Luisa de Marillac y cuidado de las personas ancianas
Medicos, disc y mis de la salud
1. MÉDICOS, DISCÍPULOS MISIONEROS
DE LA SALUD
Todo lo que nos rodea es música, sólo hay que saber escucharla, y para poder
acceder a los sonidos que la exteriorizan.La vida está llena de verdades, de
voces, de poesía, de música, pero se tiene que conectar con la emisora que
emite esa música.
La realidad brilla a nuestro alrededor, y con ella existe la oportunidad de
componer bellas melodías musicales. Pero, puede ser que, en medio de la
globalización nos volvamos ciegos y acusemos a la realidad de ser tiniebla;
puede ser que, nos volvamos sordos y acusemos a la realidad de ser muda; o
puede ser que, por ampliar los brazos de la técnica disminuyan los brazos
humanos y sensibles y acusemos a la realidad de ser fría e insensible; o puede
ser que, por estar dormidos o muertos, acusemos a la realidad de estar dormida
y muerta. Perdiendo la oportunidad de sembrar en un campo sin cosecha,
porque no se encuentra la semilla que está en uno mismo por la fragmentación
de la persona, y se pierda la oportunidad de fecundar el tiempo con la eternidad,
pues, el hombre con su vida y sus acciones es el único que puede fecundar con
la eternidad el tiempo.
En el mundo de la salud algo que ha impedido ver la semilla ha sido la
concepción de la medicina fragmentaria y analítica de los procesos patológicos y
curas de los mismos, desapareciendo así una ciencia médica “filosófica” donde
se veía al hombre en su integración psico – física unida al ambiente en el que
vivía y en su complejidad íntima y original.1 Como se reflexiona a continuación y
en los siguientes números de la caravana de la vida. Los sentidos son de suma
importancia, por eso iniciaremos con el del oído.
1
Cfr. MARCHESI, P., Poderes de la medicina e importancia del médico: elogio a la humildad en
“DomentiumHominum”, N. 28, (1995, 1), p. 124.
2. 1. Los oídos
De oídos sordos
Qué difícil hoy en día, es captar las notas y melodías, de esos instantes hechos
partituras que despiertan el oído del alma para continuar componiendo música
en lo cotidiano o hacer de lo cotidiano esa música o un poema. La situación
actual generalen medio del trabajo sanitario se ha ensordecido y enmudecido
tantas veces, perdiendo creatividad, llevando solo a tocar la música de los
grandes compositores anteriores a nosotros, siendo repetidores de sonidos,
pues, el médico muchas veces se ha convertido en un técnico del cuerpo
humano, se ha reducido la naturaleza del ser a un bien de consumo, de
conocimiento, a un propósito práctico. Se ha olvidado de contemplar a la
persona humana, aún, hasta este término “persona humana” se ha hecho
confuso y relativo, llegando así, a un problema serio que nos plantea ¿Quién es
persona? pregunta que se convierte en respuesta. Es decir, la persona es la
pregunta y la respuesta.
JanDacok dice que la concepción de persona, es uno de los empobrecimientos
de la cultura actual, pues se han hecho a un lado las definiciones de Boecio y de
Santo Tomás y se ha puesto en primera línea una definición de tipo psicológico
y sociológico según la cual sólo el que se siente persona puede ser considerado
persona o el que es reconocido como tal por los demás. Se ha pasado de una
concepción ontológica a una funcionalista o empirista donde se acepta como
estatuto de persona sólo el conjunto de ciertas actividades o propiedades, como
las operaciones mentales, la autoconciencia, la capacidad comunicativa y de
representación simbológica, abriéndose así un camino de actitudes peligrosas
para el hombre. Pues esta posición puede llevar a cualquier manipulación
(clonación humana) y tratamiento, incluso a matar (aborto, eutanasia), como si el
hombre fuera un objeto, pues según la cultura radical, no se mata a una
persona, sino “sólo” se suprime a un individuo.2
2
Cfr. DACOK J., Genética y postmodernidad, en “DolentiumHominum”, n. 61, (2006, 1), p. 105.
