5.
1- El antiguo régimen demográfico
caracterizado por tasas de mortalidad y de
natalidad muy elevadas, sin apenas
crecimiento, y salpicado por “crisis”
extraordinarias de mortalidad, por hambres,
guerras y epidemias. Es prácticamente toda la
historia de la humanidad hasta muy
recientemente. Generalmente se la identifica
con la economía agraria preindustrial.
6.
2- Transición
con la que inicialmente disminuye la mortalidad
(especialmente la infantil y la ocasionada por epidemias
y hambrunas), se acelera el crecimiento demográfico y
finalmente también la natalidad empieza a disminuir.
Por ello suele separarse en dos fases:
- la fase inicial, con la cual la mortalidad
disminuye mucho y sin retrocesos, hasta
niveles sin precedentes, pero la natalidad
todavía se mantiene en los niveles
tradicionales, produciéndose un crecimiento
demográfico muy acelerado
- la fase final o de culminación, en la que la
natalidad responde adaptativamente, bajando
también hasta niveles sin precedentes, lo que
reduce progresivamente el ritmo de crecimiento
poblacional.
7.
3- El nuevo régimen demográfico, o posttransicional
en el que vuelve a recuperarse el equilibrio,
esta vez en torno a tasas reducidas de
mortalidad y de natalidad, y nuevamente
con un escaso crecimiento.
8.
9.
10.
La natalidad se ha reducido desde la década de
los años setenta.
Entonces, el número de hijos que una mujer
tendría a lo largo de su vida bajo condiciones
constantes (esto es, la fecundidad global), era de
5.87. Actualmente,
el Consejo Nacional de Población (Conapo)
estima que se ha reducido drásticamente a 2.4 y,
de seguir esta tendencia, nuestro país llegará al
final del presente siglo con apenas 1.68 hijos por
mujer.
11.
La mortalidad ha sufrido cambios
importantes en México.
Mientras que en 1930 la esperanza de vida al
nacer era de 36 años,
hoy en día es de cerca de 75 años y
dentro de medio siglo se calcula que podría
alcanzar los 84 años.
12.
Los cambios en estas tasas se reflejan en la
reducción del crecimiento poblacional.
En México, las tasas más altas se registraron
durante los años setenta, reduciéndose de
manera importante desde entonces.
Incluso así, la población sigue creciendo y
cada año se suman millones de nuevos
habitantes a nuestro país.
No será sino hacia el año 2040 que la
población dejará de crecer.
13.
Una de las consecuencias de la transición demográfica es
la reestructuración de la población.
En la población mexicana, los niños siempre han sido su
componente más numeroso. Sin embargo, desde hace
unos años el número de niños que se matriculan en la
primaria ha comenzado a reducirse.
Debido a ello, México disfrutará durante las próximas
décadas de un "bono demográfico", habrá menos personas
dependientes de cada trabajador, lo que puede resultar en
un mejor nivel de vida y una mayor productividad.
Cabe señalar que el envejecimiento gradual de la
población también traerá consigo dificultades, sobre todo
en términos de seguridad social, pues habrán muchos más
adultos mayores que jamás en la historia, los que
alcanzarán edades antes poco comunes