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LA NOVELA HISTÓRICA COMO FUENTE DE APRENDIZAJE
DE LA HISTORIA DE LA ENFERMERÍA
THE HISTORICAL NOVEL AS A SOURCE OF LEARNING
ABOUT THE HISTORY OF NURSING
Artículo perteneciente al libro:
«PODER E INFLUENCIA DE LAS ENFERMERAS EN LA HISTORIA»
del
Libro oficial del XVI Congreso Nacional y XI Internacional de Historia de
la Enfermería
PÁGINAS de 149 a 167
disponible en https://enfermeriademurcia.org/libro-oficial-del-xvi-congreso-nacional-y-xi-
internacional-de-historia-de-la-enfermeria/
Palma de Mallorca
29-31 de octubre de 2018
Todos los derechos
reservados
Lola Montalvo Carcelén
Obra registrada en SafeCreative
1
LA NOVELA HISTÓRICA COMO FUENTE DE APRENDIZAJE DE LA HISTORIA DE
LA ENFERMERÍA
THE HISTORICAL NOVEL AS A SOURCE OF LEARNING ABOUT THE HISTORY OF
NURSING
Lola Montalvo Carcelén, enfermera de análisis clínicos, escritora y licenciada en Geografía e Historia
PALABRAS CLAVE Novela histórica, enfermería, historia, historia de la enfermería
Key words: Historical novel, nursing, history, history of nursing
RESUMEN
Reflexión sobre el papel que pueden tener las novelas históricas como forma de
aproximación a la historia de la enfermería. En el presente trabajo se pretende analizar
de forma somera los elementos necesarios que debe reunir una novela histórica para
que nos aporte datos útiles que nos permitan entender la evolución de nuestra
profesión, desde los inicios de la historia del ser humano hasta la Edad Media, aunque
dichas herramientas se pueden extrapolar para evaluar otras novelas que afronten
otras etapas de la Historia.
Abstract:
Reflection on the role that historical novels can have as a way of approaching the
history of nursing. In the present work it is intended to analyze in a brief way the
necessary elements that must gather a historical novel so that it gives us useful data
that allow us to understand the evolution of our profession, from the beginnings of the
history of the human being until the Middle Ages, although these tools can be
extrapolated to evaluate other novels that face other stages of history.
INTRODUCCIÓN
Las novelas históricas son narraciones que utilizan un contexto histórico para lograr un
ambiente en el que desarrollar un relato. Se entiende por novela histórica1 aquella que,
siendo una obra de ficción, recrea un periodo histórico, cercano o lejano, y en la que
forman parte de la acción personajes y eventos no ficticios. Se suelen diferenciar, por
un lado, la novela que tiene personajes ficticios y, por otro, la historia novelada en la
que personajes reales se les sumerge en una historia real narrada con herramientas
propias de una novela. Aunque hechos o personajes no siempre son ficción, el
desconocimiento de todos los detalles de lo que se narra hacen necesario «crear»
ambientes y situaciones que no se conocen en su totalidad. En esto radica el trabajo
literario y es lo que le convierte en novelas.
El dilema de la novela histórica radica en quién la lleva a cabo y la redacta, quién es
el narrador-escritor, qué nivel de conocimientos tiene del periodo que aborda y qué
grado o nivel de verosimilitud o de fidelidad histórica quiere concederle al texto que
redacta. En definitiva, una novela histórica no es historia necesariamente, porque el
autor de una novela histórica tiene cierta libertad para llenar huecos —utilizar la
1
Biblioteca Nacional de España http://www.bne.es/es/Micrositios/Guias/novela_historica/Introduccion/
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imaginación para completar lo que los datos históricos no proporcionan, porque no se
conocen o se han perdido—, que el historiador no posee. Por ello no debemos
confundir las narraciones de las novelas históricas como «Historia» en sí misma.
Aun así, existen ciertos escritores que anhelan una máxima fidelidad histórica de los
hechos que desean narrar, y, aunque se inventan personajes en un contexto histórico
real, el escenario y los hechos que exponen se ajustan adecuadamente a los
conocimientos que de esa época se posee. Ello requiere por parte del autor de un
afanoso —y a veces extremadamente complicado e, incluso, ingrato— trabajo de
documentación que pretende otorgar a su relato las mejores prendas de verosimilitud
histórica, evitando errores, contradicciones, falsedades y, sobre todo, anacronismos.
En este artículo/trabajo vamos a llevar a cabo un somero análisis de cómo la novela
histórica ha podido ayudar al conocimiento y aprendizaje de la Historia de la Enfermería,
qué novelas aportan ese punto de fidelidad histórica que ayuden a conocer y difundir
nuestra historia como profesión y como cuerpo de conocimientos y cuidados. Pero
¿cómo tenemos que entenderlas, como novelas que reflejen de forma intencionada
nuestra labor o quizá debemos conformarnos con novelas históricas bien
confeccionadas y documentadas que, sin intención expresa ni un fin en este sentido
concreto, exponen con fidelidad la labor de las enfermeras como aporte de una
narración y un encuadre histórico? Es complicado dar una respuesta a esta enrevesada
cuestión dada la invisibilidad «habitual» de nuestra profesión fuera del ámbito de las
Ciencias de la Salud; salvo aquellas novelas escritas con intención de retratar a personas
que desarrollan nuestra profesión, debemos conformarnos con la segunda opción.
La Historia, de forma tradicional, pocas veces ha puesto el foco en los logros de las
mujeres y los cuidados2, que se asocian habitualmente al ámbito femenino, germen
auténtico de lo que hoy es la enfermería. Y la labor de las mujeres se ha visto siempre
escondida y atrapada en lo más profundo de lo doméstico, de lo familiar, bajo el ala del
hombre marido-padre-tutor-controlador. Y estos cuidados, al darle un cariz menor, al
relegarlos a un plano secundario, pocas veces consiguieron escapar del ámbito
hogareño y mostrarse como algo imprescindible para la supervivencia humana, como
en realidad ha sido y es hoy día. Lo cotidiano de estos cuidados le restaba resplandor y,
por tanto, trascendencia. Hoy gracias al enorme trabajo de divulgación de mujeres
científicas vamos conociendo el verdadero alcance de ciertos logros que obtuvieron
muchas mujeres a lo largo de la Historia pero que fueron silenciados o escondidos —
incluso apropiados3— tras los logros obtenidos por sus compañeros y colegas hombres.
Las novelas históricas quizá se pueden contar por millones, pero no todas son
adecuadas para ser incluidas en nuestro criterio de selección para el desarrollo de este
trabajo; por ello el criterio de selección es el siguiente:
✓ Textos narrativos bien documentados que pretendan plasmar una época con el
mayor rigor histórico
✓ Personajes reales o imaginarios bien representados y encuadrados en su época.
✓ Que traten el tema de los cuidados y/o de las enfermedades en el marco de las
profesiones u oficios que se ocupan de ellas en cada periodo de la Historia:
médicos, sanadores, curanderos, parteras, enfermeras, cirujanos…
✓ Formato: novelas, cuentos y novela gráfica.
2 (Hernández Martín, Del Gallego Lastra, Alcaraz González, & González Ruiz, 1997), (Arratia Figueroa, 2005) y (Fernández Tijero,
2016) plantean esta cuestión en sus textos
3 (Fernández Tijero, 2016) p. 94, refiere la apropiación por parte de hombres de textos científico-médicos escritos por mujeres
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3
Existen ciertos vicios y limitaciones de las novelas históricas4 con respecto a la
imagen que se muestra de la enfermera:
➢ Androcentrismo5: los cuidados se asumen en el ámbito de lo femenino y lo
femenino es obviado, ensombrecido y anulado a lo largo de la historia. La mujer no
tuvo reconocimiento social y no existió como ser humano y con derechos hasta
mediados del siglo XX. Se hablaba de «humano» y «ser humano» y se entendía de
forma natural al varón, no a la mujer. Los derechos más básicos de las mujeres
como ciudadanas no empezaron a reivindicarse de forma expresa hasta finales del
siglo XVIII6 y, a partir de ahí, con una evolución desigual en cada país o región, hasta
la Declaración Universal de los Derechos Humanos publicada en 19487, ¡hasta
mediados del siglo XX!
➢ Visión idealizada-estereotipada de la imagen de la mujer enfermera y visión
idealizada-estereotipada de la imagen del hombre médico; el sesgo ideológico
derivado del contexto histórico-social del escritor determinará su punto de vista y
su forma de mostrarnos a los personajes: subjetividad.
➢ Falta de rigor histórico y anacronismos, no solo en hechos sino en actitudes no
adecuadas al periodo histórico que se trate
➢ Prevalencia en la narración de leyendas y mitos religioso-mágicos
➢ Hasta Florence Nightingale no se considera a la Enfermería como una profesión
formal. Periodos previos: dificultad de establecer quién es enfermera.
➢ Evolución histórica del concepto de enfermera: la imagen de las mujeres,
cuidadoras, enfermeras… que se muestre en la narración tendrá matices distintos
según la época a la que pertenezca la persona que lo escriba. La narración que se
haga en la actualidad puede ser diametralmente opuesta a la que se pudiera llevar
a cabo a principio del siglo XX o, incluso, a mediados-finales del mismo.
Método: Una vez fijados los límites a los que nos vamos a ajustar solo queda hablar de
libros; es fácil suponer que se hará una selección de las novelas que se van a mostrar,
como pequeños paradigmas del tema que se expone en este trabajo, dado que es
imposible tratar sobre toda la producción literaria histórica que pueda hablar o mostrar
etapas de la historia de la enfermería. El periodo también será limitado: desde la
Prehistoria hasta la Edad Media, ambas inclusive. Se corresponde con la etapa conocida
como «emergencia de grupo ocupacional: etapa preprofesional de la enfermería8». Se
seguirá un orden cronológico histórico, el mismo orden, por tanto, del estudio de
Historia de la Enfermería.
4 (Franco Rubio, 2008), pp. 17 y 18
5
(González Vázquez, 2013), página 493 y ss. Lo masculino como medida de todas las cosas. Magnífica definición de androcentrismo
en este trabajo que, entre otras cuestiones, afirma: «…No basta con decir que el androcentrismo existe cuando el hombre, lo
masculino o la masculinidad son considerados la medida de todas las cosas; cuando las acciones individuales reflejan perspectivas,
intereses o valores masculinos; cuando el hombre, lo masculino y la masculinidad son considerados fuente única o primordial de
sabiduría y autoridad, o cuando las experiencias masculinas son las preeminentes, las normativas, las imitables, las deseables, etc…
Es necesario, también, subrayar el refuerzo que otros factores ofrecen al androcentrismo: representaciones y estereotipos, misoginia,
sexismo, machismo, marginación, represión, violencia física y simbólica, etc».
6 En 1791, Olimpia de Gouges publica la «Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana» como respuesta a la ausencia
de estos derechos publicados en la «Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano» del 26 de agosto de 1789, el texto
fundamental de la Revolución francesa.
7 La «Declaración Universal de los Derechos Humanos» es un documento declarativo adoptado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), el 10 de diciembre de 1948 en París
8 (Hernández Martín, Del Gallego Lastra, Alcaraz González, & González Ruiz, 1997) p. 23-25
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4
Saga de libros de «Los Hijos de la Tierra» —Earth's Children—
Esta saga de libros conforma una serie de novelas históricas escritas por la novelista
estadounidense Jean Marie Auel y que se compone de estos títulos:
1. El Clan del Oso Cavernario (The Clan of the Cave Bear, 1980)
2. El Valle de los Caballos (The Valley of Horses, 1982)
3. Los cazadores de mamuts (The Mammoth Hunters, 1985)
4. Las llanuras del tránsito (The Plains of Passage, 1990)
5. Los refugios de piedra (The Shelters of Stone, 2002)
6. La tierra de las cuevas pintadas (The Land of Painted Caves, 2011)
La documentación de estos libros fue modélica. Jean M. Auel es de los pocos que han
ambientado en sus novelas la Prehistoria, una época que quizá ha sido observada por
algunos como árida y poco atractiva, un largo periodo de miles de años en los que el ser
humano iba adquiriendo poco a poco habilidades sobre el medio en el que vivía,
aunque en realidad el estudio de la Prehistoria genera tantas preguntas como
respuestas y es, por encima de otras valoraciones, fascinante. En esta saga se narra la
vida de los hombres y mujeres prehistóricos durante la última fase de la era Glacial,
cuando aún convivían los neandertales y los cromañones. Su protagonista, Ayla es el
nexo entre ambos grupos de Homo.
Ayla, una niña cromañón, queda sola y sin familia tras un terremoto, en los últimos
años de la Era Glaciar. Una tribu neandertal la acoge y la cría, concretamente se hace
cargo de ella la curandera. A partir de ahí se narran sus andanzas en esta tribu y su
posterior expulsión. Conocerá a Jondalar y vivirá multitud de aventuras y vicisitudes a lo
largo de la cuales su autora nos pasea por diferentes territorios y por la Prehistoria.
