Este documento analiza el concepto de gobernabilidad y cómo se ha ido perdiendo en el gobierno de Gustavo Petro. Explica que la gobernabilidad requiere mantener una línea de comportamiento firme y no dejarse distraer por maniobras políticas. Sin embargo, Petro ha mostrado una serie de bandazos en sus decisiones, ha perdido el control de su coalición, y ha hecho compromisos con personas ajenas a su programa, diluyendo su capacidad de gobierno y llevando al país a una situación de ingobernabilidad.
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
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1. ¿Qué es la gobernabilidad?
En términos políticos la ausencia de mando deriva de situaciones que comprometen la capacidad para
conducir un proceso. Y es que en la teoría política, asumir la conducción de un país de régimen
presidencial define la asunción de un mandato de responsabilidad directa: En el cual se entiende que
el jefe de gobierno tiene que ejecutar un mandato. Generalmente se entiende como una opción
programática previamente definida y para lo cual fue elegido. Es obvio que el ejercicio en si conlleva,
en todos los casos, la necesidad de analizar de manera consciente los avatares propios del contexto
social, político y económico.
En el caso particular del gobierno de Gustavo Petro Urrego, su elección estuvo soportada en un
programa que definía una perspectiva diferente, por lo menos si se compara con las expresiones
tradicionales de conducción del Estado. Algo así como entender que su propuesta redefine conceptos
como la paz, la seguridad, la intervención de los trabajadores, la salud, la equidad, las políticas públicas
de género y la visión de Nación pluriétnica. Además una opción que modifica los términos
fundamentales del régimen pensional.
Ahora bien la estructura política de su coalición denominada Pacto Histórico es absolutamente
heterogénea. Con la la precisión de la ausencia de una ideología sólida. Más bien la volatilidad en
cuanto a visión y conceptualización del significado de la transformación del Estado. En mi escrito “La
soledad de Francia Márquez dije:
El lenguaje, como asociación de palabras con contenido que sirve para comunicar una determinada idea o un
determinado concepto; supone la existencia y/o la construcción de referentes precisos. Wittgenstein los vincula
con la noción de proposición. Es algo así como entender la indagación, por la vía de los hechos, acerca del mundo
(de la naturaleza misma), como proceso que, a su vez, está soportado en una especie de método que permite
articular y cifrar los contenidos de la proposición, como insumo necesario. Como punto de comienzo, para realizar
la búsqueda. Es decir, darle un contenido con sentido al proceso. Pero, por esto mismo, adquirir la capacidad de
discernimiento que nos permita tipificar al lenguaje mismo, con sus posibilidades y con sus limitaciones
La noción de Política. Se entiende como la precisión, a la manera de directriz general, de una sumatoria conceptual
relacionada con una determina área en la cual el Estado o un Gobierno deben intervenir. En este nivel de expresión
se proponen programas que delinean la intervención, con unos objetivos concretos; de tal manera que delimiten
escenarios y el espectro mismo que la origina. Esto presupone la preexistencia de opciones teóricas y prácticas en
nexo con esa área específica.
En términos de Estado, una política, debe proponerse de tal manera que se entienda como derivación lógica y
coherente, con respecto al soporte conceptual que lo acompaña; en cuanto a cohesionador de las fuerzas que
actúan como integrantes del País y de la Nación.
Tratándose de un Gobierno, entendido como expresión circunstancial y transitoria, las políticas ejercen como
concreción a través de Planes específicos que orientan la actividad económica, política, social, etc.; de ese
Gobierno, por un periodo definido.
Tanto en lo que respecta al Estado, como a los Gobiernos; se entiende que debe existir una concatenación, también
lógica y coherente, a partir de la Norma General (Constitución Política) que orienta el quehacer del Estado y otorga
a los asociados unidos determinados beneficios e impone unas determinadas obligaciones.
Visto así, entonces, se introduce una diferenciación necesaria, derivada del tipo de Estado instaurado para una
sociedad específica. Esto traduce que no es lo mismo diseñar una política de asistencia social, a manera de ejemplo,
por parte de un Estado soportado en un una opción hacia el bienestar general; que esa misma política por parte
de un Estado anclado en la ortodoxia con respecto al desarrollo de los mecanismos del mercado; los cuales pueden
establecer (por sí mismos) un equilibrio.
