El documento describe el neoimpresionismo y el postimpresionismo. El neoimpresionismo surgió a finales del siglo XIX e intentó representar la luz de forma científica mediante pequeños puntos de color puro. Los principales exponentes fueron Seurat y Signac. El postimpresionismo surgió como ruptura con el impresionismo, recuperando la importancia del dibujo y buscando captar la expresividad. Cézanne, Van Gogh, Gauguin y Toulouse-Lautrec fueron los principales pintores postimpres
1. NEOIMPRESIONISMO
A partir de los años 80, se intenta representar la realidad partiendo de una construcción
científica de la luz que se concibe como la combinación de varios colores. Se inicia así
el puntillismo o divisionismo, que consiste en representar la vibración lumínica
mediante la aplicación de pequeños toques o puntitos de colores puros, que al ser
percibidos por el ojo recomponen la unidad de las formas y de la luz. El
neoimpresionismo tiene un papel paradójico en la historia de la pintura ya que al
sistematizar el impresionismo lo niega, ya que no tiene nada que ver con la inmediatez
perceptiva de la impresión y pretende, en cambio, un arte construido, con lo que abre las
puertas a todas las corrientes abstractas y científicas del siglo XX. Trataban de dar con
el sistema técnico y casi científico para dar cuerpo y leyes a lo que los impresionistas
realizaban por instinto.
2. Autores
Seurat (1859-91), Signac (1863-1935)
Un domingo por la tarde en la isla de la Grande- Jatte. Seurat
El puerto de Saint-Tropez. Signac
3. 2. La pintura postimpresionista
Surge hacia 1880 como ruptura frente al impresionismo. Si en aquél los artistas pintaron
la mera apariencia, en el postimpresionismo se reconstruye la forma.
Supone, entre otras cosas, la recuperación de la importancia del dibujo y la
preocupación por captar no sólo la luz, sino también la expresividad de las cosas y de
los personajes. Esta etiqueta engloba a artistas de muy distinta técnica, intención e
inspiración que recorren un arco que va desde el simbolismo de Gauguin, al
constructivismo de Cezanne.
Los post-impresionistas continuaron utilizando colores vivos, una aplicación compacta
de la pintura, pinceladas distinguibles y temas de la vida real, pero intentaron llevar más
emoción y expresión a su pintura.
Cuatro grandes maestros de la pintura de finales del siglo XIX aparecen englobados
dentro del concepto de pintores post-impresionistas: Paul Cézanne (1839-1906), Vicent
Van Gogh (1853-1890), Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901) y Paul Gauguin
(1848-1903), diversos estilos personales planteándolos como una extensión del
impresionismo y a la vez como un rechazo a las limitaciones de éste
En realidad, sus personalidades y su manera de entender la pintura presentan enormes
diferencias. Pese a ello, existen unos vínculos que van más allá de su coincidencia
generacional y que permiten entenderlos dentro de un mismo contexto.
4. Todos ellos parten de la pintura impresionista, en cuyo círculo se iniciaron, llegando
incluso a participar (con mayor o menor intensidad) en sus exposiciones. Los cuatro se
cuestionan pronto la necesidad de buscar nuevos planteamientos formales ante la
insatisfacción que les provoca la visión impresionista del arte, indagando una salida en
la recuperación de la forma (el impresionismo con su afán por captar la luz del natural
había ido disolviendo las formas en su ambiente y todos los elementos del cuadro
habían ido perdiendo volumen, dibujo y sentido del espacio). Por último, en sus vidas
hay un sentido trágico que se concreta en el aislamiento, el suicidio, la deformidad o la
huida, y que resultará fundamental para entender la esencia de su arte.
Los pintores postimpresionistas son, en gran parte, el verdadero puente entre la pintura
de los siglos XIX y XX, tanto desde el punto de vista estético como incluso personal. El
inconformismo, el riesgo, la ruptura con la tradición y, sobre todo, una enorme voluntad
creadora, sitúan sus figuras más cerca del dramático siglo XX que de su propia época.
Los artistas que iniciaron esta tendencia (Cézanne, Van Gogh, Gauguin), siguieron
planteamientos estéticos propios que abrieron nuevos caminos a la pintura del siglo XX.
Cézzane influyó en el cubismo; Van Gogh, en el expresionismo, y Gauguin, en el
fauvismo.