Esta obra ha sido sobradamente comentada y apreciada por lectores y crítica, no
solo como una narrativa entretenida, bien escrita, fascinante y adictiva; se la ha
observado, además, como no podía ser de otra forma, bajo un punto de vista científico,
poniendo el acento en la magnífica adecuación de los datos que aporta en coherencia
con el cuerpo de conocimientos que se tiene de ese periodo de tiempo. Licencias
literarias aparte, se le reconoce el mérito de estar muy bien documentado; de hecho, la
autora recreó ella misma varias de las actividades que narra y ha sido reconocido su
mérito por su fidelidad al mostrar los descubrimientos arqueológicos; la obsesión de
Auel por documentarse le llevó a visitar en persona multitud de cuevas9 y
emplazamientos prehistóricos; es más, estuvo en las cuevas de la cornisa cantábrica,
Axlor, Altamira, Tito Bustillo... situando en ellas a sus personajes y haciendo que muchos
lectores soñasen en un entorno conocido y recientemente reconocido como el más
antiguo con pinturas rupestres —algunos de los personajes de sus novelas han sido
recreaciones literarias de fósiles hallados en esas cuevas—. La casualidad ha querido
que recreara una cercanía entre neandertales y cromañones que hoy día se ha
certificado como auténtica, hasta niveles que pocos querían reconocer10. Varios
9
Paleorama en Red. Prehistoria y Arqueología en Internet. La autora del “Clan del oso cavernario” recorre España para inspirarse en
su próxima novela. 3 noviembre 2011.
https://paleorama.wordpress.com/2011/11/03/la-autora-del-clan-del-oso-cavernario-recorre-espana-para-inspirarse-en-su-
proxima-novela/#more-12712 visitada 15 junio 2018
10
Zilhão, J., et als. Precise dating of the Middle-to-Upper Paleolithic transition in Murcia (Spain) supports late Neandertal
persistence in Iberia. Heliyon, 3 (2017) e00435. Este autor expone, en este y otros muchos trabajos, que los Neandertales se unieron
al Homo sapiens, de tal forma que no se extinguieron como tal. El ser humano actual conserva un pequeño porcentaje de ADN
procedente de los neandertales.
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premios científicos y literarios avalan el valor de esta saga de libros como medio de
ambientación de una época de la que aún no se conoce todo.
Directo al tema de este trabajo, es fascinante el trabajo de doctorado de Mezquita
Pipió (2013) en el que analiza los cuidados aplicados y descritos en la saga de Auel bajo
la visión de la teoría de cuidados de Virginia Henderson; muy recomendable su lectura
detenida. En este caso, el análisis hace referencia a si estas novelas nos sirven para
entender la evolución histórica de los cuidados prehistóricos en ámbito de la Historia de
la Enfermería y la respuesta es afirmativa. La exquisita documentación que realizó Auel
para conocer hábitos, costumbres y técnicas aplicadas por los Homo en esa época de la
evolución humana ha sido reconocida como de enorme valor por la comunidad
científica. En esos años ya se curaban heridas, se cuidaba de la persona desde su
nacimiento hasta su muerte y se ha demostrado que se asistía de las personas
enfermas, discapacitadas y desvalidas. Considero que esta saga sirve para hacernos una
idea de cómo serían los cuidados en tiempos remotos.
Aunque muchos de los datos y técnicas que se nos muestra en la narración son fruto
de una meticulosa labor de investigación y documentación de su autora, no podemos
evitar el tener presente que ciertos huecos han sido rellenados en aspectos que se
desconocen. Es cierto que se han podido analizar los restos descubiertos en
yacimientos y se han documentado muchas de las patologías que sufrieron y cómo las
afrontaron, qué cuidados procuraron a sus enfermos y heridos, gracias al material
mueble recuperado en excavaciones y en las representaciones que nos muestran las
pinturas que nos han dejado en cuevas.
La valoración sistemática que se lleva a cabo por parte de la protagonista ante
heridas y enfermedades es algo anacrónica pero efectiva ante un interés literario, pero
no le resta capacidad de dibujar los cuidados que se podían aplicar en esos remotos
tiempos.
«Sinuhé, el egipcio» —Sinuhe egyptiläinen—
Esta novela fue escrita por el escritor finlandés Mika Waltari, en 1945. El nombre de
Sinuhé de su protagonista procede de un texto antiguo, un cuento. La trama de la
novela se desarrolla en el Antiguo Egipto, en el transcurso del reinado de Akenatón. El
personaje protagonista es Sinuhé, un joven que se hace médico y llega a ser el médico
del faraón; nos cuenta su historia en primera persona, ya mayor y en el exilio. Sinuhé
nos hace viajar por Egipto, Babilonia, la Creta Minoica y la tierra de los Hititas, de
Hicsos… y nos va narrando sus vivencias, costumbres y todas las vicisitudes y desdichas
que le toca protagonizar.
La documentación de este libro fue muy cuidada y acorde a los conocimientos de
medicina de la época. El autor, de la mano de su personaje, nos abre las puertas de las
Casas de la Vida11 —asociados a ciertos templos o santuarios y que podrían
considerarse como casas de sanación y universidades, casas del saber…—, donde se
llegaba a atender enfermos, y las Casas de la Muerte que eran los lugares en donde se
realizaban los embalsamamientos. Sinuhé se ve en la tesitura de entrar en la primera
para estudiar y llega a servir en la segunda para pagar la deuda que afronta tras
embalsamar a sus propios padres. También se describen en la narración técnicas
acordes a los conocimientos de esos tiempos como la trepanación12, técnica de la que
11 (Gil González, 2012) p. 67
12 (Collado-Vázqueza & Carrillo, 2014)
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existen pruebas documentales de que se practicaba y pruebas arqueológicas en las que
se aprecian restos humanos con cráneos con cicatrices que muestran que sobrevivieron
a una intervención de este tipo.
Acompañamos a Sinuhé en sus primeros años aprendiendo de su padre adoptivo y
acudiendo a la Casa de la Vida; esta novela nos permite conocer cómo se aprendía
Medicina y quienes optaban a este aprendizaje, que era muy especializado, de tal forma
que cada médico se especializaba en un órgano o sistema13. También podemos ver qué
nivel tan elevado tenía la medicina en el Antiguo Egipto, aunque siempre existía una
cierta mezcla entre magia y ciencia. Llama la atención que en el texto observemos
ciertas inexactitudes y ciertos silencios incomprensibles:
➢ Las Casas de la Vida y los médicos, en general estaban asistidos por ayudantes14
que podrían equivaler a los enfermeros15 de hoy día. Aun así, el texto de Waltari no
nombra ninguna figura similar. Sinuhé habla de ayudantes de forma vaga y, las más
de las veces, se refiere a él mismo como ayudante de otros.
➢ Sinuhé se muestra como médico con la responsabilidad de atender partos. Queda
demostrado por los textos expertos en la materia que los médicos en el Antiguo
Egipto no asistían partos16; en las familias más importantes, como la de los nobles y
la del faraón, eran asistidos por dos o tres comadronas o parteras que asistían a la
mujer de diversas formas durante todo el proceso. No eran los médicos los que
intervenían17.
➢ Esta novela no nos muestra los cuidados informales que llevaban las mujeres en el
seno del hogar.
➢ En un desliz anacrónico, habla de infecciones18.
Es sabido que esta novela de Waltari, «Sinuhé, el egipcio» es una historia fascinante
que nos sumerge con pericia en el misterioso y siempre seductor Antiguo Egipto. Su
personaje, Sinuhé, nos invita a acompañarle a lo largo de su vida y disfrutar de sus
aventuras y vicisitudes, no siempre demasiado venturosas. Es una buena obra que nos
ofrece una visión general de la medicina del tiempo de los antiguos faraones, nos
muestra el panorama de los amplios y avanzados conocimientos y técnicas de sus
médicos. Así es como debemos de observarlo desde nuestra visión enfermera, sin
embargo, no nos aporta nada con respecto a los cuidados proporcionados para ayudar
a recuperar la salud de los enfermos y heridos o los cuidados informales aplicados en el
seno del hogar y que, en la mayor parte de los casos, eran proporcionados por mujeres.
«Sanatio»
Esta novela, de la que soy autora, se publicó en 2014. Fue escrita con el deseo de
mostrar una época, una cultura, por lo que tras una exhaustiva documentación me
propuse como objetivo el plasmar, de la forma más fiel posible, la vida cotidiana de las
13 (Gil González, 2012) pp. 69-80
14 (Calvo Soriano, 2003), p. 44: «…los médicos egipcios constituían una clase, y que, bajo la vigilancia del Estado, garantizaban al
público la calidad de su ciencia. Habrían sido funcionarios retribuidos para cuidar gratuitamente a los enfermos. Estaban asistidos
por enfermeros, masajistas y vendadores»
15 Gil González, 2012) p. 69, en Conclusiones, que no en el resto del documento, afirma que los médicos del Antiguo Egipto eran
«…ayudados por sus adjuntos enfermeros y veterinarios (sacerdotes)».
16 (Garzón Rodríguez, 2018), p.71
17
(García Trócoli, 2011) p. 12, eso sí, esta misma autora indica que quizá los médicos serían avisados solo en caso de que surgieran
complicaciones. Pero me atrevo a añadir que el general de la población no podría costear este servicio, solo las familias adineradas.
18 (Laval Román, 2010) p. 229, se especifica que en esa época no existía el concepto de «infección»; el concepto más antiguo fue la
doctrina hipocrática de «supuración» (siglo V a.C.) que Galeno plasmó en el concepto latino de «pus laudabilis», ya en el siglo II d.C.
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personas que vivían en los territorios controlados por Roma en la segunda mitad del
siglo I a.C. y no sólo la situación socio-política local —relativa a la administración y
gobiernos de las provincias hispanas— y global de los conflictos bélicos que habían
convertido el Triunvirato, tras la muerte de Julio César, en una guerra civil declarada,
como suele ser frecuente en las novelas históricas que abordan esta época.
En esta novela se muestra la organización médica y sanitaria establecida alrededor
del ejército, de las legiones, que eran auténticas estructuras de poder e instrumentos
de romanización incuestionables. El secreto del poder de Roma durante siglos fue la
estructura profesionalizada de su ejército, que llegó a convertirse en un arma eficaz,
invencible y voraz.
La protagonista de «Sanatio» es una esclava sanadora, Ana, que lleva a cabo su labor
primero desde el seno de una familia romana, aplicando cuidados básicos a esclavos y
personas libres en el ámbito privado; poco a poco su fama recorre las calles de Híspalis
hasta llegar a oídos del gobernador de la provincia que, entendiendo el enorme
beneficio que su labor puede aportar a la sanidad militar, la obliga más tarde a formar
parte de la sanidad militar, una organización de estricta y rígida jerarquía que regulaba
el funcionamiento de los valetudinaria19, los hospitales militares que se encontraban
adscritos a cada legión. El pleno desarrollo de estos valetudinaria se llevó a cabo en la
época Imperial, pero es lógico establecer que su esbozo se llevaría a cabo en los últimos
años de la República, como así apuntan los textos relativos a los años de Julio César. En
la novela se plasma qué personas formaban parte de estos cuerpos sanitarios militares,
qué jerarquía y nivel de conocimientos médicos detentaban y cómo se organizaban
tanto en tiempos de paz como en la batalla. La sanidad militar romana revolucionó, a su
manera, la Medicina y los cuidados de su época. Y la protagonista quedará integrada en
esta compleja estructura, que de su mano iremos conociendo a lo largo de las páginas
de esta novela.
En el tema que nos atañe con respecto a la historia de la Enfermería, vemos que en
la narración de «Sanatio» se ve absolutamente desligado el concepto de cuidado de la
condición de género. La atención de los heridos y de los enfermos en el seno de los
valetudinaria eran responsabilidad de hombres, tanto en el papel de médicos como en
el de los diversos ayudantes, como en el de los capsarios —capsarius-capsarii— que,
aunque existe cierta discrepancia con respecto a qué responsabilidad llevaban a cabo
de forma concreta20, parece que la mayor parte de los expertos están de acuerdo en
que los capsarios eran ayudantes con el equivalente actual a un enfermero.
En esta novela vemos el desarrollo embrionario de los valetudinaria en la segunda
mitad el siglo I a.C.; su desarrollo pleno y ya explícito se llevó a cabo a principios del
siglo I, durante el gobierno del ya emperador Augusto; se conoce muy bien el desarrollo
jerárquico del cuerpo médico —medicus— pero en la escala profesional del personal
ayudante debía existir cierta diversidad, de tal forma que no se ha establecido de forma
inequívoca la total estructura interna de los valetudinaria hasta la que se consiguió un
19 En singular, valetudinarium
20
Existe cierta discrepancia a si los capsarii eran ayudantes médicos-enfermeros o eran farmacéuticos; en el texto de (Gómez
Rodríguez, 2013) se manifiesta que eran farmacéuticos (p. 75) dejando a los enfermeros con el concepto de «qui aegris praesto
sunt», al igual que el texto de (Rodríguez González, 1993), p 201; pero el texto (López Pérez, 2005) equipara a los capsarii como
personal enfermero más que otra cosa; su autora afirma en la página 4: «…Eran soldados que desempeñaban una función con
"cierto grado de especialización", y eso les permitía el estar exentos de algunos menesteres propios de su condición de soldados.
Recogían a los soldados heridos y enfermos del campo de batalla, realizaban las primeras curas, bajo supervisión médica, y
transportaban a los heridos al hospital militar, como aparece representado en los relieves de la columna trajana (Grmek y Gourevitch
1998).»