3. Por otro lado, para el “intelectual” laicista y desacralizado, los términos como:
Dios, mandamientos, ética, amor, valor, alma, virtud, deber, etc., han sido
excluidos del vocabulario oficial, llegando a un interesante cambio de vocablos o
giros lingüísticos en los centros de salud para desvirtuar el peso moral de los
contenidos de las acciones que se realizan, por ejemplo: de “anticoncepción” se
paso a “salud reproductiva”; al “aborto” se le llama ahora “interrupción”; de
“embrión humano” se paso a “producto” o “pre-embrión”; de “parto” o
“alumbramiento” a “expulsión”; de “sala de alumbramiento” a “sala de expulsión”,
de “matar” a “muerte asistida”,3 entre otras muchas. Llegando así, a una serie de
etiquetas mentales convencionales que impiden oír la dimensión inefable de la
naturaleza, perdiendo la armonía y totalidad de la naturaleza humana y del
mundo que nos rodea, impidiendo escuchar esa música que sigue brotando de
lo cotidiano de la vida.
En otras palabras, para poder recoger los sonidos que exteriorizan la música, es
necesario recorrer un camino de discernimiento y responsabilidad, para poder
escuchar lo hay que en el corazón.
Lo que es muy importante en el mundo sanitario, pues los médicos, discípulos
misioneros de la salud necesitan escuchar esa música callada que es anterior a
las palabras de frente a un enfermo y no permanecer con los oídos sordos.
A oídos abiertos
“Entonces el presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las
manos, Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en
las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantó los ojos al cielo,
suplicó y dijo: ‘Efetá’, que significa: ‘Ábrete’. Y enseguida se abrieron sus oídos,
se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.” (Mc. 7, 32-37)
De diversos modos y en diferentes tiempos, hombres y mujeres que trabajan en
el campo de la salud han experimentado de parte de Dios este “Efetá” o “Ábrete”
3
Cfr. GASPERIN M., Testigos de la Esperanza. El hombre, camino de la Iglesia, Novena Carta Pastoral,
S. Ed., Querétaro 2006, p. 11.
4. mediante un encuentro personal con Jesucristo que no ha consistido solo en
abrir los oídos, sino sobre todo en abrir el corazón, para descubrir la grandeza
de la Palabra que se hace palabra y se puede escuchar en el silencio del
enfermo.
Saber escuchar al enfermo significa: saber prestar atención al “mensaje total”
que él transmite de una manera verbal y no verbal. Siendo conscientes que esta
manera de escuchar en un silencio pleno de compresión, es un arte difícil que
ningún nos ha enseñado.4
Más este tipo de escucha, a llevado a muchos discípulos misioneros de la salud
ha descubrir y que sigan descubriendo a muchos de los heridos y asaltados en
los caminos de América Latina y el Caribe, heridos que no han caído sólo por
accidente y enfermedad, ya que muchos han sido victimas y han sido dejados
medio muertos por los asaltantes que pueden ser personas o instituciones.
Aparentemente no hay responsables ni culpables, sin embargo, alguien tiene
que asumir la responsabilidad por los heridos,5 y ese alguien muchas veces ha
tenido un rostro concreto en el gran número de médicos católicos
comprometidos, encontrándonos con grandes testimonios de que de una
manera pulcra y abnegada entregan su vida al servicio del amor al prójimo más
necesitado; existen doctores que fieles a sus principios humanos y cristianos
defienden valientemente la vida desde su concepción hasta la muerte natural; no
podemos olvidar la cercanía de muchos trabajadores sociales y voluntarios que
día a día luchan por ayudar al enfermo en medios de sus limitaciones.
En las Iglesias de América Latina y el Caribe, hay una hermosa tradición de
preocuparse por los heridos de los caminos desde hace más de 500 años, en
medio de escuelas, hospitales, solidaridad, promoción humana, liberación,
atención en los desastres, entre otros.6 La Iglesia a lo largo de toda su historia,
ha desarrollado un trabajo admirable al servicio de los necesitados. Muchos
médicos han tenido misericordia por las personas “heridas y asaltadas” en los
4
Cfr. Ibidem, pp. 38 – 39.
5
Cfr. TORRES S., La pastoral social en Aparecida, FUNDACION AMERINDIA, Aparecida renacer de
una esperanza, Dabar, México 2008, p. 264.
6
Cfr. Ibidem, p. 264.
5. caminos, siendo una caravana de la vida auténtica, que sigue el buen ejemplo
de Jesús. Luchemos por activar más nuestros oídos y que estén abiertos al
mensaje total del que sufre.
2. Los ojos
Del daltonismo sanitario
En la actualidad se desvanece la concepción integral de ser humano, su relación
con el mundo y con Dios; siendo un gran error de las tendencias dominantes en
el último siglo, pues se ha llegado a una sobrevalorización de la subjetividad
individual (cfr. DA 44).
