En esta obra se intenta encontrar respuestas, en un lenguaje claro y simple que concuerden con el sentido común de la mayoría de las personas, a cuestiones tales como: ¿Cuáles son las aspiraciones básicas del ser humano? ¿Qué son los bienes y valores? ¿Se puede aspirar a la verdad, belleza, bondad, amor y felicidad? ¿Existe un concepto comúnmente aceptado de bien y mal? ¿Es posible un desarrollo moral humano? ¿Cuáles son las motivaciones que estimulan a los seres humanos a hacer el bien? ¿Existen leyes morales universales? ¿Es el hombre bueno por naturaleza? ¿Tiene solución el problema del mal moral y los males sociales?
¿Qué es la conciencia? ¿Puede la ética ofrecer una solución a los problemas humanos actuales?
2. 1. ¿Cuál es el propósito de nuestras vidas?
2. Deseos y aspiraciones universales de los seres
humanos
3. Propósito para el individuo y propósito para el conjunto
4. ¿Qué son los valores?
5. Verdad, Belleza y Bondad, y el Amor como
fundamento
6. Felicidad, valores y utopías
CAPÍTULO 1 DESEOS, PROPÓSITOSY VALORES
3. En este capítulo vamos a indagar sobre el
propósito de nuestras vidas a través de un análisis
psicológico y antropológico de nuestros deseos o
aspiraciones más universales.
A lo largo del capítulo desarrollaremos una
teoría del valor basada en el Pensamiento de
Unificación. Mostraremos cómo influyen nuestros
supuestos o creencias ontológicas en las
valoraciones que hacemos acerca de la naturaleza
y los seres humanos.Y para terminar explicaremos
de qué forma los seres humanos persiguen los
valores y cómo aspiran a adquirir un valor cada
vez más elevado.
INTRODUCCIÓN
4. «Quien no sabe qué es el mundo no sabe
dónde está. Quien no sabe por qué existe, ni
sabe quién es ni qué es el mundo. Quien ignora
una de estas cuestiones ni siquiera podrá decir
cuál es su función en el mundo. ¿Qué te parece
ahora el hombre que escucha el ruido de los
aplausos o las críticas de quienes no saben
dónde están ni quiénes son?»
Marco Aurelio, Meditaciones,VIII, 52, Ediciones Temas de
Hoy, Madrid, 1994.
Desde la más remota antigüedad los seres
humanos se han preguntado a sí mismos por qué
existen o cuál es el papel o función que tienen
que desempeñar en la vida. Sin una finalidad o un
propósito la vida humana carecería de sentido o
valor.
Algo es valioso solamente cuando cumple con
su propósito o sirve para algún fin. Si un objeto
deja de cumplir el fin para el cual fue hecho,
pierde su valor y se tira a la basura.Todas las
cosas que fabricamos, ya sean sillas, mesas,
casas o coches, están hechas para cumplir un
propósito.A nadie se le ocurre fabricar algo que
no sirva para nada.
Como dice MarcoAurelio, es una ironía que
aún ignoremos si nosotros mismos estamos
hechos para un fin o no.
¿CUÁL ES EL PROPÓSITO DE NUESTRAS VIDAS?
¿Hemos sido diseñados para algo? ¿Hemos sido
configurados para algún fin? Una cosa es segura. No
somos nuestra propia causa. Nadie ha decidido nacer
o existir. Somos un producto, un resultado de algo.
5. Según la visión científica más popular hoy día, que es
una mezcla de atomismo antiguo y mecanicismo
moderno, estamos aquí por azar y necesidad. Se cree
que somos el fruto de un accidente, un resultado
fortuito de una serie de mutaciones al azar. Estamos
aquí porque nuestro número salió en la lotería.
Pero, al mismo tiempo se afirma que esta serie de
carambolas han producido unas máquinas
increíblemente sofisticadas completamente
predeterminadas por el ADN o código genético.Así
que, como dice Dawkins, somos máquinas descartables
utilizadas por unos genes egoístas que tienen el único
fin de duplicarse a sí mismos y ser dominantes.
Así la vida es una lucha por la supervivencia en la que
solamente logran sobrevivir los más aptos, mientras
que los demás están destinados a la extinción.
Aparte del sombrío panorama que nos
presenta esta visión que reduce el valor del
ser humano a mínimos y en la que el único
principio moral que cabe es la ley del más
fuerte, es de una absurdidad mayúscula
creer que organismos con mecanismos tan
sofisticados y exquisitamente diseñados —
como son los seres humanos— sean el fruto
de un cúmulo de accidentes fortuitos.
Es algo tan absurdo como decir que las
mejoras o nuevas prestaciones del último y
más sofisticado modelo de coche actual ha
sido el fruto de errores de copia de los
planos y diseños de modelos más antiguos.
Somos el fruto del azar y la necesidad
6. Si, por el contrario, estuviéramos diseñados para un fin
o para cumplir una función, entonces no tendría sentido
que nosotros mismos nos diéramos el propósito de la
existencia. Supongamos que una mesa tuviera consciencia
y se preguntara —¿Para qué existo?— El carpintero le
respondería —Te he hecho para que sirvas para comer,
escribir o estudiar— Sería entonces absurdo que la mesa
exclamara —¡No! No admito que nadie me asigne un
propósito.Yo mismo me lo daré. ¡Existo para mí mismo!
Si nos hubieran diseñado para un fin, nuestro valor o
bondad dependería de si cumplimos o no ese propósito.
Un buen zapatero es un experto en fabricar zapatos, esto
es, alguien que cumple bien con su función.Asimismo, un
buen hombre es el que cumple con la función propia del
hombre, o sea, con el propósito por el cual ha sido hecho,
como dice muy bien Aristóteles.
Estamos diseñados para cumplir un fin
«En efecto, como en el caso de un
flautista, de un escultor y de todo
artesano, y en general de los que realizan
alguna función o actividad parece que lo
bueno y el bien están en la función, así
también ocurre, sin duda, en el caso del
hombre, si hay alguna función que le es
propia. ¿Acaso existen funciones y
actividades propias del carpintero, del
zapatero, pero ninguna del hombre?»
Aristóteles, Ética Nicomáquea, Gredos, Madrid,
1988, p. 143.
7. Hay dos posibilidades. La primera
es que seamos un producto del azar,
en cuyo caso no tendríamos ninguna
función o fin objetivo que cumplir.
Cada individuo o cada sociedad
determina sus propios fines y, por
consiguiente, los valores son
irremediablemente relativos.
Basándonos en este supuesto, a lo
único que se puede aspirar es lograr
acuerdos fácticos, temporales y
cambiables en cuestiones de valores y
normas éticas.
Si, por el contrario,
hubiéramos sido diseñado para
un fin, nuestro valor o bondad
dependería de si cumplimos o
no ese fin.
Además, en el caso de que
hubiera un plan o proyecto
objetivo para nosotros,
podríamos entonces hablar de
un estándar común y universal
para determinar los valores y
las normas.
¿Producto del azar o diseñados para un fin?
8. Deseos de la mente y
deseos del cuerpo
Deseos, valores y
actividades económicas
y culturales
DESEOS Y ASPIRACIONES UNIVERSALES DE LOS SERES HUMANOS
9. Si los seres humanos están hechos para cumplir
un propósito, sus deseos deberían impulsarle a
perseguir esa meta. El supuesto diseñador nos
habría dotado de deseos lo suficientemente
fuertes como para perseguir y alcanzar nuestro fin.
Ante la pregunta: ¿Qué es el deseo? ¿Por qué
tenemos deseos? La respuesta es sencilla. Los
deseos son las fuerzas que nos impulsan a cumplir
con los fines de nuestra vida.
En especial, los valores y los deseos son
inseparables. Un bien u objeto valioso es algo que
alguien desea, ya sea por sí mismo o como medio
para conseguir otra cosa. No tiene sentido hablar
de que algo es valioso cuando nadie lo aprecia o
desea.
Además, alegría, satisfacción, plenitud,
goce intelectual, goce estético, tranquilidad,
bienestar, placer, todos estos tipos de
felicidad a los que aspiran los seres humanos
se pueden definir como un estado en el que
nuestros deseos se cumplen, esto es, una
situación en la que nuestros deseos son
colmados o satisfechos.
Por tanto, si quisiéramos saber algo sobre
nuestro fin, deberíamos fijarnos en cuáles son
los deseos más comunes y universales de
entre toda la gran variedad de deseos
humanos.
DESEOS Y ASPIRACIONES UNIVERSALES DE LOS SERES HUMANOS
10. Deseos del cuerpo y deseos de la mente
Ya que tanto los seres humanos como
los demás seres y cosas tienen un
aspecto material y otro mental que
siempre van juntos y que son como las
dos caras de una misma moneda,
podríamos, de una manera muy general,
empezar clasificando todos los deseos en
dos tipos; uno que se corresponda a las
necesidades o funciones del cuerpo; y
otro que se corresponda a las
necesidades o funciones de la mente.
11. Deseos del cuerpo
Los deseos de cuerpo tienen como fin
mantener las funciones del cuerpo y
preservar su vida, así como garantizar su
multiplicación.
Los deseos de comer, dormir, relajarse,
hacer ejercicio, tener relaciones sexuales,
abrigarse o resguardarse de las
inclemencias, poseer vestidos, casas,
utensilios y medios de transporte, así
como los deseos de tener buena salud,
fuerza física o un aspecto bello, todos
ellos tienen el propósito de conservar,
mantener y multiplicar la vida del
individuo.
12. Deseos o aspiraciones
de la mente
Existen tres tipos de deseos o aspiraciones de la mente que se
corresponden con las tres funciones principales de la mente, que
son el intelecto, la emoción y la voluntad.
La curiosidad, los deseos de hablar, comunicarse, estudiar,
saber, comprender, investigar, adquirir conocimientos y buscar
la verdad, todos ellos se corresponden con las funciones
intelectuales o cognitivas de la mente.
Los deseos de estar rodeados de cosas agradables o bellas,
apreciar y crear obras de arte, tener relaciones afectivas
armoniosas, formar familias o tener amigos, todos ellos se
corresponden a los aspectos emocionales o sentimentales de la
mente.
Los deseos de ser útiles o valiosos para los demás, hacer el
bien, ajustarse a normas de conducta, costumbres y leyes que
rigen la convivencia, actuar correctamente, ser justo,
equitativo, honesto, saber qué es lo más conveniente o lo
mejor en cada situación de la vida, todos ellos se corresponden
con los aspectos volitivos y prácticos de la mente.
13. Intelecto
Las funciones intelectuales o
cognitivas de la mente
Emoción
Las funciones emocionales o
sentimentales de la mente
Voluntad
Las funciones volitivas y
prácticas de la mente
Los deseos de hablar, comunicarse, estudiar,
saber, investigar, adquirir conocimientos y buscar
la verdad
Los deseos de estar rodeados de cosas agradables
o bellas, apreciar y crear obras de arte, tener
relaciones afectivas armoniosas, formar familias o
tener amigos
Los deseos de ser útiles o valiosos para los demás,
hacer el bien, actuar correctamente, ser justo,
equitativo, honesto, ajustarse a las normas de
conducta y costumbres sociales
Los deseos de cuerpo tienen el
fin mantener las funciones del
cuerpo, preservar su vida y
garantizar su multiplicación
Los deseos de comer, dormir, relajarse, hacer
ejercicio, tener relaciones sexuales, resguardarse
de las inclemencias, poseer vestidos, casas,
utensilios y medios de transporte, así como tener
buena salud, fuerza física o un aspecto bello
Deseos del cuerpo y deseos de la mente
Mente
Cuerpo
14. Deseos, valores y actividades económicas y culturales
Los deseos del cuerpo persiguen
bienes o valores materiales.Todas las
actividades económicas, como la
fabricación de utensilios, caza, pesca,
recolección, pastoreo, agricultura,
artesanía, construcción, comercio e
industria, han tenido como fin la
consecución, fabricación e intercambio
de estos bienes que satisfacen las
necesidades básicas de los seres
humanos y les proporcionan bienestar o
felicidad material.
