3. Durante mi infancia quise ser varias cosas, imagino que como la mayoría de niños,
pero fue al llegar a la adolescencia y tras mi primer desengaño amoroso cuando lo
tuve claro: domador de mariposas.
Pero por alguna extraña razón que aún no alcanzo a comprender, el destino fue
llevándome por otros derroteros, acabé matriculado en ingeniería en Madrid, de la
cual poco aprendí, y más tarde marketing y publicidad en Valencia, de la cual aún
guardo algún recuerdo.
Aun así la espina seguía clavada desde esa primera vez a los catorce años, donde
unas mariposas crecieron en mi estómago, alimentándose de besos furtivos y
vanas ilusiones, hasta que de repente un buen día se acabaron las vacaciones de
verano, ella volvió a su ciudad con una rápida despedida, y yo acabé teniendo el
estómago lleno de unas terribles orugas que me provocaron un dolor en todo el
cuerpo, acabando en el corazón.
Con 24 años esas mariposas ya habían repetido su proceso conmigo en tres
ocasiones, ya que aun estando prevenido por mí mismo, no había conseguido
controlarlas en ninguna ocasión.
Entonces decidí sacar tiempo de donde fuera para leer libros de psicología,
química, física, filosofía o cualquier cosa que pudiera ayudarme a entender
racionalmente el porqué de aquel fenómeno tan devastador.
Y lo conseguí. No puedo explicar cómo, ni tampoco intentaré jamás enseñar a
nadie a hacerlo.
Aprendí a domar mariposas.
ESAS mariposas.
Desde entonces mi vida ha sido mucho más tranquila, ordenada, controlada,
ausente de dolor.
Hasta que la conocí.
No fue al instante, por supuesto, porque si no habría usado una vez más mis dotes
de domesticador de mariposas… ¿Dónde vais? ¿Qué pretendéis? ¿No veis que
aquí no hay nada que hacer? Venga, fuera, nada de ilusiones, imaginación off,
alejad el atribuir a alguien mil y una virtudes donde no hay ni una décima parte…
Empezaron a crecer porque no las vi venir. Llegado un punto ya no te lo esperas,
la verdad.
4. Bueno, al fin y al cabo, las descubrí a tiempo, cuando todavía eran pocas y
pequeñas, y sería muy fácil acabar con ellas.
Pero oh, sorpresa, seguían creciendo, y no podía evitarlo. Yo, el gran y
desconocido domador de mariposas siendo vencido a estas alturas. No podía ser,
algo fallaba. Luchaba y luchaba. Y crecían y crecían.
Y entonces lo supe. Vi el motivo. Hablé con ellas, me lo explicaron todo.
“Hay dos tipos de mariposas, las que otra persona te mete en el estómago, y que
te puede meter de mil maneras, por los ojos, por la oídos o por la piel, y las que
crecen en ti. Nosotras somos las segundas”.
PUES ESTO NO VA A QUEDAR ASÍ, les dije gritando, furioso.
Seguí luchando, lo juro, haciendo todo lo que podía, pero entonces lo entendí.
“Es el fin” - es lo primero que pensé,- “está dentro de mí, es parte de mí, es como
un cáncer sin solución, cuando estas mariposas se conviertan en orugas el dolor
será insufrible, inhumano, y cuando llegue al corazón, moriré”.
Entonces hice lo único que podía hacer, me arranqué el corazón, y se lo di.
6. No sé qué voy a escribir en esta historia. Es más, creo que no hay historia. Y es
una pena porque lo que más me gustan son las historias, especialmente con final
feliz. O sin final.
Tal vez sea solo una descripción de una noche, de un momento, de algo que pasó
o que deseo que pase.
Y así empieza.
El móvil en la mano, como siempre, y esta vez también escuchando a Marea, un
grupo que me encanta. De repente apareces y te pones a mi lado, y me quitas un
auricular para saber que estoy oyendo. No te gusta mucho y lo sé, pero te quedas
escuchando.
https://www.youtube.com/watch?v=d28bMZFRen8&feature=youtu.be
Entonces yo, como era de esperar, a favor de todo pronóstico, te beso.
Ya sé que tú no quieres, que te gustan los guapos, los altos, los simpáticos… pero
a mí me gustas tú, y el no ya lo tengo.
Te apartas.
Pero no te enfadas, te ríes. Esa risa…
Tiro del auricular hacia mí para quitártelo del oído pero en vez de eso te agarras
fuerte y te acercas. Te miro. Te beso. El no ya lo tengo.
¿Qué haces? ¿Por qué no te apartas? ¿No ves que ahora no sé qué hacer? ¿O
sí…?
