1. CONFERENCIA 4
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CIENCIAS NATURALES Y EDUCACION
ÁREA: GRADO: 4º. A-B-C-D
AMBIENTAL
T ÍTULO: “EL REGALO DEL SALMON”
PROFESOR/A: MARIA DEL PILAR BONILLA POTES
HORIZONTE DE GRADO: ”con mis amigos y amigas, aprendo cosas nuevas, en armoní con mi entorno”.
Los biólogos están aprendiendo que cuando los salmones son libres de nadar rio arriba para desovar, otras
especies también prosperan
MI HIJO Y YO CAPOTEAMOS RIO ARRIBA CALZADOS CON BOTAS HASTA LA CADERA, buscando señales
del salmón que regresa cada verano a desovar y morir en este riachuelo salvaje de Alaska. Yo he venido aquí
para comprobar personalmente lo que él escribió acerca de esto el año pasado: “El riachuelo está tan lleno de
salmones que constituye un reto caminar río arriba. Yo tropiezo y resbalo sobre los salmones muertos que se
encuentran sobre la grava del fondo. Es como caminar sobre piernas humanas. Cuando accidentalmente piso un
pez muerto, gime, dejando escapar el gas atrapado. En las aguas poco profundas los peces me golpean las
botas, los arrastra la corriente y tropiezan con mis tobillos. Las gaviotas abundan y lanzan sus graznidos río
arriba, señal de que los osos pardos están pescando. El riachuelo apesta a muerte”.
Hoy toda la corriente esta limpia y reluciente. Nos movemos lentamente a lo largo de la grava contemplando los
gorriones de corona dorada hasta que Jon se agacha y recoge una sencilla vértebra de salmón blanqueada.
Excepto esto, todas las evidencias de salmón han desaparecido. ¿A dónde fueron a parar las pilas de
salmones muertos que él vio? ¿Qué efectos producen su vida y su muerte sobre la salud de todo este
ecosistema?
Jon, graduado de ecología acuática, trabajo los veranos con el Programa de Salmón de Alaska, de la
Universidad de Washington, un proyecto de investigación que comenzó en 1946. Los científicos del programa y
sus colegas de otras instituciones, están hallando que el salmón, al engordar en el océano y nadar de regreso
a los riachuelos y lagos de agua dulce, trae energía y nutrientes río arriba en un amplio sistema de
recirculación, que vigoriza la vida vegetal y animal a lo largo de esas vías acuáticas. Los nutrientes dejan
un registro químico en el fondo de los lagos, que indica las altas y bajas de las poblaciones de salmón y
podría ofrecer claves acerca de los patrones de cambios climatológicos.
En la mayor parte de los ríos costeros de América del Norte, alguna vez pulularon grandes cantidades de peces
anádromos, organismos que nacen en las corrientes de agua dulce tierra adentro, emigran al mar salado y
regresan a las corrientes fluviales a desovar. Durante más de 10.000 años, los peces migratorios, el chinuk del
Atlántico y el salmón, el sábalo americano, el arenque de lomo azul y la perca rayada, para mencionar unos
pocos, han regresado en una cantidad asombrosa a los grandes ríos tanto en las costas del Pacífico como del
Atlántico, pero muchos de estos han desaparecido, eliminados en sólo un siglo. Los estudios acerca de los ríos
no deteriorados de Alaska podrían ayudar a explicar cómo un ecosistema sufre cuando pierde los
movimientos río arriba de los peces.
JON TRABAJA EN UNA CABAÑA GRIS, CLIMATIZADA, DETRÁS DE UNA PLAYA en un lago de montaña,
conectado al mar por ríos. Capas amarillas para la lluvia, calcetines mojados y abrigos anaranjados y brillosos
cuelgan de perchas al frente de la cabaña y una canoa, mordisqueada por los osos descansa boca abajo junto a
la ventana. Jon está sentado en un banco junto a la puerta principal y mientras se quita las botas, explica lo que
los científicos están aprendiendo.
La gente está acostumbrada a pensar que los ríos fluyen solamente hacia el mar, dice. Una hoja o un insecto
caen al agua, la corriente erosiona un banco, una sardina se muere y el río se lleva muchos de esos nutrientes
hacia el océano. Lo que el salmón hace al nadar río arriba es invertir este flujo de nutrientes.