La búsqueda de los bienes o valores
materiales y el desarrollo de las
actividades económicas
15. Los deseos de la mente, como vimos
antes, se pueden dividir en tres tipos
principales:
El primer tipo son los deseos que
persiguen valores como la verdad,
información, conocimiento y racionalidad,
que tienen su origen en las funciones
cognitivas o intelectuales de la mente.
El desarrollo de la filosofía, las ciencias, las
instituciones educativas e incluso gran parte
de los modernos medios de comunicación
han tenido siempre el fin de investigar,
adquirir, intercambiar y distribuir
información, conocimientos y verdad que
satisfacen el ansia de saber del ser humano.
La búsqueda de la verdad y el desarrollo de la ciencia y la filosofía
16. El segundo tipo de deseos de la
mente son los que persiguen valores
como la belleza, amor, armonía,
proporción, unidad y simplicidad, que
tienen su origen en las funciones
emocionales y sentimentales de la
mente.
El desarrollo de todas las
actividades artísticas, como la poesía,
literatura, pintura, escultura, música y
danza, ha tenido como fin satisfacer
estos deseos de apreciar y crear
belleza.
La búsqueda de la belleza y el desarrollo de las actividades artísticas
17. El tercer tipo de deseos de la
mente son los que persiguen
valores como la bondad, justicia,
libertad, igualdad, solidaridad y
paz, que tienen su origen en las
funciones volitivas o prácticas de
la mente.
El desarrollo de las religiones,
costumbres, códigos éticos, leyes
y sistemas políticos han tenido
como fin guiar al hombre o
proporcionarles las circunstancias
adecuadas para que pudiera
satisfacer este tipo de deseos.
La búsqueda de la bondad y el desarrollo de las religiones
18. Cuerpo
Los deseos de cuerpo buscan los
bienes o valores materiales y la
felicidad o bienestar material
Actividades económicas, fabricación de
utensilios, caza, pesca, recolección, pastoreo,
agricultura, artesanía, construcción, comercio e
industria
Mente
La emoción busca
belleza, amor,
armonía y unidad
La voluntad busca
bondad, justicia,
libertad, igualdad y
paz
El desarrollo de las ciencias, filosofías, instituciones educativas
y los medios de comunicación han tenido el fin de investigar,
adquirir, intercambiar y distribuir información, conocimientos
y verdad que satisfacen el ansia de saber
El desarrollo de actividades artísticas, como poesía, literatura,
pintura, escultura, música y danza, han tenido como fin
satisfacer los deseos de apreciar y crear belleza
El desarrollo de las religiones, legislaciones, sistemas
políticos, códigos éticos, costumbres, han tenido como fin
guiar al hombre para que pudiera satisfacer sus ideales de
bondad, justicia y paz
El intelecto busca
verdad, información
y conocimiento
Deseos, valores y actividades económicas y culturales
20. PROPÓSITO INDIVIDUAL Y PROPÓSITO PARA EL CONJUNTO
Los deseos del cuerpo esta dirigidos hacia
el propósito individual mientras que los
deseos de la mente están dirigidos hacia
el propósito para el conjunto
Propósito individual y propósito para el
conjunto
Analogía entre el sistema solar y los
deseos del cuerpo y la mente
El problema de la inversión del orden de
los propósitos
21. Los deseos del cuerpo están orientados hacia el fin
de mantener y preservar la vida y las circunstancias
del individuo, garantizando así su satisfacción o
felicidad individual.
En cambio, los deseos de la mente, que persiguen
básicamente la verdad, la belleza y la bondad, están
más orientados hacia los demás, es decir, buscan
formar unidades más grandes que el individuo,
como son las familias, sociedades y naciones.
La mente busca verdades universales, ideales y
formas de vida compartidos, un bien común, una
misma justicia para todos, unas relaciones
armoniosas y pacíficas, y un bienestar y felicidad
general.
Los deseos del cuerpo esta dirigidos hacia el propósito individual mientras que los
deseos de la mente están dirigidos hacia el propósito para el conjunto
22. PROPÓSITO
PARA EL
CONJUNTO
SERES
HUMANOS
LOS DESEOS DEL CUERPO están orientados a mantener,
preservar y mejorar la vida y las circunstancias del individuo,
garantizando así su supervivencia y satisfacción individual
LOS DESEOS DE LA MENTE, que persiguen básicamente la
VERDAD, BELLEZAY BONDAD, están orientados hacia los
demás y buscan formar unidades más grandes que el
individuo, como son las familias, sociedades y naciones.
La mente busca verdades universales, ideales y formas de
vida compartidas, un bien común, unas relaciones armoniosas
y pacíficas, y un bienestar y felicidad general
PROPÓSITO
PARA EL
INDIVIDUO
MENTE
CUERPO
Un ejemplo claro es la orientación de la
conciencia. Si un niño descubre el pastel
que su madre tiene guardado para todos,
metafóricamente hablando su cuerpo le
pide comérselo y disfrutarlo él solo.
En cambio, su conciencia le dice que debe esperar,
compartirlo con sus hermanos y disfrutarlo juntos.
La conciencia nos empuja a dar, compartir,
contribuir con algo a los demás, y a no mentir, ni
engañar, ni hacer daño a otros.
23. El universo es como un gran organismo en
el que todas las partes o entidades
individuales están interrelacionadas y
conectadas entre sí.
Las entidades individuales más pequeñas se
unen y forman unidades o individuos cada vez
más grandes. Las partículas se unen y forman
átomos; los átomos se vuelven a unir y forman
estructuras moleculares cada vez más
complejas.
La tierra —igual que los demás planetas— al
mismo tiempo que gira sobre su propio eje
para garantizar su propia estabilidad, describe
una órbita elíptica alrededor del sol, formando
así el sistema solar y contribuyendo a su
estabilidad.
El sistema solar, como una unidad, gira a su
vez alrededor del centro de la galaxia,
constituyéndose así una estructura aún más
grande.
Todos los organismos vivos se componen de
células que, al mismo tiempo que tienen una
vida propia, realizan funciones que mantienen la
vida del conjunto del organismo.
Es evidente que todas las entidades
individuales tienen dos propósitos; uno es el
propósito de mantener la propia existencia
individual, y otro es el propósito de formar
unidades más grandes y contribuir a la
existencia o estabilidad del conjunto.
Propósito individual y propósito para el conjunto
24. PROPÓSITO PARA EL
CONJUNTO
TODAS LAS
ENTIDADES
INDIVIDUALES
Mantener la propia existencia y estabilidad individual
Preservar y fortalecer el individuo
Buscar el bienestar o felicidad individual
Formar unidades o conjuntos más grandes
Contribuir a la existencia y estabilidad del conjunto
Preservar y fortalecer el conjunto
Buscar el bien o felicidad común
Partículas
PROPÓSITO
INDIVIDUAL
Átomos Moléculas
Satélites Planetas y estrellas Sistema Solar Galaxias
Células Órganos y miembros Cuerpo
Individuos Familias Sociedades Naciones Mundo
Estructuras
moleculares
Propósito individual y propósito para el conjunto
25. El fin particular y
el fin del todo
La existencia de estos
propósitos duales, expresados
en diversos términos, es
también un presupuesto
ampliamente compartido por
muchas tradiciones filosóficas
y religiosas.
Generalmente se basa en la
creencia que el universo es
como un gran organismo o
cuerpo, cuyas partes cumplen
a la vez un fin particular y un
fin para la totalidad o bien
común. León Hebreo expresa
esto mismo de una forma
poética.
«Todo el Universo es un individuo, es decir, como si fuera una
persona, y cada uno de los seres... es miembro y parte de ese gran
individuo, habiendo sido producido todo él y cada una de sus partes
por Dios para un fin común de la totalidad y un fin particular de cada
una de las partes...
El fin del todo es la perfección unitaria del universo, dibujada por el
divino arquitecto. El fin de cada una de las partes no es sólo la
perfección de la parte en sí, sino además servir con rectitud a la
perfección del todo... Para este fin común fue creada, ordenada y
dedicada cada parte, más que para el fin particular...
Por esto se siente más feliz por lo común que por lo propio, de igual
modo que ocurre en un individuo humano, en quien la perfección de
alguna de sus partes, como el ojo o la mano, no consiste exclusiva ni
fundamentalmente en que el ojo o la mano sean hermosos, ni en que
el ojo vea suficientemente o que la mano ejecute muchas artes, sino
que radica ante todo y principalmente en que el ojo vea y la mano
efectúe aquello que conviene para beneficio de toda la persona.»
León Hebreo, Diálogos de amor, PPU, Barcelona, 1986, p. 315-316.
26. Se podría decir que los deseos del cuerpo que
nos impulsan a cumplir el propósito individual —
metafóricamente hablando— hacen girar al
cuerpo sobre sí mismo.
Pero, al mismo tiempo, el cuerpo debería dar
vueltas alrededor de la mente, es decir, los
deseos del cuerpo deberían estar en función de
los deseos de la mente.
Disponer de alimentos, ropa, alojamiento,
pertenencias y buena salud, aunque sean
condiciones básicas necesarias para la vida, no
son su principal propósito, sino que son sólo
medios o instrumentos para satisfacer los
deseos de la mente que nos impulsan a llevar
una vida de búsqueda de la verdad, la belleza y
la bondad.
Asimismo, la mente posee también un
propósito individual, o sea, metafóricamente
hablando gira sobre sí misma. Deseamos recibir
una buena educación, adquirir conocimientos,
cualificarnos profesionalmente, cultivar talentos
artísticos, perfeccionarnos, formar un buen
carácter, lograr un equilibrio o paz interior, y
alcanzar el autodominio.
Pero, al mismo tiempo los deseos de la mente
la empujan a dar vueltas alrededor de algo más
grande. La mente desea relacionarse con otros,
buscar formas de vida compartidos, constituir
familias y sociedades, y utilizar las propias
cualidades y talentos para contribuir de forma
voluntaria al bienestar de sus familias,
comunidades y naciones.
Analogía entre el sistema solar y los deseos del cuerpo y la mente
27. Rotación sobre sí mismoRevolución alrededor de algo más grande
Propósito para el conjunto Propósito individual
CuerpoMente
Familia
Sociedad
Nación
Mundo
Rotación sobre sí mismoRevolución alrededor de algo más grande
Propósito para el conjunto Propósito individual
ANALOGÍA ENTRE EL
SISTEMA SOLAR Y
LOS DESEOS DEL
CUERPOY LA MENTE
28. Los problemas surgen cuando se invierte el
orden y el individuo piensa que existe sólo
para sí mismo, o que el fin principal de su vida
es satisfacer las necesidades del cuerpo.