EL POSTIMPRESIONISMO
Recuperación del REVISIÓN DE LOS POSTULADOS Interés por captar la
dibujo BÁSICOS expresividad
Diversidad de tendencias
La pintura como La pintura como La pintura como La pintura como
elemento expresión de los color y escasa interés por los
publicitario sentimientos importancia de las volúmenes
formas
Toulouse Lautrec Van Gogh Gauguin Cézanne
Cartelismo Expresionismo Fauvismo Cubismo
Puede parecer sorprendente el hecho de que en tan corto espacio de tiempo, apenas un
cuarto de siglo, se hayan producido tantas evoluciones e involuciones en el terreno del
arte, sobre todo teniendo en cuenta que hasta la segunda mitad del siglo XIX, los grandes
periodos (Románico, Gótico, Renacimiento, Barroco...) abarcaban cientos de años. La
respuesta está en la actitud audaz de los impresionistas que, al romper con todo
academicismo, sientan precedente y sitúan a la libertad y a la espontaneidad a la cabeza
de los valores plásticos.
5. Paul Cézanne (1839-1906)
Padre de la pintura moderna para Picasso y Matisse- comparte cronología con el
impresionismo, en cuya primera exposición (1874) fracasa. Entonces se retira a su
Provenza natal -Aix-en-Provence- y crea una pintura que va más allá, ya que no pretende
reflejar la desmaterialización de los objetos producida por la luz impresionista, ni lo fugaz
y transitorio de la naturaleza, sino lo inmutable de ésta, por lo que asistimos a un arte más
intelectual fruto de la elaboración y el análisis en el taller. «La naturaleza siempre es la
misma... debemos hacer visible su perpetuidad», afirmó.
Buscará desentrañar la estructura interna de los objetos y la naturaleza. En la naturaleza
todo se modela mediante figuras geométricas: la esfera, el cono y el cilindro y, en
consecuencia procede a la geometrización de lo que contempla (precubismo)
Su objetivo es la construcción cromática y formal de un cuadro. Las montañas, los
árboles, las manzanas no interesan en su sentido figurativo sino que son elementos
formales y cromáticos del cuadro. La autonomía del cuadro es total en relación a la
realidad. Construye con el color volúmenes, masas, luz, perspectiva (es decir, el
espacio), realizando una operación de simplificación y síntesis de la realidad mediante
multitud de pinceladas uniformes, de carácter geométrico (anchas y cuadradas) y no
mediante el dibujo.
Recupera las formas considerando que la esencia de las mismas se basa en la
geometría (un precedente del cubismo);
Estudia al objeto constantemente y desde todas sus posiciones: se abandona la
tridimensionalidad y se sustituye por las dos dimensiones, la profundidad empieza a dejar
de ser una preocupación. La perspectiva clásica no existe, ya que considera al espectador
fijo e inmóvil, Cézanne cambia esta perspectiva para hacerla desde distintos puntos de
vista.
Las pinceladas de color largas y visibles, de líneas paralelas, que expresan la solidez de
las formas (tiene volumen y peso), aparece en sus bañistas, jugadores de cartas,
bodegones y paisajes. La serie de cuadros dedicada a La Montaña de Santa Victoria,
condensa la novedad de su arte: formas geométricas construidas con grandes pinceladas
verdes, rojas y azules. Destacan, también, obras como Los jugadores de naipes y el
Bodegón con manzanas y naranjas.
Es el más revolucionario y en el que se inspiran los grandes maestros del siglo XX.
Los jugadores de Cartas las formas se van geometrizando, los brazos son cilindros, los
rostros se recortan, las formas aparecen silueteadas con trazos gruesos en negro.
6. Bodegón: Manzanas y Naranjas. Museo de Orsay. Óleo sobre lienzo 74 x93 cm.
1895-1900.
Cézanne construye las formas a partir de volúmenes puros, las modela mediante planos
de un color poderoso y, sobre todo, introduce una variedad de puntos de vista
sorprendente. Así, el plato de manzanas y la mesa están vistos desde arriba, mientras
que el frutero y la jarra tienen una perspectiva lateral. La gran habilidad de Cézanne es
lograr esta variedad y riqueza de visiones, prácticamente cubista, sin disonancias ni
aparente esfuerzo.