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siglo después21. En esta novela se recogen estos términos, así como se lleva a cabo una
recreación, fiel a los documentos consultados para su redacción, de la forma de trabajar
en el frente de batalla del personal sanitario militar de las legiones romanas.
También se aprecia en esta novela una descripción minuciosa de la vida familiar en
las casas romanas, los cuidados familiares y los que se ponían en práctica alrededor de
la figura de la mujer, impartidos tanto por esclavas y sirvientas como por las señoras.
Los cuidados en el embarazo y la asistencia al parto eran proporcionados por mujeres,
así como los cuidados de los bebés. El ser enfermera además de escritora e historiadora
me ha llevado a poner un poco más el foco sobre aspectos que habitualmente se obvian
por entenderlos como poco trascendentales o llamativos por parte de muchos
escritores de novela histórica, pero que sentaron las bases de los cuidados informales
que conforman la base y embrión de la historia de nuestra profesión.
«Lucius Cassius, el médico esclavo»
Esta novela está escrita por Francisco Javier Tostado Fernández, que no solo es escritor
sino médico de larga experiencia en ginecología-obstetricia y estudiante de Historia.
Esta novela se publicó en 2012. Narra la vida y peripecias de un médico griego, Lucius
Cassius, que comienza su aventura el año 30 a.C. en Pérgamo, en un largo viaje que le
llevará hasta Hispania donde conocerá a Augusto, las tribus rebeldes astures y
cántabras. Este autor presta gran atención en su obra a la historia de la medicina y su
documentación de las técnicas de la época es meticulosa. Introduce elementos que nos
interesan en lo que hace referencia a la historia de la enfermería al mostrar el papel de
las parteras —a las que llama matrona—, de los cuidados durante los partos, muy
especializado en época romana, e, incluso, de los cuidados informales impartidos en el
seno de la familia, generalmente por mujeres. El devenir del personaje nos permite
entrar en la sanidad militar, tan especializada, de los valetudinaria, y su elaborada
organización y jerarquía médica. Pero no nos expone de forma detallada los cargos
subalternos de ayudantes y auxiliares en el cuidado de enfermos y asistencia a los
médicos militares; en definitiva, no expone ninguna figura que pudiera ser equiparable
a la figura de un enfermero que, como se ha indicado más arriba, existía. Habla, de una
forma general, de ayudantes.
Un único desliz le lleva a hablar de infección22, concepto anacrónico que, como se
explicó más arriba, no se usaba en la época, siendo «supuración» el término habitual
utilizado para hablar de lesiones o situaciones que se equiparan con la clínica y síntomas
propios de una infección. Salvo esto, es una obra, en general, impecable.
Otros libros: Cuando el narrador se basa en el personaje, al que da prioridad sobre la
historia, la ciencia y su ambientación, encontramos libros como «Médico de cuerpos y
almas» —Dear and glorious Physician— de la escritora inglesa Taylor Caldwell (publicada
en 1946) en el que su autora tiñe la narración de la vida de Lucano con hechos
milagrosos que restan valor científico los actos expuestos, ejemplo de cómo el punto de
vista de ciertos autores puede rebajar el valor histórico a su narración. La
21 (Rodríguez González, 1993) p. 195, «Organigrama sanitario de una legión romana de época alto Imperial»
22 Capítulo XXX. Libre de nuevo.
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documentación deja entrever ciertos procedimientos que no eran acordes a la época o
ciertas asociaciones diagnosticas que no corresponden al momento histórico23.
«El faro de Alejandría» —The beacon at Alexandria—
Publicada en 1986, es una novela histórica escrita por la autora estadounidense Gillian
Bradshaw; está ambientada en la Grecia coetánea a la supremacía militar, política y
social romana, concretamente en el año 371 d.C., aunque muestra la medicina
practicada por los médicos griegos. En este caso la protagonista es otra mujer, Caris de
Éfeso, joven procedente de una familia adinerada. Por su condición social, su destino es
casarse con alguien de su misma clase social, pero ella huye disfrazada de eunuco y se
dirige a Alejandría para cumplir con su sueño que no es otro que ser médico. Como no
puede ser menos, se trata de una mujer de enorme decisión y valentía y, saltándose la
prohibición establecida de que las mujeres no pueden estudiar y menos medicina24, ella
lo consigue haciendo realidad su sueño. A partir de ahí vive grandes aventuras
ejerciendo su conocimiento.
En la época en la que se desarrolla esta historia nos encontramos ante los últimos
estertores del Imperio romano que coinciden con los primeros albores y reflejo de
poder del cristianismo, la antesala social y religiosa de lo que pocos años más tarde será
la Edad Media. Se establece, de forma bastante didáctica y prolija, cuáles eran los
métodos y medios de la medicina y del cuidado en esos años. En este caso se muestra
cómo los hospitales estaban ya en esos tiempos a cargo de los monjes y las monjas por
separado, como sería siempre lo habitual. Se habla de «cuidados de enfermería» y de
«tareas de enfermería» llevado a cargo de ayudantes, se diferencia a los diferentes
profesionales que se ocupan de diversos trabajos enfermería, comadronas,
curanderas… a cargo de mujeres, monjas o seglares, muchas veces, esclavas. El trabajo
en hospitales se consideraba indigno, propio de esclavos.
Aun así, esta narración presenta ciertas inexactitudes anacrónicas, como hablar de
infecciones y no de supuraciones, como se explicó más arriba, o de desinfectante-
desinfección, conceptos que aún se encontraban muy lejos de ser parte de los
conocimientos de aquellos años, los propios de la época que trata la novela.
«El médico» —The Physician—
Novela escrita por el estadounidense Noah Gordon y publicada en 1986. Esta es, casi sin
duda alguna, la novela fetiche de tema médico escrita jamás. Desde su publicación ha
tenido un enorme éxito de ventas, de lectura y de reimpresiones en varios idiomas,
hasta tal punto que se considera una de las narraciones más recomendadas en foros de
temática sanitaria-médica.
Esta novela está ambientada en la Alta Edad Media, concretamente, la narración
comienza en el año 1021, en Inglaterra. Nos presenta a un joven Robert (Rob) Jeremy
Cole que, por desventuras varias, queda huérfano y a cargo de un barbero errante,
momento en que comienza a adquirir los conocimientos más básicos en el arte de
23 Páginas 161 y 162, Caldwell expone un remedo de reanimación cardiopulmonar a un neonato, una RCP básica: esta técnica no se
desarrolló hasta el siglo XX. Página 225, concepto de desinfectante e infección, asociación de la enfermedad conocida como «peste»
con una infección…
24 Se explica por la llegada del Cristianismo y las limitaciones sociales que se impusieron a las mujeres; en siglos anteriores las
mujeres sí llegaron a poder estudiar medicina y ejercerla, no sin ciertas premisas, limitaciones u objeciones; (Fernández Tijero,
2016) p. 96, habla de Antioquía de Tlos, médica y mujer libre. (Cívico & Parra, 2018) pp-12-15 y (Darriba Rodriguez, 1999) p. 36:
Agnodice de Atenas, en el siglo IV a.C., nacida en el seno de una familia acomodada, huyó de su casa y se disfrazó de hombre para
poder estudiar Medicina… El paralelismo de la historia de esta joven recogida por Cayo Julio Higinio en sus fábulas y la protagonista
del «Faro de Alejandría» es, cuanto menos, llamativo.
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curar. Tras conocer a un médico judío siente el deseo de estudiar con él, pero en
Inglaterra no le permiten aprender con una persona de otra cultura/religión. Decide,
por ello, aprender de los mejores que por esos años se encuentran en los países de
Oriente. Viaja, así a Ispahán, Persia, lugar famoso porque allí imparte sus clases Ibn Sina,
más conocido como Avicena. Cole se hace pasar por judío y adopta el nombre de Jesse
Ben Benjamín, con todo lo que eso supone de idioma, estudios religiosos y costumbres.
«El médico» es una novela de aventuras y ciencia que nos lleva de forma magistral por
Europa y Oriente medievales, contraponiendo las diferencias entre ambos lugares en
cultura, ciencia y conocimiento, mostrando cómo la religión puede ser un freno y una
rémora para el avance y el conocimiento científico.
La novela, como es bien sabido, está meticulosamente documentada, mezcla de
forma magistral ficción y realidad histórica, sumergiendo al protagonista en hechos
históricos remarcados con total naturalidad; y nos dibuja de forma bastante fiel a qué
nivel trabajaban médicos, cuidadores, sanadores…, en la Edad Media, cuyos
profesionales, sobre todo judíos y musulmanes, se hicieron eco de los conocimientos de
los antiguos (Hipócrates, Galeno…) llevando el saber más allá, como fue en el caso de la
figura histórica, el famoso médico persa de nombre Ibn Sina, conocido por su nombre
latinizado, Avicena o, como en el caso de otro afamado médico —que no aparece en la
novela—, el filósofo o jurista nacido en Córdoba a principios del siglo XII, Abu Walid
Muhammad Ibn Rusd al que conocemos más por su nombre latinizado, Averroes.
En la novela se puede comprobar que aparece la figura del enfermero y de la
enfermera, como tales conceptos, el primero de los cuales se ocupaba exclusivamente
de hombres y la segunda, como es lógico pensar, solo de las mujeres. En el ambiente en
que se desenvuelve el personaje, apenas se nombra a la figura enfermera o cuidadora
femenina y se muestra una casi exclusiva presencia de hombres enfermeros. Volvemos
a escapar de la feminización de la labor enfermera: lavan a los enfermos, amortajan
cadáveres, dan medicamentos, ayudan a los médicos… En «El médico» se muestra la
elaborada organización del maristan u hospital islámico, que gira alrededor de las
figuras de sus médicos y los profesores más ilustres. Se expone el complejo sistema de
entrada de estudiantes de medicina a la que se llama escuela de médicos y su proceso
de aprendizaje al amparo de los más expertos. E, igualmente, se expone cómo a la luz
de los escritos heredados de los sabios del mundo clásico los médicos llevaban a cabo
una medicina más proactiva que la que se desarrollaba en la Europa cristiana, la cual se
muestra limitada por los cánones de la Iglesia, hasta el nivel más absurdo —a nuestro
entender actual— de negar los conocimientos no obtenidos por cristianos ni bajo los
auspicios y el visto bueno de la Iglesia, lo que supone que los médicos cristianos
presentaran un retraso en conocimientos anatomofisiológicos y en técnicas médicas y
de cirugía muy por detrás de sus colegas judíos y musulmanes.
Llamativo es que el autor, Noah Gordon, ha presentado como episodios negativos25
gran parte de referencias que hace de enfermeros a lo largo de la narración: mala
25 Algunos ejemplos: Capítulo 37, LA CIUDAD DE REB JESSE: «…Un fornido enfermero estaba acobardado ante alguien que le echaba
una bronca.
—Fue un error, maestro Karim Harun —se disculpó el enfermero—. Creí que me habías dicho que quitara las vendas a Eswed Omar.
—Eres un inútil —dijo el otro, disgustado—(…) Ha sido un error tuyo, Rumi. Te dije que cambiaras los vendajes de Kuru Yezidi, no los
de Eswed Omar. Ustad Juzjani hizo personalmente el abatimiento de cataratas de Eswed Omar y me ordenó que me ocupara de que
su vendaje no fuera movido de su sitio en cinco días. Te transmití la orden y no la obedeciste, enfermero de mierda.»
Capítulo 46, EL ACERTIJO: «…—¿Cuánto tiempo lleva enfermo?
—Dos semanas. Es la enfermedad del costado que mató a dos de sus tíos y a mi padre. Un dolor espantoso. Viene y se va, viene y se
va. Pero hace tres días vino y no se fue.
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praxis, dejadez, malos gestos ante sus responsabilidades… relegando el papel de los
enfermeros del maristan a algo no solo secundario sino incapaz o, incluso, torpe, así el
protagonista en estos aspectos queda resaltado por sus virtudes.
En la novela vemos el papel de otros cuidadores habituales y los cuidados que
proporcionan, como las parteras —genera idéntico contrapunto entre las que llevan su
labor en Inglaterra y las de fuera de Europa—; los cirujanos, escalafón inferior en ese
tiempo, que personificaban barberos y sacamuelas y que se diferenciaban del
profesional médico en que este último se formaba en universidades de forma reglada;
se habla también de sanadores —aunque a veces este concepto se confunde o se
solapa con el del médico—. Introduce26 —supongo que como licencia narrativa— el
moderno concepto de «automedicación», término que resulta anacrónico27, cuanto
menos, dado que en esa época pocos tenían acceso a la medicina formal y a los
cuidados de un médico —porque no tenían uno cerca y/o porque no se lo podían
costear— y se recurría a cuidados tradicionales basados en el conocimiento local de
hierbas y remedios naturales obtenido de generación en generación mediante tradición
oral. Los autocuidados son inherentes a la historia del ser humano y de su proceso de
nacimiento, enfermedad y muerte; proporcionar a otros o a uno mismo cuidados no
formales cuando no se tiene otra opción no es un problema; más aún, me sorprende
que el protagonista considere automedicación a estos cuidados, dado que este
problema no se empezó a estudiar como tal hasta tiempos recientes28.