“El salmón adquiere más del 95 por ciento de su masa en el océano, para después nadar río arriba y morir”, dice
Daniel Schindler, cuando hago contacto con él por radio. Schindler es un ecólogo acuático de la Universidad de
Washington y científico del Programa del Salmón de Alaska. “El pez mueve energía y nutrientes
contracorriente, haciendo que el río de nutrientes fluya del océano aguas arriba, compensando los
nutrientes que la gravedad se lleva”. Los nutrientes son la materia prima de la vida, necesarios para las
funciones vitales de todos, desde el crecimiento de una neurona hasta el reverdecer de las hojas.
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Cuando existen grandes poblaciones de salmón, el retorno de nutrientes puede ser inmenso. Ted Grez,
consultor ambientalista de Pórtland, Oregon, estima que durante las corridas históricas en el Pacífico
Noroccidental, 225 millones de kilogramos de salmón regresaron a desovar y morir cada año. Los investigadores
estiman que en el Río Columbia solamente, el salmón contribuyó con cientos de miles de kilogramos de nitrógeno
y fósforo anuales en esa cuenca.
En la actualidad, camiones y barcazas transportan fertilizantes manufacturados río arriba por el Columbia. La
pesca excesiva, las presas, la destrucción del hábitat y la competencia de los criaderos de peces han
dañado las corridas de los salmones salvajes. A través del noroeste, los ríos reciben como promedio, sólo el 6
por ciento de los nutrientes que recibían un siglo atrás, una dramática hambruna.
EL EQUIPO EN EL QUE TRABAJA JON ESTA TRATANDO DE COMPRENDER como, en una corriente
saludable, los vectores esparcen nutrientes del salmón a todo el ecosistema. Un vector es cualquier cosa que
mueva nutrientes de un lado para otro, incluyendo la inundación que traslada un cadáver al bosque, un oso que
se harta de salmón y luego defeca en la tundra o cualquier carroñero que come en un lugar y posteriormente
orina, defeca o se muere en otro. Aun las larvas son vectores, a juzgar por las notas de Jon:
Cuando levanto un salmón que murió hace dos días, es sólo una piel de salmón rellena de larvas. Oigo a las
larvas escarbando bajo la piel, haciéndola retorcerse y pulsar. Las larvas se caen de las cuencas oculares. Tan
pronto un salmón muere las moscas carroñeras penetran por su boca y sus agallas y ponen huevos. Los
huevos se transforman rápidamente en larvas que devoran al salmón a una velocidad alarmante. En sólo cuatro
días un salmón muerto se transforma en 10.000 larvas. Salen del salmón contorsionándose y caen en la tierra,
donde eventualmente se transforman en moscas adultas, que revolotean alrededor de las corrientes, zumbando
en nuestras caras.
Las arañas y las aves se comen estas moscas voladoras. Algunas larvas caen en el río, donde las devoran el
salmón del Ártico y la trucha arco iris.
Durante el pico del desove de los salmones, numerosas criaturas convergen en el rió y se ponen a trabajar. El
visón que habita en las cercanías de una corriente saludable con salmones, adapta su ciclo reproductivo al
surgimiento estacional del salmón, según Merav Ben-David, ecóloga de comportamiento de la Universidad de
Alaska en Faribanks. Ella halló que el visón hembra comienza la lactancia, un cambio energético notable,
cuando los cadáveres de salmón son más abundantes. Un informe del Departamento de Recursos Naturales
de Washington identifica a 66 vertebrados que se alimentan de salmón. Los salmones jóvenes también comen
salmones muertos. La investigación de Robert Bilby, un ecólogo acuático de Wyerhaeuser Company, muestra
que hasta el 78 por ciento del contenido estomacal de los salmones jóvenes lo constituyen cadáveres de salmón
y huevas. Las notas de Jon describen el frenesí alimentario que ocurre cuando los salmones están desovando:
En los bancos del río donde hay salmones, tropezamos con osos, helechos y hierbas pisoteadas, así como partes
descompuestas de salmón, donde los osos los arrastraron para comerlos. Las gaviotas pasan mucho trabajo
para abrir los salmones por sí mismas, por lo que bandadas de ellas siguen a los osos, esperando la
oportunidad de comerse los restos. Las gaviotas hacen sus nidos en islas expuestas que pronto se llenan de
espinas de salmón. A medida que los polluelos crecen y engordan, la isla se va librando del salmón digerido, pues
la lluvia arrastra el guano hacia el lago.