No deja espacio libre, sobrecargando la escena; dos manteles de diferentes colores, con
el mantel blanco en primer plano determina la imagen, pero el mantel a cuadros color
marrón aparece en muchos bodegones posteriores del artista. La relación de colores
evidencia un minucioso estudio de Cézanne cuando el pequeño fruto verde semioculto
de la izquierda junto al plato se mezcla con el tono verde del tapiz. El color incorpora
la luz y reconstruye la forma.
Concretamente esta naturaleza muerta, como muchas otras que hizo, le sirve para
reducir los objetos a formas geométricas esenciales. Así destaca en todas estas piezas de
fruta la rotundidad de su esfericidad. Algunas realmente no parecen tales frutas, sino
simples círculos o esferas, cuyos volúmenes nos vienen dados por la rotundidad de los
contornos y perfiles, y por los efectos de color matizados por la luz. En este sentido el
color en el que predomina una sola gama, en este caso de rojos y naranjas, se enriquece
de tal modo de matices que consigue una perfecta armonía cromática, y consigue con
ello modelar los volúmenes, que es precisamente lo que él buscaba, y es el nuevo papel
que Cézanne le asigna al color. Por ejemplo, obsérvese el mantel, cuyos pliegues, duros
y aristados, como acartonados, adquieren tal volumen y relieve por efecto de los matices
de color. El color con Cézanne es el elemento que da solidez a las formas.
Compositivamente, se advierte un marcado triángulo, con el frutero central en su
vértice, que crea la estructura estable y sólida sobre la que estructurar una pintura
igualmente firme y consistente. Este aspecto es fundamental porque anticipa
precisamente la gran aportación de los cubistas, la multiplicidad de los puntos de vista
de una imagen en un cuadro. Lógicamente esta es ya una visión intelectualizada de la
realidad, muy distante de la concepción simplemente visual que tenían de esa misma
7. realidad los impresionistas. Es por ello por lo que la aportación de Cézanne a la historia
de la pintura es extraordinariamente importante, porque como los grandes artistas se
anticipa a las grandes conquistas de la expresión plástica.
Paul Gauguin (1848-1903)
Personifica al hombre y al artista que se enfrenta con lo establecido. Por desacuerdo con
la sociedad industrial en que vivió abandona su confortable vida parisina y se traslada a
Bretaña, Provenza, Tahití y las Islas Marquesas, entre otros muchos lugares. Su
insatisfacción con los recursos artísticos tradicionales lo lleva, tras iniciarse en el
impresionismo con Pisarro, a buscar nuevos lenguajes en lo primitivo o no occidental
(Edad Media, Egipto, Japón, el Pacífico). Manifiesto de este cambio y la nueva
orientación de su pintura será su obra La visión después del sermón (1888). Gauguin
resta importancia a la luz y se centra en el color –simplificado y dispuesto
uniformemente en grandes superficies, como en los esmaltes y en las vidrieras,
delimitado claramente por líneas-, así produce efectos cromáticos intensos y de
exquisita delicadeza, un anticipo del fauvismo.
Hace un uso expresivo del color, con gradaciones de colores planos, fuertes y
arbitrarios. No pretende imitar a la realidad por lo que hace los contornos bien definidos
en color negro imitando así los esmaltes de las vidrieras de la Edad Media que tanto le
influyen.
Pero también con su dibujo nítido y sin perspectiva crea composiciones estáticas e
intemporales liberándose de la realidad. Ve la pintura como instrumento de
introspección humana (que el artista sienta lo que está pintando), y no como un mero
duplicado del mundo visible, y eso lo acerca al simbolismo (representación del
sentimiento profundo del hombre). Sus obras tratan de acercarse a las verdades eternas:
la vida, el amor, la muerte y el erotismo como medio de escape. Consigue esto
utilizando colores planos y arbitrarios con valor decorativo y simbólico y encuadres
insólitos que trasladan la escena al mundo de lo onírico.
Su pintura se caracteriza por la sencillez, sinceridad y simpleza introduciendo el
minimalismo en el arte.
8. ¿Cuándo te vas a casar? 1892 óleo sobre lienzo, 10´5 x 77´5 cm,
9. El propio Gauguin consideró este cuadro como una de las obras fundamentales de su
producción tahitiana. Representa uno de los temas favoritos del pintor: la mujer, a la
que convirtió en la protagonista absoluta de sus composiciones.
