay
o
entre un jardinero y un profesor de la Botnica. El alba~il suple la mano del
a n
Arquitecto en la agregacin de una parte otra, en lo que es mera sintaxis,
o a o
construccin de obra; y as el Alba~il toca alzar y cubrir con
109. rmeza seg n
o o n u
la aptitud de los materiales entre s y nada mas. Pueblos y Naciones enteras
,
hay que no saben lo que es Arquitectura, como las hay sin Mdicos, u hombres
e
que penetren por principios de ciencia en las causas de las enfermedades, y su
remedio.
Al Arquitecto toca la invencin del edi
111. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 16
culto de la Deidad, como el que se hace para alojar con decoro la Naturaleza
nuestra humana. Tambien le toca la decoracin, u ornato de el edi
112. cio, seg n
o u
el uso que se destina, y debe prescribir su idea los Escultores. Asimismo
a a a
los que trabajan solamente en las lineas y pulimento de las super
113. cies de los
cuerpos duros debe ordenarles las medidas. Igualmente es de su obligacin un o
conocimiento decidido y nada dudoso de las materias, seg n sus qualidades,
u
de que ha de constar el edi
114. cio. Tambin el clculo del coste de l. Pero en
e a e
lo que menos se piensa com nmente, y es el motivo de arruinarse las Artes,
u
es la obligacin de estudiar y profundizar en las causas del estilo en todas sus
o
especies. Al conocimiento super
115. cial, de mera prctica de los or
o a genes y
causas del estilo es preciso que atribuyamos la razn de no agradarnos muchos
o
edi
116. cios que vemos, aunque reconozcamos el mucho coste que han tenido, y
celebremos sus materiales y tama~ o, u mole. La cr
n tica da con la misma
direccin sus punzadas contra los edi
117. cios y obras de otras Artes que contra
o
los libros, u obras de ingenio y expresin verbal. Por convenir el estilo literario
o
y el artista en unos mismos principios generales, se cali
118. can de una misma
manera. Una obra da tan pronto conocer como una pluma las virtudes, los
a o
vicios que la caracterizan: como la simplicidad, su contraria la afectacin; la
o o
precisin, la super
119. cialidad; la franqueza, la mezquindad; la exactitud,
o o o o
el desarreglo; la claridad, el embrollo; la gentileza, la pesadez; la certeza,
o o
el amaneramiento; el decoro, el destartlo; el nervio, la languidez; el
o o a o
juicio, los disparates; la belleza, la fealdad; la elegancia, la sordidez;
o o o
la sublimidad, la baxeza; la gracia, la desgracia; el fuego, el hielo; la
o o o
oportunidad, la impertinencia; el mtodo, el desorden, c. Y en nada de
o e o
esto tiene voto el Alba~ il.
n
Un cierto ayre de magestad acompa~ a muchas Iglesias del estilo gtico.
n a o
Esta qualidad es la que creo que mantiene a
120. cionados muchos este estilo,
a a
no solo en Alemania, sino en Francia y en Espa~ a; pero esta magestad triste
n
y adormecida, como la del cipres en el jard depende de un defecto, y no
n,
de alguna qualidad excelente. Ya han observado los Franceses que las obras
godas en Francia son mas altas de techos de lo que deb ser; pues en esa
an
proceridad y altura consiste ese ayre de magestad melanclica, que muchos
o a
agrada. Todos los cuerpos altos son lo mismo en quanto ese efecto, como es
a
fcil observar en las altas rocas, en los rboles muy crecidos, y en los cuerpos
a a
altos de la especie humana. Si se rebaxan un poco las bvedas, desaparecer
o a
esa magestad, sin mutacin alguna en el estilo.
o
La osad y animosidad de los Arquitectos Gticos causa admiracin en
a o o
considerando algunas de sus obras de primor, principales. La duracin misma
o o
de ellas, siendo al parecer tan arriesgadas, muestra bien claro la con
122. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 17
(: : : ) Durante aquel estilo de edi
123. car se descubren algunos grandes genios,
aunque dirigidos por mal camino. Com nmente se da la palma de las obras
u
Gticas la Catedral de Strasburgo, Capital de la Alsacia. Yo he visto aquella
o a
Catedral, y pienso que las obras grandes de aquel estilo que hay en Espa~ a n
no ceden la de Strasburgo. Este es negocio de medidas y comparaciones de
a
cosas parecidas. Erwin de Steinbach fue su principal Arquitecto. La torre es
lo mas particular de aquel edi
124. cio. La nave del Coro se asegura ser de casi 120
pies de altura, y la torre midiendo desde el suelo de 480 pies. En medio de la
celebridad de la Iglesia de Strasburgo nuestro parecer de solo a
126. cio Gtico es la
o o
Catedral de Ulm, Ulma en el Imperio. Si aquel Arquitecto hubiera seguido
o
la Arquitectura tendr la Alemania su Arquitecto que oponer Paladio en
a a
Italia, y en Espa~a Herreraquot; (: : : ).