La razón e ser del programa presentado por Gustavo Petro Urrego y Francia Márquez Mina, apuntaba
a concretar esa esencia propia del entendido de Estado comprometido con políticas de bienestar
general; pero presentando opciones concretas diferenciadas de anteriores gobiernos. Y, en dirección
se presentaron propuestas de reformas. De hecho esto significaba enfrentar la oposición de quienes
han sido beneficiarios de políticas asociadas a un concepto de Estado capitalista neoliberal. Y esta no
es una simple caracterización peyorativa circunstancial.
2. En 2020 escribí acerca del contenido programático del Partido Centro Democrático:
Su fuente, en lo que respecta a la economía política clásica, no va màs allá de las postulaciones de Smith y
Ricardo. En el horizonte del soporte ortodoxo del desarrollo capitalista. Es decir, un punto de comienzo básico
asimilado a lo elemental que debe y debería conocer cualquier aprendiz. La noción fundamental, como mera
heredad ya entendida y cedida. Con los insumos obvios para entender la dinámica de los mercados. En la
condicionalidad manifiesta y propia del quehacer capitalista. En principio y puntual, el entendido del modo de
producción. A partir del acumulado histórico ya analizado y probado, casi desde los albores de la producción en
línea. Con la sistematización de los procesos. En escenarios en donde la teoría de los costos de producción y las
mediciones de tiempos asociadas; supondrían el universo teórico, pragmático y técnico. Enunciados ya avizorados
a partir de los condicionantes, en cuanto límites insoslayables; de los estudios en perspectiva. De centros de
costos. De la precisión de mercadeo instrumental y regido por prácticas que corrían a la par de la división del
trabajo. Y de la cuantificación de inversiones. De la medición de capitales intensivos, aplicados por la vía de la
razonabilidad de la mano de obra directa. De la producción de bienes de capital. Y la promoción, en paralelo, de
procesos de gestión, de investigación y de experimentación.
No sobra decir, entonces, que esos contextos ya de por si eran inherentes al desarrollo social y económico. En
todo lo que el siglo XIX y primer cuarto del siglo XX; conocieron de las crisis tendenciales originarias del mismo
modo de producción capitalista como tal. En eso de la saturación obligada por la vìa de la exacerbación de las
contradicciones mismas del modelo. Por cuanto, en la teoría de máximos y mínimos matemáticos, se irían
encontrando postulaciones explicativas de la teoría de las crisis del capital.
No quiero efectuar, para el caso que me ocupa, énfasis paradigmáticos, en nexo con el estudio realizado por Karl
Marx, en lo que hace a la crítica de la economía política capitalista. Por el momento, anotaría de paso, que este
(el estudio y análisis de Karl Marx) ha sido y será por mucho tiempo el referente científico-económico-político-
social, màs logrado y no superado hasta ahora; que desnuda al capitalismo en lo que hace a la contradicción
inmersa en èl y la imposibilidad de ser constitutivo de alternativa para el desarrollo social y económico, humano y
que contribuya a resolver las necesidades fundamentales de la sociedad. Entendida no solo como concreción
organizativa, estatal, política, sociológica y antropológica. Sino, también, como sucesión, cambiante. Continua,
discontinua, espiritual, pragmática.
Álvaro Uribe Vélez, visto el horizonte que propongo para el análisis, no es ni llegará nunca a ser, siquiera, sujeto,
de inteligencia aproximada al entendido necesario, para que pudiese ser considerado postulante serio y de
conocimiento; en términos de lo que serían las condiciones mínimas para ser reconocido como conductor político,
aun en la misma lógica necesaria para quienes han conducido y/o llegarían a conducir procesos trascendentes,
insisto, en la misma dinámica propia del desarrollo capitalista.