La post-modernidad ha mostrado una compleja realidad de tipo filosófico,
sociológico y cultural además del sello antimetafísico, relativo, parcial, nihilista,
secularizado, llevando al oscurecimiento o debilitamiento del ser, a la disolución
de la estabilidad del ser y al desempeño moral. Tratando de convencer de que
no se puede tomar seriamente ni a Dios, ni el ser ontológico, ni la vida, ni el
lenguaje humano.7 Pareciera como si el humanismo se sintiera acomplejado de
la técnica8 y de la ciencia, es interesante descubrir cómo está por encima el
tener y el hacer que el ser mismo.
Por otro lado, el sujeto, ha adquirido una individualidad absoluta, donde se
considera a sí mismo como la única referencia, por lo que los valores deben de
ser sometidos a dicho individuo. La antropología postmoderna midiendo todas
las cosas según el individuo absoluto ha negado la realidad del mal moral y
rechazado el orden sobrenatural. Mientras que para la filosofía postmoderna el
sujeto actúa de acuerdo con lo que es bueno para él, lo que él quiere y no tanto,
lo que es bueno en sí y para sí, lo que ha hecho que la inteligencia humana esté
tan debilitada que no es capaz de reconocer el orden metafísico del ser, lo que
7
Cfr. DACOK J., Cuidados paleativos y New Age, Post–modernidad”, en “DolentiumHominum”, n. 58
(2005, 1), p. 98.
8
Cfr. BERMEJO J.C., Qué es humanizar la salud. Por una asistencia sanitaria más humana, San Pablo,
Madrid 2003, p. 15 – 16.
6. ha fundado una diversidad caótica en el campo ético–moral,9 De tal manera que
el valor de la vida humana se ha vuelto relativo y confuso en el mundo médico,
ya que la post-modernidad, no reconoce ningún sentido de sufrimiento, por eso,
hoy es fácil refugiarse en el suicidio, en el suicidio asistido y en la eutanasia,10 Lo
cual es preocupante y grave a la vez, pues el mismo hombre se está
destruyendo a sí mismo.
En este nuevo contexto social, la realidad, se ha vuelto para el ser humano más
opaca y compleja, pues es difícil para muchos percibir la unidad de todos los
fragmentos dispersos que resultan de la información que se recibe, muchos
quieren ver la realidad desde una perspectiva unilateral, como la información
económica, política, científica, entretenimiento, etc., más no debe olvidar que
ninguno de estos criterios parciales logra proponer un significado coherente para
todo lo que existe. Cuando las personas perciben esta fragmentación y
limitación, suelen sentirse frustradas, ansiosas, angustiadas (cfr. DA 36).
Con lo dicho anteriormente, creo que no podemos hablar de una ceguera del ser
humano porque ve la realidad pero si se ve de una manera subjetiva, es decir,
parcial, por lo que ¿Se podría hablar de daltonismo?, como se sabe el
daltonismo es un defecto de la vista que consiste en no percibir determinados
colores, y en el campo de la salud ¿no pasa lo mismo?, muchas veces, en
medio de los médicos las actitudes han impedido ver realidades existentes
distintas de las propias, se piensa que solo cuenta la propia verdad, técnica,
especialización, profesión o postura, actitudes que impiden vivir la vida con esa
atracción de lo que es diferente; con esa mirada que cada uno deposita en sí y
en los otros; con esa invitación a aceptar las diferencias personales y de los
demás; con ese amor capaz de unir y sobrepasar lo distinto. Es necesario saber
mirar más allá de las cosas.
La mentalidad técnica ha llevado inevitablemente a un empobrecimiento de la
visión del enfermo, al que frecuentemente se priva del respeto y la atención a la
9
Cfr. DACOK J., Genética y postmodernidad…, ob. cit. p. 105.
10
Cfr. DACOK J., Punto de vista de la postmodernidad, en “Domentium Hominum” n. 64 (2007, 1), p. 111.
7. que tiene derecho como persona humana. Lo que no significa que en las
Instituciones Sanitarias falten personas capaces de una relación humana y
personal, sino más bien, que los individuos que ofrecen estos cuidados deben
luchar contra una concepción técnica y despersonalizada del cuerpo y de la
enfermedad.11Es necesario que en estos lugares, los médicos, aprendan a ver
con los ojos y a mirar con el corazón al enfermo que está enfrente y que es una
persona en toda la extensión de la palabra.