n a
(: : : ) Suele dudarse si quando hay que a~ adir obra un edi
127. cio Gtico
n a o
se ha de seguir la conformidad en el estilo, se ha de hacer la a~adidura
o n
segn el buen gusto. Las obras que se han a~ adido la Catedral de Milan son
u n a
conformes al goticismo de la fundacin. Este exemplar dentro de Italia ser
o a
capaz de hacer valancear el juicio, si no visemos dentro de aquella Catedral
e
la famos sima estatua de San Bartolom, la mas mezquina y miserable de la
e
tierra, con la inscripcin mas arrogante y soberbia que pudiera jactarse; pues
o
dice con palabras que signi
128. can lo que estas: No me hizo Fidias, ni Praxiteles,
ni Lisipo, sino fulano de tal, en tal a~ o. Del cual nombre y fecha yo no quiero
n
acordarme.
Por el contrario los restauradores de las Artes a~ ad y exornaban las
n an
obras viejas del estilo antiquado seg n las mximas de los rdenes antiguos de
u a o
Arquitectura, y los adornos del buen gusto. Pero como las dudas no se han de
resolver por casos, sino por razones, pongamos aqu con la posible brevedad las
que nos ocurren favor de la opinin de los restauradores. 1. Los principios
a o
seguros del Arte, y las mximas del buen gusto deben mantenerse una vez
a
hallados, y no se deben posponer caprichos u antojos inciertos. 2. Los
a
tres rdenes de Arquitectura Griega bien executados tocan en el sumo de la
o
elegancia y magestad. 3. Estos tres rdenes de Arquitectura son muchos
o
centenares de a~os anteriores al estilo gtico, que ha pretendido iniquamente
n o
tiranizarlos y obscurecerlos, y lo ha logrado por espacio de ocho siglos. 4. Por
la manutencin y lustre de estos tres rdenes de Arquitectura han trabajado
o o
los hombres de talento desde el siglo XVI ac, y siguen trabajando con todas
a
las luces de la cr tica; por el estilo gtico nadie se interesa y todos lo han
o
dexado. 5. Las a~adiduras segn el buen gusto greco-romano las obras
n u a
gticas no pueden perjudicarlas, ni desgraciarlas, por quanto son mejores que
o
ellas. 6. En a~adiendo nuevas obras al Gtico, ir renaciendo el edi
130. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 18
el buen arte. 7. Por la imitacin del estilo gtico no hay mas razn que la
o o o
conformidad con una cosa mala. Y siendo esta razn unica y endeble, deben
o
prevalecer seis fuertes que hemos dado contra una
acaquot; (: : : ).
............................
Caveda , Jos: Ensayo histrico sobre los diversos gneros de arquitec-
e o e
tura empleados en Espa~a desde la dominacin romana hasta nuestros d
n o as.
Madrid, Imp. de D. Santiago Saunaque, 1848, XII, 544 p., 3 h. 27 cm.
............................
(: : : ) He seguido, sin gu una senda nueva y dif por largo tiempo
a, cil,
cubierta de tinieblas, donde las exigencias del clasicismo y el orgullo enciclo-
pdico dejaron como extraviada y perdida la verdad histrica, cuando con
e o
sobrada con
131. anza presum haberla descubierto asegurando su triunfo. Por
an
desgracia, conced ms en el siglo XVIII las vanas teor que los hechos
ase a a as, a
materiales, y ms al escepticismo intolerante de la poca, que a las tradiciones
a e
y venerables recuerdos de nuestros padresquot; (: : : ).
(: : : ) No se hizo as en el siglo XVIII, y los nombres gratuitamente con-
cedidos a los estilos arquitctonicos, fueron tan varios inconducentes, como
e e
eran vagas indeterminadas las propiedades y carcteres que se refer
e a a an.
Suponiendo Llaguno Amirola que la manera de construir de los Godos, con-
tinuada por los Reyes de Asturias y Len, se conserv hasta el siglo XI, al
o o
apoyarse en las ideas de su tiempo para
132. jar el origen de la arquitectura ojival
en el Imperio de Carlo Magno, supone que tres siglos hab adquirido ya, all
a
donde naciera, todas las buenas cualidades que la caracterizan, y la designa
con el nombre general de gtico-germnica, advirtiendo que posteriormente
o a
se la llam tambin mazoner crester obra nueva y gtico-moderna, para
o e a, a, o
distinguirla de la greco-romana. No ms acertado, y con la misma confusin
a o
de ideas, su comentador Cen Bermdez, quiso que se llamase arquitectura
a u
ultramarina, en el concepto de que hab sido importada de la Palestina y de
a
la Siria, por los cruzados. As era como estos escritores, que con tan noble
empe~o se propon ilustrar los anales de nuestra arquitectura, siguiendo las
n an
opiniones equivocadas de su poca, comprend en un mismo per
e an odo diversos
estilos arquitectnicos, y creyndolos uno slo, daban a todos ellos el mismo
o e o
nombre comn e inoportuno, que ni se aven con el objeto que designaba, no
u a
con las cualidades que la historia del arte le concede.
133. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 19
Ni es de extra~ar que en tiempo anteriores, cali
134. case Ponz de antiguallas
n
gticas, los monumentos de esas escuelas, cuando Bosarte mucho despus no
o e
encontr para ellas una denominacin ms propia y adecuada.
o o a
Otras apreciaciones de las artes, tanto dentro como fuera de Espa~ a, se n
contentaron con llamar gticas antiguas las construcciones anteriores al si-
o
glo XI, y gticas modernas las posteriores esa poca: divisin absurda y
o a a e o
nomenclatura completamente gratuita, que prueban no fueron entonces bien
comprendidas, ni en su justo valor apreciadas sus cualidades esenciales.
Entrado ya el siglo XIX, y hecha la conveniente aplicacin de la arqueolog
o a
al examen de los monumentos arquitectnicos, se llam Lombardo en Italia,
o o
Normando en Francia, Sajn en Inglaterra, Teutnico en Alemania, Gtico
o o o
antiguo y an Bizantino en Espa~ a, aquel gnero de arquitectura que, pre-
u n a e
cediendo al ojival, continu desde el siglo VIII hasta el XIII, uno mismo en el
o
fondo, pero diverso en los detalles, seg n los per
u odos que hubo de recorrer, y
las revoluciones sociales, que ms o menos afectaron sus formas. Mejor estu-
a
diados y comprendidos al
135. n sus monumentos, conocida su decadencia y sus
or
genes, y bien determinados sus cambios y derivaciones, se ha conseguido en
nuestros d una clasi
136. cacin ms oportuna de las escuelas que produjo, la
as o a
cual, poniendo en olvido las nomenclaturas admitidas hasta entonces, autoriz o
otras ms conformes con la Historia del Arte. Mr. de Gerville, ilustrado por
a
los datos de que sus antecesores carec despus de muy detenidas indaga-
an, e
ciones, fue el primero que design con el nombre de romnico, el estilo propio
o a
de los edi
137. cios anteriores al siglo XII. Parec que, derivado del romano, ya
ale
bastardo y corrompido, y conservando una gran parte de sus principales ca-
racteres, le conven esta denominacin, y por espacio de diez y seis a~ os los
a o n
arquitectos y arquelogos la admitieron por unanimidad. Ultimamente estu-
o
diado el arte en todas partes donde dej notables se~ales de su existencia, y
o n
138. jada con mayor precisin la analog que media entre las ideas y las pala-
o a
bras que las expresan, ya no pareci este t
o tulo tan exacto y cumplido. As
en las instrucciones formuladas por la Comisin central de las Artes y monu-
o
mentos de la Francia, como en la Revista de la Arquitectura que redact M. o
Albert Lenoir, se distinguieron muy acertadamente los edi
139. cios constru dos
desde el siglo IV hasta el XI, de los que les sucedieron hasta el XIII. Llamaron
sus autores estilo latino al de los primeros, porque le consideraron como una
continuacin del romano del Bajo Imperio; y romnico al de los segundo,
o a a
semejanza del romance vulgar, as denominado por derivarse del idioma del
Lacio, ya notablemente adulterado y corrompido. Pero si no hubo ms que a
una sola opinin para designar con el ep
o teto de latina, la arquitectura anterior
al siglo XI, no sucedi lo mismo con el romnico, aplicado la que le sucedi,
o a a o
y fue precursora de la ojival. Hse cre que no puede ajustarse bastante
a do
140. 02525 Historia del Arte Espa~ ol Mod. y Cont. Segunda prueba
n 20
todas las condiciones y circunstancias de la construccin que se re
141. eren;
a o a
que hasta general indeterminado, solo conviene una parte de sus propie-
e a
dades especiales, y que no cali
142. ca del mismo modo el conjunto de las fbricas.
a
Otros hubo despus, que llevados del orientalismo que stas respiran, y atentos
e e
solo muchos de sus detalles conocidamente neo-griegos, no dudaron dar su
a a
arquitectura el nombre de bizantinaquot; (: : : ).
(: : : ) As es como ni completamente romana, ni del todo neo-griega, esta
escuela en parte latina y en parte oriental, viene legitimar el nombre de
a
romano-bizantinaquot; (: : : ).
(: : : ) Sent
amos que nuestra opinin di