Siempre se habla de la educación y que se debe mejorar, sin necesariamente pensar, la educación agropecuaria es el eslabón perdido, que existe por influencia externa, mas que por necesidad sentida de potenciarla para bienestar de todos.
Educacion agropecuaria, eslabon perdido en nuestro pais (Panamá)
1. EDUCACION, ESLABON PERDIDO DEL SECTOR AGROPECAURIO, CON SOLUCION.
Olmedo Duque
Nos encontramos en un nuevo siglo, periodo transcurrido donde se han dado múltiples avances, con
adelantos importantes que deberían incidir en el desarrollo humano, mejorando las condiciones de
vida. No obstante, ante tales supuestos, la realidad es otra, por lo menos en nuestro país,
encontrando que las condiciones de vida para muchos no han mejorado, la pobreza se sigue
expandiendo, la falta de distribución y de cobertura social y asistencial de salud, educación, de
alimentación, de seguridad, y de oportunidades para todos, equitativa y real están aun en el
horizonte lejano.
Se habla, biológicamente del eslabón perdido, en relación al humano y sus ancestros, a lo que sería
el hipotético espécimen que uniría a los humanos actuales con sus antepasados simios. En este
sentido nos encontramos, buscando el eslabón perdido, faltante, para atinar una vez por todo el
acercamiento del horizonte lejano pendiente para el desarrollo (la educación).
La educación mencionada por muchos como la llave del desarrollo, en nuestro país, queda archivada
en la intensión, en el tintero de la atención, en el debate inteligente inconcluso, en las conclusiones
de comisiones que resuelven que es la clave infalible; es el eslabón faltante para el desarrollo, que
uniría la intención con los resultados concretos en el desarrollo buscado, con hechos en el humano y
sus condiciones de vida dignas, apropiadas, pertinentes para responder al país que lo requiere.
Para el desarrollo agropecuario, aun es mas critico el caso, por ser una arista en el sistema
educativo, de bajo perfil, por la poca importancia que le ha brindado el propio sistema educativo. Se
dio un gran paso al identificarlo como un subsistema y atenderlo disponiendo de planteles educativos
que impartan la educación agropecuaria, siendo el primero el Instituto Nacional de Agricultura, en
1940, donde su atención y dedicación por el estado lo favoreció resultando en un periodo de oro, de
avances y de importante influencia en el sector agropecuario, partiendo de una educación pertinente
y oportuna, acoplada al desarrollo tecnológico que se involucro y nació en esas instalaciones, y en la
asistencia técnica que de igual manera surgió desde sus actividades, llegando a ser suya la
metodología del aprendizaje solido y de calidad ``Aprender – Haciendo``, que posteriormente, otro
plantel de educación agropecuaria extrajera (Zamorano), hoy de prestigio internacional, la tomara
como suya (siendo de posterior creación y desarrollo, inspirada inicialmente en las bases de
formación del INA de Divisa) . No obstante, a la evidencia existente, la enseñanza practicada, la
influencia llevada con éxito, se perdió, al perderse de vista el valor de la educación en el sector
agropecuario, dándole importancia al crédito, a la tecnología, a la asistencia, y con alto énfasis, a la
política partidista. Es conveniente las instalaciones, equipamiento y terrenos disponibles, pero no
tiene sentido si no se involucran fondos pertinentes en cantidad, disponibilidad y agilidad para contar
con ellos, mas cuando los fondos son generados de las mismas actividades educativas realizadas
(aulas vivientes/ escenarios académicos del proceso enseñanza aprendizaje), así como, una
metodología de enseñanza aprendizaje pertinente y el recurso humano competente, disponible y
bien remunerado, como especialistas en cada materia de las ciencias agropecuarias, que pueda
investigar y atender acciones de extensión con los estudiantes. Al tratarse de un sector prioritario,
donde se coincide que es de importancia vital para el desarrollo del país, es de vital interés su
atención y desempeño, que se valoriza cuando se atiende pertinentemente, de manera específica,
como educación media, que da la oportunidad para el desarrollo del sector agropecuario disponer de
recurso humano especializado, motivado, con potencial de alcanzar alto valor al demostrar calidad
ejecutoria en el campo productivo, investigativo y de la enseñanza.