«Hildegarda, el poder y la gracia» —Ildegarda. La potenza e la grazia—
Novela biográfica escrita por la escritora italiana Lucía Tancredi y publicada en 2009.
Nos encontramos con una historia muy bien documentada y que se basa en los escritos
que realizó en vida su protagonista, Hildegarda de Bingen (1098-1179), hoy día
canonizada, —el acto de canonización fue llevado a cabo, curiosamente, hace pocos
años por Benedicto XVI—, en 2012; fue una religiosa muy importante en Alemania
durante el siglo XII.
La vida de esta mujer, en una época en la que las mujeres ocupaban un papel
absolutamente sometido a la figura del hombre, no solo en la vida secular sino y
principalmente en la vida religiosa y monástica, es algo fuera de lo corriente. Hildegarda
de Bingen fue ingresada en un convento por sus padres siendo muy niña y en ese
momento no sabía ni leer ni escribir ni conocía nada del mundo. Las instalaciones
contaban con una zona para hombres, otra para mujeres, hospital y biblioteca, entre
otras muchas estancias. La autora nos relata las impresiones de una Hildegarda aun
jovencita ayudando a las tareas del cuidado de los enfermos que allí ingresaban. La
historia, según se avanza la lectura, es prometedora, dado que nos hace creer que
El enfermero, que se dirigía servilmente a al-Juzjani y sin duda deseaba que terminaran con el niño y siguieran su camino, dijo que
solo había sido alimentado con sherbets de jugos azucarados»
Capítulo 70, EL CUARTO DE QASIM: «… Ibn Sina se había llevado a cuatro enfermeros como encargados de transportar las camillas y
de recoger a los heridos, y al-Juzjani aún no había encontrado a otros cuatro que respondieran satisfactoriamente a sus
expectativas. Los enfermeros que quedaban en el maristan estaban sobrecargados de trabajo y cumplían sus tareas ceñudos. Rob
visitó a sus pacientes sin contar con ninguna clase de ayuda, y a veces se detenía a hacer por sí mismo lo que un enfermero no había
tenido tiempo de hacer: lavar una cara febril o ir en busca de agua para aliviar una boca seca y sedienta. (…) Mientras arrastraba la
mesa de madera, se cruzó con un enfermero, pero la escasez de mano de obra dio a éste ánimos para desviar la mirada y pasar
deprisa junto al hakim, antes de que le encargara más trabajo del que ya tenía»
26 Capítulo 79, LAS PARICIONES
27 (Jordi i González, 1979), p.100 y ss Hace poco más de cinco décadas que el concepto de automedicación apareció como problema
crítico en los debates sanitarios y como tema de estudio, los primeros en EEUU (1964). Establece que en siglos XIII, XIV y XV se
llevaba a cabo más una medicina popular que un proceso de automedicación como tal. En sociedades y lugares donde no se tiene
acceso a la profesionalidad del médico ¿se puede hablar de automedicación o de autocuidado para la propia supervivencia?
28 (Baos Vicente, 2000), p. 147 y también en (González Pérez, 2016), p. 5
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pasearemos por las camas y jergones de los enfermos viendo cómo eran los cuidados
en esa época. Pero pronto este deseo se convierte en desilusión. La narración nos dirige
a la labor más mística-religiosa de la protagonista y nos relega a un plano secundario su
trabajo con los cuidados a los enfermos, la medicina y todo lo que ello supone. La
vemos medrar en las responsabilidades del convento, llegar a abadesa, su
enfrentamiento sin prisa y sin pausa a la autoridad establecida que le limita su gran
anhelo de escribir, de componer música, de formar monjas útiles a la sociedad, de
difundir conocimientos... La vemos, ya mayor, como autora de sendos libros de
medicina, ciencia y cuidados, pero la autora en su narración a lo largo de esta novela no
nos muestra cómo ha llegado Hildegarda hasta ahí. Solo nos la quiere presentar docta,
sabia, pero no se detiene a exponer cuales eran los métodos y formas de esos años tan
difíciles para aprender la ciencia y el saber; solo nos expone a una mujer decidida a
lograr lo que se propone, subyugada siempre bajo una cuerda demasiado corta,
controlada por la mano de la Iglesia y de los hombres.
Todos los artículos y escritos29 que he consultado para la elaboración de este
personaje me la muestran doctora y médica. Cierto que esta mujer llegaría a ser
considerada como tal pero también hay que dejar patente que, en sus conventos, una
vez que ya fue abadesa, pocos hombres tuvieron un sitio ni capacidad de tratar o
atender a las religiosas. Hildegarda recopiló todo lo que aprendió en San Disibodenberg,
el primer monasterio en el que estuvo —apenas una casita con mujeres dependiente
del monasterio principal de hombres— que tenía hospital y monjes responsables de los
fármacos y las hierbas, y ella lo llevó a la práctica después.
Sí que es cierto que esta novela nos muestra de una forma bastante fiel al personaje
real que fue Hildegarda de Bingen, su rebeldía a lo impuesto, su afán de conocer, de
hacer las cosas de otra forma, rompiendo las limitaciones exigidas a las mujeres solo
por el mero hecho de serlo. Pero nos muestra muy poco de la materia que nos ocupa, la
Historia de la Enfermería, insisto, después de unos inicios en los que podemos llegar a
entender que nos va a llevar por esos caminos pero que no se consuman en ningún
momento. Sí nos expone con meridiana claridad la posición social que ocupaba la mujer
en la Alta Edad Media, la instrumentalización social que sufrían como objetos para
casar, para tener hijos, para intercambiar… la opresión a la que eran sometidas y las
limitaciones sociales en que esto derivaba. Hildegarda debe enfrentarse al prior para
conseguir aprender a escribir y copiar, para conseguir acceso a los libros para las
monjas, para conseguir escribir ella misma… Esto nos da idea de la poca importancia
que se daba a todo lo que hacían las mujeres a lo largo de esos años y por qué no nos
han llegado, apenas, relatos de mujeres, religiosas o no, del Medievo. Los cuidados
asociados al ámbito de la mujer eran despreciados como algo menor30 y su
conocimiento llegaba en forma de tradición oral; y en el día a día, las labores de cuidado
a enfermos que ponían en práctica las monjas no se debían de diferenciar la labor
médica como tal de la que podría ser considerada como labor enfermera.
Aunque adolece de carencias, tal como se expone, esta novela nos aporta ese clima
de opresión androcéntrico que tantas limitaciones ocasionó para el desarrollo del
conocimiento por parte de las mujeres.
29 (Morrón, 2016), (del Valle García, 2009) y (Graña Cid, 2012)
30 Potenciado por la consideración de la mujer en el cristianismo. Cuidados de curanderas fuera del ámbito de la iglesia tenía el
riesgo de llegar a ser considerado brujería o hechicería (Vesga Gualdrón, 2012) pp. 411-412
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13
Otros libros: Otras mujeres de vida monástica que llevaron a cabo labores de cuidados a
los enfermos como parte de su labor cotidiana y que dejaron su impronta en la historia,
en cuya actividad se mezclan los cuidados propios de enfermería y una labor médica
son: Radegunda31 (520-587) y Santa Brígida de Suecia (1303-1373) o Santa Catalina32 de
Siena (1347-1380), de las cuales encontramos, como curiosidad, su vida reflejada en
dos libritos en forma de novela gráfica, publicados en la serie Vidas Ejemplares33.
Estamos en este caso ante la representación de la vida de estas mujeres, no desde el
punto de vista de su capacidad para llevar a cabo la atención de enfermos (como parece
que todas ellas realizaron), sino una representación idealizada, consideradas como
mujeres casi mágicas, al mostrarnos su vertiente como religiosas, santas y doctoras de
la Iglesia, que derrochan una piedad sin límites, sujetas a visiones místicas y capaces de
obrar milagros. Perdemos la oportunidad de conocer hasta qué punto cada una de ellas
aportó contenidos al cuerpo de conocimientos de cuidados, médico y/o farmacológico.
La figura femenina-monja pierde su aspecto mundano-humano para entregar su relato
a la mística y la hagiografía, objeto final de esta serie de novelitas gráficas. No he
encontrado ningún autor que se sintiera tentado a narrar su vida fuera de esta esfera.
CONCLUSIONES
Las novelas históricas no son Historia como tal, pero, si la documentación usada para
lograr una ambientación verosímil y lo más cercana a la verdad histórica conocida es
exhaustiva y fiel, podemos encontrar en esta literatura una buena herramienta para
completar el conocimiento de la Historia de la Enfermería. Hemos podido ver, gracias a
los pocos ejemplos que se han mostrado para ilustrar el tema, que los autores y autoras
cometen ciertos deslices que condicionan un lenguaje o unos conceptos anacrónicos
que podrían deslucir el conjunto; podemos aceptar estos deslices y verlos como
licencias de autor siempre que no trastoquen de forma definitiva el contexto histórico
de que se trate. Hagamos del defecto virtud y aprovechemos estas licencias para llevar
a cabo una lectura crítica que permita entender mejor por qué no se ajustan a la
realidad conocida y qué debería haber incluido en su lugar la persona que redactó ese
texto.
Lo cierto es que muy pocas novelas históricas afrontan el tema de la historia de las
enfermeras como tal, por lo menos en la etapa histórica que se ha abordado en este
trabajo, pero como la Historia de la Medicina y la Historia del Cuidado siempre han ido
de la mano —dado que no se entiende curar sin cuidar—, toda novela que afronte la
primera nos tiene que mostrar la segunda, además, teniendo siempre presente que el
cuidado es inherente al ser humano, es el hito máximo de su supervivencia; de hecho
me atrevería a indicar que el ser humano cuidó antes de permitirse llegar a acariciar la
idea de que podría domeñar la naturaleza de la enfermedad, a la naturaleza en sí
31 En Poitiers mandó construir un importante hospital, donde cuidaba personalmente a los enfermos e impartió enseñanzas en las
artes de la sanación, curando heridas y fracturas y preparando remedios. Además hizo copiar multitud de manuscritos para más de
doscientas mujeres que estaban a su cargo en el hospital. Fuente: Manuel Solorzano, «RADEGUNDA ENFERMERA» [online]
Enfermería Avanza, enero 2014. Consultado agosto 2018
http://enfeps.blogspot.com/2014/01/radegunda-enfermera.html
32 Monja italiana, se la considera enfermera por el cuidado que proporcionó a personas enfermas
33 Vidas Ejemplares fue una revista de historietas publicada por SEA/Editorial Novaro desde 1954, con 416 números ordinarios y 14
extraordinarios. Presentaba biografías de destacadas personalidades del cristianismo. Tomado de: Colaboradores de
Wikipedia. Vidas Ejemplares (Editorial Novaro) [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2018 [fecha de consulta: 10 de
septiembre del 2018]. Disponible en
https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Vidas_Ejemplares_(Editorial_Novaro)&oldid=106348094
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14
misma, y coartar su curso o revertirlo, siquiera. Leer novelas históricas como medio
para entender mejor la historia de las enfermeras aporta o debería aportar un valor
añadido, siempre que se lleve a cabo una lectura crítica, un trabajo activo de
contextualización, analizando: autor y época en la que escribe, personajes, época
histórica de la narración, nivel de conocimientos médico-sanitarios —estructura y
organización— visibilidad de los cuidados en el contexto sanitario…
Bibliografía y referencias
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15
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La novela historica como fuente de aprendizaje de la historia de la enfermeria

  • 1. LA NOVELA HISTÓRICA COMO FUENTE DE APRENDIZAJE DE LA HISTORIA DE LA ENFERMERÍA THE HISTORICAL NOVEL AS A SOURCE OF LEARNING ABOUT THE HISTORY OF NURSING Artículo perteneciente al libro: «PODER E INFLUENCIA DE LAS ENFERMERAS EN LA HISTORIA» del Libro oficial del XVI Congreso Nacional y XI Internacional de Historia de la Enfermería PÁGINAS de 149 a 167 disponible en https://enfermeriademurcia.org/libro-oficial-del-xvi-congreso-nacional-y-xi- internacional-de-historia-de-la-enfermeria/ Palma de Mallorca 29-31 de octubre de 2018 Todos los derechos reservados Lola Montalvo Carcelén
