La parábola del buen samaritano narra cómo un hombre fue asaltado y dejado medio muerto en el camino. Un sacerdote y un levita lo ignoraron, pero un samaritano lo ayudó, vendando sus heridas y llevándolo a una posada para cuidar de él.
1. PARÁBOLA EL BUEN SAMARITANO.
Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de
despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto.
Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo y se fue sin
ayudarle.
De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio lo vio, sin prestarle ayuda, se marchó.
Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; y,
acercándose, vendó sus heridas; y montándolo sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y
cuidó de él.
Al día siguiente, sacando dinero, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo
más, te lo pagaré a la vuelta."
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO
Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre:
"Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde, que me marcho de casa."
El padre entonces le repartió el dinero y pocos días después el hijo menor reuniendo
todo, se marchó a un país lejano donde malgastó todo su dinero…
«Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.
Entonces, fue y se ajustó con uno de aquel país, que le envió a sus fincas a cuidar cerdos.
Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Así que pensando dijo:
"¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo me muero de hambre!
Me levantaré, iré a mi padre y le diré:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo,
trátame como a uno de tus jornaleros."
Y, levantándose, se fue a su casa. . «Estando él todavía lejos, lo vio su padre y, conmovido, corrió,
se echó a su cuello y le besó.
El hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed deprisa el mejor vestido, ponedle un anillo en su mano y
unas sandalias en los pies. Traed el ternero cebado, y celebremos una fiesta, porque mi hijo estaba
perdido y ha sido encontrado". Y comenzaron la fiesta.
Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las
danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha hecho una fiesta”
El se enfadó y no quería entrar. Salió su padre, entonces él replicó a su padre: "Hace tantos años
que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener
2. una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha gastado el dinero, le haces
una fiesta…
Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía
celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida;
estaba perdido, y lo hemos encontrado”
PARÁBOLAS DE LOS TALENTOS.
Un hombre muy poderoso tenía muchas tierras, y tuvo que marcharse durante una larga
temporada, reunió entonces a sus trabajadores y les confió su hacienda.
Al primer trabajador le dio cinco talentos, al segundo le dio dos talentos, y al tercero le dio un
talento, a cada uno según su capacidad.
El que había recibido cinco se marchó enseguida a trabajar con ellos, y ganó otros cinco.
El que había recibido dos hizo lo mismo, y ganó otros dos.
Pero el que había recibido uno sólo se fue cavó en la tierra y guardó allí el dinero de su
señor.
Después de mucho tiempo volvió el amo, y les pidió cuentas.
Llegó el primero de los criados, diciendo: Señor, me entregaste cinco talentos he aquí otros
cinco que he ganado. El amo le dijo: ¡Bien! Has sido fiel en lo poco te confiaré mucho más.
Se presentó entonces el segundo de los criados diciendo: Señor me entregaste dos talentos,
mira he ganado otros dos. Dijo entonces el amo: ¡Bien! Has sido fiel en lo poco te confiaré mucho
más.
Por último se acercó el tercer criado que le dijo: Señor, se que eres duro, que cosechas
donde no siembras, y recoges donde no has cultivado, tuve miedo y escondí tu talento en la
tierra. El amo le contestó: Debías haber entregado mi dinero a los banqueros para que al volver yo,
lo retirase con intereses. Quitadle, pues, el talento, y dádselo al que tiene diez, porque el que se
esfuerza y trabaja recibirá su premio, pero el que no se quedará sin nada.
BIENAVENTURANZAS.
1.- Dichosos los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de Dios.
2.- Dichosos los que están tristes, porque Dios los consolará.
3.- Dichosos los humildes, porque heredarán la tierra.
4.- Dichosos los que tienen hambre de hacer la voluntad de Dios porque Dios los
saciará.
5.- Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos.
6.- Dichosos los que tienen un corazón limpio, porque verán a Dios.
7.- Dichosos los que construyen la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
8.- Dichosos los perseguidos por hacer la voluntad de Dios, porque de ellos es el
reino de los cielos.