Las águilas calvas despedazan el salmón para llevar alimento a sus polluelos. Las larvas de moscas se alimentan
de los cadáveres del salmón bajo el agua, para después convertirse en adultos que salen volando. La trucha arco
iris se alimenta de la carne de salmón que se desprende lentamente de los salmones en descomposición. El
visón engulle los peces que ya han desovado. Los árboles crecen rápidamente con todo este fertilizante. Los
turistas vienen en aviones anfibios para pescar, tirándoles las vísceras a las grullas y congelando los filetes en
cajas de cartón encerado para llevarlas de vuelta a Tacoma o St. Louis.
Hace tres días, cuando llegamos aquí, a las piscinas alimentadas por el riachuelo, contamos 216 salmones, con
sus lomos sobresaliendo del agua poco profunda. Las hembras cavaban sus nidos y los machos luchaban
por las hembras. Se colocaban lado a lado con sus quijadas saliendo del agua. De pronto se desató un infierno.
Un salmón agarró a otro con sus dientes, lo sacudió como un buldog, lanzando al pez más débil por el agua.
Hoy, en la misma piscina hay sólo tres salmones vivos, el resto lo mataron los osos. Los tres salmones
sobrevivientes nadan lentamente a través de la masacre.
Se siente como si hubiera osos por todas partes. En una esquina hallo huellas frescas en la arena, que se llenan
lentamente de agua y sangre.
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Para analizar la importancia histórica del salmón en la dieta de los Osos pardos, Grant Hildebrand, biólogo
investigador que trabaja para el Departamento de Caza y Pesca de Alaska, utilizó técnicas de muestreo de
nitrógeno. Para determinar qué parte del nitrógeno de un ecosistema proviene del salmón, los científicos miden
los isótopos estables. El nitrógeno en el medio terrestre y en el agua dulce se compone principalmente del
isótopo más ligero N-14, con poco del más pesado -15. El salmón, sin embargo, tiene una relación relativamente
alta de N-15 a N-14, comparada con las fuentes de fijación de nitrógeno como los árboles. De esa forma, los
científicos pueden estimar la cantidad de nitrógeno que proviene del salmón, midiendo las relaciones de N.-15 a
N-14 en cualquier tejido que recolecten, desde pelos de alce hasta hojas de sauce.
Hildebrand y sus colegas cortaron pelos y huesos de osos pardos que llevaban tiempo muertos y los
expusieron en lugares como el Museo Americano de Historia Natural en New York. Hallaron que entre 1856 y
1931, del 33 al 90 por ciento del nitrógeno de los osos provenía del salmón, hasta en lugares tan lejanos tierra
adentro como Idaho. Actualmente las corridas de salmón en los 48 estados continentales se han reducido
drásticamente, igual que los osos.
En Alaska parece haber gran cantidad de osos. Jon y yo los hemos visto todos los días patrullando las playas,
ocupándose de lo suyo, esperando, al igual que nosotros, que regresen los salmones. Una mañana Jon y yo
terminamos encaramados, como las golondrinas, en la punta más alta del tejado de la estación. Yo tenía en cada
mano una lata gigante de atomizador para osos y Jon revisaba los arbustos con unos binoculares.
Acabábamos de arrimar el bote a la orilla de la playa del campamento cuando un oso salió de los árboles y
cargó hacia el bote. Jon estaba junto a la puerta de la cabaña, mientras yo estaba haciendo algo con mi cámara
fotográfica junto a la playa. Oí a Jon decir, en una voz que los hijos usualmente no utilizan con sus madres: “Entra
en la cabaña”. Yo lo hice. Subimos por una escalera hasta la azotea para tratar de ver al oso, pero ya había
desaparecido. Ahora estamos sentados aquí. No se ve movimiento en los arbustos.
Mientras observo la playa de grava, la ensenada azul, las islas de roca blanqueada y las gaviotas planeadoras,
comienzo a entender que la corriente que los científicos estudian no es un simple riachuelo. Es un río de energía
que se mueve a través de regiones en grandes ciclos geográficos. Aquí la vida y la muerte son sólo
diferentes puntos de una continuidad. El río fluye en un círculo a través del tiempo y el espacio, convirtiendo la
muerte en vida a lo largo de los ecosistemas costeros, como lo ha estado haciendo durante más de un millón de
años, pero estas corrientes ya no fluyen en los lugares donde la mayoría de nosotros vivimos.