  • 2. Obra registrada en SafeCreative 1 LA NOVELA HISTÓRICA COMO FUENTE DE APRENDIZAJE DE LA HISTORIA DE LA ENFERMERÍA THE HISTORICAL NOVEL AS A SOURCE OF LEARNING ABOUT THE HISTORY OF NURSING Lola Montalvo Carcelén, enfermera de análisis clínicos, escritora y licenciada en Geografía e Historia PALABRAS CLAVE Novela histórica, enfermería, historia, historia de la enfermería Key words: Historical novel, nursing, history, history of nursing RESUMEN Reflexión sobre el papel que pueden tener las novelas históricas como forma de aproximación a la historia de la enfermería. En el presente trabajo se pretende analizar de forma somera los elementos necesarios que debe reunir una novela histórica para que nos aporte datos útiles que nos permitan entender la evolución de nuestra profesión, desde los inicios de la historia del ser humano hasta la Edad Media, aunque dichas herramientas se pueden extrapolar para evaluar otras novelas que afronten otras etapas de la Historia. Abstract: Reflection on the role that historical novels can have as a way of approaching the history of nursing. In the present work it is intended to analyze in a brief way the necessary elements that must gather a historical novel so that it gives us useful data that allow us to understand the evolution of our profession, from the beginnings of the history of the human being until the Middle Ages, although these tools can be extrapolated to evaluate other novels that face other stages of history. INTRODUCCIÓN Las novelas históricas son narraciones que utilizan un contexto histórico para lograr un ambiente en el que desarrollar un relato. Se entiende por novela histórica1 aquella que, siendo una obra de ficción, recrea un periodo histórico, cercano o lejano, y en la que forman parte de la acción personajes y eventos no ficticios. Se suelen diferenciar, por un lado, la novela que tiene personajes ficticios y, por otro, la historia novelada en la que personajes reales se les sumerge en una historia real narrada con herramientas propias de una novela. Aunque hechos o personajes no siempre son ficción, el desconocimiento de todos los detalles de lo que se narra hacen necesario «crear» ambientes y situaciones que no se conocen en su totalidad. En esto radica el trabajo literario y es lo que le convierte en novelas. El dilema de la novela histórica radica en quién la lleva a cabo y la redacta, quién es el narrador-escritor, qué nivel de conocimientos tiene del periodo que aborda y qué grado o nivel de verosimilitud o de fidelidad histórica quiere concederle al texto que redacta. En definitiva, una novela histórica no es historia necesariamente, porque el autor de una novela histórica tiene cierta libertad para llenar huecos —utilizar la 1 Biblioteca Nacional de España http://www.bne.es/es/Micrositios/Guias/novela_historica/Introduccion/
  • 3. Obra registrada en SafeCreative 2 imaginación para completar lo que los datos históricos no proporcionan, porque no se conocen o se han perdido—, que el historiador no posee. Por ello no debemos confundir las narraciones de las novelas históricas como «Historia» en sí misma. Aun así, existen ciertos escritores que anhelan una máxima fidelidad histórica de los hechos que desean narrar, y, aunque se inventan personajes en un contexto histórico real, el escenario y los hechos que exponen se ajustan adecuadamente a los conocimientos que de esa época se posee. Ello requiere por parte del autor de un afanoso —y a veces extremadamente complicado e, incluso, ingrato— trabajo de documentación que pretende otorgar a su relato las mejores prendas de verosimilitud histórica, evitando errores, contradicciones, falsedades y, sobre todo, anacronismos. En este artículo/trabajo vamos a llevar a cabo un somero análisis de cómo la novela histórica ha podido ayudar al conocimiento y aprendizaje de la Historia de la Enfermería, qué novelas aportan ese punto de fidelidad histórica que ayuden a conocer y difundir nuestra historia como profesión y como cuerpo de conocimientos y cuidados. Pero ¿cómo tenemos que entenderlas, como novelas que reflejen de forma intencionada nuestra labor o quizá debemos conformarnos con novelas históricas bien confeccionadas y documentadas que, sin intención expresa ni un fin en este sentido concreto, exponen con fidelidad la labor de las enfermeras como aporte de una narración y un encuadre histórico? Es complicado dar una respuesta a esta enrevesada cuestión dada la invisibilidad «habitual» de nuestra profesión fuera del ámbito de las Ciencias de la Salud; salvo aquellas novelas escritas con intención de retratar a personas que desarrollan nuestra profesión, debemos conformarnos con la segunda opción. La Historia, de forma tradicional, pocas veces ha puesto el foco en los logros de las mujeres y los cuidados2, que se asocian habitualmente al ámbito femenino, germen auténtico de lo que hoy es la enfermería. Y la labor de las mujeres se ha visto siempre escondida y atrapada en lo más profundo de lo doméstico, de lo familiar, bajo el ala del hombre marido-padre-tutor-controlador. Y estos cuidados, al darle un cariz menor, al relegarlos a un plano secundario, pocas veces consiguieron escapar del ámbito hogareño y mostrarse como algo imprescindible para la supervivencia humana, como en realidad ha sido y es hoy día. Lo cotidiano de estos cuidados le restaba resplandor y, por tanto, trascendencia. Hoy gracias al enorme trabajo de divulgación de mujeres científicas vamos conociendo el verdadero alcance de ciertos logros que obtuvieron muchas mujeres a lo largo de la Historia pero que fueron silenciados o escondidos — incluso apropiados3— tras los logros obtenidos por sus compañeros y colegas hombres. Las novelas históricas quizá se pueden contar por millones, pero no todas son adecuadas para ser incluidas en nuestro criterio de selección para el desarrollo de este trabajo; por ello el criterio de selección es el siguiente: ✓ Textos narrativos bien documentados que pretendan plasmar una época con el mayor rigor histórico ✓ Personajes reales o imaginarios bien representados y encuadrados en su época. ✓ Que traten el tema de los cuidados y/o de las enfermedades en el marco de las profesiones u oficios que se ocupan de ellas en cada periodo de la Historia: médicos, sanadores, curanderos, parteras, enfermeras, cirujanos… ✓ Formato: novelas, cuentos y novela gráfica. 2 (Hernández Martín, Del Gallego Lastra, Alcaraz González, & González Ruiz, 1997), (Arratia Figueroa, 2005) y (Fernández Tijero, 2016) plantean esta cuestión en sus textos 3 (Fernández Tijero, 2016) p. 94, refiere la apropiación por parte de hombres de textos científico-médicos escritos por mujeres
  • 4. Obra registrada en SafeCreative 3 Existen ciertos vicios y limitaciones de las novelas históricas4 con respecto a la imagen que se muestra de la enfermera: ➢ Androcentrismo5: los cuidados se asumen en el ámbito de lo femenino y lo femenino es obviado, ensombrecido y anulado a lo largo de la historia. La mujer no tuvo reconocimiento social y no existió como ser humano y con derechos hasta mediados del siglo XX. Se hablaba de «humano» y «ser humano» y se entendía de forma natural al varón, no a la mujer. Los derechos más básicos de las mujeres como ciudadanas no empezaron a reivindicarse de forma expresa hasta finales del siglo XVIII6 y, a partir de ahí, con una evolución desigual en cada país o región, hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos publicada en 19487, ¡hasta mediados del siglo XX! ➢ Visión idealizada-estereotipada de la imagen de la mujer enfermera y visión idealizada-estereotipada de la imagen del hombre médico; el sesgo ideológico derivado del contexto histórico-social del escritor determinará su punto de vista y su forma de mostrarnos a los personajes: subjetividad. ➢ Falta de rigor histórico y anacronismos, no solo en hechos sino en actitudes no adecuadas al periodo histórico que se trate ➢ Prevalencia en la narración de leyendas y mitos religioso-mágicos ➢ Hasta Florence Nightingale no se considera a la Enfermería como una profesión formal. Periodos previos: dificultad de establecer quién es enfermera. ➢ Evolución histórica del concepto de enfermera: la imagen de las mujeres, cuidadoras, enfermeras… que se muestre en la narración tendrá matices distintos según la época a la que pertenezca la persona que lo escriba. La narración que se haga en la actualidad puede ser diametralmente opuesta a la que se pudiera llevar a cabo a principio del siglo XX o, incluso, a mediados-finales del mismo. Método: Una vez fijados los límites a los que nos vamos a ajustar solo queda hablar de libros; es fácil suponer que se hará una selección de las novelas que se van a mostrar, como pequeños paradigmas del tema que se expone en este trabajo, dado que es imposible tratar sobre toda la producción literaria histórica que pueda hablar o mostrar etapas de la historia de la enfermería. El periodo también será limitado: desde la Prehistoria hasta la Edad Media, ambas inclusive. Se corresponde con la etapa conocida como «emergencia de grupo ocupacional: etapa preprofesional de la enfermería8». Se seguirá un orden cronológico histórico, el mismo orden, por tanto, del estudio de Historia de la Enfermería. 4 (Franco Rubio, 2008), pp. 17 y 18 5 (González Vázquez, 2013), página 493 y ss. Lo masculino como medida de todas las cosas. Magnífica definición de androcentrismo en este trabajo que, entre otras cuestiones, afirma: «…No basta con decir que el androcentrismo existe cuando el hombre, lo masculino o la masculinidad son considerados la medida de todas las cosas; cuando las acciones individuales reflejan perspectivas, intereses o valores masculinos; cuando el hombre, lo masculino y la masculinidad son considerados fuente única o primordial de sabiduría y autoridad, o cuando las experiencias masculinas son las preeminentes, las normativas, las imitables, las deseables, etc… Es necesario, también, subrayar el refuerzo que otros factores ofrecen al androcentrismo: representaciones y estereotipos, misoginia, sexismo, machismo, marginación, represión, violencia física y simbólica, etc». 6 En 1791, Olimpia de Gouges publica la «Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana» como respuesta a la ausencia de estos derechos publicados en la «Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano» del 26 de agosto de 1789, el texto fundamental de la Revolución francesa. 7 La «Declaración Universal de los Derechos Humanos» es un documento declarativo adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), el 10 de diciembre de 1948 en París 8 (Hernández Martín, Del Gallego Lastra, Alcaraz González, & González Ruiz, 1997) p. 23-25
  • 5. Obra registrada en SafeCreative 4 Saga de libros de «Los Hijos de la Tierra» —Earth's Children— Esta saga de libros conforma una serie de novelas históricas escritas por la novelista estadounidense Jean Marie Auel y que se compone de estos títulos: 1. El Clan del Oso Cavernario (The Clan of the Cave Bear, 1980) 2. El Valle de los Caballos (The Valley of Horses, 1982) 3. Los cazadores de mamuts (The Mammoth Hunters, 1985) 4. Las llanuras del tránsito (The Plains of Passage, 1990) 5. Los refugios de piedra (The Shelters of Stone, 2002) 6. La tierra de las cuevas pintadas (The Land of Painted Caves, 2011) La documentación de estos libros fue modélica. Jean M. Auel es de los pocos que han ambientado en sus novelas la Prehistoria, una época que quizá ha sido observada por algunos como árida y poco atractiva, un largo periodo de miles de años en los que el ser humano iba adquiriendo poco a poco habilidades sobre el medio en el que vivía, aunque en realidad el estudio de la Prehistoria genera tantas preguntas como respuestas y es, por encima de otras valoraciones, fascinante. En esta saga se narra la vida de los hombres y mujeres prehistóricos durante la última fase de la era Glacial, cuando aún convivían los neandertales y los cromañones. Su protagonista, Ayla es el nexo entre ambos grupos de Homo. Ayla, una niña cromañón, queda sola y sin familia tras un terremoto, en los últimos años de la Era Glaciar. Una tribu neandertal la acoge y la cría, concretamente se hace cargo de ella la curandera. A partir de ahí se narran sus andanzas en esta tribu y su posterior expulsión. Conocerá a Jondalar y vivirá multitud de aventuras y vicisitudes a lo largo de la cuales su autora nos pasea por diferentes territorios y por la Prehistoria. Esta obra ha sido sobradamente comentada y apreciada por lectores y crítica, no solo como una narrativa entretenida, bien escrita, fascinante y adictiva; se la ha observado, además, como no podía ser de otra forma, bajo un punto de vista científico, poniendo el acento en la magnífica adecuación de los datos que aporta en coherencia con el cuerpo de conocimientos que se tiene de ese periodo de tiempo. Licencias literarias aparte, se le reconoce el mérito de estar muy bien documentado; de hecho, la autora recreó ella misma varias de las actividades que narra y ha sido reconocido su mérito por su fidelidad al mostrar los descubrimientos arqueológicos; la obsesión de Auel por documentarse le llevó a visitar en persona multitud de cuevas9 y emplazamientos prehistóricos; es más, estuvo en las cuevas de la cornisa cantábrica, Axlor, Altamira, Tito Bustillo... situando en ellas a sus personajes y haciendo que muchos lectores soñasen en un entorno conocido y recientemente reconocido como el más antiguo con pinturas rupestres —algunos de los personajes de sus novelas han sido recreaciones literarias de fósiles hallados en esas cuevas—. La casualidad ha querido que recreara una cercanía entre neandertales y cromañones que hoy día se ha certificado como auténtica, hasta niveles que pocos querían reconocer10. Varios 9 Paleorama en Red. Prehistoria y Arqueología en Internet. La autora del “Clan del oso cavernario” recorre España para inspirarse en su próxima novela. 3 noviembre 2011. https://paleorama.wordpress.com/2011/11/03/la-autora-del-clan-del-oso-cavernario-recorre-espana-para-inspirarse-en-su- proxima-novela/#more-12712 visitada 15 junio 2018 10 Zilhão, J., et als. Precise dating of the Middle-to-Upper Paleolithic transition in Murcia (Spain) supports late Neandertal persistence in Iberia. Heliyon, 3 (2017) e00435. Este autor expone, en este y otros muchos trabajos, que los Neandertales se unieron al Homo sapiens, de tal forma que no se extinguieron como tal. El ser humano actual conserva un pequeño porcentaje de ADN procedente de los neandertales.