Dos figuras centrales absorben la atención sentadas en el suelo sobre un fondo
simplificado con colores planos y vivos. Se trata de una influencia de la estampa
japonesa que ya ofrecen buena parte de los impresionista. Son dos mujeres tahitianas
situadas en diferentes planos, están muy bien asentadas en el espacio, como si de
pesadas estatuas se tratase. La primera vestida con un pareo de colores tradicionales y
una blusa blanca, y tras ella se sienta en el suelo una mujer vestida con un traje de estilo
misionero cerrado de color rosa. El gesto de su mano levantada pide atención.
Las dos jóvenes están captadas con enorme naturalidad y realismo. Destaca la belleza y
serenidad de sus rostros, especialmente el de la que se encuentra colocada en un plano
anterior y que lleva una flor blanca en la oreja.
El enigmático título forma parte del simbolismo general de la escena. Algunos expertos
consideran que la mujer de primer plano busca marido al llevar una flor tras su oreja
mientras que la segunda sería la encargada de buscar el futuro esposo. Por eso en el
fondo contemplamos dos esbozadas figuras que pasean. Estas mujeres tahitianas van a
ser el motivo fundamental para la inspiración del artista, protagonizando la mayor parte
de los lienzos ejecutados en la Polinesia.
El fondo es de diferentes planos de colores vivos e intensos que sugieren el paisaje
luminoso tropical. Desde el verde oscuro de la hierba del primer plano, el prado dorado
central y el azul lejano de las montañas.
La modelo que posó para la chica en primer plano fue su compañera en Tahití,
Tehe'amana. Las mujeres están en un claro al pie del monte Orohena.
A diferencia del retrato europeo donde prima la individualidad, Gauguin utiliza a
menudo en Tahití la fórmula de los retratos duales que, además, suelen ser el motivo
central del cuadro.
10. La figura de la joven, medio sentada y medio en cuclillas, ya lo había analizado y
estudiado en un dibujo a lápiz, carbón y pastel, y que después lo reprodujo como figura
secundaria en varios de sus cuadros.
La escena plasmada en esta obra no es una simple representación de dos muchachas
tahitianas, sino la plasmación de la armonía y sencillez de la vida de su pueblo y de
todos los que viven de acuerdo con la naturaleza.
Gauguin fue un artista que se evadía de la sociedad de su época buscando una
naturaleza extraña, lejana y exótica, con gentes no adulteradas por el progreso, en
condiciones de autenticidad y de ingenuidad primitivas, casi mitológicas.
La gama cromática utilizada resulta muy llamativa al realzar el ocre y la piel tostada de
las muchachas con el color rojo y naranja de los vestidos y el azul de las montañas del
fondo.
Resalta el intenso colorido de los típicos pareos, de tonos rojo, rosado o naranja, que
contrasta con el color blanco de la blusa y de la flor que lleva en el pelo la muchacha
que está en un primer plano.
Los morados y amarillos toman en él un valor personal.
La perspectiva no existe. La luz pierde su centro absoluto en aras de una exaltación del
color. La luz no procede específicamente de ningún punto.
Al simplificar las formas y utilizar trazos gruesos, su pintura se aleja de la realidad y se
convierte en simbólica.
11. Vincent van Gogh, (1853-1890)
La obra de Van Gogh ahondó en el uso del color como recurso expresivo para su
extraordinaria y trágica emotividad independiente de la luz, siguiendo el camino
abierto de Delacroix, a quien siempre admiró.
Evoluciona desde una pintura social con influencias de algunos pintores realistas como
Daumier y Millet (Los comedores de patatas) a otra más colorista, tras conocer en París
la pintura impresionista 1886, e incluso muestra alguna deuda con la pintura japonesa.
Pero, a diferencia de otros, abandonará el realismo descriptivo por un arte en el que el
sentimiento es simbolizado por el color y el dibujo, valorando los contornos duros y
angulosos por su fuerte carga expresiva, utilizando colores planos, sin matices, que
alejan al cuadro de una mera descripción y rechazando la perspectiva tradicional a favor
de un primitivismo intencionado, que pretendía infundir a las imágenes de un nuevo
significado.