A una vista que sabe mirar desde el corazón
“Al pasar vio a un hombre ciego de nacimiento. Los discípulos le preguntaron:
‘Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?’. ‘Ni
él ni sus padres han pecado, respondió Jesús nació así para que se manifiesten
en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió,
mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy
en el mundo, soy la luz del mundo’. Después que dijo esto escupió en la tierra,
hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: ‘ve a
lavarte a la piscina de Siloé’, que significa ‘enviado’. El ciego fue, se lavó y, al
regresar, ya veía. Jesús preguntó: ‘¿crees en el Hijo del hombre?’. Él respondió:
‘¿quién es, Señor, para que crea en Él?’. Jesús le dijo: ‘Tú lo has visto: es el que
te está hablando’. Entonces él exclamó: ‘creo, Señor’, y se postró ante Él.
Después Jesús agregó: ‘He venido a este mundo para un juicio: Para que vean
los que no ven y queden ciegos los que ven” (Jn. 9, 1-7.35-39).
Jesús se acerca al ciego y se muestra como luz, le deja claro que no es ciego el
que no ve, sino el que no quiere ver, el que no sabe mirar desde el corazón.
Cuando el médico, discípulo misionero de la salud se encuentra con el amor de
Jesús sus ojos se convierten en instrumentos claros que sirven para observar el
comportamiento mímico y gesticular del enfermo, sacando deducciones acerca
de sus deseos y sus necesidades.
11
Cfr. BRUSCO A., Humanización de la asistencia al enfermo, Sal Terrae, Bilbao 1999, p. 26.
8. Se tiene la capacidad de que mientras se habla con él y se le observa con
atención, se puede obtener una larga cosecha de informaciones que le permitirá
descubrir quién es aquel enfermo en términos de personalidad, de situación
emotiva y de actitudes interpersonales y haciendo incluso una lectura en su
rostro para descubrir la tristeza, la preocupación, el ansia, la cordialidad, la
hostilidad, la confianza o desconfianza; sentimientos que después se
confirmarán o no con otros elementos como el tono de la voz, la lentitud o
rapidez del diálogo, o la gesticulación de las manos.12 Encontrándonos así de
frente a una visión personalística del hombre13. Es por eso tan importante que
los médicos, como discípulos misioneros de la salud busquen un encuentro
auténtico con el amor de Jesús, para que desde ahí, puedan mirar desde lo
profundo al enfermo que está enfrente de ellos.
Son muchos los médicos laicos que se han esforzado por no alejarse del
cuidado de los enfermos y han buscado responsablemente una síntesis donde el
continuo ejercicio de la caridad sea el signo de una total y sincera entrega al
Señor, así, como el buen samaritano, se han dedicado a socorrer las
necesidades de los heridos, a llevarlos a lugares de refugio y de asistencia y a
buscar soluciones transitorias para curarlos totalmente, aunque reconoce, que
en parte, la caridad fue entendida como compasión, beneficencia, acogida,
limosna, y solamente en los siglos XIX y XX surgió con fuerza el tema de la
justicia y la búsqueda de las causas de la pobreza.14 Ahora en Aparecida se
quiere dar un paso adelante como lo vemos a continuación:
12
Cfr. MESSINA R., Umanizzazione del mondo della salute,Camillianum, Roma 2007,p. 38. (Dispensa
para el uso de losestudiantes).
13
“Visión personalística del hombre” visión que ha hecho que los profesionales de la salud no se queden de
frente a un cuerpo humano, sino vean a una persona en su totalidad, donde se abrazan todas las
características de la persona humana, al igual que sus manifestaciones originales. El hombre es una unidad
sicosomática: ni puro espíritu ni puro cuerpo, sino un organismo unitario, viviente, físico y síquico al
mismo tiempo. Además esta visión personalista del hombre implica una concepción personalista de la
libertad humana, pues toda la persona humana es o no es libre. Este es el ser humano que el personal
sanitario y el agente tiene que descubrir frente a sí cada vez que se ocupa de un enfermo. Cfr. FELICI A.,
Médicos Santos. De la terapia del cuerpo a la del espíritu, en “DolentiumHominum”, n. 28, (1995, 1), pp.
77 – 78.
14
Cfr. TORRES S., La pastoral social en Aparecida…, ob. cit., p. 271.