Entonces, tener estudios, conseguir una
posición o cultivar talentos se convierte en
instrumentos para satisfacer la codicia
material o el apetito sexual.
Por esta razón, Sócrates, en medio de una
sociedad que rendía culto al cuerpo y a la
belleza física, enseñaba el cuidado o cultivo
del alma, y animaba a emprender la búsqueda
de la verdad, el bien, la belleza interior y la
justicia, así como a dialogar para tratar de
encontrar juntos estos valores comunes y
universales.
El problema de la inversión del orden de los propósitos
«Hombre de Atenas, la ciudad de más
importancia y renombre en lo que atañe a
sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de
afanarte por aumentar tus riquezas todo lo
posible, así como tu fama y honores, y, en
cambio, no cuidarte ni inquietarte por la
sabiduría y la verdad, y porque tu alma sea lo
mejor posible?»
Platón, Defensa de Sócrates, Obras completas,
Aguilar, Madrid, 1972, p. 209.
29. Valores materiales y valores
espirituales
¿Tienen los objetos un valor
por sí mismos o todo
depende de la apreciación
subjetiva de las personas?
Condiciones objetivas y
subjetivas necesarias para
determinar el valor real de
un objeto
¿Cómo valoramos a la naturaleza y
a los seres humanos?
Deseo de perseguir los valores
Deseo de realizar los valores en uno
mismo
Las personas adquieren un mayor
valor a medida que sirven a
conjuntos de individuos cada vez
más grandes
¿QUÉ SON LOS VALORES?
30. Hablando simplemente, todo lo que
satisface nuestros deseos o necesidades
es algo valioso para nosotros.
Nuestros deseos se pueden clasificar
en dos tipos; los deseos del cuerpo y los
deseos de la mente.
Todas las cosas que satisfacen los
deseos del cuerpo se pueden considerar
bienes o valores materiales, como son los
alimentos, casas, vestidos, coches y todo
tipo de posesiones materiales.
Estos bienes o valores materiales son
las condiciones necesarias básicas o
instrumentos para poder satisfacer los
deseos y aspiraciones de la mente.
Los deseos básicos de la mente son: el deseo intelectual
de saber, investigar y descubrir la verdad; el deseo
emocional de apreciar y crear belleza, y de establecer
relaciones armoniosas de amor con otras personas; y el
deseo volitivo de actuar correctamente y buscar el bien.
Estos deseos se concretan en aspiraciones tales como
recibir una buena educación, desarrollar talentos artísticos,
formar una familia, tener buenos amigos, observar las
buenas costumbres, respetar las leyes de un país, y luchar
por construir una sociedad justa y pacífica.
Éstos son los valores espirituales o bienes culturales que
satisfacen las aspiraciones de la mente humana.Además
de la tríada clásica de verdad, belleza y bondad, hay otros
relacionados con éstos como son la racionalidad, justicia,
libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia y paz.
Valores materiales y valores espirituales
31. Frondizi, en su libro ¿Qué son los valores?
Introducción a la Axiología, plantea esta misma
cuestión:
Ha habido una controversia histórica
entre dos posturas contradictorias acerca
de los valores.
Por un lado, están los subjetivistas que
consideran que nuestros deseos y
preferencias son los que otorgan valor a los
objetos.
Y, por otro lado, están los objetivistas
que opinan que los objetos no tienen valor
porque los deseamos, sino que
precisamente los deseamos porque tienen
cualidades valiosas.
«¿Tienen las cosas valor porque las
deseamos o las deseamos porque tienen
valor?
¿Es el deseo, el agrado o el interés lo que
confiere valor a una cosa o, por el contrario,
sentimos tales preferencias debido a que
dichos objetos poseen un valor que es previo
y ajeno a nuestras reacciones psicológicas u
orgánicas?»
Risieri Frondizi, ¿Qué son
los valores? Introducción a la Axiología, Fondo de Cultura
Económica, México, 1969, p. 23.
¿Tienen los objetos un valor por sí mismos o todo depende de la apreciación
subjetiva de las personas?
32. Después de analizar la controversia
histórica entre los subjetivistas y los
objetivistas, Frondizi llega a la
conclusión de que el valor tiene un
carácter relacional.
Es decir, el valor requiere la
presencia de un sujeto y un objeto, y
por tanto tiene dos caras, una objetiva
y otra subjetiva.
«Si examinamos la relación del objeto valioso
con el sujeto que lo valora... advertiremos
claramente que el valor no puede existir sino en
relación con un sujeto que valora.
¿Qué sentido tendría el agrado de una comida,
sin un paladar capaz de “traducir” las propiedades
físico-químicas de la comida en la vivencia del
agrado? (...)
Lo mismo puede afirmarse de un valor estético
o pictórico, que no existe sino en relación con
sujetos con sensibilidad auditiva y visual.»
Risieri Frondizi, ¿Qué son los
valores? Introducción a la Axiología, Fondo de Cultura
Económica, México, 1969, p. 23., p. 147.
El carácter relacional del valor
33. SUJETO
con sus
necesidades
OBJETO
capaz de
satisfacerlas,
un “BIEN”
(lo subjetivo del
valor)
(lo objetivo del
valor)
VALOR
Deseo, interés, estimación
Quintana Cabanas, en su libro
Pedagogía Axiológica, expone una
visión muy acertada del valor, en la
que al mismo tiempo que se afirma
el carácter relacional del valor se
resalta el aspecto objetivo de éste.
El carácter a la vez objetivo
y relacional del valor
«En primer lugar afirmamos el carácter
relacional del valor. Los valores son, pero no son
en sí: aparecen en la relación de ciertos objetos
con un sujeto.
Sin sujeto que valore no habría valor. Lo cual
no significa que el valor sea subjetivo: pues la
valoración no es mera espontaneidad subjetiva,
sino que se funda en las propiedades del objeto.
El valor es una cualidad del objeto en
relación con las necesidades del sujeto; es,
pues, objetivo (objetivismo axiológico).
Surge con el interés del sujeto, pero no
consiste en el interés del sujeto (según
pretende el subjetivismo axiológico).»
Quintana Cabanas, J.M., Pedagogía Axiológica,
Dykinson, Madrid, 1998, p. 133.
34. El Pensamiento de Unificación
desarrolla una teoría del valor,
similar a la de Quintana Cabanas,
en la que se resalta el carácter
objetivo del valor de un objeto
(valor potencial), a la vez que se
afirma que este valor no se
manifiesta hasta que es
apreciado por un sujeto (valor
real), como Sung Hun Lee explica
en esta cita:
«No obstante, en la teoría axiológica que
presentamos aquí el valor se define como una
cualidad de un objeto que satisface el deseo del
sujeto.
Es decir, cuando un objeto posee una cierta
cualidad que complace al sujeto y ésta es reconocida
como tal por el sujeto, entonces esa cualidad
especial del objeto se puede llamar valor.
En otras palabras, el valor es algo que pertenece a
un objeto; sin embargo, a no ser que el sujeto lo
reconozca como algo valioso, no llega a ser un valor
real.»
Sung Hun Lee, New Essentials of UnificationThought, UTI,
Korea, 2006, pp. 202-203.
Teoría del valor en el Pensamiento de Unificación
35. Sin embargo, por otro lado, también es cierto
que nada ni nadie sería realmente valioso si no
hubiera alguien que lo apreciara o deseara. El
diamante más grande del mundo sería un trozo
de piedra como las demás en un planeta que no
hubiera seres humanos.
Por consiguiente, los objetos por sí mismos
sólo pueden tener un valor potencial o virtual.
Su valor se manifiesta como valor real cuando
entran en relación con un ser con consciencia y
capacidad de apreciarlo.
El valor potencial o virtual y el valor real de los objetos
Por lo tanto, el valor se puede definir, por
un lado, como una cualidad especial que
posee un objeto que le hace ser apreciado,
querido o deseado por un sujeto.
Por objeto, en el Pensamiento de
Unificación, se entiende cualquier cosa, una
piedra, una planta, un animal, una persona,
un coche, una obra de arte, un libro, una
acción, una idea, una creencia, un
sentimiento.
En este sentido, se puede decir que el
valor es algo objetivo que se encuentra en el
objeto. Es decir, el objeto debe reunir unas
ciertas condiciones, cualidades o
características que lo hagan ser un objeto
valioso.
36. Se podría decir, entonces, que hay
requisitos o condiciones objetivas que debe
poseer un objeto para ser potencialmente
valioso.
Asimismo, el sujeto debe reunir también
ciertos requisitos o condiciones subjetivas
para poder apreciar el valor del objeto.
El valor real de un objeto dependerá, por
lo tanto, de estos dos tipos de condiciones,
unas objetivas y otras subjetivas.
La principal condición objetiva que debe
tener un objeto para que sea considerado
valioso es estar hecho con el propósito de
satisfacer un deseo o necesidad del sujeto.
Recordemos que por objeto se entienden no sólo
cosas sino también seres humanos, animales, plantas o
incluso ideas.
Las restantes condiciones objetivas que debe reunir
un objeto se podrían resumir diciendo que su forma y
diseño sea adecuado a su fin, que tengan la medida y
proporción justas, que sus diferentes partes funcionen
de una manera coordinada, que haya una armonía,
equilibrio y balance entre ellas, que esté completo, que
no tenga defectos, fallos o contradicciones, etc.
Por otro lado, el sujeto debe poseer como mínimo un
interés o deseo de buscar el valor del objeto, así como
un cierto grado de sensibilidad, gusto, educación y
conocimientos previos.
Condiciones subjetivas y objetivas necesarias para determinar el valor real
de un objeto
37. SUJETO
que aprecia, desea o
reconoce el valor del
objeto
OBJETO
Valor potencial
o virtual
Condiciones objetivas que
determinan el valor potencial
Condiciones subjetivas
necesarias para el sujeto
VALOR REAL El sujeto tiene que tener
como mínimo un interés,
curiosidad o deseo de
buscar el valor del objeto.
Debe estar dotado
asimismo de un cierto
grado de sensibilidad,
gusto, educación y
conocimientos.
• El objeto tiene que estar hecho con el fin
de satisfacer un deseo o necesidad del
sujeto, y su forma o diseño debe ser
adecuado a su fin.
• Debe tener la medida y proporción justa,
y una armonía o equilibrio entre sus
diferentes partes.
• Debe estar completo, y no tener
defectos, fallos o contradicciones.
Condiciones subjetivas y objetivas necesarias para determinar el valor real
de un objeto
38. A nadie se le ocurre fabricar algo que no sirva
para nada, que no tenga ningún propósito o
utilidad, ya sea para sí mismo o para otros. Por
ejemplo, una casa tiene un valor objetivo para el
hombre porque está hecha con el fin de satisfacer
el deseo humano de tener un lugar donde
albergarse y protegerse de las inclemencias del
tiempo.
Si además de eso está construida con
materiales de buena calidad, la distribución de
habitaciones es buena y es estéticamente
agradable, entonces seguramente se podrá
vender a un buen precio. Es decir, cuanto más
adecuadamente cumpla con su fin, más valor
podrá llegar a tener.
Mayor influencia de las condiciones objetivas en la determinación del valor real
de los bienes o valores materiales
En el caso de los bienes materiales o
instrumentales fabricados por el hombre, como es
el caso de las casas o los coches, las condiciones
subjetivas de las personas que los aprecian
influyen poco en el valor real o precio que estos
bienes pueden adquirir en el mercado.