Sus fuentes, en lo que la teoría del conocimiento implica y asociado a la construcción de sujetos limpios, sólidos
y de connotación humana. En lo que esta tiene y debería tener siempre, de agregados imprescindibles al momento
de postular determinados modelos, creativos. Soportados en el pleno conocimiento de la teoría económica,
sociológica y política. Esas, sus fuentes, han sido y siguen siendo constitutivas de la versión màs retrógrada y
mediática de la teoría del capitalismo. Es aquella que condujo a la crisis entre 1929 y 1934 que sacudió todas las
bases fundamentales de este modo de producción. Teoría de libre mercado absoluta. Sin ningún tipo de fibra,
teoría y principios asociados, siquiera, a la necesidad de la búsqueda del equilibrio propio del sistema como tal. Y
no porque sea mi aseveración, asì, sin màs. John Maynard Keynes (Cambridge, 5 de junio de 1883, Trillón 21 de
abril de 1948); en su obra fundamental “Teoría General del Empleo, el interés y el Dinero”, redefine algunos de
los postulados originarios de la teoría general del capitalismo. Asocia la caracterización de las crisis tendenciales
del capitalismo al estudio de su dinámica interna. Rehaciendo la iconografía y proponiendo modelo de intervención
estatal; en la perspectiva de alcanzar el equilibrio básico necesario y que conlleva a desmitificar la economía de
mercado absoluta, pétrea, inhumana.
Ahora bien, en el pasado reciente efectúe una caracterización acerca de la conducción política por
parte del presidente Gustavo Petro Urrego. Decía que empezó a desarrollar un conjunto de acciones
que, tendencialmente, fueron debilitando su mandato. Yo lo llamo una serie de bandazos. Desde la
configuración de una coalición con algunos de los partidos que, en precisión, tienen una visión muy
diferente acerca de las transformaciones contenidas en el programa de gobierno. Por esa vía alcanzó
una serie de compromisos en el Congreso de la República y en la designación de ministros y ministras.
Luego viene la ruptura abrupta (recordar la crisis ministerial creada en el momento de exigir la renuncia
de todos y todas ministros(as). Y se produjo el desvertebramiento de la coalición transitoria. Luego
vienen diferentes decisiones en relación con la política de paz total y de las negociaciones en la
perspectiva de sacar adelante las reformas en puro trámite de acuerdos con diferentes senadores y
representantes. Y se fue perdiendo el pulso, entendido como la capacidad de ser coherente. Inclusive
con el agravante de no controlar la coalición básica (Pacto Histórico). Esto explica que se haya
comprometido con personajes que nada que ver en el sentido de su compromiso programático
fundamental. Y es que cuando esto sucede, la capacidad de maniobra se convierte en en una opción
tan deleznable como aquellas que han sido reiteradas en anteriores gobiernos.
3. Es en ese contexto en el cual los referentes básicos empiezan a diluirse. Un presidente que no supo
posicionarse. Porque una cosa es el quehacer pragmático inherente al ejercicio político del día a día,
pero manteniendo una linea de comportamiento sólido; y otra cosa es dejarse envolver por asuntos
complejos entendidos como maniobras propias de la oposición de derecha y de aquellos y aquellas
supuestos(as) militantes políticos comprometidos con todo el espectro de la política gubernamental
originaria.
Digamos que el caso de Laura Sarabia y de Armando Benedetti es apenas una muestra de lo que se
había venido configurando. El caso de Roy Barreras y de Gustavo Bolivar es fehaciente. Es decir
compromisos sujetos al albur propio de comportamientos circunstanciales, pero nunca sólidos y de
verdadero compromiso con el programa gubernamental.
Desde mi interpretación queda claro que la gobernabilidad es la capacidad que tiene o debe tener un
mandatario para manejar a cada paso su postulado fundamental. Es decir cuando, en el ejercicio propio
de su quehacer político exista la firmeza propia del sujeto político conductor para no dejarse obnubilar
por el ajetreo de distracción y de la elección de compromisarios capaces de llevar a buen término el
programa gubernamental.
La ingobernabilidad se produce cuando la actividad empieza a manejarse al garete. Como cuando
empieza a diluirse la perspectiva y los propósitos iniciales. Cuando el desarrollo de las políticas
públicas empiezan a desvanecerse por el hecho mismo de no saber mantener un hilo conductor claro.
En lo actual, considero que la crisis se ha profundizado. Nunca supo, el presidente, entender la
dinámica política en este país. No supo asesorarse de manera adecuada. Empezó a perder credibilidad
por sus propios actos y los de sus colaboradores inmediatos.
Reitero mi compromiso con el programa gubernamental básico. Tal vez mi voz nos trascienda; pero
espero que mis escritos, incluido éste, puedan contribuir al análisis de la situación actual.
Nota: La derecha organizada con representación en el Congreso de la República. Ha aprovechado la
coyuntura para boicotear el trámite de las reformas sociales (Pensiones, Laboral y Salud).