9. “Aparecida no sólo se conduele con los ‘heridos’ de los caminos y no sólo se
propone acompañarlos y ayudarlos. Los invita a que ellos se ayuden a sí
mismos.”15
Para lo que se necesitan verdaderos médicos, discípulos misioneros del amor de
Dios que promuevan la integridad de la Persona, como lo expresaría en 1995
Marchesi en la revista “DolentiumHominum”: “El médico debe inspirarse en un
modelo de intervención sui generis, de manera que se ponga como acción de
ayuda al hombre enfermo en un proceso de promoción de la autonomía y de la
recíproca humanización”.16
De tal manera que ya los médicos no pregunten quién es débil o discapacitado y
quien no lo es, pues la mirada que brota del corazón va más allá que el simple
ver, cuando se mira, y no sólo se ve, uno es capaz de tejer lazos con el que más
sufre, o el más desfigurado y ayudarlo a que encuentre la autonomía para salir
adelante por sí mismo.
Para fortalecer esta vocación de ser hoy médicos, discípulos misioneros de
Jesucristo en América Latina y el Caribe se tiene necesidad de una clara y
decidida opción por la formación, cualquiera que sea la función o servicio a
desempeñar.17 Se necesita una formación que enseñe a mirar al corazón de
Jesús y al corazón del hombre para ayudarlo a valerse por sí mismo, formación
que debe partir del seguimiento de Jesús que es una fascinación que responde
al deseo de realización humana, al deseo de la vida plena, por eso, el discípulo
es alguien apasionado por Cristo a quien reconoce y acompaña, (cfr. DA 277) en
el que está junto a Él, como ya se había hecho mención.
3. Las manos
De manos rígidas
15
Ibidem, p. 273.
16
MARCHESI P., Poderes de la medicina e importancia del médico…, ob. cit., p. 124.
17
Cfr. IRIATE G. – ORSINI M., Documento Aparecida. Síntesis…, ob. cit., p. 55.
10. Tener la mano rígida es todo un signo, ya que la mano rígida tiene una gran
limitación, no puede dar ni recibir. Las manos por naturaleza tienen un continuo
movimiento, el de abrirse y cerrarse, dando un sentido al hombre de
autorealizarse al cerrar la mano haciendo suyo lo que recibe y de autotrascender
al abrir la mano para autodonarse.
Hoy el hombre se encuentra con beneficios como la prolongación de la vida,
disminución del dolor, entre otros; pero al mismo tiempo, se encuentra con
grandes inconvenientes como hacer del enfermo una máquina corporal averiada
que necesita ser arreglada por un profesional de la salud que sería su mecánico.
Muchas ocasiones la relación entre el paciente y el operador es por medio de
aparatos, depositando la confianza más en los medicamentos e instrumentos
que en la persona, dándose, así un reduccionismo y una tecnolatría.18
Hoy muchos médicos se han convertido en técnicos del cuerpo humano,
preparados científicamente, con un buen soporte técnico, especializados en una
parte corporal, con unas manos que saben hacer profesional y técnicamente
bien lo que tienen que hacer, pero frías y rígidas.
En cuanto al sufrimiento y la muerte en la mentalidad técnica, se puede decir
que son realidades que deben resolverse apelando a los recursos técnicos, por
lo que, la búsqueda de su significado y la atención a las repercusiones que
pueden tener sobre el paciente se consideran irrelevantes,19 llegando a un
tratamiento frío con la persona enferma quedándose en la parte biológica y
olvidándose de la parte biográfica.
Hoy con tristeza el médico humanamente es menos capaz de estar cerca del ser
humano que sufre, de sentirlo; ha perdido progresivamente su rol de conocedor
de la persona, como punto de referencia, dejando frecuentemente a enfermos y
18
Cfr. BERMEJO J., Qué es humanizar la salud…, ob. cit., p. 18 – 19.
19
Cfr. BRUSCO A., Humanización de la asistencia al enfermo…, ob. cit., pp. 24 – 26.
11. familiares solos en la experiencia de la enfermedad.20 Aunque debemos
reconocer que no todos, pero lamentablemente la mayoría.
No nos podemos quedar en el cuerpo, en lo biológico, en lo físico de la persona,
necesitamos integrarlo y conectarlo a su ser ontológico y biográfico donde no se
deja a un lado la historia y vida de cada una de las personas que en el campo de
la salud nos encontramos.