Sigo besándote, despacio, rozando tus labios con mí lengua, humedeciéndolos,
saboreándolos, muy despacio, me desvío hacia la barbilla para empezar a besarte
el cuello, aguantando las ganas de dar pequeños mordiscos, y me apartas.
Me señalas sonriendo el auricular. Escucho un anuncio, estaba con Spotify,
rápidamente cojo el móvil y busco otro grupo, algo que haya oído recientemente
para no perder ni un segundo más. Fall Out Boy. Seguro que más que Marea te
gustan. Subo el volumen. Mucho.
A menudo me gusta escuchar la música muy fuerte, me sube la adrenalina.
7. Sírvanse a escuchar las canciones a partir de aquí y mientras leen, al volumen
más alto posible.
https://www.youtube.com/watch?v=u_1zucZh2ZU
Me besas. Me aparto.
Sonrío. Nos besamos. Te aparto el pelo porque voy a seguir donde lo había
dejado, en ese cuello que me grita en silencio que lo bese, lo muerda, la acaricie,
mientras mi mano toca tu culo, lo agarra… y yo beso ahora de nuevo tu boca, sin
miramientos, con prisas, sin pausas, es hora de quitarnos los auriculares, sino
sería imposible despojarnos de la parte de arriba. Fuera también la de abajo.
Conjunto negro de encaje. Lo que veo es belleza, pura y dura, y lo será siempre.
Toco, acaricio más, atraigo hacia mi todo tu cuerpo, lo beso, lo recorro todo con
mis manos, con mi boca, tus pechos, duros, erizados, entran en mi boca como si
fuera su lugar habitual, me separo para mirarte, enrollo los cables del auricular
alrededor de ellos, te veo mientras te miras, mientras tu color de piel sube en la
escala de rojos un par de tonos, te acaricio el cuello, te beso de nuevo, hasta que
creo que es hora de decirle fuera al culotte.
Lo acompaño hasta que sale por los pies, aprovechando para besar tus
interminables piernas hasta el final... en ese momento el cable del auricular no
daba más se me cae justo donde iba a llevar mi boca y mi lengua al regresar de
tus pies. Me lo pongo de nuevo.
https://www.youtube.com/watch?v=L0V6l_NXheA
Por un oído la canción a todo volumen, por el otro tus gemidos in crescendo.
Jamás he oído una sinfonía mejor, más embriagadora.
Entonces me deslizo rápido hacia ti, ya no hay posibilidad de escapar, estoy ahí,
contigo, en medio de un calor indescriptible y delicioso, nos movemos al compás,
realizamos un baile perfecto, lento, rápido, despacio, fuerte… y acabamos juntos
la canción.
- Creía que no querrías, que me dirías que no.
- Jajajaja, que tonto eres, diez años juntos y aún con esas.
9. Se despertó como todos los días, fue al baño, se miró al espejo, y se vio a sí
mismo confuso por el extraño olor que percibía. Era un olor diferente, no le
recordaba absolutamente a nada que hubiera olido antes. El primero reflejo fue
olerse a sí mismo. El segundo buscar con la mirada el posible responsable sin
encontrar nada. Volvió a la habitación y el olor también estaba ahí. Se vistió y fue a
la cocina. Y el olor también estaba allí. Y por el pasillo. Estaba en toda la casa.
Salió hacia el trabajo y su extrañeza pasó a preocupación, ya que el olor seguía en
el ascensor. También el garaje. Y dentro del coche. Sentado en él la preocupación
pasó a miedo.
- …la fantosmia asociada con este tipo de infección suele tener una corta duración
y por lo general desaparece. Sin embargo tengo que decirle que tiene otras
causas, más graves, como…
Miedo.
- …epilepsia, Parkinson, Alzheimer o tumores cerebrales. Lo primero, como
siempre, es descartar todas estas con un análisis y ya iremos viendo…
El médico siguió hablando pero no él dejó de escuchar. La idea de no ver crecer a
sus hijas era su único pensamiento. Terror.
Esa mañana no volvió a su trabajo.
Al pensamiento inicial se le había sumado otro que no podía quitarse de ninguna
manera de la cabeza: “No quiero morir sin vivir, no quiero morir sin vivir, no quiero
sin vivir…”
A ese pensamiento corrieron rápido otros, una innumerable cantidad de cosas que
seguramente ya no podría ni soñar con hacer: tomar cerveza en una taberna de
Dublín, ver un partido de la NBA en Nueva York, bucear en Sudáfrica, recorrer
Marruecos en moto, lanzarse en paracaídas, escribir un libro…
Lloró. Lloró mucho. Hasta que se convirtió en rabia. Mucha rabia. Se maldijo a sí
mismo con las peores maldiciones, hasta convencerse de que se lo merecía ya
que era algo que había pensado toda su vida: vivir antes de que sea demasiado
tarde. Como ahora. ¿Cuánto tiempo le quedaría?