EL DÍA SIGUIENTE LLUEVE. NOS PONEMOS LAS BOTAS Y LOS IMPERMEABLES y nos montamos en el bote
para dirigirnos a otro riachuelo en busca de salmón. Caminar río arriba es duro, las rocas resbalan debido a las
algas. En las piscinas tranquilas, el fango da al tobillo y al caminar se levantan densos remolinos de cieno.
Después que los salmones desoven el lecho del río quedará tan limpio como un camino de grava. A medida que
la hembra del salmón escarba los nidos donde pondrá los huevos, ayuda a crear las condiciones en las cuales sus
huevos prosperan, un lecho de grava limpia bajo el agua en movimiento. Se acuesta de lado y bate su cola
violentamente contra el lecho del río, expulsando nubes de cieno. Después pone los huevos. Se traslada un corto
tramo río arriba y repite la operación, eliminando algas de las rocas, quitando el cieno de los remolinos, aireando
la grava. En unos pocos días todo el río estará tan limpio como si los peces lo hubieran barrido con escobas.
Aunque los salmones conforman el río, el río también conforma a los salmones. Thomas Quinn, biólogo de peces
de la Universidad de Washington, dice que la forma de los peces ha evolucionado como un reflejo de las
corrientes donde se encuentran, sean de 6 centímetros de profundidad o de un metro. Ser grande es riesgoso: un
pez con el lomo fuera del agua tiene más probabilidades de morir en boca de un oso, pero ser grande también es
una ventaja, porque una hembra tiene más probabilidades de aparearse con un gran macho. De esa forma, las
corrientes poco profundas quedan para los peces pequeños, pero en los ríos más profundos o en los lagos, los
salmones machos crecen tan jorobados que parecen haberse tragado platos de comer.
Para sacar conclusiones, acerca del crecimiento de los salmones en las corrientes, los cientificos
necesitan conocer su edad. La edad de los salmones se calcula de forma parecida a la de los árboles,
contando los anillos de los huesos del oído u otolitos, Jon describe la investigación:
Sosteniendo al salmón por las cuencas oculares vacías, escarbamos el baboso cerebro y extraemos los otolitos.
Su consistencia es la de las viejas conchas marinas y su tamaño el de la uña de un bebé. Los cientificos cuentan
los anillos bajo el microscopio para saber cuántos años estuvo el salmón en agua dulce y cuántos en agua de
mar. Después de cortar la cabeza a cien salmones putrefactos, nuestras manos y antebrazos están resbaladizos
por el cieno. Los mosquitos nos pican en la cara y en el cuello, pero no nos atrevemos a aplastarlos con nuestras
manos embarradas de pescado. Los espantamos con el dorso de la muñeca.
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LOS NUTRIENTES QUE EL SALMON VA DEJANDO tras sí, suministran medidas importantes acerca de los
cambios en el océano. Cuando abandona el agua dulce, el salmón se propaga por todo el Pacífico, desde
California hasta Japón. Permanece en el océano durante varios años, para regresar después río arriba a las
piscinas que los cientificos están estudiando. “El salmón amplifica las señales del clima”, dice Schindler.
Cambios muy sutiles en el océano pueden tener un efecto sustancial en las poblaciones. Un cambio de
temperatura de sólo uno o os grados puede afectar a los nutrientes lo suficiente para producir una diferencia de
dos o tres veces el número de salmones que regresan a los ríos.
Por eso, si los investigadores pueden graficar los cambios en el numero de salmones que nadan río arriba,
pueden obtener una historia precisa de las alteraciones del océano, lo cual brinda evidencia acerca de los
cambios de clima a lo largo del tiempo.
Schindler y sus colegas están buscando esa evidencia en los sedimentos de los lagos. Toman muestras
cilíndricas del fondo de los lagos, donde los nutrientes se han acumulado lentamente, capa sobre capa, durante
milenios. Mediante la lectura de las cantidades relativas de N-15 a cada nivel, Schindler puede leer la historia de
las altas y bajas de las poblaciones de salmón.