A manos que tocan y sienten
“Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una
mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo
curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano
paralizada: ‘Ven y colócate aquí delante’. Y le dijo: ‘¿Está permitido en sábado
hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?’. Pero ellos callaron.
Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por
la dureza de sus corazones, dijo al hombre: ‘Extiende tu mano’. Él la extendió y
su mano quedó curada” (Mc. 3, 1-5).
Jesús se asoma al hombre de la mano paralizada, y lo enseña a dar y a recibir.
La mano puede realizar gestos preciosos como caricias, sujetar otra mano,
ayudar al enfermo a cambiar de posición, ofrecer un vaso con agua, secar el
sudor, invocar, sostener al paciente para que pueda pasear o caminar, etc., más
en el hacer todo esto, las manos tienen un lenguaje expresivo.
Las manos de muchos de los médicos, discípulos misioneros de la salud han
tenido este hermoso movimiento que los ha llevado a vivir y disfrutar de su
vocación como lo encontramos expresado en la profunda “oración de los
médicos” del Profesor Vasconcelos, titular de la Cátedra de Cirugía de la
Facultad Médica de San Pablo del Brasil, que manifiesta un estilo de vida
basado en el tocar y sentir de sus manos, como instrumentos médicos y
humanos que ejercen una profesión armonizada:
20
Cfr. SEMPLICI R., La cura della salute, Pauline, Milano 2008, p. 44.
12. “Son nuestras manos, las manos del destino: manos que ven, manos que leen,
manos que escuchan, manos que sienten, manos que se tienden, manos
vibrantes, manos que palpan dulcemente, que corren sobre la piel, leen
asperezas, como las manos de los ciegos sobre la superficie de las hojas
rugosas, manos que se hunden en la carne ardiente y temblante del hombre
enfermo, manos que creen, manos que oran, manos juntas que recitan, en la
larga lucha el infinito rosario de las largas esperanzas, manos en que la oración
son el trabajo que la fe mantiene y el amor sostiene”.21
Nos encontramos de frente a un médico-hombre con el corazón en las manos.
Con la oración del Profesor Vasconcelos descubrimos que todavía hoy en medio
de la confusión de la globalización existen personas con sentidos finos para
descubrir en lo cotidiano de su trabajo la música de Dios. Viendo, escuchando,
sintiendo y contemplando sus manos, saben escuchar esa música que brota de
lo cotidiano de la vida, haciendo de su vida un poema, una canción, tienen la
sensibilidad para escuchar esa sinfonía alegre, gratuita y profunda que sus
manos tocan entre sonidos y silencios en una revisión, en una operación o en la
curación de la carne ardiente y temblante del hombre enfermo, para componer
poemas y canciones de amor auténtico en medio del dolor.
Analizando así el papel tan importante de los sentidos en los médicos, discípulos
misioneros de la salud, y viendo como han sido una ayuda profunda y eficaz,
pues su sensibilidad y amor permiten seguir descubriendo huellas de vida donde
otros las han negado. Siendo ese amor como un zahorí capaz de detectar las
corrientes subterráneas que recorren el subsuelo personal y hace brotar
torrentes de agua que da vida a los que le rodean.
4. La presencia
Del sin sabor de la profesionalidad
21
MESSINA R., Umanizzazione del mondo...,ob. cit., p. 38.
13. Muchos de los médicos, transcurrido el periodo de trabajo, dan señales de
depresión, pierden la confianza en sus capacidades, se vuelven pasivos, caen
en la rutina, se desinteresan de su trabajo y levantan una enorme barrera
defensiva frente a los otros,22 siendo esta barrera la que el enfermo encuentra
enfrente de sí.
A la mezcla de síntomas físicos, de vivencias psíquicas y de reacciones de
comportamiento, se les ha llamado “burnout” igual a “quemarse”, el cual es un
estado especial de desgaste psicológico, de agotamiento emotivo y profesional,
presente en los que desempeñan una profesión de ayuda en la que las
relaciones interpersonales son frecuentes y emotivamente intensas.23
El “burnout” es una forma de agotamiento que puede afectar a toda la persona
de modo y en grados diferentes: física, emotiva, intelectual, social y
espiritualmente, haciendo que se pierda poco a poco la dirección.24Es común
que se presente en personas sometidas a una tensión constante, a procesos de
estrés prolongados, generando una baja efectividad en los afectados.