- …como le dije, después de descartar posibles infecciones, se le hizo otra
analítica con los marcadores tumorales, y el resultado ha sido… ahora queda…
… leer los libros pendientes, probar comidas exóticas, pasear, conocer personas
en persona, besar otras bocas, hacer realidad fantasías…
10. - …después del resultado de la biopsia, tenemos que hacerle una tomografía
computada para ver el... y decidir si…
Desde aquella mañana no había dejado de percibir ese olor. Había pasado un
mes, el peor de su vida. Cada día con la angustia de saber si le quedaba una
incierta cantidad de tiempo de vida como a la mayoría, o si esa incierta cantidad
además ya estaba sentenciada.
Cuatro meses después se había acostumbrado al olor, casi no se acordaba de él,
a la vez que, sin saber ni el cómo ni el por qué, mientras le envolvían la rabia y la
más terrible de las incertidumbres, había vuelto a su rutina. Tenía muchas
responsabilidades y no podía abandonarlas todas por una posibilidad sin certeza.
Creyó decidir que la mejor opción era esperar. Si todo apuntaba mal, a malas
tendría un par de meses para vivir la vida locamente, para hacer todo lo que aún
no se atrevía a hacer.
- …se da la paradoja que a menor edad las células se reproducen más deprisa, y
eso incluye tanto las buenas que nos mantienen jóvenes, como,
desgraciadamente, las malas, por eso en su caso estamos hablando de…
Justo un mes después, tumbado en aquella habitación, se centró en percibir el
olor, en hacerlo bueno, en apreciarlo, en disfrutarlo y, cuando por fin creyó
conseguirlo, dejó de oler.
“…no quiero morir sin vivir, no quiero morir sin vivir, no quier”
12. Quien piense que la química no influye en nuestra vida no tiene ni puta idea de
nada.
La química produce reacciones.
Os cuento.
¿Era guapa? No. Bueno, tal vez a su manera. ¿Un cuerpo bien proporcionado?
Digamos que de manera aceptable. ¿Una bonita sonrisa, sentido del humor,
inteligente, buena persona? Eso sí, menos mal.
Pero no la aguanto.
Y allí estaba yo, urdiendo un nuevo plan, deseando que a la tercera fuera la
vencida. El primero había sido demasiado simple, y además como no podía ser de
otra manera vino acompañado con discusiones.
- Cariño, en cuanto vuelvas del trabajo podrías ducharte a conciencia y echarte
todo el desodorante que puedas.
Joder, aun me pregunto cómo se puede ser tan gilipollas. Aun así conseguí que lo
hiciera. Pero no funcionó.
Para el segundo intento ya me esforcé un poco más en planearlo. Aunque eso sí,
no puedo evitar pensar que soy gilipollas. Me pasé tres días en casa con la nariz
embadurnada en Vicks Vaporus. Qué bien huele. Y lo importante, no me dejaba
olerla a ella. Pero tampoco funcionó. Al menos esta vez sólo tuve que contarle una
mentira.
No funcionó pero sí me ayudó a entender el porqué. El problema era la química.
No sólo el olor, que era lo que yo percibía claramente. Tenía que conseguir que su
organismo cambiara de alguna manera la producción de esos agentes químicos
que producían ese efecto.
- El médico me ha mandado un complejo vitamínico que dice que es una
maravilla. Anda, pruébalo tú también.
El compuesto de sus pastillas era clorofilina de cobre. Tenía que funcionar. Esta
noche vendría tarde del trabajo, y era el momento de saber si funcionaría.
Los dos algo cansados, después de cenar nos sentamos en el sofá a ver juntos la
tele Bueno, en realidad a mirar cada uno su smartphone…
- ¿Qué haces?
13. Me pregunta. Yo, disimulando vuelvo a darle una patadita suave en la pierna. Mal
vamos.
- ¿Qué te pasa?
Vuelve a preguntarme. Decido dejar el teléfono en la mesa y acercarme a ella.
- ¿Te lo digo en el oído?
Parezco estúpido. La voy a cagar, lo sé. Tengo la sensación que no ha funcionado.
Demasiado tarde, demasiado cerca.