Aunque sea verdad que un mismo producto
pueda ser más valioso para una persona que para
otra, dependiendo de sus conocimientos,
educación o gusto, en general, el valor real de una
casa o un coche se puede calcular bastante bien
considerando tan sólo las condiciones objetivas.
Solamente algunos artículos de diseño pierden su
valor y hay que tirarlos cuando cambia la moda.
39. Por otra parte, los bienes culturales, como
trabajos de investigación, teorías científicas,
novelas, poesías, películas, canciones, obras
de arte, leyes, etc., poseen un valor potencial
porque están hechos con la finalidad de
satisfacer una aspiración humana, ya sea el
ansia de saber, o el goce estético, o disponer
de una guía para la conducta.
El mayor o menor grado de valor objetivo
que puedan tener dependerá de si cumplen o
no la finalidad para la han sido hechas, y del
grado de verdad, belleza y bondad que
tengan, así como la coherencia, racionalidad y
armonía interna que posean.
Mayor influencia de las condiciones subjetivas en la determinación del valor
de los bienes culturales o valores espirituales
En este caso, las condiciones subjetivas tienen
una mayor influencia en la determinación de su
valor real. Se requiere ser un experto para valorar
un trabajo de investigación o una teoría científica, y
aun así es difícil que la comunidad académica se
ponga de acuerdo a la hora de calibrar el grado de
verdad de una determinada teoría.
A la hora de apreciar las obras de arte influye
mucho la sensibilidad y personalidad propia de
cada persona, así como la experiencia, talentos
naturales, estudios, etc. Incluso existe el fenómeno
de la empatía, que hace que el espectador proyecte
sus sentimientos o estado de ánimo en la obra. Así,
una misma sinfonía o un mismo drama pueden
suscitar emociones completamente diferentes en
distintos espectadores.
40. Cuando vemos un artefacto, de inmediato
presuponemos que lo ha hecho alguien para algún fin. Si
un aparato se rompe y es irreparable, deja de cumplir su
propósito y se tira a la basura. Un artefacto, por el hecho
de que alguien lo ha fabricado con un cierto fin, ya tiene
un valor objetivo por sí mismo —aunque sólo sea un valor
potencial— independientemente de que nadie lo aprecie
o lo use. En cambio, cuando hablamos de la naturaleza y
los seres humanos, la valoración dependerá de los
presupuestos o creencias que se tengamos.
Si creemos que nada en la naturaleza está diseñado
para un fin, es evidente que nada natural, ni siquiera el
hombre mismo, poseerá un valor intrínseco u objetivo.
Adquirirán un valor en el momento que sean útiles para
alguien. Su valor será variable y relativo, porque depende
de que nosotros le encontremos una utilidad o no.
Sin embargo, si creemos que las cosas
naturales están hechas con un propósito,
entonces, en este caso se puede decir que
tienen un valor objetivo por sí mismas,
aunque sea potencial, a semejanza de las
producciones humanas.
En definitiva, si detrás de la naturaleza
hay un plan, un diseño, un propósito, si es
como una obra de arte, entonces tendrá
un valor objetivo e intrínseco.
Si la naturaleza es un producto
accidental sólo tiene un valor utilitario
relativo al uso que se haga de ella.
¿Cómo valoramos a la naturaleza y a los seres humanos?
41. El capitalismo salvaje sostiene una visión muy
semejante. Se considera que la naturaleza está
ahí sólo para explotarla y sacar un beneficio de
ella. No importa que se contamine el medio
ambiente y que se destruyan bosques y especies.
El individualismo extremo que impera en
nuestras sociedades es lo mismo. La vida es una
lucha por la supervivencia. Los mejores, más
inteligentes o más fuertes son los que están
destinados al éxito. Los demás son los perdedores
destinados al fracaso. Esto conduce a una
glorificación del egoísmo. Primero soy yo y luego
los demás. El matrimonio es un contrato de
negocio. Si no me interesa lo puedo anular
cuando quiera, sin importarme lo que le pase a mi
esposa o marido o a mis hijos.
Valoración de la naturaleza bajo el supuesto de que nada está hecho para un fin
Si las cosas naturales no han sido creadas
para un fin, entonces no tienen un dueño.
Así que podemos apropiárnoslas por la
fuerza e incluso monopolizarlas y utilizarlas
para nuestro propio beneficio.
Esta mentalidad, que posiblemente tuvo
sus orígenes en las primitivas tribus de
cazadores y nómadas, es la que lleva a los
hombres a considerar a unos animales
como útiles o domesticables, y a otros
como peligrosos o dañinos a los que hay
que exterminar; a pensar que la mujer y los
niños son una propiedad; a tratar a los
prisioneros de guerra como esclavos; o
afirmar que unas razas son superiores, y
otras inferiores, nacidas para ser esclavos o
destinadas a la extinción.
42. Creer, en cambio, en el supuesto de que
todas las cosas están diseñadas para cumplir
dos propósitos, el individual y el del
conjunto, y que el universo mismo es algo
diseñado que obedece a algún plan o
proyecto cósmico, nos permite reconocer
que todas las cosas naturales, incluidos los
seres humanos, tienen un valor objetivo
intrínseco e innato, aunque —como vimos
antes— sea sólo un valor potencial o virtual.
Entonces, tendríamos servirnos de la
naturaleza apreciándola y valorándola como
un conjunto de seres y cosas que tienen
fines individuales que hay que respetar y
conservar.
Valoración de la naturaleza bajo el supuesto de que todo está diseñado para un fin
Una prueba de que otorgamos un valor
intrínseco a la naturaleza es el aumento de los
movimientos conservacionistas que quieren salvar
las especies en peligro de extinción, y que abogan
por establecer una relación más afectiva con
animales y plantas, reconociendo que son seres
con inteligencia y emociones cercanas a las
nuestras.
Por otra parte, en muchas culturas la naturaleza
no ha sido considerada meramente como una
fuente de bienes materiales sino que también ha
sido admirada y venerada como una fuente
inagotable de conocimientos, belleza, paz,
armonía y sabiduría. Prueba de ello es la
admiración casi mística que grandes filósofos,
científicos y líderes religiosos han sentido por la
naturaleza.
43. A pesar de los abusos y maltratos que nos hemos
infligido unos a otros a lo largo de la historia, la tendencia
general en todas las culturas ha sido la de a considerar
que los demás seres humanos tienen algún propósito o fin
propio y, por lo tanto, un valor sagrado o incluso divino.
Estamos hechos para tener relaciones recíprocas con
otros seres humanos con quienes intercambiar bienes,
servicios y afectos. El ejemplo más claro son el hombre y
la mujer. Ambos se necesitan mutuamente, sus órganos
sexuales encajan perfectamente, existe una fuerte
atracción entre ambos, juntos pueden tener hijos e
incluso muchos aspectos generales del carácter de ambos
se complementan. Es evidente que el hombre está hecho
para la mujer y la mujer para el hombre. Por este motivo,
cuando un marido y una esposa se aman profundamente,
se aprecian mutuamente como un tesoro muy valioso.
Por esa misma razón, para los padres sus
hijos tienen un valor único e irremplazable, y
también los hijos aprecian a sus padres como
seres únicos e insustituibles. La familia no
surge solamente como una unión por
conveniencia de hombres y mujeres que
quieren utilizarse mutuamente para satisfacer
mejor sus necesidades, sino que es fruto de un
amor mutuo entre el hombre y la mujer.
Maltratar a una persona o sacrificarla por
un fin utilitario es algo que repugna a la
conciencia y la sensibilidad de la mayoría de
los seres humanos, pues pensamos que esa
persona tendrá un marido o una esposa, unos
padres o unos hijos que la aman y la
consideran como alguien único e
irremplazable para ellos.
Valoración de los seres humanos
44. Deseo de perseguir los valores
Desde la niñez deseamos buscar a personas que sean
una fuente de valores para nosotros, de las cuales podamos
recibir algo o aprender algo. La primera fuente de valores
para los niños son sus padres, que les ofrecen amor y
cuidados, responden a sus preguntas y son buenos con
ellos. Luego, vienen los maestros como fuente de
conocimientos, los amigos, ídolos juveniles, artistas de
cine, cantantes, modelos, deportistas, millonarios,
empresarios de éxito, etc.
Los interesados en buscar la verdad admiran a grandes
científicos o filósofos; los que buscan la belleza admiran a
grandes artistas; los que buscan el hacer el bien a demás
admiran a santos, personas ejemplares o héroes; los que
aspiran a dedicarse a una vida pública admiran a líderes
políticos; y los que tienen aspiraciones místicas sienten
veneración por la naturaleza o por un creador, como fuente
última de todos los valores.
Este deseo de buscar ídolos o personas
valiosas a los que poder admirar, imitar e
incluso venerar induce al ser humano a
dar vueltas alrededor de un centro
superior o fuente de valores. Estimulado
por recibir o participar de esos valores se
siente el deseo de formar parte de
unidades más grandes.
Esta tendencia humana de creer,
admirar y seguir a ídolos ha sido muchas
veces manipulada por reyes o dictadores
que conseguían mediante propaganda y
engaños ser adorados como dioses, a
pesar de estar explotando y abusando del
pueblo.
45. El ser humano no sólo desea perseguir los valores,
sino que también desea realizar esos valores en sí
mismo y convertirse en una persona valiosa para los
demás. Desea llegar a ser un centro o una fuente de
valores, una persona con cosas valiosas para ofrecer a
los demás, y así llegar a ser apreciado, valorado y
reconocido por todos.
No sólo buscamos a maestros sabios a los que
admirar, sino que también deseamos llegar a ser
grandes científicos o filósofos. No sólo nos gusta
apreciar las obras de grandes artistas sino que nos
gustaría ser también un gran artista o genio, valorado
y apreciado por todos. No sólo deseamos admirar a las
personas ejemplares sino llegar a ser un héroe o una
persona que ha salvado la vida de otros.Todas las
personas, al menos alguna vez en su vida, han soñado
con un ideal parecido, aunque sólo algunas lo
persiguen y muy pocas lo consiguen.
Deseo de realizar los valores en uno mismo
46. Este deseo de ser valioso y sentirse
importante, ser apreciado y reconocido por los
demás es un gran estímulo para hacer cosas por
el bien de grupos sociales más grandes, como la
familia, la sociedad, la nación y el mundo.
Es curioso que los individuos aislados o
desarraigados por circunstancias
desafortunadas, como los huérfanos, hijos de
padres divorciados o personas marginadas por la
sociedad sufran una fuerte crisis de identidad y
perdida de autoestima. Sin embargo, las
personas bien integradas en una familia o grupo
social ven reforzada su identidad y valor. Esto es
debido a que la identidad y el valor de un
individuo aumentan en la medida que se integra
y sirve a grupos sociales cada vez más grandes.
La identidad y el valor de las personas se refuerzan en la medida que se
integran en grupos sociales cada vez más grandes
47. Las personas adquieren un mayor valor a medida que sirven a conjuntos de
individuos cada vez más grandes
La aspiración de los seres
humanos de adquirir un valor
cada vez más alto no tiene
límites. Incluso aspiramos a
poseer a Dios y al universo
entero, como expresa de
forma poética Sun Myung
Moon:
«Yo existo para mi familia, mi familia existe para mi
comunidad, mi comunidad existe para mi nación, mi
nación existe para el mundo, y el mundo existe para Dios:
Este es el principio de la soberanía celestial.
