Espectacularización de la información en noticieros televisivos de canadá f...
Los géneros de la tv y el orden del contacto
1. Los géneros de la TV y el orden del contacto<br />¿Cómo empezar a orientarnos en un universo tan vasto y variado como el que circula por las pantallas de nuestros televisores? Justamente, esta complejidad –así como la cotidianidad que tiene este medio para nosotros– es lo que lo vuelve un objeto imprescindible para la reflexión y el trabajo en el aula. <br />Evidentemente, no podemos usar los mismos criterios cuando nos interrogamos sobre los formatos del noticiero que los que nos servirían para el teleteatro, las entrevistas de actualidad o los reality shows. Todos ellos son géneros televisivos que requieren modos de abordaje diversos, del mismo modo que usamos criterios diferentes para analizar un poema que cuando tratamos de trabajar sobre una novela.<br />Una primera distinción entre los géneros televisivos tiene que ver con el hecho de que haya o no un presentador que mira a cámara, que nos habla directamente a nosotros, teleespectadores. Nos interpela con su mirada y, a la vez, pone en evidencia el dispositivo de la cámara, ocasionalmente se refiere de manera explícita a su presencia (“¿Qué cámara me está tomando?”) o agradece la tarea de los técnicos. La convención televisiva indica que cuando están presentes estos recursos y la figura del presentador estamos ante un género no ficcional –no importa, por ahora, que sea un programa de entretenimientos o de información–. El presentador está “de verdad” ahí, con su “verdadera” identidad y también son “verdaderos” los invitados que hablan de cosas “reales”. <br />Los géneros de ficción, en cambio, mantienen la convención teatral de la “cuarta pared”: los actores en el teatro se mueven como si estuvieran “entre cuatro paredes”: como si ignoraran que el público está allí, mirándolos. De la misma manera, en las telecomedias y teleteatros, las reglas del género imponen que los actores no miren a la cámara, ni interpelen al espectador. <br />Al analizar los recursos de la prensa gráfica nos referimos al orden del contacto como mecanismo que orienta nuestra mirada y capta nuestra atención. En este sentido, señala Eliseo Verón: “Lo que está en juego en el contacto es el acercamiento o el alejamiento, la confianza o la desconfianza. En el fondo, lo esencial no es tanto lo que me dice o las imágenes que me muestra (que recibo frecuentemente de una manera distraída): lo esencial es que él esté allí, en el lugar de la cita, todas las noches, y que me mire a los ojos. Por esta mediatización, la puesta en discurso de la actualidad está fundada sobre la puesta en contacto entre dos cuerpos que se produce en el espacio imaginario del piso: la credibilidad del discurso que así se produce depende enteramente de las reverberaciones de un cuerpo significante”.<br />Por cierto que los modos de funcionamiento cambian no sólo de un género a otro sino también entre lo que diversos autores han denominado paleo y neo TV.<br />El noticiero en la paleo y en la neo TV<br />Si tuviéramos que trazar un árbol genealógico del noticiero televisivo, el ancestro más cercano sería el noticiero cinematográfico. Los primeros noticieros de TV mantenían ese estilo de documental, pero rápidamente la televisión crea su marca distintiva: el presentador, cuya mirada nos convoca y organiza el espacio informativo. Cuando el conductor del noticiero deja de mirar a cámara es porque algo sucede en otro lado, el centro de atención del espectador se desplaza, ya sea porque:<br />Hay una situación de entrevista y el presentador mira al interlocutor. Su función cambia. Ya no informa sino que interroga al visitante. El cambio nos invita a centrar nuestra atención en el entrevistado.<br />Aparece otro enunciador. Por ejemplo, recibe una nota vía satélite y gira su cabeza hacia un monitor.<br />Presenta notas en exteriores y desaparece de la pantalla. Asistimos “directamente” al desarrollo de los hechos: quien ahora narra es la cámara. Se ha abandonado el lugar habitual; algo excepcional ocurre.<br />Sin embargo, los rasgos que caracterizaban a esa figura eran bastante diferentes de los que vemos hoy.<br />La paleo TV se regía por un modelo pedagógico: suponía una relación asimétrica de saber entre el presentador y el televidente: uno transfería su saber al otro. <br />En la neo TV, en cambio, es frecuente que los presentadores den señales de que reciben la información al mismo tiempo que nosotros: se asombran, se formulan preguntas, dudan. <br />El paleo noticiero era presentado por figuras rígidas, que nunca gesticulaban ni sonreían. El ideal era reducir la gestualidad a un grado cero. La cámara lo recortaba por debajo de los hombros, presentándolo como un busto parlante recortado sobre un fondo neutro.<br />En la neo TV la cámara se aleja y vemos un escritorio, el presentador que maneja papeles, valora con sus gestos la información que transmite, ocasionalmente bromea, como podríamos hacer nosotros en nuestras casas, nos interpela directamente, explicita que está en su lugar de trabajo. <br />El espacio de la neo TV adquiere profundidad; frecuentemente vemos monitores o el espacio de una redacción periodística; en otros casos los ventanales nos permiten ver como fondo las luces de la ciudad. <br />El noticiero de la neo TV es más “hospitalario” hacia el televidente, cuya presencia es representada a través de llamados, teleencuestas y, últimamente, blogs.<br />