Comienzo a morderle el cuello, justo debajo de la oreja. Sonríe, se estremece. ¿No
se lo esperaba? No lo creo. Sigo recorriendo su cuello, mordiéndolo poco a poco.
Mi mano izquierda se desliza hasta su nuca, no puede huir. Mi mano derecha
agarra su cintura, ya es mía. Subo a sus labios que beso con pasión. Necesito
morder fuerte sus labios pero ya sé que no debo hacerlo. Mi mano derecha ya está
levantando su blusa, lo nota, y en un segundo de perfecto compas entre los dos ya
está fuera. Para el sujetador necesito medio segundo. Quería tocar sus pechos
con mis manos, pero mi boca ya ha llegado. Creo que mi cerebro desconecto hace
rato. Me empuja hacia atrás, me mira, y casi me arranca la camisa. Me la quito yo,
creo, porque también le estoy quitando el pantalón. El vientre se levanta hacia mí,
y mi boca sale de nuevo a su encuentro, recorriéndolo, sin pausa, con ansía.
Vuelve a empujarme, me tumba boca arriba. Creo que su cerebro también ha
desconectado. Me quita el pantalón, comienza a lamerme. Me levanto,
dejándola semitumbada boca abajo. Veamos quien come a quien. Me coloco
detrás de ella, culo para arriba, y comienzo a lamer. Ese es el gemido, lo sé, es
hora de entrar. No podía contenerme más, iba a explotar. Le di la vuelta, le sujete
las manos, fuerte contra el sofá, y comencé a moverme, despacio, para ver sus
ojos, para notar sus gritos, y con fuerza ahora, con ansía, porque sé que el mundo
se acaba en este momento.
Descansamos unos minutos en el sofá. Ella me decía algo, pero no la escuchaba.
Yo pensaba en la química. Qué cojones tendrá que provoca esta reacción en mí.
No era sólo el olor, como pensaba al principio, lo que me volvía loco. Pero ya no
estaba tan seguro que fuera la química.
Porque guapa no era. Bueno, a su manera. Su cuerpo, aceptable. ¿A ver si era
porque era buena persona, inteligente, con sentido del humor y tenía una bonita
sonrisa?
15. - Cari, ¿crees que estoy gorda?
Estábamos cenando en un restaurante, y yo acababa de ver en otra mesa a
alguien que no debería estar ahí.
- No amor, te lo he dicho un montón de veces ya. Y además a mí no me gustan
las mujeres muy delgadas.
- Eso quiere decir que te gustan rellenitas, por lo tanto, yo estoy rellenita, o tal vez
gorda.
- Ojalá estuvieras un poquito más gorda para ponerte una tabla de ejercicios de
dos polvos diarios.
- Jijijiji, que cosas dices.
- Pide dos postres y empezamos esta noche.
Se reía. Llevábamos ya tres años juntos y sabía cómo hacerlo. Lo pasábamos
bien.
- De todas formas tenemos que hablar.
Se puso muy seria de repente. Un tenemos que hablar, joder.
- ¿De qué?
- ¿Antes podrías decirme quien es aquella mujer? Ya la has mirado
disimuladamente tres veces.
- ¿Quién? ¿Aquella? Creo que es una antigua compañera de trabajo
- ¿Y porque no te acercas a saludarla?
- Ya me conoces, sabes que no soy muy sociable
Volvió a mirarla. Tarde o temprano se daría cuenta y ella nos miraría a nosotros.
- Creo que no es una antigua compañera de trabajo…
- ¿Por qué piensas eso?
- Porque creo es una antigua aventura
- No, no lo es
16. Ya está, ella nos había visto.
- ¿Has visto como nos ha mirado? En serio vas a seguir diciendo es una antigua
compañera del trabajo
- No, no voy a seguir mintiendo
- ¿Tienes una aventura con ella?
- No
- Pero tienes una aventura con alguien ¿verdad?
- Sí
- ¿Con quién?
- Contigo. Esa de ahí es mi mujer.
- Eres un enorme y grandísimo hijo de puta. Me das asco. Todos sois iguales.
Confiaba en ti…
Se hizo el silencio. Yo sabía que cualquier cosa que dijera sería un error. Pero no
pude más.
- ¿Todavía tenemos que hablar?
- Sí, estoy con otro. Quería decírtelo antes.
- Claro
- Es cierto
- ¿No lo dices para vengarte?
- No. Además lo conoces
- ¿Quién es?
- Tu amigo Andrés
- ¿En serio? No te creo
- ¿Por qué es gay?