  • 6. Obra registrada en SafeCreative 5 premios científicos y literarios avalan el valor de esta saga de libros como medio de ambientación de una época de la que aún no se conoce todo. Directo al tema de este trabajo, es fascinante el trabajo de doctorado de Mezquita Pipió (2013) en el que analiza los cuidados aplicados y descritos en la saga de Auel bajo la visión de la teoría de cuidados de Virginia Henderson; muy recomendable su lectura detenida. En este caso, el análisis hace referencia a si estas novelas nos sirven para entender la evolución histórica de los cuidados prehistóricos en ámbito de la Historia de la Enfermería y la respuesta es afirmativa. La exquisita documentación que realizó Auel para conocer hábitos, costumbres y técnicas aplicadas por los Homo en esa época de la evolución humana ha sido reconocida como de enorme valor por la comunidad científica. En esos años ya se curaban heridas, se cuidaba de la persona desde su nacimiento hasta su muerte y se ha demostrado que se asistía de las personas enfermas, discapacitadas y desvalidas. Considero que esta saga sirve para hacernos una idea de cómo serían los cuidados en tiempos remotos. Aunque muchos de los datos y técnicas que se nos muestra en la narración son fruto de una meticulosa labor de investigación y documentación de su autora, no podemos evitar el tener presente que ciertos huecos han sido rellenados en aspectos que se desconocen. Es cierto que se han podido analizar los restos descubiertos en yacimientos y se han documentado muchas de las patologías que sufrieron y cómo las afrontaron, qué cuidados procuraron a sus enfermos y heridos, gracias al material mueble recuperado en excavaciones y en las representaciones que nos muestran las pinturas que nos han dejado en cuevas. La valoración sistemática que se lleva a cabo por parte de la protagonista ante heridas y enfermedades es algo anacrónica pero efectiva ante un interés literario, pero no le resta capacidad de dibujar los cuidados que se podían aplicar en esos remotos tiempos. «Sinuhé, el egipcio» —Sinuhe egyptiläinen— Esta novela fue escrita por el escritor finlandés Mika Waltari, en 1945. El nombre de Sinuhé de su protagonista procede de un texto antiguo, un cuento. La trama de la novela se desarrolla en el Antiguo Egipto, en el transcurso del reinado de Akenatón. El personaje protagonista es Sinuhé, un joven que se hace médico y llega a ser el médico del faraón; nos cuenta su historia en primera persona, ya mayor y en el exilio. Sinuhé nos hace viajar por Egipto, Babilonia, la Creta Minoica y la tierra de los Hititas, de Hicsos… y nos va narrando sus vivencias, costumbres y todas las vicisitudes y desdichas que le toca protagonizar. La documentación de este libro fue muy cuidada y acorde a los conocimientos de medicina de la época. El autor, de la mano de su personaje, nos abre las puertas de las Casas de la Vida11 —asociados a ciertos templos o santuarios y que podrían considerarse como casas de sanación y universidades, casas del saber…—, donde se llegaba a atender enfermos, y las Casas de la Muerte que eran los lugares en donde se realizaban los embalsamamientos. Sinuhé se ve en la tesitura de entrar en la primera para estudiar y llega a servir en la segunda para pagar la deuda que afronta tras embalsamar a sus propios padres. También se describen en la narración técnicas acordes a los conocimientos de esos tiempos como la trepanación12, técnica de la que 11 (Gil González, 2012) p. 67 12 (Collado-Vázqueza & Carrillo, 2014)
  • 7. Obra registrada en SafeCreative 6 existen pruebas documentales de que se practicaba y pruebas arqueológicas en las que se aprecian restos humanos con cráneos con cicatrices que muestran que sobrevivieron a una intervención de este tipo. Acompañamos a Sinuhé en sus primeros años aprendiendo de su padre adoptivo y acudiendo a la Casa de la Vida; esta novela nos permite conocer cómo se aprendía Medicina y quienes optaban a este aprendizaje, que era muy especializado, de tal forma que cada médico se especializaba en un órgano o sistema13. También podemos ver qué nivel tan elevado tenía la medicina en el Antiguo Egipto, aunque siempre existía una cierta mezcla entre magia y ciencia. Llama la atención que en el texto observemos ciertas inexactitudes y ciertos silencios incomprensibles: ➢ Las Casas de la Vida y los médicos, en general estaban asistidos por ayudantes14 que podrían equivaler a los enfermeros15 de hoy día. Aun así, el texto de Waltari no nombra ninguna figura similar. Sinuhé habla de ayudantes de forma vaga y, las más de las veces, se refiere a él mismo como ayudante de otros. ➢ Sinuhé se muestra como médico con la responsabilidad de atender partos. Queda demostrado por los textos expertos en la materia que los médicos en el Antiguo Egipto no asistían partos16; en las familias más importantes, como la de los nobles y la del faraón, eran asistidos por dos o tres comadronas o parteras que asistían a la mujer de diversas formas durante todo el proceso. No eran los médicos los que intervenían17. ➢ Esta novela no nos muestra los cuidados informales que llevaban las mujeres en el seno del hogar. ➢ En un desliz anacrónico, habla de infecciones18. Es sabido que esta novela de Waltari, «Sinuhé, el egipcio» es una historia fascinante que nos sumerge con pericia en el misterioso y siempre seductor Antiguo Egipto. Su personaje, Sinuhé, nos invita a acompañarle a lo largo de su vida y disfrutar de sus aventuras y vicisitudes, no siempre demasiado venturosas. Es una buena obra que nos ofrece una visión general de la medicina del tiempo de los antiguos faraones, nos muestra el panorama de los amplios y avanzados conocimientos y técnicas de sus médicos. Así es como debemos de observarlo desde nuestra visión enfermera, sin embargo, no nos aporta nada con respecto a los cuidados proporcionados para ayudar a recuperar la salud de los enfermos y heridos o los cuidados informales aplicados en el seno del hogar y que, en la mayor parte de los casos, eran proporcionados por mujeres. «Sanatio» Esta novela, de la que soy autora, se publicó en 2014. Fue escrita con el deseo de mostrar una época, una cultura, por lo que tras una exhaustiva documentación me propuse como objetivo el plasmar, de la forma más fiel posible, la vida cotidiana de las 13 (Gil González, 2012) pp. 69-80 14 (Calvo Soriano, 2003), p. 44: «…los médicos egipcios constituían una clase, y que, bajo la vigilancia del Estado, garantizaban al público la calidad de su ciencia. Habrían sido funcionarios retribuidos para cuidar gratuitamente a los enfermos. Estaban asistidos por enfermeros, masajistas y vendadores» 15 Gil González, 2012) p. 69, en Conclusiones, que no en el resto del documento, afirma que los médicos del Antiguo Egipto eran «…ayudados por sus adjuntos enfermeros y veterinarios (sacerdotes)». 16 (Garzón Rodríguez, 2018), p.71 17 (García Trócoli, 2011) p. 12, eso sí, esta misma autora indica que quizá los médicos serían avisados solo en caso de que surgieran complicaciones. Pero me atrevo a añadir que el general de la población no podría costear este servicio, solo las familias adineradas. 18 (Laval Román, 2010) p. 229, se especifica que en esa época no existía el concepto de «infección»; el concepto más antiguo fue la doctrina hipocrática de «supuración» (siglo V a.C.) que Galeno plasmó en el concepto latino de «pus laudabilis», ya en el siglo II d.C.
  • 8. Obra registrada en SafeCreative 7 personas que vivían en los territorios controlados por Roma en la segunda mitad del siglo I a.C. y no sólo la situación socio-política local —relativa a la administración y gobiernos de las provincias hispanas— y global de los conflictos bélicos que habían convertido el Triunvirato, tras la muerte de Julio César, en una guerra civil declarada, como suele ser frecuente en las novelas históricas que abordan esta época. En esta novela se muestra la organización médica y sanitaria establecida alrededor del ejército, de las legiones, que eran auténticas estructuras de poder e instrumentos de romanización incuestionables. El secreto del poder de Roma durante siglos fue la estructura profesionalizada de su ejército, que llegó a convertirse en un arma eficaz, invencible y voraz. La protagonista de «Sanatio» es una esclava sanadora, Ana, que lleva a cabo su labor primero desde el seno de una familia romana, aplicando cuidados básicos a esclavos y personas libres en el ámbito privado; poco a poco su fama recorre las calles de Híspalis hasta llegar a oídos del gobernador de la provincia que, entendiendo el enorme beneficio que su labor puede aportar a la sanidad militar, la obliga más tarde a formar parte de la sanidad militar, una organización de estricta y rígida jerarquía que regulaba el funcionamiento de los valetudinaria19, los hospitales militares que se encontraban adscritos a cada legión. El pleno desarrollo de estos valetudinaria se llevó a cabo en la época Imperial, pero es lógico establecer que su esbozo se llevaría a cabo en los últimos años de la República, como así apuntan los textos relativos a los años de Julio César. En la novela se plasma qué personas formaban parte de estos cuerpos sanitarios militares, qué jerarquía y nivel de conocimientos médicos detentaban y cómo se organizaban tanto en tiempos de paz como en la batalla. La sanidad militar romana revolucionó, a su manera, la Medicina y los cuidados de su época. Y la protagonista quedará integrada en esta compleja estructura, que de su mano iremos conociendo a lo largo de las páginas de esta novela. En el tema que nos atañe con respecto a la historia de la Enfermería, vemos que en la narración de «Sanatio» se ve absolutamente desligado el concepto de cuidado de la condición de género. La atención de los heridos y de los enfermos en el seno de los valetudinaria eran responsabilidad de hombres, tanto en el papel de médicos como en el de los diversos ayudantes, como en el de los capsarios —capsarius-capsarii— que, aunque existe cierta discrepancia con respecto a qué responsabilidad llevaban a cabo de forma concreta20, parece que la mayor parte de los expertos están de acuerdo en que los capsarios eran ayudantes con el equivalente actual a un enfermero. En esta novela vemos el desarrollo embrionario de los valetudinaria en la segunda mitad el siglo I a.C.; su desarrollo pleno y ya explícito se llevó a cabo a principios del siglo I, durante el gobierno del ya emperador Augusto; se conoce muy bien el desarrollo jerárquico del cuerpo médico —medicus— pero en la escala profesional del personal ayudante debía existir cierta diversidad, de tal forma que no se ha establecido de forma inequívoca la total estructura interna de los valetudinaria hasta la que se consiguió un 19 En singular, valetudinarium 20 Existe cierta discrepancia a si los capsarii eran ayudantes médicos-enfermeros o eran farmacéuticos; en el texto de (Gómez Rodríguez, 2013) se manifiesta que eran farmacéuticos (p. 75) dejando a los enfermeros con el concepto de «qui aegris praesto sunt», al igual que el texto de (Rodríguez González, 1993), p 201; pero el texto (López Pérez, 2005) equipara a los capsarii como personal enfermero más que otra cosa; su autora afirma en la página 4: «…Eran soldados que desempeñaban una función con "cierto grado de especialización", y eso les permitía el estar exentos de algunos menesteres propios de su condición de soldados. Recogían a los soldados heridos y enfermos del campo de batalla, realizaban las primeras curas, bajo supervisión médica, y transportaban a los heridos al hospital militar, como aparece representado en los relieves de la columna trajana (Grmek y Gourevitch 1998).»
  • 9. Obra registrada en SafeCreative 8 siglo después21. En esta novela se recogen estos términos, así como se lleva a cabo una recreación, fiel a los documentos consultados para su redacción, de la forma de trabajar en el frente de batalla del personal sanitario militar de las legiones romanas. También se aprecia en esta novela una descripción minuciosa de la vida familiar en las casas romanas, los cuidados familiares y los que se ponían en práctica alrededor de la figura de la mujer, impartidos tanto por esclavas y sirvientas como por las señoras. Los cuidados en el embarazo y la asistencia al parto eran proporcionados por mujeres, así como los cuidados de los bebés. El ser enfermera además de escritora e historiadora me ha llevado a poner un poco más el foco sobre aspectos que habitualmente se obvian por entenderlos como poco trascendentales o llamativos por parte de muchos escritores de novela histórica, pero que sentaron las bases de los cuidados informales que conforman la base y embrión de la historia de nuestra profesión. «Lucius Cassius, el médico esclavo» Esta novela está escrita por Francisco Javier Tostado Fernández, que no solo es escritor sino médico de larga experiencia en ginecología-obstetricia y estudiante de Historia. Esta novela se publicó en 2012. Narra la vida y peripecias de un médico griego, Lucius Cassius, que comienza su aventura el año 30 a.C. en Pérgamo, en un largo viaje que le llevará hasta Hispania donde conocerá a Augusto, las tribus rebeldes astures y cántabras. Este autor presta gran atención en su obra a la historia de la medicina y su documentación de las técnicas de la época es meticulosa. Introduce elementos que nos interesan en lo que hace referencia a la historia de la enfermería al mostrar el papel de las parteras —a las que llama matrona—, de los cuidados durante los partos, muy especializado en época romana, e, incluso, de los cuidados informales impartidos en el seno de la familia, generalmente por mujeres. El devenir del personaje nos permite entrar en la sanidad militar, tan especializada, de los valetudinaria, y su elaborada organización y jerarquía médica. Pero no nos expone de forma detallada los cargos subalternos de ayudantes y auxiliares en el cuidado de enfermos y asistencia a los médicos militares; en definitiva, no expone ninguna figura que pudiera ser equiparable a la figura de un enfermero que, como se ha indicado más arriba, existía. Habla, de una forma general, de ayudantes. Un único desliz le lleva a hablar de infección22, concepto anacrónico que, como se explicó más arriba, no se usaba en la época, siendo «supuración» el término habitual utilizado para hablar de lesiones o situaciones que se equiparan con la clínica y síntomas propios de una infección. Salvo esto, es una obra, en general, impecable. Otros libros: Cuando el narrador se basa en el personaje, al que da prioridad sobre la historia, la ciencia y su ambientación, encontramos libros como «Médico de cuerpos y almas» —Dear and glorious Physician— de la escritora inglesa Taylor Caldwell (publicada en 1946) en el que su autora tiñe la narración de la vida de Lucano con hechos milagrosos que restan valor científico los actos expuestos, ejemplo de cómo el punto de vista de ciertos autores puede rebajar el valor histórico a su narración. La 21 (Rodríguez González, 1993) p. 195, «Organigrama sanitario de una legión romana de época alto Imperial» 22 Capítulo XXX. Libre de nuevo.
