1. Sostenibilidad imprescindible.
Manfred Nolte
Recién clausurada la 19 sesión de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el
cambio climático celebrada este año en Varsovia, sigue resonando en el
ambiente el eco del conmovedor alegato pronunciado por Naderev Saño,
representante de la delegación filipina, con motivo del cataclismo ocasionado en
su país por el tifón ‘Haiyan’. ‘Haiyan’, con rachas de viento de 370 Km/h, ha
costado cuatro mil vidas humanas, ha desplazado a cuatro millones de personas
y sus costes económicos son incalculables.
El impacto de los últimos desastres naturales es desgarrador: 250.000 muertos
en el Tsunami del Índico en 2004, 220.000 en el terremoto de Haití en 2009 y
140.000 a causa del ciclón Nargis en Myanmar en 2008, seguidos de una
interminable listadonde casi siempre los dañados pertenecen a áreas
geográficas poco contaminantes, habitantes de países pobres con
infraestructuras precarias y escasa protección frente a las potenciales
adversidades de naturaleza catastrófica y de destrucción masiva. La mera
evaluación de las secuelas económicas apunta, según el Banco Mundial, a los 3,8
billones de dólares desde 1980.
El patético llamamiento del líder filipino que ha dado la vuelta al planeta
advierte de la locura colectiva de los gobernantes de los países más
contaminantes de la tierra que o bien eluden su responsabilidad económica y
moral como sucede con los países centrales, en particular Japón o Estados
Unidos que sigue sin ratificar el protocolo de Kyoto, o bien la supeditan a
alcanzarprimero las cotas de desarrollo de los anteriores como es el caso de los
emergentes dinámicos, en particular de China, el país más contaminante del
momento presente, India, Sudáfrica y otros. El juicio implícito en la
2. súplicadeuna acción política radical e inaplazable reside en la convicción de que
las calamidades que azotan a los países más frágiles son consecuencia directa
del calentamiento excesivo del planeta y de forma más general de la
insostenibilidad del modelo de desarrollo vigente.
A la fecha, una correlación unívocano parece ser verificable. La asignación de
responsabilidades por eventos específicos, como el Tifón Haiyan, es
prácticamente imposible. Determinar en qué medida el calentamiento global
contribuye a la severidad de un evento meteorológico particular podría llevar
años a los científicos, en el caso de que pudiera finalmente determinarse.
El tema une a su enorme sensibilidad y repercusión ética el condicionante de su
componente técnico que descalifica cualquier aproximación al mismo por
partedel aficionado o del intruso. Y con razón. Lo cual obliga a basar el análisis y
conclusiones en una doble fuente: la de la comunidad científicaocupada en el
tema, flanqueada legítimamente por las consideraciones que despierte el
sentido común. Dos fuentes que, si se mira bien, carecen de solución de
continuidad.
Veamos. ¿Cómo reaccionaría cualquiera de nosotros si nuestro médico nos
advirtiera con una certeza del 95% que padecemos una enfermedad grave? Y un
paso más. ¿Como responderíamos si, en lugar de uno solo, fuesen centenares de
doctores altamente cualificados los que coincidiesen en el diagnóstico?
¿Ignoraríamos sus advertencias y proseguiríamos nuestra vida ordinaria o
abordaríamos de inmediato el camino de la curación? Pues no otra es la lógica
aplastante que debemos prestar a las evidencias del análisis científico del clima
global. Si tiramos de este hilo la conclusión no abocaría en si creemos en el
cambio climático o no, sino si creemos o no creemos los razonamientos y
conclusiones científicas que se nos ofrecen.
En Setiembre pasado, el ‘Grupo Intergubernamental de expertos sobre el
cambio climático’de Naciones Unidas presentó su quinto informe sobre el
estado de la ciencia climática. Hay que aclarar que no se trata de estudios
elaborados por funcionarios de Naciones Unidas con unas directrices
preconcebidas sino de la recopilación de trabajos de miles de
científicosindependentes, revisados por los Gobiernos del mundo entero en
torno a la actividad humana y sus consecuencias medioambientales. El quinto
informe ratifica básicamente las conclusiones del cuarto publicado en 2007,
aunque relata nuevas evidencias, observaciones más extensivas, y proyecciones
más afinadas. He aquí algunas afirmaciones relevantes:
- El calentamiento global es inequívoco. La concentración de gases
contaminantes ha aumentado, la atmósfera y los océanos se caldean, las capas
de hielo se han reducido, el Ártico retrocede y el nivel del mar crece.
- Es ‘extremadamente probable’ (con una probabilidad de certeza del 95%) que
la acción humana sea la causante del aumento de temperatura observado en la
superficie de la tierra en los últimos 60 años.
- Una reducción significativa de las emisiones de gases de carbono limitaría el
incremento de la temperatura entre 0,9 y 2,3 grados Celsius por encima de los
niveles preindustriales. Sin tales acciones la probabilidad de un aumento de la
temperatura de 4 grados o más es del 62%.
3. Como es generalmente asumido, 2 grados centígrados es el aumento máximo
permitido a la tierra, en relación a los niveles preindustriales, para que los
daños causados no sean irreparables. A su vez, mayores temperaturas
multiplicarán los frentes de probable regresión global: sequías pertinaces,
acidificación oceánica, desastres naturales(ciclones, huracanes, inundaciones,
tifones), migraciones inducidas, epidemias, desaparición de especies y otras.
Hasta aquí el Informe del Grupo Intergubernamental. Naturalmente, otras
fuentes ajenas al Panel han tildado al informe de alarmista. La Controversia
sobre el calentamiento global se alimenta con un reducido número de
detractores, aunque es significativamente más pronunciada en los medios
populares que en la literatura científica. Al fin y al cabo no hay seguridades al
100% -apodícticas- y quizás cuando estas lleguen ya sea demasiado tarde para
enmendar sus conclusiones.
Mientras tanto, la emisión de gases de efecto invernadero, siendo una cuestión
de Estado, alude también a los comportamientos privados. Responsabilidad
común aunque diferenciada, como rezaba el lema de la Cumbre de Rio.Lo
referido puede constituir un elemento de sensibilización e inducir al ciudadano
a cambios de hábitos y conductas más amigables con el Planeta. Basta consultar
cualquier guía de buenas prácticas ambientales.