2. El ser humano.
•Dios creó al ser humano perfecto y
como una unidad indivisible e
interrelacionado Gen 1:26.
•Por causa del pecado el hombre perdió
la capacidad de actuar de acuerdo al
diseño divino.
3. El creyente.
•Al nacer de nuevo, Dios
implanta en el espíritu humano
una nueva naturaleza 2 Cor
5:17.
•Junto con ello, el creyente
comienza el proceso de la
aplicación de la salvación a las
áreas de vida 1 Ped 1:9
4. El creyente.
•La vieja naturaleza, es todo
aquello que gobernaba nuestra
conducta antes de ser creyentes
Efe 4:22; Col 3:9; Heb 12:1.
•Son los hábitos de todo tipo,
pensamientos dominantes,
experiencias etc.
5. El creyente.
•La vieja naturaleza, es todo aquello
que gobernaba nuestra conducta
antes de ser creyentes Efe 4:22; Col
3:9; Heb 12:1.
• La manera de enfrentar esta
realidad es por la renovación de
nuestra manera de pensar Efe 4:23
6. El Adversario.
•El Adversario ha usado y lo seguirá
haciendo con las mismas estrategias 2
Cor 11:3.
•El propósito del Adversario es que
nuestra mente sea confundida para
actuar de acuerdo a esa manera
errada de pensar.
7. El Adversario.
Las arma espiritual del Adversario
son las llamadas: “Dardos de fuego
del maligno” Efe 6:16.
Son las maneras en que el
Adversario retroalimenta lo que ya
se tiene en nuestro interior.
8. Por medio de
introducir en la mente
pensamientos que no
están en armonía con
la Palabra de Dios.
9. Con los creyentes, usa
el pasado para afectar
el presente y que no se
logre desarrollar todo
lo que Dios ha decidido
para cada hijo suyo.
21. • ¿Acaso hay algo que pueda separarnos del
amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si
tenemos problemas o aflicciones, si somos
perseguidos o pasamos hambre o estamos en
la miseria o en peligro o bajo amenaza de
muerte? 36 (Como dicen las Escrituras: «Por tu
causa nos matan cada día; nos tratan como a
ovejas en el matadero»). 37 Claro que no, a
pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es
absoluta por medio de Cristo, quien nos amó.
22. • 38 Y estoy convencido de que nada podrá
jamás separarnos del amor de Dios. Ni la
muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni
nuestros temores de hoy ni nuestras
preocupaciones de mañana. Ni siquiera los
poderes del infierno pueden separarnos del
amor de Dios. 39 Ningún poder en las alturas
ni en las profundidades, de hecho, nada en
toda la creación podrá jamás separarnos del
amor de Dios, que está revelado en Cristo
Jesús nuestro Señor.