17. - Exactamente
- Pues ya no lo es. Dice que estaba liado, equivocado, confuso, pasando por una
etapa de descubrimiento, buscando un cariño que le resultaba fácil de encontrar…
- No me lo creo.
- También me contó otra cosa. Que hace tiempo estuvisteis juntos, fuisteis
amantes durante casi dos años
- No es cierto
- ¿No?
- Todavía lo somos
- ¿Qué?
- Es cierto
- ¿No lo dices para vengarte?
- No.
- ¿Y lo sabe tu mujer?
- Se lo has contado tu ¿verdad?
- ¿Qué?
- Y seguro que está aquí porque tú le has dicho que viniera…
- Es cierto, sabía lo de tu mujer. Y ella sabe que tuviste una relación con otro
hombre, pero no que aun la tienes.
En ese momento ambos miramos a Laura, mi mujer, que se acercaba tranquila
hacia nosotros.
- Luis, te dejo, y quiero el divorcio. Me voy a vivir con Andrés. Vamos a casarnos.
Adiós.
19. Nunca habría imaginado que Emma, mi esposa, contaría tan bien mis hazañas por
África.
- ¡Pedro, Carla, carta de papa!
Siempre dejaban cualquier cosa que estuvieran haciendo y aparecían al instante
como por arte de magia. Ojos abiertos como platos, sonrisas como lunas
crecientes…
- Ya, mama, lee, rápido, rápido”
Hacía ya un año que me había ido.
“Hola hijos, hola Pedro, hola Carla, hola Emma. Lo primero ya lo sabéis…”
- ¡Nos quieres mucho y nos echas muchísimo de menos!” Gritaron contentos al
unísono los dos.
“…os quiero mucho y os echo muchísimo de menos. ¿Sabéis que ha pasado esta
semana? El lunes llegó un paquete con vacunas. Vosotros seguro que sabéis lo
que son, pero aquí no tenían ni idea, ¡y había que pincharles! En fin, ha sido difícil
y a la vez divertido convencerles poco a poco de que era bueno para ellos, pero lo
conseguimos y ahora la mayoría no estarán más sanos. Y sabéis lo que pasó
también, ¿os acordáis que había un tigre que se acercaba por las noches y rugía y
todo el mundo tenía mucho miedo?...”
- ¡Sí!
“…pues un día paseando ¡me lo encontré! ¡Lo tenía justo enfrente!...”
Ojos enormes, bocas abiertas.
“… y el tigre me vio, y me atacó, pero yo me defendí, lo agarré del cuello, lo
inmovilicé y le miré directamente a los ojos, ¿y sabéis qué? …”
Los niños se abrazaban, nerviosos pero sobre todo entusiasmados.
“… el tigre también tenía miedo. Le hablé, le dije que asustaba a la gente del
poblado, y creo que me dijo que era porque él les tenía miedo, y no quería que se
acercaran a él por la noche. Hijos, no tengáis miedo de nada, el miedo no es
bueno. Pedro, no existen los monstruos que viven en la oscuridad. La oscuridad no
es mala. Sólo es que la luz también se va a dormir. Carla, no tengas miedo de
20. hablar con otras niñas, si eres valiente y te lo propones, nada ni nadie, ni un tigre
siquiera puede hacerte daño.”
Cuando supe que tenía que irme tuve mucho miedo, un miedo atroz. Sobre todo
por saber que no podría volver.
“Hijos, es muy duro estar aquí sin vosotros, pero sabéis que no pude evitarlo. Aquí
me encuentro muchos niños como vosotros, a los que les gusta jugar, divertirse,
comer dulces y chocolate, estar con sus padres. Pero no tienen nada, no tienen
juguetes, no tienen chocolate, y muchas veces no tienen padres. Sois afortunados
por estar con mamá. Espero volver pronto. Os quiero mucho. Papá”
- Mamá, ¿papá es un héroe verdad?
- Nunca lo dudes.
Siempre lloraban un poco al final de cada carta. Lloraban con una sonrisa. Quiero
pensar que más de felicidad y orgullo, que no de pena.
Pero se estaban haciendo mayores y seguro que no tardaría mucho en llegar la
última carta. La de la despedida.
Había tenido una vida tranquila, normal. Había estudiado, había trabajado, me
había casado y había tenido dos hijos. Tenía una rutina, tenía todo planeado, un
plan de jubilación.
“Emma, no me quiero ir así. Al menos para mis hijos. Quiero que me recuerden
siempre. Quiero seguir viviendo en ellos un poco más”
Ya hace un año que me fui. Nunca he estado en África. Pero creo que para cuando
llegue la última carta, la de mi muerte, ya seré inmortal en sus recuerdos.