El poema expresa la conexión emocional del autor con una bahía que fue un lugar de consuelo y belleza durante su niñez. La bahía es descrita como un lugar de paz y armonía con la naturaleza, iluminada por la luna y reflejando las montañas y el cielo. El autor siente que su alma conoce cada hora de la bahía y que la bahía fue su cuna y nutricia, y la madre de sus sueños.
9. «"Y la bahía es oro
bajo el viento. La escarcha
de los montes de octubre
brilla en la perfumada
siesta del mar. La niebla
finge tenues fachadas,
humos tiernos. La brisas
trae metal de campana”
Julio MARURI
10.
11. El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
12. En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
13. Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:
¡Ay mi blusa marinera;
siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera!
Rafael Alberti
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17. Y ahora que yo pensaba en ti
constantemente, que creía...
( Las montañas que te rodean
tienen hogueras encendidas.)
Y ahora que yo quería hablarte,
saturarme de tu alegría...
( Eres un pájaro de niebla
que picotea mis mejillas. )
Y ahora que yo quería darte
toda mi sangre, que quería...
(Qué bello, mar, morir en ti
cuando no pueda con mi vida.)
De "Tierra sin nosotros" 1947
JOSÉ HIERRO
18.
19. CUÁNTAS veces sueño y sueño
con una isla, mi isla,
en medio de mi bahía.
La marea sube y baja
y a los barcos da la vuelta.
Y mi isla siempre quieta.
Isla con sola mi casa,
árboles de sombra y prado,
verde oscuro y verde claro.
Desde mi terraza escucho
a los pájaros del trópico.
Vuelan y chillan los loros.
Cuántas veces vuelve el sueño
empalmo novela viva.
Siempre la misma mi isla.
GERARDO DIEGO
20.
21. LA ISLA DE MOURO
A Julio Maruri
Adelantada tú en el mar violento,
se estrella en ti el retumbo de la ola,
que se abre y alza en férvida corola
con raíz de galerna y de tormento.
Sube el globo — tan blanco — sube lento,
lento, moja el fanal de la farola
— quieto, oh nivel, oh cumbre — y ya se inmola,
ya se derrumba turbio y ceniciento.
La catapulta tu perfil socava,
pero tú, isla de Mouro, te alzas brava,
sobre el puntal de arenas y de espumas,
partiendo en dos la enfilación del viaje.
—¿A dónde tú, alma mía, al cabotaje?
—No. Al septentrión de las heladas brumas.
Gerardo DIEGO
DOUCE