Progresivamente se fue apartando de la técnica impresionista (aunque siguió
participando de la pintura al aire libre), adecuada para captar las sensaciones visuales
instantáneas, pero que no le permitían expresar sus propios sentimientos a través del
color proyectándolo sobre los objetos cotidianos. En 1888 dejó París y se trasladó a
Arles, fascinado por la luz y el sol del Mediterráneo. Allí empezó a utilizar las
pinceladas ondulantes y rápidas, cercanas a la convulsión expresionista y los
azules, verdes y amarillos intensos tan característicos en obras formalmente
sencillas. Su pincelada está cargada de pasta Estas son su característica principal, lo
que se aprecia en sus tres mejores obras: Los girasoles, La habitación de Van Gogh en
Arles y Noche Estrellada.
En Arles, surgen graves desavenencias entre él y Gauguin, con quien solía reunirse a
pintar, que culminarán con el conocido episodio en el que Van Gogh acaba por cortarse
una oreja con una navaja de afeitar. Desde ese momento comenzará a ser el “loco de
pelo rojo" hasta el 27 de julio de 1890 en que se suicida disparándose una bala en el
pecho.
Durante su encierro en el manicomio de Saint-Rémy, su pincelada ondulante adquirió
una mayor vehemencia.
Van Gogh es uno de los pintores postimpresionistas más renombrados y uno de los
precursores del arte contemporáneo. El uso de colores violentos y arbitrarios y el afán
expresivo de su obra le llevaron a ir más allá del Impresionismo y a abrir un mundo de
posibilidades a expresionistas (Munch, los suelos estremecidos, las líneas retorcidas, la
deformación de la realidad para sacar la rabia que llevaba dentro, por manifestar sus
angustias interiores) y fauvistas (Matisse, que continuaron apostando por una pintura en
la que el color es independiente del objeto, por el uso de unos registros cromáticos
violentos y por el dibujo de trazos muy marcados).
Si hay un personaje en la historia del arte que responda al prototipo de genio loco,
solitario, con devoción absoluta hacia el arte, ese es Vincent van Gogh.
Vincent van Gogh fue un pintor de vocación tardía, como Gauguin. No se decidió a
dedicarse profesionalmente a la pintura hasta 1880, cuando tenía 27 años de edad.
Aunque solamente tuvo 10 años de vida artística, su vocación era tan fuerte que ese
tiempo realizó más de 800 cuadros (producidos muchos de ellos en una sola jornada), y
numerosos dibujos.
12. Autorretrato. Óleo sobre lienzo, 65 cm x 54 cm. 1889. No tiene firma. Museo
d'Orsay.
Se autorretrata en muchas ocasiones -como su admirado Rembrandt.
En el geriátrico de Saint-Rémy-de-Provence y durante el verano de 1889, Van Gogh
esboza uno de sus últimos autorretratos. Se trata de una lúcida, atormentada visión. Se
suicidaría diez meses después.
A lo largo de su vida, Van Gogh pintó varios autorretratos, como si buscara
desesperadamente descubrir su propia identidad. Se han catalogado unos cuarenta,
realizados entre los años 1886 y 1889.
A su llegada a Saint-Rémy-de-Provence, donde Van Gogh fue internado a consecuencia
de crisis alucinatorias, el artista ya había pintado un autorretrato en el que parecía
enfermo. Esta segunda versión le muestra en mejor forma física: la tonalidad verdosa
del rostro -que le otorgaba un aire enfermizo- es en esta tela notablemente menos
acusada. Van Gogh envió el retrato a su hermano Théo: "Mi fisonomía está en calma,
aunque la mirada guarda la imprecisión durante más tiempo que antes". Según su
propia afirmación, se resistía a tomarse como modelo: "Es difícil conocerse a sí mismo",
dijo el pintor. Sin embargo, Van Gogh se sentía estimulado por el desafío, pues para él,
el retrato tenía algo de "original y perdurable".
Pese a las crisis de demencia que padecía el pintor, su trazo nunca dejó de ser firme, y
su arte, consumado. El autorretrato se revela como un excelente campo de
experimentación pictórica. De factura clásica en su origen, estas obras se caracterizan
por una profunda evolución técnica. El pintor asimiló las lecciones del impresionismo y
del puntillismo para superarlas y alcanzar su inimitable estilo, hecho de pinceladas
amplias y ondulantes.
La fuerza de los característicos remolinos de pintura de estos años contrasta con la
delicadeza de la entonación azul, en la que destacan como fogonazos la barba y el pelo
rojizos. La tensa calma del cuadro es fiel reflejo del irregular estado de ánimo del pintor
13. por entonces, con periodos de lucidez intercalados entre agudas crisis. Sus ojos velados
por una honda y prematura tristeza, genera una mirada fría, dura y penetrante.