“…si no se supera creativamente la crisis, se cae en la apatía, en la frialdad
emotiva y en la impersonalidad relacional… Es el fracaso de una buena empatía,
la desaparición de una simpatía que se escapa de las manos. El fuego del
entusiasmo se ha apagado y sólo quedan las cenizas. Las relaciones son ahora
impersonales, frías, siempre iguales.”25
Dándose prácticamente una muerte profesional que hace ver al enfermo como
uno más, como un número, como un objeto de conocimiento, como un individuo
sin historia, pensamientos y sentimientos, como un instrumento de trabajo,
perdiéndose la personalidad y toda manifestación de presencia auténtica.
22
Cfr. SANDRIN L., Ayudar sin quemarse. Cómo superar en burnout en las profesiones de ayuda,
Paulinas, Madrid 2005, p. 45.
23
Cfr. Ibidem, pp. 45 – 46.
24
Cfr. Ibidem. pp. 48 – 52.
25
Ibidem, p. 51.
14. Mientras que en las culturas tradicionales se preparaba al enfermo a ser aliado
del sufrimiento, de la curación y de la muerte, hoy la empresa médica más bien
está organizada para controlar el dolor, hacer desaparecer la enfermedad, abolir
el aprendizaje del arte de sufrir y de morir, lo que hace que el dolor esté
desgajado del contexto que podría darle un sentido y se ha convertido en un
problema técnico que debe ser solucionado por el médico.26 No podemos dejar
fuera del proceso de enfermedad y curativo a la persona misma.
Del encuentro entre cultura científica y cultura humana se puede comenzar la
recuperación y consolidación de aquella parte de la medicina que se ocupa de
salud, haciendo posible la realización de la utopía de una medicina con rostro
humano y al servicio de todos los hombres.27
Ante este concepto borroso del ser humano; se ha minimizado el respeto a la
dignidad de la persona humana; se ve solo una parte ya sea el órgano enfermo
o el cuerpo enfermo olvidándose del ser humano integral compuesto de cuerpo–
mente–alma; se pone más atención sobre las técnicas que sobre el ser humano;
el personal sanitario cada día está más preparado técnicamente pues se vive en
el tiempo de la especialización, pero falta estar más preparados humanamente;
se piensa más en lo funcional que en lo relacional; no se escucha atentamente
al que sufre; se da un trato despersonalizado.
Falta, tener el corazón en las manos, para hacer del trabajo un estilo de vida
más humano que ayude a que los sentidos del ser humano se activen y
descubran las notas que se encuentran en la realidad y cotidianidad de la vida
para seguir escribiendo música que ayude no sólo a la autorrealización, sino a la
autotrascendencia del ser médico.
A la presencia que habla
26
Cfr. BRUSCO A., Humanización de la asistencia al enfermo…, ob. cit., p. 23
27
Cfr. SEMPLICI R., La Cura Della Salute...,ob. cit., p. 42.
15. “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de
Cleofás y María Magdalena” (Jn. 19, 25).
María se presenta como un ejemplo singular a seguir de los médicos, como
discípulos misioneros de la salud, pues, ella enseña a estar al lado del que
sufre, con la premura, la delicadeza y generosidad que son peculiares de una
madre.28
Para una persona que sufre lo que realmente cuenta es la permanencia de
alguien junto a él en momentos difíciles de la vida. Aún, en medio de esa crisis
de palabras que uno experimenta al procurar dar un mensaje al que sufre: “no
sé qué decirte, más sabes que estoy contigo”, es tener la experiencia del apoyo,
consuelo y alivio, y es un don el saber estar mutuamente29 presentes aún en
medio de la confusión que se vive en la actualidad. Lo que trae como fruto una
nueva fortaleza y una nueva esperanza, llegando a experimentar la cercanía
auténtica de estas personas que saben estar cerca del dolor como aquellos que
se encuentran junto al que sufre por vínculos biológicos. Al mostrar su
solidaridad, al querer penetrar en las regiones oscuras e inexploradas de la vida,
estas personas son las que aportan nuevas esperanzas y ayudan a descubrir
nuevos caminos.30 Así, los médicos, discípulos misioneros de la salud como
miembros de la Iglesia han aprendido a estar cerca del que sufre.
Se necesita desarrollar esa dimensión mariana, que se distinga por su silenciosa
proximidad a quien sufre, y por su servicio presuroso al necesitado,31 dimensión
que tal vez cueste mucho, pero que muchas veces seguirá siendo la única
posibilidad de acercamiento con el que sufre.