El universo entero pertenece a Dios, pero como tú estás
viviendo para Dios, el mundo te pertenece a ti también. Lo
que es de Dios —el universo entero— llega a ser tuyo, ¿no
es maravilloso?
Cuando ofreces lo que es tuyo por tu familia, cuando tu
familia se ofrece a sí misma por tu nación, cuando tu
nación se ofrece para el mundo, y el mundo para Dios,
entonces Dios te entrega todas las cosas a ti.Todo el
mundo es tuyo; el universo entero es tuyo.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 68:89, (20 de
octubre de 1973).
48. Hijos de piedad filial y padres modélicos
Ciudadanos y vecinos ejemplares
Si una persona vive exclusivamente para su
propio beneficio, su valor será mínimo. Pues
si no hace nada por nadie, ¿quién aparte de él
mismo apreciará su valor?
Si un hijo o una hija ayudan y sirven a sus
padres y hermanos, los demás miembros de
la familia se sentirán agradecidos y los
apreciarán como alguien muy valioso para
ellos. Lo mismo ocurre si unos padres se
sacrifican por el beneficio de sus hijos.
Sin embargo, cuando unos padres viven
por el beneficio exclusivo de sus hijos, puede
que no sean bien valorados por otras familias,
o incluso su conducta podría ser calificada de
egoísmo familiar.
Si una persona —además de vivir por su
familia— dedica sinceramente parte de su
tiempo y energía para hacer cosas en
beneficio de sus vecinos o comunidad, ya sea
como servidor público o en cualquier otro
trabajo, seguramente recibirá el
agradecimiento de sus vecinos y adquirirá un
valor más alto al convertirse en una persona
muy querida y valiosa en su comunidad.
Sin embargo, si alguien vive exclusivamente
para el beneficio de su grupo social o partido,
será despreciado por los miembros de otros
grupos sociales y su conducta calificada de
corporativismo o partidismo.
49. Si una persona —además de dedicarse
a su familia y comunidad— trabaja o
sacrifica su vida por el beneficio de su
nación, recibirá el agradecimiento y
aprecio de todos sus conciudadanos y
adquirirá un valor aún más elevado,
convirtiéndose en un patriota, líder
ejemplar o héroe nacional.
Pero, si sólo vive para el bien exclusivo
de su nación, puede que sea despreciado
por la gente de otras naciones y
calificado de fanático nacionalista.
En cambio, si alguien —transcendiendo
las barreras nacionales, raciales, étnicas o
religiosas— se dedica a hacer algo que
beneficie a la humanidad entera, esa
persona será la que adquiera el valor más
alto al recibir el agradecimiento y aprecio
de todo el mundo, convirtiéndose así en un
gran hombre o mujer, un gran benefactor
de la humanidad o un santo.
Patriotas, grandes líderes, y héroes nacionales
Santos y grandes hombres y mujeres
50. Elevación progresiva del valor de los seres humanos
Vive por
sí mismo
Individuo
Vive por
su familia
Vive por
sus vecinos
Vive por
su nación
Vive por
el mundo
Familia
Individuo Individuo IndividuoIndividuo
Familia Familia Familia
Sociedad Sociedad Sociedad
Nación Nación
Mundo
VALOR MÁXIMO
Santos y grandes
hombres y
mujeresPatriotas,
grandes líderes,
y héroes
nacionales
Ciudadanos y
vecinos
ejemplares
Hijos de piedad
filial y padres
modélicos
VALOR
MÍNIMO
51. De las grandes verdades eternas hasta la crisis
de valores actual
¿Hay una verdad objetiva?
¿Hay una belleza objetiva?
¿Hay un bien objetivo?
¿Qué relación hay entre la verdad, la bondad y
la belleza?
El amor como fuente y fundamento de todos
los valores
VERDAD, BELLEZA Y BONDAD, Y EL AMOR COMO FUNDAMENTO
52. Se puede decir que la verdad, la bondad y la belleza,
que son los valores perseguidos por la filosofía y la
ciencia, la religión y el arte, son los más básicos porque
se corresponden a las tres funciones principales de la
mente humana, es decir, el intelecto, la voluntad y la
emoción.
Por eso hablamos de ellos primero, para luego hablar
del amor y la felicidad, que estrictamente hablando no
pueden considerarse como valores, pero que de alguna
forma están íntimamente relacionados con la clásica
triada de valores.
¿Hay una verdad objetiva? ¿Hay un bien objetivo?
¿Hay una belleza objetiva? Antes de responder a estas
preguntas veamos cómo el hombre, a lo largo de la
historia, siempre ha buscado y pretendido poseer la
verdad, como nos comenta Cicerón:
VERDAD, BELLEZA Y BONDAD, Y EL AMOR COMO FUNDAMENTO
«La naturaleza nos ha dotado
de un insaciable deseo de ver la
verdad en nuestras mentes.»
Cicerón,Tusculanae, I, 19.
53. De las grandes verdades eternas hasta la crisis de valores actual
En la antigüedad, las creencias heredadas por
la tradición, así como las doctrinas de los
fundadores de religiones, filósofos o pensadores
que eran aceptadas por el conjunto de una
sociedad, recibían la calificación de verdades
universales y eternas.
En la modernidad, la clase culta de la época de
la Ilustración afirmó que cualquier creencia que
pretenda ser verdadera tiene que ser
demostrada por la razón o por la experiencia.
Así, las verdades o dogmas religiosos que no se
podían explicar con la razón fueron considerados
como creencias irracionales, supersticiones y
engaños. Dado que la ciencia y la filosofía daban
explicaciones razonadas, la verdad objetiva sólo
podía estar en ellas.
Pero, con el paso del tiempo y debido al fracaso
de los grandes sistemas filosóficos e ideológicos, la
verdad objetiva fue huyendo de la filosofía.
Primero fue la metafísica, luego la moral, y al final
prácticamente toda la filosofía perdió la
credibilidad de ser un conocimiento cierto.
54. Con el éxito de la ciencia y el auge del
neopositivismo a mediados de siglo XX, la verdad
objetiva únicamente estaba ya presente en las teorías
y conocimientos científicos que podían ser verificados
por experimentos públicos y observables.Todos los
demás tipos de conocimientos eran valoraciones
subjetivas relativas y cambiables.
Muy pronto, los epistemólogos se dieron cuenta de
que la observación de los hechos y el diseño de los
experimentos también están cargados de
presupuestos teóricos.Así que no existen unos
criterios completamente objetivos para verificar una
teoría científica. Según, Hanson, «la visión es una
acción que lleva una “carga teórica”. La observación
de x está moldeada por un conocimiento previo de
x.»
N. R. Hanson, Patrones de descubrimiento. Observación y
explicación, Alianza Editorial, Madrid, 1977, p. 99.
Kuhn mostró claramente que en el tiempo
de las revoluciones científicas se produce un
cambio de paradigma, o sea, se abandona una
vieja visión del mundo y se acepta otra nueva.
Así que lo que antes era considerado la verdad
absoluta, luego es rechazado como falso, y así
sucesivamente.
Además, en muchas ocasiones el criterio
utilizado para aceptar o rechazar una teoría se
basaba en meras consideraciones subjetivas o
sociológicas. «Cuando cambian los
paradigmas, el mundo mismo cambia con
ellos... durante las revoluciones, los científicos
ven cosas nuevas y diferentes al mirar con
instrumentos conocidos y en lugares en los que
ya habían buscado antes.»
T. S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, F.
C. E., México, 1975, p. 27.
La crisis de la racionalidad científica
55. Al final, los epistemólogos
pragmatistas niegan que la ciencia sea
el único método de acceso privilegiado
a la verdad objetiva, mostrando que
aceptar una teoría científica se
diferencia muy poco de aceptar una
metafísica filosófica, unos principios
éticos, una creencia religiosa, o incluso
una valoración artística.
Como dice Laudan, «no hay una
fundamental diferencia de tipo entre la
ciencia y otras formas de indagación
intelectual.Todo pretende dotar de
sentido al mundo y a nuestra
experiencia.»
Larry Laudan, El progreso y sus problemas,
Encuentro Ediciones, Madrid, 1986, p. 21.
La era postmoderna y la crisis de valores actual
En definitiva, las llamadas teorías científicas no
dejan de ser hipótesis o creencias —si se quiere más o
menos racionales o mejor o peor fundadas— a pesar
de que cuando son aceptadas por la comunidad
científica son consideradas como dogmas de fe o
verdades infalibles, aun cuando al cabo del tiempo se
demuestre que son falsas.
Esta crisis de la verdad en la ciencia fue precedida
en la segunda mitad del siglo XX por una crisis de fe a
nivel popular en las religiones establecidas y otra
posterior crisis en las ideologías, debido
principalmente al fracaso de la utopía comunista.
Así pues, se llegó a lo que muchos llamaron la era
posmoderna en la que existe una crisis total de
valores, una incertidumbre y confusión sobre lo que
es verdad o mentira, y sobre lo que está bien o mal.
56. Volviendo a una de las preguntas que nos
hicimos antes, ¿es razonable creer que exista una
verdad objetiva?Tanto formular teorías sobre qué
son, de qué están compuestas o cómo funcionan
las cosas como calibrar el grado de verdad de esas
teorías son juicios de valor, similares a los juicios
acerca de la bondad o belleza de algo.
Igual que les ocurre a los demás valores, no
tendría sentido hablar de la verdad sobre un
objeto si no hubiera un ser consciente que,
poseyendo el deseo de conocer, quisiera
descubrirla. Así que en todas las fases del proceso
de investigación, descubrimiento y verificación
influyen ciertas condiciones subjetivas, como son
las ideas previas, creencias, supuestos básicos,
marcos conceptuales o visiones del mundo de la
persona que investiga.
¿Hay una verdad objetiva?
Sin embargo, si se admite el supuesto de que
las cosas existen realmente, la verdad debe ser
una cualidad objetiva que posean éstas, al
menos de una manera potencial,
independientemente de que haya alguien que
la investigue o descubra.
57. Nadie tiene problemas en
conocer la verdad sobre el último
modelo de coche.Todo el mundo
sabe qué es, por qué existe y
cómo funciona.
Y si se quiere saber más basta
con dirigirse a los ingenieros que
lo han diseñado o tener acceso a
los planos en los que están
detallados todos los diseños y
funciones de cada una de sus
partes, así como toda la
información referente a los
materiales y procesos de
fabricación.
La verdad sobre las cosas artificiales
Dado que, tanto su diseño como la función de todas sus partes
son un resultado de las ideas y proyectos de sus creadores y que
toda esta información está recogida en archivos informáticos, se
podría decir que esos archivos serían la expresión simbólica de la
verdad objetiva de dicho modelo de coche.
58. Pasamos ahora a considerar la verdad sobre las
cosas naturales. Si partimos del supuesto de que
todo ha surgido de una manera azarosa o
accidental a partir de un caos o explosión inicial,
lógicamente poco más se podría añadir, porque en
el momento que empezamos a afirmar que hay
uniformidades, regularidades, orden, leyes
generales, mecanismos, sistemas, estructuras,
evolución, organismos y funciones, estamos ya
afirmando implícitamente que hubo un diseño, un
propósito y una meta.