Se concentra la atención en el rostro. Sus rasgos son duros y demacrados, su mirada de
ojeras verdes parece intransigente y ansiosa. Se contrastan entre lo pálido (fondo, ropa
piel) y lo vibrante (naranja del cabello)
Con la inmovilidad del modelo, contrastan las curvas ondulantes del cabello y de la
barba, que encuentran un eco amplificado en los arabescos alucinatorios del fondo. Hay
un efecto alargado del retrato.
Su espíritu atormentado se percibe en esta obra a travésdel constante movimeinto de las
pinceladas, que parecen no encontrar la manera de quedarse quietas y necesitan cambiar
de lugar dentro del propio cuadro. Así, ofrece la sensación de que todo en la imagen
tiene vida propia.
La línea ondulada se ha adueñado de la imagen, no sólo en el fondo sino que también se
muestra en la chaqueta. El azul y el naranja - colores complementarios - realizan un
interesante contraste, sin olvidar el creado por la línea marcada por los contornos
(chaqueta, ojos, etc.) con la soltura y rapidez del resto de la composición. Pero por
encima de las fórmulas estilísticas empleadas, sorprende la capacidad para mostrar su
personalidad.
14. Noche estrellada. Van Gogh. 1889 Saint Rémy. Óleo sobre lienzo; 73x92 cm.
Museum of Modern Art, Nueva York
La noche estrellada, pintado durante
la estancia voluntaria de Van Gogh
en el hospitalpsiquiátrico de Saint-
Rémy, el pintor vislumbró esta obra
desde la panorámica que le ofrecía
la ventana de la clínica. No pretende
ser un reflejo más o menos fiel de
un paisaje,sino quizás la expresión
del sentimiento místico del artista
hacia la naturaleza, y de supropia
angustia, que se materializa en el
uso de la deformación como recurso
expresivo.
El resplandor de las estrellas ilumina artificialmente el cielo, lo que se ha interpretado
como un símbolo de la última esperanza de salvación para un hombre sumido en la
desesperación.
En esta obra, Van Gogh incorpora dos de sus motivos predilectos de la época: los
cipreses, que empezarán a interesarle a partir de mediados de 1889, y que destacan por
su marcado ímpetu ascensional; y las escenas nocturnas, que pintaba al aire libre,
provisto de candiles alojados en el ala de su sombrero y alrededor del lienzo.
Mientras las pinceladas sinuosas y rápidas del artista se transforman en estrellas del
firmamento y en cipreses llenos de vitalidad, pinceladas rectas delimitadas por gruesas
líneas negras conforman las casas del pueblo. Gracias a los cipreses, el cielo alcanza su
profundidad y su verdadera dimensión. Contienen junto a la aguja de la iglesia en un
precario equilibrio la arrolladora fuerza del cosmos horizontal.
La paleta cromática utilizada por Van Gogh en este lienzo no pretende ser fiel al
modelo, sino trasmitir las impresiones personales de su autor en el momento de pintarlo.
15. El verde de los cipreses y el amarillo de las luces celestes y de las ventanas mitigan la
presencia del azul que todo lo invade.
En primer término aparecen dos cipreses: uno, el mayor, se eleva hasta el límite
superior del lienzo, y el otro, de dimensiones más reducidas, adquiere formas
llameantes. El dinamismo vertical que se desprende de ambos y también de la aguja de
la iglesia del pueblo se contrapone al remolino horizontal de las estrellas.
Dos enormes espirales que se enroscan transmiten agitación al cielo intensamente azul.
Once estrellas iluminan el firmamento, mientras que una enigmática luna de color
naranja se confunde con un astro mayor que el resto; probablemente el sol. Un ancho
sendero luminoso se extiende sobre la línea del horizonte.
La ciudad, en primer plano, cuya serenidad contrasta con la virulencia del cielo, está
trazada con líneas rectas y a partir de formas geométricas básicas (rectángulos,
triángulos, cuadrados y pentágonos). Destaca el contraste entre la caracterización de la
parte terrena y las curvas propias de la celeste. Incluso las diminutas luces de las casas
son rectangulares y no redondas como las estrellas.
Las características de esta singular pintura influenciaron notablemente a los artistas que
más tarde se manifestarían dentro del movimiento expresionista.