28
Cfr. SANDRIN L., La Iglesia, comunidad sanante. Un reto pastoral, San Pablo, Madrid 2000, p. 100.
29
Por “mutuamente presentes” Henri Nouwen entiende la actitud de estar con el otro que requiere de
nosotros que compartamos su vulnerabilidad, que entremos con él en la experiencia de la debilidad e
impotencia, y que compartamos su incertidumbre y renunciemos a controlarlo y a la autodeterminación.
Cfr. NOUWEN, H., La compasión en la vida cotidiana, Lumen, Argentina 1996, p. 26.
30
Cfr. Ibidem.
31
Cfr. SANDRIN L., La Iglesia, comunidad sanante… ob. cit., p. 100.
16. A diferencia de los médicos, como profesionales de la salud a los médicos como
discípulos misioneros de la salud, saben a ejemplo de Jesús que: “La
enfermedad tiene una sola raíz…, pero cada hombre la padece de un modo
diferente. Por eso cuando Jesús sale al encuentro de los hombres, se asoma al
corazón de cada hombre, desde la pobreza concreta que a él le está tocando
vivir.”32 Lo que ha motivado a muchas órdenes religiosas, a asociaciones de
médicos católicos y personas que están cerca del que sufre a ver no solo la
enfermedad, sino a la persona que está enferma.
Como lo decía también la Madre Teresa de Calcuta: “Hemos de procurar dar de
forma incondicional lo que una persona pueda necesitar en un momento dado.
La cuestión es hacer algo (por mínimo que sea) y demostrar a través de
nuestras acciones que nos preocupamos, ofreciendo nuestro tiempo. En
ocasiones ello puede llevar a realizar algo físico (como hacemos en los hogares
para enfermos y moribundos), otras veces, en cambio, puede concentrarse en
ofrecer apoyo espiritual a los que se han encerrado en sí mismos (los que se
hallan aislados y solos en su casa). Si una persona enferma desea medicinas,
démosle medicinas; si necesita consuelo, entonces consolémosle.”33
Ayudados de estos dos textos anteriores se puede hablar de tantos hombres y
mujeres, que a diferencia de lo profesionales del cuerpo, han sido y son
verdaderos discípulos misioneros de la salud, pues, se han dado cuenta
después del encuentro con Jesucristo y su proceso de conversión como
auténticos seguidores, de tal manera que con la vida diaria, estos no han
esperado hallar la poesía y la música en el lugar donde viven y trabajan, sino
que la han llevado consigo mismos, para darle sentido a la propia vida y ser
verdaderos compositores de melodías y poemas que den sentido a la vida de los
que confían en ellos.
Para poder infundir en los enfermos coraje y esperanza, no se debe olvidar que
es necesario sobre todo ser personas felices, saber vivir aún en medio de las
32
PASCUAL M., Como un hombre cualquiera, Ed. Guadalupe, Argentina 2005, p. 53.
33
DE CALCUTA T., Camino de Sencillez, Planeta, Barcelona 2008, p. 120.
17. pruebas y adversidades; satisfacción que se debe transmitir con la alegría, con
una cordial sonrisa, con una mirada luminosa y penetrante que testimonie una
profunda paz interior y una fraterna participación al dolor del otro.34
Necesitamos abrir el corazón para que los sentidos estén alertas y puedan
descubrir lo que hay detrás del dolor físico, ayudando al enfermo a descubrir no
solo el miedo, la soledad, la tristeza, la angustia que muchas veces está detrás
del dolor, e impide salir adelante en los momentos de crisis, sino a ver los
propios medios con los que cuenta, el propio tesoro que existe en sí mismo para
salir adelante en la nueva realidad que vive y viva en comunión consigo mismo,
con los demás y con Dios.
El encuentro vivo con la Persona de Jesús, el discipulado y la conversión deben
llevara los médicos, como discípulos misioneros de la salud a ya no estar sordos
no sólo para escuchar la voz del mundo, sino también la Palabra de Dios,a no
estarmudos y selimiten a hablar con los hombres, sino también en la alabanza a
Dios de lo profundo de nuestro corazón,a no estar paralíticos,queno sólo
comienzan a caminar sino que caminemos hacia Dios.
Pbro. Lic. Alejandro Gutiérrez Buenrostro
Por el Instituto Internacional de Teología de Pastoral de la Salud
“Camillianum”
34
Cfr. MESSINA R., Umanizzazione del mondo della salute...,ob. cit. p. 40.