Paradójicamente, todos los científicos hablan
tranquilamente en estos términos, mientras que al
mismo tiempo niegan que exista en la naturaleza
algún plan o fin, ya que afirmar esto es herejía y
anatema debido al dogma vigente de la evolución
por mutación al azar y selección natural.
En el momento que se admite el supuesto de
que todas las cosas naturales, incluido
nosotros, son cosas pensadas, proyectadas,
diseñadas y producidas de acuerdo a un plan o
idea —igual que en el caso de los artefactos
humanos— entonces ya se puede hablar de una
verdad objetiva sobre ellas.
Alguien podría decir que, aun admitiendo
este supuesto, como no podemos acceder a la
mente de Dios para conocer los prototipos
originales de todas las cosas, nos quedaremos
sin saber cuál es la verdad objetiva sobre la
naturaleza, y al final lo único que tendremos
son diversas interpretaciones subjetivas.
La verdad sobre las cosas naturales
59. Para ilustrar este punto propondré una
analogía. Supongamos que un buen día
desciende del espacio algo que parece ser una
extraña sonda espacial no tripulada.Toda la
comunidad científica pensaría de inmediato
que sería un artefacto construido por
extraterrestres.
Si después de examinarla descubrieran
mecanismos completamente desconocidos,
deducirían que sus constructores alienígenos
deberían ser más inteligentes que nosotros, y
que dispondrían de unos conocimientos
científicos y una tecnología muy superior a la
nuestra.
Se analizaría minuciosamente todos sus
mecanismos y componentes y se trataría de
descubrir la función de cada una de sus partes.
Entonces, surgirían diferentes explicaciones acerca
de la sonda, así como de las funciones que
desempeñan cada una de sus partes o mecanismos.
Cada científico afirmaría que su teoría era la correcta y
la de los demás la equivocada.Y, por supuesto, a nadie
se le ocurriría pensar que aquello era el fruto de
choques o explosiones fortuitas entre meteoritos.
La analogía de la sonda espacial alienígena
60. La analogía de la sonda espacial alienígena
Si al final se descubriera que aquel aparato disponía de
un centro de control u ordenador central, y después de
muchos esfuerzos se lograra descifrar el código utilizado
y se descubriera que allí estaba toda la información
referente a su misión y las funciones de sus mecanismos,
entonces se sabría la verdad definitiva sobre aquel
aparato.
Creo que la moraleja queda clara. Paradójicamente,
cuando estos mismos científicos estudian los seres vivos,
que contienen mecanismos —la mayoría de ellos aún
desconocidos para la ciencia— mucho más complicados
y sofisticados que los de las máquinas construidas por el
hombre con la tecnología más avanzadas, no piensan
que sean la creación de una mente inteligente superior,
sino que son productos producidos por presiones,
choques o calentamientos, o sea, el resultado final de
una serie de accidentes fortuitos.
Además, vemos que no solamente los
organismos vivos y las simples células
disponen de un código genético u
ordenador central en el que está
contenida toda la información sobre ese
ser, sino que también es muy posible que
los átomos y partículas dispongan
asimismo de un centro de control que
contenga la información referente a sus
estructuras.
Así que no se puede descartar la
posibilidad de que en el futuro se pueda
descubrir la verdad objetiva sobre estos
seres y cosas naturales, de una manera
análoga a lo que ocurrió en nuestra
parábola galáctica.
61. Al ser las cosas naturales artefactos
diseñados y construidos de acuerdo a un
plan o proyecto concebido por una
inteligencia semejante a la nuestra,
podemos llegar a conocerlas y
comprenderlas de la misma manera que
podemos conocer o comprender cualquier
máquina diseñadas por ingenieros
humanos, o incluso podríamos conocer la
sonda espacial de nuestra parábola a pesar
de ser diseñada por seres extraterrestres
con conocimientos superiores a los
nuestros y unos conceptos, lenguaje y
códigos diferentes.
¿Por qué parece que existe una correspondencia entre las ideas o conceptos subjetivos
de nuestra mente y el mundo objetivo exterior?
¿Cómo es posible que nosotros con nuestra mente
subjetiva podamos conocer y comprender la verdad
objetiva de las cosas naturales? ¿Por qué parece que
existe una correspondencia entre las ideas o
conceptos subjetivos de nuestra mente y el mundo
objetivo exterior?
Para responder a estas preguntas no es necesario
recurrir al recuerdo platónico del alma de una vida
anterior en el mundo de los prototipos ideales
eternos, sino que se puede explicar simplemente
diciendo que el mundo real ha sido diseñado por una
mente o inteligencia semejante a la nuestra que
maneja conceptos e imágenes mentales, y utiliza
leyes y principios matemáticos, de una manera
semejante a nosotros.
62. La belleza es una cualidad de un objeto que
hace que llame la atención, atraiga y estimule
estética y emocionalmente a un sujeto,
satisfaciendo su deseo de emocionarse, amar o
expresarse.
Como todos los demás valores, la belleza es
algo que posee un objeto por sí mismo sólo de
una manera potencial o latente. La belleza de un
objeto se vuelve real únicamente cuando hay un
sujeto que lo admire o aprecie.
Recordemos que como objeto entendemos
cualquier cosa, una persona, un animal, una flor,
un cuadro, una idea, etc. La chica más hermosa
de la tierra nunca podría sentirse realmente
bella si viviera en una isla desierta sin ningún
otro ser humano que la amara, admirara o
deseara.
¿Hay una belleza objetiva?
Así pues, para que la belleza se
manifieste es necesario una relación entre
un sujeto y un objeto. De modo que en la
valoración de la belleza intervienen dos
tipos de condiciones.
Por un lado, hay condiciones objetivas
como la adecuación al fin de estimular las
emociones y deseos del sujeto, y la
armonía, proporción y equilibrio entre las
partes, que son los requisitos que tiene que
reunir un objeto para ser potencialmente
bello.
Y, por otro lado, existen condiciones
subjetivas como la atención, sensibilidad,
educación y estado emocional del sujeto
que aprecia la belleza del objeto.
63. El hombre busca la belleza en los demás
seres humanos, en la naturaleza, en las
actividades artísticas y en casi todos los
artefactos útiles y bienes materiales.
Las relaciones de amor con otros seres
humanos, la relación con la naturaleza, y la
creación, interpretación, contemplación,
lectura o participación en actividades
artísticas —como son, por ejemplo, la pintura,
escultura, poesía, novela, teatro, cine,
música, canciones y danza— despiertan en las
personas sentimientos de amor, pasión,
simpatía, paz, calma, tranquilidad, alegría,
hilaridad, excitación, temor, respeto,
admiración, risa, llanto, pena, nostalgia, etc.
La búsqueda de la belleza
64. La naturaleza exhibe una increíble
variedad de colores, formas y sonidos, que
ante nuestros ojos no aparecen como cosas
extrañas o ajenas sino que, por el contrario,
son de una familiaridad y semejanza
asombrosa y con una belleza misteriosa que
nos atrae y fascina.
Este fenómeno de la belleza natural es
inexplicable si se supone que la naturaleza
es un producto accidental debido al azar. Es
mucho más sencillo y razonable pensar que
la naturaleza es una obra de arte que fue
hecha con el propósito de satisfacer el deseo
humano de emocionarse, amar y admirar su
belleza.
La misteriosa belleza de la naturaleza
65. Sin embargo, la sensación de belleza más
elevada la experimentamos en nuestras
relaciones de amor con otros seres
humanos. La belleza de la mujer cautiva y
fascina al hombre, y la belleza del hombre
atrae y enamora a la mujer.
Las historias de amor entre hombres y
mujeres han sido el tema favorito de las
creaciones literarias y artísticas de casi
todas las culturas.
Es evidente que la mujer ha sido hecha
bella para que atraiga el amor del hombre, y
el hombre ha sido hecho bello para que
atraiga el amor de la mujer.
La belleza en las relaciones de amor con otros seres humanos
66. Una condición que tiene que tener un objeto
para parecer bello es que sea en parte semejante
y en parte complementario u opuesto al sujeto.
Unos padres ven bellos a sus hijos cuando
éstos se le parecen, porque se ven a sí mismos
reflejados en ellos. Pero, también nadie quiere
que sus hijos sean una copia exacta de sí mismos.
Por eso, cuando éstos le sorprenden con talentos
propios, los padres se sienten encantados.
Una mujer de piel suave y delicada se siente
atraída, por lo general, por un hombre
musculoso y de piel rugosa, y viceversa. Es decir,
el objeto bello debe ser a la vez semejante y
opuesto o complementario al sujeto.
La ley de la semejanza y complementariedad en la belleza
67. También cada hombre o mujer, de igual
forma que tiene una personalidad única,
posee asimismo una belleza particular y
única.
Para una madre su hijo es el niño más
guapo del mundo aunque no sea muy
agraciado. Para un amante enamorado, su
amada es una belleza única en el mundo.
El arte, la música y las danzas de cada
pueblo o raza tienen asimismo una belleza
objetiva peculiar y única, por lo que no se
pueden comparar entre sí ni medir con
ningún patrón de belleza perfecta.
El carácter único y peculiar de la belleza
68. No sólo deseamos conocer la verdad sobre el mundo y
apreciar la belleza que nos rodea, sino que también
aspiramos a conocer nuestra identidad, nuestro valor y si
nuestra existencia tiene algún sentido. Queremos saber
si tenemos alguna misión que cumplir en la vida y
averiguar cómo debemos actuar y conducir nuestra vida
.
Sin embargo, si creemos que somos un producto del
azar, esto nos llevará a pensar que estamos aquí por pura
casualidad, que somos únicamente una acumulación de
átomos, y que nuestro valor es perfectamente
homologable al de un animal, vegetal o piedra.
Entonces, como no existe ningún fin que debamos
cumplir, el bien y el mal serán inevitablemente relativos,
y nos expondremos a que algún Estado decida que
seamos una clase a exterminar, o una raza inferior a
explotar.
¿Hay un bien objetivo?
Esta concepción de la vida es
bastante sombría y no hace justicia a la
mayor parte de las aspiraciones
universales de todos los seres
humanos, así como a la visión que
generalmente tenemos de nuestro
valor y dignidad.
69. Si, por el contrario, hubiéramos sido
diseñados para cumplir un fin, el bien
consistirá en vivir de acuerdo con dicho fin.
Es decir, un buen hombre es el que cumple
con el propósito por el cual ha sido hecho,
como decíaAristóteles:
¿Hay un bien objetivo?
Aun creyendo en este supuesto, por
desgracia, no es tan sencillo llegar a un
acuerdo acerca de cuál sea nuestro fin en la
vida. Cada cultura, sociedad o religión enseña
una serie de costumbres, códigos éticos,
leyes y creencias que atribuyen al ser humano
obligaciones y funciones que difieren entre sí,
variando, por consiguiente, también el
criterio de lo que está bien y mal, o lo que es
correcto e incorrecto.
Ya que este tema es muy importante para
superar la crisis de valores actual lo
estudiaremos en detalle en el capítulo
siguiente.
«La virtud del hombre será
también el modo de ser por el cual
el hombre se hace bueno y por el
cual realiza bien su función
propia.»
Aristóteles, Ética Nicomáquea, Gredos,
Madrid, 1988, p. 169.