Ha aprendido que las poblaciones de salmón aumentaron y disminuyeron a través de los siglos en ciclos
complejos pero predecibles. En los lagos que Schindler estudia, los sedimentos registran una oscilación en las
poblaciones de salmón de entre 50 y 70 años, pero el cuadro es complicado. Encima de las largas ondas de
cambio de población, hay pequeñas ondulaciones que alcanzan un pico cada l5 a 20 años. Bruce Finney, ecólogo
acuático de la Universidad de Alaska en Fairbanks, utilizó la mima técnica para demostrar que ha habido una
variación mayor y mas lenta de las población de salmón. Hace 2.000 años, estas cayeron abruptamente en el
Pacífico Norte. Los números se mantuvieron fijos durante 800 años para aumentar gradualmente alcanzando un
pico entre los años 1200 y 1900. Finney cree que los cambios en el clima son la causa de los ciclos en las
poblaciones de salmón y, mientras los cientificos tratan de entender la relación y los efectos del
calentamiento global, el salmón puede ayudarlos a distinguir entre variaciones normales del clima y los
primeros avisos de que un sistema se esta tornando peligrosamente negativo.
Schindler hallo que los ciclos del salmón son un reflejo del crecimiento del plancton, la base de la cadena
alimentaría que sostiene la vida en un lago.
Mientras más salmón haya, más vigorosos son el zooplancton y las algas en los lagos. Sus muestras del fondo
indican la caída precipitada de los niveles de plancton y de la productividad de los lagos, que marcan el inicio de la
pesca en gran escala a finales del siglo XIX. Durante los últimos 100 años, la pesca ha desviado hasta dos tercios
del movimiento río arriba de los nutrientes derivados del salmón, de los ecosistemas locales hacia los seres
humanos.
EL ULTIMO DIA, JON ME LLEVA EN BOTE A través del lago hasta la boca del pequeño riachuelo. Sobre el lago
cuelgan nubes bajas y el agua es tan sólida y brillante que parece una lámina de plata. Nos subimos a los
asientos del bote ara tener una vista mejor del agua. Jon me da sus espejuelos de sol polarizados.
Señala hacia el agua profunda en la boca del río. De pronto, ahí están los salmones, cientos de ellos, de color
rojo anaranjado neón. Parecen carpas doradas tan grandes como gatos. Todos alineados en la misma dirección,
se deslizan en un inmenso círculo, una lenta y ancha corriente de salmones, esperando el momento exacto en
que se lanzarán al riachuelo. Yo nunca había visto tantos salmones y no tenia idea de que fueran tan bellos. Sus
cabezas son casi invisibles, verde iridiscente como el agua, pero sus lomos son de un rojo vivido e incandescente.
Los peces vienen y van desapareciendo lentamente bajo el bote. Miro a Jon, quien está observando
concentradamente.
Las poblaciones de salmón de Alaska están entre las más prístinas del mundo. En los lagos donde trabaja Jon,
cada año alrededor de un millón de salmones escapan a las redes y a los botes de pesca, aunque otro millón o
dos son capturados. De manera que las densidades que llenan las corrientes, y que vemos, son sólo una fracción
de lo que sería la corrida si se le dejara a la naturaleza. Algunas corrientes promediarían más de tres salmones
por medro cuadrado en todo su recorrido. Los cientificos estudian este ecosistema como si estuviera intacto, pero
nadie sabe cómo luciría un río si no hubiera sido tocado por los humanos.
A pesar de todo esto, mediante el estudio de los ciclos de renovación en Alaska, los cientificos están
demostrando lo profundamente que el sistema se ha ido afectando en otros lugares y están comenzando a
comprender lo rápidamente que debemos actuar.
Si podemos hallar una forma de reservar y restaurar el hábitat del salmón, reducir la competencia de los criaderos
de peces, eliminar los obstáculos para el libre cauce de las corrientes y regular la pesca comercial, de manera
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que permita que fluyan río arriba suficiente nutrientes derivados del salmón, entonces quizás hallaremos la forma
de hacer que el salmón regrese.
Yo he visto salmones nadando río arriba para desovar, aun con los ojos mordisqueados. Aun muriéndose, con la
carne cayéndose de las espinas, he visto salmones luchando para proteger sus nidos. Los he visto escalar
arroyos tan pequeños que se quedaban varados en la grava. Los he visto nadar río arriba con inmensas
dentelladas en sus cuerpos hechas por los osos. Los salmones son increíblemente aferrados al desove. No se
rendirán Eso me brinda esperanza.
BIBLIOGRAFÍA:
POR KATHLEEN DEAN MOORE Y JONATHAN W. MOORE
DISCOVER EN ESPAÑOL JUNIO 2003