En el país existen alrededor de 17 planteles educativos agropecuarios, pero alrededor de 2 son
buenos, sin tomar alguna medida de evaluación formal para estimarlo, solo a manera de tendencia,
por la información rescatada de comentarios empresariales, en el nivel de preferencia de escoger
2. graduandos para ser contratados de esos dos planteles, pero con deficiencias que buscan mejorar
con capacitaciones complementarias que le dan posteriormente (introducción de competencias
productivas deseables), pero que aducen las empresas que deberían contar con ellas
(competencias) al graduarse. Esto es a nivel agroempresarial, no así a nivel del subsistema
agrosocial (en el campo de subsistencia, comunidades pobres o de extrema pobreza), donde la
enseñanza que llevan estos dos planteles buenos, son excelentes, y quizás otros planteles pasen a
ser buenos en este sentido (no preparan agroempresarios, profesionales con competencias
productivas (conocimiento tecnológico de avanzada, comercial/ empresarial, innovador, proactivo,
emprendedor)). Las competencias productivas son insumos de las agroempresas para la educación.
Se rescata, de lo tratado en este punto, que existen dos áreas a cubrir por la educación en la
actualidad, la del área profesional agroempresarial, que lleva a introducir y producir condiciones para
inducir un incremento en el producto interno bruto que viene del sector agropecuario, y la educación
básica agropecuaria que está dirigida al sector social del campo agropecuario, que coadyuva con el
desarrollo agropecuario en las comunidades marginadas en vías de desarrollo.
Por las actuales vivencias en que se ve involucrado el país, y participa, al estar en un ambiente
globalizado, ambos escenarios son requeridos, pero no están optimizados y fortalecidos ambos al
mismo tiempo, por ende, ofreciendo aportes al desarrollo del sector agropecuario, y menos frutos,
ante la competitividad requerida por el sector en vías de un potencial desarrollo. Se habla en los
foros y escenarios inteligentes que la actividad agroempresarial es la que desarrollara el sector, y
que Panamá no solo debe verse como un país de servicios, sino, de producción primaria, sobre todo
en la agroexportación, para crecer. Tanto el sector servicio como la producción agropecuaria son
dos puntales de desarrollo, no obstante, están en una desigualdad de condiciones, en lo que
respecta al apoyo que recibe del gobierno para hacerlo, y en ese sentido, esta la educación
agropecuaria, aunque, mucho más allá, en el fondo del saco de las prioridades conocidas, pero no
atendidas, para que sirva de impulsor de este digno sector, por ello es el eslabón perdido.
La educación agropecuaria, a nivel medio, tiene una misión clave en el desarrollo del sector, tan
importante como la superior, que se sostiene en el servicio potencial que brindarían profesionales
técnicos especialistas en las agroempresas existentes y en las que por fortuna puedan surgir de
estos profesionales. Donde, además, se atendería el desarrollo de poblaciones o comunidades de
donde proviene este recurso humano, que en su mayoría son de regiones agropecuarias con pobre
desarrollo, y marginadas. Además, si se hace una diferencia entre el costo de un profesional técnico
de nivel medio a uno de nivel superior, la remuneración es diferente, aunque los años de experiencia
y estudios posteriores lo pondrían en igualdad de condiciones (sin considerar la calidad de cada
persona individual, que sería otra variable importante a ser considerada), pero que sería una
alternativa para agroempresas que les resulta oneroso contratar un técnico de nivel superior, no así
uno de nivel medio con conocimientos específicos pertinentes para ser competitivos, que se lo daría
la educación por competencias productivas, que es la nueva gestión en la enseñanza agropecuaria
agroempresarial de punta que gestiona el Instituto Nacional de Agricultura desde el 2006, para
atender el desarrollo del sector agropecuario de manera pertinente, oportuna y eficaz, pero que por
dilataciones en el sistema educativo actual están retardadas la operación de este potencial proceso
de enseñanza ``Hecho en el Campo´´. El proceso requiere de implementar la metodología aprender
haciendo, de aulas vivientes/ escenarios académicos del campo productivo, complicidad de la
agroempresa con las competencias requeridas para operar de manera competente (que las
introduce al proceso enseñanza y aprendizaje efectivo, por medio del plan didáctico productivo),
disponibilidad de excelentes técnicos docentes de campo/ aula de clase, y del sistema rígido de
evaluación que verifique que las competencias productivas adquiridas lo estén en el 90% de los
estudiantes realmente. Esta nueva modalidad, educación por competencias productivas
(metodología Hecho en el Campo), sería el eslabón perdido para el desarrollo agropecuario, aunque
la propia educación lo es dentro del desarrollo del país, que el estado no encuentra, aun.