70. Las emociones, la inteligencia y la voluntad
son funciones o aspectos de la mente que
siempre actúan juntos y estrictamente
hablando no se pueden separar.
Por ello, el deseo de perseguir la verdad,
aunque esté guiado principalmente por el
intelecto, posee asimismo un fuerte
componente emocional y ético.
La filosofía se inició precisamente
motivada por una pasión por la sabiduría, e
incluso para algunos filósofos —como es el
caso de Aristóteles— la felicidad que se
experimenta al contemplar la verdad es
considerada como el bien supremo del
hombre.
¿Qué relación hay entre la verdad, la bondad y la belleza?
Además, en muchas culturas y religiones se
señala que la ignorancia es una de las grandes
causas del mal. La verdad nos libera de la
ignorancia y nos convierte en hombres sabios
que saben comportarse bien y llevar una vida
buena y feliz.
71. El deseo de buscar el bien, aun siendo guiado
por la voluntad, tiene también fuertes
componentes emocionales e intelectuales.
Una de las motivaciones más comunes para
hacer el bien es la compasión hacia los demás.
Detrás del deber u obligación moral hay un
sentimiento de agradecimiento por haber recibido
algo.Cuando se hacen buenas acciones se
experimenta una gran satisfacción o alegría
interior.
También se dice que una persona buena es
honesta, genuina o verdadera, que siempre dice la
verdad, que nunca promete en falso, que no
aparenta algo que no es, y que es coherente
consigo misma.
¿Qué relación hay entre la verdad, la bondad y la belleza?
El deseo por la belleza, aun guiado por
emociones, también posee componentes
racionales y éticos. A la belleza a menudo
se la ha tratado de relacionar con ciertas
proporciones y medidas, relaciones
numéricas o fórmulas matemáticas.
Se valora la belleza física de las
personas, pero también se busca en ellas
una belleza interior. Esta belleza interior se
identifica con cualidades morales o éticas,
como son la pureza e inocencia de los
niños, la fidelidad entre amantes o la
lealtad entre amigos.
72. Fue a partir de la Ilustración —
debido a que se empezó a sobrevalorar
en exceso la razón y a despreciar los
sentimientos— cuando se separaron
estos tres tipos de juicios, y se
subrayaron sólo los juicios cognitivos
por considerar que éstos eran los
únicos juicios objetivos, fiables o
ciertos. Pero, de hecho, más que la
razón son los deseos y las emociones
los que hacen posible cualquier juicio
de valor.
La verdad, bondad y belleza son diferentes aspectos de un mismo valor que
poseen las cosas
La verdad, bondad y belleza no son independientes
entre sí, son como diferentes aspectos de un mismo
valor que poseen las cosas. Si alguien afirma: “Esa
planta que tienes en tu jardín es un jazmín,” está
valorando la verdad de la planta. Si, en cambio,
exclama: “¡Oh, qué jazmín tan bonito!” está
valorando su belleza. Pero si dice: “El jazmín que
tienes en el jardín te perfuma toda la casa,” entonces,
está valorando su bondad o utilidad.
Tanto en los juicios cognitivos como en los
estéticos y prácticos intervienen el intelecto, las
emociones y la voluntad. La única diferencia es que
en los juicios cognitivos interviene más el intelecto,
en los juicios estéticos intervienen más las emociones
y en los juicios prácticos interviene más la voluntad.
73. El valor de un objeto se hace real o se
manifiesta plenamente sólo cuando
establece una relación con un sujeto que
lo desea y aprecia.
Así que el fundamento de todos los
valores, incluido el valor de la verdad, se
halla en esta capacidad de desear, querer
y apreciar que en definitiva es la
capacidad de amar.
Por ello, el amor, estrictamente
hablando, no es un valor en sí mismo
sino la condición previa, fuente y
fundamento de todos los valores. Por
ello, se habla de amor a la sabiduría,
amor por el bien y amor a la belleza.
El amor como fuente y fundamento de todos los valores
74. Generalmente, el amor se correlaciona con la
belleza. La belleza de una persona o un objeto
llama la atención, atrae, enamora o estimula
los sentimientos de amor de un sujeto.
El amor es una fuerza emocional que el
sujeto derrama o proyecta sobre un objeto —ya
sea éste otra persona, otro ser o una cosa—
cuando se siente estimulado o atraído por la
belleza del objeto.
Cuanto más bello es el objeto más se le ama.
Pero también ocurre que cuanto más se ama a
un objeto más bello se vuelve a los ojos del
amante. Por eso, no solamente se puede decir
que la belleza despierta y atrae el amor, sino
que el amor también crea la belleza.
El amor y la belleza
75. El amor está también relacionado con
la bondad. Las personas que hacen
acciones buenas o cosas por el beneficio
de los demás no sólo despiertan
sentimientos de aprobación moral sino
también el amor o la simpatía de la
gente que le rodea.
Asimismo, cuanto más se ama a
alguien, más cosas se está dispuesto a
hacer por el bien de esa persona, incluso
hasta el punto de sacrificar la propia
vida.Así pues, se puede decir que el
amor busca la bondad, o incluso que el
amor crea la bondad.
El amor y la bondad
76. Desde la Ilustración muchos estudiosos han pensado
que la búsqueda de la verdad deber ser guiada sólo por
una razón fría y desapasionada, puesto que creían que
esta era la única manera de encontrar una verdad
objetiva e imparcial.
Sin embargo, éste no era el concepto de razón que
tenían los antiguos griegos para los cuales la búsqueda
de la verdad, el bien y la belleza era prácticamente la
misma cosa. Sócrates fue una persona que buscaba
apasionadamente la verdad, y que amaba
profundamente a sus discípulos y conciudadanos.
Platón fue un artista y místico a la vez que un amante
de la verdad.
Muchos de los grandes científicos de todas las épocas
eran gente apasionada por la búsqueda de la verdad
que admiraban el orden y la belleza de la naturaleza, o
incluso sentían por ella una veneración casi mística.
El amor y la verdad
Detrás de la búsqueda histórica de
la verdad no ha habido nunca una
razón fría y desapasionada sino más
bien un ferviente amor por la
naturaleza y por los seres humanos.
Cuando se pretende eliminar los
elementos emocionales, estéticos y
éticos de la razón, en aras de una
pretendida objetividad e
imparcialidad —que a fin de cuentas
hoy se demuestra que no tiene— lo
único que se consigue es separar el
valor de la verdad de los demás
valores, y crear una ciencia fría,
inhumana y despiadada que degrada
el valor de seres humanos y de la
naturaleza.
77. El amor por los seres humanos y la
naturaleza es la motivación común que
debería mover a la ciencia y la filosofía en
su búsqueda de la verdad, al arte en su
búsqueda de la belleza, y a la religión,
ética y política en su búsqueda del bien.
Los campos de la ciencia, arte, religión,
ética y política, en vez de estar separados
y en permanente conflicto entre sí como
ocurre hoy día, deberían cooperar y
trabajar centrados en este amor por el
género humano y la naturaleza, creando
así una cultura del corazón, como explica
Sung Hun Lee en la siguiente cita:
Una cultura del corazón
«En una verdadera sociedad humana
compuesta de seres humanos originales, la fuerza
motriz detrás de las actividades intelectuales,
emocionales y volitivas es el corazón y el amor. Por
lo tanto, todos los estudios académicos, los
esfuerzos artísticos y el comportamiento moral
serán motivados por el corazón, y su objetivo será
la realización del amor. (…)
Así pues, originalmente la cultura debería estar
motivada por el corazón, y su fin ser la realización
del amor.Tal cultura durará para siempre y, en el
Pensamiento de Unificación, se designa como la
“cultura del corazón,” la “cultura del amor,” o la
“cultura de la armonía.”»
Sung Hun Lee, New Essentials of Unification Thought, UTI,
Korea, 2006, pag. 26.
78. Sun Myung Moon, en
muchas de sus conferencias
públicas a científicos,
profesores y líderes
religiosos, resaltó la
importancia de la búsqueda
de “Valores Absolutos” con
el fin de lograr la paz
mundial basada en una
cultura del corazón.
Como se puede ver en las
siguientes citas, Sun Myung
Moon afirma que el
verdadero amor de Dios, la
fuente última del amor, es
el fundamento de los
valores absolutos.
«En este punto quisiera mencionar la relación entre el amor absoluto y
los valores absolutos. El amor es el fundamento de los valores de la
verdad, la bondad y la belleza. Por ejemplo, cuando una persona practica
el amor a los demás, la sociedad lo designa como un acto de bondad. (…)
El amor, la verdad absoluta, la bondad absoluta y la belleza absoluta no
pueden realizarse sin el conocimiento del amor absoluto —el amor de
Dios— ya que el amor es la fuente de estos los valores espirituales.»
«De hecho, propongo que los valores absolutos que buscamos están
basados en el amor absoluto y verdadero de Dios. La belleza, la verdad y
la bondad absolutas pueden realizarse sobre la base del amor verdadero.
Es mi ardiente deseo que científicos y profesores avancen en sus
respectivos campos sobre la base de un sólido punto de vista de valores
morales y realcen la dignidad humana agregando al enfoque materialista
y analítico actual un enfoque integral con una dimensión espiritual.»
Sun Myung Moon, God’s Model for Absoluteness, 21 de noviembre de 2006.
Absolute Values and the New Cultural Revolution, 3 de septiembre de 1984.
El verdadero amor de Dios como fuente de los valores absolutos
79. Los deseos del cuerpo y de la mente y
los dos tipos principales de felicidad
La felicidad exterior o material
La felicidad interior o espiritual
La felicidad completa incluye tanto el
bienestar material como la felicidad
espiritual
El problema del materialismo y
hedonismo actual
Las utopías sociales
La máxima felicidad se encuentra en
el amor
FELICIDAD, VALORES Y UTOPÍAS
80. El deseo de ser feliz es la aspiración
más común y universal de todos los seres
humanos.Todos queremos ser felices.
Esto es algo en lo que todo el mundo está
de acuerdo.
Desde Aristóteles, muchos pensadores
han considerado a la felicidad como el
bien supremo, por ser el único bien que
se quiere por sí mismo y no como medio
para alcanzar otro.
Sin embargo, el problema surge
cuando cada pensador habla de un tipo
de felicidad diferente debido a que el
concepto de felicidad es muy amplio e
indefinido.
FELICIDAD, VALORES Y UTOPÍAS
Se puede decir que uno se siente feliz, alegre,
satisfecho o lleno cuando se cumplen los deseos.
Es decir, la felicidad podría definirse de una manera
muy general como el estado emocional de alegría,
satisfacción o plenitud que se siente cuando se colman
los deseos.
Dado que hay una variedad muy amplia de deseos
también existen diversos tipos de felicidad.
81. Los deseos, que son la fuerza que nos impulsan
a cumplir con el propósito de nuestra existencia,
se pueden dividir en dos tipos principales, los
deseos del cuerpo y los deseos de la mente.
Los deseos del cuerpo persiguen los bienes
materiales y tienen como fin mantener y preservar
la existencia del individuo.
Los deseos de la mente persiguen valores como
la verdad, belleza y bondad, y cumplen la función
de impulsar al hombre a formar unidades cada vez
más grandes y estimularles a contribuir con algo
que beneficie al conjunto de los seres humanos.
Así pues, se puede hablar también de dos tipos
principales de felicidad; una felicidad exterior o
material y una felicidad interior o espiritual.