  • 10. Obra registrada en SafeCreative 9 documentación deja entrever ciertos procedimientos que no eran acordes a la época o ciertas asociaciones diagnosticas que no corresponden al momento histórico23. «El faro de Alejandría» —The beacon at Alexandria— Publicada en 1986, es una novela histórica escrita por la autora estadounidense Gillian Bradshaw; está ambientada en la Grecia coetánea a la supremacía militar, política y social romana, concretamente en el año 371 d.C., aunque muestra la medicina practicada por los médicos griegos. En este caso la protagonista es otra mujer, Caris de Éfeso, joven procedente de una familia adinerada. Por su condición social, su destino es casarse con alguien de su misma clase social, pero ella huye disfrazada de eunuco y se dirige a Alejandría para cumplir con su sueño que no es otro que ser médico. Como no puede ser menos, se trata de una mujer de enorme decisión y valentía y, saltándose la prohibición establecida de que las mujeres no pueden estudiar y menos medicina24, ella lo consigue haciendo realidad su sueño. A partir de ahí vive grandes aventuras ejerciendo su conocimiento. En la época en la que se desarrolla esta historia nos encontramos ante los últimos estertores del Imperio romano que coinciden con los primeros albores y reflejo de poder del cristianismo, la antesala social y religiosa de lo que pocos años más tarde será la Edad Media. Se establece, de forma bastante didáctica y prolija, cuáles eran los métodos y medios de la medicina y del cuidado en esos años. En este caso se muestra cómo los hospitales estaban ya en esos tiempos a cargo de los monjes y las monjas por separado, como sería siempre lo habitual. Se habla de «cuidados de enfermería» y de «tareas de enfermería» llevado a cargo de ayudantes, se diferencia a los diferentes profesionales que se ocupan de diversos trabajos enfermería, comadronas, curanderas… a cargo de mujeres, monjas o seglares, muchas veces, esclavas. El trabajo en hospitales se consideraba indigno, propio de esclavos. Aun así, esta narración presenta ciertas inexactitudes anacrónicas, como hablar de infecciones y no de supuraciones, como se explicó más arriba, o de desinfectante- desinfección, conceptos que aún se encontraban muy lejos de ser parte de los conocimientos de aquellos años, los propios de la época que trata la novela. «El médico» —The Physician— Novela escrita por el estadounidense Noah Gordon y publicada en 1986. Esta es, casi sin duda alguna, la novela fetiche de tema médico escrita jamás. Desde su publicación ha tenido un enorme éxito de ventas, de lectura y de reimpresiones en varios idiomas, hasta tal punto que se considera una de las narraciones más recomendadas en foros de temática sanitaria-médica. Esta novela está ambientada en la Alta Edad Media, concretamente, la narración comienza en el año 1021, en Inglaterra. Nos presenta a un joven Robert (Rob) Jeremy Cole que, por desventuras varias, queda huérfano y a cargo de un barbero errante, momento en que comienza a adquirir los conocimientos más básicos en el arte de 23 Páginas 161 y 162, Caldwell expone un remedo de reanimación cardiopulmonar a un neonato, una RCP básica: esta técnica no se desarrolló hasta el siglo XX. Página 225, concepto de desinfectante e infección, asociación de la enfermedad conocida como «peste» con una infección… 24 Se explica por la llegada del Cristianismo y las limitaciones sociales que se impusieron a las mujeres; en siglos anteriores las mujeres sí llegaron a poder estudiar medicina y ejercerla, no sin ciertas premisas, limitaciones u objeciones; (Fernández Tijero, 2016) p. 96, habla de Antioquía de Tlos, médica y mujer libre. (Cívico & Parra, 2018) pp-12-15 y (Darriba Rodriguez, 1999) p. 36: Agnodice de Atenas, en el siglo IV a.C., nacida en el seno de una familia acomodada, huyó de su casa y se disfrazó de hombre para poder estudiar Medicina… El paralelismo de la historia de esta joven recogida por Cayo Julio Higinio en sus fábulas y la protagonista del «Faro de Alejandría» es, cuanto menos, llamativo.
  • 11. Obra registrada en SafeCreative 10 curar. Tras conocer a un médico judío siente el deseo de estudiar con él, pero en Inglaterra no le permiten aprender con una persona de otra cultura/religión. Decide, por ello, aprender de los mejores que por esos años se encuentran en los países de Oriente. Viaja, así a Ispahán, Persia, lugar famoso porque allí imparte sus clases Ibn Sina, más conocido como Avicena. Cole se hace pasar por judío y adopta el nombre de Jesse Ben Benjamín, con todo lo que eso supone de idioma, estudios religiosos y costumbres. «El médico» es una novela de aventuras y ciencia que nos lleva de forma magistral por Europa y Oriente medievales, contraponiendo las diferencias entre ambos lugares en cultura, ciencia y conocimiento, mostrando cómo la religión puede ser un freno y una rémora para el avance y el conocimiento científico. La novela, como es bien sabido, está meticulosamente documentada, mezcla de forma magistral ficción y realidad histórica, sumergiendo al protagonista en hechos históricos remarcados con total naturalidad; y nos dibuja de forma bastante fiel a qué nivel trabajaban médicos, cuidadores, sanadores…, en la Edad Media, cuyos profesionales, sobre todo judíos y musulmanes, se hicieron eco de los conocimientos de los antiguos (Hipócrates, Galeno…) llevando el saber más allá, como fue en el caso de la figura histórica, el famoso médico persa de nombre Ibn Sina, conocido por su nombre latinizado, Avicena o, como en el caso de otro afamado médico —que no aparece en la novela—, el filósofo o jurista nacido en Córdoba a principios del siglo XII, Abu Walid Muhammad Ibn Rusd al que conocemos más por su nombre latinizado, Averroes. En la novela se puede comprobar que aparece la figura del enfermero y de la enfermera, como tales conceptos, el primero de los cuales se ocupaba exclusivamente de hombres y la segunda, como es lógico pensar, solo de las mujeres. En el ambiente en que se desenvuelve el personaje, apenas se nombra a la figura enfermera o cuidadora femenina y se muestra una casi exclusiva presencia de hombres enfermeros. Volvemos a escapar de la feminización de la labor enfermera: lavan a los enfermos, amortajan cadáveres, dan medicamentos, ayudan a los médicos… En «El médico» se muestra la elaborada organización del maristan u hospital islámico, que gira alrededor de las figuras de sus médicos y los profesores más ilustres. Se expone el complejo sistema de entrada de estudiantes de medicina a la que se llama escuela de médicos y su proceso de aprendizaje al amparo de los más expertos. E, igualmente, se expone cómo a la luz de los escritos heredados de los sabios del mundo clásico los médicos llevaban a cabo una medicina más proactiva que la que se desarrollaba en la Europa cristiana, la cual se muestra limitada por los cánones de la Iglesia, hasta el nivel más absurdo —a nuestro entender actual— de negar los conocimientos no obtenidos por cristianos ni bajo los auspicios y el visto bueno de la Iglesia, lo que supone que los médicos cristianos presentaran un retraso en conocimientos anatomofisiológicos y en técnicas médicas y de cirugía muy por detrás de sus colegas judíos y musulmanes. Llamativo es que el autor, Noah Gordon, ha presentado como episodios negativos25 gran parte de referencias que hace de enfermeros a lo largo de la narración: mala 25 Algunos ejemplos: Capítulo 37, LA CIUDAD DE REB JESSE: «…Un fornido enfermero estaba acobardado ante alguien que le echaba una bronca. —Fue un error, maestro Karim Harun —se disculpó el enfermero—. Creí que me habías dicho que quitara las vendas a Eswed Omar. —Eres un inútil —dijo el otro, disgustado—(…) Ha sido un error tuyo, Rumi. Te dije que cambiaras los vendajes de Kuru Yezidi, no los de Eswed Omar. Ustad Juzjani hizo personalmente el abatimiento de cataratas de Eswed Omar y me ordenó que me ocupara de que su vendaje no fuera movido de su sitio en cinco días. Te transmití la orden y no la obedeciste, enfermero de mierda.» Capítulo 46, EL ACERTIJO: «…—¿Cuánto tiempo lleva enfermo? —Dos semanas. Es la enfermedad del costado que mató a dos de sus tíos y a mi padre. Un dolor espantoso. Viene y se va, viene y se va. Pero hace tres días vino y no se fue.
  • 12. Obra registrada en SafeCreative 11 praxis, dejadez, malos gestos ante sus responsabilidades… relegando el papel de los enfermeros del maristan a algo no solo secundario sino incapaz o, incluso, torpe, así el protagonista en estos aspectos queda resaltado por sus virtudes. En la novela vemos el papel de otros cuidadores habituales y los cuidados que proporcionan, como las parteras —genera idéntico contrapunto entre las que llevan su labor en Inglaterra y las de fuera de Europa—; los cirujanos, escalafón inferior en ese tiempo, que personificaban barberos y sacamuelas y que se diferenciaban del profesional médico en que este último se formaba en universidades de forma reglada; se habla también de sanadores —aunque a veces este concepto se confunde o se solapa con el del médico—. Introduce26 —supongo que como licencia narrativa— el moderno concepto de «automedicación», término que resulta anacrónico27, cuanto menos, dado que en esa época pocos tenían acceso a la medicina formal y a los cuidados de un médico —porque no tenían uno cerca y/o porque no se lo podían costear— y se recurría a cuidados tradicionales basados en el conocimiento local de hierbas y remedios naturales obtenido de generación en generación mediante tradición oral. Los autocuidados son inherentes a la historia del ser humano y de su proceso de nacimiento, enfermedad y muerte; proporcionar a otros o a uno mismo cuidados no formales cuando no se tiene otra opción no es un problema; más aún, me sorprende que el protagonista considere automedicación a estos cuidados, dado que este problema no se empezó a estudiar como tal hasta tiempos recientes28. «Hildegarda, el poder y la gracia» —Ildegarda. La potenza e la grazia— Novela biográfica escrita por la escritora italiana Lucía Tancredi y publicada en 2009. Nos encontramos con una historia muy bien documentada y que se basa en los escritos que realizó en vida su protagonista, Hildegarda de Bingen (1098-1179), hoy día canonizada, —el acto de canonización fue llevado a cabo, curiosamente, hace pocos años por Benedicto XVI—, en 2012; fue una religiosa muy importante en Alemania durante el siglo XII. La vida de esta mujer, en una época en la que las mujeres ocupaban un papel absolutamente sometido a la figura del hombre, no solo en la vida secular sino y principalmente en la vida religiosa y monástica, es algo fuera de lo corriente. Hildegarda de Bingen fue ingresada en un convento por sus padres siendo muy niña y en ese momento no sabía ni leer ni escribir ni conocía nada del mundo. Las instalaciones contaban con una zona para hombres, otra para mujeres, hospital y biblioteca, entre otras muchas estancias. La autora nos relata las impresiones de una Hildegarda aun jovencita ayudando a las tareas del cuidado de los enfermos que allí ingresaban. La historia, según se avanza la lectura, es prometedora, dado que nos hace creer que El enfermero, que se dirigía servilmente a al-Juzjani y sin duda deseaba que terminaran con el niño y siguieran su camino, dijo que solo había sido alimentado con sherbets de jugos azucarados» Capítulo 70, EL CUARTO DE QASIM: «… Ibn Sina se había llevado a cuatro enfermeros como encargados de transportar las camillas y de recoger a los heridos, y al-Juzjani aún no había encontrado a otros cuatro que respondieran satisfactoriamente a sus expectativas. Los enfermeros que quedaban en el maristan estaban sobrecargados de trabajo y cumplían sus tareas ceñudos. Rob visitó a sus pacientes sin contar con ninguna clase de ayuda, y a veces se detenía a hacer por sí mismo lo que un enfermero no había tenido tiempo de hacer: lavar una cara febril o ir en busca de agua para aliviar una boca seca y sedienta. (…) Mientras arrastraba la mesa de madera, se cruzó con un enfermero, pero la escasez de mano de obra dio a éste ánimos para desviar la mirada y pasar deprisa junto al hakim, antes de que le encargara más trabajo del que ya tenía» 26 Capítulo 79, LAS PARICIONES 27 (Jordi i González, 1979), p.100 y ss Hace poco más de cinco décadas que el concepto de automedicación apareció como problema crítico en los debates sanitarios y como tema de estudio, los primeros en EEUU (1964). Establece que en siglos XIII, XIV y XV se llevaba a cabo más una medicina popular que un proceso de automedicación como tal. En sociedades y lugares donde no se tiene acceso a la profesionalidad del médico ¿se puede hablar de automedicación o de autocuidado para la propia supervivencia? 28 (Baos Vicente, 2000), p. 147 y también en (González Pérez, 2016), p. 5