Los deseos del cuerpo y de la mente y los dos tipos principales de felicidad
82. La felicidad exterior o material
El bienestar o felicidad material se
experimenta cuando se satisfacen los
deseos del cuerpo disfrutando, poseyendo
o teniendo una relación con los bienes o
valores materiales.
Es decir, se siente alegría, satisfacción o
placer cuando se tiene buena salud, fuerza
física, energía, juventud y belleza, o
cuando se disfruta de una buena comida,
diversión, descanso y sexo, y se poseen
casas, coches y otros bienes materiales.
83. La felicidad espiritual se experimenta cuando se
satisfacen los deseos de la mente, adquiriendo o
realizando en uno mismos valores como verdad,
bondad y belleza y teniendo relaciones afectivas
armoniosas con otros seres humanos.
Investigadores, inventores, científicos y
filósofos sienten una gran alegría o goce
intelectual cuando hacen nuevos descubrimientos
o inventos, o cuando tienen inspiraciones geniales,
o simplemente cuando por la experiencia o la
lectura adquieren nuevos conocimientos y los
comparten con sus alumnos y discípulos.
Cuando se hacen cosas por el beneficio de los
demás, las personas experimentan una gran
satisfacción o paz interior, al sentirse útiles,
valiosos e importantes para los demás.
Creadores, diseñadores, artistas y
artesanos también experimentan una gran
alegría o goce estético al crear, construir,
interpretar y contemplar sus obras.
También se siente alegría al admirar o
contemplar la belleza de la naturaleza o al
tener una relación afectiva con plantas y
animales.Y, sobre todo, se siente una gran
felicidad al tener relaciones de amor con
otros seres humanos.
Como se puede observar, no se puede
decir que la felicidad sea un valor
estrictamente hablando. Pues son los
diferentes bienes y valores los que colmando
nuestros deseos nos hace sentir diferentes
tipos de felicidad.
La felicidad interior o espiritual
84. Muchos filósofos pensaron, como Sócrates, que la
felicidad que se consigue al satisfacer los deseos del
cuerpo persiguiendo riquezas, placeres, fama, poder
y gloria es efímera y pasajera, y que sólo se es
realmente feliz cuando se satisfacen los deseos de la
mente persiguiendo la verdad, belleza y bondad.
No obstante, la felicidad completa debería incluir
tanto el bienestar material como la felicidad interior
o espiritual. Satisfacer los deseos y necesidades
físicas es una condición necesaria y básica para la
existencia del individuo y su multiplicación. Pero
deberían ser solamente un medio para poder llevar
una vida de búsqueda de valores comunes o formas
de vida compartidas, formando familias, sociedades
y un mundo pacífico y armonioso en el que se pueda
disfrutar de un bienestar y felicidad común.
El problema surge cuando la gente pone
como el único o principal propósito de la vida el
satisfacer los deseos y necesidades individuales
del cuerpo, y se utilizan la inteligencia, los
conocimientos y los talentos como simples
instrumentos para satisfacer aquellos.
La felicidad completa incluye tanto el bienestar material como la felicidad espiritual
85. Como se puede ver muy bien en la sociedad
actual, cuando se lleva una vida centrada casi
exclusivamente en perseguir bienes y valores
materiales —ya que el disfrute de éstos es
individual y exclusivo— se genera una constante
competencia o lucha por monopolizar estos
bienes.
Esta continua lucha por el dinero, el sexo y el
poder tiende a destruir todas las relaciones
humanas, desde las amistades y las relaciones
familiares hasta las relaciones laborales y
sociales. Y es la causa principal de la corrupción
de las elites políticas y financieras.
Otro efecto muy negativo de llevar una
vida materialista centrada en los deseos del
cuerpo es la proliferación de todo tipo de
vicios o conductas compulsivas que conducen
a abusos y delitos violentos.
Las personas que persiguen sensaciones
de placer continuadas y cada vez más
intensas acaban utilizando métodos de
excitación o intoxicación artificial buscando
nuevas sensaciones y nuevos compañeros, lo
cual conduce a todo tipo de conductas
compulsivas y violentas que destruyen las
relaciones humanas.
El problema del materialismo y hedonismo actual
86. El problema del materialismo y hedonismo actual
Por otro lado, esta destrucción de las
relaciones familiares causa resentimientos,
soledad, insatisfacción y vacío que se
intenta llenar de una manera artificial con la
comida, el sexo ocasional, el alcohol o las
drogas, creándose así un círculo vicioso o
una espiral de problemas.
Los seres humanos están hechos para
disfrutar de un bienestar material, pero
debería valorar más el goce intelectual o
estético, la satisfacción de hacer algo por el
bien de otros y la felicidad común que se
experimenta en unas relaciones de amistad
o de amor en la familia, que el placer o la
satisfacción de los deseos del cuerpo.
87. Históricamente las clases dominantes han
tendido a monopolizar los bienes materiales y
privar de su disfrute a la mayoría del pueblo, e
incluso llegando a degradar el valor de las personas
convirtiéndolas en instrumentos, animales o
esclavos.
Por esta razón las visiones utópicas de los
reformadores sociales han sido casi siempre un
mundo paradisíaco en el que todos los hombres
disfruten de un mismo nivel de vida o bienestar
material.
Sin embargo, uno de los principales errores de
esas utopías sociales fue precisamente el tener una
visión puramente materialista de la vida que
solamente enfatiza el disfrute de un bienestar o
felicidad material.
Las utopías sociales
88. Las naciones capitalistas avanzadas,
aunque disfrutan de un alto nivel de vida,
están plagadas de problemas.
Pues, llevar una forma de vida
individualista y egoísta centrada en
satisfacer exclusivamente los deseos del
cuerpo destruye las relaciones familiares
y sociales, causando todo tipo de
problemas psicológicos y mentales, como
son las adicciones, mal tratos y violencia
incluso dentro del ámbito familiar.
Es decir, que la abundancia o felicidad
material por sí sola no hace realmente
felices a las personas.
Por esta razón, la utopía que se debería
perseguir tendría que incluir ambos aspectos, o
sea, construir un mundo donde todos disfruten
de un mismo bienestar o felicidad material y al
mismo tiempo que cada persona pueda cultivar o
perfeccionar su personalidad desarrollando sus
cualidades y talentos innatos.
Debería ser también un mundo donde todas
las relaciones humanas, empezando por las
familiares y terminando por las relaciones entre
diferentes pueblos, razas y culturas sean
armoniosas, y donde todos los hombres puedan
ser felices viviendo juntos como una gran familia
humana.
La utopía debería incluir tanto la felicidad material como la espiritual
89. De hecho, la máxima felicidad la
experimentamos al tener relaciones
de amor con otros seres humanos.
Nadie puede ser feliz solo. Incluso
poseyendo y disfrutando de todo tipo
de manjares, mansiones, coches y
demás bienes materiales, seríamos
infelices si tuviéramos que vivir en una
isla desierta sin tener contacto con
otros seres humanos.
Si no se tiene un esposo, una
esposa, unos hijos o al menos un ser
querido con el que se pueda tener una
relación de amor verdadera es muy
difícil sentirse completamente feliz
aun en el caso de ser el hombre más
rico del mundo.
Un científico o un artista puede estar tan entusiasmado
con su trabajo que se olvide incluso de comer o dormir. Pero
si esta persona no tiene a nadie con quien compartir sus
ideas o sentimientos no podrá sentirse realmente feliz. Lo
mismo le ocurrirá a alguien que llegue a ser el presidente del
país más poderoso de la tierra si su vida sentimental es un
fracaso.
Hay gente que disfruta viviendo en contacto con la
naturaleza, cuidando y relacionándose con plantas y
animales, pero la alegría que se experimenta al relacionarse
con otros seres humanos, con los cuales se pueden
compartir ideas, sentimientos, afectos y servicios mutuos,
no se puede comparar con la alegría que se siente al
relacionarse con animales o plantas.
Como podemos ver a continuación, muchos pensadores,
filósofos y poetas han expresado esta verdad simple de
muchas maneras.
La máxima felicidad se encuentra en el amor
90. En efecto, sin amigos nadie querría
vivir, aunque tuviera todos los otros
bienes; incluso los que poseen riquezas,
autoridad o poder, parece que necesitan
sobre todo amigos.
Aristóteles, Ética Nicomáquea
No conocemos en la Naturaleza cosa
alguna singular, aparte de los hombres,
de que el alma puede darnos gozo, y en
la que podamos unirnos por medio de la
amistad o por algún género de relación
social.
Espinosa, Ética
Vivir no merece la pena para quien no
tiene ni siquiera un buen amigo.
Fragmentos de Demócrito, 99
Porque no hay nada más dulce que un
cariño recíproco, nada más agradable que
un intercambio de afectos y servicios...
Porque ¡en nombre del cielo y de la tierra!
¿Quién hay que desee nadar en la mayor
riqueza y vivir en medio de una
abundancia sin límites, a condición de no
amar a nadie ni ser amado por ninguno?
Cicerón, De amicitia, 50, 52
Verdaderamente en el mundo, el amor
no sólo se encuentra en cada cosa común,
sino que es imprescindible porque nadie
puede ser feliz sin amor.
León Hebreo, Diálogos de amor
Triste estarás si estás solo.
Ovidio, Remedia Amoris 583
La máxima felicidad se encuentra en el amor
91. Sun Myung Moon, al que
algunos han llamado el filósofo
del amor, va más allá del nivel
humano y afirma que el mismo
Dios, por muy perfecto y
absoluto que sea, no puede ser
feliz solo sin tener una relación
de amor con alguien.
Incluso sostiene que el motivo
que le impulsó a crear a los seres
humanos fue precisamente
poder sentir la máxima alegría y
felicidad amando y recibiendo
amor de sus hijos e hijas.
«Aunque Dios es el Ser Absoluto, no puede ser feliz solo.
Adjetivos tales como “bueno” y “feliz” no se pueden aplicar a
ningún ser que viva completamente aislado. Se aplica solamente a
quienes disfrutan de una robusta relación recíproca de amor.
Imaginaos a una cantante profesional que se encuentre exiliada
en una isla desierta. Aunque cante con todas sus fuerzas, ¿será
feliz si no hay nadie que la escuche?
De igual forma, incluso el autoexistente Dios necesita
absolutamente un compañero con quien tener una relación de
amor con el fin de experimentar alegría y ser feliz.»
«Dios, al ser omnisciente y todopoderoso, no le falta sabiduría,
capacidad, poder o dinero. ¿Qué es, pues, lo que necesita?
Lo que necesita es un compañero al que poder amar. Los seres
humanos son esos compañeros a los que Dios puede amar, pues
son las más valiosas y admirables de todas las criaturas.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, (12 de
septiembre de 2005), 112:291 (25 de abril de 1981).
Incluso Dios no puede ser feliz sin amor
Notas do Editor
Aristóteles, Ética Nicomáquea, Gredos, Madrid, 1988, p. 323.
Espinosa, Ética, Aguilar, Madrid, 1978, p. 350.
Fragmentos de Demócrito, 99, cit. en A. Bernabé, De Tales a Demócrito, Fragmentos presocráticos, Alianza, Madrid, 1988.
Cicerón, De amicitia, 50, 52, Gredos, Madrid, 1989.
Ovidio, Remedia Amoris 583