  • 13. Obra registrada en SafeCreative 12 pasearemos por las camas y jergones de los enfermos viendo cómo eran los cuidados en esa época. Pero pronto este deseo se convierte en desilusión. La narración nos dirige a la labor más mística-religiosa de la protagonista y nos relega a un plano secundario su trabajo con los cuidados a los enfermos, la medicina y todo lo que ello supone. La vemos medrar en las responsabilidades del convento, llegar a abadesa, su enfrentamiento sin prisa y sin pausa a la autoridad establecida que le limita su gran anhelo de escribir, de componer música, de formar monjas útiles a la sociedad, de difundir conocimientos... La vemos, ya mayor, como autora de sendos libros de medicina, ciencia y cuidados, pero la autora en su narración a lo largo de esta novela no nos muestra cómo ha llegado Hildegarda hasta ahí. Solo nos la quiere presentar docta, sabia, pero no se detiene a exponer cuales eran los métodos y formas de esos años tan difíciles para aprender la ciencia y el saber; solo nos expone a una mujer decidida a lograr lo que se propone, subyugada siempre bajo una cuerda demasiado corta, controlada por la mano de la Iglesia y de los hombres. Todos los artículos y escritos29 que he consultado para la elaboración de este personaje me la muestran doctora y médica. Cierto que esta mujer llegaría a ser considerada como tal pero también hay que dejar patente que, en sus conventos, una vez que ya fue abadesa, pocos hombres tuvieron un sitio ni capacidad de tratar o atender a las religiosas. Hildegarda recopiló todo lo que aprendió en San Disibodenberg, el primer monasterio en el que estuvo —apenas una casita con mujeres dependiente del monasterio principal de hombres— que tenía hospital y monjes responsables de los fármacos y las hierbas, y ella lo llevó a la práctica después. Sí que es cierto que esta novela nos muestra de una forma bastante fiel al personaje real que fue Hildegarda de Bingen, su rebeldía a lo impuesto, su afán de conocer, de hacer las cosas de otra forma, rompiendo las limitaciones exigidas a las mujeres solo por el mero hecho de serlo. Pero nos muestra muy poco de la materia que nos ocupa, la Historia de la Enfermería, insisto, después de unos inicios en los que podemos llegar a entender que nos va a llevar por esos caminos pero que no se consuman en ningún momento. Sí nos expone con meridiana claridad la posición social que ocupaba la mujer en la Alta Edad Media, la instrumentalización social que sufrían como objetos para casar, para tener hijos, para intercambiar… la opresión a la que eran sometidas y las limitaciones sociales en que esto derivaba. Hildegarda debe enfrentarse al prior para conseguir aprender a escribir y copiar, para conseguir acceso a los libros para las monjas, para conseguir escribir ella misma… Esto nos da idea de la poca importancia que se daba a todo lo que hacían las mujeres a lo largo de esos años y por qué no nos han llegado, apenas, relatos de mujeres, religiosas o no, del Medievo. Los cuidados asociados al ámbito de la mujer eran despreciados como algo menor30 y su conocimiento llegaba en forma de tradición oral; y en el día a día, las labores de cuidado a enfermos que ponían en práctica las monjas no se debían de diferenciar la labor médica como tal de la que podría ser considerada como labor enfermera. Aunque adolece de carencias, tal como se expone, esta novela nos aporta ese clima de opresión androcéntrico que tantas limitaciones ocasionó para el desarrollo del conocimiento por parte de las mujeres. 29 (Morrón, 2016), (del Valle García, 2009) y (Graña Cid, 2012) 30 Potenciado por la consideración de la mujer en el cristianismo. Cuidados de curanderas fuera del ámbito de la iglesia tenía el riesgo de llegar a ser considerado brujería o hechicería (Vesga Gualdrón, 2012) pp. 411-412
  • 14. Obra registrada en SafeCreative 13 Otros libros: Otras mujeres de vida monástica que llevaron a cabo labores de cuidados a los enfermos como parte de su labor cotidiana y que dejaron su impronta en la historia, en cuya actividad se mezclan los cuidados propios de enfermería y una labor médica son: Radegunda31 (520-587) y Santa Brígida de Suecia (1303-1373) o Santa Catalina32 de Siena (1347-1380), de las cuales encontramos, como curiosidad, su vida reflejada en dos libritos en forma de novela gráfica, publicados en la serie Vidas Ejemplares33. Estamos en este caso ante la representación de la vida de estas mujeres, no desde el punto de vista de su capacidad para llevar a cabo la atención de enfermos (como parece que todas ellas realizaron), sino una representación idealizada, consideradas como mujeres casi mágicas, al mostrarnos su vertiente como religiosas, santas y doctoras de la Iglesia, que derrochan una piedad sin límites, sujetas a visiones místicas y capaces de obrar milagros. Perdemos la oportunidad de conocer hasta qué punto cada una de ellas aportó contenidos al cuerpo de conocimientos de cuidados, médico y/o farmacológico. La figura femenina-monja pierde su aspecto mundano-humano para entregar su relato a la mística y la hagiografía, objeto final de esta serie de novelitas gráficas. No he encontrado ningún autor que se sintiera tentado a narrar su vida fuera de esta esfera. CONCLUSIONES Las novelas históricas no son Historia como tal, pero, si la documentación usada para lograr una ambientación verosímil y lo más cercana a la verdad histórica conocida es exhaustiva y fiel, podemos encontrar en esta literatura una buena herramienta para completar el conocimiento de la Historia de la Enfermería. Hemos podido ver, gracias a los pocos ejemplos que se han mostrado para ilustrar el tema, que los autores y autoras cometen ciertos deslices que condicionan un lenguaje o unos conceptos anacrónicos que podrían deslucir el conjunto; podemos aceptar estos deslices y verlos como licencias de autor siempre que no trastoquen de forma definitiva el contexto histórico de que se trate. Hagamos del defecto virtud y aprovechemos estas licencias para llevar a cabo una lectura crítica que permita entender mejor por qué no se ajustan a la realidad conocida y qué debería haber incluido en su lugar la persona que redactó ese texto. Lo cierto es que muy pocas novelas históricas afrontan el tema de la historia de las enfermeras como tal, por lo menos en la etapa histórica que se ha abordado en este trabajo, pero como la Historia de la Medicina y la Historia del Cuidado siempre han ido de la mano —dado que no se entiende curar sin cuidar—, toda novela que afronte la primera nos tiene que mostrar la segunda, además, teniendo siempre presente que el cuidado es inherente al ser humano, es el hito máximo de su supervivencia; de hecho me atrevería a indicar que el ser humano cuidó antes de permitirse llegar a acariciar la idea de que podría domeñar la naturaleza de la enfermedad, a la naturaleza en sí 31 En Poitiers mandó construir un importante hospital, donde cuidaba personalmente a los enfermos e impartió enseñanzas en las artes de la sanación, curando heridas y fracturas y preparando remedios. Además hizo copiar multitud de manuscritos para más de doscientas mujeres que estaban a su cargo en el hospital. Fuente: Manuel Solorzano, «RADEGUNDA ENFERMERA» [online] Enfermería Avanza, enero 2014. Consultado agosto 2018 http://enfeps.blogspot.com/2014/01/radegunda-enfermera.html 32 Monja italiana, se la considera enfermera por el cuidado que proporcionó a personas enfermas 33 Vidas Ejemplares fue una revista de historietas publicada por SEA/Editorial Novaro desde 1954, con 416 números ordinarios y 14 extraordinarios. Presentaba biografías de destacadas personalidades del cristianismo. Tomado de: Colaboradores de Wikipedia. Vidas Ejemplares (Editorial Novaro) [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2018 [fecha de consulta: 10 de septiembre del 2018]. Disponible en https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Vidas_Ejemplares_(Editorial_Novaro)&oldid=106348094
  • 15. Obra registrada en SafeCreative 14 misma, y coartar su curso o revertirlo, siquiera. Leer novelas históricas como medio para entender mejor la historia de las enfermeras aporta o debería aportar un valor añadido, siempre que se lleve a cabo una lectura crítica, un trabajo activo de contextualización, analizando: autor y época en la que escribe, personajes, época histórica de la narración, nivel de conocimientos médico-sanitarios —estructura y organización— visibilidad de los cuidados en el contexto sanitario… Bibliografía y referencias Arratia Figueroa, A. Investigación y documentación historica en enfermería. Texto & Contexto Enfermagem [en linea], (2005)14(4), 567-574. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/tce/v14n4/a14v14n4.pdf Baos Vicente, V. Estrategias para reducir los riesgos de la automedicación. Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud, (2000) Vol. 24–N.º 6, 147-152. Calvo Soriano, G. La medicina en el antiguo Egipto. Paediatrica (2003) 5(1), 44-50. Cívico, I., & Parra, S. (Las chicas son de ciencias. 25 científicas que cambiaron el mundo. Barcelona: Montena-Penguin Random House. (2018) Collado-Vázqueza, S., & Carrillo, J. La trepanación craneal en Sinuhé, el Egipcio. Neurología (2014) 29(7), 433-440. Darriba Rodriguez, P. Mitología, Medicina y Enfermería en la Grecia antigua. Cultura de los Cuidados, (1999) año III, nº 5, 33-37. del Valle García, M. Hildegarda de Bingen (1098-1179). Revista Cientíica de la SEDENE. (2009) nº 30, 30-31. Fernández Tijero, M. El origen de la mujer cuidadora: apuntes para el análisis hermenéutico de los primeros testimonios. Index Enferm, (2016) vol.25, no.1-2,, 93-97. Franco Rubio, G. Historia y narración histórica. Algunas reflexiones. En G. Franco Rubio, & F. Llorca Antolín, Las mujeres entre la realidad y la ficción. Una mirada feminista a la literatura española. Granada: Colección Feminae. Servicio de publicaciones de la Universidad de Granada. (2008) págs. 17-37 Garzón Rodríguez, J. Embarazo y parto en el Antiguo Egipto. Prácticas, creencias y medicina. ArtyHum Revista de Artes y Humanidades, (2018) 44, 62-82. Gil González, F. (Los cuidados intensivos en el Antiguo Egipto a través de los textos. Cultura de los cuidados; (2012) 16,34, 64-70. González Pérez, J. Automedicación: Revisión Bibliográfica (Tabajo Fin de Grado). Valladolid: Facultad de Enfermería de Valladolid. Universidad de Valladolid. (2016) González Vázquez, A. Los conceptos de patriarcado y androcentrismo en el estudio sociológico y antropológico de las sociedades de mayoría musulmana. Papers, (2013) 98/3, 489-504. Graña Cid, M.D. Santa Hildegarda de Bingen: Una mujer sabia. Razón y Fe. (2012) t.266, nº 1369, 411-416.
  • 16. Obra registrada en SafeCreative 15 Hernández Martín, F., Del Gallego Lastra, R., Alcaraz González, S., & González Ruiz, J. La enfermería en la Historia. Un análisis desde la perspectiva profesional. Cultura de los cuidados. (1997) Año 1- nº 2, 21-35. Jordi i González, R. Oportunas consideraciones sobre la auto-medicación. Anales de Medicina y Cirugía. (1979) vol. LIX, nº 256, 99-114. Laval Román, E. Apuntes históricos sobre el manejo de la infección en el desarrollo de la cirugía. Revista chililena de infectología (2010) 27(3), 228-232. Mezquita Pipió, C. Visión literaria en la evolución de los cuidados de enfermería. [online] (2001) disponible en: http://www.elgotero.com/Arcrivos%20PDF/version_literaria_cuid_enf.pdf Mezquita Pipió, C. Aproximación histórica al origen de los cuidados en las sociedades paleolíticas: aportación desde la obra de Jean M. Auel. (Tesis Doctoral). (D. J. González, Ed.) Alicante: Universidad de Alicante. (2013). Morrón, L.. Santa Hildegarda de Bingen: religión, ciencia y poder. [online] (2016). Recuperado julio de 2018, de Mujeres con Ciencia: https://mujeresconciencia.com/2016/10/03/santa-hildegarda-bingen-religion-ciencia- poder/ Rodríguez González, J. Breve visión de la asistencia sanitaria en las legiones romanas altoimperiales. Revista de Historia Militar, (1993) nº 74, 183-212. Siles González, J., & Solano Ruíz, M. La historia cultural y la estética de los cuidados de enfermería. Revista Latino-Americana de Enfermagem [online], (2011). 19(5), 1096- 1105. doi:http://dx.doi.org/10.1590/S0104-11692011000500006. Siles, J. Historia de la Enfemería. Alicante: Editorial Aguaclara. (2008). Vesga Gualdrón, L. Evolución del cuidado: de curanderas a enfermeras. Cuidarte. Revista de investigación.Programa de Enfermería UDES, (2012). Vol. 3, n.1, 410-415. VVAA. En Historia de la Enfermería en España (desde la Antigüedad hasta nuestros días). Madrid: Editorial Síntesis. (1996).